jueves, 21 de enero de 2021

Casi nunca mejor dicho: Covid-19, un buen nicho de negocio para el FMI, buen nido para corruptos y ruina asegurada para todos los trabajadores y jubilados del mundo

 

Las garras del FMI sobre Latinoamérica


Hedelberto López Blanch 

21/01/2021 

Fuentes: Rebelión

El Fondo Monetario Internacional (FMI) aprovechó la grave crisis económica, monetaria y social que ha provocado la pandemia de la Covid-19 en la mayoría de las naciones de América Latina y el Caribe, para afianza su control financiero sobre los países de la región que le solicitaron empréstitos.

La cifra resulta desbordante: entre marzo y noviembre de 2020 el Fondo entregó 63 740 millones de dólares y es la región del mundo donde más se concentró el financiamiento de emergencia de ese organismo internacional.

Según informes del propio FMI, seis de cada 10 dólares de los 102 150 millones de dólares que entregó en el año, fueron hacia los países latinoamericanos, los cuales en su mayoría no se concentran en mecanismos de suspensión o alivio de la deuda por considerarse de ingresos medios.

En la región, 21 países obtuvieron un préstamo durante el mes de mayo del pasado año y tres de los estos concentran el 80 %. A Chile le aprobaron 23 930 millones de dólares; a Colombia 16 948 millones y Perú 11 000 millones de dólares, todos por la vía de créditos flexibles.

América Latina fue testigo en los años 80 y 90 del siglo pasado de las duras condiciones que imponía el FMI a cada gobierno de la región que accedía a sus préstamos. En esta ocasión, en el contexto de la pandemia, no se ven los efectos inmediatos pero la historia será otra a medida que avanzan los plazos la flexibilización de los préstamos.

Recientemente el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador acusó a organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial (BM) de ser corresponsables de las crisis que hubo en su país en sexenios pasados y agregó que la mayor culpa fue de los “gobiernos serviles”.

Indicó que ellos obligaban a los gobiernos neoliberales mexicanos a firmar las llamadas cartas de intención donde se establecía lo que tenía que hacer el Estado, “una violación flagrante de la autonomía, la soberanía de nuestra nación”.

El FMI y el BM, puntualizó López Obrador, recomendaban a los gobiernos mexicanos privatizar empresas públicas, no aumentar empleos, incrementar el precio de los combustibles como la electricidad y gasolina, directrices que seguían los gobiernos subordinados.

Además de Chile, Colombia y Perú, el Fondo entregó empréstitos mediante el método de financiamiento rápido a Ecuador por 6 000 millones de dólares; República  Dominicana, 650 millones; Guatemala, 594 millones; Jamaica, 520 millones; Panamá, 515 millones; Costa Rica, 508 millones; El Salvador, 389 millones; Bolivia, 327 millones; Paraguay, 274 millones y Bahamas, 250 millones. Con menos de 100 millones aparecen, Barbados, Santa Lucía, Granada, San Vicente y las Granadinas y Dominica.

De esta forma y durante el año, el FMI aprovechó la oportunidad que se le abrió con la extensión de la pandemia para reiniciar el endeudamiento de la región, tras un periodo en el que fue rechazado por imponer políticas económicas en detrimento de las grandes mayorías del mundo.

El Centro Latinoamericano de Geopolítica (Celag) asegura  que la emergencia mundial supone para los países latinoamericanos una urgente e imprevista necesidad de liquidez externa no solo para enfrentar los gastos relacionados con la pandemia sino también para enfrentar la fuga de capitales que viene ocurriendo en la región.

Pero desafortunadamente, en varias de esas naciones, los gobiernos utilizarán los empréstitos para ayudar a las grandes empresas y negocios a solventar la crisis y no van destinados a resolver los graves problemas de la población.

Tanto el FMI como el Banco Mundial son organismos financieros creados en 1944, durante la reunión celebrada en Bretton Woods, poco antes de terminar la Segunda Guerra Mundial. Han estado dominadas desde un principio por Estados Unidos y las potencias europeas occidentales, y actúan en contra de los intereses de los pueblos.

Sus programas de ajuste tratan de imponer la confianza de los mercados internacionales de capital en el país deudor. Sin el visto bueno del Fondo, que como censor determina la voluntad y capacidad de un país para pagar el servicio de la deuda, no se abren generalmente las puertas para la entrega de empréstitos.

Para ejercer el control, las naciones que reciben este “beneficio” deben someterse a condicionamientos que van desde recomendaciones no obligatorias hasta inspecciones extremas con imposición de sanciones de carácter forzoso.

Como las naciones están cada vez más endeudadas, son obligadas a seguir las directrices financieras, económicas y sociales que determinen esas instituciones para que paguen los compromisos adquiridos y poder tener accedo a nuevos créditos que se convierten en cifras impagables.

En consecuencia obligan a los gobiernos a impulsar las privatizaciones de empresas y servicios públicos, rebajar los salarios y las jubilaciones, así como aumentar precios del suministro del agua, electricidad y combustibles.

Esas políticas de empréstitos han provocado que si en 2008 de deuda pública interna y externa de Latinoamérica alcanzaba el 40 % del Producto Interno Bruto, once años después, en 2019 ya ascendía al 62 % del PIB.

En conclusión, los nuevos endeudamientos atenazarán más la soberanía e independencia económica y política de varias de esas naciones si los diferentes gobiernos lo permiten.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

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La India es también un Barrio de Bilbao, aparte de que en todas partes cuecen garbanzos

 

Las protestas agrarias en la India contra la nueva legislación neoliberal

Martintxo Mantxo

Martintxo Mantxo

rebelión

18.01.2012

Desde el 26 de noviembre de 2020, la India vive grandes movilizaciones agrarias que se oponen a tres leyes aprobadas en septiembre, aunque son consecuencia de años de hartazgo por las políticas neoliberales contra el sector. Estas leyes favorecerían a las grandes empresas transnacionales en detrimento del pequeño campesinado. Nada más aprobarse, los sindicatos organizaron protestas locales y en noviembre iniciaron el movimiento Dilli Chalo ('Vamos a Delhi'). Cientos de miles de personas marcharon a la capital de la nación y fueron fuertemente reprimidas para impedir su acceso.

Si el Gobierno nos echa, será su caída. Foto: Shivangi Bhasin

Manifestante sij en la marcha a Delhi. Foto: Shivangi Bhasin

En la huelga general del 26 de noviembre participaron unos 250 millones de personas. El 4 de diciembre el Gobierno y los agricultores mantuvieron negociaciones, pero el Gobierno no aceptó las demandas por lo que, cuatro días después, la huelga se extendió por toda la India. Los transportistas se unieron, amenazaron con no abastecer los mercados y a partir del 12 de diciembre, los agricultores tomaron los peajes. El Gobierno ofreció algunas enmiendas a las leyes, pero los sindicatos exigían su derogación total. Desde entonces hasta el día de hoy (12 de enero), se mantienen las protestas fuera de Delhi. El saldo de las movilizaciones, de momento, es de al menos 30 agricultores muertos (incluyendo 1 por suicidio, 4 muertes por accidentes, 10 muertes por ataque cardíaco y 1 por frío) y cientos de heridos.

Más poder para las corporaciones

Las nuevas leyes se presentaron cuando el confinamiento por COVID-19 todavía estaba en vigor, como parte del paquete de estímulo financiero, cuando lo que el sector agrícola y los demás necesitaban eran medidas de alivio para superar el período de restricciones.

 

Las propuestas de ley rechazadas son:

o    Ley de Anulación del APMC (Comité del Mercado de Productos Agrícolas): Permite por primera vez el comercio de productos agrícolas fuera de los mandis (mercados) regulados por el APMC, y posibilita la proliferación de mandis privados en todo el país, que podrían controlar los precios y luego el mercado.

o    Ley de Agricultura por Contrato: Es un marco legislativo que favorece un acuerdo entre el agricultor y el comprador antes de la siembra a un precio predeterminado. La experiencia muestra que esta práctica incrementa el endeudamiento y, por tanto, afianza pautas de desigualdad como la pérdida de tierras y la concentración de la propiedad.

o    Ley de Acaparamiento de Alimentos (libertad para las empresas): Busca eliminar los límites arbitrarios y periódicos de existencias de productos agrícolas que el Gobierno impone a los comerciantes. La nueva ley introduce disparadores de precios que se emplearán solo en circunstancias excepcionales. Hasta ahora, los límites de existencias pueden imponerse solo cuando los precios de los productos perecederos aumenten en más del 100 % y los de los no perecederos en más del 50 %. Estos límites fueron violados 69 veces en los últimos diez años.

 

Los proyectos de ley agraria otorgan a las grandes corporaciones un mayor control del mercado laboral y agrícola que tendrá consecuencias de gran alcance en los precios de los productos básicos, la estructura financiera, los salarios, la salud pública y el medio ambiente. El poder total se concentrará en manos de pocas empresas y dejará a la mayoría de las personas del campo y trabajadoras en general en una situación de desamparo inimaginable.

Un tema que no se trata directamente en las leyes y que para el campesinado es fundamental es el Precio Mínimo de Apoyo (MSP, por sus siglas en inglés), que se anuncia para 23 cultivos; pero que, en realidad, solo se aplica al trigo y al arroz en los estados del Punyab y Haryana. Esta demanda se remonta a las protestas de 2018, cuando se presentó al parlamento una ley a tal efecto, redactada por el Comité de Coordinación de los Kisan Sangharsh ('lucha campesina') de toda la India (All India Kisan Sangharsh Coordination Committee, AIKSCC), sindicato que agrupa a varios cientos de organizaciones de agricultores de todo el país.

Otra ley polémica es la de Enmienda de la electricidad, todavía en discusión. Las familias agricultoras de varios estados se benefician actualmente de tarifas de electricidad subvencionadas que sus gobiernos pagan a los DISCOM, las empresas de distribución de electricidad. Sin embargo, los balances de pago están retrasados. Con la nueva ley, las familias pagarán la totalidad y será el Gobierno estatal quien les transferirá el subsidio. Se teme que este método no funcione y aumente el endeudamiento del campo.

Por último, una de las promesas del actual presidente, Narendra Modi, fue reconocer a más de 400 millones de trabajadores informales y ha incumplido su palabra en los cuatro códigos laborales aprobados recientemente.

El peso de la agricultura en la economía india

India forma parte del BRIC, el bloque de países emergentes que tras la debacle financiera de EE. UU. en 2008 se presentaban como nuevas potencias económicas a escala mundial: Brasil, Rusia, India, China, y a las que se añadió Sudáfrica (BRICS). En 2018 India se convirtió en la quinta economía del planeta por delante del Reino Unido. Sin embargo, ateniéndonos al PIB per cápita, se encuentra en 124.ª posición, lo que dice mucho del reparto de su riqueza.

Como todo país en el mundo, ha continuado siendo blanco del neoliberalismo. Aquella capacidad de llegar a ser una potencia que proyectaron los economistas dio como resultado esta ambición por privatizar, industrializar y venderse aún más al mercado transnacional. Pese a su patrimonio espiritual, India es un territorio de conflicto estructural, con un modelo más desigual y procapitalista, continuación de la colonización y de ese sistema de castas que impera en su sociedad. Algunas publicaciones recientes muestran que el imperio británico extrajo de India riquezas equivalentes a casi 37 millones de billones de euros (3.329 billones de rupias).

El expolio continúa en manos del Bharatiya Janata (BJP), o Partido Popular Indio, nacionalista y de derechas, que actualmente regenta Narendra Modi. Modi representa el hinduismo fundamentalista y el neoliberalismo en términos de privatización, favoritismo de la élite, concentración económica y desigualdad. También defiende un fuerte militarismo y la represión de la oposición y las minorías; en especial, contra la población dalit, la casta más baja, conocida como los intocables. Utiliza la descalificación de antinacional para deslegitimar y justificar la represión contra organizaciones de derechos humanos y ambientales.

Como todo gran nacionalismo, máxime siendo de derechas, evoca a la nación en su totalidad, pero prioriza a su élite y utiliza al pueblo para su beneficio. En la India ha emergido una élite en los últimos años que guarda una conexión estrecha con el actual gobierno de Modi, ya que todos sus miembros son del estado de Gujarat. En su cúspide se sitúan Mukesh Ambani y Gautam Adani, la primera y segunda personas más ricas de la India, respectivamente. Adani, que ha aumentado su patrimonio en un 230 % (más de 26.000 millones de dólares) desde que Modi está en el gobierno, es propietario de empresas de minería, gas, puertos, aeropuertos...  Además de las combatidas térmicas de carbón, una de sus líneas de mayor beneficio es su empresa de renovables, Adani Green Energy, que proyecta centrales solares de 8 GW. Cuando Modi ganó las elecciones voló de Gujarat a Nueva Delhi, en el jet privado de Adani.

Los logros de Modi en materia económica y social en la anterior legislatura explican también la actual situación de revuelta agraria, con un alza del desempleo y una deuda superior en un 50 % a la del anterior gobierno. En su tercer año de mandato (2016), llevó a cabo una desmonetarización que provocó pérdidas de 29.000 millones de euros y golpeó especialmente al sector agrícola. Supuso el impago para 150 millones de jornaleros, ocasionó la muerte a un centenar de personas y provocó numerosas protestas y huelgas.

Una lucha constante contra el extractivismo

En la India, y en especial en Punyab, las protestas agrarias se remontan a hace 120 años, cuando fueron centrales en la oposición al dominio británico; igualmente lo han sido durante estos años de gobierno de Modi. En junio 2017 hubo protestas durante varios días por el incumplimiento de su promesa de la campaña de 2014 de obtener un beneficio del 50 % sobre los costos de producción. Meses más tarde, en diciembre, los precios agrícolas se derrumbaron por segundo año consecutivo y las protestas se exacerbaron tras la muerte de 6 agricultores y un cómputo de más de 20 heridos por balas de la policía. En 2018, se extendieron por todo el país para reclamar precios remuneradores para sus productos y la exención de la deuda. Como ahora, 50.000 personas se unieron a la larga marcha de Kisan a Mumbai (180 km), el 12 de octubre. En diciembre, otra marcha llegó al parlamento en Delhi, consiguió el acuerdo con el gobierno de Maharashtra, pero, al no materializarse, dio lugar a la larga marcha de Kisan del 27 de febrero de 2019.

Sí, la India es escenario de grandes luchas contra el modelo extractivista, contra el modelo exportador vendepatrias, contra grandes proyectos mineros, energéticos o de producción agroforestal y contra el expolio pesquero de las transnacionales; también contra los grandes monocultivos que se imponen en el sur para ser exportados y consumidos en el norte, y que pasan como un rodillo por tierras campesinas y ecosistemas. La India es el sexto importador mundial de alimentos. Las grandes instituciones financieras imponen sus políticas y los gobiernos nacionales e instituciones locales las asumen como forma rápida de ingresar dinero. A la larga, estas apuestas son nefastas porque suponen perder soberanía alimentaria, patrimonio ecológico, calidad de alimentos y una cultura milenaria. Pero, sobre todo, contradicen los planteamientos actuales de cambio relacionados con la emergencia climática: producir y consumir local y de forma ecológica para así evitar emisiones. El extractivismo impone un modelo industrializado en el que la mano de obra sobra y todo se puede hacer con más máquinas, energía y tecnología. El campesinado se convierte en algo desechable.

Igualmente, la crisis del coronavirus ha tenido un impacto enorme. Todavía recordamos las imágenes de la represión al principio del confinamiento en la India, porque, como en tantos otros lugares, un gran porcentaje de la población vive fuera de la economía regulada (unos 450 millones de personas). Se estima que hay 800 millones de personas pobres y es en la India donde se encuentra un tercio de la población infantil desnutrida del mundo. El gobierno de Modi, después del confinamiento, optó por retirar la intervención del Estado y desregularizar el mercado en la agricultura para dejar a la gente en completo abandono.

Los marchistas conversan. Foto: Shivangi Bhasin


Pancarta pidiendo libertad para los presos. Foto: Shivangi Bhasin

Las mujeres en las protestas

Pese a que han participado muchas mujeres (en ocasiones de forma exclusiva), las manifestaciones han sido protagonizadas sobre todo por hombres. El motivo es de sobra conocido: ellas se encargan de cuidar a la familia, un trabajo aún más importante en una situación de movilización. Su papel está siendo reconocido y esto hace que esta movilización sirva también para empoderarlas. El Samyunkta Kisan Morcha, organismo que agrupa a los sindicatos de agricultores, publicó una nota de prensa en enero en la que se decía: «Durante la audiencia de la Corte Suprema se dijo: “¿Por qué las mujeres están en esta huelga? ¿Por qué se mantiene a las mujeres y a los ancianos en esta huelga? Hay que pedirles que se vayan a casa”. El Samyukta Kisan Morcha condena tales declaraciones. La contribución de las mujeres a la agricultura es incomparable y este movimiento es también un movimiento de mujeres».

El Consejo Nacional de Investigación Económica Aplicada destacó la brecha de género en la propiedad de la tierra en 2018: «Las mujeres representan más del 42 % de la mano de obra agrícola del país, lo que significa una creciente feminización de la agricultura y, sin embargo, son propietarias de menos del 2 % de las tierras». Otras fuentes, como el Archivo Popular de la India Rural (PARI), determinan que casi dos tercios de la fuerza de trabajo femenina se dedican a la agricultura. Durante la gran marcha de agricultores desde Nasik hasta Mumbai en 2018, el PARI recogió una historia sobre las agricultoras, titulada «Ellas dirigen la granja, ellas hicieron la marcha».

El pasado 4 de enero se organizó una jornada de capacitación en conducción de tractores para las jóvenes campesinas, ya que planean una nueva demostración de fuerza para el 26 de enero, con motivo de la celebración del Día de la República. El objetivo es manifestar que todas y todos están contra esas leyes, que las mujeres también se ven afectadas y se oponen a ellas.

Un pueblo campesino

La India es el país del mundo con mayor superficie agrícola y ganadera, seguido de China y los EE. UU. Su agricultura se divide en 3 apartados: cultivos alimentarios, comerciales y de plantación. En el primero, se incluyen todos los cultivos de la gastronomía india: trigo, arroz, maíz, mijo, legumbres..., que difieren de una región a otra, porque el país alberga una gran variedad de climas.[1] La mayoría de los cultivos comerciales y de plantación van destinados a la exportación y desempeñan un papel muy importante tanto en la alimentación como en la economía mundial. Entre los comerciales, se incluye la caña de azúcar (empleada en gran parte para bioetanol, como combustible), el tabaco, el algodón y las semillas de aceite, como el cacahuete, la colza o la mostaza. Y en los de plantación, destacan el té, el café, el coco o el caucho.

En el sistema laboral indio se debe tener en cuenta el fenómeno de las cooperativas agrícolas, impulsadas en el marco de la reforma agraria, un punto en el que coincidían Gandhi, Nerhu, los socialistas y los comunistas. Algunas crecieron convirtiéndose en lo que se denominan falsas cooperativas, que funcionan bajo el control de una o pocas personas, o incluso de otras empresas. Otras son subvencionadas por el Estado, y en muchas ocasiones, son contrarias al interés social y ambiental. En algunos casos, prácticamente han adquirido tamaño de monopolios, como la cooperativa Amul, que es propiedad de 3,6 millones de productores de leche. Debido a su peso económico, sus lazos con el mundo político son también muy fuertes. En la mayor zona de producción de azúcar, el estado de Maharashtra, se crearon más de 25.000 cooperativas agrícolas en la década de 1990.

Otra característica relevante de la India es su multiculturalidad (se hablan 22 idiomas). La mayoría de los agricultores que encabezan las protestas son de religión sij, porque la fuerza de la protesta se concentra en el Punyab, su hogar tradicional, aunque ahora también se ha extendido a Haryana, Uttar Pradesh y Rajastán. El Punyab es una zona próspera, puesto que produce la mayoría del trigo del país, por lo que es conocido como «el granero de la India». Debido a esa prosperidad, la comunidad sij es, a su vez, una de las más informadas del país y de las más avanzadas social y políticamente. El sijismo es un importante movimiento de reforma del hinduismo en el que los principios y la moralidad son de extrema importancia. El Estado de Punyab limita con Nueva Delhi, la capital, por lo que es imprescindible para su abastecimiento, pero también está relativamente cerca para sostener protestas a largo plazo. Los huelguistas pueden proveerse de alimentos, combustible y personas o incluso tractores para bloquear las carreteras, y hasta pueden volver a casa para refrescarse.

El pasado 12 de enero, Dilli Chalo cumplió su día 48, por lo que puede considerarse una de las mayores protestas de la reciente historia india. Una participante se refería a ella como «la segunda batalla de la Independencia». La protesta se enfrenta al coronavirus, pero también al frío (16 °C de día, 5 °C de noche), que ya ha causado la muerte de algunos manifestantes. La marcha es remarcable también por su compromiso demostrado y fue aplaudida por la Coalición Popular por la Soberanía Alimentaria (PCFS) en su mensaje solidario emitido el 11 de enero de 2021: «Delhi Chalo es un testimonio del poder de los pueblos rurales para afirmar la soberanía alimentaria y resistir las políticas estatales antipopulares. Es la energía que necesitamos para afrontar los numerosos desafíos de este año, con el agravamiento de la crisis debido a la pandemia en curso, así como la próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre los sistemas alimentarios». Quizá esta «determinación inquebrantable de los manifestantes y la amplia unidad que se ha generado» puedan ser fuente de inspiración para todos los pueblos campesinos que sufren y resisten políticas similares.

Agricultura industrial, agricultura suicida

En la década de 1960, tras la independencia, en la India se implantó la llamada 'revolución verde', que supuso una devoción desmesurada por el productivismo hacia el modelo exportador que conocemos. Estas prácticas no sostenibles acarrearon la pérdida de las variedades autóctonas y los nutrientes del suelo, que se volvió improductivo, así como el aumento de residuos químicos en los alimentos y el medio ambiente, y graves problemas sociales como la concentración de la propiedad de la tierra y de la producción. La mayoría de las familias campesinas debían industrializarse para competir, pero ante la falta de medios económicos solo les quedaba endeudarse y vender sus fincas a agricultores mayores que iban concentrando tierra, producción y poder. La inflación de los alimentos, la crisis económica y los grandes proyectos e infraestructuras provocaron, y provocan constantemente, la expulsión de familias del campo, que van a parar a las ciudades y terminan incorporándose a los sectores de pobreza. El suicidio de campesinos es un fenómeno triste y desgraciadamente muy extendido en la India. En 2019, por lo menos 10.281 personas que trabajaban en el sector agrícola terminaron con sus vidas, unas 28 al día, lo que supone un aumento del 3,4 % con respecto a 2018. De ellas, el 86% corresponde a los agricultores con tierra. Este fenómeno es un indicador de las dificultades por las que pasa este sector en India. Cuando el país se independizó en 1947, el 90 % de su población vivía de la agricultura. Actualmente, según la FAO, el 70 % depende de la agricultura para su subsistencia, la gran mayoría son agricultores pequeños y marginales.

 

[1] De acuerdo con el clima y la época, en India los cultivos se dividen en kharif, rabi y zaid. La cosecha kharif es la de verano o la cosecha del monzón, sembrada con las primeras lluvias en julio: mijo, algodón, soja, caña de azúcar, cúrcuma, arroz, maíz, legumbres, cacahuete, chiles, etc. Los cultivos rabi se siembran en invierno y se cosechan en primavera: trigo, cebada, mostaza, sésamo, guisantes, etc. El cultivo zaid son las verduras como sandías, calabazas, pepino, etc.

 

Martintxo Mantxo

A Planeta

Gracias a Jai Sen, administrador de la lista WSM Discuss (World Social Forum), por sus contribuciones y comentarios a los borradores anteriores de este artículo.




Este artículo cuenta con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo

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Ya no son 100 los pájaros en libre vuelo los que nos iban a dar. Ahora son 300; 100 del PSOE gubernamental; 100 del Podemos gubernamental y 100 de la Izquierda Unida gubernamental, total 300. Y no es lo mismo aparato político-electoral de trae acá ese sillón que me lo acoplo del PSOE que sus votantes, simpatizantes y militantes (si es que los tuviera), al igual que tampoco son los mismo los aparatos políticos-electorales de Podemos e Izquierda Unida de trae acá ese sillón y si no me lo dais dadme al menos esa banquetilla que me la acoplo que sus votantes, simpatizantes y militantes (por si un por si acaso los tuvieran), dándose la circunstancia de que una reforma es un robo lo mismo que tres reformas son tres robos, siendo arma del delito de tal robo o robos el gobierno que es el único que legalmente puede cometer semejantes fechorías contra los trabajadores con los correspondientes cacareos de las gallinas y gallinos que componen el corral del Congreso de los diputados. Y esta es la situación, queridos. Y, ¿es preocupante esta situación? Que va, que va. ¡Ni mucho menos! Esta situación es bastante más que preocupante porque la crónica de estos robos anunciados es el preludio de lo que viene a continuación. El capitalismo, salvo sea su nombre, amén Jesús, desde la crisis de 2008 a esta aparte no puede seguir funcionando más que entrando al atraco directos de los bienes de los trabajadores, y nos pueden quitar 100, 1.000 o todo lo que quieran, pero claro, llegará un momento que ya no nos podrán quitar más porque ya no tendremos nada más que nos puedan quitar… ¿Y?, pues eso, y. Nota muy oportuna: llamase cebolla, perola o porta boinas a cierta cosa que se lleva encima de los hombros y que según dicen, vale para pensar. Pero tampoco me hagan mucho caso en esto del pensar porque ya saben que la gente habla mucho.

 

Pensiones Y Reforma Laboral: Los Ajustes Que Exigen Los Fondos Europeos

El gobierno “más progresista” de la historia ha desplegado un plan de ayudas a todas luces insuficiente cuando no ha tenido la lupa de Bruselas. Ahora, que llega el control exigido por los “halcones” europeos en las negociaciones del fondo de rescate, lo que está en la agenda son las reformas: pensiones y laboral las de mayor calado.

Por Ivan Vela 

Kaosenlared

18 Ene, 2021


Las ayudas desplegadas por la Unión Europea (UE) vienen con factura. Fue una de las condiciones que los “halcones” europeos, con Holanda a la cabeza, impusieron en la negociación. Y las condiciones son claras.

Si bien durante el 2020 la lucha contra la Covid19 era la prioridad, desde Bruselas dejaron claro que las indicaciones formuladas durante 2019 eran también de obligado cumplimiento, y eufemismos a un lado, esto quiere decir reformas. En el caso del Estado español estamos hablando, principalmente, de la reforma de pensiones y de la reforma laboral.

El discurso del gobierno de Sánchez e Iglesias llenó titulares en los medios con la “transición a una economía ecológica”, el 5G, una transición industrial, y así hasta 170 reformas. Pero lo cierto es que lo único que importa y servirá como pago de factura serán las reformas citadas.

Durante 2020, con un control más laxo por parte de Bruselas, el Gobierno “más progresista” de la historia desplegó unas medidas de ayudas que a todas luces fueron insuficientes: ERTEs que menguaron la capacidad económica de lxs trabajadorxs y que no han impedido que el paro alcanzara casi el 17% y sobrepasara el 40% en los menores de 25 años. Además estableció periodos “gracia” para evitar desahucios o cortes de luz y gas, que una vez levantados facilitó que los grandes tenedores de vivienda y las grandes empresas pudieran recuperar el tiempo perdido. Solo hace falta mirar lo sucedido con la electricidad días atrás bajo el temporal Filomena.

Otras ayudas, como el Ingreso Mínimo Vital (IMV), han llegado a cuentagotas y han sido, eso sí, mínimas. Unos importes que no alcazan ni tan siquiera la media de un alquiler en el Estado español. Y todo este panorama mientras las grandes empresas del Ibex 35 han sorteado la pandemia gracias a las ayudas gubernamentales y proyectando falsos proyectos innovadores para sacar, aún más, tajada de los fondos europeos.

Es con este panorama, y ahí están los datos, con los que el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos llega a las puertas de los exámenes de Bruselas. Y decimos “exámenes” porque desde este 2021 las políticas del Gobierno tendrán que pasar dos validaciones anuales de Europa para seguir recibiendo las ayudas, que recordemos, en el caso del Estado español ascienden a 70.000 millones de euros.

Recordemos que la penalización por no aprobar estas validaciones de Bruselas, no solo pasan por el corte de las ayudas, sino que en los casos más agudos la sanción puede conllevar incluso el retorno del paquete de ayudas destinado hasta ese momento.

Las exigencias que más interesan son la reforma de las pensiones y la reforma laboral. Por lo que hace a la primera significa ni más ni menos que el Gobierno “progre” de coalición tendrá que realizar recortes en las pensiones que reduzcan el déficit de 22.000 millones de euros actualmente existente.

En la comisión del Pacto de Toledo el Gobierno ha mantenido silencio sobre las reformas necesarias. Escrivá, ministro de Seguridad Social, guardó silencio frente a sindicatos y agentes sociales, para después, cuando se tuvo que elaborar un papel de reforma para Bruselas ahí sí incluyó los 35 años. Además, prepara un nuevo factor de sostenibilidad y un sistema de revalorización con el IPC que se compense a varios años.

A esto se le suma el anuncio de ampliación de la edad real de jubilación, insinuando también de fondo medidas incluso para ampliarla por encima de los 67 años actuales. Todo pese a que la media de la UE en gasto de pensiones es un 12,4% y el Estado español actualmente tiene un gasto del 10,9% sobre su PIB.

En lo referente a la reforma laboral, esa que durante campaña electoral era diana de ataques y que ahora es inmutable (a menos que sea a peor para lxs trabajadorxs), se habla de un fortalecimiento de la contratación indefinida, otra de las exigencias señaladas desde Bruselas, de la que se dice que existen “avances muy limitados”.

Esto supone, entre otras cosas, con casi toda seguridad desempolvar los proyectos de la denominada “Agenda Social” de los social liberales del PSOE que figuraba en su programa político, tales como la “mochila austriaca”, que implica un fondo que el propio trabajador se iría generando para pagarse su propio despido. Y, sin duda, la reducción de las modalidades contractuales existentes de cara a flexibilizar, facilitar y abaratar aún más los despidos al dejar los contratos indefinidos en letra muerta.

Se convertirán la mayoría en indefinidos, eso es cierto, pero de facto serán siempre temporales al reducir las indemnizaciones por despido y/o ser sufragadas por el propio trabajador. Esto convertirá la precarización laboral y la explotación máxima de las y los trabajadores por los empresarios, aún más que en la actualidad, en el principio básico de las relaciones laborales.

Esta es la factura, en forma de reformas, que el Gobierno “más progresista” de la historia tirará adelante para cuadrar las cuentas en Bruselas, algo que siempre ha sido prioritario para los ejecutivos socialistas y que por supuesto, en este caso también lo es para Unidas Podemos.

Por ello, más allá de los rifirrafes televisados entre socios de gobierno, al final el rumbo social liberal está marcado a fuego, como no podían ser de otra manera y Unidas Podemos forma parte de él. Y no como actor secundario, sino como principal sentándose en el Consejo de Ministros.

Frente a los ataques que están por venir y la nula alternativa que representa Podemos o Izquierda Unida, se hace imprescindible levantar un programa de emergencia y rescate social en favor de la clase trabajadora y las clases populares. Basado en un calendario de movilizaciones en la calle, unificando los conflictos e impulsado sobre la base de la organización de asambleas en los barrios, centros de trabajo y centros de enseñanza que impulse la lucha hacia una huelga general, puede parar los ataques y plantear la vía hacia un gobierno de las trabajadoras y trabajadores para que la crisis la paguen los capitalistas.

Fuente: Izquierda Diario

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Lenin en el cuarto aniversario de la Revolución de Octubre

Tal día como hoy en 1924 fallecía V. I. Lenin. Lo recordamos con este texto escrito el 14 de octubre de 1921, en los inicios de la implementación del viraje de la Nueva Política Económica aprobada en el X Congreso del Partido Comunista.

Ante el 4º aniversario de la Revolución de Octubre

 Vladimir Lenin

El Viejo Topo

21 enero, 2021 

 

Ilustración de Fernando Vicente para ’Diez días que sacudieron el mundo’, la crónica de John Reed sobre la revolución rusa.

 

Se avecina el cuarto aniversario del 25 de octubre (7 de noviembre).

Cuanto más tiempo nos separa de esta gran jornada, tanto más claro aparece el significado de la revolución proletaria en Rusia y tanto más hondo reflexionamos sobre la experiencia práctica, en conjunto, de nuestro trabajo.

Este significado y esta experiencia podrían exponerse brevemente -en forma, claro es, muy distante de ser completa y exacta- como sigue.

La tarea directa e inmediata de la revolución en Rusia era democrática burguesa: acabar con los restos de todo lo medieval, barrerlos hasta el fin, limpiar a Rusia de esa barbarie, de esa vergüenza, de ese inmenso freno para toda la cultura y todo el progreso en nuestro país.

Y nos enorgullecemos con razón de haber llevado a cabo esa limpieza con mucha más energía, rapidez, audacia, éxito, amplitud y profundidad, desde el punto de vista de la influencia sobre las masas del pueblo, sobre el grueso de la nación, que la Gran Revolución Francesa hace más de ciento veinticinco años.

Tanto los anarquistas como los demócratas pequeñoburgueses (es decir, los mencheviques y los eseristas como representantes rusos de ese tipo social internacional) han dicho y dicen una increíble cantidad de cosas confusas sobre la relación existente entre la revolución democrática burguesa y la revolución socialista (es decir, proletaria). Los cuatro años últimos han confirmado plenamente que comprendemos con acierto el marxismo en este punto, que tenemos en cuenta con tino la experiencia de las revoluciones anteriores. Hemos llevado como nadie la revolución democrática burguesa a su término. Seguimos adelante, hacia la revolución socialista, con plena conciencia, con firmeza y sin cejar, sabiendo que no está separada de la revolución democrática burguesa por ninguna muralla china, sabiendo que sólo la lucha decidirá en qué grado conseguiremos (a fin de cuentas) avanzar, qué parte de nuestra tarea de inabarcable magnitud cumpliremos, qué parte de nuestras victorias consolidaremos. Vivir para ver. Mas ya se va viendo que hemos dado pasos gigantescos -gigantescos para un país arruinado, atormentado y atrasado- en la transformación socialista de la sociedad.

Mas acabemos de explicar el contenido democrático burgués de nuestra revolución. Los marxistas deben comprender lo que significa. Para que quede claro aduciremos varios ejemplos elocuentes.

El contenido democrático burgués de la revolución quiere decir depurar de todo lo medieval, de los elementos de servidumbre, de feudalismo, las relaciones sociales (el orden de cosas, las instituciones) de un país.

¿Cuáles eran las principales manifestaciones, supervivencias y vestigios del régimen de la servidumbre en Rusia en 1917? La monarquía, la división en estamentos, las formas de propiedad y usufructo de la tierra, la situación de la mujer, la religión, la opresión de las naciones. Tomemos cualquiera de estos “establos de Augías” -que, dicho sea de paso, todos los Estados avanzados han dejado en gran parte sin limpiar del todo al realizar sus revoluciones democráticas burguesas hace ciento veinticinco, doscientos cincuenta y más años (en 1649 en Inglaterra)-, tomemos cualquiera de estos establos de Augías y veremos que los hemos limpiado por completo. En las escasas diez semanas transcurridas desde el 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917 hasta la disolución de la Constituyente (5 de enero de 1918), hicimos en este terreno mil veces más que los demócratas burgueses y liberales (democonstituciona-listas) y los demócratas pequeño-burgueses (mencheviques y eseristas) en los ocho meses que estuvieron en el poder.

¡Estos cobardes, charlatanes, fatuos Narcisos y Hamlets de sainete blandían una espada de cartón y ni siquiera destruyeron la monarquía! Nosotros hemos echado fuera como nadie y como nunca toda la basura monárquica. No hemos dejado piedra sobre piedra ni ladrillo sobre ladrillo en el edificio secular de la división estamental (¡los países más adelantados, como Inglaterra, Francia y Alemania, no se han desembarazado todavía de los vestigios de esa división!) Hemos arrancado definitivamente las raíces más hondas de los estamentos, a saber: los restos del feudalismo y de la servidumbre en la propiedad de la tierra. “Puede discutirse” (en el extranjero hay bastantes literatos, democonstituciona-listas, mencheviques y eseristas para dedicarse a esas discusiones) lo que resultará “al fin y al cabo” de las transformaciones agrarias de la Gran Revolución de Octubre. No somos partidarios de perder ahora el tiempo en esas discusiones, porque las dirimimos todas, y cuántas de ellas se derivan, luchando. Pero lo que no se puede poner en entredicho es que los demócratas pequeñoburgueses estuvieron ocho meses “entendiéndose” con los terratenientes -los cuales guardaban las tradiciones de la servidumbre-, mientras que nosotros, en unas cuantas semanas, hemos barrido por completo de la faz de la tierra rusa a esos terratenientes y todas sus tradiciones.

Tomemos la religión, o la falta de derechos de la mujer, o la opresión y la desigualdad de derechos de las naciones no rusas. Todos ésos son problemas de la revolución democrática burguesa. Los entes vulgares de la democracia pequeñoburguesa se pasaron ocho meses hablando de ello; ninguno de los países más avanzados del mundo ha resuelto hasta el fin estos problemas en sentido democrático burgués. En nuestro país, la legislación de la Revolución de Octubre los ha resuelto hasta el fin. Hemos luchado y luchamos de verdad contra la religión. Hemos dado a todas las naciones no rusas sus propias repúblicas o regiones autónomas. En Rusia no existe nada tan vil, infame y canallesco como la falta de derechos o la desigualdad jurídica de la mujer, supervivencia indignante de la servidumbre y de la Edad Media, que la burguesía egoísta y la pequeña burguesía obtusa y asustada retocan en todos los países del globo, sin excepción alguna.

Todo eso es el contenido de la revolución democrática burguesa. Hace ciento cincuenta y doscientos cincuenta años, los dirigentes más avanzados de esta revolución (de estas revoluciones, si hablamos de cada variedad nacional de un solo tipo común) prometieron a los pueblos liberar a la humanidad de los privilegios medievales, de la desigualdad de la mujer, de las ventajas concedidas por el Estado a una u otra religión (o a la “idea de religión”, a la “religiosidad” en general), de la desigualdad de las naciones. Lo prometieron y no lo cumplieron. Y no podían cumplirlo, porque lo impedía el “respet”… a la “sacrosanta propiedad privada”. En nuestra revolución proletaria no ha habido este maldito “respeto” a esa, tres veces maldita, Edad Media y a esa “sacrosanta propiedad privada”.

Mas, a fin de consolidar para los pueblos de Rusia las conquistas de la revolución democrática burguesa, nosotros debíamos ir más lejos y así lo hicimos. Resolvimos los problemas de la revolución democrática burguesa sobre la marcha, de paso, como “producto accesorio” de nuestra labor principal y verdadera, de nuestra labor revolucionaria proletaria, socialista. Hemos dicho siempre que las reformas son un producto accesorio de la lucha revolucionaria de las clases. Las transformaciones democráticas burguesas -lo hemos dicho y lo hemos demostrado con hechos- son un producto accesorio de la revolución proletaria, es decir, socialista. Digamos de paso que todos los Kautsky, los Hilferding, los Mártov, los Chernov, los Hillquit, los Longuet, los MacDonald, los Turati y demás héroes del marxismo “II y medio” no han sabido comprender esta correlación entre la revolución democrática burguesa y la revolución proletaria socialista. La primera se transforma en la segunda. La segunda resuelve de paso los problemas de la primera. La segunda consolida la obra de la primera. La lucha, y solamente la lucha, determina hasta qué punto la segunda logra rebasar a la primera.

El régimen soviético es precisamente una de las confirmaciones o manifestaciones evidentes de esta transformación de una revolución en otra. El régimen soviético es el máximo de democracia para los obreros y los campesinos y, a la vez, significa la ruptura con la democracia burguesa y el surgimiento de un nuevo tipo de democracia, de alcance histórico universal: la democracia proletaria o dictadura del proletariado.

No importa que los perros y los cerdos de la moribunda burguesía y la democracia pequeñoburguesa que los sigue nos cubran de improperios, maldiciones y burlas a montones por los desaciertos y los errores que hemos cometido al construir nuestro régimen soviético. No olvidamos un momento que, en efecto, hemos tenido y tenemos aún muchos desaciertos y errores. ¡Y cómo no íbamos a tenerlos en una obra tan nueva, nueva en toda la historia mundial, como es la de crear un tipo de régimen estatal sin precedente! Lucharemos sin cesar para corregir nuestros desaciertos y nuestros errores, para mejorar la forma en que aplicamos los principios soviéticos, que dista aún mucho, muchísimo, de ser perfecta. Pero podemos estar y estamos orgullosos de que nos haya caído en suerte la felicidad de iniciar la construcción del Estado soviético, de iniciar así una nueva época de la historia universal, la época de la dominación de una clase nueva, oprimida en todos los países capitalistas, de la clase que avanza por doquier hacia una vida nueva, hacia la victoria sobre la burguesía, hacia la dictadura del proletariado, hacia la liberación de la humanidad del yugo del capital y de las guerras imperialistas.

La cuestión de las guerras imperialistas, de la política internacional del capital financiero, política que domina hoy en todo el mundo y que engendra inevitablemente nuevas guerras imperialistas, que acentúa ineludiblemente y de modo inaudito la opresión nacional, el pillaje, la expoliación, el estrangula-miento de pequeñas naciones, débiles y atrasadas, por un puñado de potencias “avanzadas”, es una cuestión que se ha convertido desde 1914 en piedra angular de la política de todos los países. Es una cuestión de vida o muerte para decenas de millones de seres. Se trata de saber si en la próxima guerra imperialista, que la burguesía está preparando a nuestra vista, que va surgiendo del capitalismo ante nosotros, morirán veinte millones de seres humanos (en lugar de los diez millones que perecieron en la guerra de 1914-1918 y en las “pequeñas” guerras, aún no terminadas, que vinieron a completarla); se trata de saber si en esa futura guerra inevitable (caso de que subsista el capitalismo) quedarán mutilados 60 millones (en lugar de los 30 millones de mutilados de 1914-1918). Nuestra Revolución de Octubre ha iniciado también en este punto una nueva época en la historia universal. Los lacayos de la burguesía y su coro de eseristas y mencheviques, toda la democracia pequeñoburguesa del mundo entero, que se dice “socialista”, se burlaban de la consigna de “transformación de la guerra imperialista en guerra civil”. Pero esta consigna ha resultado ser la única verdad: desagradable, brutal, desnuda e implacable, desde luego, mas verdad entre el sinfín de los más sutiles engaños patrioteros y pacifistas. Estos engaños se vienen abajo. Se ha puesto al desnudo el fondo de la paz de Brest. Cada nuevo día muestra con mayor claridad y de modo más despiadado la significación y las consecuencias de una paz todavía peor que la de Brest: la de Versalles. Y ante los millones y millones de seres que piensan en las causas de la guerra de ayer y de la que se avecina para mañana se alza con mayor claridad y precisión, de manera más ineludible cada vez, la terrible verdad de que es imposible salir de la guerra imperialista, del mundo y de la paz imperialistas que la engendran inevitablemente, de que es imposible salir de ese infierno de otra manera que no sea la lucha bolchevique, la revolución bolchevique.

No importa que la burguesía y los pacifistas, los generales y los pequeños burgueses, los capitalistas y los filisteos, todos los cristianos creyentes y todos los caballeros de la II Internacional y de la Internacional II y media lancen rabiosas imprecaciones contra esta revolución. Con torrentes de rabia, de calumnias y de mentiras no podrán enturbiar el hecho histórico universal de que, por primera vez después de siglos y milenios, los esclavos han respondido a la guerra entre esclavistas proclamando abiertamente esta consigna: transfor-memos esa guerra entre esclavistas por el reparto del botín en una guerra de los esclavos de todas las naciones contra los esclavistas de todas las naciones.

Por primera vez después de siglos y milenios, esta consigna ha dejado de ser una espera vaga e impotente para convertirse en un programa político claro y preciso, en una lucha enérgica de millones de oprimidos dirigida por el proletariado; se ha convertido en la primera victoria del proletariado, en el primer triunfo en la obra de acabar con las guerras, en un triunfo de la alianza de los obreros de todos los países sobre la alianza de la burguesía de las distintas naciones, de la burguesía que hace unas veces la paz y otras la guerra a costa de los esclavos del capital, a costa de los obreros asalariados, a costa de los campesinos, a costa de los trabajadores.

Esta primera victoria no es aún la victoria definitiva, y nuestra Revolución de Octubre la ha conseguido con dolores y dificultades sin precedentes, con inauditos sufrimientos, con una serie de graves desaciertos y errores nuestros. ¡Hubiera sido demasiado desear que un pueblo atrasado triunfase sin desaciertos y sin errores sobre las guerras imperialistas de los países más poderosos y avanzados del globo! No tememos reconocer nuestros errores y los examinaremos serenamente para aprender a corregirlos. Pero los hechos son elocuentes: por primera vez en siglos y milenios, la promesa de “responder” a la guerra entre esclavistas con la revolución de los esclavos contra todo género de esclavistas se ha cumplido hasta el fin… y se cumple contra viento y marea.

Nosotros hemos empezado la obra. Poco importa saber cuándo, en qué plazo y en qué nación culminarán los proletarios esta obra. Lo esencial es que se ha roto el hielo, que se ha abierto el camino, que se ha indicado la dirección.

¡Continuad vuestra hipocresía, señores capitalistas de todos los países que “defendéis la patria” japonesa contra la norteamericana, la norteamericana contra la japonesa, la francesa contra la inglesa y así sucesivamente! ¡Continuad “desentendiéndoos” de los medios de lucha contra las guerras imperialistas con nuevos “manifiestos de Basilea” (como el Manifiesto de Basilea de 1912), señores paladines de la II Internacional y de la Internacional II y media y filisteos y pequeños burgueses pacifistas del mundo entero! La primera revolución bolchevique ha arrancado de la guerra imperialista, del mundo y de la paz imperialistas, al primer centenar de millones de hombres de la Tierra. Las siguientes arrancarán de esas guerras, de ese mundo y de esa paz a toda la humanidad.

Lo último -lo más importante, lo más difícil y lo que menos tenemos hecho- es organizar la economía, colocar los cimientos económicos del edificio nuevo, socialista, que ha de ocupar el lugar del destruido edificio feudal y del semidestruido edificio capitalista. En esta labor, la más importante y difícil, es donde hemos tenido más desaciertos y errores. ¡Qué más hubiéramos querido que comenzar sin desaciertos ni errores una obra tan nueva para todo el mundo! Pero la hemos empezado. Y la continuamos. Y precisamente ahora, con nuestra “nueva política económica”, subsanamos buen número de nuestros errores y aprendemos a proseguir sin ellos la construcción del edificio socialista en un país de pequeños campesinos.

Las dificultades son inabarcables.Estamos acostumbrados a luchar contra dificultades inabarcables. Por algo han dicho nuestros enemigos que somos “como la roca” y que representamos una “política quebrantahuesos”. Pero hemos aprendido también, al menos hasta cierto punto, otro arte imprescindible en la revolución: la flexibilidad, el saber cambiar de táctica con rapidez y decisión, partiendo de los cambios operados en las condiciones objetivas y eligiendo otro camino para nuestros fines si el que seguíamos antes no resulta conveniente o practicable en un período determinado.

Llevados de una ola de entusiasmo, después de despertar en el pueblo un entusiasmo al principio político general y luego militar, contábamos con cumplir directamente, sirviéndonos de ese entusiasmo, tareas económicas de la misma magnitud que las tareas políticas generales y las tareas militares. Contábamos -o quizá sea mejor decir, suponíamos, sin haber contado lo suficiente- que con órdenes directas del Estado proletario podríamos organizar al modo comunista, en un país de pequeños campesinos, la producción y la distribución estatales. La vida nos ha hecho ver nuestro error. Han sido necesarias diversas etapas transitorias -el capitalismo de Estado y el socialismo- para preparar el paso al comunismo con el trabajo de una larga serie de años. Esforzaos por construir al comienzo sólidos puentes que, en un país de pequeños campesinos, lleven al socialismo a través del capitalismo de Estado, no basándoos directamente en el entusiasmo, sino en el interés personal, en la ventaja personal, en la autogestión financiera, valiéndoos del entusiasmo despertado por la gran revolución. De otro modo no os acercaréis al comunismo, no llevaréis a él a decenas y decenas de millones de personas. Eso es lo que nos ha enseñado la vida, lo que nos ha enseñado el desarrollo objetivo de la revolución.

Y nosotros, que en tres o cuatro años hemos aprendido algo en el terreno de los virajes bruscos (cuando hace falta un viraje brusco), nos hemos puesto a estudiar un nuevo viraje, la “nueva política económica”, con empeño, atención e insistencia (aunque no todavía con suficiente empeño, suficiente atención ni suficiente insistencia). El Estado proletario tiene que ser un “patrono” prudente, celoso y hábil, un buen comerciante al por mayor; de lo contrario, no podrá elevar en el aspecto económico a un país de pequeños campesinos. Ahora, en las condiciones actuales, con la vecindad de un Occidente capitalista (todavía capitalista), no hay otro modo de pasar al comunismo. El comerciante al por mayor parece un tipo económico tan apartado del comunismo como el cielo de la tierra. Pero esta contradicción es, precisamente, una de las que en la vida real conducen de la pequeña hacienda campesina al socialismo, a través del capitalismo de Estado. El interés personal eleva la producción, y nosotros necesitamos, ante todo y a toda costa, que aumente la producción. El comercio al por mayor agrupa desde el punto de vista económico a millones de pequeños campesinos, interesándolos, ligándolos, conduciéndolos a la etapa siguiente: a diversas formas de relación y unión en la producción misma. Hemos iniciado la necesaria transformación de nuestra política económica. En este terreno contamos ya con algunos éxitos, es cierto que poco considerables, parciales, pero indudables. Estamos terminando, en este terreno de la nueva “ciencia”, el curso preparatorio. Si estudiamos con firmeza y ahínco, si contrastamos con la experiencia práctica cada uno de nuestros pasos, si no tememos rehacer varias veces lo empezado ni corregir nuestros errores, reflexionando detenidamente sobre lo que éstos significan, pasaremos también a los cursos siguientes. Terminaremos la “carrera”, aunque las circunstancias de la economía y de la política mundiales la hayan hecho mucho más larga y difícil de lo que hubiéramos deseado. Cueste lo que cueste, por duros que sean los tormentos de la época de transición, las calamidades, el hambre, la ruina, no nos desalentaremos y llevaremos nuestra obra hasta el fin victorioso.

14 de octubre de 1921.

Fuente: Marxists.org.

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