viernes, 17 de marzo de 2023

Así escribo mis cuentos

 

Esta charla –transcrita por Américo Cristófalo– Fue publicada con autorización del gran maestro de las letras en la revista literaria Quimera nº 103-104 en Octubre de 1991. La charla se llevó a cabo en Buenos Aires, en el marco de un “Taller literario”.


Así escribo mis cuentos


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El Viejo Topo

17 marzo, 2023

 

por Jorge Luis Borges


Acaban de informarme que voy a hablar sobre mis cuentos. Ustedes quizás los conozcan mejor que yo, ya que yo los he escrito una vez y he tratado de olvidarlos, para no desanimarme he pasado a otros; en cambio tal vez alguno de ustedes haya leído algún cuento mío, digamos, un par de veces, cosa que no me ha ocurrido a mí. Pero creo que podemos hablar sobre mis cuentos, si les parece que merecen atención. Voy a tratar de recordar alguno y luego me gustaría conversar con ustedes que, posiblemente, o sin posiblemente, sin adverbio, pueden enseñarme muchas cosas, ya que yo no creo, contrariamente a la teoría de Edgar Allan Poe, que el arte, la operación de escribir, sea una operación intelecmal. Yo creo que es mejor que el escritor intervenga lo menos posible en su obra. Esto puede parecer asombroso; sin embargo no lo es, en todo caso se trata curiosamente de la doctrina clásica. Lo vemos en la primera línea –yo no sé griego– de La Ilíada de Homero, que leemos en la versión tan censurada de Hermosilla: «Canta, Musa, la cólera de Aquiles». Es decir, Homero, o los griegos que llamamos Homero sabía, sabían, que el poeta no es el cantor, que el poeta (el prosista, da lo mismo) es simplemente el amanuense de algo que ignora y que en su mitotogía se llamaba la Musa. En cambio los hebreos prefirieron hablar del espíritu, y nuestra psicología contemporánea, que no adolece de excesiva belleza, de la subconciencia, el inconsciente colectivo, o algo así. Pero, en fin, lo importante es el hecho de que el escritor es un amanuense, él recibe algo y trata de comunicarlo, lo que recibe no son exactamente ciertas palabras en un cierto orden, como querían los hebreos, que pensaban que cada sílaba del texto había sido prefijada. No, nosotros creemos en algo mucho más vago que eso, pero en cualquier caso en recibir algo.

El Zahir

Voy a tratar entonces de recordar un cuento mío. Estaba dudando mientras me traían y me acordé de un cuento que no sé si ustedes han leído; se llama El Zahir. Voy a recordar como llegué yo a la concepción de ese cuento. Uso la palabra «cuento» entre comillas ya que no sé si lo es o qué es, pero, en fin, el tema de los géneros es lo de menos. Croce creía que no hay géneros; yo creo que sí, que los hay en el sentido de que hay una expectativa en el lector. Si una persona lee un cuento, lo lee de un modo distinto de su modo de leer cuando busca un artículo en una enciclopedia o cuando lee una novela. Los textos pueden no ser distintos pero cambian según el lector, según la expectativa. Quien lee un cuento sabe o espera leer algo que lo distraiga de su vida cotidiana, que lo haga entrar en un mundo no diré fantástico –muy ambiciosa es la palabra– pero sí ligeramente distinto del mundo de las experiencias comunes.

Ahora llego a El Zahir y, ya que estamos entre amigos, voy a contarles cómo se me ocurrió ese cuento. No recuerdo la fecha en la que escribí ese cuento, sé que yo era director de la Biblioteca Nacional, que está situada en el Sur de Buenos Aires, cerca de la iglesia de La Concepción; conozco bien ese barrio. Mi punto de partida fue una palabra, una palabra que usamos casi todos los días sin damos cuenta de lo misterioso que hay en ella (salvo que todas las palabras son misteriosas): pensé en la palabra inolvidable, unforgettable en inglés. Me detuve, no sé por qué, ya que había oído esa palabra miles de veces, casi no pasa un día en que no la oiga; pensé qué raro sería si hubiera algo que realmente no pudiéramos olvidar. Qué raro sería si hubiera, en lo que llamamos realidad, una cosa, un objeto –¿por qué no?– que fuera realmente inolvidable.

Ese fue mi punto de partida, bastante abstracto y pobre; pensar en el posible sentido de esa palabra oída, leída, literalmente inolvidable, unforgettable, unvergasselich, inouviable. Es una consideración bastante pobre, como ustedes han visto. En seguida pensé que si hay algo inolvidable, ese algo debe ser común, ya que si tuviéramos una quimera por ejemplo, un monstruo con tres cabezas (una cabeza creo que de cabra, otra de serpiente, otra creo que de perro, no estoy seguro), lo recordaríamos ciertamente. De modo que no habría ninguna gracia en un cuento con un minotauro, con una quimera, con un unicornio inolvidables; no, tenía que ser algo muy común. Al pensar en ese algo común pensé, creo que inmediatamente, en una moneda, ya que se acuñan miles y miles y miles de monedas todas exactamente iguales. Todas con la efigie de la libertad, o con un escudo o con ciertas palabras convencionales. Qué raro sería si hubiera una moneda, una moneda perdida entre esos millones de monedas, que fuera inolvidable. Y pensé en una moneda que ahora ha desaparecido, una moneda de veinte centavos, una moneda igual a las otras, igual a la moneda de cinco o a la de diez, un poco más grande; qué raro si entre los millones, literalmente, de monedas acuñadas por el Estado, por uno de los centenares de Estados, hubiera una que fuera inolvidable. De ahí surgió la idea: una inolvidable moneda de veinte centavos. No sé si existen aún, si los numismáticos las coleccionan, si tienen algún valor, pero en fin, no pensé en eso en aquel tiempo. Pensé en una moneda que para los fines de mi cuento tenía que ser inolvidable; es decir, una persona que la viera no podría pensar en otra cosa.

Luego me encontré ante la segunda o tercera dificultad… he perdido la cuenta. ¿Por qué esa moneda iba a ser inolvidable? El lector no acepta la idea, yo tenía que preparar la inolvidabilidad de mi moneda y para eso convenía suponer un estado emocional en quien la ve, había que insinuar la locura, ya que el tema de mi cuento es un tema que se parece a la locura o a la obsesión. Entonces pensé, como pensó Edgar Allan Poe cuando escribió su justamente famoso poema El Cuervo, en la muerte hermosa. Poe se preguntó a quién podía impresionar la muerte de esa mujer, y dedujo que tenía que impresionarle a alguien que estuviese enamorado de ella. De ahí llegué a la idea de una mujer, de quien yo estoy enamorado, que muere, y yo estoy desesperado.

Una mujer poco memorable

En ese punto hubiera sido fácil, quizás demasiado fácil. que esa mujer fuera como la perdida Leonor de Poe. Pero no, decidí mostrar a esa mujer de un modo satírico, mostrar el amor de quien no olvidará la moneda de veinte centavos como un poco ridículo; todos los amores lo son para quien los ve desde afuera.

Entonces, en lugar de hablar de la belleza del love splendor, la convertí en una mujer bastante trivial, un poco ridícula, venida a menos, tampoco demasiado linda. Imaginé esa situación que se da muchas veces: un hombre enamorado de una mujer, que sabe por un lado que no puede vivir sin ella y al mismo tiempo sabe que esa mujer no es especialmente memorable, digamos, para su madre, para sus primas, para la mucama, para la costurera, para las amigas; sin embargo, para él, esa persona es única.

Eso me lleva a otra idea, la idea de que quizás toda persona sea única, y que nosotros no veamos lo único de esa persona habla en favor de ella. Yo he pensado alguna vez que esto se da en todo, si no fijémonos que en la Naturaleza, o en Dios (Deus sirve Natura, decía Spinoza) lo importante es la cantidad y no la calidad. Por qué no suponer entonces que hay algo, no sólo en cada ser humano sino en cada hoja, en cada hormiga, único, que por eso Dios o la Naturaleza crea millones de hormigas; aunque decir millones de hormigas es falso, no hay millones de hormigas, hay millones de seres muy diferentes, pero la diferencia es tan sutil que nosotros los vemos como iguales.

Entonces, ¿qué es estar enamorado? Estar enamorado es percibir lo que de único hay en cada persona, eso único que no puede comunicarse salvo por medio de hipérboles o de metáforas. Entonces por qué no suponer que esa mujer, un poco ridícula para todos, poco ridícula para quien está enamorado de ella, esa mujer muere. Y luego tenemos el velorio. Yo elegí el lugar del velorio, elegí la esquina, pensé en la Iglesia de la Concepción, una iglesia no demasiado famosa ni demasiado patética, y luego al hombre que después del velorio va a tomar un guindado a un almacén. Paga, en el cambio le dan una moneda y él distingue en seguida que hay algo en ella –hice que fuera rayada para distinguirla de las otras. Él ve la moneda, está muy emocionado por la muerte de la mujer, pero al verla ya empieza a olvidarse de ella, empieza a pensar en la moneda. Ya tenemos el objeto mágico para el cuento. Luego vienen los subterfugios del narrador para librarse de esa que él sabe que es una obsesión. Hay diversos subterfugios: uno de ellos es perder la moneda. La lleva, entonces, a otro almacén que queda un poco lejos, la entrega en el cambio, trata de no fijarse en qué esquina está ese almacén, pero eso no sirve para nada porque él sigue pensando en la moneda.

Luego llega a extremos un poco absurdos. Por ejemplo, compra una Libra Esterlina con San Jorge y el dragón, la examina con una lupa, trata de pensar en ella y olvidarse de la moneda de veinte centavos ya perdida para siempre, pero no logra hacerlo. Hacia el final del cuento el hombre va enloqueciendo pero piensa que esa misma obsesión puede salvarlo. Es decir, habrá un momento en el cual ya el universo habrá desaparecido, el universo será esa moneda de veinte centavos. Entonces él –aquí produje un pequeño efecto literario– él, Borges, estará loco, no sabrá que es Borges. Ya no será otra cosa que el espectador de esa perdida moneda inolvidable. Y concluí con esta frase debidamente literaria, es decir, falsa: «Quizás detrás de la moneda esté Dios». Es decir, si uno ve una sola cosa, esa cosa única es absoluta. Hay otros episodios que he olvidado, quizás alguno de ustedes los recuerde. Al final, él no puede dormir, sueña con la moneda, no puede leer, la moneda se interpone entre el texto y él casi no puede hablar sino de un modo mecánico, porque realmente está pensando en la moneda, así concluye el cuento.

El libro de arena

Bien, ese cuento pertenece a una serie de cuentos en la que hay objetos mágicos que parecen preciosos al principio y luego son maldiciones, sucede que están cargados de horror. Recuerdo otro cuento que esencialmente es el mismo y que está en mi mejor libro, si es que yo puedo hablar de mejores libros. El libro de Arena. Ya el título es mejor que El Zahir, creo que zahir quiere decir algo así como maravilloso, excepcional. En este caso, pensé antes que nada en el tímlo: El libro de Arena, un libro imposible, ya que no puede haber libros de arena, se disgregarían. Lo llamé libro de arena porque consta de un número infinito de páginas. El libro tiene el número de la arena, o más que el presumible número de la arena. Un hombre adquiere ese libro y, como tiene un número infinito de páginas, no puede abrirse dos veces en la misma.

Este libro podría haber sido un gran libro, de aspecto ilustre; pero la misma idea que me llevó a una moneda de veinte centavos en el primer cuento, me condujo a un libro mal impreso, con torpes ilustraciones y escrito en un idioma desconocido. Necesitaba eso para el prestigio del libro, y lo llamé Holy Writ –escritura sagrada–, la escritura sagrada en una religión desconocida. El hombre lo adquiere, piensa que tiene un libro único, pero luego advierte lo terrible de un libro sin primera página (ya que si hubiera una primera página habría una última). En cualquier parte en la que él abra el libro, habrá siempre algunas páginas entre aquélla en la que él abre y la tapa. El libro no tiene nada de particular, pero acaba por infundirle horror y él opta por perderlo y lo hace en la Biblioteca Nacional. Elegí ese lugar en especial, porque conozco bien la Biblioteca.

Así, tenemos el mismo argumento: un objeto mágico que realmente encierra horror.

Pero antes yo había escrito otro cuento titulado Tlon, Uqbar, Orbis Tertius. Tlon, no se sabe a qué idioma corresponde. Posiblemente a una lengua germánica. Uqbar sugiere algo arábigo, algo asiático. Y luego, dos palabras claramente latinas: Orbis Tertius, mundo tercero. La idea era distinta, la idea es la de un libro que modifique el mundo.

Yo he sido siempre lector de enciclopedias, creo que es uno de los géneros literarios que prefiero porque de algún modo ofrece todo de manera sorprendente. Recuerdo que solía concurrir a la Biblioteca Nacional con mi padre; yo era demasiado tímido para pedir un libro, entonces sacaba un volumen de los anaqueles, lo abría y leía. Encontré una vieja edición de la Enciclopedia Británica, una edición muy superior a las actuales ya que estaba concebida como libro de lectura y no de consulta, era una serie de largas monografías. Recuerdo una noche especialmente afortunada en la que busqué el volumen que corresponde a la D-L, y leí un artículo sobre los druidas, antiguos sacerdotes de los celtas, que creían –según César– en la transmigración (puede haber un error de parte de César). Leí otro artículo sobre los Drusos del Asia Menor, que también creen en la transmigración. Luego pensé en un rasgo no indigno de Kafka: Dios sabe que esos drusos son muy pocos, que los asedian sus vecinos, pero al mismo tiempo creen que hay una vasta población de Drusos en la China y creen, como los Druidas, en la transmigración. Eso lo encontré en aquella edición, creo que del año 1910, y luego en la de 1911 no encontré ese párrafo, que posiblemente soñé; aunque creo recordar aún la frase Chínese druses –Drusos Chinos– y un artículo sobre Dryden, que habla de toda la triste variedad del infierno, sobre el cual ha escrito un excelente libro el poeta Eliot; eso me fue dado en una noche.

Y como siempre he sido lector de enciclopedias, reflexioné –esa reflexión es trivial también, pero no importa, para mí fue inspiradora– que las enciclopedias que yo había leído se refieren a nuestro planeta, a los otros, a los diversos idiomas, a sus diversas lecturas, a las diversas filosofías, a los diversos hechos que configuran lo que se llama el mundo físico. ¿Por qué no suponer una enciclopedia de un mundo imaginario?

Una enciclopedia imaginaria

Esa enciclopedia tendría el rigor que no tiene lo que llamamos realidad. Dijo Chesterton que es natural que lo real sea más extraño que lo imaginado, ya que lo imaginado procede de nosotros, mientras que lo real procede de una imaginación infinita, la de Dios. Bueno, vamos a suponer la enciclopedia de un mundo imaginario. Ese mundo imaginario, su historia, sus matemáticas, sus religiones, las herejías de esas religiones, sus lenguas, las gramáticas y filosofías de esas lenguas, todo, todo eso va a ser más ordenado, es decir, más aceptable para la imaginación que el mundo real en el que estamos tan perdidos, del que podemos pensar que es un laberinto, un caos. Podemos imaginar, entonces, la enciclopedia de ese mundo, o esos tres mundos que se llaman, en tres etapas sucesivas, Tlon, Uqbar, Orbius Tertius. No sé cuántos ejemplares eran, digamos treinta ejemplares de ese volumen que, leído y releído, acaba por suplantar la realidad; ya que la historia real que no entendemos, su filosofía corresponde a la filosofía que podemos admitir fácilmente y comprender: el idealismo de Hume, de los hindúes, de Schopenhauer, de Berkley, de Spinoza. Supongamos que esa enciclopedia funde el mundo cotidiano y lo reemplaza. Entonces, una vez escrito el cuento, aquella misma idea de un objeto mágico que modifica la reahdad lleva a una especie de locura; una vez escrito el cuento pensé: «¿qué es lo que realmente ha ocurrido?» Ya que, qué sería del mundo actual sin los diversos libros sagrados, sin los diversos libros de filosofía. Ese fue uno de los primeros cuentos que escribí. Ustedes observarán que esos tres cuentos de apariencia tan distinta, Tlon, Uqbar, Orbis Tertius; El Zahir El libro de Arena, son esencialmente el mismo: un objeto mágico intercalado en lo que se llama mundo real. Quizás piensen que yo haya elegido mal, quizás haya otros que les interesen más. Veamos por lo tanto otro cuento: Utopía de un hombre que está cansado. Esa utopía de un hombre que está cansado es realmente mi utopía. Creo que adolecemos de muchos errores: uno de ellos es la fama. No hay ninguna razón para que un hombre sea famoso. Para ese cuento yo imagino una longevidad muy superior a la actual. Bernard Shaw creía que convendría vivir 300 años para llegar a ser adulto. Quizás la cifra sea escasa; no recuerdo cuál he fijado en ese cuento: lo escribí hace muchos años. Supongo primero un mundo que no esté parcelado en naciones como ahora, un mundo que haya llegado a un idioma común. Vacilé entre el esperanto u otro idioma neutral y luego pensé en el latín. Todos sentimos la nostalgia del latín, las perdidas declinaciones, la brevedad del latín. Me acuerdo de una frase muy linda de Browning que habla de ello: «Latin, marble’s language» –latín, idioma de mármol. Lo que se dice en latín parece, efectivamente, grabado en el mármol de un modo bastante lapidario. Pensé en un hombre que vive mucho tiempo, que llega a saber todo lo que quiere saber, que ha descubierto su especialidad y se dedica a ella, que sabe que los hombres y mujeres en su vida pueden ser innumerables, pero se retira a la soledad. Se dedica a su arte, que puede ser la ciencia o cualquiera de las artes actuales. En el cuento se trata de un pintor. Él vive solitariamente, pinta, sabe que es absurdo dejar una obra de arte a la realidad, ya que no hay ninguna razón para que cada uno no sea su propio Velázquez, su propio Shakespeare, su propio Schopenhauer. Entonces llega un momento en el que decide destruir todo lo que ha hecho. Él no tiene nombre: los nombres sirven para distinguir a unos hombres de otros, pero él vive solo. Llega un momento en que cree que es conveniente morir. Se dirige a un pequeño establecimiento donde se ad-ministra el suicidio y quema toda su obra. No hay razón para que el pasado nos abrume, ya que cada uno puede y debe bastarse. Para que ese cuento fuese contado hacía falta una persona del presente; esa persona es el narrador. El hombre aquél le regala uno de sus cuadros al narrador, quien regresa al tiempo actual (creo que es contemporáneo nuestro). Aquí recordé dos hermosas fantasías, una de Wells y otra de Coleridge. La de Wells está en el cuento titulado The Time Machine –La máquina del tiempo–, donde el narrador viaja a un porvenir muy remoto, y de ese porvenir trae una flor, una flor marchita; al regresar él esa flor no ha florecido aún. La otra es una frase, una sentencia perdida de Coleridge que está en sus cuadernos, que no se publicaron nunca hasta después de su muerte, y dice simplemente: «Si alguien atravesara el paraíso y le dieran como prueba de su pasaje por el paraíso una flor y se despertara con esa flor en la mano, entonces ¿qué?»

Eso es todo, yo concluí de ese modo: el hombre vuelve al presente y trae consigo un cuadro del porvenir, un cuadro que no ha sido pintado aún. Ese cuento es un cuento triste, como lo indica su título: Utopía de un hombre que está cansado.

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Otro caso de infiltración policial; esta vez una agente en movimientos sociales de Madrid

 


España


Otro caso de infiltración policial; esta vez una agente en movimientos sociales de Madrid

 

DIARIO OCTUBRE / marzo 16, 2023

 


UNO

 

En otras dos ocasiones fue La Directa quien descubrió la infiltración policial (una en Barcelona y otra en Valencia), ahora es El Salto quien ha anunciado otro caso de similares características.

No serán las últimas, tampoco son las primeras. No poca gente se lleva las manos a la cabeza con estos descubrimientos, cuando eso ha sido una práctica sistemática de los gobiernos y Estados para recabar información de movimientos sociales; ni que decir tiene si estos eran o son revolucionarios.

Son hechos graves, cierto, pero quizás el mayor problema reside en que si tanta gente se asombra de estos hechos es porque de alguna manera creen que vivimos en democracia, que disfrutamos de un Estado de Derecho. Si las infiltraciones son sumamente graves, estas creencias aún lo son más, pues creyendo que tenemos unos gobernantes y unos gestores del Estado democráticos (cuando son asquerosamente capitalistas e imperialistas, con lo que ello supone), está claro que nunca se van a poner a intentar cambiarlos.

DOS

La infiltrada de este caso, con el nombre de Mavi, se puso en contacto con La Animosa por primera vez el 5 de noviembre de 2022 para proponer la celebración de un evento relacionado con la justicia climática. Al parecer, una semana después, empezó a entrenar en el Gimnasio Popular Hortaleza Fighters, un proyecto que gestiona el CSO La Animosa en un local comercial propiedad de la Sareb que llevaba años vacío. Se debe subrayar que este espacio también fue punto de encuentro de cientos de colectivos para organizar luchas diversas.

Mavi L.F. es la agente de policía que responde por las iniciales de M.V.C.S. Todo indica que es una agente encubierta con varios meses rondando los círculos de militancia de diferentes colectivos de Madrid, entre ellos Extinction Rebellion —al menos hasta el pasado fin de semana—, movimiento ciudadano por la justicia climática que opera en varias ciudades del mundo, entre ellas en Madrid, en el que empezó a participar en septiembre, aprovechando un encuentro general del colectivo en El Retiro, informa El Salto.

Este mismo medio informa, también, que desde el departamento de prensa de la Jefatura Provincial de Policía de Madrid afirman a El Salto que no tienen constancia de ningún agente infiltrado en el centro social y advierten de que, en el caso de que se haya ordenado esta actuación policial sería en el marco de una investigación judicial.

La respuesta inicial es muy parecida a la de los otros dos casos anteriormente mencionados.

Cosas de la “Democracia Plena” española.

FUENTE: insurgente.org

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España ante los desafíos en chips fotónicos

 

TECNOLOGÍA 

España ante los desafíos en chips fotónicos

TERCERAINFORMACION/ 16.03.2023

La creación de plataformas para diseñar los chips que manejan la luz y su fabricación en territorio nacional son dos de los retos a los que se enfrenta España para adquirir la soberanía en este tipo de tecnología. El programa PERTE Chip tiene las líneas maestras para conseguirlo.

Ilustración de procesamiento de información mediante un núcleo fotónico integrado. / XVIVO

 

Nos encontramos en una época de cambios en las tecnologías de semiconductor, los comúnmente llamados chips. Estos han estado en nuestras vidas durante décadas, y tras la pandemia nos hemos cuestionado la forma global de producirlos.

Estamos asistiendo a fuertes iniciativas a escala mundial para fomentar la soberanía en la manufactura de chips, tanto los electrónicos como los fotónicos, aquellos que manejan señales de luz, visible e infrarroja.

Son estos últimos los que han experimentado en la última década un desarrollo sin precedentes, siendo el principal tractor la creciente necesidad de comunicaciones masivas de datos a alta velocidad empleando fibras ópticas, principalmente debida a la proliferación de servicios en la nube, que se apoyan en incontables instalaciones de centros de proceso de datos y super computación.

Mientras que el mercado de la microelectrónica crece al 5 % anual desde hace 20 años, el de la fotónica integrada o chip fotónico lo hace a un promedio de alrededor del 30 % en los últimos 10 años, ya que es una tecnología en despegue.

España cuenta con un ecosistema de fotónica integrada establecido y creciente, que abarca toda la cadena de valor, comenzando por un fuerte núcleo de I+D+i pública y emprendimiento, con fábricas, empresas de diseño, empaquetado, test, fabless (empresas que producen chips en fábricas de terceros), productores de equipo y usuarios finales de chips fotónicos. Nos encontramos compitiendo en muchos casos a nivel mundial, y ello nos aboca a tres desafíos. 

Tres grandes desafíos

El primero es la producción de tecnología propia, que requiere un impulso específico de la I+D+i para la generación de plataformas tecnológicas de fabricación, como las ya existentes en Barcelona y Valencia, y la incipiente en Vigo.

El segundo, la transferencia de dichas plataformas a fábricas en suelo nacional, en cooperación público-privada. Y el tercero, la estimulación de empresas fabless para las aplicaciones de hoy y las que vendrán en el futuro, habilitadas por estas tecnologías.

PERTE Chip

España cuenta con un programa propio para el desarrollo de la industria del semiconductor en general, y de la fotónica integrada en particular, el llamado PERTE Chip con las líneas maestras para ello.

Es tiempo pues de bajar al detalle e implementarlo y determinar cómo se va a hacer, para no dejar resquicio administrativo alguno en el impulso que precisa este sector.

El año 2023 es clave y estamos en marzo. ¿Qué habrá pasado en diciembre? Confío en que los agentes de la cadena de valor de chip fotónico, junto con la administración pública, podamos entonces echar la vista atrás y decir: vamos por el buen camino.

PERTE de microelectrónica y semiconductores

Ante la creciente demanda de semiconductores en sectores clave como la automoción o los electrodomésticos y la necesidad de acelerar la autonomía en la fabricación de chips, este PERTE tiene como objetivo reforzar las capacidades de diseño y producción de la industria de la microelectrónica y los semiconductores en España, y favorecer la autonomía estratégica nacional y de la UE en este sector, en línea con lo previsto en la Ley Europea de Chips.

Está previsto que este proyecto estratégico movilice una inversión pública de 12.250 millones de euros hasta 2027 y active a su vez un importante volumen de inversión privada.

El denominado PERTE Chip se desarrollará en torno a cuatro ejes estratégicos: concepción, diseño, producción de chips y dinamización de la fabricación de productos electrónicos TIC, para que actúe como generadora de demanda de los microchips producidos, e impulso al ecosistema emprendedor de semiconductores. Esta visión integral ejercerá un efecto multiplicador para el conjunto de la economía española.

Se llevarán a cabo diversas acciones. Una es el refuerzo de la capacidad científica. Con actuaciones como fortalecer la I+D+i sobre microprocesadores de vanguardia y arquitecturas alternativas y la fotónica integrada, desarrollar chips cuánticos y lanzar una línea de financiación para reforzar el Proyecto Importante de Interés Común Europeo (IPCEI) de Microelectrónica y Tecnologías de la Comunicación. Se prevé una inversión de 1.165 millones de euros para el periodo 2022-2027.

Otra es la estrategia de diseño. Incluye actuaciones que potenciarán la capacidad española en el diseño de microprocesadores mediante la creación de empresas fabless (cuyos diseños pueden ser fabricados por otros, sin necesidad de tener una fábrica propia) de diseño de microprocesadores de vanguardia y arquitecturas alternativas; líneas de pilotos de pruebas; red de capacitación en materia de semiconductores. Se destinarán 1.330 millones de euros para este eje.

Una tercera acción es la construcción de plantas de fabricación. Para dotar la capacidad de producción nacional de semiconductores en la fabricación de tecnología de vanguardia (por debajo de 5 nanómetros) y de gama media (de más de 5 nm). La inversión pública presupuestada es de 9.350 millones de euros.

Por último, la dinamización de la industria de fabricación TIC. Contempla actuaciones como la creación de un fondo de capital centrado en los chips para financiar startupsscaleups y pymes innovadoras del sector de semiconductores nacional, con una dotación pública inicial de 200 millones de euros. También se dirige a fortalecer la producción interna de la fabricación de productos electrónicos –que utiliza los microchips como input– para que ejerza de sector tractor sobre la industria de los semiconductores y absorba parte de su producción. El presupuesto estimado asciende a 400 millones de euros. 

Pascual Muñoz es director de UPVfab e investigador del Photonics Research Labs-iTEAM de la Universitat Politècnica de València (UPV)

Fuente: UPV

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Una reforma cosmética que no revierte los ataques a las pensiones ni la precariedad

 



Una reforma cosmética que no revierte los ataques a las pensiones ni la precariedad


Publicado el 16 de marzo de 2023 / Por Sindical

KAOSENLARED /

 

En el Estado español se va aprobar otra reforma de las pensiones contando con el beneplácito de las burocracias sindicales de CCOO y UGT. Una reforma que consolida los ataques al sistema público de pensiones durante más de una década.

Mientras en Francia ya se suman siete jornadas de huelga general contra la reforma de las pensiones de Macrón, el Gobierno del PSOE-UP pretende mostrar su propia reforma de las pensiones como un avance para los trabajadores. Pero, ¿es realmente así? ¿O más bien consolida un modelo de deterioro a las pensiones implementado por los gobiernos anteriores?

La noticia se conoció el pasado viernes. El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, venía muy ufano de Bruselas con un acuerdo bajo el brazo sobre la reforma de las pensiones, avalado también por sus socios de gobierno de Unidas Podemos. La reforma se había convertido en un auténtico ultimátum por parte de la UE, si se quería recibir con normalidad la cuarta entrega de los Fondos Next Generation. Unos fondos vitales para el Gobierno que están sirviendo para engrasar la economía española y, sobre todo, las cuentas de resultados de las grandes empresas de IBEX35, puesto que son estas las más beneficiadas por estos fondos europeos.

 

Aumento de cotizaciones, fiscalización del déficit y futuros recortes

Lo que se ha conocido de la propuesta del Gobierno implica que no se ampliará el cómputo del cálculo de las pensiones hasta los 30 años, con la posibilidad de eliminar los dos peores, como era la propuesta inicial, sino que ahora se mantiene la voluntariedad de basarse en los 25 años para el cálculo de la pensión u optar por la nueva modalidad de computar los últimos 29 años, con la posibilidad de sustraer del cálculo los dos peores de ellos. Es decir, en la práctica, los futuros pensionistas podrán elegir entre un cómputo de cálculo de los 25 o 27 años últimos de su vida laboral. Una propuesta final que, aunque diluye el golpe a los futuros pensionistas sobre la cuantía a recibir en relación al planteamiento inicial, no deja de abrir la brecha que futuros Gobiernos podrán utilizar para futuras ampliaciones, lo que puede generar resistencia como estamos viendo hoy en Francia, además de establecer un período transitorio en el que se acabarán imponiendo más años de cotización.

En cualquier caso, se están planteando unos períodos de vida laboral que para la mayoría de las mujeres y las personas jóvenes de la clase trabajadora no son más que un espejismo. Desde la reforma de Zapatero en 2011, que fue un ataque en regla contra las pensiones aumentando la edad de jubilación a los 67 años, se produjo también la ampliación de 15 a 25 años en el cálculo de la pensión, lo que recortó las pensiones iniciales un 5%, como ha reconocido el mismo Banco de España. En la actualidad, en un marco laboral determinado por la precariedad, la temporalidad y los bajos salarios, es virtualmente imposible que la mayoría de la clase trabajadora alcance ese elevado número de años en sus vidas laborales. O lo que es lo mismo, hace casi imposible que la gran mayoría pueda recibir pensiones mínimamente dignas al final de su vida laboral. Un marco de precariedad y temporalidad que, por cierto, la reforma laboral de Yolanda Díaz no reduce, por mucha campaña de marketing que haga el Gobierno “progresista”. Aunque han disminuido, los contratos temporales se han camuflado en fijos discontinuos. Algo que, de cara a las cotizaciones para las pensiones, resultan absolutamente paupérrimos, puesto que la mayor parte del año la pasan sin trabajar de manera efectiva, aunque permanezcan vinculados a la empresa con un contrato indefinido.

El principal objetivo de la reforma de las pensiones es aumentar los ingresos del Estado y reducir el gasto en pensiones sobre el PIB para hacer frente al envejecimiento de la población y las jubilaciones de la denominada generación del “baby boom”. En este sentido, la reforma plantea el incremento de las bases de cotización a las empresas, incluidos los salarios de los altos mandos empresariales, gerentes y CEOS. Pero no solo a ellos, también otros sectores de trabajadores que no son parte del personal jerárquico de las empresas capitalistas sufrirán aumentos. De este modo, el costo de la reforma se traslada también en parte a un sector de la clase obrera, cuando deberían ser los capitalistas los que soportaran la carga. Es decir, quienes se han forrado aumentando precios en forma desorbitante y recibiendo ayudas multimillonarias y una ingente transferencia de recursos del Estado como nunca antes por parte de este Gobierno, como ha reconocido sin sonrojarse el Secretario General del PCE y ex secretario de estado, Enrique Santiago.

Las subidas generalizadas en las bases de cotización ya se han producido de hecho a través del mecanismo de “equidad intergeneracional” con un incremento del 0,6% (0,1% sobre el trabajador y 0,5% sobre la cuota empresarial). Es decir, que en el contexto de una devaluación salarial -una reducción de 6 puntos de pérdida de poder adquisitivo, ya que hubo 2,5% de subida salarial media en 2022 frente a una inflación media del 8,4% y con los alimentos por encima del 15%-, un sector de la clase trabajadora verá reducir más sus salarios.

Como contrapartida, las cotizaciones de las empresas siguen siendo mínimas y el Gobierno, más allá del discurso, se opone a plantear una sola medida seria para que sean justamente las empresas las que sostengan el sistema de pensiones, como sería promulgar una ley que establezca el aumento automático de las pensiones al nivel del IPC real. Al contrario, el progresismo neoliberal deja a las empresas las manos libres para que descarguen cualquier mínima medida o situación que afecte sus beneficios, como ha sucedido con los precios de los alimentos o allí donde se han regulado los alquileres y han sacado miles de pisos del mercado, por negarse a tomar medidas de intervención y control.

Al mismo tiempo, la situación de solvencia del sistema público de pensiones será controlada cada tres años por un organismo técnico independiente del Gobierno, la Airef, que buscará que no se traspasen los límites de déficit que se consideren oportunos según la disciplina fiscal de Bruselas, algo que puede llevar a aumentar las cotizaciones, pero también a buscar un recorte en las mismas. A lo que hay que agregar los fondos de pensiones de empresa que se aprobaron ya por este Gobierno en la anterior reforma y que implican la privatización de gran parte de los recursos de las pensiones, que se canalizarán a través de empresas capitalistas en un sistema de contribución privado con participación pública, pero gestionado por grandes fondos de inversión privados.

 

Las reformas de las pensiones a uno y otro lado de los Pirineos

Ante la nueva reforma del Gobierno lo sindicatos CCOO y UGT salieron rápidamente a la palestra emitiendo un comunicado conjunto para apoyar la propuesta, aunque manifestando que había todavía “flecos por pulir” en relación a aspectos vinculados a la reducción de la brecha de género en las futuras pensiones. Pero, en todo caso, valorando positivamente tanto “la orientación que se plantea” como las medidas concretas.

Por el contrario, la patronal esgrimió una contundente oposición a la reforma calificándola como “regresiva” y “populista”, algo que se expresó en un comunicado también conjunto emitido por las asociaciones empresariales CEOE, Cepyme y ATA. Su disconformidad a la reforma se basa en considerar que “mermará los salarios e incrementará los costes laborales poniendo en peligro la creación de empleo”. Llegan incluso a descalificar al Gobierno por una supuesta “voracidad recaudatoria”. No obstante, manifestaron también su voluntad de mantenerse en la mesa de negociación.

En definitiva, la cantinela de costumbre de la patronal ocultando que en realidad por lo que protestan es porque el Gobierno ahora pretende subir las cuotas patronales a la Seguridad Social, algo a lo que no están acostumbrados. Las cuotas empresariales históricamente se han mantenido congeladas e incluso se han reducido en situaciones de crisis económica, lo que sucedió tanto durante la crisis de 2008 como durante la pandemia, con reducciones, aplazamientos y todo tipo de ayudas a las empresas, mientras el sistema de la Seguridad Social se tambaleaba por la falta de ingresos. Teniendo en cuenta, además, que el Gobierno regó con miles de millones de euros durante la pandemia de 2020 a las empresas financiando los ERTE y los préstamos blandos avalados por el propio Gobierno. Además, las empresas del IBEX 35 han tenido beneficios en 2021 históricos de más de 60.000 millones, coyuntura de maximización de beneficios que se ha prolongado durante 2022 gracias a la especulación de los precios en medio de la crisis bélica de Ucrania y que continúa durante 2023.

Como siempre, las patronales derraman lagrimas de cocodrilo ante cualquier mínima medida que pueda afectar sus intereses. Y como siempre también, las burocracias sindicales están dispuestas a hipotecar el presente y el futuro de nuestra clase por un plato de lentejas. Así fue, sin ir más lejos, cuando se aprobó la reforma de Zapatero en 2011 que amplió la jubilación a los 67 años, con la complicidad de CCOO y UGT. Las mismas burocracias que no convocan una huelga general desde el año 2012.

Esta labor de la burocracia sindical, junto con la cobertura “progresista” que le otorga de Unidas Podemos al gobierno social liberal del PSOE, es una de las principales causas de la pasivización y el escepticismo de que se puedan enfrentar estos ataques. Pero hay escenarios alternativos. Allí está el ejemplo de Francia. En los últimos dos meses, millones de trabajadores y trabajadoras se vienen movilizando con huelgas generales y manifestaciones masivas contra la ampliación de dos años para alcanzar la edad de jubilación, que pasaría de los 62 a los 64 años, que quiere imponer el gobierno derechista de Emmanuel Macron. A pesar de la política conciliadora de las centrales sindicales, que se niegan a incorporar al movimiento las demandas de otros sectores y transformar la lucha en una verdadera huelga de masas que le tuerza el brazo al Ejecutivo francés, en las calles se muestra una gran predisposición para luchar y cada vez más sectores de vanguardia plantean la necesidad de avanzar hacia una verdadera huelga general reconductible para tumbar la reforma.

Aunque no se presenta como un ataque directo, la reforma de pensiones del Gobierno viene a consolidar todos los ataques que se han hecho en la última década contra el derecho a una pensión pública que asegure a toda la población ingresos mínimos equivalentes a un salario mínimo de 1.500 euros. La lucha por el aumento de las pensiones y por la reducción de la edad de jubilación a los 60 años, para terminar con la privatización de las pensiones y los beneficios de los grandes fondos de inversión, entre otras medidas, sigue teniendo plena vigencia. El movimiento de lucha de nuestras hermanas y hermanos de clase al otro lado de los Pirineos demuestra que hay un camino alternativo a la resignación, a condición de plantear una estrategia de independencia de clase para enfrentar al gobierno, la patronal y las burocracias. Porque gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden.

 

Juan Carlos Arias

 

Fuente: Izquierda Diario

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Laicismo: A mí ya no me toman más el pelo

 

Laicismo: A mí ya no me toman más el pelo

 

Por Francisco Delgado

Rebelión / España

 | 15/03/2023 | 

 

Fuentes: Nueva Tribuna


Es una evidencia tozuda que poder político y religión forman “parte de un mismo todo”, gobierne quien gobierne. Esto lo he aprendido tras décadas de una amplia experiencia política y societaria, bajando “al barro” y remando, en muchas ocasiones, contra corriente. Por ello, en esta etapa de mi vida, a mí, las y los políticos del PSOE, Izquierda Unida, Podemos, nacionalistas de centro izquierda, etc. etc. y las coaliciones “supuestamente progres” que pudieren venir… ya no me van a dar más “palmaditas en la espalda”, ya no me van a “tomar más el pelo”.

Seguiré participando en debates sobre laicidad y el derecho a la libertad de conciencia y aplaudiré acciones reivindicativas, pero (personalmente) no participaré más en foros, reuniones y acciones directas con las y los políticos: “¡Tiro la toalla!”. -“Se van a reír de ellos y ellas mismas” y de las y los incautos de turno… De mí, evidentemente, no. Hasta tal punto, de que -a estas alturas- incluso me niego a seguir exigiéndoles: 1) Que supriman/cancelen/deroguen el “puto” Concordato católico de 1979 y los Acuerdos con otras religiones de 1992; 2) que cada año no les regalen a los obispos cientos de millones de euros robados impunemente a la Agencia Tributaria, ya que pagamos todos en connivencia con el Gobierno y el Parlamento (sólo en la última década han supuesto 2.721 millones de euros); 3) que no se “callen” ante el robo de las in-matriculaciones… y no sólo eso, sino que sean cómplices activos de ese expolio de patrimonio público por parte de la Iglesia católica; 4) que aprueben una Ley de Patrimonio Histórico Artístico para que éste siempre sea de gestión y propiedad pública; 5) que no mantengan la religión confesional en la escuela y que dejen de financiar -con miles de millones de euros- centros de ideario católico; 6) que eliminen -de una puñetera vez- el delito de blasfemia; 7) que consideren a las corporaciones religiosas como unas asociaciones más y no con un trato privilegiado y excepcional a nivel asociativo y fiscal; 8) que dejen de asistir oficialmente a liturgias religiosas… 9) que construyan los cimientos y el edificio de un Estado Laico, base de los principios democráticos… Y, por fin, 10) que, de una vez por todas, deroguen la anacrónica ley de Libertad religiosa de 1980 y elaboren una “Ley orgánica de libertad de conciencia”, tomando como base la propuesta de ley que Europa Laica elaboró en su día y puso a disposición de los grupos parlamentarios… 

Cuando, hace casi cuatro años, Unidas Podemos y el PSOE firmaron el pacto de gobernabilidad -deliberadamente- no contemplaron ningún avance hacia el Estado Laico. Ya “dieron señales” de su cutre confesionalidad, que se ha cumplido exquisitamente: ¡faltaría más!

A punto de concluir esta legislatura no sólo no se ha dado ningún paso en la línea de impulsar la laicidad de las instituciones del Estado (salvo que el presidente Sánchez, en 2019 y 20, no prometió el cargo ante un crucifijo) – sino que los privilegios confesionales han ido subiendo en escala, a nivel central y en todas las CCAA. Las relaciones de este Gobierno con El Vaticano y la Conferencia Episcopal Española son excelentes y ya no digamos con entidades católicas y de otras religiones dedicadas a la muy rentable “industria de la caridad”.

En el ámbito municipal, hace ocho años Europa Laica propuso la creación en España de una “RED de municipios por un Estado laico”, se movilizó mucha gente en todas las CCAA y tan sólo, de más de ocho mil municipios que existen, se sumaron aprobando una moción (en algunos casos muy “descafeinada”) medio centenar y, de éstos, menos de diez llegaron a hacer unos reglamentos de laicidad municipal. Pero, además, en la mayoría de los que aprobaron la moción o no se cumple absolutamente nada o, sin más, se han olvidado en un cajón. En no más de un centenar de ayuntamientos hay reglamentos de “ceremonias de paso” laicas (salvo las bodas civiles). En centenares de municipios todavía hay un solo cementerio “cristiano”, a pesar de que hay normas, células y leyes del siglo XIX que obligan a mantener cementerios civiles en todos los municipios del Estado. En suma, con muy pocas excepciones, la laicidad institucional en el ámbito municipal es un bien escaso, como lo es en los ámbitos provinciales y autonómicos, a pesar de que, por término medio, en estas últimas cuatro décadas en más de la mitad de los municipios, CCAA, diputaciones y cabildos ha gobernado y gobierna el centro izquierda, con el PSOE a la cabeza, además de partidos nacionalistas, IU, etc. etc. Y en la última década se ha puesto de moda e incrementado nombrar alcaldes y alcaldesas de honor o conceder “privilegios” y medallitas a cofradías e imágenes católicas, en muchos de los cuales gobierna la (supuesta) izquierda. El más sonado fue en Cádiz.

Participé durante años del proyecto Europa Laica, siendo su vicepresidente entre 2005 y 2008, presidente entre 2008 y 2016 y responsable de educación entre 2018 y 2022. Fui diputado y senador por el PSOE, en 1977 y 1979-1982, también teniente alcalde de la ciudad en la que resido (Albacete) entre 1991 y 1995. En los primeros años de afiliación a este partido (hasta el año 2000, que lo abandoné) traté de dar “la batalla” por la laicidad y la justicia social, frente a la caridad / pero fue inútil – según sus dirigentes no era el momento (¡nunca era el momento!) – había otras prioridades. La presión católica interna era de órdago, escupiendo en la cara a históricos dirigentes socialistas que habían hecho del laicismo uno de sus objetivos políticos. Y muchos murieron o fueron encarcelados por ello.

Cuando el PSOE en el gobierno, a través de la LODE y la LOGSE, decidieron financiar los centros de ideario católico lo hicieron con burdos y vergonzantes engaños de que era una decisión transitoria… y hasta hoy, que la LOE (del PSOE) lo consumó en una disposición transitoria, consumándolo en la última reforma LOMLOE. Además de mantener la religión confesional en el horario lectivo. Generando una segregación ideológica y por motivos de conciencia, incluso entre escolares de muy corta edad. Algo vergonzoso e indigno. 

Con los gobiernos de González, Zapatero y Sánchez, incluso estando el PSOE en la oposición y hasta hace un año he tenido la oportunidad de hablar y debatir, sobre laicidad, Estado laico, educación, etc. etc. con numerosos dirigentes al más alto nivel, también lo he hecho con dirigentes de IU, Podemos, ERC, etc. etc. Y, sí, mucha “palmadita en la espalda”: Con el habitual -“tienes razón, pero no toca”.

En 2016, justo cuando dejé la presidencia de Europa Laica, elaboré un largo y detallado informe (*), en donde trataba de analizar la situación de la laicidad en España y a nivel internacional, ofreciendo mi opinión (personal) sobre la posición de todos los partidos políticos con representación parlamentaria en ese momento, ante la hipótesis (posiblemente lejana) ¡Y tan lejana, visto lo visto! de iniciar -en su caso- un proceso hacia un Estado laico, en el marco de una sociedad plural y altamente secularizada. La opinión que emití entonces era que no observaba voluntad política en casi todo el aro parlamentario. Y así se ha confirmado.

No me equivoqué. Los partidos (todos) siguen enrocados en un modelo cripto-confesional de Estado, como sostenía el amigo Gonzalo Puente Ojea.

La derecha política no engaña, sigue con su propuesta confesional, al más puro estilo nacional católico. Es la “pseudo izquierda” política la que en términos de laicidad engaña, miente. No quieren oír hablar de laicismo y Estado laico. Les molesta. Les repele. Incluso cuando (algunos) en los programas “colocan” una líneas sobre laicidad (sólo) como “reclamo electoralista”, una vez que consiguen el escaño, se olvidan. Ocurrirá, también, en esta próxima campaña, como “señuelo electoral”. 

Para terminar indicar que es un hecho matemático que en esta legislatura que está a punto de terminar hay una mayoría absoluta de escaños de centro izquierda que podrían haber dado algunos pasos laicistas. Pero se han escondido, como siempre y una vez más. Así que a mí: “Ya no me toman más el pelo”. (Espero que futuras generaciones tengan más suerte).


(*) Se puede ver el informe haciendo una búsqueda en laicismo.org: “Los partidos políticos y el proceso hacia un Estado laico”.

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/actualidad/elecciones-23-laicismo-ni-toman-mas-pelo-religion-iglesia/20230313175759209552.html

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