jueves, 8 de junio de 2017

LA RAZÓN O SIN RAZÓN EN LA RAZÓN. ¡HOMBRE, DOCTOR PACO, TÚ EN LA RAZÓN! VEAMOS A VER, PACO, SEGÚN TÚ LA CORRUPCIÓN PERTENECE A LA NATURALEZA HUMANA, Y TÚ ERES HUMANO, O SEA, QUE LA COSA ES TAL QUE ASÍ: HACE CUÁ, CUÁ, LE GUSTA MÁS EL AGUA QUE A ZAPLANA GANAR DINERO CON LA POLÍTICA, JODE CON UNA PATA Y TIENE PATITOS Y PATITAS CON ESA PATA, LUEGO ES UN PATO, NO? PUES ESO, AMIGO DOCTOR PACO PERIODISTA (lo de periodista es un decir, no me tomes las cosas al pie de la letra)



Marhuenda que actúa en las tertulias como jefe de prensa del PP lo resumió en una frase: "El objetivo es sacar pasta"

Periodismo corrupto


Cuarto Poder
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Francisco Marhuenda, director del periódico La Razón, en una imagen de archivo en la sede del diario. / Agencia Efe


El último barómetro del CIS advierte de que la preocupación de los españoles por la corrupción se ha disparado en 12,3 puntos sobre el informe del mes precedente. La última encuesta, realizada entre el 1 y 9 de mayo, después de que comenzase la Operación Lezo y de que tuviera lugar la detención del expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González, revela que la inquietud de los ciudadanos por la corrupción y el fraude ha pasado del 42% del informe de abril al 54,3% un mes más tarde.

Hace solo unos días esos mismos ciudadanos se han enterado, gracias a eldiario.es, de que la corrupción política se ha extendido a determinados medios de comunicación: durante la legislatura 2011-2015, con Esperanza Aguirre e Ignacio González como presidentes autonómicos, Metro de Madrid invirtió el 60% de su presupuesto para publicidad en prensa en un solo periódico: La Razón. Diez veces más que la suma de lo que invirtió en El País y El Mundo, pese a que estos últimos tienen muchísimos más lectores que La Razón. El círculo podrido se cierra cuando González deja de ser presidente y ficha como columnista, con un precio fuera de mercado (4.500 euros al mes por dos artículos), por el diario que dirige Francisco Marhuenda.
Nada de esto me sorprende. Es solo la confirmación con cifras de algo que ya sabíamos: determinados medios de comunicación de carácter marginal, sin apenas ventas y con muy poca publicidad, no sobreviven por arte de magia, sino gracias a un sistema de financiación gubernamental. Es decir, que todos, usted y yo, estamos pagando periódicos como La Razón o ABC y emisoras como Intereconomía o Libertad Digital.

No hacía falta ser muy listo para imaginar algo así. Bastaba con ver y escuchar al director de La Razón, Francisco Marhuenda, convertido en jefe de prensa del PP en cualquier tertulia televisiva o radiofónica. ¿Qué podía llevar a un periodista al frente de un medio de una gran empresa, Planeta, a convertirse en una caricatura al servicio del Gobierno? El mismo Marhuenda se lo confiesa al testaferro de Ignacio González en conversación telefónica grabada por los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil: “El objetivo es sacar pasta”.

Ya sabíamos que el PP era una banda organizada para delinquir. Ahora también sabemos que han contado con la complicidad de determinados medios de comunicación, que se han beneficiado de dinero público. La gran diferencia está en que, siguiendo con el caso que hemos tomado como ejemplo, mientras Ignacio González se encuentra en la cárcel, Francisco Marhuenda sigue haciendo propaganda gubernamental en tertulias televisivas. Normal que la preocupación de los españoles por la corrupción siga en aumento.

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BANCO POPULAR-BANCO SANTANDER, R-R, ES DECIR, ROBO Y RECOJO PORQUE ES QUE YO SOY MUY LEGAL, OIGA.ESO SÍ, QUIEN NO APOYE LA MOCIÓN DE CENSURA CONTRA RAJOY ES UN r-r, es decir, un roba peras responsable de la corrupción

Entiendo yo, y espero que ustedes también, que de cuando en cuando el señor Facebook, porque le pasa por los cojones (si los tuviese o tuviere) me bloquee los grupos en que yo publico estas cosas, incluso uno en el que me han puesto de administrador (cosas que ni siquiera las paro yo, Dios me libre, que soy muy casto en esto) para darle la mayor difusión posible, porque es lógico que no le guste al sistema que se denuncie la corrupción, porque quien sabe si después de la denuncia no vendrá que los culpables sean juzgados.


Y para mayor tranquilidad y gloria del señor Facebook (y por lo menos sonrojo para todo aquel que diga que el sistema hay que cambiarlo -que hay que cambiarlo-) falta mucho hasta erradicar la corrupción, porque esto no se va a lograr de manera automática con la moción de censura. ¡Ay, Círculos de Podemos, cuánta faltita estáis haciendo!, para que el cambio político no sea un simple cambio de caras, que es a lo que se llegará si los Círculos no funcionan. Por cierto, llevan camino de funcionar?

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Nueva tajada para la mafia bancaria] El Santander recibirá 5200 millones de dinero público mientras arruinan a los pequeños inversionistas


Por Kaos. Laboral y Economía
08.06.2017


Con la complicidad del BCE y del gobierno, la mafia bancaria, en este caso del Santander, ha vuelto a sacar tajada con la compra por un euro del Banco Popular.
















Con la complicidad del BCE y del gobierno, la mafia bancaria, en este caso del Santander, ha vuelto a sacar tajada con la compra por un euro del Banco Popular. Por una parte, el BCE, al servicio de las grandes corporaciones y de la gran banca, se lo puso fácil instando al gobierno a intervenir. Y al gobierno de Rajoy, siempre al servicio de sus jefes capitalistas, le ha faltado tiempo para, en medio de la colosal y pestilente montaña de excrementos en que se encuentra enterrado por escándalos de corrupción, autorizar su venta por un euro (lo de venta de bancos por un euro se ha convertido en un hábito) al todopoderoso Santander.

¿Y qué gana el Santander? Pues de momento: ampliar su negocio sobre todo con las PYMES que operaban con el Popular, una fuente inagotable de comisiones e intereses, y 5200 millones en bonificiones fiscales por la operación, es decir, 5200 millones de dinero público (y van…) que se pierden, esos que, por ejemplo, se necesitan para la sanidad, la educación, la atención a la dependencia, las pensiones… ¿Y quién pierde? Pues, como señala Óscar Reina en su artículo en este mismo portal, los de siempre: en este caso esas decenas de miles de pequeños inversionistas que dedicaron el dinero que tanto les costó ahorrar a planes de pensiones, intentar obtener algún interés por sus ahorros… 

Ah! Y no olvidemos: los anteriores gestores del Popular se aseguraron 116 millones entre pensiones e indemnizaciones antes de despedirse (y luego dirán que ellos hicieron una buena gestión, que fue casualidad, que ellos nada sabían de la situación a que se veía abocada la entidad…). Y, por su todo esto fuera poco, nos quieren convencer de que el Santander, como Amancio Ortega, es un banco filántropico: nos va a ahorrar un multimillonario rescate con dinero público….

Como es bien sabido por ser una vieja y elemental reivindicación por razones de eficiencia económica y justicia social: urge la nacionalización de la banca. Nos ahorraríamos: pagar una deuda usurera, mantener una casta parasitaria y, sobre todo, poner al servicio del interés colectivo la ingente cantidad de recursos (de trabajo productivo al fin y al cabo) del que hoy se apropia la mafia bancaria.

Kaos. Laboral y Economía

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OTRA DE TERROSIMO-TERRORISMO-TERRORISMO BANCARIO, PORQUE PRODUCE TERROR, NO?



Otra de la mafia capitalista: otra vez gana la banca, pierde el pueblo

Por Óscar Reina
Kaos en la red
08.06.2017
La gran mayoría de l@s nuevamente defraudados, son aquellas personas que invirtieron su trabajo, sus sueños, sus esfuerzos y sus años en tener entre otras cosas, por ejemplo, en un fondo de pensiones, para que, como te decía el sistema, a través de su televisión, “que guardes hoy, para completar tu pensión mañana”.












La gran mayoría de l@s nuevamente defraudados, son aquellas personas que invirtieron su trabajo, sus sueños, sus esfuerzos y sus años en tener entre otras cosas, por ejemplo, en un fondo de pensiones, para que, como te decía el sistema, a través de su televisión, “que guardes hoy, para completar tu pensión mañana”.
 
Si “tienes la suerte” de haber invertido algo en Banco Popular, de momento, lo has perdido todo.
¿De qué estamos hablando? ¿De grandes inversores?

 No, la gran mayoría de l@s nuevamente defraudados, son aquellas personas que invirtieron su trabajo, sus sueños, sus esfuerzos y sus años en tener entre otras cosas, por ejemplo, en un fondo de pensiones, para que, como te decía el sistema, a través de su televisión, “que guardes hoy, para completar tu pensión mañana”.

Otra estafa más. Y aquí hay culpables y cómplices.

 Dadle las gracias otra vez al capitalismo y a sus gobiernos corruptos.

 Dadle las gracias porque te volvieron a engañar; te volvieron a borrar la memoria, como hoy te roban tu dinero, tu sudor; como ayer te hicieron olvidar que tu dinero servía para invertir en armas, guerras, hambre, exclusión social, éxodo masivo, etc, etc.

¿Es o no es para meterle fuego a todas las sucursales?

 ¿Es o no es para que ardan con sus cómplices de los Consejos de Administración, PP, PSOE, CIUDADANOS?

 ¿Es o no es para que se hiciera Justicia de una jodida vez?

 En Francia lo tuvieron claro, y por menos rodaron cabezas. No se a qué esperamos…
Ah, no! Mi problema es Venezuela, el Coletas, el Pancetas, y toda esta panda  de vagos que no saben en qué pensar ni qué inventar. Son un@s radicales. Yo vivo muy bien, a mi esto no me toca, ¿O sí?
¿Hasta cuándo?

 Yo, lo tengo claro, aquí tenéis mis manos pueblo, aquí tenéis mi cuerpo y mi alma para cambiar esta mierda de sistema YA.

https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1434548229970571&id=100002462226249

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RECUPERACION ECONÓMINA, UNA MENTIRA COMO UN MELÓN SIN FRENOS Y RODANDO CUESTA ABAJO


La ficción de la recuperación del empleo

Rebelion
Granada Hoy
08.06.2017

Los 'beneficiarios' de estos minicontratos pasan a engrosar el grupo de los 'ocupados'. En las estadísticas ya no son desempleados. De eso se trata.


Una ya vieja frase dice algo así como que hay varias clases de mentiras: las mentiras-mentiras, las medias verdades y las estadísticas de los tantos por ciento. Respecto a estas últimas, es de casi todos conocido el relato de que si hay dos personas y un pollo, caben a medio pollo cada una…, aunque la realidad sea que una de ellas se coma la pechuga y los muslos y la otra los espolones. Viene esto a cuento de las estadísticas sobre la evolución del empleo, en la última de las cuales se nos muestra, con números y porcentajes, la gran creación de puestos de trabajo que se estaría produciendo con la consiguiente disminución del número de parados. Sólo en la letra pequeña o en el interior de las noticias se reconoce como problema la calidad del empleo creado. Y, efectivamente, la casi totalidad de los nuevos contratos son temporales: un 96,7% de los firmados en Andalucía y un 90,5% en el conjunto del Estado. Habría que aclarar que "baja calidad" es la expresión piadosa que esconde la durísima realidad de que no estar desempleado/a (según los criterios estadísticos) no es ninguna garantía para poder cruzar hacia arriba el umbral de la pobreza.

La visión muy optimista, aunque en ciertos casos con matizaciones, que dan el Gobierno, la Junta de Andalucía y casi todos los medios informativos respecto al actual mercado de trabajo, lejos de reflejar la situación real, dibujan una ficción basada en criterios y cifras fabricados por expertos estadísticos. Me explico. Se parte, sin más, de que para dejar de estar en las listas del paro basta con que alguien nos haga un contrato de una hora a la semana durante cuatro semanas. Así, cualquiera que trabaje de forma remunerada cuatro horas al mes ya no será un desempleado. Lo que cobre por esas horas, en qué condiciones lo haga y cuántas horas no pagadas tenga que trabajar -sí o sí- para que pueda aspirar a que le hagan un nuevo contrato no es importante para las estadísticas del paro y el empleo. La cuestión es sólo si se tiene o no algún contrato, el que sea, con las condiciones salariales y de trabajo que sean. Porque el objetivo es que desciendan las cifras del paro. También como sea.

Pongamos que un empleo tradicional, a tiempo completo con contrato indefinido de 40 horas a la semana, se perdió con la crisis. Si ahora se recuperaran esas horas contratadas, ello podría hacerse de dos formas bien distintas: contratando a otro trabajador en las mismas condiciones de antes o a varios trabajadores -hasta cuarenta- contratándolos por unas pocas horas (o por una sola) a la semana. Si se hace esto último, donde antes había un empleado podrá haber ahora diez, veinte o hasta cuarenta empleados. Las horas trabajadas seguirían siendo las mismas, el empleador podrá ahorrarse costes salariales, pero, sobre todo, el índice de paro bajará extraordinariamente. ¡Albricias! Un negocio redondo para el empresario o emprendedor de turno y una magnífica publicidad para quienes gobiernan, que pueden vender el milagro de que sus políticas hacen descender el desempleo (aunque, en realidad, el milagro lo hace la estadística).

La cuenta adecuada, sin embargo, sería tomar como base el total de horas que una empresa o negocio necesita cubrir semanalmente con trabajadores y dividirlas entre 40 (que es la media semanal de horas/trabajador en los contratos antes normales e indefinidos). El cociente sería el número de puestos de trabajo necesarios a tiempo completo, aunque algunos pudieran desdoblarse o ser a tiempo parcial por razón de sus características, pero no como práctica habitual. La realidad es muy distinta: los contratos que responderían a esa sencilla operación prácticamente ya no se hacen porque han sido sustituidos por numerosos minicontratos con sueldos de vergüenza, condiciones de trabajo indecentes en la mayoría de los casos y duración ridícula (más del 20% de los contratos que se firmaron el año pasado en Andalucía fueron por menos de siete días y sólo poco más de la mitad superaron el mes). Los beneficiarios de estos minicontratos, verdaderos trabajadores fugaces, pasan a engrosar, sin embargo, el grupo de los ocupados. En las estadísticas ya no son desempleados. De eso se trata.

Sobre estas bases, los tan esperados datos sobre el empleo a comienzos de cada mes dibujan una situación engañosa porque, a pesar de que el número de empleados suba y la cifra del paro baje, cambia poco el volumen total de horas de trabajo contratadas y no se incrementa el volumen total de los salarios. Que serían dos índices muy importantes a considerar. Los cuales o se enmascaran o se quedan en los despachos donde se fabrican las estadísticas para nuestro consumo.

Isidoro Moreno.Catedrático emérito de Antropología Social.

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SOBRE VENEZUELA



Acontecimientos centrales y escenario económico-social

Venezuela en disputa
(I)

08.06.2017


Cada vez resulta más complejo analizar la realidad política venezolana debido al incremento de las contradicciones del proceso. Además, el tratamiento de la información por parte del latifundio mediático global es más simplista, manipulador e infantilizante que nunca. A su vez, las lecturas acríticas pro-gubernamentales de algunos sectores, tanto desde dentro como fuera del país, no favorecen una comprensión más certera y dialéctica del momento presente.

En consecuencia, gran parte de la izquierda internacional está oscilando entre la repetición ingenua de las críticas diseñadas en los lugares comunes del pensamiento liberal o en una defensa numantina del Ejecutivo, incluso de alguna medida difícilmente justificable.

En este contexto, un análisis más matizado, lo que no significa de ninguna manera equidistante, exige un mayor rigor intelectual y un abordaje combinado de las siguientes dimensiones: una secuencia de los episodios centrales del último trienio; una evaluación del escenario económico-social; una sistematización de la disputa político-militar; una identificación de los agentes internacionales que están interviniendo; y una radiografía actual del chavismo.

Breve cronología. En primer lugar es importante identificar los episodios centrales del último tiempo, ya que nos van a mostrar una fotografía sintética de los movimientos más importantes de los principales agentes en disputa. La secuencia se inicia en 2014 con la activación, por parte de los sectores más extremistas de la oposición, del Plan de derrocamiento denominado ‘La Salida’, que provocó más de 40 muertos tras los disturbios violentos dirigidos por grupos ultras.

La derecha no había aceptado su derrota electoral en las presidenciales de 2013 y apostaba por la vía violenta para lograr la restauración oligárquica. El gobierno consiguió sortear el golpe y detuvo al dirigente ultra de la oposición Leopoldo López, convertido por la maquinaria mediática transnacional en un ‘demócrata de toda la vida’. A su vez, el Ejecutivo activó una mesa de negociación con la patronal opositora, intentando aplacar el boicot económico de los grandes grupos empresariales.

La relativa paz política –nunca económica-, obligó a la derecha a priorizar la vía electoral, presentándose a las legislativas de 2015, en las que obtuvo una victoria clara, logrando así el control del Parlamento tras más de 15 años en minoría. A partir de ese momento, el Legislativo se convirtió en el instrumento para bloquear las decisiones del Ejecutivo y para intentar tumbarlo. El plan de derrocamiento institucional proponía dos vías: o referéndum revocatorio o reforma constitucional para reducir el mandato presidencial. Tanto una como otra pretendían desalojar del gobierno al chavismo a lo largo de 2016.

La apuesta por la vía del revocatorio fracasó, tanto por los fraudes de la oposición en la recolección de firmas como por la táctica gubernamental de dilatar los plazos de su aprobación y dejar sin sentido su celebración. Esta postura del Ejecutivo le pasó factura entre importantes sectores de la izquierda internacional. A su vez, la suspensión de las elecciones regionales de 2016 perjudicó aún más la imagen del gobierno de Maduro, a pesar de la evidente y creciente desestabilización económica.

La parálisis institucional intentó ser superada con varios intentos de negociación en los que destacaron la mediación de UNASUR y la del Papa Francisco. La participación de actores externos, no precisamente cercanos al Ejecutivo, como los expresidentes de República Dominicana (Leonel Fernández) y del Estado Español (Rodríguez Zapatero), no fue suficiente para que la oposición apostará por el diálogo. Esta inflexibilidad de la derecha evidenció su desinterés en una salida negociada al conflicto.

Los sectores más extremistas volvieron de nuevo a cobrar fuerza al interior de la MUD, imponiendo su estrategia violenta. El primer paso fue el intento de golpe parlamentario, al estilo de los recientes de Paraguay y Brasil, promoviendo un “juicio político” inexistente en el marco jurídico venezolano y por tanto, ilegal. Mientras esto sucedía, el gobierno de Maduro volvió a cometer otra torpeza al impulsar un nuevo registro de partidos que exigía un número de avales y requisitos de tal magnitud que sólo las grandes fuerzas podían cumplirlo. La obvia consecuencia fue la inhabilitación de varios partidos pequeños, entre ellos algunos del chavismo crítico de izquierda, como Marea Socialista.

Los primeros meses de 2017 se caracterizan por el fortalecimiento de las tesis de la extrema derecha, es decir, de la línea del partido ‘Voluntad Popular’ de Leopoldo López y Freddy Guevara. Las visitas en febrero de Lilian Tintori (esposa del ultra López) a EE.UU., y de otros miembros del partido, en las que se reunieron con el presidente Donald Trump, permitieron obtener el visto bueno de la nueva administración estadounidense.

La consecuencia ha sido la reedición del modelo ‘La Salida’, es decir, la generación de violencia en las calles para provocar el mayor número de muertos posible que justifique el derrocamiento de Maduro. Esto se combina con la presión continental a través de la OEA y el ataque mediático internacional contra el gobierno venezolano.

Los últimos episodios a subrayar son tres. En primer lugar, la recuperación de la capacidad de movilización del chavismo el 19 de abril, equilibrando las fuerzas en la disputa en la calle. Segundo, la decisión del gobierno venezolano de salirse de la OEA, el 26 de abril, en un gesto de dignidad soberana que pilló a contrapié a Washington y a su actual subordinado en dicha organización, Luis Almagro. Por último, el anuncio de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente el 1 de mayo, día de la clase trabajadora.

Escenario económico-social. Si existe un escenario donde la disputa es encarnizada y las contradicciones son cada vez mayores, ese es el socio-económico. Para entender qué está pasando en este terreno hay que evaluar tres aspectos: por una parte, las teorías más importantes que intentar explicar la crisis; por otra parte, las principales medidas tomadas por el gobierno; y por último, las críticas a estas, realizadas por la izquierda del chavismo.

En cuanto a las visiones que intentan explicar la profunda crisis económica debemos destacar fundamentalmente dos. Por un lado, la teoría defendida por los sectores más gubernamentales, que se centran en enumerar las diferentes variables de la guerra económica, las cuales serían: primero, la manipulación del tipo de cambio en el mercado negro, incrementando cada vez más la diferencia entre el tipo de cambio oficial y el informal y provocando, en consecuencia, una cadena especulativa descomunal en los precios de todos los productos y servicios que se ofertan en el país; segundo, el ya conocido desabastecimiento programado de bienes por parte de diversos grupos patronales, al cual se le ha agregado en el último tiempo una reducción de la producción, para multiplicar aún más, si cabe, la hiperinflación; tercero, un bloque internacional bancario para ahogar financieramente al país; y cuarto, un sabotaje a las transacciones monetarias, dificultando la adquisición de billetes en muchas entidades bancarias y dejando así sin liquidez a la población.

La otra teoría plausible que intentaría explicar la actual crisis económica, asume los citados aspectos de la guerra económica pero agrega variables exógenas y autocríticas. Por un lado, se alude a la caída de los precios del petróleo y al intento de mantener el gasto público y social al mismo nivel, lo cual está provocando un incremento severo del endeudamiento. No hay que olvidar que una gran parte del crudo venezolano es pesado y extra pesado y por lo tanto muy caro de extraer, por lo que los ingresos en el último periodo han sido muy bajos.

Por otro lado, desde una óptica autocrítica, intelectuales del chavismo alertan de las ventajas que algunas fracciones de la elite del propio chavismo obtienen de la guerra económica. Un referente intelectual de la izquierda como Javier Biardeau advierte de la articulación entre “grupos importadores, mafias cambiarias y una ‘burguesía patrimonalista’ ligada a altos cargos de la administración pública (la tecno-burocracia)”, que están lucrándose del actual deterioro económico. Además, la imposibilidad literal de subsistir exclusivamente del salario estimula el denominado “bachaqueo”, es decir, la reventa especulativa, provocando que los circuitos de la economía informal tengan cada vez más peso en el conjunto de la economía.

Medidas gubernamentales. En la orientación económica del Ejecutivo para intentar superar la crisis ha primado cada vez más el intento por generar alianzas productivas con diversos sectores empresariales, buscando, por un lado, contrarrestar la estrategia de desestabilización y por otro, incrementar la producción nacional. En el actual rumbo, de perfil más netamente neo-desarrollista, destacan tres grandes proyectos. Por una parte, el mega-proyecto del ‘Arco Minero del Orinoco’, que ampliaría la frontera minera en más de 100.000 km2, para explotar oro, hierro, níquel, carbón, etc. Una actividad que podría generar, según el gobierno, de 3 a 4 mil millones de dólares anuales, pero que ha provocado un rechazo muy fuerte de sectores ecologistas y del chavismo crítico. Por otra parte, la flexibilización de convenios en la Faja Petrolífera del Orinoco, para atraer más socios internacionales. Por último, la creación de ‘Zonas Económicas Especiales’, facilitando la llegada de inversiones extranjeras.

Críticas y propuestas de la izquierda chavista. Tanto el chavismo opositor como grupos críticos al interior del chavismo oficial coinciden en criticar algunas de estas medidas y plantean un cambio de rumbo. Por un lado, alertan del crecimiento preocupante de la deuda externa y plantean la suspensión del pago y una renegociación. Los intereses que la mafia bancaria internacional está obligando a pagar a Venezuela son absolutamente desproporcionados y han vuelto a poner sobre el tapete la urgencia de una auditoria de la deuda.

Por otro lado, la desaparición progresiva del control de precios de muchos productos básicos, como consecuencia de la presión de sectores empresariales, no ha servido para estabilizar precios, por lo que la dificultad de acceso a alimentos y medicinas se ha incrementado. Los denominados CLAP (Comité Local de Abastecimiento y Producción) han permitido un abastecimiento directo a los sectores populares pero no parecen en absolutos suficientes para garantizar un acceso mínimo. En consecuencia, el no pago de la deuda y el restablecimiento del control de precios son algunas de las demandas más urgentes del movimiento popular.

Luismi Uharte. Parte Hartuz Ikerketa Taldea

X + Y = TRUMP (X e Y son conocidas, hay que despejar la incognita Trump)



No se está entendiendo por qué ganó Trump

Rebelion
07.06.2017


En la cobertura mediática del tsunami político que ocurre en EEUU se hace excesivo hincapié sobre la figura de Trump y su idiosincrasia y comportamiento atípico como presidente del país, sin analizar el contexto político que determinó tal elección, lo que hace que no se esté entendiendo por qué ocurrió tal tsunami. Atribuir este hecho –su elección como presidente- predominante a su figura es un error de primera magnitud, pues hay algo mucho más importante que Trump para comprender lo que está pasando en EEUU, y es entender por qué más de sesenta millones de personas votaron por él (casi el 50% de las personas que fueron a votar lo hicieron por él). Y lo que es incluso más importante es entender por qué la gran mayoría de la clase trabajadora blanca, que constituye la mayoría de la clase trabajadora estadounidense, lo votó. En realidad, la clase trabajadora blanca fue el centro de su base electoral. Este es el punto más importante que hay que entender. Sin comprender este hecho, habrá muchos Trumps como presidentes en las próximas décadas en EEUU.

¿Por qué la clase trabajadora votó a Trump? 

En primer lugar, tenemos que hacer una aclaración, que es obvia, pero que parece desconocida, ignorada u ocultada en los grandes medios de información. En EEUU (como en todos los países de Europa) hay una clase trabajadora distinta a la clase media. En realidad, hay más estadounidenses que se definen como pertenecientes a la clase trabajadora que a la clase media. Los datos están ahí para aquellos que quieran verlos. Y lo mismo, por cierto, ocurre en la mayoría de países de la Unión Europea, incluyendo España.

Esta clase trabajadora en EEUU ha ido perdiendo capacidad adquisitiva en los últimos treinta años, desde los años ochenta, con la elección del presidente Reagan, que inició las políticas neoliberales que constituían un ataque frontal a la clase trabajadora. Las rentas del trabajo como porcentaje de las rentas totales del país han ido descendiendo, pasando de un 70% de todas las rentas a finales de los años setenta, a un 63% en el año 2012. El enorme endeudamiento de las familias estadounidenses (y el gran crecimiento del sistema crediticio financiero) se basa en este hecho. Este descenso de las rentas del trabajo creó un problema, al disminuir la demanda y el crecimiento económico (puesto que la mayor parte de la demanda procede del consumo originado por las rentas del trabajo). Por otra parte, el crecimiento del sector financiero (que, como acabo de decir, fue también consecuencia del descenso de las rentas del trabajo) y la escasa rentabilidad de las inversiones en el sector productivo de la economía (donde se producen los bienes y servicios) explican que crecieran las inversiones especulativas, creando las burbujas cuya explosión (sobre todo la inmobiliaria) creó la Gran Recesión, consecuencia del comportamiento especulativo del capital, facilitado por las políticas desreguladoras del capital financiero.

La desregulación del comercio y de la movilidad de capitales inversores que perjudicó a la clase trabajadora 

Las políticas neoliberales, en su objetivo de incrementar la rentabilidad del capital, facilitaron la movilidad de las industrias manufactureras a países con salarios más bajos y con peores condiciones laborales. Ello causó una gran destrucción de puestos de trabajo bien pagados en el sector manufacturero de EEUU, ocupados en su mayoría por la clase trabajadora blanca. En realidad, bastaba que los dueños y gestores de las industrias manufactureras amenazaran a sus trabajadores con el traslado a otro país, para conseguir rebajas salariales y la aceptación de peores condiciones de trabajo. Es lógico, pues, que la clase trabajadora, afectada por tal movilidad de industrias a otros países con salarios mucho más bajos, odiara los tratados de libre comercio y a los gobiernos que los promovían. En realidad, los efectos de tal movilidad aparecen claramente en los barrios donde viven los trabajadores metalúrgicos en la ciudad de Baltimore (tales como Dundalk), uno de los centros industriales más importantes de EEUU. El traslado de los altos hornos del acero (Bethlehem Steel Corporation) a otro país creó un enorme deterioro en tales barrios. Estas políticas neoliberales han sido llevadas a cabo por todos los gobiernos federales, desde Reagan hasta Obama, siendo, por cierto, más acentuadas y promovidas por los presidentes demócratas Clinton y Obama, que por los republicanos.

Otra causa del enfado de la clase trabajadora: Las limitaciones de los programas sociales federales 

El Estado del Bienestar en EEUU está muy poco desarrollado. Como resultado del enorme poder que los propietarios y gestores de las grandes corporaciones financieras, industriales y servicios tienen sobre el Estado federal (lo que en aquel país se llama la Corporate Class), los derechos sociales y laborales están muy poco desarrollados. No hay, por ejemplo, el derecho de acceso a los servicios sanitarios. En realidad, en EEUU hay más muertes debidas a falta de atención médica que a la enfermedad del SIDA. Un indicador de la crudeza e insuficiencia del sistema sanitario estadounidense es que el 44% de las personas que se están muriendo (es decir, que tienen enfermedades terminales) indican que están preocupadas por cómo ellas o sus familiares podrán pagar sus facturas médicas. No hay plena consciencia en Europa de que EEUU es el capitalismo sin guantes.

No existe en EEUU la universalidad de derechos, es decir, que una persona, por ser ciudadana o residente, tenga un derecho en concreto. La provisión de servicios sanitarios, por ejemplo, depende de la renta de una persona, siendo los programas sanitarios del gobierno federal (como Medicaid) de tipo asistencial, es decir, de ayuda a los pobres, que, erróneamente, se cree que son los negros (en realidad, la gran mayoría de pobres en EEUU son blancos, aunque los negros son los más pobres entre los pobres). Pero en el imaginario popular, entre la clase trabajadora blanca, se considera que son los negros los que se benefician más de estos programas federales, cuyos gastos se cubren primordialmente con los impuestos que pagan las clases populares. De esta percepción (errónea) se crea el antagonismo de la clase trabajadora blanca (que no se beneficia de estas políticas federales asistenciales) hacia el gobierno federal, por pagar, con sus impuestos, la asistencia sanitaria a los pobres (que consideran que son los negros). De ahí la elevada impopularidad entre la clase trabajadora blanca de los programas antipobreza federales (que Trump quiere disminuir radicalmente).

¿Qué ha estado haciendo el partido supuestamente de izquierdas, el Partido Demócrata?: Las limitaciones de las políticas de identidad antidiscriminatorias 

Uno de los atractivos del modelo americano ha sido la posibilidad de ascender en la escala social. La movilidad vertical era la base del sueño americano (The American Dream). Esta percepción daba pie a relativizar la clase social en la que un ciudadano nacía, puesto que se asumía que podría ascender a las otras clases sociales, incluyendo la que se llamaba la clase alta.

Se reconocía, sin embargo, que tal movilidad social estaba perjudicada por la discriminación que las minorías (como las afroamericanas) y las mujeres sufrían. De ahí que, a partir de la legislación de derechos civiles, iniciada por el presidente Johnson (en respuesta al movimiento liderado por Martin Luther King en defensa de los derechos civiles), el gobierno federal estableciera las políticas antidiscriminatorias, como el punto central de sus políticas sociales, que tenían como objetivo facilitar la integración de los sectores discriminados dentro de la movilidad vertical, favoreciendo a minorías y mujeres, aumentando con ello su número en las estructuras de poder político y mediático. La elección de un afroamericano, Barak Obama, como presidente, culminó este proceso entre los negros, y el intento de la candidata Clinton hubiera tenido el mismo significado para las mujeres.

Ahora bien, la mayor discriminación que existe en EEUU es la discriminación por clase social. La mortalidad diferencial por clase social es mucho mayor, por ejemplo, que la mortalidad diferencial por raza o género. Es más, la mortalidad diferencial por raza tiene poco que ver con la raza, sino con racismo. La discriminación racial pone a la mayoría de negros en la clase trabajadora no cualificada y peor pagada. Tal discriminación de clase relativiza el sueño americano, pues la movilidad social, que permite el paso de la clase trabajadora a las clases más pudientes, ha sido siempre –en contra del mito del sueño americano- muy limitada y menor, por cierto, que en países como los escandinavos, donde los instrumentos de la clase trabajadora (como los partidos de izquierdas y los sindicatos) han sido más poderosos.

La falta de sensibilidad hacia la discriminación de clase explica que la clase trabajadora blanca tenga poca simpatía por los programas antidiscriminatorios, los cuales no la benefician directamente. En realidad, el aumento de negros y mujeres en las estructuras de poder ha tenido muy escaso impacto en la mayoría de negros y mujeres que pertenecen a la clase trabajadora. El estándar de vida de la clase trabajadora negra no aumentó durante el gobierno Obama. Y lo mismo hubiera ocurrido con las mujeres si hubiera ganado las elecciones la Sra. Clinton. Su insensibilidad hacia la discriminación de clase y la necesidad de incorporar la variable de clase en sus políticas (llegando incluso a insultar a la gente trabajadora seguidora de Trump) explica que la mayoría de mujeres de clase trabajadora no votaran por ella, sino a Trump.

Las únicas voces dirigidas a la clase trabajadora: Sanders y Trump 

Las únicas voces que hablaron a y de la clase trabajadora fueron el candidato demócrata Bernie Sanders y el candidato republicano Donald Trump. El primero, un senador socialista conocido por su integridad y continua defensa del mundo del trabajo, criticó las políticas neoliberales que habían afectado muy negativamente el nivel de vida de la clase trabajadora, denunciando los tratados de libre comercio que habían promovido los gobiernos demócratas de Clinton y de Obama, siendo una de sus máximos defensores la Sra. Hillary Clinton, primero como esposa del presidente Clinton, y más tarde como Secretaria de Estado (cargo semejante al de Ministro de Asuntos Exteriores). Criticó también las reformas laborales realizadas por los sucesivos gobiernos, las cuales descentralizaron los ya muy descentralizados convenios colectivos, debilitando a los sindicatos. Su grito de batalla electoral era que EEUU necesitaba una revolución política, rompiendo con el maridaje del poder económico y financiero con el poder político, maridaje que es favorecido por la financiación privada del proceso electoral, mediante la cual los lobbies financieros y económicos financian a los candidatos sin ningún freno en la cantidad de dinero que estos candidatos puedan recibir, para, entre otras cosas, comprar espacio televisivo, que está completamente desregulado, disponible para el mayor comprador. Sanders propuso la financiación pública del proceso electoral, reduciendo o incluso eliminando la financiación privada derivada de los lobbies financieros, económicos y profesionales. Ganó en 22 de los 50 Estados durante las primarias del Partido Demócrata, siendo el más popular entre la gente joven y la trabajadora. Las encuestas mostraban que hubiera ganado las elecciones a Trump.

Pero el aparato del Partido Demócrata, claramente controlado por los Clinton y los Obama, se movilizó para destruirlo, siendo el adversario principal del partido. La victoria de Hillary Clinton sobre Sanders aumentó la abstención de un porcentaje muy elevado de los jóvenes, y causó un flujo de votantes antiestablishment hacia Trump. Las clases populares querían primordialmente mostrar su gran rechazo al establishment político-mediático centrado en Washington, la sede del gobierno federal.
La derrota de Sanders promovida por el Partido Demócrata facilitó la victoria de Trump 

La derrota de Bernie Sanders facilitó la victoria de Trump. Pero la mayor causa de su éxito fue la movilización del movimiento libertario, dirigido por el Tea Party, que había ido infiltrando y controlando las bases del Partido Republicano, en su lucha contra el establishment político de Washington, incluyendo el establishment republicano. Este movimiento, claramente financiado por intereses financieros de carácter especulativo (como los hermanos Koch), tenía como su objetivo central eliminar la presencia del Estado federal en la escasamente regulada actividad financiera, como por ejemplo en los sectores inmobiliarios, los sectores de casinos y juego, y la actividad especulativa de la banca. Estos sectores se aliaron con la clase trabajadora blanca que, por las razones indicadas anteriormente, se oponía al Estado federal. Fue esta alianza la que constituyó la base del movimiento libertario, un movimiento de ultraderecha que sembró el campo para el éxito de la candidatura de Trump. Este diseñó su campaña con un programa para anular los tratados de libre comercio y favorecer las rentas del capital, bajando espectacularmente los impuestos de sociedades de un 35% a un 15% y eliminando los programas antipobreza y los programas antidiscriminatorios con una narrativa racista y machista. El suyo es un programa libertario como máxima expresión del neoliberalismo, intentando eliminar la influencia del sector público y de las intervenciones públicas mediante la privatización de los programas públicos.

¿Es Trump un fascista? 

Trump tiene características de la ideología fascista, tales como un nacionalismo extremo basado en un sentido de superioridad de raza y de género (un machismo muy acentuado), con un canto a la fuerza y a la intervención militar, con una concepción no solo autoritaria, sino también totalitaria del poder, deseoso de controlar los mayores medios de información y reproducción de valores (desde la prensa y la televisión, hasta al mundo universitario), profundamente antidemocrático, presentándose como el salvador de las víctimas del sistema político corrupto.

Ahora bien, también hay que subrayar las características que le diferencian del fascismo. Una es que Trump no creó un movimiento y partido, sino que fue al revés: el movimiento popular antiestablishment creó a Trump. La segunda característica que le aleja del fascismo es que está en contra del Estado (a la vez que lo instrumentaliza para optimizar sus intereses particulares y los intereses del mundo del capital), siendo su postura un libertarismo neoliberal extremo. En realidad, es la expresión máxima del neoliberalismo. Definir a tal movimiento como populista es no entender los EEUU. En realidad, han existido partidos semejantes al Tea Party que tuvieron características parecidas al actual. Nada menos que Henry Wallace, el vicepresidente progresista del presidente Roosevelt, alertó de la posibilidad que surgiera un fascismo americano, con características propias, que en defensa del ciudadano común se convertiría en el máximo exponente de los intereses del mundo del capital, el cual es siempre proclive a movimientos autoritarios y totalitarios, intentando establecer un orden altamente represivo que impida el surgimiento de movimientos que amenacen las estructuras de poder. Trump es un ejemplo de ello.

El término populismo, utilizado por el establishment político mediático para definir cualquier movimiento contestatario, tiene escasísima capacidad analítica para entender lo que está pasando en EEUU (y en Europa). En EEUU es un movimiento libertario extremo con características totalitarias semejantes (pero no idénticas) al fascismo que votó unánimemente contra el establishment político-mediático -el Partido Demócrata-, representado por Hillary Clinton apoyando en su lugar a Trump que, astutamente utilizó una narrativa antiestablishment, presentándose como la alternativa a tal rechazado establishment. Definir este fenómeno como populismo tiene poco valor explicativo. Es lógico que el establishment político-mediático lo defina como tal, pues es la manera de caricaturizarle, dificultando su comprensión, pero no tiene ningún valor ni científico ni explicativo, pues dificulta la comprensión del fenómeno que se analiza.

¿Qué pasará en EEUU? 

En realidad, la evidencia apunta a que el establishment político-mediático estadounidense tampoco entiende lo que está pasando en aquel país. Su obsesión con la figura de Donald Trump, sin analizar y actuar sobre las causas de que casi la mitad del electorado le votase, es un indicador de ello. Y la respuesta del Partido Demócrata a este hecho es dramáticamente insuficiente: sus propuestas son continuadoras de las que propusieron las últimas administraciones de tal partido (Clinton y Obama), sin que haya incurrido en la más mínima autocrítica. Asumen que la falta de popularidad del presidente Trump forzará un cambio, incluyendo su posible impeachment, ignorando que lo que determina la victoria de un candidato no es su popularidad en el país, sino el nivel de apoyo que consigue entre el electorado que lo vota en relación con otras alternativas. Y lo que está predeciblemente ocurriendo es que mientras la popularidad general del presidente Trump está descendiendo (nunca fue muy popular), la que tiene entre sus votantes es extraordinariamente alta. Vemos que, en contraste con lo que ocurre en el Partido Demócrata, la lealtad del votante a Trump es elevadísima. Es visto, por parte de las bases electorales, como el antipolítico, sujeto a una gran hostilidad por parte de los mayores medios de información, a los cuales sus votantes detestan.

Referente a las posibilidades de ser expulsado de su cargo (impeachment), estas son pequeñas, pues ello dependería de una acción del Congreso, hoy controlado por el Partido Republicano, donde el movimiento libertario de ultraderecha tiene un enorme poder. En ausencia de un cambio improbable en el Partido Demócrata, las próximas elecciones al Congreso verán un enorme aumento de la abstención (ya siempre muy elevada) que permitiría mantener el Congreso y el Senado en manos del Partido Republicano. Solo en caso de que este perdiera el control del Congreso podría ocurrir el impeachment. De ahí que lo que ocurra va a depender no solo de lo que suceda en la administración Trump, sino también de lo que pase en el Partido Demócrata que pueda movilizar el voto abstencionista. El sistema electoral estadounidense imposibilita la aparición de un nuevo partido. De ahí que la crisis del bipartidismo que hemos visto en Europa no se dará en EEUU. 

El panorama futuro de EEUU es más que preocupante. Pero no hay que olvidar que la enorme crisis política que tiene el país ha sido causada por la políticas neoliberales realizadas desde los años ochenta, iniciadas por el presidente Reagan y continuadas por todos los demás, Bush senior, Clinton, Bush junior y Obama. No hay que olvidar que el enorme desencanto creado por el presidente Obama favoreció la victoria de Trump. El “Yes, we can!” (¡Sí, nosotros podemos!) quedó en un eslogan que no se materializó en la medida en que las expectativas que había generado no se cumplieron, destacando su complicidad con los grandes poderes financieros (centrados en Wall Street), los cuales frenaron significativamente su vocación transformadora.

En realidad, ha ocurrido en EEUU lo que también se ha dado en Europa. La aplicación de las políticas neoliberales ha creado esta enorme crisis y un rechazo (al cual también se le define erróneamente como populismo) que está predominantemente centrado en las clases populares y que, debido a la adaptación de las izquierdas tradicionales al neoliberalismo, ha sido canalizado por partidos de ultraderecha, con características semejantes al fascismo. Las políticas neoliberales de Trump continuarán imponiéndose, paradójicamente envueltas en una narrativa “obrerista” y “proteccionista” que entra en claro conflicto con las políticas de la administración Trump, que son profundamente hostiles hacia el mundo del trabajo a costa de un tratamiento claramente preferencial hacia el mundo del capital. Y con unas políticas comerciales que continuarán la dinámica de la globalización neoliberal, realizada no a base de tratados de libre comercio que incluyen varios países, sino a través de tratados bilaterales que permitan a EEUU tener mayor control de los términos de tales tratados. Trump representa así la máxima expresión del neoliberalismo. De ahí su enorme capacidad de dañar el bienestar de las clases populares del mundo, incluyendo las clases populares de EEUU, las primeras víctimas del capitalismo sin guantes, con una concepción darwiniana caracterizada por su enorme insensibilidad social y carente de solidaridad, con un canto a la acumulación de capital sin freno, sin límites en su comportamiento para así alcanzarlo. Lo que está ocurriendo muestra que, como bien indicó Rosa Luxemburg, las alternativas entre las que la humanidad debería escoger serían el barbarismo (al cual la evolución del capitalismo podría llevar) o el socialismo. El neoliberalismo y su máxima expresión nos están llevando claramente a la primera de esas alternativas. Así de claro.

Vicenç Navarro: Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra y Director del JHU/UPF Public Policy Center
Fuente: 
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2017/06/06/no-se-esta-entendiendo-por-que-gano-trump/

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MARIANO RAJOY AGARRA SU MOCHILA AZÚL, SE VA AL FUTBOL EN UN ABANDONO DEL PUESTO DE TRABAJO



RAJOY PRESIDENTE (DEL MADRID)


Cuarto Poder
06.06.2017
Rajoy, junto al presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, en el palco del Millenium Stadium de Cardiff, donde el pasado sábado el Real Madrid ganó su duodécima Copa de Europa. / Chema Moya (Efe)
Unos minutos antes de que comenzase la final de la Champions, en Antena 3, apareció en pantalla un Mariano Rajoy presidente, sonriente, feliz, pletórico. Y eso que aún no conocía el resultado del partido. Un rostro inédito el del presidente del Gobierno, absolutamente radiante, sobre todo si tenemos en cuenta que tenía a escasos centímetros de la boca un micrófono. Sí, como lo oye, Mariano Rajoy estaba respondiendo a las preguntas de un periodista sin mostrarse atemorizado, estupefacto, huidizo o grosero. Ni una duda, ni un tic. Estaba cómodo ante la prensa. Era un tipo diferente al irresponsable escapista que sufrimos cada día los ciudadanos que pagamos su sueldo, que nos quedamos sin saber qué piensa sobre determinados problemas, que se burla de nuestros representantes, los periodistas. Un presidente que alega falta de tiempo para declarar por videoconferencia en el juicio del caso Gürtel y, sin embargo, se va hasta Cardiff para ver a su equipo jugar contra la Juve. El Mariano Rajoy de la Champions era un hombre liberado de una gran carga, sin nada que ocultar, educado con los medios de comunicación, responsable con los votantes, satisfecho por su responsabilidad en esos momentos: disfrutar del fútbol.

El fútbol transforma a Rajoy. Le relaja, le humaniza, le libera del peso del trabajo, de la responsabilidad de la política, de su enorme mediocridad y, sobre todo, del acoso de la corrupción. Para meter mano en el mundo del balón ya están otros: el PP no trabaja ese género, que sepamos. Es evidente que la política no es el hábitat de un Rajoy que se siente mucho más a gusto cuando comenta la presencia de Isco en la media punta. ¿El empleo precario? ¿La finaciación ilegal? ¿Los sobres, los discos duros y demás zarandajas? Todo eso, ya tal. Lo importante es lo de Isco: el Madrid tiene que renovarle sí o sí.
Como presidente del Gobierno Mariano Rajoy es un absoluto desastre, el ejemplo perfecto de hombre gris sobrepasado por su cargo. Sin embargo, cuando rueda el balón, ese momento mágico en el que siente toda la confianza que le otorgan los 30 años de suscripción al Marca, es cuando deja ver todo su potencial: es el sustituto natural de Florentino Pérez. Eterno sospechoso por sospechoso eterno. Sé fuerte, Florentino”, le diría a modo de despedida. Eso sí, el del PP tendría que hacer las paces con García Ferreras y Eduardo Inda, la guardia pretoriana del presidente merengue.

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