lunes, 3 de octubre de 2022

A los españoles les preocupa más el cambio climático que la guerra

 

A los españoles les preocupa más el cambio climático que la guerra

 

TERCERAINFORMACION / 29.09.2022

Desde la invasión de Ucrania, la guerra y Rusia se sitúan como grandes preocupaciones de los europeos junto con los efectos del calentamiento global, según un informe en el que ha participado la Fundación BBVA.

En la imagen de archivo, sequía en Saint-Martin-du-Var, sur de Francia. EFE /EPA /SEBASTIEN NOGIER


La invasión rusa de Ucrania en febrero de este año ha impactado en el mapa de preocupaciones tanto de europeos como de norteamericanos: la guerra entre países y Rusia se sitúan entre los principales desafíos, mientras que la preocupación por la pandemia o el terrorismo pierde intensidad.

Resulta relevante que en este contexto el cambio climático se mencione como desafío global casi en pie de igualdad con la guerra. Así lo indica el informe Transatlantic Trends 2022, realizado en 14 países –entre ellos, Alemania, EE UU, España, Francia, Italia y Portugal–centrado en temas vinculados con la política internacional y las relaciones transatlánticas y en el que participa la Fundación BBVA.

En este sentido, el estudio indica que los españoles priorizan el cambio climático (el 22% lo menciona en primer lugar frente al 19% del promedio europeo), por delante de la guerra (19% en España) como principales desafíos que afrontar, seguido de la inmigración (el 19% frente al 12% del promedio de países europeos) y en menor medida Rusia (el 11% en España frente al 19% de Europa). 

El sur de Europa prioriza la crisis climática

Los países del sur de Europa (Italia, 34%; Portugal, 29%; Francia, 28%; España, 22%) y Canadá, 24%, son los que mencionan de manera prioritaria la crisis climática como principal desafío de sus países. En el otro extremo, en Lituania, Turquía y Polonia, la mención a este asunto es mucho menor.

Por su parte, en Estados Unidos, que presenta un mapa de desafíos más fragmentado, el cambio climático es mencionado en menor medida (14%) que en la mayoría de los países europeos.

A la hora de gestionar las relaciones con Rusia, los españoles se decantan en mayor medida que sus pares continentales por hacerlo a través de la UE (el 48% frente al 36% en el promedio de la Unión). La misma tendencia se registra cuando se trata de gestionar las relaciones con China (el 58% de los españoles prefiere trabajar a través de la Unión Europea frente al 46% en el promedio europeo).

Los españoles tienen una visión relativamente menos favorable que el resto de los europeos de la influencia de Estados Unidos en los asuntos mundiales, aunque continúa siendo positiva (el 56% frente al 61% en el promedio europeo). La mayoría considera a Estados Unidos como un socio muy o bastante fiable, en menor medida que en el promedio de países de la UE (el 62% frente al 69%).

Fuente: SINC

 

La revolución de Octubre tiene nombre propio: Asturies

 

La revolución de Octubre tiene nombre propio: Asturies

 

(foto: El Confidencial)


Por Víctor Arrogante

Rebelion / España

 | 03/10/2022 |

 

 

Fuentes: Rebelión

Octubre ha sido un mes de revoluciones en la historia. En Rusia, tras la Revolución de 1917, con la toma del poder bolchevique, se constituyó la Unión Soviética, desintegrándose en 1991 con Gorbachov. Irán tuvo su revolución en 2014.

En España también tuvimos nuestra revolución. Fue en 1917 cuando los conflictos sociales, económicos y militares, convulsionaron España. Fue en 1934 con el objetivo de subvertir el orden, por las contrarreformas antisociales del gobierno reaccionario de turno. Hoy cabría preguntarse ¿hay razones para una revolución? Hay razones, pero pocas convicciones y nula conciencia de la situación.

En Rusia, todo comenzó con la llegada de Lenin al liderazgo de un imperio en transformación. La primera guerra mundial sometió a tensiones brutales a la sociedad rusa y provocó la revolución, que acabó con la autocracia zarista, transformándose en una república federal socialista, Una sociedad de campesinos empobrecidos se elevó a la condición de gran potencia industrial. La economía fue centralizada por el Estado y el poder político quedó en manos del Politburó, estableciéndose como régimen totalitario.

La injusticia social y la creciente desigualdad en España, llevaron al PSOE y a la UGT a la convocatoria de una huelga general indefinida, con el fin de obligar a las clases dominantes a producir cambios del sistema. Todo para garantizar al pueblo un mínimo de condiciones decorosas de vida y de desarrollo de sus actividades emancipadoras. Se impuso la huelga general, sin plazo definido de terminación, como el arma más poderosa que poseían para reivindicar sus derechos.

La huelga fue un completo éxito y el poder reaccionó con una dura represión. Los miembros del comité de huelga fueron detenidos y condenados a la pena de cadena perpetua. En las elecciones de 1918 fueron elegidos diputados y tras una campaña internacional para su excarcelación, fueron indultados o quedaron en libertad. La represión produjo 71 muertos, 156 heridos y unos dos mil detenidos. La desafección hacia el rey Alfonso XIII y hacia el sistema aumentó entre intelectuales y la clase obrera y clase media. Avanzaba la descomposición de la monarquía, que llevó a la dictadura de Primo de Rivera en 1923 y a la proclamación de la República en 1931.

En 1934, la izquierda había perdido el poder parlamentario, pero la fuerza social seguía intacta en la lucha por mejorar sus condiciones de vida. Largo Caballero llevaba tiempo criticando la política de colaboración de clases, la democracia burguesa y el sistema capitalista. Su nueva estrategia se produce en enero, cuando defendiendo la vía insurreccional, asume los cargos de presidente del PSOE y secretario general de UGT (con el apoyo de las Juventudes Socialistas). El programa manifestaba: Con el poder político en las manos anularemos los privilegios capitalistas y antes que ninguno el derecho que les da explotar a los trabajadores.

Alejandro Lerroux formó un nuevo gobierno, incorporando a tres ministros de la CEDA. Ese mismo día, 4 de octubre de 1934, el comité revolucionario socialista reunido en Madrid, tras contar con el apoyo de los comunistas y de las Alianzas Obreras (no así con el de la CNT), convocó la huelga general revolucionaria que se iniciaría a las 0 horas del día siguiente. La revolución de Octubre había comenzado.

La huelga general tuvo un seguimiento masivo en casi todas las ciudades, pero muy desigual, sobre todo en el campo, que acababa de salir de la mayor huelga agraria de la historia de España (10.000 detenidos, 191 ayuntamientos socialistas destituidos, clausura de locales sindicales y casas del pueblo). El hecho de que la CNT y la FAI no secundaran el llamamiento revolucionario (salvo en Asturias), fue una razón de su relativo fracaso. En Madrid, el día 8 fueron detenidos casi todos los miembros del comité revolucionario socialista.

El gobierno entregó el mando represivo a Franco, entonces gobernador militar de Baleares, quien movilizó al Tercio de Regulares. La represión se saldó con más de mil muertos y torturas de los detenidos en manos de la guardia civil; miles de despidos por su participación en la huelga y más de treinta mil presos; la mayoría de los dirigentes implicados apresados, dictándose veinte penas de muerte, dos de ellas ejecutadas. Los procesos duraron hasta los primeros meses de 1936.

En Octubre de 1934, se convocó la huelga general revolucionaria, como instrumento para la insurrección. En Asturias, antes de que amaneciera el día 5 de Octubre, fueron atacados los cuartelillos de la guardia civil en las cuencas mineras. Daba comienzo el movimiento huelguístico insurreccional decretado por el Comité Revolucionario, presidido por Largo Caballero. En la zona minera de León y Palencia, el poder obrero duró cuatro días. En Asturias hasta el día 18. El gobierno proclamó el Estado de guerra y al ejército establecer el orden.

En Oviedo, mil integrantes de las columnas obreras se apoderaron de la zona sur de la ciudad, tomando el Ayuntamiento, frente a las fuerzas del ejército, guardia de asalto, miembros de la guardia civil y del cuerpo de carabineros integrado por más de dos mil efectivos. Se unieron a la revolución Trubia, Gijón, Mieres, Sama y La Felguera, organizándose abastecimientos, hospitales de campaña y servicio de ferrocarriles.

El día 8, los obreros organizados, toman la fábrica de armas y dominan Oviedo. Las tropas de López Ochoa, fueron rechazadas cerca de Trubia (parroquia a 12 Km. del concejo de Oviedo) desde Avilés protegidos por veintiún aviones. Los obreros hechos prisioneros vienen en cabeza de la columna. En la madrugada del 10, el crucero Cervantes desembarca en Gijón a millares de Regulares de África, al mando del teniente coronel Juan Yagüe que arrasa Gijón. En la tarde del jueves 11, López Ochoa, carnicero de Asturias, entra en Oviedo.

Ese mismo día, los socialistas Peña, Dutor y Antuña, contra la postura de comunistas y anarquistas, proponen una retirada organizada. Se forma el Segundo Comité constituido por jóvenes comunistas, que la organizan militarmente. Se cuenta que el día 13 de octubre, dos muchachas, Aída Lafuente y Jesusa Penaos, militantes del comunismo libertario, armadas con una ametralladora, intentan cerrar el avance de los legionarios en la cota de San Pedro de los Arcos, pero no lo consiguieron. Las tropas mandados por el teniente ruso-blanco Iván Ivanov, las remataron con la punta de sus bayonetas.

Los mineros en su retirada constituyen el Tercer Comité Provincial, formado por socialistas y comunistas, con participación de la CNT, presidido por Belarmino Tomás, deciden instalarse en Sama. Los mineros de Oviedo resisten 48 horas más. El día 18, todo perdido, se negocia la capitulación: el Comité depondrá las armas y las fuerzas coloniales mercenarias no entrarán en la ciudad a la cabeza. Los mercenarios africanos entraron en cabeza y de qué manera.

Murieron mil quinientos revolucionarios durante los combates que siguieron al levantamiento armado y más de doscientos durante la represión. Los heridos fueron más de dos mil. En toda España fueron encarceladas entre treinta y cuarenta mil personas, y miles de obreros perdieron sus puestos de trabajo. La ciudad de Oviedo quedó asolada por los incendios, los bombardeos atacantes y la dinamita de los defensores.

El gobierno suspendió las garantías constitucionales. Numerosas corporaciones municipales disueltas, locales de sindicatos y partidos cerrados y periódicos clausurados. Los jurados mixtos (instaurados durante el bienio reformista) suspendidos. La contrarreforma se hizo más contundente. De las 23 penas de muerte sentenciadas, dos fueron ejecutados: el sargento Vázquez (que había volado un camión con treinta y dos guardias civiles) y Jesús Argüelles Fernández «Pichalatu».

Las represalias duraron en el tiempo. La Ley de Responsabilidades Políticas promulgada por Franco en 1939, tipificaba como punibles los actos y omisiones de quienes hubieran colaborado con la República Española y participado en la revolución de Asturias. Se legitimaron las multas, los embargos de bienes, los destierros y la purga generalizada en el mundo laboral durante la posguerra. Esta ley estuvo vigente hasta 1969, fecha en la que prescribieron los delitos cometidos antes del 1 de abril de 1939.

La insurrección de Octubre no consiguió su objetivo final, al carecer de organización, medios, armas, y planificación política y militar. Faltó la unión decidida de las fuerzas proletarias; pero en Asturias la unión fue determinante. También contó con la simpatía de los partidos republicanos pequeño-burgueses.

La revolución en España, tuvo nombre propio: Asturies; donde los obreros de la industria y los mineros, tuvieron un protagonismo, del que hoy todavía se habla y se siente.

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La UE declara la guerra a Europa

 

La subalternidad de las “élites” europea a EE. UU. es manifiesta. Es evidente que quien define el rumbo de la política exterior de la UE son los Estados Unidos. La política exterior europea no defiende intereses europeos, sino los del gobierno norteamericano.


La UE declara la guerra a Europa

 

Fernando del Pino Calvo-Sotelo

El Viejo Topo

3 octubre, 2022 



El entreguismo de la sedicente “élite” europea a EE. UU. causa extrañeza. En efecto, el verdadero responsable de la política exterior de la UE no parece ser el Alto Representante de turno, sino los Estados Unidos de América. Así, de forma patente, la política exterior europea no defiende los intereses de los europeos, sino los del gobierno norteamericano.

Estados Unidos afirma constantemente que los países europeos son sus “aliados”, pero esta simplificación edulcora la fría realidad geopolítica. En efecto, en las relaciones internacionales no existen cursis alianzas basadas en la amistad o en “valores comunes”, sino uniones temporales de mayor o menor duración basadas en una confluencia de intereses o en relaciones de subordinación, como es el caso.

Además, EE. UU. ve a Europa más como reliquia de museo que como potencia, pues su militarismo sólo respeta a quienes cuentan con ejércitos importantes y Europa no los tiene.

Pero lo más relevante es que para Estados Unidos Europa es un competidor, y de igual modo que a lo largo de la Historia el Reino Unido siempre intrigó para que la Europa continental se mantuviera débil y dividida, el gobierno norteamericano considera que una Eurasia en paz y unida por la interdependencia de lazos comerciales supone una amenaza a su hegemonía política y económica (doctrina Brzezinski).

Por lo tanto, la cronificación de la guerra en Ucrania no tiene nada de altruista, sino que es para EE. UU. un arma geopolítica para debilitar a Eurasia. Divide et impera.

El inicio del conflicto, de hecho, ha coincidido con la finalización del gaseoducto Nord Stream 2, que reforzaba enormemente los lazos de Rusia con Europa como proveedor de energía barata. ¿Creen que ha sido una coincidencia?

Así, el primer objetivo americano al involucrar a Europa en esta guerra era hacer descarrilar dicha infraestructura, considerada una amenaza estratégica para los intereses norteamericanos, e inicialmente lo logró gracias al entreguismo del gobierno alemán.

Y cuando ante la llegada del invierno Alemania empezaba a comprender su error, se produce el sabotaje submarino simultáneo de Nord Stream 1 y 2. ¿Qué países poseen la capacidad operativa para hacerlo? ¿Cui prodest? ¿Quién se beneficia de ello?

 “Preparados, disparen, apunten”

En contraste con la calculada estrategia norteamericana, la toma de decisiones de la UE no ha sido precedida de ningún análisis coste-beneficio mínimamente serio que defendiera los intereses de los europeos. La consigna ha sido: preparados, disparen, apunten, y al disparar primero y apuntar después nos hemos pegado un tiro en el pie.

Al inmiscuirse en un pulso de poder que nos era completamente ajeno, los burócratas de la UE no han hecho más que contentar a EE. UU. y, no satisfechos con propiciar una escalada del conflicto, han ido imponiendo sanciones sin ton ni son en un descabellado in crescendo que puede suponer el tercer suicidio de Europa en un siglo.

En efecto, estas sanciones están perjudicando mucho más al ciudadano europeo que al ruso. Aunque la fluctuación de las divisas responda a factores complejos, una muestra del efecto de las sanciones es la evolución del rublo y del euro frente al dólar desde que comenzó la guerra. El rublo sube y el euro se hunde:

La caída del euro, además, contribuye al gravísimo problema de inflación preexistente (empeorado por la guerra) que en España amenaza con devolver a la pobreza, vía pérdida de poder adquisitivo, a nuestra frágil clase media, creada con enorme esfuerzo a partir de 1950.

Asimismo, al romper relaciones comerciales con el proveedor ruso, hemos creado una crisis energética sin precedentes previamente sembrada por el fanatismo “verde”. Efectivamente, sólo Europa se toma tan en serio el timo del cambio climático inventado por el globalismo, cuyo resultado final serán los apagones y una factura eléctrica inasumible.

Intentar justificar el actual boicot a productos rusos criticando a posteriori la “dependencia energética” que teníamos de Rusia es una triquiñuela. Europa carece de suficientes fuentes de energía propias, luego a medio plazo simplemente sustituiremos la dependencia energética de Rusia por la dependencia energética de EE. UU., de las dictaduras árabes o del Magreb. ¿Hemos mejorado? No lo creo.

En poco tiempo Rusia podrá establecer nuevos lazos para vender sus abundantes materias primas a China e India, hogar del 36% de la población mundial, y probablemente la perdamos para siempre. ¿Comprenden ustedes el golpe de gracia a la prosperidad futura de Europa que nos ha dado EE. UU. con la complicidad de los ineptos de Bruselas y Berlín?

Aprendiendo de la historia

Decía Santayana que “aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”. El 28 de junio de 1914 el heredero de la corona del Impero Austrohúngaro fue asesinado a tiros en un atentado terrorista en Sarajevo (entonces Serbia).

Sólo cuatro semanas después y tras un ultimátum, Austria declaró la guerra a Serbia a pesar de que este país había aceptado 13 de los 14 puntos de dicho ultimátum. Los yonquis del poder tenían decidido ir a la guerra y las “causas” inmediatas del conflicto no fueron más que coartadas, como suele ocurrir.

La política de alianzas transformó entonces una contienda local en una devastadora guerra mundial. Rusia activó su alianza con Serbia y anunció la movilización de sus tropas, lo que propició que Alemania, aliada de Austria, declarara la guerra a Rusia; Francia acudió en ayuda de Rusia y Gran Bretaña en ayuda de Francia, quedando conformados dos bandos: la Triple Entente (Francia, Reino Unido y el Imperio Ruso) frente a los dos grandes imperios centroeuropeos, Alemania y Austria. Más adelante, Italia, Japón, el imperio otomano y otros países se unirían a uno u otro bando.

Cuatro años más tarde la devastación era absoluta: en los campos de Europa yacían los cadáveres de 17 millones de personas sin que para entonces nadie recordara el motivo real por el que habían muerto.

De aquí se desprenden algunas lecciones para la Europa de hoy. Primero, el poder no sólo corrompe la moral del individuo, sino también su capacidad de juicio. Así, en 1914 las “élites” europeas arrastraron al continente hacia la hecatombe con una estupidez, frivolidad e inmoralidad aterradoras. Segundo, las “alianzas” son peligrosas armas de doble filo que pueden transformar un conflicto local en una guerra mundial.

El artículo 5 de la OTAN, por ejemplo, fue diseñado para disuadir al difunto Pacto de Varsovia de tentaciones expansionistas durante la Guerra Fría. Lo que en realidad preveía no era la ayuda mutua de sus débiles firmantes, sino la protección del fuerte (es decir, de EEUU) a cualquiera de ellos.

Sin embargo, era sólo un arma disuasoria. De no haber funcionado, ¿qué habría ocurrido? El papel lo aguanta todo, pero bajemos a lo concreto: ¿enviaría usted a su hijo a luchar y morir por Ucrania? ¿Cree usted que los alemanes o los ingleses vendrían a defendernos de un ataque de Marruecos?

LA OTAN, ¿fuente de paz o de conflicto?

El órdago del artículo 5 fue un éxito, pero quedó obsoleto cuando la amenaza del comunismo soviético desapareció en 1991. De hecho, la OTAN es hoy exclusivamente una herramienta de poder norteamericana y una organización cuya supervivencia depende de que su enemigo tradicional siga siéndolo. De ahí su interés por que la opinión pública identifique falazmente a la actual Rusia con la antigua URSS, aunque nada tengan que ver.

Al igual que la OTAN, las vastas estructuras burocráticas de las agencias de inteligencia, el Departamento de Estado y el complejo militar-industrial norteamericanos (el Deep State) dependen de la existencia de un enemigo grande que justifique su tamaño y su poder. Sólo hay que aplicar la lógica del cui prodest y comprender los mecanismos de la patología del poder para concluir que, como el Ministerio de la Paz de Orwell, están tan interesados en la guerra perpetua como la OMS lo está en la pandemia perpetua.

Pero más allá de cuestionar la OTAN, lo preocupante es que, como en la Primera Guerra Mundial, el poder ha corrompido la moral y la capacidad de juicio de la “élite” europea y un dominó de alianzas puede transformar un conflicto local de daño contenido en una contienda mundial de consecuencias imprevisibles.

El objetivo de Estados Unidos es debilitar a Rusia…y a Europa

Mientras Occidente se obsesiona con Ucrania, en el resto del planeta no ocurre lo mismo. De hecho, los países que han sancionado a Rusia suponen sólo el 13% de la población mundial. El 87% restante mantiene sus relaciones con Rusia incólumes. ¿Es Rusia la que se está quedando sola o es Occidente?

Quizá el resto del mundo tiene claro que el origen del conflicto está en la provocación de EEUU a Rusia (sirviéndose del corrupto régimen ucraniano) esperando que el glacial autócrata ruso mordiera el anzuelo con sus mandíbulas de acero, como hizo. Por eso, el único actor mundial interesado en prolongar la guerra en Ucrania es EEUU, motivo por el cual hizo descarrilar las negociaciones entre ambos bandos llevadas a cabo antes de verano en Turquía en las que Ucrania habría accedido a no entrar en la OTAN, a aceptar el statu quo de Crimea y el autogobierno del Donbass, ya reconocido en los Acuerdos de Minsk II del 2015.

¿No creen que el mundo sería hoy más seguro y próspero si se hubiera alcanzado dicho acuerdo? ¿Estamos mejor o peor?

En el orden global de las cosas, la guerra de Ucrania se enmarca en el intento de alargar la hegemonía anglosajona puesta en riesgo por el despertar de Asia y el declive moral de Occidente, y en este contexto a EE. UU. le interesa debilitar a Rusia a costa de Europa con una guerra de desgaste en la que ellos no ponen los muertos ni sufren la debacle económica.

No sería la primera vez que Estados Unidos sacrifica a Europa en pro de sus intereses. En primavera de 1917 la opinión pública europea estaba harta de tanta carnicería. Tras la revolución, Rusia prometía retirarse del conflicto y Francia y Austria entablaban discretas conversaciones de paz: algunas divisiones francesas se negaban a combatir y el emperador Carlos de Austria, angustiado por no poder frenar la escabechina (en contraste con el agresivo káiser alemán), apelaba al papa Benedicto XV. Parecía que la guerra iba a acabar sin un claro vencedor, lo que suele ser el mejor resultado posible.

Sin embargo, EE. UU. quería protagonizar la organización del “nuevo orden” posbélico. Tras forzar la guerra contra España en 1898 con el pretexto del Maine, había probado el sabor del imperialismo y no podía dejar pasar la oportunidad de acabar con dos grandes competidores centroeuropeos.

De este modo, entró en la guerra a última hora utilizando la coartada du jour, alargándola un año más y produciendo como resultado unos vencedores y unos vencidos claros, que fueron humillados hasta el extremo en el Tratado de Versalles: el imperio austríaco fue desmembrado y Alemania condenada a la pobreza, lo que provocaría a la postre la llegada al poder de Hitler, democráticamente elegido por el desesperado pueblo alemán. EE. UU. apenas perdió 116.000 hombres, mientras los europeos perdieron millones.

Al borde del precipicio

Hoy Europa vuelve a estar al borde del precipicio porque la “élite” política europea se dedica a obedecer al amo americano y renegar de su obligación de defender a sus propios ciudadanos. Así, nos han involucrado imprudentemente en un pulso de poder que nos era ajeno y puesto en marcha sanciones de carácter autodestructivo que dañan a los europeos tanto como regocijan a los americanos, centrados sólo en preservar su preeminencia.

Europa, indefensa frente al belicismo norteamericano y abandonada por la cobardía e incompetencia de sus propias autoridades, se enfrenta al colapso económico y a una peligrosa escalada de un conflicto en el que se ha querido arrinconar a una potencia nuclear. Como en 1914, no cabe mayor estupidez, frivolidad e inmoralidad. ¿Quién defiende al ciudadano europeo? Nadie, y no comprender esto es no comprender nada.

Fuente: blog FPCS.

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