miércoles, 30 de enero de 2008

¡FELICIDADES ALTEZA! (¿QUE QUÉ HAGO?)

Alteza Felipe, que es que tengo aquí en Zaragoza a unos cien mil aragoneses, que no son Los Cien Mil Hijos de San Luís ni mucho menos, ¡que va!, solo cien mil personas mayores que viven solas y no tienen ni para una cervecilla con una caja pequeña de gambas de Huelva para celebrar vuestro CUARENTA CUMPLEAÑOS, ¿Que qué hago?
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MIS QUERIDAS Y QUERIDOS CABRONCETES

Se trata como bien podéis imaginar de faltaros el respeto cuanto pueda y de negaros las virtudes que socialmente se os atribuye: trabajadores, inteligentes, etc., de las que tan injustamente disfrutáis por la sencilla razón de que, sois unos simples delincuentes sociales, sólo que muy bien vestidos, mejor alimentados, con mucho dinero, sin ningún escrúpulo y responsables directos de que la sociedad entera pudiendo vivir bien, gracias a vosotros, viva mal, por lo que os pongo la guinda de cabroncetes, y dicho sea esto en el peor sentido del término.
Ya veis que, para que la cosa no tenga duda y nos podernos entender a la primera, parto de la presunción básica de vuestra culpabilidad, mis queridas/os banqueras/os y cómplices necesarios e imprescindibles para la comisión del delito: políticas/os oficiales y periodistas de mucho postín y garbo que no dicen todo lo que saben en el momento en que llega a su conocimiento.
No incluyo de momento a juezas/es, no por prevención de ninguna clase, sino porque me podrían echar por la cara que ellos se limitan a cumplir la norma escrita, y en eso llevarían razón.
Mis queridos delincuentes banqueras/os, chorizuelas/os todas/os, con las enormes masas de capitales que os llegan, que no es de vuestra propiedad, sino mía, y que no es producto de vuestro trabajo, sino mío, atendiendo a vuestro mezquino y egoísta interés, que es legítimo, porque es legal, pero injusto porque es inmoral, con el robo de las hipotecas, entre otros, habéis creado una crisis financiera al invertir esa enormes masas de capital en bienes improductivos, viviendas, en vez de haberlo hecho en bienes productivos.
Eso sí, estas últimas inversiones tienen una menor rentabilidad y una mayor utilidad social, con lo que habéis contribuido también a las corruptelas urbanísticas, destrucción del paisaje, y encarecimiento de un bien público, la vivienda, que tratáis como una simple mercancía sin ninguna justificación, salvo el engorde de vuestras cuantas corrientes que ocultáis a la opinión pública y al propio accionista del banco, como producto del robo que es.
Así, pues, mis queridas/os choricetas/es, hasta tanto no existan leyes que se os puedan aplicar para que respondáis ante la sociedad del daño causado, y su re-po-si-ci-ón, listillas/os, como les dijo mi amigo Labordeta a los parlamentarios del PP que no le dejaban meter baza en el propio Parlamento, ¡iros a la mierda!

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