jueves, 26 de noviembre de 2015

PODEMOS (INFORMACIÓN)


La sociedad civil en muchos rincones del mundo se está organizando para manifestarse el 28 y el 29 de noviembre, horas antes de la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático que se celebrará en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre. Por el momento, los compromisos presentados son insuficientes para frenar el camino al colapso ambiental al que el modelo imperante de producción y consumo basado en la quema de combustibles fósiles nos está dirigiendo.

Necesitamos movilizarnos y cambiar el gobierno y las políticas del Estado español para combatir el calentamiento climático global. Podemos quiere que quede claro que solo un cambio de modelo productivo, basado en las energías renovables y la agroecología, será capaz de frenar el cambio climático y que no estamos dispuestos a tolerar las falsas soluciones (como especulación financiera en los mercados de carbono, el mal llamado «carbón limpio», energía nuclear o fracking) que saldrán de la cumbre de París y que buscan tan solo perpetuar un modelo injusto y profundamente desigual.

Tras el anuncio de las autoridades francesas de prohibir las manifestaciones que iban a tener lugar en París, Podemos invita a la ciudadanía a participar con más determinación que nunca en la movilizaciones, como símbolo de solidaridad con los parisinos y todas las personas víctimas de la guerra y el terrorismo, y para que nuestras voces resuenen altas y claras en la cumbre de París.

Podemos anima a toda la sociedad a participar masivamente en las movilizaciones convocadas el 28 y el 29 de noviembre en diferentes puntos del país para exigir políticas coherentes por la justicia climática y por la paz. 

En Madrid, el 29 de noviembre a las 12 de la mañana, la Marcha mundial por el clima recorrerá la calle de Alcalá, desde Cibeles hasta la Puerta del Sol, donde se realizará la lectura de un manifiesto.

Alianza por el Clima, responsable de la convocatoria de Madrid, está formada por más de 400 organizaciones que representan al movimiento ecologista, al sindical, al de cooperación al desarrollo, a la ciencia y a la investigación, a los consumidores y defienden un nuevo modelo energético.

Un saludo.

¡Juntos Podemos!
 
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LA GUERRA QUE VIENE DESPUES DEL 20 D SI LOGRAN MAYORIA PARA FORMAR GOBIERNO PP / PSOE Y EL NARANJO (REFLEXIONES MUY TARDÍAS PARA PODER EVITARLA)

Doctrina Monroe: de América Latina para el mundo
La quimera planetaria del imperialismo estadounidense y la enmascarada lucha de clases mundial tildada de "terrorista"

26.11.2015
 
Por medio de copiosa documentación del Gobierno estadounidense, en el libro Imperialismo y Cultura (1979) el sociólogo Octavio Ianni señaló, con la claridad necesaria, la relación indiscernible entre imperialismo y violencia.
 
Para Ianni, el imperialismo gringo, a partir de la II Guerra Mundial, sobrepasó a los demás porque supo desplazar las técnicas militares a todos los planos de la sociedad.
 
La dinámica expansionista del imperialismo yanqui es, pues, la que sin descuidar la fuerza bélica la dilata, como técnica de dominación, al plano financiero, cultural, económico, educativo, transformando al fin y al cabo la propia cotidianidad de los pueblos subyugados en arma de guerra suicida, siempre teniendo en cuenta la relación entre imperialismo y violencia.
 
Si esta relación de base, imperialismo y violencia, constituye, en diálogo con Ianni, el núcleo del avance técnico-militar gringo, desbordando a todas las esferas de la vida social, la forma de realizar este procedimento está diretamente vinculada al reto de dar una dimensión continental a los problemas de los países latinoamericanos.
 
La profusión de golpes militares, jurídicos, económicos, mediáticos y congresísticos (todo al mismo tiempo) orquestados por el imperialismo estadounidense en el pasado y en el presente nos ahogó y condenó al subdesarrollo a través de una relación dicotómica entre dictadura y democracia burguesa, al estilo del american way of life: que, ahora, ya se sabe, es death.
 
Lo que se vislumbra en este horizonte dicotómico de estado de sitio y estado de tregua puede ser analizado como una técnica militar más, al estilo del imperialismo gringo, para América Latina; técnica anclada en el juego bipolar entre estado de excepción declarado, por medio de golpes de estado, y la “normalidad” institucional, estrecha, ya que es sin pueblos como sujetos históricos.
 
La trágica consecuencia de esta técnica militar de dominación imperialista es la Pax Americana, comprendida simplemente como dominación instalada, lo que sólo es posible cuando la cultura imperialista yanqui se vuelve la cultura de los pueblos subyugados.
 
En este sentido, la Pax Americana, se constituye como una técnica militar de subjetivación cotidiana del dominio estadounidense.
 
Es, pues, cuando se vuelve oculta para los dominados y, más que eso, cuando éstos desean el estilo gringo de vida, encarnándolo, subjetivamente, que el imperialismo gringo, como un acto de magia, consigue naturalizar la cultura de su dominación, transformándola en la cultura de los dominados.
 
Para alcanzar este objetivo, los golpes de estado fueron y son usados como formas de conjurar dos “demonios”: el marxismo revolucionario y el nacionalismo.
 
El primero, el marxismo revolucionario, porque contiene en sí una perspectiva laica que afirma la historia como proceso positivo de producción de igualdades, poniendo de relieve al propio imperialismo, como referencia a ser necesariamente superada y eliminada; y el segundo, porque presupone la producción de una agenda nacional fuera de la subyugada continentalización de América Latina, cuestionándola como alternativa y, por extensión, rechazando las “recetas” político-económicas presentadas por el imperialismo yanqui.
 
En este contexto, si los golpes militares son orquestados con el claro objetivo de “cazar brujas” nacionalistas y marxistas, eliminándolas a la fuerza; el momento consecuente de la Pax Americana, para impedir el regreso de los oprimidos, debe apropiarse del sistema de enseñanza y de la industria cultural, con el objetivo de formar cuadros ideológicamente orientados a descalificar al marxismo revolucionario y al nacionalismo.
 
Bajo este punto de vista, corrientes teóricas como estudios culturales, multiculturalismo, pos-colonialismo y decolonialismo, tan en boga en las universidades del mundo entero, pueden ser analizadas como este momento del falso de la Pax Americana, no siendo casual que sean profundamente antimarxistas y antinacionalistas, bastando verificar sus clichés: fin de las dicotomías y de los maniqueísmos, fin del Estado-Nación, fin del sujeto, fin de las ideologías, fin del imperialismo, fin de las grandes narrativas revolucionarias, las llamadas metanarrativas; fin de la universalidad, acusada de autoritaria; fin de la propia idea de finalidad, concebida como despótica, monumental e indiferente a las singularidades y multiplicidades, tan masacradas, es lo que creen, por el socialismo real del siglo XX, en el supuesto de que finalmente son libres, en el genocida contexto de paz de los sepulcros de la guerra total del imperialismo estadounidense contra los pueblos del mundo.
 
Con tantos fines de los fines, la Pax Americana tiene la siguiente técnica militar, de forma omnipresente, como horizonte de su proyecto de dominación, a saber: el fin de la Historia, entendido como movimento abierto, y su cierre definitivo no sólo en la civilización burguesa, sino primero que todo en el modelo imperialista gringo.
 
Si la Doctrina Monroe, anunciada por el quinto presidente de EE.UU, James Monroe, y atribuída a él, en 1823, aunque fue John Quincy Adams quien la elaboró y por ello se convirtió en sexto mandatario, fue la contraseña militar-ideológica del imperialismo yanqui para la dominación de América Latina, teniendo en cuenta el juego dicotómico entre los golpes militares y la Pax Americana, la Doctrina Truman, de 1947, presentada al mundo en la Grecia arrasada por la II Guerra Mundial, puede ser concebida como el inicio del proceso de latinoamericanización del planeta, dentro de la misma lógica de la caza de brujas del nacionalismo y del marxismo revolucionario, con el fin de orientar la Pax Americana como el fin de la historia en todo el mundo.
 
En este sentido, la Doctrina Truman, puede ser analizada como el primer esbozo de modelo cultural-productivo del imperialismo gringo, a un mundo supuestamente sometido, dominado por la hegemonía de la Pax Americana.
 
Para ratificar tal hegemonía, sería indispensable inscribir la técnica militar básica del imperialismo estadounidense (inscrita en la forma: violencia + paz de los sepulcros, típica de la Doctrina Monroe), en el corazón sin corazón de las nuevas tecnologías de comunicación (o, más bien... de información): nace ahí la industria cultural del imperialismo yanqui, descrita así por Ianni:
 
“En las relaciones imperialistas, la industria cultural desempeña papeles especiales, además de los que desempeña al interior de la sociedad dominante. La industria cultural del imperialismo se enfrenta constantemente tanto al proletariado como a la burguesía y a la clase media del país dependiente. Las fuerzas militares y policiales de los países subordinados son un objetivo constante y prioritario de esa industria. Esta se enfrenta a la conquista y reconquista, indefinidamente, de unos y otros, de sus concepciones, organizaciones y liderazgos, a fin de que las propias relaciones imperialistas puedan seguir reproduciéndose.” (Octavio Ianni, Imperialismo y Cultura: 26)
 
Con Ianni, la industria cultural del imperialismo yanqui extiende la Doctrina Monroe al planeta eliminando al marxismo revolucionario y a los nacionalismos, al mismo tiempo en que escribe y reescribe las narrativas dominantes de la Pax Americana en los programas de radio, en el cine, en la programación televisiva, en los diarios impresos, transformando todo en industria cultural, incluso el pensamento, la ciencia, la política y el arte, al mismo tiempo que sustituye el mundo de la producción concreta de la vida, en edición y reedición sin fin de la vida, entendida como valor de uso, carnal, en lo sucesivo transformada y convertida en valor de cambio, hasta el infinito.
 
Bajo este punto de vista, el libro Who Paid the Piper: the CIA and the Cultural Cold War o ¿Quién pagó al gaitero?: la CIA y la Guerra Fría Cultural (1999), de Frances Stonor Saunders, es bastante ilustrativo porque muestra muy bien cómo la CIA, aún al interior de la II Guerra Mundial, financió, premió y propició reconocimiento planetario a pensadores, escritores y poetas europeos (en lo que se conoció como Congreso Permanente por la Libertad de la Cultura), siempre y cuando que sus producciones teórico-creativas evitaran términos y categorías como imperialismo, civilización burguesa, lucha de clases y, al mismo tiempo, deconstruyesen o disminuyesen la importancia de la política y muy especialmente de la política comprometida con el nacionalismo independentista y con la perspectiva pos-burguesa del marxismo revolucionario.
 
 
La estructura fantasmagórica del imperialismo estadounidense y la lucha de clases planetaria – Los atentados en Francia
 
La industria cultural del imperialismo gringo puede ser concebida como la plataforma planetaria, bajo el punto de vista de los soportes de las tecnologías de información, que no comunicación, del Congreso Permanente por la Libertad de la Cultura, en el cotidiano de los pueblos del mundo, razón por la cual estuvo y está comprometida con reescribir todos los acontecimentos de la historia humana, del pasado y del presente, de conformidad con la fórmula violencia + Pax Americana, en diversos contextos en que la violencia lo es primero que todo contra la política emancipadora y la Pax Americana, a su turno, lo es para y contra un mundo que se asume como Historia.
 
Resistencias que, sin embargo, sólo serán posible por medio de una clara comprensión del modelo de funcionamento del imperialismo yanqui, que se articula mundialmente como un holding, centralizando el proceso de expansión del capital financiero, tal que un conglomerado de grandes empresas, perteneciente a los más diversos sectores de la economía, avanza planetariamente (siempre bélicamente) con el objetivo de producir plusvalía a escala mundial.
 
Si generalmente un holding es administrado por una oficina central, tal vez no sea absurdo decir que el Estado gringo es, en sus diversas oficinas, un holding de holdings actuando de forma concertada, como holding bélico, financiero, jurídico, ejecutivo, mediático, legislativo, resultando de ahí la rueda gigante imperialista formada por instituciones como el Departamento de Estado, la Reserva Federal, la Presidencia de la República, CIA, FBI, Congreso, Pentágono, Wall Street, de donde es posible deducir que se constituye como un imperialismo enmascarado, porque tiene y usa como técnica de guerra subyacente el juego sin fin de las máscaras: la máscara de la Pax Americana, con su teatro hollywoodense de caras eternamente felices, congeladas en una cartelera publicitaria; y la máscara de la violencia pegada caricaturalmente en el otro, en los colonizados, en Oriente, en la periferia arruinada y principalmente en el nacionalismo y en el marxismo heterodoxo, al mismo tiempo socialista y anti-imperialista.  
 
Aunque el uso artificialmente agitado de las máscaras del imperialismo yanqui ocurra a partir de una estructura dicotómica, la Pax Americana y su supuesto otro (todos aquéllos que de una u otra forma resisten), el efecto, siempre teatral, de esta estructura no se hace de forma bipolar, sino por el dispositivo del Herrenvolk (1) o la democracia de los señores, argumento que presentamos en diálogo con Domenico Losurdo en El lenguaje del imperio (2009). 
 
El efecto ilusorio de la estructura de la máscara del imperialismo yanqui se basa, pues, en la democracia de los señores, constituida bélicamente para ser la democracia mundial, fuera de toda dicotomía entre centro y periferia, en un proceso sin fin de captura oligárquica, tal que la propia estructura enmascarada del Gobierno gringo, con las máscaras del Departamento de Estado, de la Presidencia de la República, de la DEA, del FBI, del Pentágono, de Wall Street, en fin, de agencias conocidas y desconocidas, tal que la propia estructura de la máscara del imperialismo estadounidense se produzca y reproduzca mundialmente, incluso incorporando a los señores de la guerra como, por ejemplo, a los terroristas (2).
 
Esta estructura enmascarada tiene como objetivo lo siguiente: eliminar la vitalidad revolucionaria del movimento de la Historia, por la Pax Americana y sus enemigos, igualmente enmascarados. Éstos, los enemigos enmascarados (en esta dinámica de guerra enmascarada del estado actual del imperialismo yanqui), son, como en un filme-basura de la industria cultural, los sustitutos de la lucha de clases en el campo del mundo del trabajo; en el contexto de la periferia.
 
El Estado Islámico (EI) es el ejemplo más acabado del argumento precedente. Su función enmascarada es primero que todo la de ocupar el lugar de los nacionalismos y del marxismo heterodoxo, anti-imperialista, sustituyendo la lucha de clases planetaria por el terrorismo fundamentalista (3).
 
En este contexto, la democracia de los señores inventa el enemigo a ser combatido (y al mismo tiempo retroalimentado) fuera del contexto de la lucha de clases planetaria, eliminando (o intentando) de la faz de la Tierra el impecable argumento de Marx, presente en el Manifiesto Comunista de 1848: “La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases.”
 
La estructura enmascarada del imperialismo estadounidense tiene como objetivo la siguiente técnica de guerra: sustituir el contenido primario de las sociedades, la lucha de clases, por el contenido manifiesto de una sociedad sin clases, dividida entre las máscaras sonrientes de la democracia de los señores y los enmascarados terroristas.
 
En este contexto, los enmascarados de la democracia de los señores, dejaron de ser concebidos, por un acto de magia, como los propietarios de los medios de producción; y, a su vez, los enmascarados terroristas, se han vuelto, simplemente y al mismo tiempo, la caricatura y la auto-parodia del mundo del trabajo; en fin, del mundo de aquéllos que no son propietarios de los medios de producción.
 
Fundamentalmente, bajo este punto de vista, los ataques terroristas en París, el 13 noviembre 2015, no pasan de un juego de máscaras de la lucha de clases planetaria; una manera de esconder su verdadero campo de batalla: la relación entre el imperialismo gringo (los propietarios de los medios de producción del estado actual del capitalismo monopolista planetario) con los explotados trabajadores destituidos de los medios de producción, lo que incluye incluso a Europa y, por lo tanto, a Francia.
 
Si en el primer volumen de El Capital Marx definió la mercancía como fetiche que sustituye las relaciones de producción y las relaciones sociales concretas realmente existentes, produciendo un mundo fantasmagórico, la estructura enmascarada del imperialismo yanqui tiene como objetivo, en plena orquestación desde la II Guerra Mundial, lo siguiente: producir una humanidad subsumida a la fantasmagoría del mundo de la democracia de los señores, y combatir, eternamente, a los terroristas, ese otro nombre para los explotados de la Tierra.
 
En la comprensión misma de que el capital se constituya como dinero desnudo (el dinero no incluye el sudor del pan de cada día) y trabajo desnudo (todo puede ser trabajo, incluyendo las desviadas energías mundiales de la lucha de clases), la estructura fantasmagórica del imperialismo estadounidense tiene como objetivo planetario capturar y someter la lucha de clases mundial, poniéndola al servicio de la efectiva dominación del trabajo colectivo y también, por lista, de los nacionalistas independentistas, como lo son primero que todo Rusia y China.
 
Lo que sucedió en París, el 13 de noviembre de 2015, es parte de esta fantasmagoría mercantil-terrorista de la lucha de clases planetaria. Puro chantaje contra Francia, Europa, el mundo. Chantaje fantasmagórico (sin dejar de ser letal) para que todos seamos los enmascarados de este infierno. Todos los demás, claro, salvo los que en realidad son los enmascarados de plata, los llaneros solitarios, los johnwayne, los terminators, los rambos de la injusticia, de la ignominia, de la perversa violencia planetaria: los EE.UU, enmascarados de y en su propio infierno.
 
NOTAS:
(1) Herrenvolk: concepto de la ideología nazi que significa master race o raza superior y, también, hecho nada curioso, título para la cuarta temporada en estreno de la serie televisiva de ciencia ficción gringa The X-Files. Los gringos siempre han sido fanáticos de las formas de propaganda nazi: basta decir que son los que con mayor descaro han aplicado la sentencia de Goebbels: “Miente, miente, miente, que algo queda” y luego la de Hitler: “Una mentira mil veces dicha se convierte en verdad”. Todo ello, claro, por vía del filósofo político Carl Schmitt (1888-1985), quien trabajó para la administración de G. W. Bush, padre, y dejó sentadas las bases de la Doctrina de Seguridad Nacional, eufemismo para la paranoia convertida en guerra contra los pueblos del mundo a partir del histórico auto atentado a las Torres Gemelas, del 11 septiembre 2001. La gran mentira sobre un supuesto atentado de Al-Qaeda que jamás se comprobó, que nunca fue verdad, pese al esfuerzo en contra desatado por EE.UU en la prensa nacional y en la del resto del mundo.
 
(2) Como se puede ver en este artículo del periodista e investigador Manuel Freytas (IAR Noticias):
 
(3) Paso a paso: cómo EE.UU creó al Estado Islámico. “Lo más importante que hay que entender sobre el Estado Islámico es que fue creado por EE.UU”, afirma el historiador Robert Freeman en el portal de noticias Common Dreams [Sueños Comunes] . Su creación pasó por tres etapas importantes, precisa. 
 
La primera etapa de la creación del grupo Estado Islámico se produjo durante la guerra de Irak y el derrocamiento del gobierno secular de Sadam Husein. Según el autor, el régimen de Hussein fue “corrupto, pero estabilizador”: durante su gobierno Al Qaeda no existía dentro de Irak, y el Estado Islámico tiene su origen precisamente en Al Qaeda. Además, EE.UU. dejó el poder en Irak –la mitad de la población del país es sunita– en manos de un Gobierno chiíta. El hecho de que el Ejército iraquí y kurdo –los peshmerga– fueran derrotados por el Estado Islámico se debe a que los sunitas prefieren aliarse con sus correligionarios yihadistas a hacerlo con sus “adversarios religiosos” chiítas, afirma el historiador. 
 
La segunda etapa se dio en la campaña contra el Gobierno de Bashar al Assad en Siria. El presidente sirio contaba con una fuerza que durante muchos años mantuvo en “paz relativa” a un conjunto de sectas religiosas dentro del país , estima Freeman. En sus intentos de desestabilizar al Gobierno de Siria, EE.UU. ayudó a los “precursores” del Estado Islámico en el país, entre los cuales, según el autor, se encuentra el Frente al-Nusra. 
 
La tercera etapa de la formación del Estado Islámico tuvo lugar cuando “EE.UU. organizó a Arabia Saudita y Turquía para que financiaran y apoyaran a los rebeldes en Siria”, quienes, según Freeman, ya eran un “proto-Estado Islámico”. Arabia Saudita profesa principalmente el wahabismo, una de la más “virulentas y agresivamente antioccidentales” versiones del Islam. Lo que explica que 15 de los 19 terroristas que secuestraron los aviones del 11 de septiembre de 2001 fueran sauditas, así como el propio líder de Al Qaeda Osama bin Laden, recuerda.
 
 
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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ESPAÑA EN GUERRA SI DESPUÉS DEL 20 M OBTIENEN MAYORIA LA SUMA DEL PP / PSOE Y EL NARANJO PARA FORMAR GOBIERNO (NO PREOCUPARNSO DE LA POLÍTICA Y DEJARLA EN MANOS DE LOS MAFIOSOS, BESTIAS INSENSIBLES E INCONSCIENTES QUE NOS ENGAÑAN, TIENE ESTAS CONSECUENCIAS)

Sudán obtiene 2.200 millones de dólares por sumarse a la guerra de Arabia Saudí y Catar en Yemen
Rebelión
Al Monitor
26.11.2015
 
( KIKE ESTRADA / REBELIÓN)

Traducción para Rebelión de Martí Bru.
 
La desastrosa campaña militar de Arabia Saudí en Yemen ha sido una fuente de humillación. En un intento de imponerse a los rebeldes huzi, Riad se ha dirigido a Sudán y a otros estados africanos para que le apoyen con tropas sobre el terreno. En última instancia, la capacidad de Arabia Saudí de conseguir un compromiso por parte de las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) debe analizarse en el contexto de los problemas internos de Sudán que han dejado al país al borde de la quiebra económica.
Desde 1997, las sanciones impuestas por Estados Unidos al Banco Central de Sudán han debilitado el acceso del país a los mercados financieros internacionales y de divisas. Los conflictos en curso entre las FAS y los movimientos rebeldes en Darfur y en las provincias de Kordofán del Sur y del Nilo Azul han drenado los recursos y han quebrado la confianza de los inversores. Cuando Sudán del Sur se separó en 2011, Sudán perdió un tercio de su territorio y la mayor parte de su petróleo. Los bajos precios del crudo provocaron asimismo la disminución de los ingresos. Estas pésimas condiciones han movido al Gobierno de Jartum a buscar ayuda financiera en sus aliados del Golfo Pérsico.
Lo cierto es que los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) han proporcionado un salvavidas financiero crucial a un Sudán, que está muy debilitado por las sanciones. Jartum ha revelado recientemente que a principios de este año oficiales del Gobierno saudí habían depositado desde la capital, Riad, mil millones de dólares en el Banco Central de Sudán. Los cataríes habían depositado previamente 1.220 millones de dólares poco después de que el presidente de Sudán, Omar Hasan al-Bashir, visitase Doha el año pasado. Añádase que los tres principales accionistas del Banco de Jartum son el Banco Islámico de Dubai, el Banco Islámico de Abu Dabi y el Banco Islámico de Sharja.
Pero el apoyo a Sudán no es gratuito. Jartum está pagando esa ayuda combatiendo en Yemen. En las últimas semanas centenares de mandos oficiales y soldados sudaneses se han unido a los cerca de mil soldados de las FAS que ya estaban luchando allí. En octubre el ministro de Defensa sudanés, Awad bin Auf, declaraba: “Hay 6.000 combatientes de las fuerzas especiales, fuerzas de tierra y tropas de élite listos para intervenir cuando el liderazgo de la coalición lo solicite. [...] Y si se requieren más tropas y mayor contribución militar estamos listos para ofrecerlas”.
En un contexto geopolítico ampliado, Irán, con su respaldo a los rebeldes Huzi es el elefante en la cacharrería.
Sudán se unió a la coalición de Riad a pesar de haber pasado varios años fortaleciendo sus relaciones con Irán. En 2008, sudaneses e iraníes firmaron un acuerdo de cooperación militar y en 2013 Irán intensificó la construcción de bases navales y logísticas en Port Sudan. Ambos países comparten objetivos geopolíticos: Sudán es para Irán una puerta estratégica hacia el continente africano e Irán suministra apoyo financiero y militar a Sudán. La relación entre ambos países no ha dejado de inquietar a los gobiernos occidentales, israelíes y del Golfo Pérsico. (En agosto de 2013 Riad prohibió al sudanés Bashir atravesar el espacio aéreo saudí cuando este se dirigía a la toma de posesión del recién elegido presidente iraní Hasan Ruhani, obligando al avión a regresar a Jartum.)
El año pasado, sin embargo, las relaciones de Sudán con Teherán dieron un nuevo giro. En septiembre de 2014 las autoridades sudanesas cerraron los centros culturales iraníes en Jartum y en otros lugares alegando que Irán pretendía difundir el chiísmo en Sudán. La verdad es que la pequeña minoría chií de Sudán no representa ninguna amenaza seria para el régimen; lo cierto es que el cierre de los centros culturales sólo puede explicarse en el contexto del giro geopolítico de Sudán hacia Arabia Saudí.
Un mes después de los cierres, Bashir intentó distanciar aún más a Sudán de Irán al declarar que la visión negativa de Riad sobre la verdadera relación de Jartum con Teherán estaba basada en informaciones “falsas, inventadas y exageradas”. Rechazó el valor de las relaciones iraníes-sudanesas al citar la negativa de Teherán a respaldar a Jartum cuando los problemas económicos golpearon Sudán tras la secesión de Sudán del Sur en 2011. Bashir afirmaba: “Nosotros [los sudaneses] nos las arreglamos muy bien para superar ese período difícil sin obtener el apoyo de Irán, ni siquiera un centavo. Sólo nos ofrecieron promesas que nunca llegaron a materializarse y por eso hemos dejado de considerar que nuestras relaciones con Irán son estratégicas”. Una señal previa del giro de Sudán hacia el GCC –y del alejamiento de Irán– se produjo en agosto de 2013, cuando The New York Times informó de que Jartum había proporcionado a los rebeldes sirios armas sudanesas de fabricación china a través de Catar.
La Corte Penal Internacional quiere juzgar a Bashir por sus presuntos crímenes de guerra, por lo que la participación de Sudán en la coalición patrocinada por Estados Unidos ha llamado la atención de organizaciones de derechos humanos occidentales. Según Akshaya Kumar, de Human Rights Watch, “las tropas sudanesas han ignorado las leyes de la guerra y han abusado de civiles impunemente (en Kordofán del Sur y en el Nilo Azul). […] Si bien no sabemos qué unidades se han enviado a Yemen, lo que sí sabemos es que proceden de un ejército con una trayectoria atroz”. Es obvio que el Gobierno de Obama tendrá que afrontarlo: está metido en una alianza militar de facto con un régimen al que ha castigado mediante sanciones económicas y embargo de armas por abusos contra los derechos humanos, incluido el genocidio y el terrorismo de Estado.
Los saudíes, por supuesto, no exigen a sus socios que respeten los derechos humanos para intervenir en Yemen. La verdad es que las FAS cuentan con años de experiencia en el combate de la insurgencia y dada la negativa de algunos aliados militares tradicionales de Riad a enviar fuerzas sobre el terreno a Yemen parece lógico que el reino se haya dirigido a Sudán en busca de más tropa.
Aunque Arabia Saudí y Sudán estuvieron previamente enfrentados a raíz del apoyo de Jartum a Hamás y a la Hermandad Musulmana egipcia, esas tensiones parecen disipadas. Como lo que persigue el rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdul-Aziz Al Saud, es unir al mundo árabe suní bajo su égida a fin de contrarrestar la influencia iraní, Riad considera ahora que Sudán es un actor a tener en cuenta en su estrategia de política exterior. De hecho Sudán –miembro de la Liga Árabe y de la Unión Africana, con una ubicación estratégicamente privilegiada a lo largo del Mar Rojo– desempeña un papel singular en el orden geopolítico de Oriente Próximo, un factor que los analistas pasan a menudo por alto.
Hoy en día, la grave situación económica de Sudán sitúa a este país al borde de la quiebra; las sanciones han estrangulado al Banco Central. Hasta el momento los dirigentes sudaneses han capeado la primavera árabe, pero la alta inflación, el desempleo (sobre todo entre los jóvenes urbanos) y los niveles de empobrecimiento alimentan también la creciente oposición al régimen. Este potencial se puso de relieve en septiembre de 2013 cuando miles de manifestantes contra la austeridad se enfrentaron en Jartum a las fuerzas de seguridad y se produjeron muertes, heridos y detenciones. En resumen, la supervivencia del régimen preocupa a Bashir hasta el punto de alinear Jartum a los Estados del Golfo Pérsico a fin de mitigar los riesgos asociados por el empeoramiento de la crisis económica del país.
El precio que Sudán paga por este salvavidas financiero es la participación en la guerra civil de Yemen.
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