lunes, 13 de agosto de 2018

AFRICA, INMIGRANTES. LO QUE LOS TRABAJADORES DEBERÍAMOS SABER PARA DEMOSTRAR QUE LOS QUE NO CABEN EN ESPAÑA SON LAS CORINNAS REALES, LOS DEFRAUDADORES DE HACIENDA COMO MESSI Y RONALDO Y LOS AGENTES DEL ESTADO EXTRANJERO DE EL VATICANO



Migración, ¿de qué hablamos?

Nueva conquista de África y “crisis migratoria” en Europa
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Pietro Basso
Rebelion
07.08.2018

La crisis migratoria golpea a Europa desde hace algunos meses cuando la inmigración está en sus mínimos históricos. Para mejor comprender esta paradoja, voy a analizar el asunto mirando primero a África, luego a Europa y finalmente las interacciones que resultan de todo ello.

En África

Está en marcha una avalancha hacia África, bajo la forma de una irrupción neocolonial sobre los recursos minerales, energéticos, territoriales, marinos, solares, eólicos y humanos del África del Norte y subsahariana.

Un nuevo imponente saqueo, pero con importantes diferencias en relación a lo que ocurría en tiempos de la Conferencia de Berlín de 1884-1885 1/:

1º. Esta vez el asalto es global, porque África es el continente más prometedor para el capital global. Lo que está en juego aquí es algo de primera importancia. En primer lugar, se trata de realizar un excedente de acumulación del capital que parece cada vez más difícil obtener en otras partes. Por otra parte, ¿no es África la única parte del mundo en la que tanto la población como el potencial de mano de obra continúan creciendo a un ritmo rápido 2/? Los depredadores no son únicamente los tradicionales bandidos europeos, sino también las multinacionales estadounidenses (las más importantes inversiones en términos de stock de capital, provienen de los Estados Unidos 3/, los bancos y empresas chinas, sauditas, emiratíes, indias y turcas. Las inversiones directas en el extranjero (IDE) hacia África han crecido de 10.000 millones de dólares en 2000 a más de 55.000 millones en 2015, haciendo de este continente el segundo destino mundial de IDE inmediatamente después de la región Asia-Pacífico.

2º. Sentados a la mesa del festín encontramos incluso a las burguesías árabes y negras, otras veces prácticamente inexistentes, que capitalizan (en parte) en su favor el ciclo de las revoluciones y de las luchas anticoloniales expropiando, al hacerlo, a las clases trabajadores que han llevado a cabo esas luchas en primera persona.

3º. En el contexto actual de gran desorden internacional, salido de la crisis del orden mundial post-Segunda Guerra Mundial y del hundimiento del “socialismo realmente existente” [según la fórmula elaborada en RDA], no se trata en absoluto de un nuevo reparto del pastel africano ni de ningún acuerdo pacífico de este tipo entre buitres. Esto es una circunstancia que hace el asalto de las potencias civilizadoras aún más brutal, si es aún posible, que el de finales del siglo XIX.

4º. Los instrumentos del asalto neocolonial contra África se han vuelto más sofisticados y más diversificados. Mediante la multiplicación de la presencia militar estatal y privada, de bases militares, de consejeros y de servicios secretos, en el continente y sus márgenes. Mediante las guerras desencadenadas por Occidente y las guerras civiles o de secesión en las que los imperialismos, incluyendo el italiano, están implicados en gran medida. Pero también y sobre todo mediante otras formas de implicación:

- el estrangulamiento debido a la deuda externa, de 13.000 millones de dólares en 1973 a 450.000 millones hoy, para los estados subsaharianos;

- el land grabbing [acaparamiento de tierras] en África -que equivale a cerca del 50% de las tierras acaparadas en todo el mundo- para una superficie superior a 21 millones de hectáreas (de 41 millones de total mundial) 4/

- la transformación de la agricultura africana, bajo la dominación del agrobusiness, en una agricultura de exportación, que no responde a las necesidades alimentarias de las poblaciones locales: monocultivos intensivos impuestos a varios países para la producción de biocarburantes, de madera, etc;

- la venta a pérdida, en los mercados africanos, de productos agrícolas estadounidenses o europeos subvencionados, poniendo fuera de juego a los productos de la agricultura local;
- la rapiña de las riquezas piscícolas costeras;

- la trata de mujeres, cuyas cadenas de mando y “consumidores finales” están en Europa y en los demás países más ricos;

- el bran drain [literalmente pillaje de cerebros, de calificaciones 5/] de la gente africana más cualificada, profesionales de la medicina ante todo, denunciado hace ya veinte años por Coutrot y Husson 6/;

Sin hablar aquí del tradicional saqueo de materias primas, habiendo sido sustituidos el caucho y el oro por el petróleo, el gas, el coltán, los metales raros de los que África rebosa literalmente, en ciertos casos de forma casi monopolística. A lo que hay que añadir los efectos indirectos, sobre todo el continente, del hiperdesarrollo capitalista mundializado, la desertificación, la sequía y las hambrunas, productos del cambio climático, que África ha sufrido más que cualquier otra parte del globo.

Este conjunto de procesos interactúan y acaban por conducir a un movimiento migratorio interno en África, en rápido crecimiento. La deserción progresiva de los campos está en curso, paralelamente a la ruina de la agricultura de subsistencia, que alimenta sin embargo aún a un tercio de las y los habitantes del continente, y al nacimiento de megapolis incluso de ciudades-región (Lagos cuenta con 23 millones de habitantes) y de un gran número de centros urbanos 7/. Apenas hace 10 años, la gran mayoría de los movimientos migratorios de África se desarrollaban en el interior del continente. Los que iban hacia Europa estaban en crecimiento pero seguían siendo modestos, comparados a los movimientos intracontinentales 8/. La emigración africana hacia Europa provenía aún en su mayoría de África del Norte, la salida de los países subsaharianos estaba aún limitada y era cosa de personas que tenían un nivel de formación medio o elevado 9/.

Desde hace una quincena de años, las cosas han cambiado verdaderamente. Los procesos de urbanización, ligados al desarrollo y a la modernización capitalistas de las economías y de las sociedades subsaharianas se han acelerado. Al mismo tiempo las fronteras entre Estados africanos, anteriormente bastante porosas, se han vuelto menos permeables. Y tendencias nacionalistas, cuando no racistas, se han afirmado contra las migraciones provenientes de otros países del continente (los pogromos sanguinarios que han estallado estos últimos años en África del Sur constituyen un caso extremo) Son además decenas de millones de migrantes quienes no encuentran salida profesional en las ciudades, al no haber seguido el paso el proceso de industrialización al crecimiento demográfico 10/. Nada que ver con la fuerte industrialización china, que ha afectado a toda la China costera de las zonas especiales y que ha podido absorber a unos 200 millones de migrantes internos en una treintena de años.

Al hacerse el éxodo rural cada vez más poderoso, ha acabado por golpear a las capas sociales menos escolarizadas, incluso analfabetas, tanto más duramente en cuanto que los planes de ajuste del FMI (Fondo Monetario Internacional) y del BM (Banco Mundial) han destruido la formación superior en varios países y han golpeado en todos a la instrucción primaria. Al parecerse cada vez más la emigración intraafricana a una carrera de obstáculos, los movimientos migratorios se han vuelto más hacia Europa, América del Norte, el Golfo Pérsico (entrando aquí en competencia con las inmigraciones asiáticas) e incluso hacia Asia.
El acceso al continente europeo se ha vuelto simultáneamente más difícil, debido a las políticas restrictivas, selectivas y represivas puestas en pie por la Unión Europea (UE), incluso por las potencias excoloniales como Francia y el Reino Unido 11/. Como innumerables testimonios de jóvenes hombres y mujeres que vienen de África demuestran, están dispuestos y dispuestas a todo para poner los pies en el suelo europeo, llevando a cabo periplos que pueden durar años, por la simple razón de que no tienen alternativa 12/. Recorridos dramáticos y a menudo trágicos, si se considera que durante los 15 últimos años el Mediterráneo se ha convertido en la fosa común de al menos 30.000 personas migrantes provenientes de África, el recorrido migratorio más peligroso del mundo.

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