jueves, 31 de marzo de 2016

ISLA MAYOR, SEVILLA: EL SOS DE UN PUEBLO FRENTE A LA SENTENCIA DE MUERTE QUE EL TRIBUNAL SUPREMO DICTA CONTRA ÉL (PUBLICADO EN CRÓNICA DE ARAGÓN)

Isla Mayor, Sevilla: el SOS de un pueblo frente a la sentencia de muerte que el Tribunal Supremo dicta contra él

31. marzo 2016 | Por | Categoria: El ojo atípico, Magazine, Opinión       



El pasado 16 de marzo el Tribunal Supremo dictó el certificado de defunción de los seis mil vecinos y vecinas del municipio sevillano de Isla Mayor, incluida la importante y puntera industria local cangrejera que deberá cerrar de forma inmediata, con el despido lógico de sus trabajadores y pérdida de sus inversiones, (algunas realizadas recientemente), a partir del momento, que podría ser ahora mismo, en que dicho certificado de defunción sea publicado en el BOE.

Hablamos de certificado de defunción y no de sentencia porque, en puridad, no puede hablarse de sentencia ya que no se ha juzgado hecho alguno. Sólo se han aplicado suposiciones medioambientales genéricas a todo el territorio español, sin tener en cuenta las especificidades de cada uno de los sistemas que lo componen.
Dicho certificado de defunción prohíbe –entre otras cosas– cualquier tipo de actividad pesquera, industrialización y comercialización del cangrejo rojo (Procambarus clarkii), cuya actividad ocupa al 70% de la población activa local, lo que supone unos 200.000 jornales al año y un movimiento económico de 20 millones de euros.
Esa es la magnitud del crimen que en estos momentos se cierne sobre Isla Mayor, y sobre otros pueblos vecinos como Puebla del Río, Almonte o Los Palacios.
El certificado de defunción del Tribunal Supremo se fundamenta sobre “… los informes científicos del CSIC y otros expertos que prueban el carácter invasor (cangrejo rojo) y la amenaza grave que suponen sobre las especies autóctonas (cangrejo de río), el medio ambiente y los hábitos y ecosistemas…”.
Es en este punto donde la “ciencia ecológica” actúa como sustituta de la expresión divina. Y es que toda aquella persona que se haya tomado la molestia de saber qué es la Ecología, sabe (el CSIC y los otros “expertos” también) que dada la amplitud de los estudios que puede abarcar, sus resultados no son en ningún caso indiscutibles.
Ni el CSIC ni nadie puede demostrar que el cangrejo rojo haya representado ni pueda representar una amenaza para el cangrejo autóctono (cangrejo de río) isleño, por la sencilla razón de que en Isla Mayor, y a causa de sus condiciones climatológicas, jamás existió ni podrá existir el cangrejo autóctono de río.
Por ello, calificar de sentencia lo dictado por el Tribunal Supremo prohibiendo toda actividad industrial o comercial respecto de cangrejo rojo por constituir una amenaza para el cangrejo autóctono, no puede ser más que un absoluto sarcasmo que, por desgracia, conlleva graves daños materiales y morales para la población de Isla Mayor.
Y bien… señor cangrejo rojo, ¿de dónde es usted?
Pues señor articulista –responde el cangrejo rojo-, mi primera generación procedía de las marismas de América del Norte, y hace de esto unos cincuenta años que llegué a las marismas de Isla Mayor, por lo que, con el debido respeto y consideración hacia la especie animal humana que habita dicho municipio, yo soy hoy, tan autóctono y natural de Isla mayor, como lo pudiera ser cualquier isleña o isleño. Y si no me ha entendido no tengo inconveniente alguno en volverlo a repetirlo literalmente. Así, que, muy buenas tardes tenga usted.
La historia se repite, pero sólo cuando no se conoce
Los vikingos eran más aficionados a la apropiación del producto del trabajo ajeno que al propio. Y así sabemos que ya por siglo VIII anduvieron saqueando la Isla Mayor, llegando a veces a la propia Sevilla. Luego, deducimos, que por aquellas fechas había riqueza en Isla Mayor.
Por el historiador local, Juan Grau, y a través de su libro “La Ermita. Notas para la historia de Isla Mayor” (2002) en el que se narra una lucha más de un grupo de vecinos defendiendo aquello a lo que tenían derecho, en su página 69, hace referencia a una serie de conflictos sociales en el siglo XIII que tuvieron como escenario Isla Mayor, y que significaron la ruina material de la misma. Concretamente, dice que acabaron con “… la liquidación de la estructura socioeconómica de la QABTUR (Isla Mayor) musulmana, con población estable y entidad propia, que no recuperaría hasta nada menos que seiscientos años después tras un proceso de segregación del municipio matriz (Puebla del Río) que culminará en 1994”. Otra lucha más del pueblo de Isla Mayor.
Lo que representa para Isla Mayor el certificado de defunción dictado por el Tribunal Supremo, es el principio de un nuevo proceso histórico para su ruina material, en la medida en que se impone, a cualquier precio, la aplicación del certificado de defunción.
¿Qué solución inmediata, efectiva y REAL tiene hoy el pueblo de Isla Mayor? Dado que los Tribunales no actúan por sí mismos, sino en nombre del Rey, acudir en tropel a la Casa del Rey, que por otra parte es casa nuestra, para exigir que de forma inmediata, repare el daño material y moral que en su propio nombre ha cometido el Tribunal Supremo contra el trabajador pueblo de Isla Mayor.
 
Fotos:
1) Una de las industrias transformadoras de cangrejo del pueblo (autor: Manuel Sogas)
2) Canal de riego que no ha visto un cangrejo autóctono de rio en su vida, porque no han existido nunca (autor: Manuel Sogas)
3) Uno de los campos de arroz donde se crían los cangrejos cuando se inundan y crecen los arrozales (autor: Manuel Sogas)
4) Finca del pueblo donde se introdujo el cangrejo por primera vez, con su industria transformadora al fondo (autor: Manuel Sogas)
5) Campo de arroz seco, donde se crían los cangrejos con Isla Mayor al fondo (autor: Manuel Sogas)
6) Pescador de cangrejo rojo en Isla Mayor (autor: Rafael Molina)

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LA CULTURA (QUE NO ES NECESARIAMENTE LA POSESIÓN DE UN TÍTULO MÁS UN MASTER), ANTÍDOTO CONTRA LA GUERRA

 

 
LA SEGURIDAD NO SE GARANTIZA CON LA GUERRA
 
30.03.2016
 
Las guerras y quienes las financian son la causa principal de los atentados y del drama de los refugiados y refugiadas. Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco, considera que no rebelarnos contra esa barbarie es un “delito de silencio”, porque la indiferencia, asevera, equivale a complicidad. Detrás de los atentados, como denuncia el Papa Francisco, están los fabricantes de armas que quieren sangre, y no paz; quieren guerra, y no fraternidad. Los emails de Hilary Clinton, la actual candidata demócrata a la presidencia de EEUU cuando era secretaria de estado, explican cómo “promovimos la guerra de Siria para beneficiar a Israel”.
 
La barbarie de Bruselas la viven casi diariamente en Siria, Yemen, Irak, Nigeria, Turquía, Somalia, etc. Eso es de lo que huyen las personas refugiadas. Solo unos días antes de los atentados de Bruselas no fueron una, sino dos, las bombas que acabaron con la vida de casi medio centenar de personas en Ankara, capital de Turquía, causando al menos 37 muertos y más de 100 heridos. En 30 días ha habido atentados de los que no hemos oído informar en nuestros medios occidentales y que poco parecen importarnos. El 20 de febrero en Damasco (Siria), 83 muertos y 178 heridos. El 21 de febrero en Homs (Siria), 90 muertos y 160 heridos. El 26 de febrero en Mogadiscio (Somalia), 38 muertos y 53 heridos.
 
El 28 de febrero en Baidoa (Somalia), 5 muertos. El 13 de marzo en Ankara (Turquía), 37 muertos y 125 heridos. El mismo día, 13 de marzo, en Grand Bassam (Costa de Marfil), 18 muertos. El 16 de marzo en Maiduguri (Nigeria), 27 muertos y 17 heridos. El 16 de marzo también en Peshawar (Pakistán), 15 muertos y 30 heridos. El 19 de marzo en Estambul (Turquía), 4 muertos y 36 heridos. El 21 de marzo en Anbar (Irak), 30 muertos. El 22 de marzo en Bruselas (Bélgica), 35 muertos y 200 heridos.
 
El 25 de marzo en Bagdad (Irak) y Adén (Yemen), 30 personas murieron y 95 resultaron heridas en el primero, y 26 personas murieron y decenas heridas en el segundo. El 27 de marzo en un parque público de Lahore (Pakistán), 72 personas y 360 heridos, la mayoría mujeres y niños. Por eso, mucha gente se está preguntando dónde están las muestras de solidaridad con todas estas poblaciones, como en su día hubo con Charlie Hebdo, con París y actualmente hay para Bruselas.
 
Pero no olvidemos que los misiles occidentales y las bombas del ISIS matan a más inocentes en una semana de los que mueren en atentados en suelo europeo en un año. La diferencia es la respuesta de los medios. “Un musulmán muerto es un perro con mala suerte en el lugar equivocado y en el momento equivocado, mientras que un europeo muerto es una noticia de portada”, denuncia el periodista de The Guardian Simon Jenkins.
 
Los gobernantes occidentales reaccionan de forma convulsiva, usando los atentados para aumentar su popularidad, instaurando un clima de terror contra “los otros”. Se buscan “otros” en cada esquina, se anima a la delación y a la sospecha permanente, incluso en los colegios. Se crea un clima de inseguridad permanente. La histeria se amplifica con el aterrizaje del lobby de la seguridad. Todos los implicados en esta reacción tienen intereses en el terrorismo. “Se puede hacer dinero, mucho dinero: cuanto más terrorífico se presente, más dinero se hace”, explica Jenkins.
 
Se reacciona así anunciando que se bombardeará inocentes que viven en Siria para combatir al ISIS, como si por esa regla de tres se debiera bombardear la ciudad de Bruselas de donde eran esta vez los presuntos terroristas. Se da forma al terrorismo de Estado, amparado por un Estado de excepción y terror, impuesto a una población que se encuentra inmersa en un auténtico estado de shock, ante la histérica reacción de sus dirigentes, que compiten en esta alocada carrera por ver quién gasta más en armamento y control, quién contrata más compañías de seguridad privadas para restringir aún más las libertades y quién decreta el estado de excepción más permanente y aterrador.
 
La población aprende así a socializar el terror, sintiendo que ha empezado a formar parte de algo más grande que él, una especie de renacer cruzado junto a sus líderes, enfatiza el analista Daniel Bernabé. Qué otorga más valor a una vida carente de sentido que el sentimiento de pertenencia al grupo frente a la amenaza externa, se pregunta este experto. El terror y un mensaje repetitivo, “estamos en guerra”, es insertado en el imaginario colectivo. Porque, efectivamente, nuestros dirigentes han conseguido que estemos en guerra con prácticamente el mundo entero, aunque nunca nos hayamos querido enterar.
 
De esta forma, todo un conjunto de prejuicios, manipulaciones y exacerbación de pasiones nos quieren hacer formar, disciplinadamente, parte de ese nosotros que se enfrenta con un “ellos”. Y con la única finalidad de mantener el triunfo de la codicia de unos pocos y su “estilo de vida”, denuncia la periodista Rosa María Artal. El que ha convertido Europa en frontera deshumanizada, con una crueldad que hasta esforzadas organizaciones no gubernamentales se ven incapaces de asumir.
 
Repetir llamadas a la unidad de todos los demócratas, hablar de seguridad con tono de firmeza marcial y prometer acciones decididas para acabar con el terror, lo que busca, realmente, plantea Bernabé, no es acabar con el yihadismo, sino convertirlo en una amenaza prolongada que anule cualquier posibilidad de disidencia en Europa y retrotraer a la Edad Media a aquellos países árabes que, como ya sucedió con Irak o Afganistán, van a suponer un suculento negocio de reconstrucción de sus infraestructuras y sistemas públicos desechos para los lobbies y multinacionales occidentales. Además de su control geoestratégico y el dominio sobre sus recursos naturales.
 
Por eso compartimos plenamente con Bernabé el análisis de que el terrorismo no es más que el enésimo problema de este sistema fallido, que habla de derechos humanos pero sólo defiende el derecho a entender el mundo como un negocio mediado por la guerra. Los atentados no son fruto de una barbarie sin motivo, sino que son el resultado de nuestra política. Concluimos, con él, que el legítimo derecho a la seguridad de occidente no va a ser garantizado con más injerencia, invasiones, bombardeos y militarismo, sino por un desarrollo del mundo árabe autónomo, laico y democrático.
 
Enrique Javier Díez Gutiérrez y Víctor Álvarez Terrón. Universidad de León y UNED.
 
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