sábado, 27 de julio de 2024

Las bombas evaporan la austeridad.[¿Pero usted, Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Madre de Dios, ruega por nosotros, Ave María y sin pecado concebida, me quiere decir que mis representantes y representantas políticas y políticos en el condumio de los Pastos de Toledo, junto a los sindicatos y sindicatas que no sé qué de mis intereses, han estado maquinando, maquinanda, con mis dineros de las pensiones para que estos se me lo, se me lo nos roben a los trabajadores para embolsillarlos en los fondos, fondas de pensiones privados, privadas, bancos, bancas, compañías, compañios de seguros, seguras, para hacer bombas, bombos, que encima me la pueden tirar a mí, precisamente a mí, que soy quien las pago, descalabrarme la cabeza, despanzurrarme, echarme la casa abajo y matar al gato que vive conmigo? Si usted lo que me quiere decir es eso, alabado sea El Señor, he aquí el cordero del Señor (beee, beee, be. Pero si ya he ido. Es igual, be otra vez que para eso eres el cordero) y santa pascual, que yo no me enfado. Lo que yo digo es, y esto es lo bueno, que tengo un tractor amarillo ques lo que se lleva ahora, y que te dejes de tontadas, Cheli, que te des prisa y saca el guiski, avisa al personal que vamo a formá un guateque.]

 

Las bombas evaporan la austeridad

 

Por Alejandro Marcó del Pont

Rebelion

27/07/2024 



Fuentes: El tábano economista

La guerra se alimenta a sí misma (Tito Livio)

La sentencia de Tito Livio sigue teniendo vigencia dos mil años después. Aunque la evidencia sugiere que es posible poner fin a los conflictos armados prolongados mediante medidas concretas para fomentar la paz, existe otra narrativa que incorpora elementos económicos. Estos recuerdan a las políticas keynesianas de gasto público, que promueven la generación de riqueza y empleo a través del gasto bélico. Según esta perspectiva, invertir en armamento genera puestos de trabajo, crecimiento económico y seguridad, presentando a las armas como un requisito necesario tanto para la sostenibilidad económica como para la propia democracia.

Esta última narrativa cobra vida en Europa ante la creciente posibilidad de que el expresidente Donald Trump regrese a la Casa Blanca. Este escenario generaría un gran negocio para la industria bélica estadounidense, poniendo en juego la posibilidad de utilizar los ingresos fiscales europeos para fortalecer las entradas del complejo militar-industrial de la potencia del Norte o para destinar una parte de estos ingresos a la industria bélica europea.

Según Reuters, el expresidente repensaría su política exterior, en especial, la OTAN, el rol estadounidense en Ucrania y su alianza europea. Es decir, ¿cuál es el propósito de la OTAN y su misión? Se ha comprometido a pedir a Europa que reembolse a Estados Unidos los «casi 200.000 millones de dólares» en municiones enviadas a Ucrania. En cuanto a la guerra en sí, ha dicho que resolvería el conflicto incluso antes de asumir. En lo que refiere a Europa, queda claro que la guerra en Ucrania quedara en manos de los europeos, desde su financiamiento hasta su armamento. Aunque este tendría que ser comprado a EE.UU., lo que nos lleva al relato europeo.

Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), que lleva investigando la seguridad internacional y el armamento desde 1966, los recursos destinados al ejército por los gobiernos de todo el mundo ascienden a algo más de 2,24 billones de dólares, el nivel más alto jamás registrado por el SIPRI: el 2,2% del PIB mundial. A nivel mundial, los gobiernos gastan una media del 6,2% de sus presupuestos en sus ejércitos, es decir, 282 dólares por persona y año. 

Tenemos que gastar más, tenemos que gastar mejor, tenemos que gastar europeo”. Esas son las palabras con las que la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula Von der Leyen, resumía en una entrevista con The Financial Times la nueva estrategia europea para fortalecer la industria armamentística del continente. Lo que parece una simple frase pone patas arriba los cimientos neoliberales sobre los que se construyó la Unión Europea (UE), expresadas en el artículo “La economía europea se viste de camuflaje

De estas frases se deprenden varios vectores. La idea es que invertir en la guerra es bueno y beneficia a la sociedad. Que se desarrolle una industria bélica con claros ganadores, como veremos, y que esta industria esté financiada por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) o por bonos mutualizados con deuda, forma parte del debate. Todos estos mecanismos son motivo de disputa a pesar de las muertes generadas por las guerras. Ese “gastar europeo” que argumentaba Von der Leyen se convierte en un “prestar europeo” que hace las delicias de la gran industria armamentística del viejo continente, con fondos que deberían dirigirse a la transición ecológica, al fortalecimiento de otras industrias o a la búsqueda de la independencia energética.

Es cierto que este discurso, como lo muestran los dichos de la ministra de Defensa española Margarita Robles, tiene años. “La industria española de Defensa crea muchos puestos de trabajo”, dijo en una entrevista en 2022. “Invertir en defensa es invertir en innovación, en tecnología y en trabajo”, dijo en otra en 2023, e incluso llegó a decir en 2018 que “el gasto militar es gasto social porque genera puestos de trabajo”. Lo que se encuentra en discusión desde hace años es que la inversión en defensa sea eficiente, cuando el mundo necesita inversión en temas más importantes como la transición energética, la innovación, etc., que podrían generar mucho más empleo que el sector armamentístico. Y esto, a pesar que países como Rusia se han visto beneficiados por poner en marcha un sistema estatal de planificación del desarrollo basado en la industria bélica.

La otra opción es el brazo financiero de la UE, el Banco Europeo de Inversiones (BEI). La entidad recibió presiones por parte de un gran número de Estados miembro para que conforme los estatutos actuales, abra sus puertas a financiar proyectos transfronterizos de defensa para ciertos tipos de armamentos. La trampa consiste en dos conceptos que alimentan de igual forma la misma industria: el control fronterizo y las tecnologías de doble uso (aquellas que pueden tener un uso civil). “Eso incluye los drones y la protección de fronteras”.

Otra iniciativa para financiar la guerra son los eurobonos de guerra, es decir, la emisión de deuda por parte de las instituciones europeas de forma conjunta y respaldada por todos los Estados miembro. El tema fue uno de los debates sobre las decisiones a tomar en caso de que Trump llegue a la presidencia, dentro de los cuales podrían encontrarse los bonos con fondos congelados rusos y poner como garantía la tasa de interés. Aquí se encuentra en disputa la materia de gasto y cuentas públicas que conciernen a la modificación de las reglas fiscales europeas y el Protocolo de déficit excesivo.

Con los tambores de guerra resonando en los oídos europeos y las reglas fiscales en debate para el 2025, las inversiones en defensa podrían quedar excluidas del cómputo en las cuentas públicas a la hora de contabilizar el déficit. “Esto es pura creatividad contable”, “Harán que la deuda y el gasto acumulado por la compra de armas no compute en el déficit”, de forma que las partidas presupuestarias nunca sufrirán la austeridad.

Ahora bien, el alejamiento de Europa de EE.UU. ya se está produciendo, y no va a ser muy diferente gane Trump o Biden, porque la asociación de los países de Occidente que nace tras la II Guerra Mundial se está debilitando, y los negocios de la industria bélica, aunque garantizados para EE.UU., tienen algunos temas en disputa. Las guerras siempre han sido un negocio para unos pocos. No sólo cuando las bombas y las armas producidas por estas empresas son lanzadas y disparadas, el mensaje bélico alarmistas se transforma en subidas bursátiles del valor de dichas firmas y sus accionistas.

La alemana Rheinmentall es un ejemplo claro de esto. La empresa es el fabricante de los tanques Leopard, que no han dejado de fluir desde los países europeos hacia Ucrania, además de ser uno de los mayores productores de munición de artillería del mundo. Desde finales de febrero de 2022 a la actualidad, el precio de la empresa se ha multiplicado por más de cuatro, ya que su valor de bolsa pasó de € 5.000 millones antes que Putin invadiera Ucrania a 25.000 millones de euros al día de hoy.


Detrás de esas empresas están los accionistas, donde los mayores inversores resultan los sospechosos habituales. Según el informe Financiar la Guerra. Financiar la Paz. Cómo la Banca con Valores promueve la paz en un mundo cada vez más conflictivo, el principal inversor del mundo en empresas armamentísticas es el fondo de inversión Vanguard, con 92.000 millones de dólares. Le sigue State Street con 68.000 millones y completa el podium BlackRock con 67.000 millones invertidos. El resto de la lista: Capital Group, Bank of America, JP Morgan Chase, Citigroup, Wellington Management, Wells Fargo y Morgan Stanley.

Los 10 principales inversores europeos aportaron en conjunto 79.000 millones de dólares, esto es, cerca del 8% del total, y todos ellos se encuentran entre las 40 primeras instituciones financieras que invierten en la industria armamentística a nivel mundial.

Las grandes compañías de seguros, los fondos de inversión, los fondos soberanos, los fondos de pensiones y los bancos apoyaron a la industria de la defensa con más de 959.000 millones de dólares a través de diferentes formas de financiación: concesión de préstamos, tenencia de bonos, participación en acciones y suscripción de valores. Las acciones constituyeron más de la mitad de la inversión total en el sector (660.000 millones de dólares), mientras que los bonos representaron menos del 1% del total.

No hay guerras inocentes, hay guerras con la participación activa de los grandes jugadores a nivel mundial. A veces los países generan condiciones para que las empresas prosperen ayudando a que algunos conflictos progresen y esto ayuda a los beneficios privados. Otras veces los privados tienen que colaborar, como en Gaza, para que los grandes inversores obtengan beneficios en sus inversiones en empresas bélicas. Las muertes, la destrucción de la infraestructura, las migraciones, no son un tema personales, son sólo consecuencias no deseadas o resultados coleterales de simples negocios.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/07/21/las-bombas-evaporan-la-austeridad/

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La desindustrialización empuja hacia la derecha

 

China exporta casi el doble que EE.UU., tiene 7 de los 10 puertos más importantes, lidera la producción de coches y pronto la de chips. La deslocalización ha empobrecido a la clase trabajadora occidental y favorecido el advenimiento de la derecha.


La desindustrialización empuja hacia la derecha


Vincenzo Comito

El Viejo Topo

27 julio, 2024 

 


 Los recientes resultados electorales en Gran Bretaña y Francia son muy reconfortantes. Pero ciertamente no eliminan la necesidad de interrogarnos en profundidad sobre las razones profundas del fuerte impulso político hacia la derecha, incluso extrema, que se viene produciendo desde hace años en la Unión Europea y los Estados Unidos.

Desde este punto de vista, queremos subrayar en particular cómo los movimientos políticos de derechas son también consecuencia de un proceso de desindustrialización iniciado en su momento por los países occidentales, que han descentralizado muchas actividades productivas hacia el Sur del mundo, en busca del ahorro de costos de mano de obra y otros factores de producción, así como parte de un intento general de extender su dominio económico y político sobre el planeta.

En este proceso, países como Estados Unidos y Francia, pero también otros de la UE, han perdido millones de puestos de trabajo en las últimas décadas (para Estados Unidos estamos hablando de alrededor de 5 millones). Mientras tanto, muchos países del Sur del mundo, especialmente los asiáticos, también inspirados por los movimientos de deslocalización antes mencionados, han iniciado importantes procesos de industrialización que los están llevando a superar a los países occidentales en muchos frentes y también a vencerlos en los mercados mundiales.

Con el tiempo, este proceso ha generado graves consecuencias sociales tanto en Estados Unidos como en Europa, desestabilizando al menos a parte de las clases medias y empobreciendo a las clases trabajadoras; Zonas geográficas enteras se han convertido en desiertos económicos. Al mismo tiempo, hubo una creciente concentración de la riqueza y los ingresos, junto con una erosión de los servicios sociales de posguerra que tanto costó conseguir.

Tampoco se puede decir que las fuerzas políticas de izquierda de varios países occidentales hayan intentado gobernar estos procesos: en todo caso, han demostrado en gran medida ser completamente indiferentes a sus consecuencias, si no cómplices de su propio curso. De hecho, estaba claro que la izquierda esencialmente se puso del lado de los privilegiados que obtuvieron ventajas de los cambios descritos. También sobre la base de estas premisas la derecha ha conquistado espacios electorales antes impensables.

La situación en algunos sectores económicos

Llegados a este punto, para dejar clara la tendencia a pasar el testigo de la economía del Norte al Sur del mundo, puede resultar útil ofrecer una imagen de la evolución de algunos sectores económicos a lo largo del tiempo a nivel global. Hemos elegido los de puertos y astilleros, coches y chips como bastante representativos. La tendencia general que se desprende de estos casos es la preeminencia alcanzada ahora por los países asiáticos y en particular, aunque no exclusivamente, por China. Entre los países del Norte, Estados Unidos parece estar mejor que los de la Unión Europea, perdiendo velocidad esta en casi todos los frentes y en una terrible crisis de perspectivas para gran parte de su economía. Muchos de los sectores industriales más tradicionales, desde los productos químicos hasta los automóviles y la mecánica, en los que nuestro continente alguna vez destacó, se encuentran en grandes dificultades, mientras que los nuevos son dominio casi exclusivo de los Estados Unidos y China, y más en general de Asia. Hay un sueño de reindustrialización, pero la tarea es enorme y los resultados muy inciertos.

 

Puertos y astilleros

Como es sabido, han pasado muchos años desde que China se convirtió en la potencia comercial más importante del mundo, superando a Estados Unidos y Alemania, países que alguna vez dominaron el ranking. La fortaleza de China se manifiesta sobre todo en el nivel de las exportaciones, frente en el que el país asiático muestra una cuota de actividad respecto a la global de alrededor del 15%, casi el doble que la de Estados Unidos, mientras que en el nivel de las importaciones ocupa la segunda ubicación, pero a poca distancia de los propios Estados Unidos.

Esta situación influye fuertemente en el ranking de los principales puertos del mundo, ya que el mar es hoy, con diferencia, la ruta más importante utilizada para el transporte de mercancías a nivel mundial. De los diez primeros, siete puertos son ahora chinos: Shanghai encabeza la clasificación, Singapur ocupa la segunda posición, un puerto coreano se encuentra en el sexto lugar y el único europeo, Rotterdam, sólo en el décimo.

En cuanto al sector de los astilleros, en 2002 Europa todavía producía el 24% del transporte marítimo mundial y China sólo el 8%. Mientras tanto, Japón y Corea del Sur avanzaban cada vez más; Finalmente llegó China. En 2023 produjo más del 50% del transporte marítimo mundial, Corea del Sur el 26% y Japón el 14%; Europa ha caído ahora al 5% del total y Estados Unidos está prácticamente en cero. China todavía está por detrás en las tecnologías más avanzadas del sector, pero está alcanzando muy rápidamente a Corea del Sur, como muestran los últimos datos. El deseo expresado ahora por los Estados Unidos de restablecer sus actividades en el sector y de frenar la construcción naval china parece muy poco realista. Mientras tanto, a nivel político, se ha hablado de bloquear el acceso a los puertos estadounidenses de barcos de fabricación china.

 

El coche

En el sector de los vehículos de carretera, al anterior dominio mundial de los Estados Unidos, tanto en términos de niveles de producción como de cuota de mercado, se unió en el período de posguerra un fuerte crecimiento en los países de Europa occidental; Hasta hace unas décadas, las dos entidades geográficas dominaban las tecnologías, la producción y las ventas a nivel global en el sector. Posteriormente, también en este caso, primero Japón y luego Corea del Sur avanzaron de manera importante. Pronto, la primacía en tecnologías y organización de la producción pasó a Japón, en particular con el llamado sistema Toyota, aunque en cualquier caso la sofisticación y la calidad de los productos de las empresas alemanas se consolidó cada vez más. Más recientemente, China se ha convertido, con diferencia, en el mayor mercado y el mayor fabricante de automóviles del mundo, con una participación de alrededor de un tercio del total mundial. En 2023 también ocupó el primer lugar, superando a Japón como país exportador de vehículos. Mientras tanto, en términos más generales, Asia ha ocupado el centro del sector. De nuevo en 2023, más del 60% de los automóviles del mundo se producirían en el continente.

Las recientes innovaciones «radicales», con la progresiva afirmación de los coches eléctricos, el software y, en el futuro, los coches autónomos, están reforzando el papel del país asiático, que tiene una relación calidad/precio para los coches a batería que parece muy difícil de igualar (en 2023, entre otras cosas, produjo alrededor del 65% del total mundial), aunque Estados Unidos mantiene posiciones importantes con Tesla y otras empresas. Por otro lado, Europa parece estar cada vez más en dificultades: los productores alemanes, que ahora ven cada vez menos valorado su valor cualitativo en el mercado, intentan mantenerse a flote sobre todo aferrándose al mercado chino y a acuerdos con empresas de ese país, como los productores franceses también están haciendo.

Cabe destacar la imposición por parte de la administración Biden en 2024 de derechos muy elevados a la importación de automóviles chinos (100%) y baterías del mismo país. Como comenta The Economist, las empresas estadounidenses temían la competencia del Seagull chino de BYD, que se vende por 10.000 dólares; ahora las mismas empresas podrán vender coches de menor calidad al triple de precio. Incluso Europa, siempre vasalla de los estadounidenses, intenta ahora poner en dificultades a los productores chinos.

Un claro símbolo de los cambios que se están produciendo en el sector parece ser la noticia, divulgada en mayo de 2024, de que los autobuses de dos pisos de Londres, ahora electrificados, serán producidos por una empresa china.

 

Los chips

La fabricación de chips parece desde hace mucho tiempo ser la actividad industrial más importante del mundo. Los países europeos, todavía en 1990, controlaban una proporción de la producción mundial equivalente al 44%, mientras que hoy esa proporción ha caído a menos del 10%. El panorama no es muy diferente para Estados Unidos, que en 1990 obtenía el 37% de la producción mundial, mientras que hoy la participación ronda el 12%. El país también ha mantenido a lo largo del tiempo un papel muy importante en algunas tecnologías básicas, en particular en el diseño de los propios chips, y ahora está avanzando hacia nuevos actores con el desarrollo de la inteligencia artificial. El panorama actualizado hasta 2023 muestra en general una situación en la que Taiwán controla ahora una cuota de producción del 22% a nivel mundial, Corea del Sur el 21%, China y Japón el 15% cada uno (con China también con un fuerte crecimiento), mientras que Estados Unidos, como ya se mencionó, obtiene el 12% y los países europeos el 9%. Taiwán y Corea del Sur son, entonces, los países dominantes en tecnologías de productos, mientras que China representa con diferencia el mercado más importante, con alrededor del 50-60% del total mundial.

Lo cierto es que el país asiático todavía está bastante atrasado en términos de tecnología, tanto es así que hasta hace unos años la importación de chips era más importante en valor que la de petróleo y gas. Sin embargo, estas importaciones están disminuyendo (un 15% en valor en 2023), mientras que el nivel de autosuficiencia del país está aumentando. Mientras tanto, en 2023 –según declaraciones de Gina Raimondo, un importante miembro del gobierno estadounidense– Estados Unidos importaba el 92% de sus necesidades de chips más avanzados de Taiwán.

En cuanto a los países de la UE, hay que decir que están prácticamente fuera de juego en la producción más avanzada y que sus empresas de semiconductores sólo operan en los sectores más maduros -con excepción de las máquinas de producción de chips, sector en el que la holandesa Asml es con diferencia la empresa más importante del mundo, seguida de los japoneses.

Fuente: Sinistrainrete

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