jueves, 21 de noviembre de 2019

PREGUNTA PREGUNTITA: SI EL TRABAJADOR ES EL QUE CREA CUANTA RIQUEZA EXISTE Y PROVEE A LA SOCIEDAD DE CUANTO EXISTE, ¿POR QUÉ PINTA MENOS QUE PACHORRAS EN PASTRIZ EN TODAS LAS DECISIONES QUE AFECTAN A SU VIDA?



El futuro Gobierno y la Constitución


18.11.2019


La vida cotidiana de las clases trabajadoras y de los pueblos constituye la esencia de las naciones. Sus banderas, que a fin de cuentas no son más que símbolos, esconden a menudo los intereses de las élites económicas, que no suelen corresponderse con los del pueblo trabajador, fuente de su riqueza. 
La acción política, más o menos limitada por las leyes vigentes, se ve forzada a avanzar por el estrecho sendero que la Constitución de 1978 posibilita. Una constitución monárquica aprobada por las Cortes Generales españolas hace más de cuarenta años, producto de la reforma de una dictadura impuesta por el fallido golpe militar del 18 de julio de 1936, que derivó en la Guerra de España, preludio de la agresión nazi a los pueblos de Europa. 
La destrucción de la II República española -un sistema democrático que había sido legítimamente constituido- fue consecuencia de la arrolladora ascensión de los fascismos en la Europa de los años 30, cuya influencia ideológica entre la mayoría de la oficialidad del ejército español prendió con fuerza. Hoy, generales franquistas del ejercito español, retirados o en la reserva, llaman de nuevo a la lucha ideológica. 
La pretendida neutralidad política de los ejércitos es una peligrosa ficción. Desde la peculiar estructura de sus servicios secretos se acecha, con más diligencia de la imaginable, la actuación legítima de los gobernantes. Cuando un Gobierno progresista intenta llevar a cabo las reformas necesarias para atender las apremiantes necesidades que la sociedad demanda, corre el riesgo de verse limitado por la irresistible presión de las bayonetas. 
Si el Gobierno acaba cediendo a las presiones militaristas, en contra de la voluntad mayoritariamente expresada por el pueblo, aquel pierde su legitimidad y el apoyo popular que lo sostiene. La Historia nos enseña que, en esas situaciones, las cúpulas militares, generalmente aliadas de las élites económicas, acaban rebelándose contra la voluntad democrática libremente expresada, liquidando las conquistas arrancadas por la clase trabajadora. 
Es de suma importancia, pues, que el próximo Gobierno de España emprenda de inmediato las reformas necesarias para impedir que los sectores monárquicos, de agresiva ideología franquista, impongan abusivamente su autoridad en el seno del ejército, apoyados en una justicia militar anacrónica, que es cualquier cosa menos justicia. Esta ha de ser transferida sin paliativos a los juzgados y tribunales civiles, a fin de adecuarla a los tiempos actuales. 
Los militares demócratas somos conscientes de las amenazas que se ciernen sobre el horizonte. 
Las noticias retransmitidas por todas las cadenas de radio y televisión, con motivo de la exhumación del dictador Francisco Franco, así como el conflicto político entre Catalunya y el reino de España, prueban la gravedad de la situación. 
Desde la Europa democrática a la que pertenecemos se está siguiendo con estupor la llegada al Parlamento español de altos mandos militares retirados, abiertamente franquistas, que enaltecen el golpe militar y su dictadura. Es necesario ilegalizar toda exaltación del franquismo y su cortejo de horrores. No hay posibilidad alguna de reconciliación entre los victimarios y sus víctimas, estos han de pagar por los graves crímenes cometidos, que no pueden ser amnistiados ni prescriben. Por lo tanto: ni olvido, ni perdón. 
Por otro lado, el cumplimiento de las exigencias que la Comisión Europea impone a España, en materia de déficit, se traducen en agresiones contra las clases más desfavorecidas. Siendo inminente una recesión económica, es probable que los recortes recaigan nuevamente sobre el pueblo trabajador, en vez de recaer sobre las élites dominantes. Esto es lo que ha venido sucediendo desde el inicio de la Gran Crisis, que arrasó con derechos políticos y sociales. Por ello, los legítimos antagonismos entre trabajo y capital, por un lado, y el conflicto entre las naciones sin Estado y el reino de España, por el otro, anuncian la preocupante situación a la que nos abocamos. 
La Constitución monárquica es un serio obstáculo para una salida democrática a la crisis de régimen, que se agudiza rápidamente. Su núcleo fundamental constituye una imposición brutalmente clasista, simbolizada en la persona de un rey inviolable que reina al margen de las leyes, erigiéndose en garante del dictado constitucional. En efecto, los artículos más sociales, recogidos a título de inventario en el articulado no protegido de la Constitución, entran en flagrante contradicción con los artículos que sí están protegidos, como son los que atañen a los privilegios del rey.
Por todo ello, el Colectivo Anemoi, que me honro en representar, se adhiere a las reivindicaciones del Comité por la Alianza de Trabajadores y Pueblos (CATP), completándolas con algunas más específicas del ámbito militar, a saber:
  • Derogación de las reformas laborales y de pensiones del 2011 y 2013.
  • Derogación de la LOMCE.
  • Defensa del actual sistema público de pensiones.
  • Anulación de las leyes liberticidas, como la ley mordaza y el artículo 315.3 del Código Penal.
  • Libertad para los republicanos catalanes presos y abandono de toda persecución judicial por delito de opinión y manifestación.
  • Eliminación de la justicia militar, transfiriendo sus funciones a la justica ordinaria.
  • Paralización inmediata del despido de los militares de Tropa y Marinería, pues son también trabajadores de uniforme y han de tener los mismos derechos sociales que los demás funcionarios militares.
Los militares demócratas, de cualquier escala y cuerpo, somos conscientes de las presiones que se gestan desde los “cenáculos militares” de alto rango. La aplicación dura del artículo 155 y la frustración de las expectativas de la mayoría social progresista, abrirían sin duda una brecha por la que se colaría un franquismo rampante, que daría paso a una dictadura más o menos encubierta. De darse esa situación, el conflicto político catalán se enquistaría, derivando probablemente en un enfrentamiento civil de consecuencias imprevisibles. 
La proclamación de la III República, en el marco de un estado federal o confederal, consensuado mediante un nuevo proceso constituyente, se percibe como la única alternativa viable para crear las condiciones políticas necesarias para dar satisfacción a las apremiantes necesidades sociales, resolviendo de una vez por todas el viejo conflicto existente entre Catalunya y el reino de España. Conflicto político espoleado por una ultraderecha franquista peligrosamente militarista. La amnistía de los presos políticos se plantea, pues, como una exigencia ineludible. 
Instamos a nuestros socios europeos a que tomen buena nota del conflicto territorial que nos aflige. Pues, hoy como ayer, la democrácia en Europa está seriamente amenazada. 
Saludamos esperanzados el acuerdo suscrito entre el PSOE y Unidas Podemos para la formación del futuro Gobierno progresista. Valentía y coraje es lo que de él esperamos. Unidad y movilización, también, de las organizaciones sociales, exigiendo sin tregua al Gobierno de España las justas reivindicaciones más arriba citadas. 
Manuel Ruiz Robles, Capitán de Navío de la Armada, ex UMD, portavoz del colectivo de militares demócratas Anemoi.

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GARANTIZAR LA SOBERANIA POPULAR

El colectivo de militares Anemoi propugna unas fuerzas armadas defensoras de la soberanía popular

lahaine.org

26.01.2014



El objetivo final de este colectivo sería “tratar de neutralizar un intento de utilización de las Fuerzas Armadas contra el legítimo deseo de cambio de la población”


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Miguel Arróniz, miembro del Consejo Editorial de Rebelión, ha intervenido en primer lugar para explicar la trayectoria de este colectivo que ha publicado en su web más de 20 artículos a lo largo de este año en los que han lanzado una reflexión sobre la función de las Fuerzas Armadas. Tras su intervención, Antonio Maira y Manuel Ruiz, portavoces del colectivo, han leído el manifiesto. Finalmente, han dado paso a una ronda de preguntas de los numerosos asistentes al acto que han contestado durante más de una hora.


Ambos portavoces, militares retirados, han explicado que desde su posición es más fácil tratar de crear un “estado de opinión” sobre el papel que deben jugar las Fuerzas Armadas, puesto que “desde dentro la libertad de expresión está muy restringida y puede haber consecuencias graves para los militares que ejerzan algún tipo de crítica”. Por ello, el primer paso del colectivo Anemoi consiste en tratar de acercarse a las organizaciones políticas y movimientos sociales para empezar a generar un discurso en torno a la importancia de un “ejército que defienda por encima de todo la soberanía popular y que se deba al pueblo antes que a cualquier otra institución”, como la monarquía.


Su modelo son unas Fuerzas Armadas que respondan ante un mando elegido democráticamente, es decir, propugnan la necesidad de una república. Asimismo, consideran que ante la situación de grave crisis económica e institucional que está viviendo España y que “está afectando con gran intensidad a sectores cada vez más extensos de la población española”, es imprescindible el planteamiento de “un proceso constituyente”.


Anemoi surge ante la preocupación por una tendencia mayoritaria, que vienen observando en el ejército, hacia la ideología de derecha y extrema derecha, fuertemente nacionalista, machista y xenófoba, que, por ejemplo, “apoyaría la intervención militar en Cataluña” en el caso de que ésta se declarase independiente. También, señalan que “el ejército español está al servicio del imperialismo de la OTAN” y que “sirve a intereses de la industria armamentística mientras realiza recortes en los sueldos de las tropas”.


El objetivo final de este colectivo sería “tratar de neutralizar en todo lo posible un intento de utilización de las Fuerzas Armadas contra el legítimo deseo de cambio de la mayor parte de la población”.

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BOLIVIA. NO ES UN GOLDE ESTADO, ES UN ESTADO QUE SE HA DADO UN GOLPE Y, CLARO, YA PUESTOS, HAY QUE ASESINAR GENTE, PORQUE SI NO NO PARECERÍA QUE ES UN CRIMEN



Algunas lecciones desde Bolivia

20.11.2019


Consumado el golpe de Estado, Bolivia se encuentra en una situación de excepcionalidad, en la que la brutal represión contra los sectores que están haciendo frente al golpismo y la persecución contra dirigentes políticos, sociales y medios de comunicación se está intensificando, más ahora, con la vía libre dada a la policía y las Fuerzas Armadas para que puedan asesinar sin temor a enjuiciamiento. Aunque el conflicto seguirá evolucionando y aunque se convoquen nuevas elecciones que legitimen un nuevo gobierno, se pueden extraer una serie de enseñanzas de lo sucedido en el Estado Plurinacional de Bolivia (veremos cuánto tardan en quitar lo de “plurinacional”). Enseñanzas que, por lo demás, tampoco descubren nada nuevo, aunque sí que corroboran una vez más, hechos, intereses, factores inseparables de la confrontación entre pueblos y capital (tanto nacional como internacional). Más allá de la lluvia de informaciones, declaraciones, videos y mensajes en redes sociales, es imprescindible ser conscientes de qué hay detrás de lo que está pasando, del accionar de los agentes del capital y de la necesaria organización y respuesta de los sectores populares para avanzar en su liberación. El proceso boliviano, con sus dificultades, aciertos, defectos y errores (que no han sido pocos) no puede ser caracterizado sino como un proceso paulatino de liberación de las mayorías de Bolivia, históricamente marginadas, despreciadas y explotadas por una élite económica local blanca de origen europeo y por los intereses del imperialismo yanqui. Imperialismo que es real, aunque no se cite en los medios masivos de difusión y aunque muchas/os, desde la falta de conocimiento, recurran al “Ya están éstos/as con el imperialismo a vueltas…”. 
 
De forma abreviada y con la debida distancia, éstas son algunas de las constataciones tras el golpe de Estado:

- La amenaza es real. Aunque una parte importante de los sectores de izquierda puedan acomodarse a una situación de relativa “paz social” y no mantener la suficiente tensión en la organización, la formación y la preparación para defenderse frente a los ataques que vendrán, las contradicciones en las sociedades siguen presentes, siendo este choque de intereses mucho más perceptible en el caso de los procesos de transformación. Incluso en el caso de lograr la izquierda una hegemonía social y discursiva, los enemigos del proceso de cambio continúan esperando su momento y maquinando en la sombra para acelerar ese momento.

- La respuesta no se puede demorar. Tras la renuncia obligada del gobierno legítimo boliviano (bajo amenaza de una intervención militar y ante la posibilidad real de ser asesinados) y tras los hechos de persecución, racismo y vejación (quema de wiphala incluida), multitudinarias movilizaciones en contra del golpe han tomado las calles y carreteras bolivianas. Miles y miles de aymaras han bajado de El Alto a La Paz, el movimiento cocalero ha bloqueado carreteras y ha desfilado por Cochabamba, y otras marchas de pueblos originarios, mineros y otros sectores se han hecho presentes en muchas partes de Bolivia (en Santa Cruz, territorio “camba”, dominado sociológica y paramilitarmente por la oligarquía agroindustrial no ha sido posible). En multitud de videos se puede comprobar cómo estos sectores populares han ocupado el espacio que capitalizaron quienes denunciaban fraude electoral (presencia, por cierto, magnificada por los medios proclives al golpe). La respuesta ha llegado, sin embargo, demasiado tarde. Cuando todavía Evo Morales detentaba la presidencia hizo reiterados llamados a la paz y al diálogo, y se evitó disputar la calle a los sectores de derecha (clase media en su mayor parte) intentando evitar un choque que se ha transmutado tras el golpe en una confrontación en la que policías y militares disparan a población humilde desarmada (o armada con palos).

- Las concesiones al monstruo llevan hasta el revanchismo. Si bien el escenario postelectoral, en caso de no ganar las elecciones, había sido previamente planificado, la situación de debilidad del gobierno y las progresivas concesiones a la derecha no hicieron sino envalentonarla y mostrarle que podía seguir apretando y llegar hasta el final. El amotinamiento policial y el alineamiento de las Fuerzas Armadas con el golpismo fueron el toque de gracia. La aceptación por el Gobierno de Evo de la auditoría vinculante de la OEA (arriesgadísima decisión conociendo los antecedentes y naturaleza de la misma; “no se puede confiar en el imperialismo ni tantito así” que diría el Che), el anunció de nuevas elecciones, la renuncia a la presidencia… no fueron suficientes para evitar el desastre, ni para detener la represión. Se ha evitado un enfrentamiento en las calles entre sectores opuestos (aunque es muy probable que los indignadísimos protestantes de las clases medias se hubieran retirado rápidamente ante el avance de las organizaciones de masas populares), pero los muertos los siguen poniendo quienes se manifiestan contra el golpe. La cacería (término literal del ilegítimo Ministro de Interior) de cargos del MAS y militantes de organizaciones sociales y el hostigamiento contra periodistas y medios de comunicación continúa. La revancha, la humillación, el pisotear al derrotado, es una de las características de la ultraderecha cuando recupera el poder. En Venezuela también lo saben; lo vivieron durante 3 intensos días en 2002. Por eso el chavismo está dispuesto a defender con todo su proceso ante las constantes agresiones.

- Papel reaccionario y racista de la clase media. Como muy bien describe Álvaro García Linera en su artículo “El odio al indio”, la incorporación de grandes sectores populares (en su mayoría pueblos originarios) al acceso a los servicios públicos y, especialmente, a los puestos en administración y otras instancias, históricamente ocupadas por personas blancas y criollas, ha afectado de forma notable la posición privilegiada de la denominada clase media urbana, reavivando un sentimiento de racismo y supremacismo frente “al indio” que osa optar a ocupar también ese espacio. Además de ello, desde el gobierno y el movimiento de transformación se descuidó de forma bastante ingenua la necesidad de ideologizar a esos sectores pobres que, fruto de la mejora de las condiciones económicas con el gobierno del MAS, fueron incorporándose a la clase media. Ese vacío en las construcciones mentales fue ocupado por la ideología reaccionaria hegemónica en los medios de comunicación y entretenimiento.

En palabras de García Linera, la clase social en Bolivia se visibiliza bajo la forma de jerarquías raciales, en lo que es claramente la construcción de un Estado colonial. Ese supremacismo frente “al indio” se aprecia también en la contraposición de la Biblia a los incivilizados indios de bárbaras creencias y prácticas. Los y las golpistas han cambiado la espada y los trabucos de los colonizadores españoles por fusiles y ametralladoras, pero han llegado de nuevo con la Biblia en la otra mano. Esos sentimientos, donde se mezcla el prejuicio, el racismo y el integrismo religioso, se han desatado estas semanas en el seno de unos sectores con estudios universitarios, con cierta posición social y con un nivel de consumo medio/alto, pero manipulados de forma grotesca por los medios privados, sin un mínimo de conciencia de clase e incapaces de comprender el verdadero trasfondo económico y geopolítico tras los movimientos de la oligarquía boliviana. Se han desatado, además, con una importante carga de odio e irracionalidad. Si bien en las movilizaciones de El Alto se pedía la cabeza de Mesa y Camacho, el lema estrella en las turbas pidiendo la renuncia de Evo en diferentes partes de Bolivia (puede verse en internet) era “Evo, Evo cabrón, sos un hijo de puta, la puta madre que te parió”. Toda una demostración de crítica política...

A partir de esta instauración de un discurso racista y colonizado, queda claro que el proyecto que se nos intenta vender como un “gobierno de transición democrático”, no es otra cosa que el intento de restauración del Estado colonial y el modelo neoliberal. 

- Policía y militares, nada nuevo. Sin una policía y unas fuerzas armadas formadas en la defensa del pueblo y del territorio frente a agresiones externas, sin un control efectivo desde dentro mediante mandos verdaderamente comprometidos con el proceso, sin una estructura de milicias en las que se haga a todo el pueblo partícipe de la defensa, es realmente complicado asegurar la obediencia de las instituciones que detentan el monopolio de la violencia en los momentos críticos en que se decide la confrontación entre los sectores populares y la burguesía. Que se cuadren delante del presidente no asegura que mañana no se vuelvan en su contra. Los militares golpistas chilenos juraron fidelidad a Allende el día anterior al sangriento golpe. Existen excepciones como la de Cuba (donde se hizo una revolución en toda regla y las fuerzas armadas se constituyeron a partir del Ejército Rebelde) o la de Venezuela, donde el protagonismo de numerosos dirigentes chavistas militares y auténticamente patriotas (Chávez, Diosdado Cabello, gran cantidad de ministros y gobernadores…) y el desarrollo de la unión cívico-militar (que incluye la estructuración de milicias) dificultan enormemente los intentos de la derecha y la inteligencia yanqui por organizar grupos golpistas entre los militares.

- Gobiernos y partidos europeos, tampoco nada nuevo. Los diferentes agentes del capital van dosificando la necesaria cobertura al golpe reconociendo el gobierno de la autoproclamada, tal y como hicieron algunos gobiernos con Guaidó. La Eurocámara rechazó calificarlo de golpe y muchos gobiernos y partidos europeos han aceptado explícitamente o de facto el gobierno surgido del mismo. Tras mostrar preocupación por las muertes y abogar por una nueva convocatoria de elecciones (habrá que ver en qué condiciones, ya que la burguesía no va a arriesgarse a perder lo que le ha costado 13 años recuperar), celebran en privado de la interrupción de un proceso de empoderamiento popular y exploran las oportunidades de negocio en una nueva situación donde será posible recibir una parte de pastel boliviano mucho mayor. «Aunque haya realidades claramente reprobables, no es de recibo pedir a un agente empresarial lo que mandatarios o la propia diplomacia política no es capaz de resolver» manifestó recientemente Arantxa Tapia en relación a las peticiones para que CAF no participe en la construcción del tranvía en territorios ocupados de Jerusalem. Entre negocio y derechos humanos y de los pueblos, las prioridades están claras para los representantes y gestores del capital.

-El golpe, la situación geoestratégica y los recursos naturales. La articulación gradual del golpe, que primero instala en la clase media la idea de un fraude para luego convertir sus manifestaciones de repudio en verdaderas guarimbas, el relevo en el liderazgo de las protestas de sectores más moderados como el de Carlos Mesa por aquellos más violentos y oligárquicos encarnados en Camacho (presidente del Comité Pro Santa Cruz) y en Añez (la autonombrada presidenta), la fina sincronización entre el motín policial, la filtración del informe preliminar de la OEA y la “sugerencia” de renuncia al presidente Morales por parte de las Fuerzas Armadas (que han pasado de prometer no disparar contra el pueblo a, tras la renuncia, reprimir con brutalidad ocasionando más de una veintena de muertos), dan certeza de un golpe de Estado, orquestado y planificado milimétricamente por el Departamento de Estado norteamericano; más aún si tomamos en cuenta dos elementos clave:

El primero, la necesidad de Estados Unidos de recuperar paulatinamente el control de las riquezas económicas de un continente que tradicionalmente ha considerado su patio trasero, en el contexto de su pugna con China y Rusia por la hegemonía mundial en las próximas décadas. En el caso de Bolivia cobran especial relevancia las reservas de gas natural, pero fundamentalmente las grandes reservas de Litio del Salar de Uyuni. 

El segundo, estrechamente relacionado con el anterior, el escenario convulso de la región en la que las rebeliones populares contra el modelo neoliberal en Ecuador y Chile, la derrota de Macri en Argentina y la liberación de Lula en Brasil ponen en cuestión la hegemonía imperialista norteamericana. 

- Sólo la organización puede parar el golpismo. Si algo tienen los pueblos que habitan territorio boliviano y, especialmente, pueblos como el aymara, el quechua o el guaraní, es una historia de lucha y resistencia. Contra el Imperio español, contra las dictaduras del siglo XX, en el movimiento minero y cocalero o contra los intentos de privatizar el agua o el gas a principios del siglo XXI. Esa historia de lucha es inseparable de una extensa organización de base. Ello ha permitido salvaguardar en gran medida su modo de vida y ello posibilitó llevar a un sindicalista cocalero aymara que no concluyó la educación primaria a la presidencia de Bolivia. Ese sentido de la colectividad, esa tradición organizativa y ese espíritu aguerrido apegado a la Pachamama y a su cosmovisión constituyen la esperanza de que, a pesar de enfrentarse a la violencia estatal, a la oligarquía boliviana y a los intereses de EEUU por apropiarse de los recursos naturales bolivianos, se pueda presentar resistencia e intentar dar la vuelta a esta dramática situación.

En síntesis, lo que los golpistas deberían tener en cuenta es que, más allá del gobierno de Evo con sus innegables avances y sus claras contradicciones, están los pueblos originarios y las clases trabajadoras a las que pertenecen que, después de más de quinientos años de resistencia, han dicho ¡basta! y echado a andar. Y esa marcha no se detendrá hasta conquistar la verdadera libertad, política, social y económica del Abya Yala.

Iñaki Etaio y René Behoteguy, militantes de Askapena

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RELATO DE MIL CARACTERES DE UNA SERIE DE 1.000 RELATOS



LA CÁRCEL DE TORRERO 

 
            Seguramente habrá otra nueva guerra civil, porque dicen que cuando se olvida la historia, siempre hay alguien que porque le conviene se empecina en que la historia se repita. 

La cárcel de Torrero la estaban demoliendo las máquinas, y con ello, las grandes empresas de la construcción borraban la historia de un barrio, el de Torrero. En su lugar levantarían enormes y monstruosos y caros bloques de pisos, con permiso de la autoridad que llaman competente.

 Alguna reja de las que guardaban presos, probablemente, acabaría decorando una lujosa vivienda, segunda o tercera, a las afueras de la ciudad, no para recodar nada sino para exhibir el mal gusto, y evidenciar la posibilidad de disponer de mucho en muy poco tiempo.

            En las paredes de la cárcel quedaban todavía las huellas de los disparos tapados malamente con yeso por los propios presos. Las balas de fusil calibre siete noventa y dos, después de traspasar los cuerpos de los fusilados, desconchaban los ladrillos ocres de la pared de la cárcel.

            Comieron algunos presos heces y orines propios antes de ser fusilados, pero eso eran trozos de historia que no convenía hacer presentes: hería la sensibilidad del insensible ante los sufrimientos y, sobre todo, quitaba el apetito ante una mesa bien dispuesta.

            O, seguramente, ya no harían falta más guerras civiles. Con una buena domesticación social bien trenzada se podría conseguir lo mismo, o incluso más, y la nueva cárcel bien pudieran ser todas las calles de la ciudad.

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Manuel Sogas Cotano
Zaragoza 8 Agosto 2005