lunes, 11 de marzo de 2024

La infame hipocresía de los “valores” burgueses

 

La infame hipocresía de los “valores” burgueses

 

DIARIO OCTUBRE / marzo 10, 2024


Por más que se procure envolver a la clase obrera con la idea de que vivimos de la manera más lógica posible, la putrefacción del capitalismo nos lleva inevitablemente al desgaste. Por más que se nos deshumanice no dejamos de ser humanos, y nuestras necesidades no se cambiarán por otras que se puedan satisfacer en una dinámica de explotación. Reflejo de esto es el aumento del número de suicidios.

En su afán por dominar el mercado, la burguesía que nos exprime solo ve en nosotros productores de usar y tirar que deben salir rentables. Deben obtener ganancia robando el fruto de nuestro trabajo en detrimento de nuestro propio bienestar, ya que los capitalistas tienen ese derecho, y de ahí se justifica como un mal necesario todo lo que de ello emana.

Nuestras vidas giran en torno al hecho de que somos mano de obra que debe producir todo lo que hay en la sociedad, pero el producto no nos pertenece ni somos directores de tales creaciones, sino que van destinadas al beneficio de unos parásitos; obtenemos en cambio alrededor de lo necesario para cubrir nuestras necesidades fisiológicas para poder seguir trabajando para una minoría. Y conscientes de que en cualquier momento se puede prescindir de nosotros, debemos tener cuidado al gastar la más que injusta retribución. Este hecho, junto con la anarquía de la producción, hace que cada vez seamos más incapaces de consumir todas esas mercancías que van acumulándose y que anuncian avalanchas llamadas crisis. Entonces se profundiza en las medidas que buscan reducción de costes, alguna ventaja sobre los competidores y saneamiento de las deudas; todo ello recortando en servicios, transfiriendo dinero público a los grandes empresarios, despidiendo a trabajadores, ofreciendo trabajo precario, extendiendo el salario mínimo… Y en esos momentos en que se manifiesta claramente la fragilidad y la mentira del capitalismo, recibimos ese mensaje que, en realidad, nos ha llegado siempre: hay que adaptarse, callarse, apretar el cinturón y sobrevivir como podamos, porque las cosas están mal.

¿En qué se traduce? No importan las necesidades humanas, sino el mercado; el lucro del parásito. Siempre se nos presenta, y se nos ha presentado, el sufrimiento como algo inherente al día a día. El trabajo debe ser un duro sacrificio para poder sobrevivir, y el miedo al despido nos debe motivar. Si no tenemos suficiente dinero se nos puede arrebatar la vivienda, negar el acceso al alimento, el trasporte se vuelve un lujo, la ropa un gasto innecesario y el ocio una locura. Si nos formamos, debe ir encaminado a introducirnos en un trabajo con el que nos incorporaremos al gris sacrificio colectivo. Hay que tener cuidado con el agotamiento y la tristeza; procurar aguantar o disimular, puesto que debemos estar siempre preparados para nuestra ofrenda diaria al capital. La pura voluntad debe ser nuestro motor; si no somos “la mejor versión” de nosotros mismos significa que “no nos estamos esforzando”, y por tanto falla nuestra voluntad; no nos estamos adaptando bien. Necesitamos relacionarnos con los demás, pero siendo conscientes de que nuestro tiempo se dedicará, en primer lugar, al sacrificio asalariado y a las obligaciones que derivan de nuestra supervivencia. Necesitamos información y cultura, pero a pesar de los conocimientos y avances científicos, nos llegan mentiras y se fomenta la interpretación errónea de la realidad. Y así un largo etcétera.

¿Pero no nos dicen que lo importante es la salud? ¿no nos cuentan que se prioriza el bienestar de las personas? ¿no son los que se llenan la boca con “los derechos humanos” los que imponen la dinámica descrita más arriba? De hecho, la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que tenemos derecho a un salario digno, lo cual significa que se defiende el trabajo asalariado; es decir, se defiende el criminal sistema capitalista y, por tanto, todos los males que de ahí emanan y que son contrarios al humanismo, priorizando el derecho a dominar que otorga la propiedad privada de los medios de producción. Las necesidades son secundarias y la clase obrera solo tiene el derecho a la vida si puede pagarlo mientras está sometida al capital.

Marx señalaba que la relación de las leyes económicas con la moral es arbitraria, ocasional y, por ello, acientífica: la oposición entre Economía Política y moral es solo una apariencia y no tal oposición. La Economía Política se limita a expresar a su manera las leyes morales. La burguesía, de manera idealista, nos vende unos valores que se derrumban ante la realidad que vivimos. Delante de lo que nos hace humanos debe ir siempre el interés de la clase dominante, y alrededor de ello ha de orbitar todo lo que en nuestras vidas acontece. Somos humanos con “derecho a la vida” hasta que llegamos a la línea que marcan las relaciones de producción capitalistas; es entonces cuando tiene lugar eso que llamamos “chocar con la realidad”. Incluso cuando tenemos un par de días libres, unas vacaciones o sencillamente un buen día de ocio, decimos, al finalizar, esa famosa frase: ahora de vuelta a “la realidad”.

España es el país con mayor consumo legal de benzodiacepinas del mundo, y es menester entender que no es más que un síntoma que deriva de un sistema podrido en el que, sin conciencia de clase y sin organización, la clase obrera cree que solo le queda buscar el alivio, y más si tenemos en cuenta que ni siquiera contamos con la atención adecuada en los servicios sanitarios. Al no poder concebir que es posible transformar la realidad, y que los problemas no se deben a dificultades individuales y aisladas, sino que se deben a la estructura económica y nacen de la explotación humana, reina la resignación y las lagunas que se tienen a la hora de explicar la realidad se rellenan con sesgos; la ideología burguesa está presente en cada momento y hueco de nuestras vidas. De hecho, está demostrado que pensar de manera irracional afecta a la salud mental. Nuestra percepción chocará con interpretaciones erróneas de la información que procesamos, y no seremos conscientes de que no estamos entendiendo el mundo que nos rodea, aunque creamos que sí, y por tanto será fuente de frustración constante. No se puede encontrar solución a los problemas que no se comprenden; he ahí el éxito de la burguesía (que procura que eso sea así) en la batalla ideológica.

La pobreza va en aumento, por más que el Gobierno de “izquierdas” diga que se ha conformado para mejorar la vida de “la gente”, ya que esa gente a la que le mejora la vida es la burguesía. La carga que supone no poder cubrir las necesidades afecta seriamente a la salud, y junto con la falacia de que cada uno obtiene lo que consigue con su esfuerzo, el agotamiento está servido. Emplear las energías en la supervivencia y en estar alerta preocupados constantemente tampoco deja tiempo para relaciones sociales, el ocio y un descanso adecuado, y puede llevar al desgaste. Todo ello fomenta la búsqueda de alivio ante la hostilidad que presenta la vida del desposeído. En lo que respecta a los jóvenes y destacando sobre todo a los menores, también víctimas de la situación que se vive en los hogares, se refugian cada vez más en contenidos de internet que ofrecen ideología burguesa en su forma más tóxica.

Por otro lado, el trabajo también es cada vez más inestable y precario. Este hecho no hace más que acrecentar la inseguridad en el presente y en el futuro, lo cual empeora también la salud mental, que se ve continuamente asediada por las relaciones de producción capitalistas. La psicoterapia, si bien solo es una ayuda individual para ser funcional en la dinámica enfermiza de la explotación, siempre es más recomendable que un fármaco, y puede suponer un apoyo importante para las personas que necesitan aliviar su sufrimiento, teniendo la posibilidad de generar, al menos, pequeños cambios para gestionarse mejor. Sin embargo, a pesar de que se promueve la idea de cuidar la salud mental, su importancia, la necesidad de acudir a un profesional, etc, una vez más nos encontramos con que esos consejos, que pueden sonar a responsabilidad y conciencia por parte del sistema, chocan una vez más con la realidad: muchos no pueden acudir por falta de recursos. No solo eso, sino que tras esos paréntesis en que lacayos de la burguesía de todos los colores fingen preocuparse y ofrecen parches, a veces inalcanzables, el criminal sistema capitalista, causa de nuestros males, sigue arrasando con nuestras vidas y nuestros consejeros no hacen nada por detenerlo, ni por ayudarnos a identificar al enemigo.

El único camino es aquel que nos garantiza la satisfacción de las necesidades humanas en todos los ámbitos y un desarrollo constante, sin parásitos ni competencia. Un sistema en el que los trabajadores ven que el fruto de su trabajo se destina a una sociedad hecha por y para ellos; es decir, donde obtienen lo que les corresponde.

Para hacernos una pequeña idea, hay estudios que muestran que dotar de recursos materiales tiene un impacto positivo en nuestro estado de salud y el ánimo. Tener mayor acceso a aquello que necesitamos, evidentemente, nos da mayor sensación de seguridad y por ello se alivian los problemas de ansiedad, pues ésta no es más que un estado de alerta ante aquello que interpretamos como un peligro (como ocurre al percibir que carecemos de cosas básicas). Por otro lado, se conoce que con el apoyo social en todo tipo de situaciones, ya sea en un contexto cotidiano o ante problemas como enfermedades crónicas, o durante el tratamiento de las adicciones, tienen lugar mejoras significativas. Es decir, tener la posibilidad de ser tenidos en cuenta, así como un espacio en el que importamos, nos aporta vitalidad.

Debemos tener claro que un sistema plagado de contradicciones, que exprime nuestras vidas y nos roba el fruto de nuestro trabajo, solo puede ofrecer sufrimiento. Los suicidios son una consecuencia inevitable de la más completa deshumanización. No se trata de no querer vivir, sino de sentir que no se es capaz; no son más que asesinatos, pues prevalece la búsqueda de beneficio sobre la vida humana, aplaste a quien aplaste. Se conocen las causas, pero la burguesía no se detiene. A pesar de que la ciencia demuestra continuamente que la forma en que nos obliga a vivir este sistema es enfermiza y destructiva, observamos que la barbarie no cesa y, de hecho, es cada vez mayor. La descomposición del capitalismo va acompañada de mayor manipulación a la clase obrera, para generar así mayor división, aislamiento e individualismo. También se acompaña de mayor miseria, y el desgaste que esto genera no solo afecta a la salud, sino que aumenta la probabilidad de asumir como cierta la mentira de que no hay solución. Al aumentar también la desesperación somos más vulnerables ante una explicación engañosa.

La grave situación que vivimos no cambiará de mano de los políticos, pues son puestos en los sillones por y para la burguesía. Tampoco surgirá el cambio de manifestaciones espontáneas que solo alcanzan a exigir modificaciones superficiales. Solo la clase obrera es capaz de transformar la realidad, pero para ello debe librarse de los explotadores; de los criminales que han acumulado enormes cantidades de poder a costa de nuestro trabajo y sufrimiento. El principio de dicha transformación comienza con la organización de los trabajadores, cuyo poder nacerá de la unión de todas las luchas apuntando hacia la raíz común, que no es más que este sistema de explotación humana. No podemos seguir permitiendo que jueguen con nuestras vidas y nos traten como si éstas no tuvieran ningún valor, más allá de la ganancia que podamos generar. La criminal burguesía es la que debería vivir reprimida. Es hora de constituir un Frente Único del Pueblo que nos permita luchar de verdad por nuestra máxima aspiración: el socialismo.

Comisión de propaganda del CC del PCOE

FUENTE: pcoe.net

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¿Dónde estamos? ¿En qué lugar y en qué momento de la historia nos encontramos? (II y final)

 

¿Dónde estamos? ¿En qué lugar y en qué momento de la historia nos encontramos? (II y final)

 


DIARIO OCTUBRE / marzo 9, 2024

 


Sergio Rodríguez Gelfenstein
.— En años recientes, tres acontecimientos vinieron a acelerar el proceso de construcción del nuevo mundo:

1. La pandemia de Covid19.

La pandemia puso en evidencia la incapacidad del sistema internacional y del capitalismo para enfrentar a un enemigo común de toda la humanidad. Fue un momento estelar para coordinar acciones y ponerse de acuerdo para cooperar, pero fue imposible porque primó el interés por mantener funcionando la economía por encima de la salud y asegurar el lucro y la ganancia en vez de preocuparse por salvaguardar la vida de los seres humanos. El país más rico del planeta con 330 millones de habitantes vio morir a casi 1.2 millones de ciudadanos por la incapacidad de proteger a su propia población. En el extremo opuesto, en China con 1.4 mil millones de habitantes, fallecieron 120 mil ciudadanos. Se puso sobre el tapete la forma diferente como ambos sistemas atienden la salud de los ciudadanos, manifestándose el contraste entre aquellos países que invierten en salud pública y los que la consideran un bien del mercado. Este hecho dio inicio al proceso de transformación global.

2. La Operación Militar Especia (OME) de Rusia en Ucrania.

Ante la incapacidad del sistema internacional por evitar que se siguiera consumando el genocidio contra la población ruso parlante en el este de Ucrania, ante el peligro de expansión del nazismo que tomó a ese país como base de su florecimiento mundial y en consideración del grave riesgo que significaba la expansión de la OTAN para su paz, la de la región y del mundo, Rusia se vio obligada a iniciar una OME en territorio ucraniano. Más allá del desarrollo del conflicto en su dimensión local y regional se debe considerar el impacto que está teniendo a nivel global. El 21 de marzo del año 2023 durante una visita a Moscú y en el momento que se despedía de su colega ruso, Xi Jinping le dijo a este: “Están ocurriendo cosas que hace 100 años no pasaban” y refiriéndose a sus países, remató “…y nosotros somos los protagonistas”. En esa frase se expone lo que está ocurriendo: cambios nunca antes vistos en más de un siglo.

Esto es trascendental en momentos en que Estados Unidos acentúa su crisis hegemónica, materializada en un perceptible debilitamiento de uno de sus pilares: el dólar, parte vital de su diplomacia de fuerza centrada en el unilateralismo agresivo. El otro instrumento de dominio, en el que aún conserva relevante capacidad y gran distancia respecto de sus adversarios es en el ámbito, cultural y mediático.

Mientras crecen los acuerdos comerciales bilaterales para usar monedas nacionales (India, Irán, Dubái, Malasia, Pakistán, Arabia Saudita, Sri Lanka, entre otros), Rusia y China crearon su propio sistema de pagos; también se alejan del dólar los BRICS, que planean una moneda fiduciaria común; Brasil y China acordaron comerciar con sus monedas, así mismo, una serie de países africanos plantean negociar con respaldo en títulos sobre tierras raras o metales. Si bien en el corto plazo no se vislumbra una masiva salida del dólar, este es un camino inexorable más allá del tiempo que demore en ocurrir. La abusiva racha de sanciones que ya traspasó la tolerancia y afecta a una treintena de regiones y naciones con impacto socioeconómico devastador ha acelerado tal proceso. La forma en que Estados Unidos abusa de su preponderancia monetaria es parte de una riesgosa diplomacia de fuerza.

Según el periódico chino Global Times en un artículo con el sugestivo nombre de “La desdolarización es inevitable”, el declive de la hegemonía, a menudo comienza con su moneda. Hace 10 años, 80% del comercio entre China y Rusia se realizaba en dólares, mientras que hoy el 90% es en yuanes y rublos.

La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés), en una reciente reunión, contempló el abandono del dólar y otras monedas. El grupo BRICS está avanzando hacia la creación de una nueva moneda que pueda sustituir al dólar estadunidense, empezando por el uso de sus monedas locales. Como se dijo antes, China y Brasil han tomado la decisión de realizar el comercio mutuo en yuanes abandonando el dólar mientras anuncian que se va a ampliar la oferta de alimentos, minerales y bienes de alto valor agregado. El comercio entre China y Brasil alcanzó una cifra récord equivalente a 150 mil millones de dólares (una cifra que no se puede desdeñar) y que está dejando de comercializarse en esa moneda para pasar al yuan.

El espacio estratégico global está dejando de ser el Atlántico en favor de Eurasia. Zbigniew Brzezinski advirtió que “el más peligroso escenario (para el status de Estados Unidos como poder global) sería una gran coalición de China, Rusia y quizás Irán […] una coalición antihegemónica”.

La reconciliación entre Arabia Saudita e Irán gracias a los buenos oficios de China abre esa zona del planeta a una era de paz en una región que es la mayor compradora de armas del mundo con lo cual se debilita económica, financiera y políticamente a Estados Unidos.

Por su parte, Europa y otros aliados claves de Estados Unidos están buscando salir del “hueco” en que se metieron. Francia busca inversiones en China, España rompe récord de compra de petróleo ruso, Alemania renovó el seguro del Nord Stream, Japón le dio la espalda a Washington para comprar petróleo ruso a precio de mercado, Arabia Saudita prefirió llegar a un acuerdo con Rusia y la OPEP que seguir los dictados de Washington de aumentar la oferta. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, recomendó a Europa diseñar un proyecto de “autonomía estratégica” para no depender “de otros en temas críticos, porque el día que nos quedemos sin margen de maniobra en cuestiones como la energía, la defensa, las redes sociales o la inteligencia artificial, el día que nos quedemos sin la estructura necesaria sobre esos temas, nos quedaremos apartados del ritmo de la historia”. Eso ya está ocurriendo.

Por otro lado en África, en tiempos recientes Chad expulsó al embajador de Alemania, Jan-Christian Gordon acusándolo de “interferir en la política interior del país” y hacer “comentarios despectivos y tendenciosos que pueden trastornar la cohesión social”. El presidente de ese país Idriss Déby lo criticó por tener una “actitud descortés” y una “falta de respeto en prácticas diplomáticas”.

El presidente de Namibia, Hage Geingob, (ya fallecido) detuvo tajantemente al embajador alemán Herbert Beck que se quejaba de que hubiera más chinos que alemanes en ese país. El presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, dijo que “Estados Unidos está obsesionado con las actividades de China en África”. Por su parte, el presidente de Kenia, William Ruto, recomendó a su población deshacerse del dólar. Así mismo, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, rechazó la actitud aleccionadora de la BBC, y le recordó que fueron gobiernos europeos los que cambiaron las fronteras de África a su antojo generando conflictos territoriales que no había, esparciendo odio entre pueblos africanos que derivaron en las guerras actuales.

El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, opinó que los políticos europeos eran “insufribles” y que “creen que lo saben todo, pero están equivocados al exhibir su ignorancia allá donde van”. El Gobierno de Burkina Faso anuló un acuerdo de ayuda militar con Francia que llevaba 62 años de vigencia y le ordenó retirar a sus tropas. Malí declaró persona ‘non grata’ al jefe de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, al mismo tiempo que obligó a Francia a retirar su contingente militar del país, donde se encontraban participando de operativos militares antiterroristas sin completarlos.

El presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, le dijo a su homólogo francés, Emmanuel Macron: “Mírenos de otra manera, respetándonos, considerándonos como verdaderos socios y no siempre con una mirada paternalista, con la idea de saber siempre lo que nos hace falta”. En Gabón, Macron se vio obligado a anunciar que “la era de la ´Francáfrica` ha terminado”, lamentando que todavía se vea a su país como injerencista en los asuntos internos de las naciones africanas.

¿Quién lo hubiera pensado hace solo algunos años? El mundo está cambiando y todo se ha acelerado gracias a la OME de Rusia en Ucrania?

En el trasfondo, lo que está en crisis son los intereses superiores del capitalismo global que observa impávido la pérdida de su poder omnímodo. Ucrania es solo un instrumento despreciable para Occidente en la búsqueda de lograr su objetivo primordial que es salvar al capitalismo en el momento de su mayor y creciente debilidad. En particular está visto, que a través de la historia a Estados Unidos, nunca -cuando se trata de preservar su sistema – le ha importado sacrificar millones de vidas, incluyendo la de los ciudadanos estadounidenses humildes que son los que conforman su ejército. Sus 800 bases militares en todo el mundo y sus 11 portaviones son el instrumento más importante con que cuenta Estados Unidos para “resolver” los problemas que plantea el derecho internacional.

Durante los cinco últimos siglos, es decir desde que se inició la globalización hegemonizada por Occidente, el poder mundial se asentaba sobre el control de los mares. Eso ha comenzado a cambiar generando una transformación paradigmática en la que Estados Unidos está quedando fuera. La creación de un gran espacio euroasiático en territorio terrestre a partir de la alianza entre Rusia y China, establece parámetros novedosos en la estructuración del poder mundial. Hay que tener en cuenta que fueron pensadores occidentales como el inglés Halford Mackinder y el estadounidense de origen neerlandés Nicholas Spykman quienes expusieron que el control del Asia Central, como “corazón continental” o “área pivote”, conduciría al control del mundo.

En años recientes, la alianza ruso-china ha llegado al súmmum de su fortaleza tras la declaración conjunta del 4 de febrero de 2022 firmada por los presidentes de ambos países en Beijing, que en la práctica manifiesta la decisión de dar los primeros pasos para la creación de un nuevo orden mundial. Tras la derrota y huida de Afganistán por parte de Estados Unidos y la OTAN y después del fracaso de los golpes de Estado en Kirguistán en enero de 2020 y en Kazajistán en enero de 2022, se ha puesto de relieve la incapacidad de Estados Unidos por dominar ese territorio estratégico del planeta, más allá de su éxito en el derrocamiento del primer ministro de Pakistán, Imran Khan en abril de 2022 en una operación tramada por Washington y ejecutada por sus adláteres locales.

La alianza euroasiática se ha concretado a través del funcionamiento de varias organizaciones. Una de ellas, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que mostró su eficacia, evitando el golpe de Estado en Kazajistán. Otra instancia creada y que ha mostrado su efectividad es la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), donde participan China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán como miembros fundadores. Después se han incorporado Uzbekistán, India, Pakistán e Irán con el objetivo de cooperar en materia política, económica y de seguridad. Bielorrusia, Mongolia y Afganistán esperan aprobación para su ingreso. De la misma manera la Unión Euroasiática conformada por cinco países constituye la extensión exitosa de vínculos económicos y comerciales en el más amplio espacio terrestre del planeta.

China por su parte promovió y creó la mayor alianza económica del mundo, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés). Esta asociación está conformada por el 30% de la población mundial. Pero el ámbito de mayor alcance en la región y el mundo es la nueva Ruta de la Seda proyecto desarrollado por China para el cual ha destinado hasta ahora 900.000 millones de dólares distribuidos entre 72 países, con una población de unos 5.000 millones de habitantes o sea el 65% de la población mundial según apunta el periodista belga Marc Vandepitte en un reciente artículo.

El gran peligro para Estados Unidos y su sistema de predominio mundial es la incorporación de Europa y en particular de Alemania a este sistema. Si ello ocurriera, se desmoronaría irremediablemente todo la estructura hegemónica construida tras la segunda guerra mundial que tiene en la democracia representativa de corte occidental su sustento político, en la Organización de Naciones Unidas, su instrumento de control global, en la OTAN el soporte militar de presión, chantaje y amenaza y el Sistema de Bretton Woods constituido a partir del control occidental del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, como los pilares para sostener económica y financieramente su hegemonía global. La subordinación y control de Europa es fundamental para sustentar este modelo diseñado desde que se pusiera en práctica el Plan Marshall tras el fin de la segunda guerra mundial.

El objetivo fundamental de la política estadounidense ha sido evitar que se produjeran acuerdos de integración energética entre Rusia y Europa que podrían sellar una alianza estratégica mutuamente beneficiosa para ambas partes que, por añadidura enlazaría a Europa con China dejando a Estados Unidos alejado de la posibilidad de seguir manteniendo la supremacía energética en Europa, que junto a la OTAN configuran la garantía del control del Viejo Continente por parte de Estados Unidos.

3. La invasión de Israel a Gaza.

Aunque es un hecho muy reciente, que impide sistematizar de forma acabada, las repercusiones que pueda tener en el sistema internacional, vale analizar los acontecimientos en Asia Occidental como un evento que da continuidad a los dos anteriores y como expresión de la dinámica transformadora en el planeta, Por lo pronto, se ha cuestionado al eje sionista-imperialista desde el punto de vista político, militar, diplomático y hasta jurídico. Algo también impensable solo hace unos meses atrás.

Las nuevas coaliciones y alianzas que se están produciendo entre países árabes y musulmanes de tres continentes y la búsqueda de estos por abrirse un espacio más allá de la región a través de acuerdos con otras instancias como la Organización de Cooperación de Shanghái, la Ruta de la Seda, el Corredor Norte-Sur y sobre todo los BRICS son expresión de una realidad novedosa, sobre todo cuando se está hablando de la región que ocupa el primer lugar mundial en producción de energía…y en la compra de armas.

La cercanía cada vez mayor de estos países con Rusia y China y el papel más relevante que estas dos potencias están jugando como articuladores de procesos de negociación, y búsqueda de acuerdos en favor de la paz y la distensión, generan un nuevo momento en el planeta.

El eje de esta situación fue el inicio de la operación “Diluvio de Al-Quds” por las fuerzas políticas y militares palestinas y su soporte por parte del eje de la resistencia a través de variadas manifestaciones concretas de solidaridad y apoyo, sobre todo de Yemen, Irán, el Líbano, Siria e Irak, así como de la mayoría de los pueblos árabes y musulmanes, a menudo en franca contradicción con sus gobiernos.

Un gran influjo para que ello ocurriera, tuvo el acuerdo saudita-iraní para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, creando una situación mucho más ventajosa en la región para la lucha del pueblo palestino, aislando a Estados Unidos y al ente sionista.

A manera de conclusión pudiera señalarse que, vista la situación en la perspectiva planteada, se podría afirmar que se está avanzando hacia un sistema internacional inédito, jamás antes explicado e impensado incluso en el pasado más reciente. En un artículo en el periódico La Jornada de México, el laureado economista estadounidense Joseph Stiglitz opina que: ”Parece que Estados Unidos ha iniciado una nueva guerra fría”.

Pero a diferencia de la del siglo pasado en el que el elemento ideológico era el ordenador de las relaciones internacionales, Stiglitz afirma que ante la hipocresía estadounidense que sustenta sus puntos de vista en una supuesta defensa de la democracia, la de ahora “…hace pensar que, al menos en parte, lo que está en juego aquí es la hegemonía global más que una cuestión de valores”.

La avalancha de eventos internacionales de diferentes características durante los últimos meses, dan cuenta de la intensidad con la que se están moviendo los principales protagonistas en el escenario internacional y la vorágine de gestiones en las que se ven envueltos. Es necesario tomar cartas en el asunto en este mundo tan caótico y en plena efervescencia en la que el imperio arrecia su agresividad mientras se debate en una crisis multisectorial de la que -según lo visualizan- solo pueden salir solo a través de la guerra y un conflicto permanente que le asegure incrementar sus ingresos por la vía de su principal industria: la de la producción y venta de armas.

Así, llegamos a esta situación original y extraña enmarcada en la posibilidad de esa nueva guerra fría de la que habla Stiglitz. Lo novedoso es que la bipolaridad se manifiesta de manera diferente. Por una parte el polo occidental autodenominado “comunidad internacional” configurado por el 11% de la población del planeta y alrededor de 54 países del norte global, que funciona hacia el interior en términos unipolares con Estados Unidos actuando de forma hegemónica y teniendo a Europa, Australia, Nueva Zelanda y Japón como subordinados obedientes, incluso en desmedro de sus propios ciudadanos.

El otro polo, configurado por la gran mayoría de la humanidad se ha propuesto construir un gran ambiente multipolar en el que puedan participar varios centros de poder mundial en un espacio de cooperación y ayuda que ya se puso de manifiesto en el combate a la pandemia.

En este ámbito de confrontaciones y definiciones, se coteja la validez y persistencia de un derecho internacional construido tras siglos de búsqueda de la paz en el planeta versus la propuesta estadounidense de establecer “un sistema internacional basado en reglas” como forma de imposición unilateral de su lógica imperial. En este punto ya no se sabe cuál será el papel de la ONU en el futuro. Si sigue existiendo, habrá que definir, en qué condiciones lo hará, cuando observamos que la OTAN se ha apoderado de la principal organización multilateral del planeta.

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