¿Dónde estamos? ¿En qué lugar y en qué momento de la historia nos
encontramos? (II y final)
DIARIO OCTUBRE / marzo 9, 2024
1. La pandemia
de Covid19.
La pandemia
puso en evidencia la incapacidad del sistema internacional y del capitalismo
para enfrentar a un enemigo común de toda la humanidad. Fue un momento estelar
para coordinar acciones y ponerse de acuerdo para cooperar, pero fue imposible
porque primó el interés por mantener funcionando la economía por encima de la
salud y asegurar el lucro y la ganancia en vez de preocuparse por salvaguardar
la vida de los seres humanos. El país más rico del planeta con 330 millones de
habitantes vio morir a casi 1.2 millones de ciudadanos por la incapacidad de
proteger a su propia población. En el extremo opuesto, en China con 1.4 mil
millones de habitantes, fallecieron 120 mil ciudadanos. Se puso sobre el tapete
la forma diferente como ambos sistemas atienden la salud de los ciudadanos,
manifestándose el contraste entre aquellos países que invierten en salud
pública y los que la consideran un bien del mercado. Este hecho dio inicio al
proceso de transformación global.
2. La Operación
Militar Especia (OME) de Rusia en Ucrania.
Ante la
incapacidad del sistema internacional por evitar que se siguiera consumando el
genocidio contra la población ruso parlante en el este de Ucrania, ante el
peligro de expansión del nazismo que tomó a ese país como base de su
florecimiento mundial y en consideración del grave riesgo que significaba la
expansión de la OTAN para su paz, la de la región y del mundo, Rusia se vio
obligada a iniciar una OME en territorio ucraniano. Más allá del desarrollo del
conflicto en su dimensión local y regional se debe considerar el impacto que
está teniendo a nivel global. El 21 de marzo del año 2023 durante una visita a
Moscú y en el momento que se despedía de su colega ruso, Xi Jinping le dijo a
este: “Están ocurriendo cosas que hace 100 años no pasaban” y refiriéndose a
sus países, remató “…y nosotros somos los protagonistas”. En esa frase se
expone lo que está ocurriendo: cambios nunca antes vistos en más de un siglo.
Esto es
trascendental en momentos en que Estados Unidos acentúa su crisis hegemónica,
materializada en un perceptible debilitamiento de uno de sus pilares: el dólar,
parte vital de su diplomacia de fuerza centrada en el unilateralismo agresivo.
El otro instrumento de dominio, en el que aún conserva relevante capacidad y
gran distancia respecto de sus adversarios es en el ámbito, cultural y
mediático.
Mientras crecen
los acuerdos comerciales bilaterales para usar monedas nacionales (India, Irán,
Dubái, Malasia, Pakistán, Arabia Saudita, Sri Lanka, entre otros), Rusia y
China crearon su propio sistema de pagos; también se alejan del dólar los
BRICS, que planean una moneda fiduciaria común; Brasil y China acordaron
comerciar con sus monedas, así mismo, una serie de países africanos plantean
negociar con respaldo en títulos sobre tierras raras o metales. Si bien en el
corto plazo no se vislumbra una masiva salida del dólar, este es un camino
inexorable más allá del tiempo que demore en ocurrir. La abusiva racha de
sanciones que ya traspasó la tolerancia y afecta a una treintena de regiones y
naciones con impacto socioeconómico devastador ha acelerado tal proceso. La
forma en que Estados Unidos abusa de su preponderancia monetaria es parte de
una riesgosa diplomacia de fuerza.
Según el
periódico chino Global Times en un artículo con el sugestivo nombre de “La
desdolarización es inevitable”, el declive de la hegemonía, a menudo comienza
con su moneda. Hace 10 años, 80% del comercio entre China y Rusia se realizaba
en dólares, mientras que hoy el 90% es en yuanes y rublos.
La Asociación
de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés), en una
reciente reunión, contempló el abandono del dólar y otras monedas. El grupo
BRICS está avanzando hacia la creación de una nueva moneda que pueda sustituir
al dólar estadunidense, empezando por el uso de sus monedas locales. Como se
dijo antes, China y Brasil han tomado la decisión de realizar el comercio mutuo
en yuanes abandonando el dólar mientras anuncian que se va a ampliar la oferta
de alimentos, minerales y bienes de alto valor agregado. El comercio entre
China y Brasil alcanzó una cifra récord equivalente a 150 mil millones de
dólares (una cifra que no se puede desdeñar) y que está dejando de
comercializarse en esa moneda para pasar al yuan.
El espacio
estratégico global está dejando de ser el Atlántico en favor de Eurasia.
Zbigniew Brzezinski advirtió que “el más peligroso escenario (para el status de
Estados Unidos como poder global) sería una gran coalición de China, Rusia y
quizás Irán […] una coalición antihegemónica”.
La
reconciliación entre Arabia Saudita e Irán gracias a los buenos oficios de
China abre esa zona del planeta a una era de paz en una región que es la mayor
compradora de armas del mundo con lo cual se debilita económica, financiera y
políticamente a Estados Unidos.
Por su parte,
Europa y otros aliados claves de Estados Unidos están buscando salir del
“hueco” en que se metieron. Francia busca inversiones en China, España rompe
récord de compra de petróleo ruso, Alemania renovó el seguro del Nord Stream,
Japón le dio la espalda a Washington para comprar petróleo ruso a precio de
mercado, Arabia Saudita prefirió llegar a un acuerdo con Rusia y la OPEP que
seguir los dictados de Washington de aumentar la oferta. El presidente de
Francia, Emmanuel Macron, recomendó a Europa diseñar un proyecto de “autonomía
estratégica” para no depender “de otros en temas críticos, porque el día que
nos quedemos sin margen de maniobra en cuestiones como la energía, la defensa,
las redes sociales o la inteligencia artificial, el día que nos quedemos sin la
estructura necesaria sobre esos temas, nos quedaremos apartados del ritmo de la
historia”. Eso ya está ocurriendo.
Por otro lado
en África, en tiempos recientes Chad expulsó al embajador de Alemania,
Jan-Christian Gordon acusándolo de “interferir en la política interior del
país” y hacer “comentarios despectivos y tendenciosos que pueden trastornar la
cohesión social”. El presidente de ese país Idriss Déby lo criticó por tener
una “actitud descortés” y una “falta de respeto en prácticas diplomáticas”.
El presidente
de Namibia, Hage Geingob, (ya fallecido) detuvo tajantemente al embajador
alemán Herbert Beck que se quejaba de que hubiera más chinos que alemanes en
ese país. El presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, dijo que “Estados Unidos
está obsesionado con las actividades de China en África”. Por su parte, el
presidente de Kenia, William Ruto, recomendó a su población deshacerse del
dólar. Así mismo, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, rechazó la actitud
aleccionadora de la BBC, y le recordó que fueron gobiernos europeos los que
cambiaron las fronteras de África a su antojo generando conflictos
territoriales que no había, esparciendo odio entre pueblos africanos que
derivaron en las guerras actuales.
El presidente
de Uganda, Yoweri Museveni, opinó que los políticos europeos eran “insufribles”
y que “creen que lo saben todo, pero están equivocados al exhibir su ignorancia
allá donde van”. El Gobierno de Burkina Faso anuló un acuerdo de ayuda militar
con Francia que llevaba 62 años de vigencia y le ordenó retirar a sus tropas.
Malí declaró persona ‘non grata’ al jefe de los Derechos Humanos de Naciones
Unidas, al mismo tiempo que obligó a Francia a retirar su contingente militar
del país, donde se encontraban participando de operativos militares antiterroristas
sin completarlos.
El presidente
de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, le dijo a su homólogo
francés, Emmanuel Macron: “Mírenos de otra manera, respetándonos,
considerándonos como verdaderos socios y no siempre con una mirada paternalista,
con la idea de saber siempre lo que nos hace falta”. En Gabón, Macron se vio
obligado a anunciar que “la era de la ´Francáfrica` ha terminado”, lamentando
que todavía se vea a su país como injerencista en los asuntos internos de las
naciones africanas.
¿Quién lo
hubiera pensado hace solo algunos años? El mundo está cambiando y todo se ha
acelerado gracias a la OME de Rusia en Ucrania?
En el
trasfondo, lo que está en crisis son los intereses superiores del capitalismo
global que observa impávido la pérdida de su poder omnímodo. Ucrania es solo un
instrumento despreciable para Occidente en la búsqueda de lograr su objetivo
primordial que es salvar al capitalismo en el momento de su mayor y creciente
debilidad. En particular está visto, que a través de la historia a Estados
Unidos, nunca -cuando se trata de preservar su sistema – le ha importado
sacrificar millones de vidas, incluyendo la de los ciudadanos estadounidenses
humildes que son los que conforman su ejército. Sus 800 bases militares en todo
el mundo y sus 11 portaviones son el instrumento más importante con que cuenta
Estados Unidos para “resolver” los problemas que plantea el derecho
internacional.
Durante los
cinco últimos siglos, es decir desde que se inició la globalización
hegemonizada por Occidente, el poder mundial se asentaba sobre el control de
los mares. Eso ha comenzado a cambiar generando una transformación
paradigmática en la que Estados Unidos está quedando fuera. La creación de un
gran espacio euroasiático en territorio terrestre a partir de la alianza entre
Rusia y China, establece parámetros novedosos en la estructuración del poder
mundial. Hay que tener en cuenta que fueron pensadores occidentales como el
inglés Halford Mackinder y el estadounidense de origen neerlandés Nicholas
Spykman quienes expusieron que el control del Asia Central, como “corazón
continental” o “área pivote”, conduciría al control del mundo.
En años
recientes, la alianza ruso-china ha llegado al súmmum de su fortaleza tras la
declaración conjunta del 4 de febrero de 2022 firmada por los presidentes de
ambos países en Beijing, que en la práctica manifiesta la decisión de dar los
primeros pasos para la creación de un nuevo orden mundial. Tras la derrota y
huida de Afganistán por parte de Estados Unidos y la OTAN y después del fracaso
de los golpes de Estado en Kirguistán en enero de 2020 y en Kazajistán en enero
de 2022, se ha puesto de relieve la incapacidad de Estados Unidos por dominar
ese territorio estratégico del planeta, más allá de su éxito en el derrocamiento
del primer ministro de Pakistán, Imran Khan en abril de 2022 en una operación
tramada por Washington y ejecutada por sus adláteres locales.
La alianza
euroasiática se ha concretado a través del funcionamiento de varias
organizaciones. Una de ellas, la Organización del Tratado de Seguridad
Colectiva (OTSC), que mostró su eficacia, evitando el golpe de Estado en
Kazajistán. Otra instancia creada y que ha mostrado su efectividad es la
Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), donde participan China, Rusia,
Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán como miembros fundadores. Después se han
incorporado Uzbekistán, India, Pakistán e Irán con el objetivo de cooperar en
materia política, económica y de seguridad. Bielorrusia, Mongolia y Afganistán
esperan aprobación para su ingreso. De la misma manera la Unión Euroasiática
conformada por cinco países constituye la extensión exitosa de vínculos
económicos y comerciales en el más amplio espacio terrestre del planeta.
China por su
parte promovió y creó la mayor alianza económica del mundo, la Asociación
Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés). Esta asociación
está conformada por el 30% de la población mundial. Pero el ámbito de mayor
alcance en la región y el mundo es la nueva Ruta de la Seda proyecto
desarrollado por China para el cual ha destinado hasta ahora 900.000 millones
de dólares distribuidos entre 72 países, con una población de unos 5.000
millones de habitantes o sea el 65% de la población mundial según apunta el
periodista belga Marc Vandepitte en un reciente artículo.
El gran peligro
para Estados Unidos y su sistema de predominio mundial es la incorporación de
Europa y en particular de Alemania a este sistema. Si ello ocurriera, se
desmoronaría irremediablemente todo la estructura hegemónica construida tras la
segunda guerra mundial que tiene en la democracia representativa de corte
occidental su sustento político, en la Organización de Naciones Unidas, su
instrumento de control global, en la OTAN el soporte militar de presión, chantaje
y amenaza y el Sistema de Bretton Woods constituido a partir del control
occidental del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, como los
pilares para sostener económica y financieramente su hegemonía global. La
subordinación y control de Europa es fundamental para sustentar este modelo
diseñado desde que se pusiera en práctica el Plan Marshall tras el fin de la
segunda guerra mundial.
El objetivo
fundamental de la política estadounidense ha sido evitar que se produjeran
acuerdos de integración energética entre Rusia y Europa que podrían sellar una
alianza estratégica mutuamente beneficiosa para ambas partes que, por añadidura
enlazaría a Europa con China dejando a Estados Unidos alejado de la posibilidad
de seguir manteniendo la supremacía energética en Europa, que junto a la OTAN
configuran la garantía del control del Viejo Continente por parte de Estados
Unidos.
3. La invasión
de Israel a Gaza.
Aunque es un
hecho muy reciente, que impide sistematizar de forma acabada, las repercusiones
que pueda tener en el sistema internacional, vale analizar los acontecimientos
en Asia Occidental como un evento que da continuidad a los dos anteriores y
como expresión de la dinámica transformadora en el planeta, Por lo pronto, se
ha cuestionado al eje sionista-imperialista desde el punto de vista político,
militar, diplomático y hasta jurídico. Algo también impensable solo hace unos
meses atrás.
Las nuevas
coaliciones y alianzas que se están produciendo entre países árabes y
musulmanes de tres continentes y la búsqueda de estos por abrirse un espacio
más allá de la región a través de acuerdos con otras instancias como la
Organización de Cooperación de Shanghái, la Ruta de la Seda, el Corredor
Norte-Sur y sobre todo los BRICS son expresión de una realidad novedosa, sobre
todo cuando se está hablando de la región que ocupa el primer lugar mundial en
producción de energía…y en la compra de armas.
La cercanía
cada vez mayor de estos países con Rusia y China y el papel más relevante que
estas dos potencias están jugando como articuladores de procesos de
negociación, y búsqueda de acuerdos en favor de la paz y la distensión, generan
un nuevo momento en el planeta.
El eje de esta
situación fue el inicio de la operación “Diluvio de Al-Quds” por las fuerzas
políticas y militares palestinas y su soporte por parte del eje de la
resistencia a través de variadas manifestaciones concretas de solidaridad y
apoyo, sobre todo de Yemen, Irán, el Líbano, Siria e Irak, así como de la
mayoría de los pueblos árabes y musulmanes, a menudo en franca contradicción
con sus gobiernos.
Un gran influjo
para que ello ocurriera, tuvo el acuerdo saudita-iraní para el restablecimiento
de las relaciones diplomáticas, creando una situación mucho más ventajosa en la
región para la lucha del pueblo palestino, aislando a Estados Unidos y al ente
sionista.
A manera de
conclusión pudiera señalarse que, vista la situación en la perspectiva
planteada, se podría afirmar que se está avanzando hacia un sistema
internacional inédito, jamás antes explicado e impensado incluso en el pasado
más reciente. En un artículo en el periódico La Jornada de México, el laureado
economista estadounidense Joseph Stiglitz opina que: ”Parece que Estados Unidos
ha iniciado una nueva guerra fría”.
Pero a
diferencia de la del siglo pasado en el que el elemento ideológico era el
ordenador de las relaciones internacionales, Stiglitz afirma que ante la
hipocresía estadounidense que sustenta sus puntos de vista en una supuesta
defensa de la democracia, la de ahora “…hace pensar que, al menos en parte, lo
que está en juego aquí es la hegemonía global más que una cuestión de valores”.
La avalancha de
eventos internacionales de diferentes características durante los últimos
meses, dan cuenta de la intensidad con la que se están moviendo los principales
protagonistas en el escenario internacional y la vorágine de gestiones en las
que se ven envueltos. Es necesario tomar cartas en el asunto en este mundo tan
caótico y en plena efervescencia en la que el imperio arrecia su agresividad
mientras se debate en una crisis multisectorial de la que -según lo visualizan-
solo pueden salir solo a través de la guerra y un conflicto permanente que le asegure
incrementar sus ingresos por la vía de su principal industria: la de la
producción y venta de armas.
Así, llegamos a
esta situación original y extraña enmarcada en la posibilidad de esa nueva
guerra fría de la que habla Stiglitz. Lo novedoso es que la bipolaridad se
manifiesta de manera diferente. Por una parte el polo occidental autodenominado
“comunidad internacional” configurado por el 11% de la población del planeta y
alrededor de 54 países del norte global, que funciona hacia el interior en términos
unipolares con Estados Unidos actuando de forma hegemónica y teniendo a Europa,
Australia, Nueva Zelanda y Japón como subordinados obedientes, incluso en
desmedro de sus propios ciudadanos.
El otro polo,
configurado por la gran mayoría de la humanidad se ha propuesto construir un
gran ambiente multipolar en el que puedan participar varios centros de poder
mundial en un espacio de cooperación y ayuda que ya se puso de manifiesto en el
combate a la pandemia.
En este ámbito
de confrontaciones y definiciones, se coteja la validez y persistencia de un
derecho internacional construido tras siglos de búsqueda de la paz en el
planeta versus la propuesta estadounidense de establecer “un sistema
internacional basado en reglas” como forma de imposición unilateral de su
lógica imperial. En este punto ya no se sabe cuál será el papel de la ONU en el
futuro. Si sigue existiendo, habrá que definir, en qué condiciones lo hará,
cuando observamos que la OTAN se ha apoderado de la principal organización
multilateral del planeta.
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