miércoles, 31 de enero de 2024

AGNESE TONETTO. Erich Fromm, reflexiones sobre la libertad

 

AGNESE TONETTO. Erich Fromm, reflexiones sobre la libertad

 

 

INSURGENTE.ORG / 31.01.2024


Los filósofos políticos modernos han desarrollado múltiples interpretaciones del concepto de libertad; sin embargo, según Fromm, no basta con que se garanticen condiciones materiales emancipadoras para que se pueda decir verdaderamente que el hombre es «libre». Es más bien esencial que sepa expresar plenamente su propia naturaleza, entrando a formar parte de una revolución psicológica, paralela a la material.

Uno de los valores que mayoritariamente han intentado perseguir los hombres en la modernidad, a través de múltiples revoluciones, es el de la libertad, concepto que de hecho es de reciente acuñación, y en la antigüedad no se contemplaba con características similares al actual. Las doctrinas políticas desarrolladas en los últimos siglos pueden interpretarse como diferentes formas de actualizar el valor de la libertad, según Petrucciani: el liberalismo tiene como objetivo la promoción de la libertad económica, la democracia de la libertad política y el socialismo de la libertad generado por la igualdad de condiciones proporcionadas a cada uno. individual. Cada una de estas doctrinas exige que a cada ciudadano se le garanticen las mismas prerrogativas y que la sociedad abandone las estructuras de castas y jerárquicas propias de los sistemas antiguos y esclavistas, por lo que el valor de la libertad moderna está estrechamente relacionado con el de la igualdad (tanto es así que Balibar apela a esta síntesis entre conceptos con el término di y galiberté ). [1] [2] 

El hecho de que estas doctrinas políticas desarrollen múltiples formas de declinar estrategias para la actualización de la libertad atestigua que incluso a nivel filosófico las interpretaciones de este valor fundacional no son en absoluto homogéneas entre los pensadores. De hecho, los modernos miran la libertad a través de dos lentes, el de la negatividad (libertad como ausencia de restricciones, como para Hobbes) y el de la positividad (libertad como posibilidad de acción, como para Rousseau), como lo apoya Isaiah Berlin, en siguiendo los pasos de Kant. [3]

En cualquier caso, si bien la libertad se ha convertido en el principio fundamental ante el cual se han librado y se libran las batallas más famosas, constituye una carga de no poca importancia. Durante los últimos quinientos años, el hombre se ha visto obligado a adaptar su visión del mundo a distorsiones de perspectiva siempre nuevas, a cambios que le han llevado a cuestionar la visión eurocéntrica con el descubrimiento de América, la visión geocéntrica y, por tanto, la antropocéntrica. uno frente a la teoría evolucionista, y también la creencia de que toda acción es fruto de la racionalidad y la conciencia (con el descubrimiento del inconsciente y el psicoanálisis). Este progreso teórico es paralelo a un desarrollo material y social, con el nacimiento del modo de producción capitalista, pero también a uno psicológico. Por esta razón es necesario pensar en el concepto de libertad no sólo en términos de la emancipación ilustrada de un estado de oscurantismo (en relación con la teoría) o de la esclavitud (en términos prácticos).

El análisis de Erich Fromm expuesto en Escape from Freedom [4] presenta precisamente esta intención, y no sólo de forma observacional, sino también proactiva; El famoso miembro de la Escuela de Frankfurt fue efectivamente un académico, en particular un psicólogo psicoanalista, pero siempre fue particularmente sensible a la necesidad de transponer la teoría a la práctica, abrazando las concepciones del primer Marx en una enérgica oposición al macartismo de su tiempo. . 

Fromm no negó, fiel a Marx, el progreso material y psicológico que el capitalismo permitiría alcanzar a la sociedad occidental [5]; la superación de las organizaciones sociales jerárquicas y la adquisición de conocimientos técnicos y científicos que ya no convertían a los hombres en servidores pasivos de los ritmos naturales constituyen logros significativos. En cualquier caso, vuelven a los hombres más conscientes y desencantados ante la complejidad y la inmensidad de la naturaleza (ante la cual se convierten en individuos más bajos, transitorios y limitados) e imponen una búsqueda de sentido que ya no puede servirse de la metafísica y las religiones. . 

El énfasis puesto en la perspectiva existencial por Fromm implica que la discusión vira hacia la delineación de un progreso interno, frente al material y teórico. La tesis de Fromm es que los individuos no son capaces de resistir inmediatamente la abismal inmensidad de las revoluciones de las que son protagonistas, y esto se debe a que estas revoluciones les permiten conquistar tal grado de libertad que les obliga a ser plenamente dueños de su propio pensamiento, actuar y expresarse. Pero tanta libertad asusta al hombre que todavía se percibe como un insignificante fragmento del infinito. [6]

Las reacciones al terror a ser libre se manifiestan de dos maneras: a través del autoritarismo y del conformismo autómata. El autoritarismo [7] incluye los dos fenómenos del sadismo [8] y el masoquismo, dos caras de una misma moneda: respectivamente, el primero exige que el sujeto tome plena posesión del objeto, llegando incluso a infligirle dolor, a tener prueba de poder propio (aunque el sádico, por eso mismo, es a su vez dependiente del objeto que domina), mientras que el segundo implica que el sujeto experimenta placer al sentirse forzado y obligado. En ambos casos, el carácter autoritario demuestra cómo los hombres son incapaces de tolerar la soledad y la independencia que supone la plena libertad. El conformismo autómata [9] requiere, en cambio, que los hombres actúen adhiriéndose a esquemas prácticos implícitos preestablecidos, satisfaciendo las expectativas que creen que la sociedad y la familia depositan en ellos. Esto los libera de tener que tomar decisiones.

Si bien existen las condiciones materiales y objetivas para que un hombre ejerza su libertad, sea cual sea el significado que queramos atribuir a esta noción, en definitiva, no se puede pasar por alto la capacidad del sujeto para potenciarla. Como afirma Fromm, no sólo cuenta el aspecto cuantitativo, sino también el cualitativo, en el análisis de cómo se ejerce la libertad. 

Volviendo a la distinción inicial que hicieron los modernos entre libertad negativa y positiva, podríamos interpretar la primera como la condición emancipadora objetiva que el hombre históricamente ha logrado obtener, mientras que la segunda consiste precisamente en la capacidad de los individuos para autodeterminarse. Ambos componentes son indispensables para lograr la plena independencia de los hombres de cualquier factor coercitivo. Sin embargo, la libertad entendida como la única ausencia de coacción no es suficiente para lograr una verdadera emancipación del hombre y, de hecho, abre las puertas a una nueva forma de esclavitud. [10]

Precisamente como prueba de ello, la intención de Fromm no se limita a ser analítica y abstracta, sino que termina el ensayo con una idea proposicional, una intuición que también lo revela fiel a la concepción marxista (en la medida en que para Marx a través del trabajo el hombre se emancipa). él mismo). Define la libertad positiva como «actividad espontánea de la personalidad total», haciendo hincapié, con el término «actividad», en el carácter práctico del valor en cuestión (de ahí su ataque a los idealistas, que en cambio exaltan la necesidad de captar la libertad). conciencia contemplativa sobre la propia condición). Y a pesar de ello, está claro que no todo tipo de trabajo tiene un efecto liberador: 

“No el trabajo como relación con la naturaleza que es en parte dominio sobre ella y en parte adoración y sumisión a los productos mismos de las manos del hombre, sino trabajo como creación, en el que el hombre se vuelve uno con la naturaleza en el acto de la creación. Lo que es cierto para el amor y el trabajo lo es para toda acción espontánea, ya sea la realización de un placer sensual o la participación en la vida política de la comunidad”. (página 224)

No es con la posesión de ningún objeto como el hombre se fortalece, sino con su propia actividad, ya que el acto mismo de vivir constituye el sentido de la vida que los creyentes buscaban en la religión y los modernos fáusticos buscaban llenar con la posesión del mundo. La nueva libertad dinámica a la que se refiere Fromm ya no requiere ninguna esencia metafísica ni aspiraciones sádicas, ya que ha eliminado la necesidad de que surjan de raíz. 

El hombre verdaderamente libre es absolutamente único y peculiar (en este sentido es un individuo), pero esto no contrasta en absoluto con el valor de la igualdad. Esto último no se expresa como en el ámbito económico en sentido abstracto, sino que es el derecho de todo hombre, único e irrepetible, a la plena expresión creativa, intelectual y sensual para la consecución de la felicidad. 

Desde un punto de vista material, la sociedad actual debe repensar su organización social (mientras que el capitalismo habría creado las condiciones para un suministro suficiente de bienes para todo el mundo). Fromm describe los rasgos fundamentales de un socialismo democrático, donde, a través de la planificación económica, cada hombre tiene la oportunidad de contribuir a la prosperidad general a través de una «actividad genuina», de modo que se identifiquen objetivos individuales y universales. Es imprescindible sustituir la manipulación de los ciudadanos por su colaboración inteligente en el gobierno, un gobierno «del pueblo, por el pueblo, para el pueblo». [11] La participación activa de todos en la vida política será posible mediante una gran descentralización de las funciones políticas, porque si los estímulos para la organización social no vienen desde abajo, una economía planificada y programada desde arriba seguirá plagiando a los ciudadanos mediante la manipulación. 

La enorme contribución de Fromm radica en haber enfatizado la necesidad de captar no sólo las condiciones objetivas para una revolución profunda del sistema económico y social, sino también las internas y psicológicas. Como destacó, siguiendo el pensamiento del psicoanálisis en esto, no basta que el hombre goce sólo de presupuestos teóricos y materiales para ejercer su libertad; si realmente no es capaz de cumplir esta tarea, se enfrentará al mundo desarrollando neurosis [12], es decir, formas de compensación psicológica que le permitan no volverse loco en un contexto determinado que no le resulta cómodo, sino de sufrimiento. sufrimiento enorme. Además de esto, la grandeza de Fromm también reside en no haber reducido la revolución del sistema capitalista a un impulso interno, puramente contemplativo y místico: es necesaria una adaptación del espíritu humano al entorno y a la dinámica histórica, y ésta todavía tiene que modificarse significativamente. 

 

Nota :

[1] Petrucciani Stefano, Modelos de filosofía política , Einaudi, 2003, pp. 167-203.

[2] Balibar Etienne, Spinoza y la política, Manifestolibri, Roma, 1996.

[3] “ La esencia de la libertad siempre ha consistido en la capacidad de elegir cómo queremos elegir y por qué queremos, sin coacciones ni intimidaciones, sin que un inmenso sistema nos trague; y en el derecho a resistir, a ser impopular, a defender tus creencias simplemente porque son tuyas. La verdadera libertad es ésta, y sin ella nunca hay libertad de ningún tipo, ni siquiera la ilusión de tenerla”.  (Isaiah Berlin, Cuatro ensayos sobre la libertad, Feltrinelli, Milán, 1989).

[4] Fromm Erich, Escape de la libertad, trad. por Cesare Mannucci, Edizioni di Comunità, Milán, 1976.

[5] Fromm, op. cit., págs. 98-99.

[6] “La libertad respecto de las ataduras tradicionales de la sociedad medieval, si bien daba al individuo un nuevo sentimiento de independencia, lo llevaba al mismo tiempo a sentirse solo y aislado, lleno de dudas y ansiedades, y lo empujaba hacia una nueva sumisión y ‘ Actividad obsesiva e irracional. ( Ibídem, página 96)

[7] Ibídem, págs. 127-158.

[8] Para más información sobre el tema del sadismo, véase Fromm Erich, Anatomía de la destructividad humana, editado por S. Stefano, Mondadori, 1983.

[9] Fromm, Huida de la libertad, págs. 163-180.

[10] “No somos suficientemente conscientes de que el hombre, a pesar de haberse librado de los viejos enemigos de la libertad, se encuentra ante nuevos enemigos de diferente naturaleza; enemigos que no son fundamentalmente limitaciones externas, sino factores internos, que bloquean la plena realización de la libertad. […] Olvidamos que, aunque la libertad de expresión constituye una victoria importante en la batalla contra las viejas limitaciones, el hombre moderno se encuentra en una situación en la que mucho de lo que «él» piensa y dice consiste en lo que todos los demás piensan y dicen. » ( Ibídem, página 97)

[11] Ibídem, pág. 234.

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En la cumbre progresista Yolanda Díaz-papa Francisco podría anunciarse la derogación de los Acuerdos con la Santa Sede

 

En la cumbre progresista Yolanda Díaz-papa Francisco podría anunciarse la derogación de los Acuerdos con la Santa Sede


TERCERAINFORMACION / 31.01.2024


Los acuerdos con la Santa Sede de 1979


El 2 de febrero de 2024 puede ser un día histórico. De un lado, la visitante Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y figura más avanzada del “Gobierno más progresista de la historia de España”, apoyado en el Parlamento por más fuerzas “de progreso”. Del otro, el anfitrión papa Francisco, de quien los medios no dejan de decirnos que es un paladín (“papaladín”, bromea él) en la defensa de la justicia y los derechos humanos, y asimismo “el papa más avanzado de la historia”.

Por si fuera poco, Díaz ha reiterado su “magnífica relación” y “coincidencias” con Bergoglio, y no esconde que quiere “sumar también desde la Iglesia”. Por tanto, con tan extraordinaria conjunción de astros progresistas, la visita será una ocasión memorable para que Díaz anuncie, con el extra de la bendición papal, que, avanzando en “la justicia y los derechos humanos”, en España vamos a terminar de una vez con los Acuerdos de 1979 entre España y la Santa Sede, que llevan más de 45 años prorrogando el Concordato franquista que nos tiene atados y bien atados desde 1953. En definitiva, que vamos a acabar por fin con los graves remanentes del nacionalcatolicismo de la dictadura y con el menoscabo de la soberanía nacional ante los intereses de otro Estado, un Estado teocrático que –pese a tan avanzado papa– sigue vulnerando derechos humanos, en especial de mujeres, homosexuales y niños. Tratándose de estos dos grandes líderes del progresismo, su encuentro podría (debería) transcurrir aproximadamente como sigue.

“Naturalmente”, explicará Díaz, “la derogación de los Acuerdos de 1979 (no su modificación) será el paso necesario para abordar todo lo que están entorpeciendo”. “Decí vos y lo repasamos bien, que no armemos mucho quilombo”, responderá Bergoglio, ya al tanto pero sin querer “levantar la perdiz”. Díaz irá enumerando las medidas decididas por su Gobierno y aliados sin negociación alguna con la Iglesia, aunque el papa agradece la cortesía de mantenerlo informado:

• “La salida de la religión de la escuela y el fin progresivo de los conciertos educativos”. La vicepresidenta expondrá que es “inaceptable el adoctrinamiento religioso infantil, que no solo es pseudo y anticientífico (creacionista y milagrero), sino que transmite una moralidad cargada de homofobia y sumisión femenina. “Es un abuso inadmisible para cualquier feminista, como yo”, dirá la vicepresidenta, con el asentimiento del sumo pontífice, “pues ¿no transmite la Iglesia católica a la infancia unos valores que promueven el machismo y, derivada de éste, la violencia de género?”. El papa toserá incómodo, y replicará: “Hablando de abusos, qué me contás de nuestros abusos sexuales?, en eso tampoco esperés más de nosotros, ¡son ustedes, gobernantes, quienes tienen que obligar!”.

• “Sí, querido Francisco, obligaremos a la Iglesia a proporcionar toda la información que posea sobre abusos sexuales, y a hacerse cargo de las indemnizaciones pertinentes (no las fijadas por ella misma, como quieren los astutos obispos); no habrá prescripción de esos delitos, y se evitarán los ámbitos que favorecen el abuso mental y sexual infantil”. “¡¿Dónde hay que firmar?!”, dirá con contundencia el papa.

• “El fin de la financiación estatal a la Iglesia”. Díaz recordará que, en realidad, para esto no hacía falta derogar los Acuerdos, sino cumplir la parte de estos en los que la Iglesia se comprometía a su autofinanciación, pero es la parte que se ha olvidado, “vaya por Dios” [risas de ambos]. Así que, en defensa de la “economía social” “en favor del bien común y de los necesitados, adiós a la financiación directa, a las casillas del IRPF, a las exenciones del IBI (¡hasta de locales comerciales alquilados!) y de otros impuestos, a los sueldos de catequistas y curas…”, en fin, a los más de 12.000 millones de euros anuales que Europa Laica calcula que recibe la Iglesia del Estado. Éste se olvidará de promover la humillante caridad, en beneficio de la justicia. El papa apostillará, al ver que Díaz lo mira preocupada: “Che, Yolandita, por mí muy bien, mirá cómo los pibes de la Iglesia argentina sí que han renunciado a mamar tanto del Estado, ¡con la que está cayendo allá!, y no son unos boludos; ¡nunca nos quedaremos sin guita!, jaja”.

• “La reversión de las inmatriculaciones”. Yolanda Díaz le contará al papa que el listado de bienes inmatriculados que lanzó el Gobierno español en 2021 estaba muy mal hecho (“ya me lo dijeron, riendo, los muy vivos obispos, vaya macanaaa”, dirá el papa), de modo que hará otra lista completa tanto en fechas (desde 1946, no desde 1998) como en datos, que incluirá por tanto los más de 100.000 bienes que la Iglesia se ha apropiado ilegítimamente (sin título de propiedad). Y, además, “el Estado tomará la iniciativa para la completa reversión de esos bienes públicos al propio Estado, es decir, a la ciudadanía”. “¡Chévere, por ‘la Iglesia de los pobres’, ¿no es cierto?! ¿Pero podremos seguir diciendo nuestras misas en templos del Estado?”, preguntará el papa para asegurarse, y Díaz lo tranquilizará: “claro, la Iglesia podrá seguir haciendo uso de los templos, pero se le terminará el negocio de los ‘donativos’ para entrar a algunos [guiño]”.

• La vicepresidenta le anunciará al papa que se acabarán otras prerrogativas de la Iglesia y la religión católica, como el que las autoridades públicas civiles y militares acudan a misas, procesiones, ofrendas…; de modo que el rey nunca más hará la ofrenda al apóstol Santiago, “y yo tampoco volveré a ese esperpento; ‘me he equivocado y no volverá a ocurrir’, jaja”, le dirá, sumándose a las bromas. Fin a los privilegios de las cofradías (“las religiosas, no las de pescadores [más risas]”), a la retransmisión abusiva de eventos religiosos en los medios estatales (“no hace falta que pongás mis misas en las teles y radios públicas, ya verás vos cómo me sacan en las privadas”), a los símbolos religiosos en espacios públicos, etc., etc.

• Además, para facilitar todo eso y algunas cosas más, Díaz anunciará que por fin van a promover “una Ley de Libertad de Conciencia que asegure que no haya discriminaciones (ni positivas ni negativas) por motivos de creencias y convicciones… y nada de ‘sumar’ más confesiones a los privilegios de la Iglesia”.

“¡Che, Yolanda, pues lo mismo ahora, sin esos feos privilegios, dejamos de perder ríos de fieles por el desagüe!”, le dirá el papa emocionado, cogiéndole las manos.

Y es que, sabedor de que –contra lo que suelen propalar el laicismo no es antirreligioso y sí indisociable de la democracia, al progresista papa le parecerán todas esas iniciativas de maravilla, y se encargará de aplacar a la ultramontana Conferencia Episcopal Española: “llamaré a los obispos para que asuman el fin de la sopa boba; ¿no están con los necesitados? Ay, una cosa es predicar y otra dar trigo, jaja. Bueno, ellos sí que me dan chucho con sus dengues, no vosotros [guiño]”.

La vicepresidenta le aclarará de nuevo que son medidas que tiene que tomar un Gobierno realmente progresista, o incluso meramente democrático (de izquierdas o de derechas), en beneficio de la ciudadanía, aunque al papa y a los obispos no les gusten; pero que, estando él de acuerdo en la defensa de la igualdad, la libertad de conciencia, y en definitiva de los derechos humanos y de la democracia (aunque en los hechos de la Iglesia a menudo se vea lo contrario de todo eso), mucho mejor.

“Yolanda, y si en la visita no hubieras anunciado estas medidas, ¿qué habría pasado?”. “Uy, pues habría contado que hablamos del trabajo digno, el clima, la paz mundial…, y habría insistido en nuestras coincidencias y en lo que te admiro aunque no sea creyente. Pero entonces, ay, me podrían decir, con toda la razón, que vaya tontería venir a verte para eso, que solo lo haría por “sumar” votos católicos, y que habría perdido, con mi Gobierno, una oportunidad histórica para poner en marcha los avances en laicismo imprescindibles para el pueblo. Y a mí en concreto me dirían con toda justicia que no soy ni tan progresista, ni tan feminista, ni en definitiva tan defensora de los derechos de la ciudadanía”.

Como dijo Publilio Siro, “la oportunidad se presenta tarde y se marcha pronto”.

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martes, 30 de enero de 2024

¿Qué hacer con Lenin?

 

Para la mayoría de la gente Lenin es una figura arcaica de la que nada se puede aprender, ignorando su enorme talla. Él y Robespierre son los dos mayores revolucionarios desde los tiempos de Roma, y su entrega a la causa de los de abajo es admirable.


¿Qué hacer con Lenin?

 

José Luis Martín Ramos

El Viejo Topo

30 enero, 2024 



¿Qué hacer con Lenin? Su proyecto revolucionario

La primera respuesta es conocer a Lenin en la totalidad de su trayectoria, sin convertir en foto fija cualquier momento; reconociendo que Lenin es un revolucionario y un pensador práxico, que piensa desde la experiencia y para la práctica y que modifica o completa con ambas sus concepciones y propuestas. Este artículo no puede aspirar a sintetizar la trayectoria de Lenin pretendiendo una lección general. Ni por razones de espacio ni, sobre todo, por razones de método; la lección general ha de salir de las lecciones concretas. De manera que intentaré considerar algunas de ellas, claves aunque no únicas, para iniciar el esfuerzo de comprensión de Lenin. Para empezar, su concepción de la revolución como un proceso de ruptura política, económica y cultural, protagonizado por las masas populares lideradas por el proletariado, rechazando que la alternativa socialista al capitalismo pueda producirse por evolución de este último. Esa concepción está en el inicio de su actividad revolucionaria, cuando recoge las formulaciones de Engels y Kautsky sobre la socialdemocracia como fusión necesaria del movimiento obrero y el socialismo; en línea con ambos rechaza la idea de los «economicistas» rusos de que la conciencia socialista de los trabajadores sea inmanente y su explicitación resultado automático del desarrollo de su lucha por el mejoramiento de sus condiciones materiales de su vida y trabajo, lo que se acostumbra a considerar la «lucha sindical». La conciencia socialista, escribirá en Qué hacer (1902), ha de introducirse en el movimiento obrero y esa es la función histórica de la socialdemocracia. No solo a través de la propaganda, nunca pretendiendo impartir lecciones desde arriba, sino orientando al movimiento obrero hacia la lucha política, a no encerrarse en la defensa económica y a buscar desde la modificación del sistema político en que vive el camino de avance hacia la ruptura de ese sistema y la construcción de la alternativa socialista. En su caso, el de Rusia, la lucha contra la autocracia y por la conquista de las libertades políticas, por la democracia.

En esa etapa inicial su referente de experiencia fue la de la socialdemocracia alemana. Su propuesta sobre el papel unificador, movilizador y dirigente del periódico Iskra se inspiró en Der Sozialdemokrat (1880-1890) el principal periódico del SPD en la época de las leyes antisocialistas en el Imperio Alemán; como procedía también del SPD la postulación de una estructura de cuadros especializados y dedicados por entero a la actividad del partido. Una influencia asimismo presente en sus primeros escritos programáticos, de finales de los noventa del XIX, basados en el Programa del SPD de 1891, el de Erfurt. Partiendo de la experiencia de los que le habían precedido, añadió la suya propia, la del movimiento popular en el Imperio zarista, para construir un proyecto revolucionario concreto, vivo por responder siempre a la realidad propia. El énfasis en la lucha por la democracia formó parte desde un principio de su propia aportación, fruto de la necesidad de la lucha contra la autocracia. En esa lucha Lenin percibió que el movimiento obrero había de ponerse a su frente, ir más allá de la fábrica y la ciudad y sumar al campesinado a la lucha por la democracia, asumiendo el proletariado, por su parte, la reivindicación campesina por la tierra. Ese es uno de los temas más complejos del pensamiento y la acción de Lenin; descartó la idealización del mundo campesino de los Socialistas Revolucionarios a la vez que superó el menosprecio hacia ese mundo dominante en la socialdemocracia apreciando el potencial revolucionario de la lucha campesina contra las permanencias de dominación feudal y la incipiente explotación capitalista. No lo hizo de una sola vez ni de manera lineal, sus estímulos fueron un primer episodio de rebeliones campesinas en 1902 y sobre todo la fundamental componente campesina del ciclo revolucionario de 1905-1906. Aquella experiencia la transformó en propuesta política: la fase inicial de la revolución rusa sería la de la alianza entre obreros y campesinos por el derrocamiento de la dictadura autocrática de la nobleza y la burguesía y su sustitución por la dictadura democrática del proletariado y el campesinado. Esa innovación habría de permanecer como una de las principales aportaciones de Lenin a la teoría y la práctica revolucionaria: la de que las clases trabajadoras y su movimiento organizado no habían de caminar solos sino que era imprescindible desarrollar una política de alianzas sociales con los sectores populares, para imponer su hegemonía, condición y consecuencia del triunfo de la revolución.

El proletariado como clase dirigente

De la revolución de 1905-1906 Lenin sacó otras conclusiones. Una, no menor, fue la adaptación de la forma del partido a la situación política concreta y la transformación del partido de cuadros en partido de cuadros y masas, como consecuencia de la incorporación a él de los elementos de vanguardia del movimiento revolucionario. Pero la principal fue que la lucha por la democracia no podía ser ya dirigida por la burguesía, que traicionó la causa apoyando al zar y aliándose con la nobleza ante el ascenso de la marea popular revolucionaria; en esa lucha el proletariado había de actuar ya como clase dirigente, él había de marcar el camino y los contenidos de la democracia. Esa fue la razón de la división definitiva entre mencheviques y bolcheviques. La incapacidad de la burguesía para asumir la dirección de la lucha por la democracia se manifestó de nuevo en los años treinta del siglo XX ante el avance del fascismo y en esta ocasión la repuesta dada por el movimiento comunista estuvo en sintonía con la respuesta de Lenin: máxima unidad de las organizaciones obreras para mantener su función dirigente y máxima alianza social y política frente al fascismo mediante el frente único.

La lección sobre la dirección de la revolución democrática fue una de las dos claves de la posición de Lenin en 1917. El triunfo de la revolución iniciada el 8 de marzo, que tenía un horizonte democrático inmediato, no podía dejarse en manos de la burguesía, ni directa ni indirectamente a través de gobiernos de coalición; el poder había de ser transferido a los órganos que el propio proceso revolucionario había generado, los soviets de obreros, soldados y campesinos, que representaban los intereses de las dos clases populares. La otra clave empezó a apuntarse, también, en 1905-1906: la conexión entre la revolución rusa y la revolución en Europa; entonces en términos del estímulo generado en el movimiento obrero europeo por el episodio ruso. Lenin no dejó de apuntarlo y no fue el único, lo hizo Rosa Luxemburgo y el neerlandés Pannekoek quien acuñó el término de «revolución mundial». Fue el atisbo de una nueva etapa. La percepción plena de ella correspondió a Lenin cuando estalló la Gran Guerra de 1914. Ésta era una quiebra civilizatoria, producto de la elevación al máximo de las contradicciones del capitalismo. La percepción la asentó con su ensayo El imperialismo, etapa superior del capitalismo (1916), y su conclusión era que la guerra imperialista, un hecho sistémico, ponía sobre la mesa la respuesta de la revolución mundial como única y necesaria —pero no indefectible— alternativa.  La revolución mundial era el concepto que calificaba la nueva época, a la par que el imperialismo. La revolución rusa de 1917 no era ya un hecho solo ruso, sino el primer movimiento de la revolución mundial. Todo lo que sucedió en octubre derivó de esa convicción.

La revolución mundial demandaba una organización mundial, la Internacional Comunista. Lenin empezó a concebirla en 1914, pero no la promovió hasta que en 1919 la revolución alemana se sumó a la rusa, ampliando la ola del movimiento revolucionario. La realidad fue que la expansión mundial de la revolución se frenó un año más tarde, aunque en parte se reorientara hacia el mundo colonizado. Lenin reconoció que el desarrollo de la revolución mundial no iba a ser tan rápido como esperaba y que, en consecuencia, el Estado soviético habría de sobrevivir por un tiempo imprevisible de manera aislada. No se planteó ni su destrucción, ni la disolución de la IC. Siguió caracterizando la época como la del imperialismo y, por tanto, de la revolución mundial y orientó el cambio táctico del movimiento de ataque de 1917, reactivado en 1919, hacia una toma de posición defensiva que reconoció se habría de mantener por años. Lo hizo en el Estado soviético, asumiendo que la prioridad era la viabilidad económica y organizativa del Estado y el mantenimiento de la alianza con el campesinado pobre (la NEP) y en la Internacional Comunista con la política del frente único y la conquista de la mayoría del proletariado. La enfermedad y su muerte le impidió hacer más y quedó pendiente, sin llegar a abordarla la cuestión del funcionamiento de la democracia en el Estado y en el partido en el previsto largo período de transición.

Fuente: Mundo Obrero, 21-1-2024.

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lunes, 29 de enero de 2024

Fusión del marxismo y filosofía antigua en la gestión en China

 

Fusión del marxismo y filosofía antigua en la gestión en China


TERCERAINFORMACION / 28.01.2024

  • La revolución china triunfante en 1949 introdujo nuevas variables para la construcción de un pensamiento propio. Su filosofía, que surgió a partir de los siglos VI y V a.C. tuvo en Confucio y Laozi sus principales aunque no únicos exponentes.


Revolución china en 1949

 

Desde ese momento, la larga historia china está preñada de novedosas investigaciones y opiniones en búsqueda de la sabiduría, el valor de la vida en sociedad, la importancia de las relaciones humanas y los valores morales para sostenerla. De ello y de muchos otros elementos se compone el pensamiento filosófico antiguo de China.

El siglo XX supuso la introducción de la filosofía occidental, en particular de las ideas de Marx, Engels y Lenin, que interpretadas por Mao Zedong de acuerdo a la idiosincrasia propia, originó un particular paradigma que dio soporte al inicio de la construcción del socialismo en China. Casi a finales del siglo pasado, el máximo dirigente nacional Deng Xiaoping fusionó el pensamiento tradicional chino con las ideas marxistas leninistas y los aportes de Mao, introduciendo además algunas doctrinas arraigadas en Occidente para crear un novedoso cuerpo de conceptos que –sin tener parangón con otra creencia o teoría– soportan el ideario actual de China, sobre el cual está edificado el potencial de la sociedad de cara al futuro.

El marxismo-leninismo, el ideario del presidente Mao, la religión budista y hasta siete escuelas filosóficas propias se han imbricado para construir un pensamiento peculiar y autóctono. Una de esas escuelas, con gran influencia en la actualidad es la de los legalistas. Los antecedentes del pensamiento legalista en la antigua China vienen dados por los estudios del maestro Guan Zhong durante el siglo VII (a.C.) quien formuló soluciones prácticas para la realización de un buen gobierno, temática que se convirtió en eje de las propuestas de subsecuentes seguidores de esta escuela.

Algunos exponentes posteriores del legalismo fueron Shen Buhai, considerado el primero en trabajar la idea de ley (fa); Shang Yang, quien centró sus trabajos en las técnicas para un buen gobierno (shu), y Shen Dao, cuyo mayor esfuerzo estuvo encaminado a la búsqueda de tendencias para el uso de la fuerza como fundamento del sostenimiento del poder, todos ellos en el siglo IV (a.C.). Pero sin duda el mayor exponente del legalismo fue Han Fei quien se planteó sintetizar y reunir todas las ideas esbozadas por los seguidores de esta escuela, según la cual la ley escrita es lo más importante a fin de que el Estado y el Príncipe adquieran y conserven poder y riqueza. En el libro del Maestro Han Fei, obra cimera de esta escuela, se exponen las ideas políticas de los legalistas a partir de un profundo conocimiento de su época, desprendiéndose de hechos anteriores, pues consideraban que el incesante cambio de las circunstancias políticas y sociales obliga a análisis puntuales en tiempo y espacio y a métodos innovadores por parte de los gobernantes. A este respecto, Shan Yang escribió que: “Cuando los principios que guían a la gente se vuelven inadecuados frente a las nuevas circunstancias, sus estándares valorativos deben cambiar. Cuando cambian las condiciones reales del mundo, también han de ponerse en práctica principios distintos”.

Los legalistas propugnaban un control estatal tan rígido que a pesar de ser defensores acérrimos de la propiedad privada, sus puntos de vista dejaban a ésta limitada de manera superlativa en sus derechos. La concepción legalista de establecer un cuerpo de leyes explícitas y promulgadas de manera pública a fin de ser conocidas por toda la sociedad, chocaba con la práctica del gobierno basado en ritos y tradiciones. En ese sentido, de forma contradictoria, apuntaban directamente a la organización y dirección del Estado y al éxito político y militar más que a los asuntos jurídicos propiamente dichos.

Shang Yang se dedicó de forma especial a estos asuntos cuando desempeñó un importante papel como asesor del monarca a comienzos del siglo V (a.C), elaboró reformas encaminadas a garantizar la supremacía del Estado y a abolir los privilegios de la aristocracia. Así mismo, escribió un código único de cumplimiento para toda la sociedad sin distinciones de clase, organizando el gobierno sobre la base de una cuantiosa burocracia que dependía directamente del monarca.

Por su parte, a través de su notable obra, Han Fei desarrolló como nunca antes algunas categorías orientadas al mejor control de la sociedad y al alcance de la armonía social. Entre ellas, la más importante es la “ley” introducida con anterioridad por Shang Yang establecida como normas y órdenes escritas que usa el gobernante para vigilar e intervenir en la sociedad, manteniendo el poder sobre sí mismo a partir de la efectividad que se hace patente a través de dos instrumentos de poder (erbing): la aplicación de castigos y la concesión de premios.

Muchos de sus aportes, junto a los de Confucio, amalgaman la doctrina que dio las características del imperio chino durante dos mil años. La influencia de las propuestas de los legalistas se manifestó en la unidad ideológica del pueblo y el gobierno, la unificación política y militar del territorio, la importancia del bienestar económico del pueblo como sustento del gobernante, la importancia de la eficiencia y realismo en el cumplimiento de los objetivos políticos del gobierno, todas ellas tareas presentes en la gestión del gobierno actual.

En este marco, vale destacar la reciente afirmación del presidente Xi Jinping de que “El camino del Estado de derecho socialista con características chinas debe mantenerse con un compromiso inquebrantable”. Xi resaltó la idea de reforzar la construcción de un sistema jurídico vinculado al extranjero para promover una “apertura de alto nivel”, así como estar atentos para “contrarrestar los riesgos y desafíos externos”.

Así mismo, llamó la atención sobre la importancia y urgencia del tema, afirmando que el principal objetivo de desarrollar la gobernanza jurídica en los asuntos exteriores es salvaguardar los intereses del país y del pueblo a través de métodos legales, promover el progreso del Estado de derecho internacional y fomentar la formación de una comunidad de destino unido para la humanidad.

Estas ideas cobran extraordinaria vigencia cuando China, por una parte, ha iniciado una trascendental transformación de su política exterior encaminada a jugar un papel más relevante en los asuntos internacionales. Y por la otra, toma conciencia que en su ejecutoria tendrá indeclinablemente que enfrentarse a la retórica occidental que propone construir un “sistema internacional basado en reglas”, las que por supuesto son elaboradas y aceptadas por ellos mismos.

Xi convocó a los ciudadanos y empresas chinas a guiarse por las leyes y reglamentos locales cuando estén en el extranjero y aplicarlas para proteger sus derechos e intereses. Asimismo, expuso que se deben realizar esfuerzos por mejorar las medidas y normativas pertinentes de manera tal que faciliten la vida de los extranjeros que viven en China.

Además, sostuvo que su país debería participar activamente en la elaboración de normas internacionales, así como promover el Estado de derecho en las relaciones internacionales para crear un sistema “abierto y transparente”. También mencionó la necesidad de elevar oportunamente a rango de ley, las medidas efectivas y la experiencia madura de apertura al exterior de alto nivel, como el desarrollo de zonas piloto de libre comercio.

Finalmente, hizo un llamado para que China se esfuerce en el reforzamiento de la confianza en el Estado de derecho a fin de aplicar activamente en política exterior sus conceptos, propuestas y prácticas de éxito únicos. Así mismo, manifestó que era necesario promover la transformación creativa y el desarrollo de la cultura jurídica tradicional china.

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COMUNICADO DE LA UNIÓN DE JUDÍOS FRANCESES POR LA PAZ (UJFP)

 


COMUNICADO DE LA UNIÓN DE JUDÍOS FRANCESES POR LA PAZ (UJFP)

 

29 de enero de 2024  Asociación Nacional de Comunistas de Francia (ANC) 

 

¡Están asesinando a palestinas y palestinos y al propio judaísmo!

En tres meses de guerra, ha habido más de 30.000 muertos o desaparecidos en Gaza, el 1,5% de su población. Un porcentaje equivalente al de franceses asesinados en cinco años durante la Segunda Guerra Mundial.

El 75% de los muertos son mujeres, niños y ancianos. El pretexto de “erradicar” a Hamás es grotesco, es claramente una guerra de exterminio de la población de Gaza.

Casi toda la infraestructura quedó destruida, incluidos hospitales y escuelas. La población, masivamente desplazada y bombardeada, se ha quedado sin sus hogares y pasa hambre.

En Israel, las barreras morales se han derrumbado.

Las declaraciones de los dirigentes israelíes son inequívocas. Son palabras de asesinos que se jactan de sus crímenes: “Los palestinos son animales humanos”, “hemos devuelto Gaza a la Edad de Piedra”, “lanzar una bomba atómica sobre Gaza, es una opción”, “si fomentamos la emigración y quedan 200.000 árabes en Gaza en lugar de 2 millones, lo que venga después será completamente diferente”, “He matado a muchos árabes en mi vida, no veo cuál es el problema”… La lista sería larga.

A estas declaraciones de asesinos les siguen los actos: en todas partes se ven las imágenes de barrios pulverizados, de miles de niños masacrados, de familias enteras aniquiladas, del éxodo interminable de una población deliberadamente sometida a la hambruna, de hospitales destruidos… Negar lo que está sucediendo es imposible. Esta destrucción de Gaza va acompañada de otras matanzas en Yenín o Huwara y de una generalización de la tortura a los prisioneros.

En Israel gran parte de la opinión ha franqueado los límites de la humanidad, como ya ha ocurrido en otras sociedades. Estos crímenes son aplaudidos. Los medios de comunicación se divierten con el sufrimiento palestino. La vida del otro no tiene importancia. Se asume el supremacismo y la desigualdad de derechos.

¿Y los judíos?

El Estado de Israel se define a sí mismo como un Estado judío. Los asentamientos que despedazan Cisjordania se denominan “asentamientos judíos”. Los sionistas consideran un traidor a cualquier judío que no apoye a Israel.

Están matando al judaísmo, ya sea secular o religioso. Como minoría a menudo oprimida, los judíos lucharon por su emancipación vinculándola a la de la humanidad. A menudo han sido portadores de valores universales. Para los religiosos, el pueblo elegido tiene el deber de portarse bien y está prohibido dañar la existencia del prójimo.

Lo que el Estado de Israel está infligiendo a los palestinos reproduce en muchos aspectos lo que el antisemitismo infligió a los judíos. Los líderes israelíes no tienen ningún derecho a reclamar la memoria de los guetos. Hoy Gaza es un gueto. No tienen derecho a invocar la memoria del genocidio nazi. Los judíos exterminados eran dominados. Se les consideraba población “excedente”. Fueron víctimas de una ideología de extrema derecha.

En 1945 cayó el régimen nazi, pero no sus ideas. La extrema derecha racista, colonialista y supremacista, que pisotea los derechos fundamentales, está en el poder en Israel y está aliada con todas las fuerzas de extrema derecha del mundo, incluidas las antisemitas. También asesinan la memoria del genocidio nazi.

Del crimen al suicidio

La UJFP se dirige a los judíos, los de Israel, los de Francia o de otros lugares. Hay un derecho internacional, hay unos derechos humanos fuera de los cuales no hay más que barbarie generalizada. El Estado de Israel se ha salido de la vía. Apoyar lo que este Estado está haciendo, ser cómplice del genocidio en curso en Gaza, no sólo es inmoral. Es totalmente suicida. ¿Quién puede pensar que los israelíes podrán imponerse eternamente mediante la violencia extrema y la negación del otro? ¿Quién puede pensar que el apoyo incondicional a los asesinos que multiplican sus crímenes no pone en peligro a los judíos?

Terminemos con palabras de dos ilustres judíos:

“la ocupación destruye la moralidad del ocupante”, Yeshayahu Leibowitz  (a raíz de la matanza en los campamentos de Sabra y Chatila (1982) denunciará una mentalidad “judeo-nazi”)

“Ser judío es estar siempre del lado de los oprimidos”, Marek Edelman (segundo al mando del levantamiento del gueto de Varsovia)

Coordinadora Nacional de la UJFP, 6 de enero de 2024
Fuente: UJFP, reproducido en ANC.

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El 2024 prepara una nueva revolución europea

 

Duguin ha sido calificado de rojipardo o de fascista, por supuesto sin haberlo leído. También se le ha acusado (falsamente) de ser el asesor de cabecera de Putin. En cualquier caso a la gente hay que juzgarla por lo que dice y hace. Y para eso hay que escucharles.


El 2024 prepara una nueva revolución europea


Aleksandr Duguin

El Viejo Topo

29 enero, 2024 

 

Este año será el comienzo de una revolución en Occidente, pues ahora vemos que existen dos Occidentes: el globalista y el… de la gente común. Los globalistas representan al primer Occidente y se niegan a reconocer la existencia de otros sujetos. Además, los globalistas insisten en que no existe “otro” Occidente, un segundo Occidente. Sin embargo, existe. Los defensores de la multipolaridad deben darse cuenta de que existe este segundo Occidente el cual lo componen varias fuerzas que rechazan la agenda globalista y ultraliberal promovida por las élites occidentales. Entre estas fuerzas encontramos izquierdistas como Sarah Wagenknecht y su nuevo partido, “la Roja Sarah” (una valquiria de origen iraní-alemán) que se ha convertido en el símbolo de la izquierda antiliberal europea. En Italia también se encuentra el teórico Diego Fusaro, discípulo del marxista y antiglobalista Constancio Preve, que sigue una línea similar. En Francia existen otros pensadores importantes como Alain Soral, Michel Onfray, Jean-Claude Michea y Serge Latouche. Lo que tienen todos estos representantes de la izquierda europea es que son enemigos del capitalismo global y detestan a las pseudoizquierdas financiadas por Soros que promueven la agenda LGBT, el nazismo ucraniano, el genocidio de los gazetíes y la migración incontrolada. Claro, esta misma izquierda al servicio del capitalismo ataca el “fascismo” ruso y promueve abiertamente el liberalismo nazi.

Por otro lado, existen fuerzas de derecha, bastante lamentables, en los países europeos que constituyen un segundo aliado. La francesa Marine Le Pen es un ejemplo. Alternativa para Alemania y otros movimientos más pequeños han comenzado a ganar fuerza en los territorios prusianos que antes conformaban la Republica Democrática Alemana. Lo mismo sucede en Italia donde, a pesar de la presión del liberalismo globalista de Meloni, las fuerzas de derecha no han desaparecido. Y lo mismo podemos decir del populismo de derechas en muchas otras partes del mundo. No obstante, nuestro principal aliado en este segundo Occidente es la gente común que no entiende la política y que se niega a aceptar los cambios de sexo, el castramiento de sus hijos, casarse con cabras, apoyar la inmigración masiva de personas que no son capaces de cuidar de su propia higiene o proteger a los maniáticos ucranianos, comer cucarachas, rezar oraciones en favor de Greta Thumberg y maldecir a los rusos todas las noches, a pesar de que estos últimos no les han hecho nada. Es precisamente este ciudadano de a pie, representante de la pequeña burguesía, la columna vertebral de la revolución que se avecina. La gente corriente hace mucho que ha dejado de comprender el lenguaje de las élites liberales actuales y se rehúsan a seguir el camino de degeneración y degradación que estos les exigen.

La multipolaridad debe apoyar esta Revolución Europea, ya que la gente corriente que representa a este segundo Occidente no son los culpables de la situación actual. Hace mucho tiempo que la democracia dejó de existir en Occidente, ya que el primer Occidente ha establecido de facto una dictadura liberal globalista directa excluyendo al segundo Occidente. Por lo tanto, la única alternativa que queda es deshacerse de aquellos que usurparon el poder por medio de la revolución. Esta es la agenda europea para el 2024, pues Europa deberá conseguir su libertad con sus propias manos.

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domingo, 28 de enero de 2024

Las verdaderas causas de la guerra de Ucrania… y sus consecuencias para el mundo

 

Las verdaderas causas de la guerra de Ucrania… y sus consecuencias para el mundo

 

Por Maxim Goldarb 

Rebelion

27/01/2024

 


Fuentes: Rebelión


Traducido del inglés para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

«En Dios confiamos”.

Cuando leo esa inscripción piadosa

en un billete de 60 centavos de dólar

siempre tengo la sensación de que está temblando

y gimiendo en éxtasis religioso.

Ese es nuestro lema oficial.

El verdadero, como pueden ver, es muy diferente:

Cuando queremos algo ¡vamos y lo conseguimos!”,

Mark Twain, hace cien años.

Hace tres meses el Servicio de Seguridad de Ucrania, controlado por el presidente Zelensky, me acusó en rebeldía de traición a causa de mis opiniones vertidas en redes sociales y en entrevistas; se consideraban extremadamente peligrosas para el actual Gobierno ucraniano. Por esa razón este artículo está lleno de citas de personas famosas a quien tomo como testigos (con su consentimiento tácito) de mi objetividad y exactitud. Espero que el servicio de seguridad de Ucrania no se atreva a realizar una acusación igual de estúpida contra todos ellos.

El primer agravamiento de las relaciones entre Ucrania y Rusia comenzó mucho antes de 2022, allá por 2004-2005, tras el golpe de Estado “blando”, cuando la multitud congregada en la plaza central de Kiev (Maidán) se negó a reconocer al primer presidente electo Viktor Yanukovich y el Tribunal Supremo de Ucrania se vio obligado a conceder la victoria a su rival, un protegido de Estados Unidos, Viktor Yuschenko. Fue entonces cuando se inició la penetración masiva de políticos claramente antirrusos (Yatsenyuk, Zvarych, Hrytsenko, Nalyvaychenko, Bilozir, Lutsenko, Tymoshenko) en puestos de poder. Fue entonces cuando Soros arropó en su red de fundaciones y diversas organizaciones no gubernamentales al sistema de los medios de comunicación de masas, la educación, la cultura, el poder judicial, la justicia; paralelamente, dio luz verde a las actividades de lobby en Ucrania de diversas estructuras como USAID, Transparencia Internacional, etc. Fue entonces cuando comenzó a reescribirse la historia de Ucrania y a dividirse a los propios ucranianos: por lugar de nacimiento (Dombás o Ucrania occidental), por idioma (ucraniano de habla rusa o ucraniano de habla ucraniana), por su fe (Iglesia ortodoxa o greco-católica).

Se dispuso a Ucrania como un instrumento de lucha contra Rusia, que tras la década del “borracho” Yelsin en los 90 trataba de salir de la influencia de Estados Unidos y declarar no solo su personalidad en la escena internacional, sino también reivindicar su lugar como una de las principales potencias mundiales. Sin duda, es imposible eximir a Rusia de culpa por haberse «dormido» ante las formidables «metamorfosis» ucranianas que se estaban produciendo en su vecindario, y los políticos ucranianos a los que Rusia apoyaba en aquel momento resultaron ser perezosos, estúpidos, cobardes y codiciosos, que no pensaban en el destino de su país, sino sólo llenar abundantemente sus propios bolsillos.

El país estaba abiertamente preparado no solo para romper con Rusia, sino para un conflicto, incluso uno armado. A fin de cuentas fue entonces cuando las organizaciones militantes nacionalistas, con sus propios campamentos, comandantes, ideología, instructores y armas de combate empezaron a organizarse, en su mayor parte en Ucrania occidental.

Diez años más tarde, aprovechando la intervención y el apoyo sin precedentes de Estados Unidos y sus aliados, un sistema antirruso nutrido, entrenado y preparado se hizo con el poder del Estado durante el golpe de Estado de Maidán.

“En 2014 derrocamos al presidente legalmente electo de Ucrania, Viktor Yanukovich. Con ese fin destinamos 5.000 millones de dólares a través de la CIA, USAID y la Fundación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy). Colocamos a un dirigente títere que ahora sabemos que los neoconservadores de la Casa Blanca (incluida Victoria Nuland) habían elegido por teléfono dos meses antes. Y ello desencadenó de inmediato una guerra civil contra la población rusa del Dombás, la prohibición de la lengua rusa y causó la muerte de 14.000 personas. Y luego se organizaron maniobras militares con la OTAN. Hubo multitud de provocaciones”, afirmó Robert Kennedy Jr., candidato a la presidencia de Estados Unidos y sobrino del famoso presidente J.F. Kennedy.

Denomino intencionadamente a las fuerzas que tomaron el poder en Ucrania en 2004-2005 y en 2013-2014 “antirrusas”, porque esa es la esencia de su existencia y actividad, porque con ese propósito fueron aupados al poder. No las confundan con las verdaderas fuerzas patrióticas proucranianas; NO son proucranianas en absoluto. Durante su estancia en el poder no han hecho nada bueno por el país y sus gentes, ¡porque no les mueve la idea de establecer y desarrollar un Estado verdaderamente independiente, socialmente justo, desarrollado y moderno!

Juzguen ustedes mismos:

Pocos años después de Maidán, Ucrania, que llegó a ser la cuarta mayor economía de Europa, se convirtió en su país más pobre. Más del 80% de los ancianos ucranianos están por debajo del umbral de pobreza. Uno de cada dos trabajadores es pobre. La parte destinado a costear los gastos de una familia ucraniana en vivienda y pagos comunales supone más de la mitad de sus ingresos mensuales. Cada familia ucraniana se ha empobrecido tres veces. El país ha perdido su independencia, sus bienes propios y su capital humano.

Piensen en esto: en 1991 vivían en Ucrania 52 millones de personas. A comienzos de 2022 eran de 34 a 37 millones. ¡De 16 a 18 millones de habitantes menos! ¡Como si hubieran sufrido una guerra devastadora! Añadan a esto la destrucción del sistema bancario, de la industria, la devaluación de la moneda nacional en una tercera parte, la duplicación injustificada de la deuda nacional, la pérdida de ahorros bancarios de ciudadanos y empresas hasta una cantidad de 100.000 millones, la emigración de millones de ucranianos en plenas capacidades físicas en busca de trabajo. Digámoslo de nuevo: estas fueron las consecuencias del Maidán hasta 2022, antes de que comenzara la guerra.

Hace algunos años, en mis programas televisivos (en los canales NewsOne y KRT TV, posteriormente clausurados por Zelensky) y en mi canal de YouTube, expresé las intenciones que tenían en el exterior: hacer de Ucrania una herramienta que pudiera utilizarse tanto contra enemigos como contra «amigos». Los altos mandos estadounidenses nunca han ocultado que consideran a Rusia y China sus enemigos, y a la Unión Europea, en primer lugar, sus «amigos» aquí en Eurasia.

Los objetivos son obvios:

1) La destrucción del enemigo (o como mínimo su debilitamiento).

2) El debilitamiento de los “amigos” europeos que se consideran a sí mismos independientes.

3) La recuperación de una influencia internacional muy debilitada y desacreditada y un intento de restaurar la hegemonía.

4) La militarización del mundo y, como consecuencia, un astronómico incremento de los beneficios del complejo militar-industrial, principal patrocinador del poder.

5) El aumento de los gastos militares presupuestarios (otro pilar de los inmensos beneficios del complejo militar-industrial).

6) El crecimiento de la economía propia, incluso a expensas de la economía europea destruida, la captura de sus mercados y el desplazamiento de los competidores europeos.

7) El fortalecimiento del dólar y hundir a sus socios en la dependencia de la deuda.

8) Beneficios extraordinarios por la venta de recursos.

9) La supresión de derechos y libertades, en particular la libertad de expresión, bajo el ruido de la guerra.

10) El aumento de sus destacamentos militares en todo el mundo.

11) La creación de una atmósfera regulada de miedo.

12) Ampliar la duración de su propio poder en el ámbito nacional y eliminar a sus rivales políticos internos.

¿Era posible realizar lo planificado? Parcialmente, sí: el instrumento está ahí, Europa está ardiendo, los beneficios son enormes, el dólar se ha fortalecido, los “amigos” se han debilitado y “domesticado”, y los enemigos se han debilitado.

Pero volvamos a Ucrania. En 2019 la aplastante mayoría de ucranianos votaron por una nueva cara en política, o eso pareció entonces, el honrado y talentoso actor cómico profesional Vladimir Zelensky. El 73% de los que “le” votaron lo hicieron principalmente “contra” las consecuencias del Maidán y contra el anterior presidente, Petro Poroshenko, que asumió el cargo como resultado del Maidán de 2014. Además de eso, los ciudadanos ucranianos esperaban que el nuevo presidente cumpliera sus promesas y trajera la paz a Ucrania, acabara la guerra en el Dombás, terminara con la corrupción y colocara en el poder a políticos y especialistas profesionales proucranianos.

¿Qué ocurrió entonces? El presidente Zelensky tuvo dos años y medio para cumplir los Acuerdos de Minsk, lo que había prometido hacer, recuperar el Dombás, establecer la paz y castigar a los políticos criminales que tenían las manos ensangrentadas. Con ese propósito, el pueblo le concedió todo: una confianza sin precedentes, poder, los ministros y diputados que deseaba. Si no le gustaban los Acuerdos de Minsk (algo que por alguna razón no informó hasta después de su elección), tenía DOS años para cumplir el comunicado de París firmado por él mismo para implementar la fórmula de paz del presidente alemán Steinmeier.

Pero durante esos dos años previos a la guerra no hizo nada, ni por la paz, ni por el pueblo que creía en él, ni por recuperar los territorios, agravando aún más la división interna del país y la pérdida de soberanía. Desgraciadamente, el tiempo que podría y debería haber usado para reconstruir y reunificar el país fue desperdiciado en vano y de forma irrevocable.

“No olvidemos que el irresponsable Gobierno ucraniano podría haber evitado el conflicto, pero no lo hizo: una semana antes del comienzo de la operación rusa el canciller alemán pidió a Zelensky que proclamara la neutralidad del país y rechazara su entrada en la OTAN. El líder ucraniano (o más bien los Estados Unidos) se negó a cumplir estas condiciones razonables” (Fernando del Pino Calvo-Sotelo, economista y empresario español).

“Si yo fuera primer ministro, no acudiría a hablar con Zelensky porque ya vemos la devastación de su país y el exterminio de sus habitantes. Bastaba con suprimir los ataques a las dos repúblicas autónomas del Dombás y lo que está sucediendo ahora jamás habría sucedido, así que tengo una opinión muy negativa de las acciones de este señor” (declaración del difunto Silvio Berlusconi).

“Es asombroso: el presidente de uno de los países más corruptos del mundo da lecciones a parlamentarios occidentales y estos le ovacionan puestos en pie. Incluso para los criterios de mentira actuales, no deja de causar estupefacción la canonización como campeón de la libertad de quien manda arrestar al jefe de la oposición democrática de su país, cierra sus medios de comunicación y prohíbe las actividades de once partidos opositores”. (Fernando del Pino Calvo-Sotelo).

Al igual que muchos millones de ucranianos, el 24 de febrero de 2022, a eso de las cinco y media de la mañana, me despertaron los sonidos de explosiones en Kiev. Intenté con todas las fuerzas apartar de mi cabeza la idea de que la guerra era posible, partiendo de la lógica, de la comparación entre los posibles beneficios y el posible daño para sus participantes, pero pasó lo que pasó. Aquello para lo que Estados Unidos, y como luego se supo, Rusia, llevaban tiempo preparándose, pero para lo que no estábamos preparados decenas de millones de ucranianos de a pie. Llegó la guerra. Ucrania empezó a cumplir el papel “instrumental” que le habían asignado con sangre y vidas.

“El pueblo ucraniano está haciendo el trabajo sucio que nunca querríamos hacer aquí, en Estados Unidos” (Mark Esper, antiguo ministro de defensa de Estados Unidos).

Dos meses después de su inicio tuvieron lugar las primeras negociaciones sobre una posible paz entre ucranianos y rusos, pero… «Allí se habló sobre la neutralidad de Ucrania. ¿Qué había de malo en ello? Pero estas conversaciones se interrumpieron. ¿A quién perjudicaría la neutralidad de Ucrania? […] Las dos partes ya estaban llegando a un acuerdo de paz basado en las fronteras que existían realmente en 2022 cuando intervino el primer ministro británico Boris Johnson. Vino a Kiev y le dijo a Zelensky que Occidente no estaba preparado para la paz. Y que no debían firmarse acuerdos de paz en los términos acordados en Estambul. Así se perdió la oportunidad de la paz. Y ahora el conflicto amenaza con extenderse a otros países europeos» (Heinz-Christian Strache, ex vicecanciller austriaco).

«Seamos sinceros: esta es una guerra de Estados Unidos contra Rusia, concebida, de hecho, para sacrificar en el matadero a la juventud ucraniana por las ambiciones geopolíticas de los neoconservadores […] Esto es lo que supone lanzar a los ucranianos contra los rusos. Mi hijo luchó allí, hombro con hombro con los ucranianos, tuvieron 300.000 bajas en los combates… Ahora los rusos matan ucranianos en una proporción de 1:5 o 1:8, según los datos que creas. Se suponía que era una misión humanitaria, así nos la presentaron en Estados Unidos. Pero en ese caso el propósito de la misión sería reducir el derramamiento de sangre y acortar la duración del conflicto. Y cada paso que ha dado Estados Unidos ha sido para ampliar el conflicto y aumentar el derramamiento de sangre. Eso no es lo que deberíamos estar haciendo» (candidato a la presidencia de Estados Unidos Robert Kennedy Jr.).

Siempre me ha gustado Pink Floyd; su música es vivaz, sincera y profunda. Y no solo música. Estas son las palabras de su líder, Roger Waters, sobre las causas de la guerra: “Lo mejor que les ha pasado [a los potentados estadounidenses] en los últimos diez años es el conflicto de Ucrania. Permitieron que se produjera porque beneficia a los negocios. Al fin y al cabo, ellos ganan más dinero con las guerras que con cualquier otra cosa: fabrican las armas, las venden y obtienen beneficios. No somos tú y yo o las personas ordinarias quienes invierten en la industria militar, sino los peces gordos. Y cuando hay guerra sus ingresos se disparan”.

¿Qué debería hacer un gobierno que realmente ame y proteja a su país y no solo lo pretenda? Lo que fuera necesario para parar la guerra de inmediato y sentarse en la mesa de negociación. Olvidar todas esas exclamaciones broncas, gritos de victoria y captura-retorno de territorios cuyo único objetivo es obligar a su pueblo a luchar más. El patriotismo es un deseo e implica acciones encaminadas a la preservación y el desarrollo de su país y su gente, y no debe utilizarse deliberadamente para llevar a la destrucción del país y a la masacre de sus habitantes.

No obstante, los actuales capitostes de Ucrania están convencidos de que la guerra es el único modo de preservar su poder.

“Un dirigente que no se lo piensa dos veces antes de enviar a su pueblo a luchar no merece ser un líder”, dijo la famosa primera ministra de Israel Golda Meir (nacida en Kiev, por cierto).

El conflicto entre dos países se convirtió inmediatamente en una confrontación mundial mucho más general. ¿Cuánto durará? Si se aplica solo a Ucrania-Rusia, hasta que los recursos ucranianos (humanos y materiales) se agoten como instrumentos de la lucha entre los dos grandes países.

“Zelensky está luchando con un ejército de reclutas, no de voluntarios. Cada vez hay más hombres ucranianos desesperados por abandonar el país porque ahora se dan cuenta de que los psicópatas occidentales quieren usarlos como carne de cañón para sus propias metas egoístas” (Glenn Greenwald, periodista, escritor y abogado estadounidense).

Si lo contemplamos desde una óptica más planetaria, el conflicto global podría durar mucho tiempo, hasta que gane uno u otro sistema. En la actualidad está teniendo lugar una importante redistribución mundial debido al debilitamiento del antiguo país hegemónico y el fortalecimiento de otros grandes países que no quieren vivir según reglas impuestas.

“Pero la gran perdedora será Europa, que comprenderá demasiado tarde que no puede obedecer a Estados Unidos con fidelidad perruna cuando sus intereses divergen […] A Estados Unidos le da igual, pero para nosotros será un auténtico suicidio […] La guerra supuso el suicidio económico de Alemania, su tercera derrota a manos de Estados Unidos y la triste constatación de que, a pesar de las apariencias, sigue siendo un país ocupado… (Fernando del Pino Calvo-Sotelo, empresario español).

Al mismo tiempo, los europeos no deberían olvidar las palabras que Victoria Nuland, una de las principales impulsoras de la actual política exterior estadounidense, dijo en referencia a la UE en 2014: “Que se joda la Unión Europea”; son un buen reflejo de la actitud del actual establishment de aquel país respecto a sus “aliados”. Europa aceptó prescindir de una infraestructura energética independiente, lo que socavará permanentemente la competitividad de su economía.

Y Ucrania… Ustedes mismos pueden verlo y darse cuenta de lo que consiguió asumiendo el papel de instrumento:

– Reducción de una tercera parte de su territorio;

– Reducción de una tercera parte de su población;

– Menor independencia y autonomía;

– Pérdida de recursos y riqueza nacional;

– Caída en su economía y pérdida de su industria;

– Más guerra;

– Mayor deuda descontrolada e inflación;

– Más muerte, dolor, ruina y destrucción.

Maxim Goldarb es presidente de la Unión de Fuerzas de Izquierda-Por un Nuevo Socialismo.

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