jueves, 14 de marzo de 2019

LAS PENSIONES (O SEA, MI DINERO). LOS CUATRO CEBOLLAS Y DOS CENTOLLOS QUE EN EL PACTO DE TOLEDO ME QUIEREN QUITAR MI DINERO (O SEA, LAS PENSIONES) TRABAJAN COMO ENCARGADOS TEMPORALES PARA ALGÚN BANCO, COMPAÑÍA DE SEGUROS O MULTINACIONAL DEL DINERO FONDO SOBERANO O MONÁRQUICO O LO QUE SEA DE TRAE PACÁ QUE ME LO LLEVO?


LAS PENSIONES, VIÇEN NAVARRO, Y LAS INTENCIONES OCULTAS



Vicenç Navarro, catedrático en la Pompeu Fabra y uno de los principales representantes ideológicos de la ‘izquierda clásica’, publicó la semana pasada dos artículos sobre la sostenibilidad de nuestro sistema de pensiones

En el primero (en el diario Público), el profesor Navarro dedica la mitad de su contenido a poner bajo sospecha las intenciones de quienes argumentan que el sistema público de la Seguridad Social tiene un serio problema de sostenibilidad. Nos gustaría responder a este artículo por dos motivos: uno, porque nos sentimos indirectamente aludidos al ser autores de un reciente análisis bastante pesimista sobre la sostenibilidad de las pensiones y, dos, porque Vicenç Navarro es un referente ideológico para una buena parte de la población, la cual creemos que merece un debate honesto sobre el futuro de las pensiones. Por último, analizaremos su segundo artículo (esta vez en el diario El País), y más concretamente su argumento de que el crecimiento de la productividad es la salvación para nuestro sistema de pensiones.

En primer lugar, nos gustaría expresar nuestra perplejidad ante las acusaciones reiteradas de defender a los intereses del “capital financiero”, escribir con intenciones ocultas y pretender la privatización de la Seguridad Social. El problema de las pensiones es profundo y complejo, y no deberíamos malgastar esfuerzos y el tiempo de los lectores en argumentaciones ad hominem que nada aportan a la discusión. ¿Se imaginan que dedicásemos los cuatro primeros párrafos de este artículo a poner en duda las intenciones del profesor Navarro invocando batallas ideológicas? “Detrás de los argumentos de Vicenç Navarro se encuentra sin duda el oro de Moscú -hoy más bien el de Pyongyang-“, “La pretensión del profesor Navarro es clara: allanar el camino para la llegada de la Cuarta Internacional Comunista, que pretende implantar […]”. Absurdo, ¿verdad? Quienes esto escriben no tienen la más mínima relación con el sistema financiero y sí una profunda preocupación por el futuro de sus pensiones. Sembrando dudas sobre ello, se puede ganar el apoyo de quien no está dispuesto a revisar su postura sobre aquellas, pero aporta muy poco al debate real. Antes de abordar la cuestión principal, la sostenibilidad de las pensiones, nos gustaría corregir algunos errores e imprecisiones del artículo: – “Es imposible que los portavoces del capital financiero no sepan que la Seguridad Social es una institución autónoma que no se contabiliza en el presupuesto del Estado”. Sorprende la condescendencia del profesor Navarro cuando lo que dice es falso. La Seguridad Social conforma, junto con la Administración Central, el nivel superior de administración del Estado y sus cuentas se consolidan, como puede verse en este propio documento de la Seguridad Social sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2013. Es decir, aunque la Seguridad Social sea una administración autónoma, sus cuentas se suman a las del resto de la Administración Central. Para ser más precisos, cuando se habla del “déficit de España en 2012” no solo se incluyen dichas dos administraciones, sino que también se consolidan las administraciones territoriales: las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Así, el déficit que tanto preocupa a la Unión Europea incluye el déficit consolidado de todas las administraciones y organismos públicos de España, incluida la Seguridad Social. 

– “Y, como hay más ingresos al fondo de pensiones que beneficios, se ha ido acumulando un fondo de reserva considerable (alrededor de 65.000 millones de euros)”. Falso. Hace ya dos años que la Seguridad Social está en déficit al tener más gastos que ingresos. Los ingresos caen porque cada vez hay menos cotizantes y los gastos aumentan porque cada vez hay más receptores de prestaciones -las cohortes poblacionales que entran en la edad de jubilación son cada vez más numerosas-. – “[…] que no puedan pagarse las pensiones del futuro, lo cual no tendrá nada que ver (repito, nada que ver) con la famosa transición demográfica y la supuesta inviabilidad de las pensiones (debido a que no habrá suficientes jóvenes para pagar las pensiones de los ancianos), sino con el elevadísimo riesgo de haber invertido la gran mayoría de los fondos de reserva en la deuda pública que probablemente el Estado no podrá pagar”. Esta afirmación es también falsa, ya que las pensiones no se pagan de un fondo de reserva, sino de las aportaciones de los que en este momento están trabajando. De hecho, los 65.000 millones de euros del fondo de reserva solo darían para pagar 7 meses de las pensiones actuales, ya que el gasto anual en ellas supera actualmente los 100.000 millones de euros. El argumento de la productividad El argumento de que el crecimiento de la productividad asegura nuestras pensiones es necesario abordarlo más detalladamente. Vicenç Navarro expone que este hará que nos podamos permitir mantener a más población dentro de varias décadas. Así, aunque el número de pensionistas por trabajador se vaya a duplicar, “un trabajador producirá casi el doble en 2050 que ahora, con lo cual podría mantener casi al doble de pensionistas”. El argumento esconde tres errores: -Primero, en las proyecciones de crecimiento que incluíamos en nuestro artículo ya estaba incluido un aumento de la productividad. Concretamente, suponíamos dos escenarios distintos -crecimiento del PIB del 1% y del 2%-. El crecimiento del PIB se descompone en la suma de: (i) crecimiento de la población adulta; (ii) crecimiento de la tasa de ocupación; y (iii) crecimiento de la productividad. Puesto que la población adulta va a disminuir a partir de este mismo año a un ritmo medio del 1% anual y la tasa de ocupación sólo puede ofrecer como máximo crecimientos de 0,5 puntos anuales (hasta alcanzar el 70%, cota que España solo ha tocado en 2007), el crecimiento de la productividad implícito en nuestros cálculos oscila entre el 1,5% y el 2,5%. Es decir, en nuestras previsiones ya estamos siendo bastante optimistas (para curarnos en salud). -Segundo, lo que el profesor Navarro propone sin pretenderlo es similar a… ¡una congelación indefinida de las pensiones! Lo que a los ciudadanos les importa al pasar de la actividad a la jubilación es no perder capacidad adquisitiva. Pero mantener el doble de pensionistas en el futuro con el doble de productividad implicaría pagarles lo mismo que cobran hoy, no lo que cobrarán en el futuro. Imagínese que está usted en la década de 1970 y le dicen que no se preocupe, que la productividad hará que los mismos trabajadores de entonces puedan mantener al doble de pensionistas en 2012 con su aumento de la productividad, pues esta se va a duplicar. De acuerdo, pero ello implicaría que su pensión hoy… ¡sería la misma que disfrutaban los pensionistas en 1970! Es decir, le supondría una tremenda pérdida de capacidad adquisitiva: concretamente, cobraría la mitad de lo que hoy percibe cada pensionista. Es decir, como ponen de evidencia los propios cálculos del profesor Navarro, la única solución para el problema es una disminución de la generosidad (bien mediante un mayor ahorro actual, bien mediante un retraso de la edad de jubilación o bien mediante una pérdida de poder adquisitivo).

Otro resumen (para escépticos) de nuestro problema demográfico Una vez aclarados dichos puntos, nos gustaría repasar los motivos del problema de sostenibilidad en el largo plazo de nuestro sistema de pensiones. Aunque el argumento completo y los datos se encuentran en nuestro anterior artículo, haremos un breve resumen: El mundo occidental se enfrenta a un grave problema demográfico. Las guerras de la primera mitad del s. XX, unidas al tremendo cambio en los patrones demográficos a partir de los años 60 -el desplome de la natalidad unido al aumento sostenido de la esperanza de vida- han dado lugar a una situación insólita en la historia de la humanidad, en la que la forma habitual de la pirámide de población se está invirtiendo conforme la parte más ‘frondosa’ cumple años y se acerca a la edad de jubilación. Recomendamos encarecidamente detenerse cinco minutos a examinar esta maravillosa página web que representa, a partir de datos de la ONU, pirámides poblacionales para todas las zonas del mundo desde 1950 hasta 2100 (fecha en la cual la transición hacia una estructura demográfica moderna ya se habrá completado). Para el que no tenga tiempo de analizar los datos con cuidado, ofrecemos aquí una composición con los datos de España:

Nos gustaría, además, recordar que las predicciones en demografía, al contrario que las predicciones en economía, son muy fiables por la enorme estabilidad de los procesos demográficos. La esperanza de vida crece lenta, pero inexorablemente, sin dar ningún tipo de señal de ralentización: cada 5 años, la esperanza de vida aumenta un año. Por otra parte, las tasas de natalidad cambian también muy despacio. Por último, los flujos migratorios tampoco solucionan el problema, pues suelen provenir mayoritariamente de países con menor capital humano y, de todas formas, también generan derechos de cobro -por no decir que es evidente que España no va a ser un destino especialmente apetecible para la inmigración con la altísima fiscalidad que soportaremos las próximas décadas y también por el altísimo nivel de paro-. A partir de dichos datos y de proyecciones de crecimiento económico -repetimos: el crecimiento se descompone entre el crecimiento de la productividad y el crecimiento de la tasa de ocupación-, concluíamos que el peso de las pensiones sobre el PIB aumentará hasta acaparar entre el 20% y el 30% del PIB, cantidad inasumible si tenemos en cuenta que el Estado ha de ejecutar además muchas otras funciones vitales para la sociedad, entre la que destaca la sanidad, que también se disparará por el envejecimiento. El problema es tan grande que amenaza no solo al “Estado de bienestar”, sino a toda la sociedad. La subida de cotizaciones, el desvío de recursos hacia las pensiones y las pocas perspectivas de cobrar una pensión digna pueden empujar a muchos jóvenes a labrar su futuro en otros países con mejores perspectivas. Y cada nuevo joven que emigre incrementará la carga que han de soportar el resto, elevando a su vez la probabilidad de que otros jóvenes tomen la senda del primero. El equilibrio de esta dinámica es muy incierto y plantea un escenario poco probable, pero desolador, con casi 15 millones de pensionistas prácticamente desatendidos cuyas pensiones serían incapaces de pagar los 14 millones de trabajadores que tendría España si alcanzase una tasa de ocupación del 70%, algo que nuestro país nunca ha conseguido. Si el profesor Navarro cree que estas proyecciones y cálculos son erróneos, le animamos a que indique qué supuestos le parecen poco realistas, que los modifique y que recalcule las proyecciones para comprobar el efecto real de los cambios en los supuestos. Y que, por supuesto, sea honesto con los efectos colaterales de las medidas que proponga. Por ejemplo, si cree que todo se solucionaría subiendo el IRPF al 70% para pagar las pensiones, debería aplicar al menos las elasticidades más razonables que la literatura ha estimado sobre la oferta de trabajo -una sugerencia: revisar los trabajos de Piketty y Saez, los mayores especialistas mundiales en la materia-,  los efectos de dicha medida sobre los segundos perceptores de renta de cada hogar y sobre las decisiones de formación y migración. Como decía Edwards Deming, “In God we trust; all others must bring data”. En última instancia, creemos que la posición de la ‘izquierda tradicional’ sobre el problema de las pensiones es tremendamente irresponsable. El problema golpeará sobre todo a las clases bajas, que son las que no disponen de capacidad de ahorro. Las clases altas, cuyas bases de cotización son además mayores, se están preocupando ya de ahorrar para evitar privaciones y dramas en su jubilación.Escudarse en que todo esto es un contubernio del capital financiero es hacer un flaquísimo favor a todos aquellos a los que dice defender, pues son quienes sufrirán el problema en mayor medida. Por último, y puesto que parte de la solución se basa en un mayor ahorro individual, ello no quiere decir que este ahorro de los trabajadores pase necesariamente por el sistema financiero privado. La Seguridad Social podría gestionar con un coste muy razonable un fondo de capitalización privado, el cual invertiría una parte en una cesta diversificada de bonos públicos y otra en una cesta (también diversificada) de acciones, a imagen y semejanza del exitoso Fondo de Pensiones Noruego. Los trabajadores podrían realizar aportaciones voluntarias a dicho fondo, las cuales complementarían su pensión contributiva tras su jubilación. El problema no tiene solución satisfactoria, y la asimilación de la ola demográfica es algo que la sociedad habrá de digerir lo mejor que pueda. Dos generaciones después, cuando haya pasado el shock, el sistema de reparto volverá a ser sostenible (aunque seguirá siendo dinámicamente inconsistente, en caso de producirse otro shock severo). Mientras tanto, los responsables políticos de todas las inclinaciones deberían dejar de ignorar el problema. El punto de partida para que el coste político de las reformas no sea inasumible es hacer una pedagogía clara y sincera. Nos gustaría invitar al señor Navarro y al resto de representantes de la izquierda clásica a sumarse a dicho esfuerzo pedagógico por el bien de todos los ciudadanos del país, especialmente el de aquellos a los que el problema puede coger más desprevenidos: las rentas bajas, aquellos a los que quiere defender.

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GUAIDÓ, ENCARGADO POR ENCARGO DE NO SE SABE QUÉ EN VENEZUELA, TRAIDOR, CRIMINAL Y PAYASO SIN CIRCO, NOS HA SALIDO TAMBIÉN EMBUSTERETE EL ZAGAL



Con poca afluencia en las calles, Guaidó vuelve a hablar contra Cuba y alude a la intervención extranjera
La movilización impulsada por oposición derechista estuvo lejos de las pretensiones de la convocatoria realizada por Guaidó.
Miércoles 13 de marzo

Fotografía: EFE (crimanlote delincuente Guaidó en pose expositiva encima de un cajón de cervezas en formal ofrecimiento por si hiciera falta encabezar por un rato al PP o Ciudadanos, que por estampa  cumple los requisitos)
La oposición derechista había convocado a manifestaciones para este martes, pero terminaron siendo pequeñas concentraciones en diversos puntos de Caracas. Guaidó recorrió alguna de ellas para tomar la palabra. Todo estuvo reducido a lo que dijera el autodeclarado “presidente” de Venezuela, bien alineado con Estados Unidos.
“Convoco a la calle mañana (martes 12) a partir de las 3 de la tarde toda Venezuela a las calles, en su avenida más cercana para mostrar el rechazo absoluto al régimen usurpador y a su mal manejo del sistema eléctrico”, había dicho Guaidó durante la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional realizada este lunes. Desde allí afirmó que dichas movilizaciones serían “el principio de lo que luego se convertirá en una gran movilización nacional”.
Pero tal llamado de “Venezuela a las calles” o “tranca tu calle” en verdad no tuvo el eco anunciado este martes. Los que asistieron, en los distintos puntos en lo que habló Guaidó, no escucharon nada nuevo o diferente a lo que haya manifestado el día anterior. Buscó hacer uso del gran drama social y de los padecimientos del pueblo venezolano, sobre todo por los casi cinco días del prolongado apagón eléctrico nacional, que en buena parte del país han sumado casi cinco días continuos y sin llegar estabilizarse aún a nivel nacional.
Tal como lo había anticipado en un twitter, este martes volvió a declarar que lo de este día es para preparar una “gran manifestación” a Miraflores, la casa presidencial. “Pronto vamos a ir a buscar nuestra oficina en Miraflores”, "cuando tenga a las Fuerzas Armadas completamente alineadas (a su favor)”. Sin embargo, no detalló absolutamente nada respecto de su ruta a más de un mes y medio de haberlo anunciado y autoproclamarse “presidente encargado”.
Guaidó reiteró lo dicho el lunes, que había ordenado no enviar petróleo a Cuba. “A los cubanos les tengo un cuento: se les acabó el petróleo, la necesidad de este pueblo es prioridad”, dijo el cínico de Guaidó. Pero es pura hipocresía. Hace poco anunció, que hará uso de las cuentas y activos venezolanos incautados por Estados Unidos, como los de la petrolera Citgo, para garantizar los pagos de intereses de la deuda externa de un bono que vence en abril. Pero, ¿no es que el “pueblo es prioridad”?, la prioridad son los buitres y acreedores internacionales. Qué rápido se le cae la máscara.
Lo que en verdad quiere Guaidó es estar alineado a la política imperialista hacia Cuba. Más de lo mismo: aprovechar la catástrofe económica y social para justificar sus políticas a favor de los intereses de Estados Unidos. Por eso sus declaraciones están en total consonancia con las declaraciones del gobierno de Trump, y coincidiendo casi al dedillo con las declaraciones del Secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo.
Más aún, este martes declaró que sus “aliados internacionales” lo iban a apoyar para cumplir dicha orden. La única manera de “hacer cumplir” esa “orden” vía sus aliados es el bloqueo a tanqueros petroleros que se dirijan a la isla, y el único con la capacidad para hacerlo es Estados Unidos.
No casualmente, el mismo lunes cuando Guaidó realizaba dicho anuncio, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, aludía a que Estados Unidos impondría sanciones a quienes violen la orden del “presidente interino de Venezuela”, Juan Guaidó, con respecto a la suspensión de las exportaciones de petróleo de este país a Cuba.
“La Asamblea Nacional venezolana ha decretado la suspensión de las exportaciones de crudo a Cuba tras el colapso de la red eléctrica nacional. Las compañías de seguros y los portadores de banderas que facilitan estos envíos a Cuba están ahora en aviso”, comentó Bolton en su cuenta de Twitter.
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LOS "VIEJOS" VASCOS. EL QUE TUVO RETUVO Y GUARDÓ PARA LA VEJEZ



Entrevista a Jon Fano, miembro de Pentsionistak Martxan y del Movimiento de Pensionistas de Bizkaia

"La fuerza del movimiento está en su unidad y pluralidad"


13/03/2019 | viento sur

[Jon Fano, sindicalista de ESK y miembro de la plataforma Pentsionistas Martxan (Pensionistas en acción) de Bizkaia, es una voz reconocida y autorizada del movimiento de pensionistas de Euskal Herria, que semana a semana, sin descanso estival, lleva un año impulsando movilizaciones en defensa de unas pensiones dignas y de un sistema público de pensiones. Hemos conversado con él sobre las características de este movimiento, su historia y su futurov. s.]

viento sur: Hace ahora un año ( el 17 de abril de 2.018 ) 115.000 personas llenaron las calles de Bilbao en lo que hasta la fecha ha sido la mayor movilización en defensa de unas pensiones públicas y dignas no sólo a nivel del Estado español, sino europeo. Y el 19 de enero, conmemorando el año 1 del inicio de la movilización de los y las pensionistas, las calles de Bilbao dieron testimonio de que el movimiento de pensionistas tiene unas bases sólidas. Un movimiento que nació a nivel del Estado español, pero que ha cuajado particularmente en Euskal Herria. ¿Nos puedes resumir cuál ha sido la dinámica de movilización a lo largo de este año, las razones de su carácter masivo?

Jon Fano:Desde su inicio el 15 de enero del año pasado, prácticamente todos los lunes (60 hasta el momento ) hemos venido realizando concentraciones en las cuatro capitales de Hego Euskal Herria (Bilbao, Donostia-San Sebastián, Gasteiz-Vitoria e Iruña-Pamplona) así como en cerca de un centenar de pueblos grandes, medianos y pequeños. Esas concentraciones han ido acompañadas de múltiples movilizaciones comarcales y sobre todo de 7 manifestaciones multitudinarias en las cuatro capitales. La más numerosa fue la del 17 de abril del año pasado en Bilbao: 115.000 personas, pero en ninguna de las otras se ha bajado de las 35.000 personas, en su inmensa mayoría pensionistas, en el conjunto de Hego Euskal Herria.

Las razones de su carácter masivo son múltiples y diversas. Pero destacaría cuatro de ellas.

1. El hartazgo generalizado de las personas pensionistas por los recortes a las pensiones, sobre todo por la congelación o subida paupérrima del 0,25 desde el año 2012, que provocó un fuerte descenso del poder adquisitivo de las pensiones.

2. La cultura política y social en nuestro país de la gran mayoría de la gente actualmente pensionista. Somos herederos/ras de las grandes luchas obreras, sociales, políticas, antirrepresivas, en defensa de nuestros derechos nacionales que hemos conocido desde hace 50 años. Como anécdota señalar que en la movilización del 3 de marzo, celebrada en Gasteiz-Vitoria, para recordar la masacre de 5 obreros muertos y decenas de heridos por la policía armada en el año 1.976, una buena parte de las personas que asistieron fueron personas pensionistas que entonces participaron en aquellas movilizaciones obreras.

3. La unidad del movimiento que hemos cuidado con esmero. Forman parte del mismo, y de las coordinadoras que lo dinamizan, personas afiliadas y simpatizantes de prácticamente de todo el arco político -salvo del PP, Ciudadanos y un VOX casi inexistente aquí- y sindical. Asimismo hay una buena parte de pensionistas que no tienen referencias políticas ni sindicales, e incluso algunas de ellas están en contra de partidos y sindicatos.

4. Y no se puede dejar de señalar el trabajo llevado a cabo a favor de unas pensiones dignas desde hace diez años. En especial por nuestras plataformas de pensionistas[1]. Hace años que venimos reclamando una pensión mínima de 1.080 euros y unos servicios públicos de atención a las necesidades de las personas mayores.

v. s. ¿Qué razones explican su amplio desarrollo en Euskal Herria en relación al más débil en el Estado español?

J. F.:La cultura de pelea y resistencia en el Estado español no ha tenido la misma dimensión, homogeneización y concentración que en nuestro país. Hay amplias zonas, regiones del Estado donde se han dado grandes peleas pero no han tenido una dimensión generalizada, expansiva y concentrada como en Euskal Herria.

Pero hay otra cuestión fundamental, que tiene que ver con que en otras comunidades no han conseguido forjar la unidad del movimiento que se da aquí. Varias plataformas de pensionistas de barrios de Madrid, de Sevilla, Gijón y otras zonas que han acudido a nuestras movilizaciones, nos han mostrado una y otra vez su preocupación por la falta de unidad que adolecen, a diferencia de Euskal Herria, donde esta unidad se mantiene a pesar de las tensiones que pueda haber en momentos determinados.

Las federaciones de pensionistas de los grandes sindicatos (CC OO y UGT) juegan un papel simbólico y ni antes ni ahora están en la calle animando la unidad del movimiento de pensionistas. Mas recientemente se puso en pié una Coordinadora Estatal por un Sistema Público de Pensiones, pero esta cruzada de tensiones y divisiones que no ayudan a crear un movimiento unitario y potente. Estos motivos, entre otros, explican, en mi opinión, la escasa dimensión de las movilizaciones de pensionistas en no pocas capitales y ciudades del Estado español.

v. s.Desde hace 8 meses las cuatro coordinadoras provinciales de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa decidieron converger y actuar al unísono. ¿Nos puedes explicar las razones de esta coordinación y las características de la misma?

J. F.:Nuestras plataformas (Pentsionistak Martxan en Bizkaia, Duintasuna en Gipuzkoa, Arabako Pentsionistak Lanean y Pentsionistak Martxan en Nafarroa) llevan casi diez años coordinadas en una comisión nacional. En cuanto observamos la dimensión del movimiento y la necesidad de coordinarlo en las cuatro provincias para darle más potencia y eficacia, pusimos manos a la obra para convencer al resto de plataformas y coordinadoras de cada provincia del interés de un trabajo coordinado.

Así nacieron las reuniones que venimos realizando de un modo regular en Gasteiz entre el conjunto de las plataformas de las cuatro provincias. Salvo en Nafarroa, donde un sector de las plataformas pensionistas que por razones políticas se niega a reconocer la dimensión nacional de Hego Euskal Herria, y en consecuencia el interés de su unidad y coordinación, la participación del resto de las provincias es total.

Hay un acuerdo básico en torno a las reivindicaciones sobre pensiones, dejando de lado ciertas diferencias de proyecto y de otro tipo. De igual modo, hay un acuerdo total en exigir no sólo a las instituciones de Madrid sino a las de la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral de Navarra que tomen compromisos y medidas inmediatas en la mejora de las pensiones; sobre todo garantizando indefinidamente el incremento de todas las pensiones al menos con el IPC, y una pensión mínima digna de 1.080 euros.

Para masificar el movimiento y para que sea potente y eficaz se han adoptado unitaria y conjuntamente diversas iniciativas de movilización a nivel nacional, que han tenido un eco y éxito muy importante. Asimismo, pusimos en pie delegaciones para trasladar nuestras demandas a las instituciones autonómicas y a la central estatal, con las que hemos tenidos reuniones tanto en Madrid, como en Gasteiz-Vitoria y en Iruña-Pamplona.

El que hace unos meses tuviéramos en Bilbao una reunión con la Ministra Magdalena Valerio y el 20 de febrero en Madrid con los grupos parlamentarios de EH Bildu, Compromis de Valencia, ERC de Catalunya, Partido Nacionalista Vasco, Unidos Podemos y PSOE a escala estatal, es una muestra clara del reconocimiento, referencialidad y fuerza del movimiento de pensionistas de Euskal Herria.

v. s.¿Qué tipo de relación se mantiene con el resto de plataformas del Estado español? ¿Existe alguna coordinadora estatal ?

J. F.:En lo que respecta a la relación con el resto de plataformas del Estado español, la situación es un tanto complicada. Gran parte de la izquierda española y de quienes dirigen esas plataformas siguen sin aceptar ni asumir las realidades nacionales de Catalunya, Euskal Herria y Galicia. No aceptan las particularidades nacionales de los movimientos sociales -en este caso el del movimiento de pensionistas- ni su autonomía y soberanía. Consideran que debemos subordinarnos a ellos, a sus decisiones e iniciativas, tachándonos de insolidarios y divisores del movimiento; incluso nos niegan el derecho a tener interlocución directa con el Gobierno y las instituciones de Madrid. Esto fue de lo que nos acusó hace unos meses la Coordinadora Estatal Por un Sistema Público de Pensiones, a la que ya he hecho referencia anteriormente.

Nosotros y nosotras defendemos nuestra autonomía, nuestras reivindicaciones y nuestro calendario de movilizaciones e iniciativas. Y desde el reconocimiento del respeto mutuo, estamos interesados en coincidir y coordinarlas con las del resto del Estado. De hecho ya hemos coincidido en algunas convocatorias de movilizaciones a escala estatal y volveremos a hacerlo en las convocatorias generales para los días 13 de abril (15 días antes de las elecciones generales al Parlamento español) y 11 de mayo (15 días antes de las elecciones municipales, forales –en nuestro caso- y europeas).

En todo caso hay que señalar que en los dos últimos meses las relaciones con esa Coordinadora Estatal han mejorado algo, son más fluidas. Lo que favorece la comunicación a través de las plataformas adheridas a esa coordinadora estatal.

v. s.: Un hecho que llama la atención es la unidad del movimiento, porque en el confluyen personas con perfiles y militancias políticas, sindicales y sociales muy diferentes. ¿Cuáles son los elementos que permiten mantener su unidad? ¿ Cuáles son las reivindicaciones en las que se apoya esa unidad?

J. F.:Antes he citado la diversidad que recorre nuestro movimiento. Y lo primero que quiero resaltar es que tanto ante el movimiento, como en las coordinadoras provinciales amplias en las que convergemos, nuestra presencia es meramente a título individual. Por tanto, no se trata de una unidad de acción sindical o de una unidad de diferentes plataformas de pensionistas, aunque una buena parte formemos parte de las mismas. Las tensiones y divergencias son inevitables y en muchos casos difíciles de gestionar. Pero presionados, en buena parte, por la dimensión del movimiento, todo el mundo es consciente de que no se puede imponer a nadie lo que una plataforma en particular defienda, por fuerte o mayoritaria que sea.

· En relación a las reivindicaciones básicas sobre pensiones que nos unen son las siguientes: Revalorización automática de las pensiones en función como mínimo del IPC real garantizada por ley.
  • Pensión mínima de 1.080 euros.
  • Derogación de las reformas de pensiones y laborales de los años 2.011 y 2.013.
  • Acabar con la desigualdad de género en salarios y pensiones, mediante a trabajo de igual valor igual salario; y pensión de viudedad del 100 % de la base reguladora.
  • Jubilación anticipada sin penalización.
  • Derogación del copago sanitario y el medicamentazo.
  • Erradicación de la pobreza energética.
  • Participación de las personas pensionistas en las decisiones que nos afecten.
· Defensa y reforzamiento del Sistema Público de Pensiones -sin entrar en más precisiones- frente a los sistemas de privatización individual y colectiva, favorecido por medidas fiscales.
Estos elementos y la renuncia a proyectos o elementos centrales que nos diferencian, son los que permiten mantener la unidad. Si alguien intentara imponer elementos de diferenciación, ello sólo acarrearía división, fragmentación y, de hecho, la liquidación del movimiento con la dimensión que tenemos.

v. s.: ¿A qué diferencias te refieres?

J. F.: Dos son los elementos centrales que nos diferencian: 1) La posición en torno al balance y el lugar del Pacto de Toledo, y 2) La defensa de la Caja Única estatal de la Seguridad Social, o un proyecto de Sistema Público Vasco de Protección Social, adecuado a las condiciones específicas de la Comunidad Autónoma Vasca y de la Comunidad Foral Navarra.

En relación al Pacto de Toledo, la posición de las plataformas a la que pertenezco es absolutamente crítica con su pasado y el presente. En la reunión celebrada en Madrid el 19 de febrero para su renovación, en la participación de todos los grupos parlamentarios que forman parte del mismo, entre otras recomendaciones, se pusieron encima de la mesa el aumento la edad media de jubilación de 62,5 a 63,5 años, la prolongación del cálculo del salario regulador (ampliar del proceso progresivo actual hasta los 25 años al conjunto de la vida laboral). Esto, junto a la aplicación del factor de sostenibilidad conllevaría a una merma considerable de la cuantía de las pensiones tanto a nivel individual como colectivo. Sólo ERC, EH Bildu y Unidos Podemos rechazaron radicalmente estas propuestas. Una posición que compartimos desde nuestras plataformas comparten.

En relación a la defensa de que se transfiera la Caja de la Seguridad Social a las instituciones vascas, quienes postulamos ese proyecto lo que defendemos es la transferencia inmediata de la gestión económica de la seguridad social a la CAV, tal como está contemplado en el Estatuto de Gernika[2]. Y no está de más señalar que la inmensa mayoría del Parlamento Vasco (PNV, EH Bildu, Elkarrekin Podemos y el Partido Socialista) instó al Gobierno de Gasteiz a que acelere la exigencia de la transferencia de esa competencia al Gobierno Central.

Quienes nos acusan de ser egoístas e insolidarios no aceptan el derecho soberano de este país a disponer de un sistema público propio de protección social. Un sistema controlado desde la cercanía y asentado en una economía mas desarrollada que en el resto del Estado, con una relación de fuerza sindicales, políticas y sociales más favorables para conseguir un sistema público más afianzado y que posibilite unas mejores pensiones.

Esos mismos argumentos son los utilizados como excusa por los dos grandes sindicatos estatales (CC OO Y UGT) para imponer convenios estatales, que las patronales aplauden, inferiores a las condiciones salariales y laborales de los y las trabajadoras vascas. Y otro tanto ocurre en relación a la critica a la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) reconocida con nombres diferentes en la CAV y Nafarroa, que aunque recoge unas prestaciones muy limitadas y con grandes impedimentos para acceder a ellas, también es reclamada en otras comunidades autónomas del resto del Estado por fuerzas de izquierda, si bien con mayores limitaciones aún.

Acusar de insolidaridad y egoísmo porque las condiciones salariales, laborales y sociales en Euskal Herria, logradas después de muchas peleas y luchas, no son tan desfavorables como en el resto del Estado, no tiene justificación alguna y sólo sirve de excusa para que algunos agentes sociales y políticos no asuman su responsabilidad en otras regiones y pueblos del resto del Estado. Conseguir un sistema público vasco de protección social mas progresista que el que se rige hoy desde Madrid, lejos de ser elemento de crítica debería servir de referencia para exigir y conseguir mejoras en el resto del Estado.

Ahora bien, ello no nos lleva a minusvalorar, sino todo lo contrario, el interés de coincidir en el impulso de movilizaciones generales a escala estatal -como ya lo estamos haciendo- para exigir al gobierno y las instituciones centrales una mejora y afianzamiento del Sistema Público de la Seguridad Social que garantice unas pensiones públicas dignas con carácter universal.

v. s.: La emergencia de este movimiento de pensionistas autónomo, por decirlo de algún modo, se da al margen de quienes en teoría deberían ser los defensores de un sistema de pensiones público y digno: los sindicatos, algunos de los cuáles cuentan con Federaciones de Pensionistas. ¿Qué relación existe, si existe alguna, con esas federaciones y con el conjunto de los sindicatos? ¿Tiene que ver esta emergencia autónoma del movimiento con las políticas sindicales de adaptación al Pacto de Toledo, clave de bóveda del actual sistema de pensiones?

J. F.: Sin duda deberían ser los sindicatos, y en especial sus federaciones de pensionistas, quienes desde hace años deberían haber trabajado por impulsar un movimiento de estas características. Pero el carácter un tanto espontáneo y autónomo del mismo tiene que ver con el escaso apoyo y compromiso de los principales sindicatos y sus federaciones de pensionistas para atender a las necesidades y demandas de las y los pensionistas. De hecho, un sector muy importante del movimiento de pensionistas tiene una desconfianza muy grande hacia los sindicatos, sin distinguir en muchas ocasiones el diferente comportamiento de estos.

En consecuencia la relación con esas federaciones y más en general con la mayoría de los sindicatos es muy débil, por no utilizar una expresión mas cruda. En el resto del Estado las federaciones de pensionistas de CC OO y UGT, así como sus sindicatos respectivos, andan por su cuenta, al margen del resto de plataformas y del movimiento. Eso explica la inexistencia de la unidad y la fractura del movimiento, con su derivada de debilidad y frustración en el seno del mismo.

En Euskal Herria la situación es un poco diferente. Las federaciones de todos los sindicatos y plataformas diversas de pensionistas participan de algún modo en el movimiento y en sus coordinadoras. Sin duda la potencia y dimensión del movimiento obliga a que todo el mundo se mantenga en él, pues la sombra al margen del mismo y el riesgo de aislamiento de este es muy grande.

Sin lugar a dudas, la adaptación y defensa del Pacto de Toledo por parte de CC OO y UGT, viendo lo recortes de pensiones y las dificultades crecientes que derivan de sus recomendaciones, genera una desconfianza muy grande hacia ellos y hacia los partidos políticos que defienden esas recomendaciones. Y eso explica el rechazo hacia esos sindicatos, incluso a su participación como tales, y sobre todo a sus intentos de protagonismo injustificado en las movilizaciones, que provocan un cabreo muy generalizado.

v. s.: A lo largo de este año las plataformas de pensionistas vascos habéis tenido reuniones con responsables gubernamentales (la Ministra de Trabajo desplazada a Bilbao ) con los partidos políticos del Parlamento Vasco y más recientemente habéis acudido a Madrid a reuniremos con los grupos parlamentarios del congreso (salvo PP, Ciudadanos y el PdCat que no aceptaron la reunión). ¿ Cuáles han sido vuestras demandas y qué respuestas habéis obtenido de los mismos ?

J. F.:En las reuniones con los grupos parlamentarios vascos (también se la solicitamos al Sr. Urkullu, que no nos recibió) las dos principales demandas que les planteamos fueron: 1) El complemento de pensiones hasta la pensión mínima de 1.080 euros, no subordinada a las condiciones de la Renta de Garantía de Ingresos, estableciendo una ley específica para ello. 

2) El establecimiento de un SMI de 1.200 euros, al menos para todos y todas las trabajadoras que participan en las empresas contratadas para servicios de las instituciones públicas.

Más allá de las respuestas diplomáticas, sólo EH Bildu y Elkarrekin Podemos manifestaron su acuerdo y disposición a plantearlas. Por contra, PNV, PSE-EE y PP, apoyándose en la supuesta falta de competencias, manifestaron la imposibilidad de llevarlas adelante. Posteriormente, con el apoyo de esos tres partidos se acordó una partida presupuestaria que eleva el complemento de pensiones a través de la RGI en un 4,5 %. Con ese aumento ni siquiera se llega al SMI del año pasado y sólo algo más de 20.000 personas pensionistas, de las 180.000 que tienen pensiones inferiores a 750 euros en la CAV, podrán acceder a ese complemento debido a las condiciones que impone la RGI.

En las reuniones celebradas en Madrid, les planteamos las reivindicaciones que tenemos en nuestra plataforma con dos matices: El primero, que las pensiones mínimas se equiparan ya al SMI actual de 900 euros, para situarlas en el año 2020 en 1.080 euros, y que el SMI pase a 1.200 euros; y, segunda, la importancia de una auditoría social de la Caja de la Seguridad Social, con la necesidad de recuperar al menos parte de los 500.000 millones de euros que fueron desviados desde su fundación de la misma. Una cantidad bien comprobada y contrastada.

La víspera, el 19 de febrero, se habían reunido los grupos parlamentarios que forman parte del Pacto de Toledo, lo que hizo que el debate y contraste de opiniones estuviera centrado en torno al contenido de las recomendaciones emanadas de esa reunión.

El PSOE y PNV defendían la virtualidad de las recomendaciones del Pacto de Toledo, criticando el que Unidos Podemos y ERC (EH Bildu no forma parte, por no tener representación suficiente, de los grupos del Pacto de Toledo) hubieran rechazado la posibilidad de garantizar la revalorización de las pensiones con el IPC a partir del año 2020. Por su parte, EH Bildu, ERC y Unidos Podemos -la posición de Compromis de Valencia fue un poco más dubitativa- criticaron duramente el conjunto de las recomendaciones, porque junto a esa posibilidad se contemplaban medidas como la de incrementar la edad media de jubilación de 62,5 a 63,5 años, y la de ampliar el cálculo del salario regulador de las pensiones del actual proceso progresivo hasta los 25 años al conjunto de la vida laboral. Medidas que junto a la aplicación del factor de sostenibilidad -suspendida sólo hasta el año 2023- supondrían una merma considerable de las prestaciones de los y las futuras pensionistas.

En los contactos con PNV y PSOE, el primero cantó alabanzas a los fondos de pensiones privados y colectivos existentes en la CAV (Entidades de Previsión Social Voluntaria, EPSV). En cuando al PSOE, le planteamos que si estaban de acuerdo de subir las pensiones a partir del año 2020 en el Marco del Pacto de Toledo e incrementar a 1.000 euros el SMI como vienen publicitando, aplicaran esos incrementos ya, sin demora. Su respuesta fue que hay que ser pragmáticos, que es imprescindible el consenso de las fuerzas mayoritarias para adoptar esos compromisos, y que por el momento no podía asumirlos.

v. s.: Desde el inicio, una de las preocupaciones centrales del movimiento es que el mismo no sólo integre a las y los pensionistas, sino que los trabajadoras y trabajadores activos se sumen a la defensa de sus reivindicaciones y sus movilizaciones. ¿En qué punto estamos, como lograr la integración de esos sectores?

J. F.:Como se puede observar en nuestras plataformas reivindicativas, hay demandas que afectan directamente a las trabajadoras y trabajadores en activo, a la inmensa mayoría de las personas viudas (en especial mujeres) y a las y los jóvenes.

Por eso una y otra vez hacemos llamamientos a converger en nuestras movilizaciones. Y por ese motivo hemos convocado las manifestaciones provinciales los días 13 de abril y 11 de mayo, que son sábados, con el objetivo de que puedan participar los sectores más amplios posibles

Llevamos trabajando desde hace tiempo con esos sectores y en particular con los sindicatos de la llamada mayoría sindical vasca (ELA, LAB, ESK, Steilas, EHNE, Hiru…) para tratar de la importancia de esa convergencia, subrayando el interés de que impulsen campañas en los centros de trabajo, animando a las trabajadoras y trabajadores a participar en esa movilizaciones que afectan no sólo a las pensiones actuales sino a las del futuro.

Algunos de ellos lo están haciendo, pero en general no hay una tensión y actuación sindical muy activa que responda a la gravedad de la situación del Sistema Público de la Seguridad Social y a la necesidad de impulsar alianzas y dar respuestas conjuntas. Y ello a pesar de la extensa sensibilidad y reconocimiento social en torno al movimiento de pensionistas. Seguiremos insistiendo una y otra vez y esperamos que las propuestas vayan cuajando.

v. s.: Para terminar, en la concentración del último lunes en febrero en Bilbao planteasteis tres líneas de trabajo para los próximos meses: en primer lugar, participar en la huelga feminista del 8 de marzo; en segundo lugar, no dar tregua a los partidos políticos institucionales durante las campañas electorales para que sientan la presión del movimiento pensionista y, en tercer lugar, el llamamiento al resto de movimientos (feminista, juvenil..) a participar en las movilizaciones previstas para el 15 de abril y el 11 de mayo.

J. F.: Efectivamente, el pasado 8 de marzo, en especial las mujeres pensionistas, tuvieron un protagonismo importante en las movilizaciones de la mañana que era sólo para mujeres. Y en las manifestaciones de la tarde, con participación mixta, pero encabezadas también por mujeres, el movimiento de pensionistas en general tuvo una presencia importante. La demanda de unas pensiones mínimas dignas, que afectan principalmente a mujeres, tuvo un lugar destacado en el conjunto de las movilizaciones.

Por otra parte, durante la campaña electoral no queremos dar tregua a los partidos políticos institucionales a fin de que la cuestión de las pensiones entre en sus agendas y compromisos. Por ello están convocadas las manifestaciones de los días 13 de abril y 11 de mayo, quince días antes respectivamente de la celebración de las elecciones generales y las municipales, forales y europeas. Y durante las campañas vamos a estar una y otra vez exigiendo respuestas precisas y concretas a nuestras demandas, promoviendo mesas redondas de debate dirigidas por pensionistas...

v. s.: ¿Alguna otra cuestión que hayamos dejado en el tintero?

J. F.: No podemos dejar de comentar las perspectivas con que contamos hacia adelante. Después de casi 14 meses de movilizaciones ininterrumpidas, el movimiento de pensionistas vasco no muestra aún síntomas de cansancio y frustración. Y ello a pesar de las campañas de confusión llevadas cabo por algunos medios de comunicación y los intentos de dividirlo y desactivarlo impulsados por algunos partidos o plataformas afines a ellos.

Con bastante seguridad podemos pensar que se mantendrá activo y fuerte durante los próximos meses hasta junio. Luego llega el verano y después el otoño y es difícil predecir si se mantendrá en las coordenadas actuales.

Nuestro propósito es continuar con las movilizaciones y sobre todo empezar a preparar desde ahora una movilización general de carácter social, con paros incluidos, para inicios del otoño. Algunos sindicatos de la mayoría sindical vasca ya nos han manifestado su apoyo y disposición a trabajar por su impulso. Pero aún es prematuro para asegurar que se pueda realizar con el apoyo de la mayoría de los sindicatos y otros sectores sociales.

Por otro lado, señalar que nuestras plataformas de pensionistas (Pentsionistak Martxan en Bizkaia, Duintasuna en Gipuzkoa, Arabako Pentsionistak Lanean de Araba y Pentsionistak Martxan de Nafarroa ) vamos a celebrar una Asamblea Nacional el 9 de Abril en Gasteiz-Vitoria.

Aspiramos a reunir unas 400 personas, y allí nos dotaremos de un nombre y logo común a nivel nacional que irá acompañado en cada provincia con los nombres hasta ahora utilizados en cada una de ellas. Asimismo se elegirán unas portavocías nacionales y se compondrá una coordinadora nacional de 24 pensionistas (3 mujeres y 3 hombres por provincia).

Nuestro objetivo es reforzar nuestra organización y consolidar nuestro espacio de trabajo en todas las capitales, ciudades y pueblos medianos. Somos plenamente conscientes que ante la política de recortes de los derechos sociales impulsada por el capitalismo internacional y protegida y apoyada por la inmensa mayoría de los Estados y de sus gobiernos (entre ellos por el Estado español, sea gobernado con más dureza por la derecha y extrema derecha, o algo menos por la socialdemocracia), que la pelea por los servicios públicos de toda naturaleza va a tener que ser continua. Con esa consciencia nacimos hace casi diez años y con la misma voluntad la continuaremos en los años que siguen.

11/03/2019

1/ Pentsionistak Martxan en Bizkaia, Duintasuna en Gipuzkoa, Arabako Pentsionistak Lanean en Araba y Pentsionistak Martxan en Nafarroa

2/ El artículo 18.2 del Estatuto de Gernika establece que, en materia de Seguridad Social, corresponde a Euskadi "el desarrollo legislativo y la ejecución de la legislación básica del Estado, salvo las normas que configuran el régimen económico de la misma", así como "la gestión del régimen económico de la Seguridad Social".

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QUE NO, MR. USA, QUE NO. QUE SUS GUERRAS SE LAS PAGA USTED, Y LA LIMPIEZA DE LAS ALCANTARILLAS POR LA SUCIEDAD DE SUS MILITARES EN ROTA Y MORÓN, TAMBIÉN


Estados Unidos en la mesa de negociación

Expertos en derrotas

14.03.2019

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo


Introducción
Estados Unidos participa actualmente en negociaciones con al menos una docena de países, negociaciones en las que se tratan temas políticos, militares y económicos de gran alcance. Ha recurrido a estrategias diplomáticas por su incapacidad para lograr victorias militares. El propósito de la diplomacia estadounidense es obtener –parcial o totalmente– mediante la negociación los beneficios y las metas que no puede obtener por la vía militar.

La diplomacia está menos sujeta a pérdidas militares y económicas, pero requiere hacer concesiones. Las negociaciones solo pueden ser fructíferas si reportan beneficios a ambas partes. Aquellos regímenes que exigen los máximos beneficios pero no están dispuestos a hacer concesiones suelen fracasar, y solo triunfan si la relación de poder es desigual.

En este trabajo vamos a evaluar el éxito o el fracaso de las recientes negociaciones en las que Washington toma parte, así como a analizar las razones y consecuencias del resultado.

Negociaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte

El presidente Trump y el líder norcoreano Kim Jong-Un llevan negociando casi un año. La Casa Blanca ha priorizado la “desnuclearización” de la península coreana, lo cual implica el desmantelamiento de armamento y misiles nucleares, lugares de prueba y otros objetivos militares estratégicos.

Corea del Norte busca el fin de las sanciones económicas, la firma de un tratado de paz EE.UU.-Corea y el reconocimiento diplomático. Los días 26 y 27 de febrero tuvo lugar un encuentro decisivo en Hanói. Las negociaciones fueron un fracaso total. Washington no logró ninguna ventaja ni hizo avanzar el proceso de paz; y no hay perspectivas futuras.

Corea del Norte ofreció tres concesiones importantes que no fueron correspondidas: (1) el desmantelamiento de los emplazamientos de pruebas nucleares, (2) el anuncio de una moratoria sobre pruebas nucleares y pruebas de misiles balísticos de alcance intercontinental y (3) aceptó desmantelar parcialmente los lugares de pruebas de motores de misiles.

Washington no ofreció nada a cambio; por el contrario, exigió el desarme total, no habría levantamiento de sanciones, ni firmaría el final de la guerra entre Corea y EE.UU.

Las “negociaciones” asimétricas de Washington estaban predestinadas al fracaso. EE.UU. subestimó la capacidad de Corea del Norte en insistir en la reciprocidad; creía que las promesas verbales convencerían a los norcoreanos para aceptar el desarme. Pero los coreanos eran plenamente conscientes del historial reciente de Estados Unidos, que ha renegado de acuerdos firmados con Irán, China y sus socios en el Proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Además, Corea del Norte cuenta con poderosos aliados (China y Rusia) y armas nucleares para resistir el incremento de presión de EE.UU.

Negociaciones entre Estados Unidos e Irán

Estados Unidos e Irán firmaron un acuerdo para acabar con las sanciones económicas a cambio de poner fin al programa de armas nucleares. Dicho acuerdo se mantuvo un tiempo hasta que el régimen de Trump acabó con él. La Casa Blanca exigió a Irán el desmantelamiento del programa de defensa de misiles y amenazó con un ataque militar. Washington no negoció: intentó imponer una “solución” unilateral. Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China, cofirmantes del acuerdo, rechazaron el dictado de Trump, pero algunas de las principales corporaciones multinacionales europeas aceptaron el endurecimiento de las sanciones de la Casa Blanca.

Como consecuencia, el sabotaje deliberado de las negociaciones provocó un mayor acercamiento de Irán a Rusia, China y mercados alternativos, mientras EE.UU. sigue casado con Arabia Saudí e Israel. La primera, involucrada en una guerra perdida en Yemen; el segundo, un paria internacional perceptor de una ayuda financiera de miles de millones de dólares de Estados Unidos.

Negociaciones entre Estados Unidos y China

Estados Unidos participa en negociaciones con China para reducir su economía y mantener la supremacía global. Pekín ha aceptado aumentar las importaciones estadounidenses y aumentar el control del uso de tecnología estadounidense en China. Pero Estados Unidos no ha ofrecido nada a cambio. Por el contrario, ha exigido a China que deje de financiar con dinero público la tecnología punta, la inteligencia artificial y las innovaciones en comunicaciones.

En otras palabras, espera que China sacrifique sus ventajas estructurales con el fin de evitar el endurecimiento de los aranceles de EE.UU. que le obligarían a reducir sus exportaciones. No hay ninguna reciprocidad. El régimen de Trump actúa mediante amenazas que, en todo caso, tendrán efectos negativos en los agricultores estadounidenses que dependen de los mercados chinos; en los importadores estadounidenses, especialmente el sector minorista; y en los consumidores que experimentarán aumento de precios para los artículos chinos.

Además de eso, China reforzará sus lazos con los mercados alternativos de Asia, África, Rusia, América Latina y otros lugares. El año pasado (2018), el balance comercial positivo de China con respecto a Estados Unidos fue de 419.000 millones de dólares, mientras que Estados Unidos se vio obligado a aumentar los subsidios a la agroindustria para compensar su descenso en las ventas a China.

Tras varios meses de negociaciones, los representantes de EE.UU. han logrado algunas concesiones comerciales pero no han podido imponer el desmoronamiento del modelo económico chino.

A mitad de 2019, con las negociaciones en marcha, la probabilidad de lograr “una ganga” es ínfima. En gran parte, esto se debe a que EE.UU. no reconoce que el debilitamiento de su posición global le exigiría acometer “cambios estructurales”, lo que significa que el Tesoro debería invertir en tecnología, mejora de la fuerza laboral y educación. Washington debería asimismo practicar relaciones recíprocas con sus dinámicos socios comerciales, para lo cual necesita invertir miles de millones en mejorar su infraestructura interna, y reasignar los fondos federales que ahora destina al ejército y a las guerras exteriores a prioridades nacionales y acuerdos productivos en el extranjero. Las relaciones diplomáticas con China basadas en amenazas y aranceles están fracasando y las negociaciones económicas se han deteriorado.

La ausencia de negociaciones entre Estados Unidos y Venezuela: una fórmula para el fracaso

En los últimos cinco años (2015-2010) Washington ha logrado restaurar regímenes clientelares en América Latina mediante golpes militares, intervención política y presiones económicas. Como consecuencia, la Casa Blanca ha cosechado éxitos políticos, económicos, sociales y diplomáticos unilaterales en toda la región... con la excepción de Cuba y Venezuela.

El presidente Trump ha roto las negociaciones con Cuba sin obtener con ello ventaja alguna, pues las amenazas de EE.UU. han llevado a Cuba a estrechar sus lazos con Europa, China, Rusia y otros países sin que su sector turístico se vea afectado.

El régimen de Trump ha intensificado la propaganda política y económica y la guerra social contra Venezuela. Los múltiples intentos de golpe de Estado acometidos entre abril de 2002 y febrero de 2019 han tenido efectos no deseados.

Así como Estados Unidos ha conseguido consolidar su hegemonía en el resto de América Latina, en el caso de Venezuela ha sufrido derrotas diplomáticas y ha conseguido reforzar la resistencia popular.

La política intervencionista y las sanciones de Estados Unidos han reducido considerablemente la presencia de sus simpatizantes venezolanos de clase media y media baja, que se han marchado al extranjero. La propaganda yanqui no ha logrado el apoyo del ejército venezolano, que se ha hecho más “nacionalista” salvo escasas deserciones.

El nombramiento como emisario especial para Venezuela del criminal de guerra Elliot Abrams, conocido como “el carnicero de América Central”, ha minado cualquier posibilidad de un arreglo diplomático favorable.

Las sanciones estadounidenses a líderes políticos y militares venezolanos impiden que fructifiquen los intentos de captar para sus filas a dichos dirigentes. EE.UU. ha nombrado como “presidente interino” a un tal Juan Guaidó que cuenta con poco respaldo en el país, donde se le considera, por lo general, un títere imperial.

Los éxitos “no-negociados” de EE.UU. en América Latina han cegado a Washington, incapaz de apreciar las diferentes condiciones de Venezuela, donde las reformas socioeconómicas estructurales y el ejército de formación nacionalista han consolidado el apoyo político.

En el caso de Venezuela, Washington rechazó participar en negociaciones, lo que ha provocado una mayor polarización y múltiples derrotas, incluyendo el fallido golpe de Estado del pasado 23-24 de febrero.

Negociaciones entre Estados Unidos y Rusia: el fracaso de la diplomacia

Washington “negoció” a su satisfacción la rendición y la ruptura de la Unión Soviética y el posterior saqueo de Rusia. Fue la “negociación” más exitosa del siglo. Permitió que la OTAN se expandiese hasta la frontera rusa, que la mayor parte de Europa del este se incorporase a la Unión Europea (UE) y a la OTAN, y permitió a Estados Unidos jactarse del advenimiento de un “mundo unipolar”.

Su excesiva arrogancia llevó a EE.UU. a iniciar guerras prolongadas (y con todas las de perder) en Afganistán, Libia, Irak, Somalia, Siria y otros lugares.

Con la elección del presidente Putin, Rusia se reincorporó a la escena política y el Kremlin reconstituyó su poder militar, económico y geopolítico. La Casa Blanca reaccionó intentando “negociar” el cerco militar a Rusia y minar el crecimiento económico de Moscú.

Cuando Rusia se negó a someterse a los dictados de EE.UU., Washington recurrió a las sanciones económicas y a los golpes de Estado en Ucrania, Asia central y Oriente Próximo (Irak y Siria). Prescindió de las negociaciones diplomáticas y recurrió a la intimidación económica, especialmente cuando algunos oligarcas rusos (respaldados por EE.UU.) fueron detenidos o huyeron con toda su riqueza a Reino Unido e Israel.

Estados Unidos se negó a reconocer las oportunidades que seguían existiendo en Rusia: una élite económica neoliberal, una economía basada principalmente en la exportación de minerales y la actitud conciliadora de Moscú respecto a la participación militar estadounidense en Libia, Somalia, Yemen e Irán.

Las “negociaciones” de Estados Unidos fueron un fracaso. La Casa Blanca consideró a Rusia un enemigo al que hay que debilitar y utilizó las sanciones para intentar evitar que reconquistara su posición mundial. Esta postura agresiva incluía la negativa a reconocer el carácter multipolar del mundo: que Rusia contaba con aliados en China, con socios comerciales en Alemania, con bases militares en Siria y que poseía una élite científica leal y avanzada.

Estados Unidos, que seguía contemplando a Rusia como el país que era en tiempos de Yeltsin, no logró adaptarse a la nueva realidad de una Rusia dispuesta a negociar para conseguir beneficios recíprocos. No pudo ver los aliados potenciales y las ventajas económicas que podría obtener en unas negociaciones abiertas con Rusia. Muchos economistas rusos próximos al Kremlin eran de ideología neoliberal y estaban más que dispuestos a abrir la economía a la penetración estadounidense. Rusia estaba dispuesta a permitir que EE.UU. desempeñase un papel clave en Oriente Próximo y se ofreció a negociar sus programas de exportación de petróleo.

Pero Estados Unidos se negó a negociar el reparto de poder. Sus sanciones económicas forzaron el acercamiento de Rusia a China; el objetivo de dominación global de Washington animó a Rusia a establecer lazos con Venezuela, Cuba, Irán, Siria y otras naciones independientes.

Las políticas unipolares de Washington convirtieron lo que podría haber sido una relación estratégica potencialmente lucrativa y duradera en confrontaciones costosas y fracasos diplomáticos.

Estados Unidos y la Unión Europea: Acuerdos sin salida

La intimidación a Europa ha sido una estrategia que ha dado frutos y que Estados Unidos ha puesto en marcha innumerables veces en los últimos tiempos. Washington acordó con Francia, Reino Unido y Alemania el fin de las sanciones económicas a Irán para después dar marcha atrás y aplicar sanciones a las empresas europeas que no obedezcan el dictamen de EE.UU. y sean fieles a los acuerdos firmados por sus propios gobiernos.

Estados Unidos negoció las políticas comerciales con Europa para posteriormente, de repente, amenazar con imponer sanciones a sus exportaciones de automóviles clave. La UE negoció con Washington sobre temas de seguridad de la OTAN y luego la Casa Blanca la amenazó exigiéndole un aumento del gasto militar.

Aunque EE.UU. afirme que la UE es un aliado estratégico, lo trata como si fuera un socio menor.

Las negociaciones entre ambos han estado completamente desequilibradas: Estados Unidos vende armas y señala a los adversarios y Europa discute, disiente y finalmente se somete y envía tropas a las guerras de EE.UU. en Siria, Afganistán, Irak, Libia...

Estados Unidos dicta sanciones contra Rusia, lo que encarece las importaciones europeas de petróleo y gas. Alemania, debate, discute y vacila para finalmente evitar una oposición absoluta.

Estados Unidos ha infringido continuamente las prerrogativas de la UE hasta el punto de afirmar que si esta no cumple con el objetivo de la Casa Blanca de “América primero”, Estados Unidos podría abandona la OTAN.

A pesar de la prolongada alianza entre ambos, la Casa Blanca no negocia sus políticas: lanza amenazas y espera obediencia. A pesar del historial de sumisión de la UE y los debates de cara a la galería, cuando Washington endurece su oposición hacia Rusia, China e Irán, no considera que las relaciones comerciales con la UE deban entrar en las negociaciones. Aunque puede que Europa considere a EE.UU. un aliado, este no le permite tratarle como a tal, porque le considera una competidor comercial.

Conclusión

Washington ha conseguido firmar acuerdos no recíprocos con países débiles. Esto fue así en la Europa de posguerra, en la Rusia post-Gorbachov y en los actuales regímenes colonizados de América Latina.

Por el contrario, el rechazo de Washington a acuerdos recíprocos con Rusia, China, Irán, Cuba y Venezuela ha supuesto todo un fracaso. Las guerras comerciales con China han hecho perder muchos mercados a EE.UU. y han permitido a China lograr acuerdos globales mediante sus impresionantes proyectos de infraestructuras de la “Nueva Ruta de la Seda”, por valor de miles de millones de dólares.

Las políticas unilaterales hostiles hacia Rusia han estrechado los lazos entre el Kremlin y Pekín.

Washington ha perdido la oportunidad de trabajar con los oligarcas neoliberales rusos para debilitar al presidente Putin. Washington no ha conseguido negociar vínculos recíprocos con Corea del Norte para “desnuclearizar” la península a cambio del levantamiento de las sanciones económicas y de abrir la puerta a la restauración capitalista.

La demanda de concesiones unilaterales y sumisión ha supuesto fracaso tras fracaso, mientras que los compromisos negociados hubieran ofrecido mayores oportunidades para el mercado y avances políticos a largo plazo. El presidente Trump y sus principales asesores y negociadores no han logrado firmar un solo acuerdo.

El Congreso Demócrata ha sido tan ineficaz como siempre e incluso más belicoso, al demandar mayor presión a Rusia, ampliación de la guerra comercial con China y menos negociaciones con Corea del Norte, Irán y Venezuela.

En una palabra, las negociaciones fallidas y la diplomacia no recíproca se han convertido en la seña de identidad de la política exterior estadounidense.

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