domingo, 15 de enero de 2023

Un foro devaluado

 

16 al 20 de enero. Davos busca una brújula


Un foro devaluado

 

Por Sergio Ferrari

Rebelion

 | 14/01/2023 | 



Fuentes: Rebelión


La sociedad civil no resigna sus críticas

Entre el 16 y el 20 de enero el Foro Económico de Davos se vuelve a reunir en esa ciudad suiza bajo el lema “Cooperación en un mundo fragmentado”. Más de 2.500 participantes, incluido un medio centenar de jefes de Estado o de Gobierno, llegarán a ese centro turístico invernal de los Alpes. A diferencia de ediciones pasadas, con la excepción del canciller alemán Olaf Scholz, ningún dirigente de una gran potencia confirmó su viaje a Davos.  

Como es la costumbre, llegan representantes del mundo de los negocios, la política, la ciencia y la cultura. Según las autoridades suizas, entre 200 y 300 de ellos están protegidos por el Derecho internacional (por ejemplo, jefes de Estado y de gobierno, ministros o altos representantes de organizaciones internacionales) lo que exige una seguridad mayor.

El dispositivo de seguridad del Foro de Davos(World Economic Forum, WEF, por sus siglas inglés) costará cerca de 9.7 millones de dólares, de los cuales un tercio es financiado por el mismo y el resto por instancias federales, cantonales y municipales, es decir, por los contribuyentes helvéticos. Factor subrayado en repetidas críticas por medios de prensa nacionales que cuestionan esta desmedida participación estatal en una convocatoria de naturaleza privada.

Mundo en crisis

Tal como señalan los organizadores del Foro, el mundo se confronta a una crisis desgastante. Y agregan que las consecuencias de la pandemia del Covid-19 y de la inesperada guerra Rusia – Ucrania aumenta la incertidumbre planetaria producen una marcada caída del crecimiento y el aumento significativo de la inflación. Lo que exige buscar soluciones colectivas y audaces.

La 53 edición del Foro de Davos se estructurará en torno a cinco ejes temáticos: las crisis energéticas y alimentarias; la economía en un período de alta inflación, bajo crecimiento y alta deuda; los obstáculos de la industria; la vulnerabilidad social en el contexto de un nuevo sistema de trabajo; así como los riesgos geopolíticos en el marco de un nuevo sistema mundial multipolar.

La plataforma digital helvética swissinfo.ch, titula un análisis publicado el segundo viernes de enero “El Foro Económico Mundial, bajo el signo del malestar social” y subraya que  “la amenaza de potenciales disturbios sociales pondrá a prueba la templanza de las élites políticas y empresariales” que se reúnen en Davos en los albores de un “impredecible e inquietante 2023”.

El análisis insiste en que “el encarecimiento de combustibles y alimentos provocó protestas y huelgas en todo el mundo el año pasado”, y recuerda la opinión de numerosos económicas que pronostican más dolor y presión sobre los hogares, en particular los más modestos, en los próximos meses.

Recientes estudios del Fondo Monetario Internacional y otros organismos multinacionales reducen las expectativas de crecimiento para 2023 al 2,7% y anticipan que la economía global se frenará más de lo esperando. Los países enriquecidos no superarán, salvo excepciones como Japón, el 1% de crecimiento (Estados Unidos el 1 %; la zona euro 0,5%) en tanto en las naciones periféricas (países “en desarrollo”) se prevé una media del 3,7%.

Según el Banco Mundial, los países latinoamericanos, crecerán apenas entre el 0,9% en México, el 0,8% en Brasil, el 2% en Argentina, con un excepcional 5,2% en Paraguay.

Por su parte, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en su informe Panorama Social 2022, publicado en noviembre del año pasado, considera que 201 millones de personas (32,1% de la población total de la región) viven en una situación de pobreza, de las cuales 82 millones (13,1%) en pobreza extrema. Adicionalmente, la CEPAL estima que en 2023 se profundizará la desaceleración del crecimiento económico en la región alcanzando una tasa del 1,3%, lo que representa apenas una tercera parte del de 2022 (3,7%) y una caída abrupta con respecto al 6,7% de 2021 ( https://www.cepal.org/es/comunicados/economias-america-latina-caribe-se-desaceleraran-2023-creceran-13).

Críticas a Davos

Si bien el WEF se auto considera como un espacio importante para abordar esos agudos problemas que confronta el planeta con el actual ordenamiento económico dominante, son múltiples las voces críticas contra este evento que desde décadas demuestra una gran impotencia para proponer soluciones globales.

Por ejemplo, como lo subraya el análisis de swissinfo.ch, Patriotic Millionaires, una asociación que congrega a más de 100 personas con grandes fortunas, principalmente estadounidenses, ya el año pasado había emitido una muy crítica evaluación sobre el WEF.

«La verdad es que Davos no merece la confianza del mundo en este momento. A pesar de las incontables horas que ha dedicado a debatir sobre cómo puede hacerse de este mundo un lugar mejor, este foro ha generado poco valor tangible en  en medio de un torrente de autocomplacencias» (https://www.swissinfo.ch/eng/business/make-us-pay-more-tax—patriotic-millionaires–tell-wef/47274132). Morris Pearl, presidente de Patriotic Millionaires, en recientes declaraciones a la misma plataforma digital helvética (la antigua Radio Suiza Internacional) sostiene que «el WEF es un símbolo de la desigualdad. Gana grandes cantidades de dinero cobrando a la gente que asiste a la conferencia. Hasta ahora, no he visto ninguna evidencia sólida de que las personas que dirigen el WEF o asisten al foro estén planeando cambiar el desarrollo de esta creciente desigualdad». 

Por su parte Greenpeace, en un comunicado publicado el viernes 13, pone el acento en las profundas contradicciones en relación al medio ambiente entre la retórica del WEF y sus prácticas concretas.

«Los ricos y poderosos acuden en masa a Davos para debatir a puerta cerrada sobre el clima y la desigualdad utilizando el medio de transporte más desigual y contaminante: los jets privados», subraya la ONG internacional.

Según un estudio de la consultora medioambiental neerlandesa CE Delft, el número de vuelos de jets privados con origen o destino en aeropuertos en dirección a Davos se duplicó durante el Foro de 2022. Los investigadores atribuyen aproximadamente uno de cada dos vuelos a la propia reunión. De todos estos vuelos, el 53% eran de menos de 750 km, que podrían haberse recorrido fácilmente en tren o auto; el 38% eran vuelos ultracortos de menos de 500 km. El vuelo más corto registrado fue de sólo 21 km.

Casi el 80% de la población mundial no ha volado nunca y sufre las emisiones de la aviación, perjudiciales para el clima, afirma Greenpeace. En un momento en que el Foro de Davos afirma estar comprometido con el objetivo climático de 1,5 °C fijado en París, esta «fiesta anual de jets privados» es una clase magistral de hipocresía y mal gusto.

Por otra parte, sectores juveniles, autónomos y progresistas de la sociedad civil helvética repiten las convocatorias de años precedentes para denunciar al Foro de Davos, “que lleva más de 50 años pretendiendo salvar el mundo. Sin embargo, son precisamente ellos quienes siguen vitoreando al capitalismo y la crisis climática”, subraya un grupo de organizaciones que se movilizan el fin de semana previo al comienzo del Foro.

En la Casa del Pueblo de Zúrich (Volkshaus), se realiza “El otro Davos”, que se autodefine como “un contra evento” y que lanza como lema: «en solidaridad contra la inflación, contra la catástrofe climática y contra la guerra». El mismo sábado 14 se inicia la “Huelga contra Davos”, por la justicia climática, una marcha de 26 kilómetros a partir de la ciudad de Küblis que, pasando por Klosters, intenta llegar hasta la sede de las reuniones del WEF.

¿Alternativas desde Davos?

Una voz con propuestas y soluciones globales o un Foro repetitivo y devaluado. Tal es la cuestión que, nuevamente, surge en torno a la nueva edición del WEF de la tercera semana de enero.

Detrás de cada iniciativa internacional se encuentran individuos, personalidades. El WEF no es excepción a la regla. Dentro de su Consejo de Administración, muchos son los rostros conocidos.

Algunos de ellos, entre otros: la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva; Christine Legarde, presidenta del Banco Mundial; Knozi Okonjo-Iweala, directora de la Organización Mundial del Comercio; el ex CEO de la Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe; Andre Hoffmann, ejecutivo de numerosas empresas multinacionales entre ellas el Holding Roche; Marc Schneider, presidente-director de la Nestlé (https://www.weforum.org).

Davos, su estructura organizativa, la inmensa mayoría de los participantes habituales, las exigencias económicas para asistir a este cónclave, expresan la visión hegemónica de este mundo sumergido en crisis políticas, militares y económicas. Son rostros y voces del poder y para el poder. Llegan a Davos los que ya dirigen las riendas planetarias.

El planeta Tierra, en llamas, sigue buscando y esperando soluciones climáticas, de democracia y de recuperación económica con equidad. Una sociedad mundial sumergida en la incertidumbre. Y en este concierto, un Davos devaluado. Un poco más de los mismo.

 *++

SLAVYANGRAD. La guerra como oportunidad

 

SLAVYANGRAD. La guerra como oportunidad

 

INSURGENTE.ORG / 13 enero 2023

 



 En los últimos ocho años y especialmente en los últimos diez meses, las diferentes fases de la guerra se han correspondido con diferentes etapas en la guerra informativa, en el discurso con el que Ucrania ha apelado a sus socios para que acudieran en su ayuda. La imagen de debilidad propia de un país que en todo momento exige más no ha supuesto contradicción alguna al discurso de victoria segura que Kiev ha mantenido desde la pasada primavera y que ha contado siempre con un más que problemático matiz de supremacismo: la idea que se presenta es que Ucrania, los ucranianos, simplemente son mejores que Rusia y que los rusos. Unido a la generalización de términos como orcos o a la idea de Ucrania como frontera de la civilización europea y occidental frente a Rusia, se puede decir que contempla también un cierto aspecto racial.

Cada fase de la guerra ha acarreado nuevas exigencias ucranianas, que no comenzaron el 24 de febrero de 2022, sino que se remontan a los años de la guerra en Donbass, cuando Ucrania suplicaba el envío de misiles antitanque Javelin. La guerra pasó a un nivel superior con la intervención militar rusa, que mostró la diferencia entre la guerra contra unas milicias que, aunque apoyadas desde Rusia, no disponían del armamento pesado que ahora está siendo utilizado. Ese cambio supuso nuevos deseos, algunos de ellos, como el de cerrar los cielos, incumplidos. Sin embargo, muchos otros han ido cumpliéndose poco a poco a medida que Ucrania mostraba, casi siempre más por demérito ruso que por mérito propio, ser capaz de mantenerse en la lucha. La defensa de Kiev implicó una nueva fase en la entrega de material extranjero, cada vez más ofensivo y no solo defensivo. Con el paso de los meses y el inicio de la campaña de ataques de misiles rusos contra la infraestructura crítica ucraniana, Ucrania ha logrado el compromiso de Estados Unidos para el envío de sistemas Patriot. Esta semana se ha conocido que soldados ucranianos serán entrenados en Oklahoma en el manejo de estas armas antiaéreas.

Poco a poco, primero a base de esquilmar los arsenales de los países antaño miembros del Pacto de Varsovia en busca de armamento soviético y posteriormente con armamento de los países de la OTAN, Ucrania ha logrado convertirse en el ejército proxy de la alianza atlántica. Nadie esconde ya que este conflicto se ha convertido, si es que no lo fue desde sus inicios, en una guerra proxy común contra Rusia. Al contrario, Kiev ha decidido explotar esa condición y esta misma semana la viceministra de Defensa de Ucrania Hanna Maliar ofrecía abiertamente a sus socios utilizar el campo de batalla ucraniano para experimentar sus nuevas armas.

La guerra proxy puede definirse como la participación indirecta en un conflicto por parte de terceros, sean estados o actores no estatales, que buscan influir en su resultado estratégico. Pese a producirse en un contexto de guerra común, proveedor y receptor pueden, en ocasiones, diferir en sus objetivos, tácticas o estrategias. En este caso, la dependencia de Ucrania es, a estas alturas, tan elevada que es difícil imaginar cómo Kiev podría actuar de forma que perjudicara los intereses de sus principales aliados: Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido como política y económicamente más presentes.

Sin embargo, destacar esa completa dependencia no busca negar a Ucrania su agencia, capacidad de actuar de forma relativamente independiente, sino que simplemente pretende subrayar que Kiev ha supeditado sus intereses al de sus aliados políticamente más potentes. De lo contrario, de haber velado por los intereses del país y de su población, las conversaciones de paz que se iniciaron en marzo del pasado año posiblemente habrían continuado más allá de las escasas reuniones que se celebraron en Bielorrusia y la cumbre definitiva de Estambul en la que quedó claro que la opción de Ucrania era la guerra hasta el final. En aquel momento, tampoco los socios extranjeros de Ucrania presionaron por la paz, como no lo habían hecho durante el proceso de Minsk, dispuestos todos ellos a sacrificar al pueblo ucraniano en busca de lograr sus intereses comunes, que pasan por debilitar y quizá incluso derrotar militar y políticamente a Rusia. Kiev, Bruselas, Londres y Washington han alineado a la perfección sus intereses y con un reparto de labores en la que la Unión Europea carga con el peso de mantener a flote la economía ucraniana y Estados Unidos de mantener equipadas, armadas y entrenadas a las Fuerzas Armadas de Ucrania, la guerra se encamina al primer aniversario desde la intervención rusa.

Frente a las ingenuas previsiones rusas, Ucrania no solo se defendió y mantuvo en pie al Estado y al ejército, sino que sus socios occidentales respondieron con rapidez y han aportado inteligencia en tiempo real, incondicional apoyo informativo para imponer su discurso y una cada vez mayor cantidad de armas. Aunque nada sea nunca suficiente y Ucrania exija constantemente un aumento de entregas por encima de la capacidad de sus socios de producir ese armamento y munición, Kiev ve con ello una forma de pagar a cambio de su esfuerzo. Las recientes palabras de Oleksiy Reznikov, ministro de Defensa, afirmando que Ucrania pone la sangre, por lo que la OTAN debe poner las balas es solo una representación más de algo que Kiev lleva años repitiendo: Ucrania es el ejército que lucha en “la frontera exterior de la civilización occidental”, protegiendo a los países de la Alianza del peligro del más allá.

Con ese discurso de tintes supremacistas europeos completamente instalado en el imaginario colectivo de la población y la prensa occidental, Ucrania busca ahora un paso más. Cualquier mención a un proceso de paz diferente al “plan de paz” presentado por Zelensky es inaceptable. Así lo ha dejado claro esta semana Oleksiy Danilov, presidente del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, que ha denunciado que Rusia busca negociar en Europa un planteamiento similar al de la partición de Corea, en realidad una forma de congelar el conflicto. Se corresponda con la realidad o no sea más que una nueva fantasía de los guionistas de Kiev, esa idea no puede contar con el favor de los países de la Unión Europea, que al igual que sus socios norteamericanos y el Reino Unido, se prepara para una guerra larga en la que continuará apoyando incondicionalmente a su proxy ucraniano. La imagen de esta semana de Úrsula von der Leyen, Charles Michelle y Jens Stoltenberg y su acuerdo para ampliar la colaboración entre la UE y la OTAN no es más que la última representación de la alineación de intereses, aunque también de la supeditación de la UE a la OTAN.

No habrá por parte de los socios occidentales de Ucrania ningún intento diplomático de buscar un acuerdo de paz más allá de lo propuesto por Zelensky. Ese plan exige la rendición de Rusia y el abandono de todos los territorios tomados a Ucrania según sus fronteras de 1991, es decir, también Crimea, cuya población abandonó por propia iniciativa Ucrania en 2014 y difícilmente puede desear regresar al país que durante años le interrumpió el suministro de agua. Dmitro Kuleba busca desde hace semanas conseguir un acto de Naciones Unidas para plasmar ese plan, una cumbre a la que Rusia ni siquiera sería invitada, ni siquiera para firmar la capitulación. Según el ministro ucraniano, Rusia solo sería invitada tras haberse sometido a un juicio por crímenes de guerra, ese Nuremberg que Mijailo Podolyak pretende realizar en Yalta, Crimea. Ayer, ignorando abiertamente el desarrollo de los acontecimientos bélicos, donde las tropas ucranianas se encuentran ahora con dificultades en el frente de Donetsk, escribió que “la guerra terminará en las fronteras de 1991 con un tribunal, reparaciones y cadenas perpetuas”. Ese es también el deseo de Wesley Clark, comandante supremo de la OTAN cuando la Alianza bombardeaba Yugoslavia. Destacado halcón, Clark lleva años buscando una mayor implicación de la OTAN en la guerra contra Rusia. Y ahora intenta presionar para que Ucrania consiga el material necesario para conquistar Crimea.

El objetivo está claro, como también lo está la aparente aceptación de los socios occidentales de Ucrania, no solo de una guerra hasta el final, sino de un conflicto que implique la lucha por Crimea, rusa desde 2014 y un territorio estratégico por el que Rusia lucharía con todo el armamento disponible en su arsenal (exceptuando quizá las armas nucleares). Parece haber quedado en el pasado esa facción de miembros de la administración Biden que buscaban evitar la escalada de la guerra que supondría el intento ucraniano de acercarse a Crimea.

Con el frente nuevamente paralizado en gran parte de los 600 kilómetros que lo conforman y con Rusia tratando de recuperar en Donetsk la iniciativa perdida en Járkov, halcones del pasado regresan para advertir de que una guerra larga beneficia a Putin -ni siquiera a Rusia- y la OTAN debe armar a Ucrania para garantizar no tener que enfrentarse a Rusia más adelante. Ese es el planteamiento de Condoleeza Rice y Robert Gates en un artículo publicado por The Washington Post y en el que parte de las ideas de Zbig Brzezinski, incondicional luchador de la guerra fría que, incluso después del 11 de septiembre de 2001, consideraba que armar durante años a los luchadores por la libertad en Afganistán que dieron lugar a al-Qaeda fue “una gran idea”. “Disponemos de un socio determinado en Ucrania que está dispuesto a soportar las consecuencias de la guerra para que no tengamos que hacerlo nosotros mismos en el futuro”, sentencian la exsecretaria de Estado y el exsecretario de Defensa en una argumentación que presenta la situación de Ucrania como catastrófica, aunque lo hace solo para justificar más guerra.

La catástrofe que supone la guerra para la población es, como se desprende tanto de esta argumentación como de la actuación de los aliados de Ucrania, una oportunidad para el Estado ucraniano, la OTAN, Estados Unidos y la UE, que ha supeditado sus intereses al bien mayor de Washington.

 *++

Un tercio de los fallecidos en olas de calor en España tenía menos de 65 años

 

 

Un tercio de los fallecidos en olas de calor en España tenía menos de 65 años

TERCERAINFORMACION / 15.01.2023

  • Una de cada tres personas fallecidas por olas de calor en España en el último cuarto de siglo tenía menos de 65 años, según revela un estudio elaborado por dos investigadoras navarras, que han observado no obstante una disminución en la cifra de muertes relacionadas con las altas temperaturas.



Las investigadoras del estudio sobre las tendencias de mortalidad por calor de los últimos 25 años en España son Laura Carlosena, profesora asociada del Departamento de Ingeniería de la Universidad Pública de Navarra y Alicia Carlosena, de la Facultad de Medicina y Salud de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sídney, Australia.

«Fuertes vínculos» entre el calor y la mortalidad

Según sus conclusiones, existen “fuertes vínculos” entre el sobrecalentamiento urbano y la ocurrencia de olas de calor, por un lado, y el número de fallecimientos, por el otro, aunque se observa una disminución en las muertes por altas temperaturas.

De hecho, entre 1999 y 2018 se han contabilizado 791 decesos por este motivo (el 62 % de ellos en personas de más de 65 años), aunque el ritmo se ha ralentizado. El máximo se registró en 2003 con un total de 182 muertes y, desde entonces, oscilan entre los 60 y los 20.

“El origen del descenso puede deberse a la implantación de planes sanitarios de prevención del calor y a las características intrínsecas de las regiones. Sin embargo, la situación es muy heterogénea, debido a los diferentes climas, los gastos en los sistemas de salud y las morfologías urbanas”, explica Laura Carlosena.

Esta investigación se recoge en el capítulo titulado “The Trend of Heat-Related Mortality in Spain” (La tendencia de la mortalidad relacionada con el calor en España), recogido en el libro “Urban Overheating: Heat Mitigation and the Impact on Health” (Sobrecalentamiento urbano: mitigación del calor y el impacto en la salud).

La obra, editada por los investigadores Nasrin Aghamohammadi (Universidad de Malaya, en Malasia) y Mat Santamouris (Universidad de Nueva Gales del Sur), ha sido publicada por la editorial Springer.

España no es una excepción

“La rápida urbanización, el aumento y el envejecimiento de la población, hechos combinados con el incremento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos, presentan graves desafíos mundiales para el futuro próximo», asegura Laura Carlosena.

España, destaca, no es una excepción: «Se caracteriza por una de las esperanzas de vida más altas de Europa y una altísima densidad urbana en sus ciudades. Además, su clima diverso, que va desde las regiones áridas hasta las húmedas, cálidas y frías, se ve afectado por las olas de calor durante el verano”.

Personas más afectadas por el calor

A juicio de las investigadoras, los aumentos de temperatura “requieren una adaptación fisiológica y pueden ser una carga para la salud”. Las personas que padecen obesidad o enfermedades respiratorias, cardiovasculares, diabetes o insuficiencia renal presentan mayores dificultades para adaptarse a los eventos de calor, indica Alicia Carlosena.

A ello se suma que el parque inmobiliario español presenta algunos problemas de sobrecalentamiento, ya que la mitad de sus edificios se construyó antes de 1980, señala Laura Carlosena. “La infraestructura verde mejora el clima urbano y el confort térmico. Sin embargo, la distribución de las zonas verdes en España es insuficiente”, añade.

Según las investigadoras, se necesitan más estudios con procedimientos estandarizados y cuantificar la efectividad de las estrategias ya implementadas para determinar la más adecuada para cada clima y condición de cada municipio.

Entre dichas estrategias, destacan el Plan Nacional de actuaciones preventivas de los efectos del calor puesto en marcha en España después de la ola de calor de 2003, y las soluciones planteadas en ciudades como Barcelona, Madrid o Sevilla, con fachadas verdes, zonas de sombra y cubiertas reflectantes de techo frío, entre otras, para reducir las ganancias solares por radiación en verano y evitar así el sobrecalentamiento en la ciudad.

 *++

Siria: los tiempos están cambiando

 

La guerra de Ucrania está generando cambios en el terreno geopolítico que pueden cambiar alianzas y correlaciones de fuerza en Oriente Medio. La aproximación de Turquía y Siria, de la mano de Rusia, para disgusto de EEUU e Israel, es uno de ellos.


Siria: los tiempos están cambiando

 

Eduardo Luque

El Viejo Topo

15 enero, 2023 

 


Eduardo Luque y Bashard Barazi

Aunque suponemos que sin quererlo, Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, es fiel discípulo de Lord Parmeston. El político ingles del S XIX dejó escrito refiriéndose a Reino Unido: “«No tenemos aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestra obligación es vigilarlos»”. Erdogan ha adoptado la divisa del político inglés. Ha dejado de lado cualquier tipo de principio e intenta, como decía el chascarrillo, sentarse en varias sillas al mismo tiempo. Ha pasado de fiel guardián de las esencias de la OTAN (tiene el segundo mayor ejército de la organización) a mirar hacia el este (China) y hacia el Norte (Rusia). Pasó de derribar un avión ruso en 2015 a hacer negocios sustanciosos con Moscú (incluido el uso de rublos como forma de pago) o a vender drones a Ucrania. Aunque Ankara sopesa atacar y ocupar una parte significativa de Siria y en eso coincide con Israel, pretende también eliminar a los grupos kurdos aliados de EEUU y de Tel Aviv. Mientras, es aún miembro de la OTAN e impone el veto a Suecia y Finlandia e, indirectamente, beneficia a Moscú. En la guerra entre Nagorno Karabaj y Azerbaiyán contra Armenia, apoyó a los primeros, mientras los segundos eran aliados de Rusia. Finalmente, el rechazo impregnado de xenofobia que genera en la UE la posibilidad de la incorporación del país al club europeo, ha decantado definitivamente su posición.

La guerra de Ucrania es el punto de quiebre de la política de Ankara. Es un proceso que va mucho más de las fronteras de la zona. La oferta rusa de convertir a Turquía en un “hub” de interconexiones gasísticas con destino a Europa y la construcción de dos centrales nucleares son argumentos poderosos. La política turca en Siria está virando en estos momentos.

Vista en perspectiva la situación en Oriente Medio es de una enorme volatilidad. Los antiguos enemigos (Turquía, Arabia Saudita, Siria, Irán o Egipto) buscan nuevos puntos de encuentro. La guerra en Ucrania tiene una enorme influencia en la zona. La desunida-UE no será nunca más un referente político para estos países que buscan nuevas formas de reconocimiento. En paralelo, la OPEP es reacia a obedecer las órdenes de Washington: a pesar de las presiones estadounidenses, ha recortado su producción de petróleo. Países como Arabia Saudita incrementan sus negocios con el archienemigo iraní y miran hacia China proponiéndose como candidatos a los BRICS; Turquía se pone en la cola, así como Egipto, y abandona progresivamente la influencia Occidental. En esta circunstancia Erdogan, un taimado actor geopolítico, juega a todas las bazas. No ha dudado en entrevistarse con su enemigo, el presidente egipcio, en el mes de noviembre enfrentados todavía por el conflicto libio.

El 5 de agosto pasado, durante el encuentro de Sochi, Putin “sugirió” a Erdogan abrir alguna vía de negociación preliminar entre Turquía y Siria. La propuesta de una charla por teléfono con el presidente sirio se transformará, posiblemente, en una entrevista personal. Los dirigentes turcos nunca ocultaron su interés por controlar la segunda ciudad de Siria (Alepo) y asegurarse una salida directa en la zona de Tartus. En la práctica Ankara ha tenido que admitir que la intervención rusa hizo inviable esa posibilidad. Turquía no quiere un enfrentamiento directo con el ejército sirio, cuyo aliado es Rusia. La ofensiva militar de Turquía contra las bases kurdas en el norte se ha pospuesto.

Israel mira con preocupación las conversaciones sirio/turcas. Un acuerdo debilitará la posición de Tel Aviv en la zona. Por otro lado los ataques de los grupos kurdos iraquíes contra Irán fueron respondidos de forma contundente por parte del ejército de este país. En este marco tan complejo la retirada de Turquía de la zona norte de Siria, que ocupa desde hace años, es una posibilidad. Sería una victoria enorme para Rusia puesto que su papel como actor decisivo en la zona se multiplicaría. El acuerdo que se está gestando representa, como hemos dicho, un cambio enorme en la posición de Turquía. Según el diario sirio Al-Watan, el diálogo preliminar incluiría la retirada de las tropas turcas del Norte de Siria, respetar la soberanía siria, abrir completamente la estratégica autopista M4 en el norte de Siria que conecta directamente el puerto de Lakatia con la ciudad de Alepo. Damasco y Ankara también estuvieron de acuerdo en que el PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) y sus milicias actúan como agentes de EEUU y de  Israel y suponen el mayor peligro para Turquía. El gobierno de Siria tendría que encargarse de su desmilitarización. Se acordó también que los tres gobiernos crearían una comisión tripartita para el cumplimiento de los acuerdos que tendrían como árbitro a Moscú. Sobre estas bases se han establecido los contactos. En diciembre tuvo lugar el encuentro sirio–turco de fuerzas de seguridad de los dos países. En enero, la consulta será entre los ministros de Relaciones Exteriores de los dos países, posiblemente en Moscú. Posteriormente llegaría el momento de una interlocución directa entre los antiguos enemigos con la mediación del presidente ruso. Las reacciones políticas en otros países no se han hecho esperar. El día cinco de enero realizaba una visita a Damasco el Ministro de Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Abdullah bin Zayed Al Nahyan, entrevistándose con el presidente Bashar Al Assad y altos funcionarios. El encuentro tuvo el carácter de visita de estado. No es, por tanto, una visita protocolaria más. El deshielo de las relaciones turco-sirias bajo patrocinio de Moscú va rompiendo poco a poco el aislamiento impuesto por EEUU e Israel.

Las negociaciones no son fáciles. Tienen muchos oponentes: Israel, que no ceja en sus ataques contra las infraestructuras sirias; Washington, que amenazó a Emiratos si finalmente realizaba el viaje a Damasco. En este sentido el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, indicó a los periodistas que “su país no apoyaba a aquellos países que fortalecen sus relaciones o expresan su apoyo a la rehabilitación de Bashar Al Assad”. A pesar de ello se abre un resquicio a la paz tras más de 10 años de guerra que han asolado la zona.

A pesar de las buenas palabras, Damasco tiene dudas. Pero la situación económica del país es desastrosa, con altísimos niveles de inflación, una economía casi paralizada por falta de energía eléctrica, con cortes de más 19 horas en el suministro eléctrico en los barrios de clase alta y no más allá de 10 minutos al día de luz en los más depauperados. Siria podría ver en estas negociaciones la posibilidad de un cierto desahogo económico. Erdogan quiere adelantar las elecciones presidenciales previstas para junio. Los millones de refugiados sirios que viven en su territorio son una carga importante. También pretende asegurar varios golpes de efecto.  El primero, la reconciliación con Egipto y algún tipo de acuerdo que le permita explotar los recursos petrolíferos en la plataforma común en el Mediterráneo Oriental. El segundo, promover alguna salida al conflicto sirio, que desangra al ejército turco sin conseguir una victoria clara sobre los Kurdos.

Erdogan no quiere ir mucho más lejos en este momento, aunque no tendrá más alternativa que ofrecer concesiones políticas a Siria a cambio de la posibilidad de mantenerse en el poder. Los tiempos realmente están cambiando. ¿Se abrirá un nuevo ciclo en Oriente Medio?

 *++