miércoles, 31 de mayo de 2023

Siria vuelve a la Liga Árabe

 

Oriente Medio está cambiando aceleradamente. Los enemigos de antaño hacen las paces, y desobedecen las órdenes del Imperio. Israel está dejando de ser el centro neurálgico de la zona; Arabia Saudí e Irán toman el relevo. Incluso la castigada Siria levanta cabeza.


Siria vuelve a la Liga Árabe

 

Eduardo Luque

El Viejo Topo

31 mayo, 2023

 


por Eduardo Luque y Bashar Barazi

No es fruto de una extraña conjunción astrológica. No es tampoco resultado del azar. En política se evita esa posibilidad. Vemos con sorpresa  hechos que marcarán, ya lo están haciendo, nuevas realidades.  La caída de Bajmut  el día 20 de mayo coincide día por día, hace un año, con la también derrota ucraniana en Mariúpol. El mensaje ruso a Occidente es claro. Rusia no perderá esta guerra: es por eso que la caída de la ciudad ucraniana se ha hecho coincidir con la reunión del G-7.

Los países occidentales, por su parte, escogieron un lugar emblemático para su reunión: Hiroshima. Biden no pidió perdón por el uso de armas nucleares en 1945. La puesta en escena de la reunión del G-7 es un aviso, nada disimulado, a Rusia y China. EEUU cree su propia propaganda. Su doctrina de defensa incluye el uso del arma nuclear. Piensa que es posible usarla en escenarios limitados como el continente europeo. Hace tiempo que las armas nucleares fueron recategorizadas para usarlas en escenarios de guerra convencional. EEUU se plantea, dada la sumisión de la clase política europea, la posibilidad de una guerra nuclear constreñida al continente y que deje al margen el territorio norteamericano.

No hay esperanza de paz. Moscú no encuentra interlocutor en los EEUU. Occidente persigue la escalada: la OTAN enviará aviones de guerra a Ucrania. La agresiva y caótica declaración del G7 contra Rusia y China señala hasta qué nivel los políticos europeos viven en un auténtico universo paralelo.

Mientras el G7 se reunía,  Rusia y China contraprogramaron una reunión de los países del centro de Asia para reforzar sus relaciones económicas y sociales. El discurso de Vladimir Putin en ese momento resaltó que la guerra en Ucrania no acabará sino es con la victoria rusa.  Moscú entiende que una derrota en el campo de batalla implicaría la fragmentación del país y fundamentalmente  su desaparición como Estado.  Como tantas veces hemos dicho, para Moscú es una guerra por su supervivencia.

En estas mismas fechas se produce otro acontecimiento especialmente relevante. El beso entre el presidente sirio Al-Assad y el heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, señala un antes y un después. Si algo sorprende en el restablecimiento de los  lazos diplomáticos entre los dos archienemigos de Oriente Medio (Arabia Saudita y Siria) es la velocidad con la que se ha producido. Hace escasamente dos meses se anunciaba el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países. China había actuado como mediadora en un proceso laborioso y callado y que ahora, pocas semanas después, concluye con la admisión de Siria en la Liga Árabe.  Han transcurrido doce años desde la expulsión de Damasco de este organismo.

Es una derrota política para Estados Unidos y sus “aliados”. Occidente fue representada indirectamente en la cumbre por la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania Annalena Baerbock. El periplo diplomático, que la llevó a Riad días antes de que Siria fuera recibida en la ciudad costera de Yedda (Arabia Saudita), ha rozado el ridículo. Actuando más como enviada del Presidente norteamericano que como representanta de un país “supuestamente” soberano ha intentado torpedear “in extremis” el acercamiento entre los dos antiguos enemigos.

Los propios medios norteamericanos, la revista Newsweek en concreto,  sostienen que la política de Joe Biden hacia Siria ha recibido su mayor golpe por el momento. La vuelta de Al-Assad al ruedo internacional conlleva un nuevo mensaje para EEUU: se ha de poner fin a la presencia de sus tropas en Siria y levantar las sanciones.

Estados Unidos no va a levantar las sanciones integrales impuestas a Damasco al igual que no lo hará la Unión Europea. Es evidente que la política comunitaria va en contra de los propios intereses europeos; pero  su dependencia y el servilismo respecto a Washington impide tomar otra dirección. Es importante, en este aspecto, subrayar la transmutación ideológica que ha sufrido la antiguamente denominada «Izquierda verde»; hoy, tras situarse en el poder, adopta las posturas más neoconservadoras del gobierno alemán respecto a la guerra de Ucrania y el conflicto en Siria y Yemen. Los verdes alemanes, como algunos “verdes” europeos, apuestan por la guerra y promueven la carbonización para librarse de la “dependencia” del gas ruso; al mismo tiempo no dudan en comprar petróleo y el gas de ese país utilizando a terceros (en este caso India). Podemos afirmar, sin lugar a dudas, que esas formaciones, como otras en la UE, no son ya ni de izquierdas ni verdes.

Estados Unidos ha entrado en un profundo declive en Oriente Medio tras tres décadas de falsas promesas. Los fallidos Acuerdos de Oslo, las invasiones de Irak y Libia, la guerra en Siria y Yemen han sido un conjunto de decisiones cuyo objetivo era imponer el denominado “caos creativo” en la zona dividiendo, rompiendo y enfrentando a unas comunidades contra otras. Norteamérica hace tiempo que abandonó las tesis de Joseph S. Nye Jr. quien escribía en su  “Paradoja del poder norteamericano” que este país utilizaba los golpes “blandos” o los ”duros” en función de su conveniencia. Vemos ahora como la política norteamericana sólo utiliza los segundos y ha obviado los primeros.

Otro gran derrotado es el régimen de Israel. A sus problemas internos se le suma ahora el problema político que representa el reconocimiento de Al-Assad como un actor importante en Oriente Medio. Fue en 2020 cuando Israel, que se sentía fuerte y estaba firmemente respaldado por Estados Unidos, firmó los “Acuerdos de Abraham” con Emiratos Árabes y algunos otros estados de Oriente Medio.  Tel Aviv pretendía expandir la influencia israelí en el mundo árabe aislando a Irán. Los “Acuerdos de Abraham” finalmente no se han implementado. Arabia Saudita no está dispuesta en este momento a promocionar este acercamiento con el régimen de Israel. Es un gran revés para la política de ese país. Lo aísla del proceso de paz que se está desarrollando en Oriente Medio y donde Tel Aviv tiene cada vez menos capacidad de influencia. Para complicar aún más la situación de Estados Unidos en la zona China ha ofrecido sus servicios  a Israel y Palestina para desarrollar un plan de paz realista. Es una opción necesaria aunque no sea viable en este momento. El problema de Israel, como ya hemos  enunciado en otras ocasiones, es la división de la sociedad por la mitad en una confrontación en términos de una batalla de suma cero, con un sistema político en parálisis permanente y sin que ninguno de los dos lados de la ecuación consiga una mayoría estable en el Parlamento. Israel está sumido en un enfrentamiento civil de bajo nivel. Lo que fue en su momento una limpieza étnica apoyada por las potencias occidentales sobre la población palestina ahora se ha convertido en un proceso de segregación interna entre los propios judíos. Una chispa puede incendiar el polvorín social.

Asistimos a cambios políticos impensables. Riad, en otro giro que provoca enormes recelos en Washington, se está moviendo para normalizar sus vínculos con Hamás y Hezbolah. Estas milicias resisten a Israel y están consideradas por los Estados Unidos como “grupos terroristas”. Riad contrarresta a Washington  en todo Oriente Medio, y la intervención china cambia la lógica subyacente en la zona. Irán deja de ser vista como el enemigo común de todos los ”estados árabes sunitas”. La agresividad y la torpeza política de Tel Aviv están echando más sal a la herida. El mes pasado, cuando las fuerzas militares asaltaron la mezquita de Al-Aqsa, los Emiratos Árabes Unidos (signatario de los acuerdos de Abraham)  pospusieron los acuerdos de defensa con Israel que estaban a punto de firmar. Por otra parte el ataque a la ciudad palestina de Huwara por parte de los colonos Israelíes y las declaraciones del ministro de Finanzas Bezalel Smotrich (que pedían que se limpiara la ciudad de palestinos para “borrarla de la faz de la tierra”) aísla a Israel de sus vecinos. Israel se está quedando sin opciones: o continúa en esta situación, que conduce a una guerra fratricida, o bien gira hacia el “nuevo”  proceso de paz liderado por China. Es una opción que socavaría, aún más, la posición de Estados Unidos en todo Oriente Medio.

El gran beneficiario de la situación es Irán. Su política (durante décadas) de apoyo a Siria, Irak, Yemen y a la causa palestina les ha granjeado una sólida reputación en la zona. Las buenas relaciones con Turquía, la otra gran potencia regional, permite al país persa ayudar en el proceso de normalización entre Siria y Turquía. Siria es enormemente reacia en este momento a ir más allá. Al -Assad se siente fuerte y será Erdogan, si vuelve a ganar, quien tendrá que ceder posiciones en la negociación para mantener el apoyo ruso. La intervención de Irán se demostró muy valiosa y ayudó a limar los graves roces que tuvo Erdogan en 2015 con Moscú.

En este momento el triunfo de Erdogan en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales turcas afianzaría la posibilidad de una mayor implicación entre Ankara, Teherán, Moscú y Pekín.  El contencioso de Siria (que se libra entre las tropas de ocupación turcas y el ejército sirio en el norte del país) se solventará aislando aún más a las tropas norteamericanas de ocupación en suelo sirio. Los acuerdos económicos con Moscú sumados al maltrato al que los Estados Unidos obsequian a sus socios (en este caso Turquía) apuntan a que la política a medio plazo del nuevo gobierno Erdogan se oriente aún más hacia el eje Rusia-China. Su integración como socio en el grupo de países de los BRICS está muy avanzada. Las tensiones con Washington se acentuarán; la ley para contrarrestar a los adversarios de Estados Unidos a través de sanciones (Ley CAATS por sus siglas en inglés) conducirá casi ineludiblemente a que Estados Unidos sancione a  Ankara, puesto que ha comprado armas a los enemigos de Washington (en este caso, los sistemas antimisiles S-400 rusos).

Oriente Medio vive un proceso de reconfiguración  acelerado. Ninguna de  las coaliciones anteriores es intocable. Y los nuevos lazos entre naciones que se están gestando podrán llegar a parecernos absolutamente sorprendentes según las consideraciones actuales.

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martes, 30 de mayo de 2023

Cómo se ha ganado una de las huelgas más largas de la sanidad alemana

 

Cómo se ha ganado una de las huelgas más largas de la sanidad alemana

 

Por Guillén del Barrio 

Rebelion

| 30/05/2023 | 

 


Fuentes: El salto [Imagen: Manifestación durante la huelga de hospitales de Renania. Foto de Detlef Kittel]

Tras 77 días de huelga en seis hospitales de Renania del Norte-Westfalia, las trabajadoras han conquistado un buen convenio. Esta es la historia de cómo se organizaron para ganar.

Tras 77 días de huelga en seis hospitales de Renania del Norte-Westfalia, las trabajadoras han negociado un convenio que establece ratios enfermera-paciente, aumentos de personal en el resto de categorías y un sistema que compensa con días de descanso las situaciones de sobrecarga y estrés en el trabajo. Esta es la historia de cómo se organizaron para ganar.

La situación en los hospitales universitarios de las ciudades de Münster, Bonn, Colonia, Aquisgrán, Essen y Düsseldorf era deprimente. La falta de personal estaba expulsando a las trabajadoras del sector: se estima que faltan 20.000 enfermeras en los hospitales y 14.000 en las residencias de ancianos de esta región.

El gobierno de Renania del Norte mantenía paralizados 1200 millones de euros de presupuesto para la sanidad. El sistema de financiación de la sanidad alemana fue modificado en 2004, de forma que actualmente los hospitales no facturan al seguro del paciente lo que ha costado realmente su tratamiento, sino una cantidad fija en función de la enfermedad que tenga, lo que se denomina GRD (Grupos Relacionados con el Diagnóstico). Esas cantidades son “ajustadas”, para “estimular una gestión eficiente”.

Como no cuesta lo mismo tratar una neumonía en un anciano con varias enfermedades que en una persona joven pero el dinero que recibe el hospital por cada caso es el mínimo imprescindible, intentan atender a más pacientes con menos personal. Los pacientes reciben un peor tratamiento por la sobrecarga, las horas extras y el estrés, lo que genera un aumento en las agresiones al personal sanitario. Por otra parte, no se proporciona suficiente formación antes de incorporarse a un servicio. Esto angustia a las recién llegadas y satura a las veteranas, que en lugar de recibir refuerzos tienen que hacer un esfuerzo adicional para enseñarlas.

Los hospitales recurren a agencias de trabajo temporal para cubrir vacantes con personal que cada día trabaja en un servicio distinto. Algunos días más de la mitad del personal de una unidad proviene de las agencias, lo que sobrecarga al resto de trabajadoras que les tienen que explicar dónde está guardado el material, cómo se hacen los procedimientos y el funcionamiento de la unidad. El resultado es que el 40% de sanitarios están pensando en dejar su profesión. Cientos de miles ya lo han hecho. Según varios estudios, si las condiciones laborales de la sanidad alemana mejorasen, hasta 200.000 sanitarios podrían volver a trabajar en el sector. Las reducciones de jornada del personal que no aguanta una jornada completa en estas condiciones equivalen a 172.000 puestos de trabajo.

Foto: Detlef Kittel

Representantes de cada servicio en cada hospital

En diciembre de 2021, el sindicato Ver.di contrató a organizadores profesionales y empezó a prepararse para lanzar la mayor campaña de organización de base de la historia del sindicato. El 19 de enero celebraron una conferencia con 700 afiliadas de los seis hospitales y le plantearon a sus empleadores un ultimátum: si en el plazo de 100 días, antes del 1 de mayo, sus empleadores no habían accedido a negociar un convenio colectivo, irían a la huelga. En las siguientes semanas se entrevistaron con miles de trabajadoras de todas las categorías profesionales (excepto los médicos, que son contratados por otro organismo) para identificar quiénes eran las más respetadas por sus compañeras. Después, organizaron elecciones para que cada servicio de cada hospital eligiese una representante y animaron a las personas más respetadas, aquellas en quienes más confían sus compañeras, a presentarse.

Probando la estructura

Para comprobar si esta inmensa red funcionaba y era capaz de movilizarse, organizaron una recogida de firmas, reclamando mejores condiciones para ellas y sus pacientes. Se fijaron el objetivo de que firmase al menos la mitad de las trabajadoras de cada unidad. El 17 de marzo celebraron varios actos públicos en los que entregaron a sus empleadores y a los partidos políticos las 11.906 firmas recogidas.

Foto: Detlef Kittel.

Reivindicaciones

Una vez comprobada la enorme fuerza que tenían, se convocaron dos días de huelga de advertencia el 12 y 13 de abril. En estas fechas se celebró una segunda convención en la que las representantes establecieron las reivindicaciones para el convenio. En las semanas previas se habían entrevistado con cada una de sus compañeras de trabajo, recogiendo sus problemas y necesidades. Los grupos de trabajo de cada servicio (urgencias, cocina, fisioterapia, mantenimiento, etc.) condensaron esta enorme cantidad de información en medidas concretas que querían ver reflejadas en el convenio.

Se formó un comité de negociación de 70 personas, que rendían cuentas a un Consejo más amplio de 200 representantes. El 13 de abril celebraron un mitin en el estadio de fútbol local. Por la mañana escucharon discursos de apoyo de trabajadores de Amazon, de los hospitales de Berlín que habían ganado su huelga meses antes, de vecinos, de trabajadores de la sanidad madrileña y de otros sindicatos.

Aprovechando que el 15 de mayo se celebraban las elecciones regionales, la misma tarde del mitin invitaron a portavoces de los partidos políticos. Tras escuchar los testimonios de varias trabajadoras, y ante las 300 personas presentes, estas les pidieron que sumaran su firma a la petición por un convenio digno. Firmaron todos, incluyendo el portavoz del partido en el gobierno, la CDU, y ministro de sanidad de la región.

Foto: Detlef Kittel

Huelga

Según se acercaba el vencimiento del ultimátum se organizó una votación, con un 98,31% de votos a favor de ir a la huelga si fuese necesario. Tras vencer el ultimátum dedicaron un par de días a los preparativos y a informar a todas las compañeras. El 4 de mayo por la mañana hicieron huelga 1.900 trabajadores sanitarios. El 11 de mayo, el gobierno regional introdujo cambios legislativos que permitieran poner en marcha las negociaciones.

Los empleadores y el gobierno dejaron pasar la fecha del ultimátum y varios días de huelga esperando que las trabajadoras perdieran fuerza, pero al ver que la situación era la contraria empezaron a ceder. Mientras tanto, las huelguistas mantuvieron la moral alta y aumentaron la presión. Montaron grandes carpas en cada ciudad, que sirvieron como cuarteles generales donde reunirse, debatir y explicar su lucha a los vecinos. Allí organizaron charlas, sesiones formativas, fiestas y barbacoas. Fletaron autobuses para visitar las carpas de las otras ciudades y darles apoyo.

Convocaron varias manifestaciones y elaboraron un “libro negro” en el que recogieron más de 400 testimonios de situaciones en las que la falta de medios y personal le habían costado la salud a los pacientes. Invitaron a los políticos de las seis ciudades a sus carpas a escuchar algunas de estas historias, tan duras que se les saltaron las lágrimas. Unos días después organizaron una gran reunión en una iglesia de Münster, con la presencia de centenares de vecinos y de medios de comunicación. Allí leyeron públicamente varios testimonios más que conmovieron a toda la sociedad, con un enorme impacto mediático. Este fue un punto de inflexión en las negociaciones: todos los partidos se comprometieron a apoyarles.

El 19 de julio, tras 77 días de huelga, se alcanzaba un acuerdo sobre el convenio colectivo. Las trabajadoras se reunieron en sus carpas para debatir sobre el acuerdo y lo aprobaron en una votación.

Las compañeras de Renania nos enseñan que la democracia es poder y que las huelgas no se convocan: se construyen. Eligieron a sus representantes y todo el mundo pudo hacer aportaciones a la lista de reivindicaciones. Votaron para convocar la huelga y también para aprobar el convenio que se había negociado. Durante meses dedicaron todo su tiempo y energías a esta lucha porque sabían que eran ellas quienes tomaban las decisiones. Con su implicación y su constancia, miles de trabajadores sanitarios pasaron de la amargura y la desesperación a reunir la fuerza necesaria para mantener una huelga durante dos meses y medio, y vencieron.

La gran mayoría de estas luchadoras no habían participado antes en actividades reivindicativas. Pero siguieron el ejemplo y el método de sus compañeras que han ganado huelgas en los hospitales de Berlín en septiembre de 2021, en las escuelas de Los Ángeles en enero de 2019 y en las de Chicago en septiembre de 2012. Es la misma estrategia con la que están ganando el derecho a la representación sindical en las cafeterías de Starbucks y los almacenes de Amazon de Estados Unidos, y que ha producido magníficos resultados en múltiples ocasiones desde la huelga de la uva que encabezó César Chávez en California en 1965. Existe una estrategia probada para vencer y es el momento de empezar a aplicarla con convicción y rigor en las luchas laborales y movimientos sociales de nuestro país. En la sanidad pública madrileña, por ejemplo.

Guillén del Barrio. Enfermero, sindicalista y militante en defensa de la Sanidad Pública

Este artículo se publicó originalmente en Nueva Tribuna.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/cuadernos-de-trabajo/se-ha-ganado-una-huelgas-largas-sanidad-alemana

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El día en que Antonio Gala pidió que se alzase la voz contra Marruecos

 



El día en que Antonio Gala pidió que se alzase la voz contra Marruecos


Publicado el 29 de mayo de 2023 / Por Contramutis / kaosenlared

 

Con motivo de la huelga de hambre de Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote, Gala escribió que era hora de que alguien, a quien no se le hubiera caído la cara de vergüenza, alzase la voz contra Marruecos.

Por Alfonso Lafarga


Fue el 5 de diciembre de 2009. Aminetu Haidar llevaba ya 19 días en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, tras no permitir Marruecos a la activista saharaui regresar a su tierra, el Sáhara Occidental. En connivencia con las autoridades españolas, fue enviada desde El Aaiún a la isla canaria por haber escrito en la ficha de entrada “saharaui” en lugar de “marroquí” en el apartado correspondiente a la nacionalidad.

La reconocida activista de Derechos Humanos se quedó en la terminal del aeropuerto e inició una huelga de hambre, dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias si no conseguía volver a El Aaiún. Solidarios con la causa saharaui y activistas se instalaron con ella en el aeropuerto y defendieron su causa, a la que se sumaron artistas, escritores y políticos, hasta que al cabo de un mes pudo entrar en el Sáhara Occidental.

Ese día, el 5 de diciembre, el escritor Antonio Gala, fallecido en Córdoba a los 92 años, escribió en su sección diaria “La Tronera”, en El Mundo,  que ya era hora de que alguien alzase la voz contra Marruecos.  Concretamente,  dijo: “Ya es hora de que alguien aquí, a quien no se le haya caído todavía la cara de vergüenza, alce una voz contra Marruecos”.

A esto añadió lo que decía el PSOE de entonces: “España no se merece que Marruecos le haga esto”. Destacó el sentimiento de los españoles de a pie por los saharauis y reclamó a los políticos que se enterases “de una puñetera vez”: “Todos. Hasta el más alto nivel”.

El artículo de Gala, titulado “El más alto nivel”, dice textualmente:

EL DESIERTO es polvo; del suyo vienen estos lodos. De una marcha verde (?), incorrecta, pero iniciada con la oportunidad y la habilidad del incalificable, en estricto sentido, Hasán II. Aquí nadie dijo ni pío, a la espera de que Franco dijera el suyo ultimo.  El objetivo, una provincia española representada en aquellas tristes Cortes. Pero España calló y cay. Los sucesivos políticos se han cobijado bajo toda clase de piragua. He escrito bastante sobre ello. Si insisto, es para aplaudir a esa insólita mujer pesada del aeropuerto de Lanzarote, que considero española a su pesar. Ya es hora de que alguien aquí, a quien no se le haya caído todavía la cara de vergüenza, alce una voz contra Marruecos. `España no se merece que Marruecos le haga esto´, dice el PSOE. Sí se lo merece. Incluso enrojecer más aún, ahora que presidirá la UE, y tiene algo que ofrecer. La cobardía se paga siempre. Y los españoles de a pie sienten por los saharauis una evidente solidaridad. Que los políticos, de una puñetera vez, se enteren. Todos. Hasta el más alto nivel”.

Antonio Gala, que dedicó en “La Tronera” varios artículos a los saharauis, integró el grupo de escritores e intelectuales que en septiembre de 2004 envió una carta al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, instándole  a resolver de una vez por todas el largo exilio de los saharauis en Tinduf (Argelia), y a no permitir más dilaciones para que la ONU organizase de una vez por todas el referéndum de autodeterminación tantas veces pospuesto.

La carta, además de Gala, la firmaron cerca de 500 intelectuales, escritores, músicos, cantantes, cineastas, actores y actrices,  como José Saramago, Gopegui, Mayor Zaragoza, Javier Sádaba, Juan Genovés, Espido Freire, Silvia Munt, José Sacristán, Mercedes Sampietro, Hilario Camacho, Rosa Regás, el polaco Ryszard Kapuscinski, Clara Janés, Manuel Rivas, Suso de Toro, José Antonio Labordeta, Juan Cruz, Victor Erice o Roberto Bodegas, entre otros.

Alfonso Lafarga en Contramutis

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El giro de Corea del Sur hacia el conflicto

 

Como parte de la Guerra Fría contra China, Estado Unidos aumenta –a través de Corea del Sur– la presión en la zona. La posibilidad de un Tratado de paz que dé por finalizada la guerra de Corea, se aleja.


El giro de Corea del Sur hacia el conflicto


Alice S. Kim

El Viejo Topo

30 mayo, 2023 

 



Dae-Han Song y Alice S. Kim

El presidente de extrema derecha de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, está arrastrando precipitadamente a Corea del Sur hacia la nueva Guerra Fría que los Estados Unidos están librando contra China. La aspiración de Yoon de situar a Corea del Sur como “Estado pivote mundial” está convirtiendo a este país en una pieza más de la maquinaria bélica estadounidense y –en un orden mundial en declive liderado por los Estados Unidos– pone en juego su seguridad y futuro económico. El apoyo de Yoon al orden global estadounidense le ha llevado a una avalancha de visitas y reuniones por todo el mundo, desde la cumbre virtual del Marco Económico Indo-Pacífico (IPEF, por sus siglas en inglés) hasta la cumbre de la OTAN en Madrid, pasando por reuniones de alto nivel en Japón y los Estados Unidos.

Más recientemente, en su visita del 26 de abril a los Estados Unidos, los presidentes Yoon y Biden anunciaron la “Declaración de Washington” para desplegar submarinos con armamento nuclear estadounidense en Corea del Sur, reintroduciendo las armas nucleares estadounidenses en este país por primera vez en más de 40 años. Si se compara con el desarrollo de armas nucleares por parte de Corea del Norte como elemento estratégico de disuasión, es más probable que estas armas en Corea del Sur alimenten una carrera armamentística nuclear en lugar de frenar el programa nuclear norcoreano. Como observó el ex ministro surcoreano de Unificación, Jeong Se-hyun, cuatro de las seis pruebas nucleares de Corea del Norte se produjeron en respuesta a la postura de línea dura de las administraciones conservadoras surcoreanas, que se negaron a dialogar con Corea del Norte.

En última instancia, las acciones de Yoon están llevando a Corea del Sur por un camino peligroso, que desestabiliza aún más las relaciones intercoreanas y les enemista con China, su mayor socio comercial. Al mismo tiempo, el Gobierno coreano renuncia a su deber de reclamar a Japón reparaciones para los coreanos explotados bajo el colonialismo japonés e impedir el vertido de residuos radiactivos del reactor nuclear de Fukushima, situado aguas arriba de Corea del Sur.

El “Estado pivotal global” de Yoon

El alarmante regreso de las armas nucleares estadounidenses a Corea del Sur se produce tras la postura asumida por Yoon el pasado mes de enero de desarrollar armas nucleares en Corea del Sur como parte de su política extremista de línea dura hacia Corea del Norte. En términos más generales, forma parte de la gran agenda de política exterior de Yoon de insertar a Corea del Sur en la arquitectura de seguridad de la gran estrategia Asia-Pacífico anti-China de los Estados Unidos. La “Estrategia para una Región Indo-Pacífica Libre, Pacífica y Próspera” de la administración Yoon sigue de cerca la Estrategia Indo-Pacífica de los Estados Unidos, que tiene como objetivo construir e imponer en la región un “orden basado en normas” liderado por EE.UU. y sus “aliados afines”, todo, para contener a China.

A pesar de todas sus declaraciones sobre la equidad y el respeto de las normas, este “orden basado en normas” dominado por los Estados Unidos está en contradicción con el mundo multipolar que se está configurando en la actualidad, así como con la naturaleza multilateral del orden basado en la ONU –acordado internacionalmente–. Los Estados Unidos han estado liderando la creación de organismos regionales minilaterales (como el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (Quad, por sus siglas en inglés) o el Marco Económico Indo-Pacífico) como parte de su “guerra híbrida contra China” y emprendiendo una agresión unilateral contra China en forma de “guerra militar, económica y de información”.

Por ejemplo, los Estados Unidos están preparando el escenario para disputar las acciones de China en el Mar de China Meridional no a través de la “Convención sobre el Derecho del Mar” de la ONU (que los Estados Unidos no ha firmado) sino a través del marco de seguridad Indo-Pacífico. Esto permite a los Estados Unidos atacar las acciones de China al tiempo que exime sus propias operaciones navales de la supervisión de los “burócratas globales”, es decir, la ONU. Además, a pesar de abogar por un Indo-Pacífico “abierto” y “libre”, los Estados Unidos están librando una “guerra de chips” presionando a sus aliados del Indo-Pacífico para que impidan el acceso de China a los chips semiconductores, uno de los recursos de alta tecnología más críticos en la actualidad.

La administración Yoon ha contribuido a la construcción y el refuerzo de este “orden basado en normas” mediante su participación en el marco Indo-Pacífico, la OTAN global y la consolidación de la alianza militar trilateral EE.UU.-Japón-Corea del Sur. En mayo de 2022, a las pocas semanas de comenzar su mandato, Yoon participó virtualmente en la reunión del IPEF. En diciembre, la Administración adoptó su propia Estrategia Indo-Pacífica, en la que se comprometía a “estabilizar las cadenas de suministro de recursos estratégicos” y a “buscar la cooperación con socios con los que compartimos valores”, es decir, los Estados del IPEF. Corea del Sur está siendo reclutada ahora para la guerra de chips de los Estados Unidos contra China.

En junio de 2022, la participación de Corea del Sur (incluido el establecimiento por parte de Yoon de una misión diplomática de la OTAN) y otros tres Estados de Asia-Pacífico en la reunión de la OTAN amplió el alcance de la OTAN desde el Atlántico Norte hasta el Pacífico. Este año, Yoon allanó el camino hacia la consolidación de la alianza trilateral Estados Unidos-Japón-Corea del Sur al renunciar a exigir a Japón que asumiera su responsabilidad por la explotación colonial de los trabajadores coreanos. Después, durante su visita en marzo al primer ministro japonés, Fumio Kishida, reanudó el controvertido pacto de intercambio de inteligencia de 2016 (el Acuerdo General de Seguridad de la Información Militar (GSOMIA, por sus siglas en inglés) sentando las bases para la coordinación militar directa entre Corea del Sur y Japón.

En abril, funcionarios estadounidenses, japoneses y surcoreanos se reunieron y acordaron realizar ejercicios de defensa antimisiles y antisubmarinos para contrarrestar a Corea del Norte y “promover la paz y la seguridad en la región Indo-Pacífica”, con especial énfasis en “la paz y la seguridad en el estrecho de Taiwán”. Como una muestra más de su compromiso con la estrategia bélica global de los Estados Unidos, en una entrevista concedida a Reuters el 19 de abril, Yoon dio marcha atrás en su postura sobre Ucrania y planteó la posibilidad de enviar armas, y exacerbó las provocaciones de los Estados Unidos en Taiwán en relación con el principio de “una sola China”, para ira de los funcionarios chinos.

Un giro hacia la paz

Los activistas surcoreanos y extranjeros han trabajado incesantemente por la paz en la península, con luchas clave libradas junto a los mismos emplazamientos de las instalaciones militares estadounidenses en la región de Asia-Pacífico que rodean China, como la construcción de la base naval militar en la aldea de Gangjeong. También han formado parte del prolongado activismo transnacional para conseguir un tratado de paz para la Guerra de Corea. Como estos activistas y el académico estadounidense Noam Chomsky han reiterado recientemente ante el acuerdo sobre armas nucleares entre Estados Unidos y Corea del Sur del 26 de abril, sólo un tratado de paz que ponga fin a la Guerra de Corea sentaría las bases para desnuclearizar la península coreana, poner fin a la ocupación militar estadounidense de Corea del Sur y avanzar hacia la paz y la estabilidad en el noreste de Asia. Para seguir construyendo un mayor intercambio, diálogo y solidaridad, y producir un giro de la región hacia la paz, el 16 de mayo los miembros de la Asamblea Nacional del Partido de la Justicia, junto con el Centro de Estrategia Internacional y otras organizaciones de la sociedad civil de Corea del Sur, los Estados Unidos y Japón, organizarán un Foro Internacional por la Paz en el Noreste Asiático y contra un Nuevo Orden de Guerra Fría.

Fuente: Globetrotter.

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lunes, 29 de mayo de 2023

Capitalistas de todos los países: ¡uníos!

 

La emergencia climática es tan evidente que el lavado de cara empresarial ya no es rentable para las grandes corporaciones, que se arriesgan a perder grandes oportunidades de negocio si no se la toman en serio.


Capitalistas de todos los países: ¡uníos!


Pere Rusiñol

El Viejo Topo

29 mayo, 2023 

 


Durante muchos años, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las empresas fue, en el mejor de los casos, el equivalente a una maría para el currículum, a la que nadie se tomaba en serio, cuando no directamente una farsa en manos del departamento de marketing para el lavado de cara.

Eran las reglas del capitalismo neoliberal, que emergió triunfante en la década de 1980 con el sostén académico del premio Nobel Milton Friedman, que moldeó el Chile del dictador Augusto Pinochet como gran expositor internacional de sus recetas, construidas a partir de un dogma nuclear, según el cual el único propósito de una empresa es generar beneficios para el accionista. Y listo.

Es decir: poco importa si se contamina el planeta, si maltrata a los trabajadores, si ahoga a los proveedores o si destruye el tejido social de una comunidad. Lo único que realmente importa es generar beneficios. Y de ellos, una pequeña parte podía destinarse a la RSC, ya sea como inversión de marketing –una mejor reputación puede ayudar a aumentar los beneficios– o como acción caritativa, en coherencia de la tradición de los poderosos a lo largo de toda la historia.

El paradigma neoliberal sigue estando muy presente en nuestras vidas, sobre todo porque aún está instalado en el pensamiento de muchos economistas, directivos y empresarios vinculados al poder. Sin embargo, la sucesión de crisis, la ineficiencia social –y hasta económica– de la enorme desigualdad inherente al modelo y, sobre todo, la evidencia de la emergencia climática, han provocado la reacción incluso en algunas de las elites globales del capitalismo, que en los últimos años han abjurado, al menos formalmente, del dogma de Friedman.

El propósito y los indicadores ESG

El caso más significativo del giro es el de la Business Roundtable, el gran lobby de directivos de EEUU, que en 2019 proclamó públicamente su adhesión a una visión mucho más sofisticada, que gira alrededor de este propósito: una empresa no puede medirse solo por sus beneficios, sino que debe tener también un impacto positivo en la sociedad y en el conjunto de actores con quienes interactúa, más allá de los intereses pecuniarios de los accionistas: los trabajadores, los proveedores, la comunidad, el planeta…

En este nuevo esquema, la RSC ya no puede ser como una seta aislada aparte, sino que debe estar integrada en el centro del modelo de negocio de la compañía, con los objetivos perfectamente alineados a este propósito y a los indicadores ESG (Environmental, Social, Governance, por sus siglas en inglés de medioambientales, sociales y de gobernanza), que se han impuesto como estándares de medición.

Obviamente, mucha gente acogió con gran escepticismo el supuesto giro conceptual, y hasta con choteo, teniendo en cuenta que el jefe de la Business Roundtable que abjuró del dogma era nada menos que Jamie Dimon, presidente de JP Morgan, el banco más señalado en el mundo como gran financiador de las energías sucias, según el informe anual de referencia internacional, Banking on climate chaos: 434.000 millones de dólares desde 2016 invertidos o prestados a proyectos de energías fósiles, como el petróleo o el carbón.

Una vez más, el supuesto giro conceptual de las elites del capitalismo parecía dirigirse sobre todo hacia el lavado de cara en sus múltiples variantes, y muy sustancialmente el medioambiental, y de ahí el éxito popular de términos como greenwashing o socialwashing: puro marketing y lavado de cara.

Nos toman por tontos, vaya.

Y sin embargo, la conciencia social, sobre todo respecto a la situación de emergencia climática, se ha extendido tanto que toda esta estrategia meramente marketiniana empieza ya a no ser rentable para las corporaciones, que se ven forzadas a adentrarse a este nuevo paradigma del propósito aunque sea a regañadientes y para cumplir con sus expectativas de beneficios.

Una gran fusión truncada 

No es solo que los grandes inversores institucionales –desde el fondo soberano noruego hasta BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo– van incorporando los criterios ESG en sus decisiones, y que hasta la mayor petrolera del planeta, la estadounidense ExxonMobil, uno de los símbolos de la arrogancia depredadora y negacionista de las grandes corporaciones, empieza a transitar hacia el nuevo marco tras sufrir un auténtico revolcón en la junta de accionistas de 2021, como ha explicado el Financial Times. Va incluso más allá: quedarse solo en el lavado de cara ya pone en riesgo hasta la posibilidad misma de rematar operaciones multimillonarias.

Acaba de suceder en EEUU. Lo nunca visto: La compañía canadiense de materias primas Teck Resources rechaza fusionarse con el gigante Glencore, en una operación que iba a movilizar la friolera de 23.000 millones de dólares, alegando divergencias significativas en relación a las políticas ESG. Como ha explicado The Wall Street Journallos analistas y los directivos coinciden en que se trata de una operación financiera y empresarial muy justificada en los términos tradicionales. Sin embargo, se ha abortado ante las visiones antagónicas con respecto a la ESG, sobre todo con respecto al carbón y a las energías contaminantes: Glencore retrasa la verdadera transición energética hasta 2050, mientras que Teck Resources considera imperativo acelerarla inmediatamente.

¿De verdad puede seguir considerando que las siglas ESG son una maría? No tomárselas en serio ya puede hacer perder mucho dinero.

Todo indica que la presión en favor de los criterios ESG va a aumentar y no porque las élites del capitalismo global hayan tenido una epifanía tras caerse del caballo, sino por la propia necesidad para mantener el negocio ante el empuje de la opinión pública mundial y sobre todo de las generaciones más jóvenes, que tragan menos con el lavado de cara, tienen muy incorporado el paradigma del propósito y son muy reticentes a incorporarse a corporaciones mal alineadas con su visión del mundo y poco respetuosas con los criterios ESG.

La necesidad de “atracción del talento”, uno de los mantras del management capitalista tradicional, que servía para justificar cualquier cosa, también empieza pues a volverse en contra de la visión neoliberal de Friedman: el lavado de cara empresarial puede ser altamente perjudicial para los intereses de las empresas. Según la macroencuesta anual de Deloitte sobre la generación millennial, con 23.000 encuestados en 46 países, la mitad de entre ellos dice haber rechazado ya algún trabajo o promoción interna porque la empresa no se alinea con sus valores, especialmente en la lucha contra el cambio climático.

También registra cada año el fenómeno el macrosondeo de referencia del capitalismo globalizado, el Edelman Trust Global Report, con 32.000 encuestados de 28 países, entre ellos España: en la edición de este año, una mayoría abrumadora exige que sus empresas se adhieran al paradigma del propósito: el 82% reclama un alineamiento con el combate contra el cambio climático, un 78% reclama que el impacto de la corporación sea positivo para el conjunto de la comunidad, un 77%, que contribuya a poner freno a la brecha salarial y con ello a la desigualdad.

Ojo: y hasta el 52% considera que “el capitalismo tal y como existe hoy hace más daño que bien al mundo”.

Capitalistas de todos los países: ¡uníos al paradigma del propósito! O se acabará el negocio.

Fuente: eldiario.es.

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La extrema derecha supera el millón y medio de votos (Tranquilo majete en tu sillón…)

 

La extrema derecha supera el millón y medio de votos (Tranquilo majete en tu sillón…)

 

INSURGENTE.ORG / 29.05.2023

 


 No parece que la receta de buenos discursos en las instituciones, ruedas de prensa con frases recurrentes, ni políticas que la socialdemocracia llama «sociales», estén dando resultados a la hora de frenar al fascismo. Muy por el contrario, la impunidad con la que se mueven les está llevando a unos resultados más que buenos en lo electoral. Hace unas horas superaron el 1.600.000 votos, están presentes en todos los parlamentos regionales y se aprestan a decidir cientos de ayuntamientos en favor del PP. El fascismo anda suelto, crecido y, por triste experiencia histórica, sabemos cómo termina esta debacle. ¿Será hora de buscar soluciones al margen de las instituciones?

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Elecciones 28M. Arrasa el PP, caen casi todos los feudos del PSOE y el mapa queda muy azul

 


Elecciones 28M. Arrasa el PP, caen casi todos los feudos del PSOE y el mapa queda muy azul


Redacción / Kaosenlared

 29 de mayo de 2023 / Por 

El Partido Popular (PP) ha obtenido victorias en 30 de las 52 capitales de provincia en las elecciones municipales celebradas el pasado domingo 28 de mayo. En un cambio significativo, el PP ha arrebatado 14 capitales al Partido Socialista (PSOE), alterando el mapa político en regiones donde el PSOE solía tener una hegemonía prácticamente total, como Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha.

Con un recuento superior al 95%, el PP ha ganado cerca de quince capitales que anteriormente estaban en manos del PSOE: Logroño, Segovia, Huesca, Zaragoza y Teruel; Castelló, Palma, Huelva, Sevilla y Granada; Albacete y Ciudad Real; Cáceres y Badajoz. Además, también gobernará en Cádiz y Valencia, donde previamente las mayorías correspondían a las coaliciones Adelante y Compromís, respectivamente.

Estas 16 nuevas plazas se suman a las 24 que el PP ya tenía, lo que significa que durante los próximos cuatro años tendrán el control en casi la mitad de las provincias españolas.

Además, el 28 de mayo también ha habido cambios políticos en el País Vasco, Cataluña y Galicia. El Ayuntamiento de Vitoria ha pasado del Partido Nacionalista Vasco (PNV) a Bildu; el de Lleida, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) al Partido Socialista de Cataluña (PSC); y el de Barcelona, de ERC a la candidatura de Junts per Catalunya de Xavier Trías. Por otro lado, el controvertido Gonzalo Pérez Jácome seguirá siendo alcalde de Ourense con su partido Democracia Ourensana, pero esta vez como la fuerza más votada, superando al PP.

Si se observa a nivel autonómico, el poder municipal demostrado por el PP es aún más notable, ya que ha obtenido alcaldías en provincias que hasta ahora estaban bajo control del PSOE. Este es el caso de Extremadura, donde Cáceres y Badajoz han pasado a manos del PP, al igual que Huesca, Zaragoza y Teruel, las tres provincias de Aragón, que también cambiarán de un presidente autonómico del PSOE a otro del PP, mediante un pacto con Vox. Lo mismo ocurre en la Comunidad Valenciana, donde el PP gobernará las tres capitales y el actual presidente socialista Ximo Puig dejará su puesto al popular Carlos Mazón, gracias a un acuerdo con Vox. Baleares y su capital, Palma de Mallorca, también han seguido el mismo camino, pasando del PSOE al PP.

En Andalucía, donde el PP ya gobernaba en Córdoba, Málaga y Almería, ahora sumará Cádiz, que ha pasado a manos de los populares tras el mandato de José María González, conocido como Kichi, quien comenzó siendo alcalde por Podemos y luego se unió a Adelante. También en Granada y Sevilla, dos de las principales plazas en las que el PSOE esperaba mantener el control, el PP ha obtenido la victoria. La única capital andaluza que queda en manos de los socialistas es Jaén.

En cuanto a Castilla-La Mancha, mientras se mantenía la incertidumbre sobre si Emiliano García-Page conseguiría revalidar la mayoría absoluta para continuar siendo presidente autonómico, el escrutinio ya había revelado que el PP gobernará en dos de las cinco capitales de provincia, Ciudad Real y Albacete, en lugar del PSOE.

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domingo, 28 de mayo de 2023

La ecología política de la pobreza

 

Una primera versión de este texto se publicó en El País, 9/6/1990 Se reproduce aquí la versión publicada en Discursos para insumisos discretos. El lector verá que transcurridos 32 años, las cosas han avanzado, más allá de la verborrea, muy poco. Poquísimo.




Francisco Fernández Buey

El Viejo Topo

28 mayo, 2023 

 


A la memoria de Chico Mendes


Cuando el mercado universal civilizado quería un país que hasta entonces había escapado de sus garras, pronto encontraba un pretexto, por leve que fuese, para lanzarse sobre él: la abolición de una esclavitud diferente de la comercial y menos cruel, la introducción de una religión en la que no creían sus mismos patrocinadores, la liberación de algún malvado o de algún loco homicida al cual sus mismas tropelías le habían ocasionado molestias entre los indígenas del país «bárbaro», todo, en suma, era bueno para lograr el objetivo […] Creaban en aquel pueblo «nuevas necesidades» para subvenir a las cuales (para obtener de los nuevos amos el derecho de vivir, mejor dicho) aquellos desgraciados habían de someterse a la esclavitud de un duro trabajo, único modo de poder adquirir los inútiles objetos de la civilización.


WILLIAM MORRIS, Noticias de ninguna parte (1891).

 

La percepción de los problemas ecológicos del Tercer Mundo ha cambiado de forma sensible en estos últimos años. No sólo ha cambiado en algunos de los países pobres directamente afectados por la crisis ecológica, países en los que han ido implantándose fuertes movimientos de protesta, sino también entre los expertos de las organizaciones internacionales y entre los activistas del movimiento ecologista europeo o norteamericano.

Cuando en 1972 se reunió en Estocolmo, con carácter informativo y consultivo, la primera conferencia mundial sobre los problemas medioambientales, la opinión más generalizada tendía a establecer una correlación muy directa entre los distintos tipos de contaminación y los excesos del desarrollo industrial en los países ricos. Eran los tiempos de los primeros gritos de alarma, el momento en que el primer informe del Club de Roma llamaba la atención acerca de los límites al crecimiento como consecuencia del agotamiento de algunos de los recursos no renovables básicos para la continuación del modo de vida más extendido en los países altamente industrializados.

El descubrimiento de que la naturaleza ponía límites al crecimiento económico indiscriminado y la idea de que, por tanto, la civilización expansiva del industrialismo tenía los años contados, independientemente de si éstos iban a ser más o menos, fue una desagradable sorpresa para mucha gente, sobre todo para aquellas personas que entonces empezaban a recoger los frutos de una época de vacas gordas en lo económico. Por eso los primeros manifiestos ecologistas fueron recibidos con escepticismo o con indignación por los trabajadores, por los que se ganaban el pan con sus manos y, en general, por los pobres del mundo. Las llamadas a la austeridad, que aquellos manifiestos hacían derivar razonablemente del descubrimiento de la crisis ecológica, les parecían a muchos trabajadores de los países industrializados una maniobra del adversario de clase para recortar las mejoras arrancadas por los sindicatos en la década de los sesenta; y a los desheredados del Tercer Mundo, para los que la naturaleza seguía siendo en casi todas partes algo hostil con lo que había que luchar, el ecologismo de la austeridad y de la autocontención del que hablaban los antiguos colonizadores tenía que parecerles un sarcasmo.

Y así fue en realidad. Dirigentes y dirigidos de los países del Tercer Mundo reaccionaron con acritud frente a las recomendaciones que se hicieron en Estocolmo. «El principal problema ecológico de los países pobres», declaró entonces Indira Gandhi, «es el hambre». El presidente de México en aquellas fechas, Luis Echevarría, y los gobernantes de países en vías de industrializarse protestaron solemnemente ante la pretendida universalización de medidas correctoras que perjudicaban a los últimos llegados a una situación económica relativamente estable (eran los tiempos en que se decía en México que la Virgen de Guadalupe se había aparecido a los mexicanos en forma de petróleo). Otros fueron más duros, más radicales: denunciaron el punto de vista ecologista como un intento de hacer recaer sobre los parias la responsabilidad por problemas que habían creado los hartos, los explotadores del primer mundo.

Este punto de vista crítico del primer ecologismo institucional que llegaba del Norte tenía a su favor, por supuesto, la intención moral. Pero no sólo eso. En 1972 la mayoría de los casos particulares de contaminación seriamente estudiados, por no decir casi todos, hablaban de ciudades, ríos, lagos y mares interiores ubicados en el mundo de los ricos. Problemas globales (como la posibilidad de un colapso planetario por modificaciones climáticas o como las consecuencias que para todo el mundo puede tener el agotamiento de recursos no renovables básicos) aparte, casi todos los ejemplos entonces aducidos por los expertos y divulgados por los medios de comunicación de masas procedían de las grandes potencias industriales. Por contaminación se entendía en aquellas fechas el smog de Los Ángeles o de Tokio, el horrible aspecto que había adquirido el Támesis a su paso por Londres, los efectos de la química biocida en el lago Eire, las lluvias ácidas producidas en la cuenca del Ruhr o la transformación en mar muerto del mar turístico por excelencia. Poco se sabía –y aún menos se escribía entonces– de los desastres ecológicos que estaban produciéndose en los países pobres.

Tanto es así que todavía en 1980 era habitual en muchos países del Tercer Mundo asistir a una paradoja trágica: la izquierda tradicional criticando en nombre de altísimos principios morales y políticos a los primeros ecologistas sensibles mexicanos, peruanos o argentinos, con la consideración de que éstos estaban introduciendo en Latinoamérica un problema ajeno, de otro mundo, que hacía perder de vista a las pobres gentes la verdadera dimensión de sus necesidades; les criticaba sin darse cuenta de que la contaminación atmosférica en Ciudad de México estaba superando ya a la de Los Ángeles, ignorando la pérdida de miles de hectáreas de vegetación en Perú por acción de las explotaciones mineras y las refinerías, o que Argentina había entrado ya en el club de los países defensores de la energía nuclear. Sólo el desconocimiento de la interrelación que existe entre los problemas demográficos, ecológicos y económicos puede explicar aquel enorme equívoco. Pero, en cualquier caso, el ejemplo sirve para poner de manifiesto una vez más que ante las cosas nuevas no basta con la buena voluntad, hace falta también conocimiento.

Ahora, 10 años más tarde, no hay ninguna duda de que los problemas ecológicos –y aun las catástrofes ecológicas– afectan sobre todo a los países pobres, a los cuales habrá que dejar de llamar Tercer Mundo puesto que, mientras tanto, ya no hay en la práctica segundo mundo. El slogan que salió de las primeras reuniones internacionales de Estocolmo, Un solo mundo, tiene todavía más vigencia si cabe con la crisis del sistema que componían los países del Pacto de Varsovia. Vivimos en un solo mundo, sí. Pero cada vez más dividido en dos, horizontalmente y verticalmente. Como consecuencia de ello el mapa de las crisis y de los peligros desde el punto de vista ecológico se ha modificado, los principales riesgos han ido desplazándose hacia las regiones más desfavorecidas y hacia los países más pobres mientras que en Japón, EE UU y la CEE crece ya una floreciente industria de productos anticontaminantes nacida al calor de las protestas ecologistas de hace 20 años. Es más: en el norte económico prácticamente todos los partidos políticos se han hecho ecologistas de puertas adentro, para dentro de casa, mientras compiten entre sí con tanta hipocresía como cinismo a la hora de transferir a los otros –a los países pobres o a las regiones pobres del propio país– lo que eufemísticamente suele llamarse los costos del progreso. O sea, hablando en plata: los residuos radiactivos, las basuras que nadie quiere, las instalaciones industriales potencialmente más peligrosas o las nuevas tecnologías cuyos efectos negativos están todavía por experimentar.

Hubo un tiempo en el que los economistas defensores del modo capitalista de producir y de vivir argumentaban que este sistema es el mejor de los posibles (en épocas de vacas gordas, naturalmente) porque permite hacer crecer una maravillosa tarta cuyos restos, en última instancia, aprovechan a todos, incluidos los parias explotados y desempleados. Pero no es nada seguro que la imagen se adecue al presente. Pues éstos son tiempos de negocios ecológicos y de reciclaje de todo lo divino y lo humano, y en ellos los restos de la tarta ni siquiera son ya pastel: son residuos, basura. Esto es lo que caracteriza al capitalismo de la época de la especulación y de la ecología política: el resto de la tarta para pobres suele ser diseño por fuera y basura por dentro. Se transfiere a la periferia del imperio, a los márgenes, todo aquello que encuentra dificultades para ser implantado o vendido en el centro de negocios del mismo. Eso es lo que hicieron las transnacionales norteamericanas con los principales elementos de las centrales nucleares a partir del accidente de Harrisburg. Y por esta transferencia de industrias peligrosas para el hombre y para el medio ambiente se explican cosas como las desastrosas consecuencias del accidente provocado por la Union Carbide en Bhopal. Por no hablar de los contradictorios efectos en los países pobres de la denominada revolución verde, pensada, también ella, a partir de conceptos acuñados en los países ricos y con técnicas inespecíficas.

Todo esto no quiere decir, naturalmente, que el hambre haya dejado de ser el principal problema ecológico de los países pobres. El hambre, la carencia de alimentos, la desnutrición y la falta de proteínas en una alimentación precaria continúan siendo los grandes males que afectan en primer término a dos tercios de la humanidad. Hoy sabemos, sin embargo, que la escasez de alimentos, que mata a tantos y tantos niños en el mundo actual, es uno de los varios elementos que, al combinarse, contribuyen a cerrar el círculo infernal en que viven los países pobres. Otros son el rápido incremento de las poblaciones, la sobrepoblación relativa y la emigración hacia zonas centrales, factores que hacen de algunas de las principales ciudades. del Tercer Mundo megalópolis en las que se juntan la miseria material del suburbio, la insalubridad y la falta de higiene con el agobio, la miseria psíquica y el ambiente contaminado de las urbes industriales de Occidente. La división internacional del trabajo impuesta por las grandes empresas transnacionales acelera la fusión apresurada de los males del atraso y del subdesarrollo con los males del industrialismo sin poso, o lo que es lo mismo, sin apenas resistencia cultural.

La Amazonia se está convirtiendo en estos años en el centro de experimentación de este cruce tremendo entre el primer capitalismo salvaje y los intereses de las compañías transnacionales. Hasta hace poco la Amazonia había perdido ya medio millón de kilómetros cuadrados de selva (una extensión equivalente a la de la península Ibérica). Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, en estos últimos años han sido incendiados 120.000 kilómetros cuadrados de bosque (algo así como las dos Castillas juntas). Cada cinco segundos se quema allí un trozo de selva equivalente a un campo de fútbol. Detrás de este expolio ecológico de consecuencias imprevisibles (pero, en cualquier caso, planetarias) hay un montón de intereses económicos en pugna. Operan en Brasil empresas norteamericanas como la Union Carbide, la Massey Ferguson, la Ford, la Crysler; japonesas, como la Mitsubishi, la Toshiba, la Sony, la Suzuki; alemanas, como la Volkswagen y la Bosch; italianas, como la Feruzzi, la Fiat y la Pirelli, etcétera. Junto a ellas, y compitiendo con ellas, empresas nacionales a cuya voracidad biocida se opuso el año pasado nada menos que el Banco Mundial negando créditos prometidos y aduciendo para ello el interés ecológico de la humanidad.

El debate que aquella medida provocó en Brasil –¿pueden los representantes del capitalismo mundial negar a los empresarios brasileños fondos para hacer lo mismo que en las décadas anteriores hicieron sus antecesores en Europa y los Estados Unidos de Norteamérica?, ¿pueden moralmente hacerlo aduciendo la conciencia ecológica de la especie humana?– tiene todos los elementos para ser considerado como el gran debate económico-ecológico de la década. Sobre todo si se tiene en cuenta que Brasil y su selva son en el mundo de hoy un símbolo y un indicio. El 60% de lo que queda de las selvas tropicales del planeta está repartido entre cinco países que se cuentan a su vez entre los más endeudados del mundo: Indonesia, Zaire, Perú, Colombia y, desde luego, Brasil. No es casual, por tanto, que el nombre de Brasil fuera elegido hace unos años como título para una inquietante reflexión actualizada acerca de la contrautopía de Orwell.

Brasil es el futuro, se decía hace 30 años. Y así es, en efecto. Sólo que hace 30 años se pensaba en el aprovechamiento autóctono de grandes recursos naturales. Casi todos los países que entonces eran exportadores de materias primas se han convertido, mientras tanto, en importadores de productos agrícolas y en deudores de las grandes potencias industriales y de los grandes Estados, que les Incitan a cambiar la ecología por la deuda. En medio quedan las culturas indígenas del Amazonas y los proletarios de las ciudades, que, ahora sí, empiezan a saber relacionar los problemas ecológicos con los económico-sociales. Por esto Brasil es un ejemplo. La batalla de Brasil decidirá muchas cosas importantes para este asunto nada marginal que es el de los problemas ecológicos del Tercer Mundo.

Fuente: El País.

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