lunes, 12 de julio de 2010

DAMA DAMA

CONFESIONES DE UN BANQUERO BIEN AVENIDO

(Banquero en denodado esfuerzo sobre la solidez de su banco)

Loado sea el Señor, Dios del universo, de los bancos y de todo de todo.
Hallábame yo en mis trece: lectura de aquí; cabreo de allí y demás, cuando un linternazo, un chorro de luz, que según mis cálculos rondarían los 14 mil vatios, más o menos, vino a darme en mitad de la cara…, y allá que te voy rodando al suelo; la silla por un lado, el bolígrafo por otro… Cuando una voz, profunda, que parecía proceder como del fondo de una gran tinaja de barro de las de antes, me dice:
No exageres que no ha sido para tanto. ¿A mi me dices, Señor?, pregunto, y a lo que la misma voz con igual profundidad tinajera de antes, responde: Encima de todo me vas a salir tonto. Pues si estas solo en la habitación, imbecil, ¿a quien me puedo dirigir más que a ti?, idiota. Y en escuchando yo esa profunda voz, me quedo pensando y me digo: coño, pues si es verdad. Si estoy solo, ¿a quién si no a mi se puede dirigir Dios?
Hasta las mismas alturas me tienes, Manolo, añade, déjate de escribir tanta tontada que me vas a marear a mi fiel rebaño. Y mira que te digo, chaval. Si me tocas al rebaño con tus escritos, es que bajo y te rompo la cara a hostias. Manolo que no me conoces, que yo a las buenas soy muy bueno, pero cuando pierdo los estribos…., vamos que bajo y te muelo a palos y te dejo que no te conoce ni tu padre que está aquí conmigo. Así que, a ti te digo, Manolo. Tú di quien eres, no seas cabroncete, que la gente te conozca y punto.
Recuperado ya del trompazo contra el suelo que di, como pude me compuse y pensé: jóder como se pone Dios por nada. Más luego, añadí otro pensamiento: más no se haga mi voluntada sino la de Él. Y en esas estamos. Palabra de Dios, que mi buen porrazo me ha costado-
Soy banquero, lo reconozco, y así lo manifiesto ante Dios y ante los hombres. Me dedico a ennegrecer dinero. Los céntimos que me sobran cuando voy al Mercado Central, que me cae aquí aun paso, me los meto en una caja de cartón de zapatos y, dinero y caja bajo siete llaves quedan bien custodiados en la negrura del armario ropero cerrado, y por eso se me ennegrece el dinero. No se vayan a pensar. Así le tengo estafado al Estado Español, que para eso profeso el noble y prudente oficio de banquero, más o menos, cerca de 20 euros en cinco ejercicios fiscales. Que Dios me perdone, pero de pagar impuestos de ese dinero ¡Una mierda voy a pagar!
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