jueves, 4 de marzo de 2021

¡Hombre, vosotras/vosotros por aquí, qué alegría más grande/más grando! Mis queridas/queridos eco, verde que te quiero verde, globi progre/globi progra, ni de izquierdas ni de derechas, ni un extremo ni otro, femi esto femi lo otro, o n ges, de los del carrusel ni arriba ni abajo, de los de la mortalidad de las ideologías y niño KK que eso no se toca que es marxismo super puro y duro, y como se te ocurra, viene el Marx, el Lenín, el Stalin, el Fidel, El Che, el Mao, el Hugo, el Evo, la Tía Frasquita y la mula Francis y se te comerán por los pies y además, te mearas en la cama, para que lo sepas, y otros muchos K, Ki, Q, P + KK+1, todos de dame la manita PPLuis del neoliberalismo. Que me dais mucha alegría digo, tronquis troncos, tíos, coleguis guay, pero que se hace a mí, que me lo barrunto, como decíamos ayer, que como los trabajadores no nos empecemos aprender el ma, me, mi, mo, mu del materialismo histórico de Marx, empezando por los marxistas de boquilla, tenemos menos porvenir que un submarino colgado de un alambre en la rama de un olivo, chispa más o menos.

 

Renovables, ¿no, gracias?


Por Gustavo Duch

Rebelión

Fuentes: PalabreAndo

04.03.2021

En años recientes, y más aún en los últimos meses, la aparición de muchos (y grandes) proyectos de instalación de parques eólicos y solares en el territorio está generando la aparición de muchas protestas e impugnaciones desde el mundo rural. La razón es simple: como en otras muchas ocasiones, estas comunidades sienten cómo se les imponen decisiones sin su participación cuando serán ellas las que sufrirán las afectaciones. Pero, ¿qué otros ángulos debemos incluir en este debate?

Renovable, el recurso o la tecnología

Cuando se habla de un recurso renovable está claro a lo que nos referimos. Mientras el petróleo es un bien finito que tarde o temprano se agotará, el Sol, el viento o las mareas, inclusive la energía geotérmica, son fuentes energéticas que pueden perdurar. Quemar petróleo, además, supone emisión de gases con efecto invernadero con impactos cada vez más complejos y destructores, tanto que la Agencia Internacional de la Energía, ya hace algunos años, recomendó dejar en el subsuelo las dos terceras partes de las reservas conocidas de todos los combustibles fósiles. Por todo ello, hay un consenso social en la necesidad de dejar de consumir petróleo. 

Pero esta situación se complejiza cuando analizamos la tecnología y funcionamiento de las actuales formas de aprovechamiento de la energía del Sol y del viento. Las placas solares y los molinos de viento que redibujan nuestros paisajes esconden en su interior la necesidad de unos materiales minerales que, como el petróleo, también son finitos. En algunos casos, son minerales tan escasos que se incluyen en una categoría conocida como ‘tierras raras’. De hecho, no solo la mecánica para extraer la energía depende de minerales finitos, el transporte de la electricidad con la que querremos cargar nuestros coches eléctricos significan muchos kilómetros de cobre. Y como son tantos, y como parece que serán muchos más, la pregunta es doble ¿cuánto cobre está disponible y cuál es el impacto que provoca su extracción?

Minerales importados

En este sentido las campañas de muchas entidades para darnos a conocer el origen del coltán que utilizan todos nuestros teléfonos móviles nos abren los ojos. El cobalto que se requiere en estas tecnologías se encuentra en el Congo. Muy buena parte del cobre en Perú y Chile. El litio de las baterías para almacenar la energía conseguida, en Bolivia, Chile, Argentina y parece que en breve en Portugal. Y esos minerales con nombres complicados de recordar son procesados mayoritariamente en China. 

En todos estos lugares, la acelerada extracción minera que supone abastecer a esta industria y sus usos, provoca graves problemas por contaminación directa de la tierra, agua y aire de la zona, requiere de un uso excesivo de agua que limita otros usos más esenciales como el de boca o el agrícola y genera graves problemas sociales como desplazamientos forzados de comunidades, enfermedades por toda la toxicidad mencionada o verdaderos conflictos bélicos para el control de estos recursos.

Otro ejemplo aún más desconocido 

Es paradójico conocer que para construir molinos de viento “verdes” se deforeste la selva amazónica del Ecuador. Las palas del rotor de los molinos “están hechas en su mayoría de plástico reforzado con fibra de vidrio y madera de balsa unida con resina epoxi o poliéster”, dice Peter Meinlschmidt, director del Instituto Fraunhofer de Investigación de la Madera, Wilhelm-Klauditz-Institut, WKI, en Brunswick.

La balsa es un árbol que crece en los bosques tropicales y en la actualidad, como denuncia la población indígena de Ecuador, está siendo explotada en grandes cantidades por capitales extranjeros, sobre todo chinos. Y aunque es un árbol que crece con rapidez, más rápida es la demanda del material lo que, finalmente, provoca altas tasas de deforestación de la selva y pone en peligro el clima y la vida sostenible (ellas sí) de estas comunidades. Te puede interesar

Lo más importante es el uso

Sin minimizar la importancia de qué energéticos se utilizan y se consumen, cómo se los explota y procesa, así como quién controla la generación de energía, es trascendental pensar para qué se emplea la energía. Si yo uso unos pocos decilitros de gasolina para mi motosierra, ¿hago un uso poco ecológico? Si con ella puedo hacer leña para pasar el invierno, está claro que no. Mayor atención debería de ponerse en este punto pero las administraciones lo ignoran ¿Necesitamos talar árboles para disponer en casa de un aspirador eléctrico cuando existen las escobas? ¿Necesitamos consumir petróleo para importar comida que podemos producir en nuestras tierras?

(en català)

Fuente: https://gustavoduch.wordpress.com/2021/03/03/renovables-no-gracias/

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Estallidos o levantamientos sociales


 ¿Qué distingue a los estallidos de los levantamientos?

Estallidos o levantamientos



 Raúl Zibechi

El Viejo Topo

03.03.2021

Un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) revela que las clases dominantes, a las que el organismo sirve, esperan estallidos sociales en todo el mundo como consecuencia de la pandemia.

El trabajo Repercusiones sociales de la pandemia, publicado en enero, considera que la historia es una guía que le permite esperar estallidos que ponen de manifiesto fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfianza en las instituciones, la percepción de incompetencia o corrupción de los gobiernos (https://bit.ly/3qVVhAV).

Gracias a sus amplios recursos, el FMI elaboró un índice de malestar social con base en un análisis de millones de artículos de prensa publicados desde 1985 en 130 países, que reflejan 11 mil acontecimientos susceptibles de causar estallidos sociales. Lo que le permite adelantar que sobre mediados de 2022 comenzará una oleada de protestas que se busca prevenir y controlar.

Lo importante es que el organismo dice a los gobiernos y al gran capital que el periodo que se abre en los 14 meses posteriores al inicio de la pandemia, puede ser peligroso para sus intereses y que deben estar preparados, pero agrega que cinco años después los efectos de los estallidos serán residuales y ya no afectarán a la economía.

La ecuación parece clara: las clases dominantes esperan estallidos, se preparan para encararlos y neutralizarlos, porque por un tiempo pueden desestabilizar la dominación.

Un detalle: el estudio ni siquiera menciona los resultados de eventuales elecciones como riesgos para el capital, quizá porque más allá de quien gane, saben que los gobiernos surgidos de las urnas nunca han conseguido mellar el poder del capital.

Los movimientos anticapitalistas debemos tomar buena nota de las previsiones del sistema, para no repetir errores y prevenirnos de acciones que, a la larga, nos desgastan sin producir cambios. Propongo diferenciar estallidos de levantamientos, para mostrar que aquéllos no son convenientes, pero éstos pueden serlo si son fruto de una sólida organización colectiva.

Los estallidos son reacciones casi inmediatas a los agravios, como los crímenes policiales; generan una enorme y furiosa energía social que se desvanece en pocos días. Entre los estallidos, está el sucedido durante tres días de septiembre en Bogotá, ante el asesinato por la policía de un joven abogado con nueve fracturas de cráneo.

La represión causó la muerte de más de 10 manifestantes y 500 heridos, alrededor de 70 por bala. La justa rabia se ubicó en los Centros de Atención Inmediata, sedes policiales en las periferias, 50 de las cuales fueron destruidas o incendiadas. Luego de tres días, la protesta se desvaneció y no quedaron colectivos organizados en los barrios más afectados por la violencia estatal.

Ejemplos de éstos hay muchos, pero me interesa destacar que los estados aprendieron a lidiar con ellos. Sobrexponen la violencia en los medios, crean grupos de estudio sobre las injusticias sociales, mesas de negociación para simular interés y hasta pueden separar a algunos uniformados de sus tareas, enviándolos a otros sitios.

Lo más común es que los gobiernos acepten que hay injusticias, en general, y que atribuyan la violencia de los estallidos a la precariedad del empleo juvenil y otras consecuencias del sistema, sin abordar las causas de fondo.

Levantamiento es algo diferente. Un cuerpo organizado decide su comienzo, traza los objetivos y los modos, los puntos de concentración y de repliegue, y en diálogo colectivo decide el momento en que el levantamiento finaliza. El mejor ejemplo es el levantamiento indígena y popular de octubre de 2019 en Ecuador. Duró 11 días, fue decidido por las bases de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador y se plegaron sindicatos y jóvenes de las periferias urbanas.

La violencia fue acotada por las guardias de las organizaciones, que impidieron saqueos inducidos por policías infiltrados. Se decidió finalizarlo en enormes asambleas en Quito, luego de que el gobierno de Lenín Moreno anuló el paquete de medidas neoliberales que generó la movilización. El parlamento indígena y de los movimientos sociales creado días después, fue el encargado de darle continuidad al movimiento.

Un levantamiento puede reforzar la organización popular. En Chile, donde prefieren decir revuelta y no estallido, se crearon más de 200 asambleas territoriales durante las protestas en casi todos los barrios populares.

La acción colectiva masiva y contundente debe reforzar la organización, porque es lo único que puede darle continuidad en el tiempo largo. Las clases dominantes aprendieron hace ya tiempo a capear los estallidos, porque saben que son efímeros. Si nos organizamos, las cosas pueden cambiar, pero nada lograremos si creemos que el sistema caerá con una sola trompada.

Artículo publicado originalmente en La Jornada.

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La Mesa para la reconstrucción social y económica que propone el gobierno. Análisis y valoración por el PTE

 

¿ES UNA TRAMPA LA «MESA PARA LA RECONSTRUCCIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA» QUE PROPONE EL GOBIERNO?


¿A QUIEN BENEFICIARÁ REALMENTE? El Partido de los Trabajadores de España (PTE), se dirige al pueblo español, con el objetivo de explicar y aclarar en nuestra opinión, lo que suponen “estos pactos” desde el punto de vista político, social y económico y dejar clara nuestra postura. Ante la crisis de la pandemia por el COVID-19, el Gobierno del PSOE-UP, han propuesto a todas las fuerzas políticas parlamentarias la creación de una “Mesa para la Reconstrucción Social y Económica”, emulando a los antiguos “Pactos de la Moncloa” de 1977, con el objetivo de afrontar, de manera consensuada y pactada, la tremenda crisis económica y social que nos espera después de la cuarentena, y que ya se hace notar en las espaldas de millones de compatriotas.

En un principio, se esperaba contar en dicha “mesa de reconstrucción”, con los partidos del arco parlamentario, presidentes autonómicos, sindicatos, asociaciones de empresarios y autónomos, entidades ciudadanas y expertos independiente, pero parece ser que finalmente dicha mesa se convertirá en “una comisión, estrictamente parlamentaria”, lo que supondrá que serán los partidos parlamentarios, los que concluyan que es lo mejor para todos nosotros, sin tener en cuenta todas las sensibilidades sociales.

No vamos a entrar en analizar en profundidad lo que fueron los Pactos de la Moncloa de 1977, pero si dar unos pequeños apuntes, por su extrapolación a los tiempos actuales: Realmente fueron DOS (El Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía y El Acuerdo sobre el programa de actuación jurídica y política). Muerto el dictador Franco, estos 2 acuerdos suponían el respaldo necesario y definitivo, “de las fuerzas antifascistas”, que la transición necesitaba, para pasar de la aislada y decadente dictadura a un sistema democrático, y que esto les permitiese, mantener en el poder a los mismos protagonistas de los anteriores 40 años de dictadura, represión y muertes, y que estos mismos fascistas, continuaran siendo los conductores del nuevo estado español en esta nueva fase de democrática, en lo político, en lo judicial, en lo militar, en lo social y sobre todo en lo económico. “Se blanqueaba la fachada para mantener el mismo edificio”.

Estos pactos supusieron, a cambio de legalizar esta maniobra por parte de PSOE y PCE, unos acuerdos de “reafirmación de su legalización” de pleno derecho, la cesión de una parte de poder político, el acceso a medios de comunicación y recursos económicos y la “legalización efectiva” de sus centrales sindicales, entre otros. El aparato del estado con líderes fascistas, a cambio quedó intacto: Siguieron gobernando los franquistas bajos formas más democráticas, la economía siguió en manos de la misma oligarquía que habían hecho sus negocios al amparo de la dictadura, los aparatos del estado (la justicia, el ejército, la Guardia Civil, etc.), siguieron inmóviles y aún hoy siguen en manos de los mismos dictadores, nunca se hizo “la puga” necesaria… “Ellos siguen estando ahí”.

 La esperada “Ley de Amnistía”, es cierto que puso en la calle a varios miles de presos antifascistas, pero su verdadero fin era otro, “hacer intocables” a los miles de policías, militares, políticos y/o funcionarios que habían asesinado, reprimido, torturado y perseguido durante 40 años, para sostener la dictadura, por tanto, conseguir una “inmunidad” de la que hoy siguen gozando.

Aunque, en resumen, los principales objetivos no eran otros que salir de crisis económica que situaba la inflacción del 26,39%, e imponernos el modelo político y social que regiría la ¿nueva etapa democrática?, lo que escondía era mantener la monarquía y a los lacayos del régimen franquista. Pues, no solo, no se restauró la República derrocada por el golpe militar, si no, se nos impuso la actual monarquía como modelo de estado, “colada con calzador” en una “Constitución”, en la que no nos permitieron elegir si la queríamos o no, era o “un todo o un nada”, un “trágala” antidemocrático, con el beneplácito de PSOE y PCE.

Unos “pactos” que se perpetraron sin consultar al pueblo, representado también, por los cientos de colectivos sociales, sindicatos de clase y partidos extraparlamentarios (todos muy significativos en la época), y en resumidas cuentas, sin contar con todas las sensibilidades sociales, pues no está de más, recordar que dichos pactos, fueron respaldados SOLO por: UCD, AP, PSOE, PCE, PSP, PSCPSOE, CSC, PNV, CiU y apoyados por las recién nacidas CC.OO y UGT, y por supuesto por las Asociaciones Empresariales de la época. Decenas de organizaciones políticas y sindicales con un fuerte respaldo social y el movimiento ciudadano, no fueron consultados. La transición política de la dictadura a la democracia, no fue más que una maniobra del capitalismo español, en peligro por las luchas obreras y populares de la época y desde la clandestinidad (especialmente desde 1973, encabezadas por organizaciones comunistas, sindicatos de clase y organizaciones sociales), para salvar su propia subsistencia, y para ello necesitaban “colaboradores creíbles” pues sus propios impulsores, los propios del régimen, no disponían de apoyo social para conseguirlo. El papel jugado entonces por los partidos firmantes de “los pactos”, en especial el PSOE y el PCE junto a sus sindicatos, fue imprescindible y resolutorio, sin ellos, no hubieran sido posible los Pactos de la Moncloa, ni la monarquía. El grave error o “la gran traición” a la clase trabajadora, fue aceptar la “transición” y no luchar por la “ruptura democrática”.

Nuestros DOS partidos que dieron origen al actual Partido de los Trabajadores de España (PTEORT) en 1979, el Partido del Trabajo (PTE) Y la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), al igual que la mayoría de los partidos extraparlamentarios y el resto de organizaciones sindicales, como la Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores (CSUT), el Sindicato Unitario (SU) o la CNT, se opusieron a dichos pactos.

El Partido del Trabajo (PTE), incluso llegó a proponer un “Plan Alternativo”, que definía a los Pactos de la Moncloa como “Un Golpe a la Democracia”, porque en sus detalles, suponían una brutal reestructuración de la economía española para adaptarla a la competitividad europea, a cuya pertenencia se aspiraba ya, una reestructuración que entre otras medidas, suponía, la desaparición de empresas y sectores enteros de producción, el ataque al campesinado y sus productos, con la modernización del campo, que significó la expulsión de cientos de miles de jornaleros y pequeños campesinos que fueron sustituidos por máquinas y modificando los métodos de saneamiento y conservación tradicional del campo, por venenos y pesticidas contaminantes del medio ambiente, sin ofrecer ninguna salida, más que subsidios que en la práctica, suponían “comprar el orden público”, la congelación de la capacidad salarial de los trabajadores, restricciones crediticias a los pequeños y medianos empresarios, incremento de los expedientes de crisis y el paro, deterioro de la situación de los pensionistas o restricción de los derechos sindicales, propuestas que ya defendía en el congreso el gobierno de la UCD, y cuyas únicas contrapartidas políticas no eran otras que importantes mejoras para los partidos firmantes del pactos, como el fortalecimiento de sus sindicatos, la administración de algunos medios de comunicación por los partidos o la participación de éstos en las instituciones autonómicas, por ejemplo.

Todo ello por apoyar el “Plan del Gobierno de UCD”, en vez de hacer lo que propuso el PTE que no era si no, “reunirse todas los partido políticos obreros y populares, y las fuerzas sindicales, acordar un “Programa Económico Progresista” e ir a negociar con el Gobierno de la UCD, en posición de la fuerza que daría la UNIDAD de la izquierda”, un “Plan Alternativo” que suponía una reforma fiscal progresiva para que pagase más el que más tenia, una reforma económica en defensa del empleo, con la reordenación del trabajo, para aprovechar los recursos materiales y humanos de los trabajadores, aplicación de mecanismos de control a la banca privada y a las cajas de ahorros, defensa de la pequeña y mediana empresa y a las regiones y sectores deprimidos, como el campo o la construcción naval, así como el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones y una reforma política que garantizase la libertad, afianzase la democracia y progresase en la igualdad entre hombres y mujeres.

El Partido del Trabajo (PTE), se opuso a los Pactos de la Moncloa porque, perjudicaban a la mayoría de la población y suponían un respaldo a los beneficios de una minoría, a los grandes capitales y a la oligarquía financiera. Han pasado 43 años y hoy se presenta de nuevo una situación similar, no tanto en el aspecto político, que también, sino más bien, en el aspecto económico, sumidos en una gran crisis financiera, provocado por la pandemia del COVID-19, el gobierno de turno, nos presenta un “Plan de Reconstrucción Social y Económica”, en formato de “mesa o comisión parlamentaria”, de nuevo, sin contar con los trabajadores, ni con todas las sensibilidades sociales. Unos “Pactos” que de nuevo el empresariado español necesita para sobrevivir, debido a que su propio desarrollo origina crisis económicas cada vez más duraderas y profundas y de las que es más difícil salir, cuyos costos están cada vez más en entredicho, desde el punto de vista de su supervivencia como sistema económico dominante.

Hoy igual que entonces, el capitalismo necesita de nuevo, para salvarse, la complicidad de “la supuesta izquierda” y fuerzas democráticas, pues el COVID-19 solo ha precipitado una nueva crisis que ya se venía fraguando y anunciando antes de la pandemia. Ésta, puede tener unos efectos devastadores.

De nuevo los acontecimientos nos colocan al Partido y al “maltrecho y débil campo revolucionario”, en un momento de lucha, de servir para denunciar y reclamar en las calles, las fábricas, el campo y en cada puesto de trabajo, avanzar en las ideas de “cambio social” como solución al sistema dominante. Si en 1977, con los Pactos de la Moncloa, subyacía una posible involución por parte del franquismo, cuando el franquismo ya estaba sentado en la mesa de negociación, o un posible “golpe de estado” por parte del ejército, como se llegó a decir por parte de dirigentes de la UCD, para presionar en la firma de “los pactos”, hoy en 2020, subyace un posible ascenso de la extrema derecha (Vox) y de la derecha extrema (PP), ante un gobierno progresista (PSOE-UP) que deambula entre pactos y guiños a todos lados, y que necesita al resto de fuerzas parlamentarias, para “pactar” medidas que por sí solo podría tomar desde la izquierda y la pregunta es, ¿Por qué no lo hace?, ¿Por qué necesita un “pacto nacional”?. Si analizamos detenidamente la situación, a este gobierno no le hace falta pactar con todos, incluida la derecha, bastaría con “recomponer el pacto de investidura” que haría posible mantener un núcleo de votos decisivos, mayoritariamente de izquierdas, para sacar adelante un “Pacto Progresista para la Transformación Economía y Social”. que favorezcan más a los trabajadores y las grandes mayorías.

¿Entonces, por qué el PSOE propone la “Mesa para la Reconstrucción Social y Económica”, con todas las fuerzas parlamentarias, incluidas las derechas?, Las respuestas bien podrían ser éstas: Primero, para evitar tener que tomar acuerdos desde la izquierda y desde las posturas nacionalistas, lo que le llevaría a duros enfrentamientos con los poderes fácticos (CEOE, la Banca, y los “Lobbys” empresariales), con las derechas y sus propios votantes, y recibir un posible duro castigo electoral.

Segundo, para evitar un afianzamiento de UP dentro del gobierno, ya que, si se produjese un “giro político a la izquierda” real, la ciudadanía podría pensar que se debería a la presión de UP y se le podrían marchar miles de votantes.

 Y tercero y lo más importante y peligroso, porque el PSOE es un partido socialdemócrata, de identidad económica oligarca, es decir, defensor del libre mercado y del sistema capitalista, al que, según sus innumerables declaraciones públicas, “hay que reformar el sistema”, pero en la práctica, nunca hablaron de “sustituir el sistema”, decantándose en todo momento por el mantenimiento del capitalismo, en vez de por el socialismo.

Pactar solo con la izquierda y con los partidos nacionalistas, no le interesa, ya que probablemente también, tendría que “sentar en la mesa” a sindicatos, entidades ciudadanas y sociales, y eso de consultar al pueblo no está en su agenda.

Aun así, parece que la “Mesa para la Reconstrucción Social y Económica”, reconvertida en “Comisión Parlamentaria”, por la presión del PP, será un hecho inevitable en el formato que tiene previsto el Gobierno, “a espaldas del pueblo y alejada de los ojos de todos”, y al igual que en el 1977, con el enemigo de clase (PP, Cds y Vox), sentado a la mesa de negociación, porque Vox al final entrará y si no le representará el PP.

Partiendo de la base que esta situación es bien distinta que la de 1977, pues entonces, la izquierda estaba en la oposición y ahora “se supone” que la izquierda está gobernando, el Partido de los Trabajadores de España (PTE), pide al Gobierno, una “prioridad negociadora” diferente, que tenga en cuenta a TODOS y escuche las demandas, desde la izquierda, de los representantes de: Sindicatos, Organizaciones agrarias, Asociaciones profesionales, Partidos extraparlamentarios, Colectivos sociales y ciudadanos que llevan años en lucha por sus sectores, como los Jubilados, Mujeres, Sanitarios, Profesores, Mujeres, Agricultores, campesino y jornaleros, Astilleros, etc. y sobre todo al Movimiento Republicano.

El Partido de los Trabajadores de España (PTE), entiende que cualquier negociación que el Gobierno emprenda, debe llevar implícito medidas y recursos, que permitan, no solo salir de esta crisis temporal, si no, mejorar la calidad de vida de las clases medias y bajas de la población, de manera duradera y permanente, con una transformación social progresista desde la izquierda, que sitúe a los trabajadores en el lugar de bienestar que le corresponde y haga justicia con la historia y el esfuerzo de lucha desplegado a los largo de estos años por las clases populares.

Para esto, es necesario que se cumplan en estas negociaciones tres Reformas indispensables: una reforma fiscal progresiva para que pague más el que más tiene, con la aplicación de mecanismos de control a la banca privada, a las cajas de ahorros, y a las grandes corporaciones, y que alcance a los privilegios que tiene la Iglesia Católica. Una Reforma Económica que defienda los derechos de los trabajadores y de las capas sociales más desfavorecidas, en defensa del empleo, con la reordenación del trabajo, para aprovechar los recursos materiales y humanos de los trabajadores, defienda a la pequeña y mediana empresa y a las regiones y sectores deprimidos, como el campo, la construcción naval o la minería, que elimine la dependencia del Turismo y potencie la Industrialización y el I+D de nuestro país, primando la defensa de lo Público, como la Sanidad y la Enseñanza, frente a lo privado.

Y una Reforma política que garantice la libertad real y plena, afiance la democracia, cuestione la monarquía a un plebiscito, luche contra el fascismo y progrese en la igualdad entre hombres y mujeres.

Así pues, mientras que no existan o no podamos crear las condiciones revolucionarias suficientes como para cambiar el sistema, EXIGIMOS al gobierno, que cualquier NEGOCIACIÓN que se aborde desde la izquierda, debe ir dirigido, como mínimo a:

 • Defender lo público frente a lo privado.

• Mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.

• Favorecer un mejor reparto de la riqueza, donde pague más el que más tiene y se proteja a las personas en exclusión social con la Renta Básica Universal o Renta Mínima Vital.

• Modificar del modelo de estado, cuestionando con un plebiscito entre Monarquía o República.

• Generar mayores recursos económicos, con la reducción del gasto innecesario en Instituciones, diputados, senadores, cargos y salarios públicos, subvenciones y despilfarro institucional, invirtiendo el ahorro en favor del desarrollo del país.

• Luchar contra la corrupción y la evasión de capitales.

• Potenciar y ayudar económicamente a los autónomos y PYMES, sectores sociales creadores del 80% del trabajo, olvidados por la banca, en beneficio del desarrollo profesional de los trabajadores y la generación de riqueza.

• Poner al servicio de todos, la sanidad, la cultura, el deporte y las infraestructuras sociales, con un carácter público/estatal.

• Dotar de una vivienda digna a quien no la tenga y generar los recursos y ayudas necesarias para evitar los desahucios. - Colocar en el lugar que le corresponde a la mujer, a nuestros mayores y a nuestros jóvenes garantes del desarrollo presente y futuro.

• Desarrollar España como un territorio aconfesional sin ayudas ni a la Iglesia Católica, ni a ninguna otra confesión religiosa.

• Potenciar las libertades individuales y colectivas, fomentando la participación ciudadanaen los órganos públicos y/o de poder.

• Establecer mecanismos de control y lucha, frente al racismo y la xenofobia y defender la regularización de la inmigración en igualdad de derechos y deberes para su inserción social.

Al mismo tiempo, PROPONEMOS este “Plan de Acción”, para avanzar hacia un “Pacto Progresista para la Transformación Económica y Social” como punto de partida, a todas las fuerzas políticas extraparlamentarias, especialmente a las comunistas, y a todas las organizaciones sindicales y sociales que quieran debatirlas y abordar sobre ellas, para que JUNTOS concluyamos un PROGRAMA SOCIAL y POLÍTICO progresista, como contrapartida a la Mesa para la Reconstrucción Social y Económica de España, que plantea el gobierno y que sin duda, estará a “años luz”, de lo que realmente necesita la clase trabajadora.

Partido de los Trabajadores de España

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