jueves, 4 de marzo de 2021

La Mesa para la reconstrucción social y económica que propone el gobierno. Análisis y valoración por el PTE

 

¿ES UNA TRAMPA LA «MESA PARA LA RECONSTRUCCIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA» QUE PROPONE EL GOBIERNO?


¿A QUIEN BENEFICIARÁ REALMENTE? El Partido de los Trabajadores de España (PTE), se dirige al pueblo español, con el objetivo de explicar y aclarar en nuestra opinión, lo que suponen “estos pactos” desde el punto de vista político, social y económico y dejar clara nuestra postura. Ante la crisis de la pandemia por el COVID-19, el Gobierno del PSOE-UP, han propuesto a todas las fuerzas políticas parlamentarias la creación de una “Mesa para la Reconstrucción Social y Económica”, emulando a los antiguos “Pactos de la Moncloa” de 1977, con el objetivo de afrontar, de manera consensuada y pactada, la tremenda crisis económica y social que nos espera después de la cuarentena, y que ya se hace notar en las espaldas de millones de compatriotas.

En un principio, se esperaba contar en dicha “mesa de reconstrucción”, con los partidos del arco parlamentario, presidentes autonómicos, sindicatos, asociaciones de empresarios y autónomos, entidades ciudadanas y expertos independiente, pero parece ser que finalmente dicha mesa se convertirá en “una comisión, estrictamente parlamentaria”, lo que supondrá que serán los partidos parlamentarios, los que concluyan que es lo mejor para todos nosotros, sin tener en cuenta todas las sensibilidades sociales.

No vamos a entrar en analizar en profundidad lo que fueron los Pactos de la Moncloa de 1977, pero si dar unos pequeños apuntes, por su extrapolación a los tiempos actuales: Realmente fueron DOS (El Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía y El Acuerdo sobre el programa de actuación jurídica y política). Muerto el dictador Franco, estos 2 acuerdos suponían el respaldo necesario y definitivo, “de las fuerzas antifascistas”, que la transición necesitaba, para pasar de la aislada y decadente dictadura a un sistema democrático, y que esto les permitiese, mantener en el poder a los mismos protagonistas de los anteriores 40 años de dictadura, represión y muertes, y que estos mismos fascistas, continuaran siendo los conductores del nuevo estado español en esta nueva fase de democrática, en lo político, en lo judicial, en lo militar, en lo social y sobre todo en lo económico. “Se blanqueaba la fachada para mantener el mismo edificio”.

Estos pactos supusieron, a cambio de legalizar esta maniobra por parte de PSOE y PCE, unos acuerdos de “reafirmación de su legalización” de pleno derecho, la cesión de una parte de poder político, el acceso a medios de comunicación y recursos económicos y la “legalización efectiva” de sus centrales sindicales, entre otros. El aparato del estado con líderes fascistas, a cambio quedó intacto: Siguieron gobernando los franquistas bajos formas más democráticas, la economía siguió en manos de la misma oligarquía que habían hecho sus negocios al amparo de la dictadura, los aparatos del estado (la justicia, el ejército, la Guardia Civil, etc.), siguieron inmóviles y aún hoy siguen en manos de los mismos dictadores, nunca se hizo “la puga” necesaria… “Ellos siguen estando ahí”.

 La esperada “Ley de Amnistía”, es cierto que puso en la calle a varios miles de presos antifascistas, pero su verdadero fin era otro, “hacer intocables” a los miles de policías, militares, políticos y/o funcionarios que habían asesinado, reprimido, torturado y perseguido durante 40 años, para sostener la dictadura, por tanto, conseguir una “inmunidad” de la que hoy siguen gozando.

Aunque, en resumen, los principales objetivos no eran otros que salir de crisis económica que situaba la inflacción del 26,39%, e imponernos el modelo político y social que regiría la ¿nueva etapa democrática?, lo que escondía era mantener la monarquía y a los lacayos del régimen franquista. Pues, no solo, no se restauró la República derrocada por el golpe militar, si no, se nos impuso la actual monarquía como modelo de estado, “colada con calzador” en una “Constitución”, en la que no nos permitieron elegir si la queríamos o no, era o “un todo o un nada”, un “trágala” antidemocrático, con el beneplácito de PSOE y PCE.

Unos “pactos” que se perpetraron sin consultar al pueblo, representado también, por los cientos de colectivos sociales, sindicatos de clase y partidos extraparlamentarios (todos muy significativos en la época), y en resumidas cuentas, sin contar con todas las sensibilidades sociales, pues no está de más, recordar que dichos pactos, fueron respaldados SOLO por: UCD, AP, PSOE, PCE, PSP, PSCPSOE, CSC, PNV, CiU y apoyados por las recién nacidas CC.OO y UGT, y por supuesto por las Asociaciones Empresariales de la época. Decenas de organizaciones políticas y sindicales con un fuerte respaldo social y el movimiento ciudadano, no fueron consultados. La transición política de la dictadura a la democracia, no fue más que una maniobra del capitalismo español, en peligro por las luchas obreras y populares de la época y desde la clandestinidad (especialmente desde 1973, encabezadas por organizaciones comunistas, sindicatos de clase y organizaciones sociales), para salvar su propia subsistencia, y para ello necesitaban “colaboradores creíbles” pues sus propios impulsores, los propios del régimen, no disponían de apoyo social para conseguirlo. El papel jugado entonces por los partidos firmantes de “los pactos”, en especial el PSOE y el PCE junto a sus sindicatos, fue imprescindible y resolutorio, sin ellos, no hubieran sido posible los Pactos de la Moncloa, ni la monarquía. El grave error o “la gran traición” a la clase trabajadora, fue aceptar la “transición” y no luchar por la “ruptura democrática”.

Nuestros DOS partidos que dieron origen al actual Partido de los Trabajadores de España (PTEORT) en 1979, el Partido del Trabajo (PTE) Y la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), al igual que la mayoría de los partidos extraparlamentarios y el resto de organizaciones sindicales, como la Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores (CSUT), el Sindicato Unitario (SU) o la CNT, se opusieron a dichos pactos.

El Partido del Trabajo (PTE), incluso llegó a proponer un “Plan Alternativo”, que definía a los Pactos de la Moncloa como “Un Golpe a la Democracia”, porque en sus detalles, suponían una brutal reestructuración de la economía española para adaptarla a la competitividad europea, a cuya pertenencia se aspiraba ya, una reestructuración que entre otras medidas, suponía, la desaparición de empresas y sectores enteros de producción, el ataque al campesinado y sus productos, con la modernización del campo, que significó la expulsión de cientos de miles de jornaleros y pequeños campesinos que fueron sustituidos por máquinas y modificando los métodos de saneamiento y conservación tradicional del campo, por venenos y pesticidas contaminantes del medio ambiente, sin ofrecer ninguna salida, más que subsidios que en la práctica, suponían “comprar el orden público”, la congelación de la capacidad salarial de los trabajadores, restricciones crediticias a los pequeños y medianos empresarios, incremento de los expedientes de crisis y el paro, deterioro de la situación de los pensionistas o restricción de los derechos sindicales, propuestas que ya defendía en el congreso el gobierno de la UCD, y cuyas únicas contrapartidas políticas no eran otras que importantes mejoras para los partidos firmantes del pactos, como el fortalecimiento de sus sindicatos, la administración de algunos medios de comunicación por los partidos o la participación de éstos en las instituciones autonómicas, por ejemplo.

Todo ello por apoyar el “Plan del Gobierno de UCD”, en vez de hacer lo que propuso el PTE que no era si no, “reunirse todas los partido políticos obreros y populares, y las fuerzas sindicales, acordar un “Programa Económico Progresista” e ir a negociar con el Gobierno de la UCD, en posición de la fuerza que daría la UNIDAD de la izquierda”, un “Plan Alternativo” que suponía una reforma fiscal progresiva para que pagase más el que más tenia, una reforma económica en defensa del empleo, con la reordenación del trabajo, para aprovechar los recursos materiales y humanos de los trabajadores, aplicación de mecanismos de control a la banca privada y a las cajas de ahorros, defensa de la pequeña y mediana empresa y a las regiones y sectores deprimidos, como el campo o la construcción naval, así como el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones y una reforma política que garantizase la libertad, afianzase la democracia y progresase en la igualdad entre hombres y mujeres.

El Partido del Trabajo (PTE), se opuso a los Pactos de la Moncloa porque, perjudicaban a la mayoría de la población y suponían un respaldo a los beneficios de una minoría, a los grandes capitales y a la oligarquía financiera. Han pasado 43 años y hoy se presenta de nuevo una situación similar, no tanto en el aspecto político, que también, sino más bien, en el aspecto económico, sumidos en una gran crisis financiera, provocado por la pandemia del COVID-19, el gobierno de turno, nos presenta un “Plan de Reconstrucción Social y Económica”, en formato de “mesa o comisión parlamentaria”, de nuevo, sin contar con los trabajadores, ni con todas las sensibilidades sociales. Unos “Pactos” que de nuevo el empresariado español necesita para sobrevivir, debido a que su propio desarrollo origina crisis económicas cada vez más duraderas y profundas y de las que es más difícil salir, cuyos costos están cada vez más en entredicho, desde el punto de vista de su supervivencia como sistema económico dominante.

Hoy igual que entonces, el capitalismo necesita de nuevo, para salvarse, la complicidad de “la supuesta izquierda” y fuerzas democráticas, pues el COVID-19 solo ha precipitado una nueva crisis que ya se venía fraguando y anunciando antes de la pandemia. Ésta, puede tener unos efectos devastadores.

De nuevo los acontecimientos nos colocan al Partido y al “maltrecho y débil campo revolucionario”, en un momento de lucha, de servir para denunciar y reclamar en las calles, las fábricas, el campo y en cada puesto de trabajo, avanzar en las ideas de “cambio social” como solución al sistema dominante. Si en 1977, con los Pactos de la Moncloa, subyacía una posible involución por parte del franquismo, cuando el franquismo ya estaba sentado en la mesa de negociación, o un posible “golpe de estado” por parte del ejército, como se llegó a decir por parte de dirigentes de la UCD, para presionar en la firma de “los pactos”, hoy en 2020, subyace un posible ascenso de la extrema derecha (Vox) y de la derecha extrema (PP), ante un gobierno progresista (PSOE-UP) que deambula entre pactos y guiños a todos lados, y que necesita al resto de fuerzas parlamentarias, para “pactar” medidas que por sí solo podría tomar desde la izquierda y la pregunta es, ¿Por qué no lo hace?, ¿Por qué necesita un “pacto nacional”?. Si analizamos detenidamente la situación, a este gobierno no le hace falta pactar con todos, incluida la derecha, bastaría con “recomponer el pacto de investidura” que haría posible mantener un núcleo de votos decisivos, mayoritariamente de izquierdas, para sacar adelante un “Pacto Progresista para la Transformación Economía y Social”. que favorezcan más a los trabajadores y las grandes mayorías.

¿Entonces, por qué el PSOE propone la “Mesa para la Reconstrucción Social y Económica”, con todas las fuerzas parlamentarias, incluidas las derechas?, Las respuestas bien podrían ser éstas: Primero, para evitar tener que tomar acuerdos desde la izquierda y desde las posturas nacionalistas, lo que le llevaría a duros enfrentamientos con los poderes fácticos (CEOE, la Banca, y los “Lobbys” empresariales), con las derechas y sus propios votantes, y recibir un posible duro castigo electoral.

Segundo, para evitar un afianzamiento de UP dentro del gobierno, ya que, si se produjese un “giro político a la izquierda” real, la ciudadanía podría pensar que se debería a la presión de UP y se le podrían marchar miles de votantes.

 Y tercero y lo más importante y peligroso, porque el PSOE es un partido socialdemócrata, de identidad económica oligarca, es decir, defensor del libre mercado y del sistema capitalista, al que, según sus innumerables declaraciones públicas, “hay que reformar el sistema”, pero en la práctica, nunca hablaron de “sustituir el sistema”, decantándose en todo momento por el mantenimiento del capitalismo, en vez de por el socialismo.

Pactar solo con la izquierda y con los partidos nacionalistas, no le interesa, ya que probablemente también, tendría que “sentar en la mesa” a sindicatos, entidades ciudadanas y sociales, y eso de consultar al pueblo no está en su agenda.

Aun así, parece que la “Mesa para la Reconstrucción Social y Económica”, reconvertida en “Comisión Parlamentaria”, por la presión del PP, será un hecho inevitable en el formato que tiene previsto el Gobierno, “a espaldas del pueblo y alejada de los ojos de todos”, y al igual que en el 1977, con el enemigo de clase (PP, Cds y Vox), sentado a la mesa de negociación, porque Vox al final entrará y si no le representará el PP.

Partiendo de la base que esta situación es bien distinta que la de 1977, pues entonces, la izquierda estaba en la oposición y ahora “se supone” que la izquierda está gobernando, el Partido de los Trabajadores de España (PTE), pide al Gobierno, una “prioridad negociadora” diferente, que tenga en cuenta a TODOS y escuche las demandas, desde la izquierda, de los representantes de: Sindicatos, Organizaciones agrarias, Asociaciones profesionales, Partidos extraparlamentarios, Colectivos sociales y ciudadanos que llevan años en lucha por sus sectores, como los Jubilados, Mujeres, Sanitarios, Profesores, Mujeres, Agricultores, campesino y jornaleros, Astilleros, etc. y sobre todo al Movimiento Republicano.

El Partido de los Trabajadores de España (PTE), entiende que cualquier negociación que el Gobierno emprenda, debe llevar implícito medidas y recursos, que permitan, no solo salir de esta crisis temporal, si no, mejorar la calidad de vida de las clases medias y bajas de la población, de manera duradera y permanente, con una transformación social progresista desde la izquierda, que sitúe a los trabajadores en el lugar de bienestar que le corresponde y haga justicia con la historia y el esfuerzo de lucha desplegado a los largo de estos años por las clases populares.

Para esto, es necesario que se cumplan en estas negociaciones tres Reformas indispensables: una reforma fiscal progresiva para que pague más el que más tiene, con la aplicación de mecanismos de control a la banca privada, a las cajas de ahorros, y a las grandes corporaciones, y que alcance a los privilegios que tiene la Iglesia Católica. Una Reforma Económica que defienda los derechos de los trabajadores y de las capas sociales más desfavorecidas, en defensa del empleo, con la reordenación del trabajo, para aprovechar los recursos materiales y humanos de los trabajadores, defienda a la pequeña y mediana empresa y a las regiones y sectores deprimidos, como el campo, la construcción naval o la minería, que elimine la dependencia del Turismo y potencie la Industrialización y el I+D de nuestro país, primando la defensa de lo Público, como la Sanidad y la Enseñanza, frente a lo privado.

Y una Reforma política que garantice la libertad real y plena, afiance la democracia, cuestione la monarquía a un plebiscito, luche contra el fascismo y progrese en la igualdad entre hombres y mujeres.

Así pues, mientras que no existan o no podamos crear las condiciones revolucionarias suficientes como para cambiar el sistema, EXIGIMOS al gobierno, que cualquier NEGOCIACIÓN que se aborde desde la izquierda, debe ir dirigido, como mínimo a:

 • Defender lo público frente a lo privado.

• Mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.

• Favorecer un mejor reparto de la riqueza, donde pague más el que más tiene y se proteja a las personas en exclusión social con la Renta Básica Universal o Renta Mínima Vital.

• Modificar del modelo de estado, cuestionando con un plebiscito entre Monarquía o República.

• Generar mayores recursos económicos, con la reducción del gasto innecesario en Instituciones, diputados, senadores, cargos y salarios públicos, subvenciones y despilfarro institucional, invirtiendo el ahorro en favor del desarrollo del país.

• Luchar contra la corrupción y la evasión de capitales.

• Potenciar y ayudar económicamente a los autónomos y PYMES, sectores sociales creadores del 80% del trabajo, olvidados por la banca, en beneficio del desarrollo profesional de los trabajadores y la generación de riqueza.

• Poner al servicio de todos, la sanidad, la cultura, el deporte y las infraestructuras sociales, con un carácter público/estatal.

• Dotar de una vivienda digna a quien no la tenga y generar los recursos y ayudas necesarias para evitar los desahucios. - Colocar en el lugar que le corresponde a la mujer, a nuestros mayores y a nuestros jóvenes garantes del desarrollo presente y futuro.

• Desarrollar España como un territorio aconfesional sin ayudas ni a la Iglesia Católica, ni a ninguna otra confesión religiosa.

• Potenciar las libertades individuales y colectivas, fomentando la participación ciudadanaen los órganos públicos y/o de poder.

• Establecer mecanismos de control y lucha, frente al racismo y la xenofobia y defender la regularización de la inmigración en igualdad de derechos y deberes para su inserción social.

Al mismo tiempo, PROPONEMOS este “Plan de Acción”, para avanzar hacia un “Pacto Progresista para la Transformación Económica y Social” como punto de partida, a todas las fuerzas políticas extraparlamentarias, especialmente a las comunistas, y a todas las organizaciones sindicales y sociales que quieran debatirlas y abordar sobre ellas, para que JUNTOS concluyamos un PROGRAMA SOCIAL y POLÍTICO progresista, como contrapartida a la Mesa para la Reconstrucción Social y Económica de España, que plantea el gobierno y que sin duda, estará a “años luz”, de lo que realmente necesita la clase trabajadora.

Partido de los Trabajadores de España

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