martes, 8 de enero de 2008

CHAVEZ Y LA COMUNICACION (3/3)

Tras la derrota política sufrida Chávez ha propuesto “un proceso de revisión, rectificación y reimpulsión de la revolución.”
En cuanto a la enunciación poco se puede alegar. Simplemente añadir que, la “revisión” y la “rectificación” (en lo que sea pertinente) no se puede dejar para después de una campaña electoral, sino que tiene que ser diaria y, en lo tocante al término “revolución”, hay que tener en cuenta que no se es revolucionario porque así se diga y que a la revolución no se le puede hacer avanzar sobre un papel.
A la “revolución” conviene no manosearla, dejarla tranquilita, y que sea ella la que todos los días amanezca por la calles venezolanas, porque las calles aparezcan limpias, porque los venezolanos puedan comer bien todos los días y puedan andar tranquilamente por las calles. Esto es lo que tiene que dar cuenta de la revolución.
La política de comunicación es fundamental. Eso la sabe muy bien la derecha económica que tiene muy buenas facultades para enseñar a los periodistas las diferentes técnicas de hacer creer a la opinión pública que lo negro es blanco, o que lo blanco es azul marino, o que los colores no existen, según convenga al que pague.
Lejos, pues, de aplicar, reformar o acentuar alguna técnica de “comunicación” a lo que parece que se ha aplicado el Gobierno de Chávez, con el nombramiento de Jesse Chacón como Jefe de gabinete para reforzar la política de comunicación.
Lo blanco es blanco, con jefe o sin jefe de Gabinete de comunicación, claro que, y, evidentemente, hay que hacer saber que el blanco es blanco y que cualquier otra tonalidad cromática con la que se le quiera hacer aparecer a la opinión pública, es redondamente mentira.
Contra cualquier campaña de “comunicación” (eso ya lo hace la derecha económica a través de los medios de “comunicación” que posee) hay que enfrentarle una política de información.
Información no es propaganda política, ésta ya la hacen las calles si están limpias y si la gente come y puede andar tranquilamente. Tampoco es adoctrinamiento, una retahíla de palabras altisonantes para ser aprendidas de memoria.
Información es equivalente a educación, a cultura, o sea, a que cada individuo por sí mismo sea capaz de entender (nada de creeer, entender) la sociedad en la que vive, para lo cual necesita determinados instrumentos intelectuales. Y son estos instrumentos intelectuales los que debe proporcionar el Gobierno a todos y cada uno de los individuos venezolanos.
El color blanco es el color más blanco de todos, y por esta razón, que más elemental no puede ser, dicho color ante los ojos de los venezolanos no es que tenga que quedar meridianamente claro, sino meridianamente blanco, puesto que el blanco es blanco y no claro.
La blancura que más le urge demostrar al Gobierno de Chávez en Venezuela es todo lo referente y tendente a romper el nexo que une ideológicamente, a la gran masa de trabajadores, clases medias, pequeños y medianos empresarios no ligados a los grandes capitales, con la exigua minoría de capitalistas venezolanos, aliados a su vez, con otras minorías capitalistas extranjeras, que les explotan económica, política e ideológicamente, por lo que, evidentemente, no tienen ningún interés objetivo en común.
Minoría que se opone con uñas, dientes, dinero, medios de comunicación, armas y cualquier otro procedimiento que le convenga para salvaguardar sus mezquinos intereses minoritarios, pero que, si embargo, y a pesar de todo ello, les han votado en vez de votar a los que se mostraban como representantes de sus verdaderos intereses: Chávez y su Gobierno.
Roto ese nexo de unión ideológica entre las grandes masas sociales y la minoría corrupta que las explota política, económica e ideológicamente, creo yo, se estará en condiciones de empezar a vislumbrar de qué color es el Socialismo.
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