sábado, 22 de septiembre de 2018

UN PENSIONISTA ES UN TRABAJADOR DE ANTAÑO, O SEA, ALGUIEN QUE CON SU TRABAJO CREO RIQUEZA PARA QUE LA DISFRUTARA LA QUERIDA DEL REY O EL ARZOBISPO JUAN Y NO EL TRABAJADOR QUE LA CREÓ. UN TRABAJADOR DE HOY ES UN PENSIONISTA (PORQUE SE LO PAGA CON SU DINERO) DE MAÑANA, QUE COMO NO ESPABILE SE ENCONTRARA CON QUE EL HIJO DEL LADRÓN QUE HOY LE ROBA LE ROBARÁ MAÑANA. y SI QUIEREN LO VUELVO A REPETIR QUE ESTO ME LO SE



Tras la tensión vivida el miércoles frente al Congreso recorrerán las calles de Madrid este sábado

Los pensionistas vuelven a las calles: “La lucha es principalmente para los jóvenes”

Rebelión
Cuarto Poder
22.09.2018


Después de la tensión vivida este miércoles frente al Congreso de los Diputados, los jubilados siguen adelante con su calendario de reivindicaciones y recorrerán las calles de Madrid este sábado. Bajo el lema “Gobierne quien gobierne las pensiones se defienden”, centrarán su protesta en la revalorización de las pensiones con el IPC. Los impulsores hacen un especial llamamiento a jóvenes y estudiantes. “La lucha es principalmente para ellos. Nosotros tenemos una pensión, es verdad que muchas son indignantes, pero ellos ni siquiera las tienen garantizadas”, advierte Gerardo Ruiz, portavoz de la agrupación de pensionistas de Móstoles.

También bajo la consigna “IPC es IPC”, esta marcha convocada por la Coordinadora de Madrid por la Defensa del Sistema Público de Pensiones partirá desde Atocha el sábado a las 19.00 de la tarde, pasará por la puerta del Congreso de los Diputados hasta llegar a la Puerta del Sol. A la marcha se ha unido el colectivo feminista con la Comisión 8 de Marzo, así como la agrupación de Jóvenes Pensionistas. Los organizadores indican a cuartopoder.es que tanto Podemos como Izquierda Unida han confirmado también su asistencia, aunque los partidos ocuparán un papel secundario al final de la manifestación.

“Nuestra tabla reivindicativa es muy amplia, pero consideramos que garantizar el IPC es prioritario”, explica José Martín, portavoz de la Plataforma de Pensionistas de Rivas y de la Coordinadora de Madrid. Los pensionistas han recibido con desagrado las declaraciones del exministro de Economía socialista, Carlos Solchaga, quien dijo hace unos días que los pensionistas “no tienen razón” porque “no pagaron ni la mitad de lo que cobran”.

Pero también desconfían de las declaraciones de la actual ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, quien se ha posicionado en contra de subir las pensiones con el IPC sin el acuerdo del Pacto de Toledo. “Ese es su criterio, pero no el nuestro. No pueden ser más rojos que Lenin en la oposición y luego hacer una política más de derechas que el PP. Es a lo que nos tiene acostumbrados el PSOE a lo largo de su historia”, critica Martín.

“Somos gente con la experiencia de haber peleado para acabar con la dictadura de este país, tenemos todo el tiempo del mundo y no vamos a renunciar a que nos paren los derechos”, advierte Martín. Al margen de su reivindicación para vincular la subida de las pensiones al IPC, los pensionistas reclaman recuperar lo perdido desde 2011 a causa de la disminución de su poder adquisitivo. También recuerdan que el Estado español se adhirió a la Carta Social Europea, que dice que los Estados miembros deben establecer un salario mínimo interprofesional equivalente al 60% del salario medio. Esto serían 1.084 euros mensuales en España. Según los manifestantes, ningún salario ni ninguna pensión deberían estar por debajo de dicha cantidad.

Otra de las tareas de los pensionistas es seguir luchando para combatir “la brecha de género” que existe a día de hoy. Las mujeres están “muy discriminadas en este país”, una discriminación que empieza “en el mundo del trabajo y acaba en las pensiones”, apunta Martín. Más del 70% de las pensiones inferiores a 700 euros las cobran las mujeres.

Por otro lado, otros colectivos unirán su lucha a la de los jubilados, como es el caso de Jóvenes Pensionistas. Natalia Fernández, que pertenece a este colectivo de pensionistas por enfermedad o accidente, explican que la reivindicación del IPC también es crucial para ellos por sus dificultades particulares para llegar a fin de mes. Pero además critica “la falta de recursos sanitarios, económicos y médicos” que los recortes han provocado y que particularmente les afecta como colectivo. “Somos clientes premium de los hospitales, muchos con enfermedades crónicas, nos encontramos con médicos cansados y agotados o con una enfermera en planta por cada 20 pacientes”, narra Fernández. Entre sus reivindicaciones está conseguir la garantización de atención psicológica para los pensionistas, así como inspecciones que revisen las condiciones de trabajo que enfrentan las personas con discapacidad.

Los sindicatos mayoritarios no asistirán a la convocatoria porque los pensionistas movilizados mantienen “grandes discrepancias” con ellos, según explican. Además de la derogación de la reforma del sistema de pensiones de 2013 realizada por Mariano Rajoy, los jubilados piden que se retire la realizada en 2011 por José Luis Rodríguez Zapatero y que fue negociada con los sindicatos. CCOO y UGT manifiestan su rechazo a la reforma del PP pero esquivan la del PSOE.

Después de la marcha del sábado, los pensionistas se preparan para el siguiente asalto. El próximo miércoles 26 de septiembre volverán a la Plaza de las Cortes de Madrid, frente al Congreso de los Diputados, para seguir adelante con sus reivindicaciones. “No vamos a parar hasta que lo consigamos”, advierten.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/derechos-sociales/2018/09/21/los-pensionistas-vuelven-a-las-calles-la-lucha-es-principalmente-para-los-jovenes/

*++

LOS IMPERIOS NO OBEDECEN A LEYES NATURALES, Y POR TANTO CAEN, SIN QUE LAS LEYES NATURALES CAMBIEN DE NATURALEZA




Las sanciones de Trump a Irán profundizan la tumba de las tropas de EE.UU. en Afganistán

Rebelion
Rusia Today
22.09.2018

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo


La espectacular y aparentemente imparable escalada de ofensivas talibanes por todo Afganistán prueba que Estados Unidos lleva camino de convertirse en la última potencia extranjera que sucumbe en una tierra famosa por ser “la tumba de los imperios”.

Pero, a diferencia de otros imperios derrotados en Afganistán en el pasado, Estados Unidos destaca por haber contribuido en buena medida a su funesto destino por los errores garrafales que ha cometido y su legado de duplicidad criminal.

En concreto, la obsesión de Washington por enfrentarse al país vecino, Irán, y planificar un golpe de Estado en Teherán podría suponer un punto de inflexión en la guerra de Afganistán. Podría ser el momento en que se arroja a la tumba estratégica y militar que ha estado cavando las últimas dos décadas en Afganistán.

Tras 17 años de una ocupación militar que ha costado al contribuyente de EE.UU. billones de dólares, los insurgentes talibanes parecen tener la capacidad de lanzar espectaculares ataques a discreción contra el gobierno de Kabul apoyado por Washington. A todas luces, este hecho presagia una derrota histórica para las ambiciones imperiales de Washington. Y no solo en Afganistán.

El pasado mes, la ciudad estratégica de Ghazdi, a solo 150 km de la capital, fue ocupada varios días por los talibanes antes de que realizaran una retirada táctica a zonas próximas.
Luego los talibanes asaltaron una base de entrenamiento militar y de inteligencia, como para subrayar la ineficacia de las fuerzas de seguridad respaldadas por Estados Unidos. ¿Una base de inteligencia militar tomada por sorpresa?

Más al norte, en la provincia de Faryab, militantes talibán tomaron una base del Ejército Nacional Afgano causando 30 muertos y capturando al resto de la guarnición, unos 70 soldados. Los ancianos de la provincia afirmaron que la base fue fácilmente tomada porque carecía de refuerzos, munición y vituallas. No está mal para contar con el apoyo de Estados Unidos.

Recordemos que se supone que Afganistán fue “el Vietnam de la Unión Soviética”. Así se refirieron estrategas estadounidenses como Zbigniew Brzezinski a Afganistán y su perverso plan para infligir a los soviéticos lo que EE.UU. había sufrido ignominiosamente en Vietnam apenas unos años antes. En 1979, las tropas soviéticas cayeron en la trampa de intervenir en el país de Asia Central para apoyar a un gobierno aliado en Kabul, que estaba bajo el ataque de combatientes tribales apoyados por Estados Unidos, los muyahidín.

Al igual que las tropas imperiales británicas un siglo antes, los soviéticos fueron derrotados en las escarpadas montañas afganas por grupos de intrépidos combatientes.

Es evidente que los soviéticos no se enfrentaron solo a los afganos. La CIA había suministrado a los muyahidines misiles antiaéreos Stinger y otras armas sofisticadas. Con el apoyo del MI6 británico y de la inteligencia saudí y pakistaní, los rebeldes afganos se convirtieron en un ejército yihadista que posteriormente evolucionó en la red terrorista Al Qaeda.

Lo irónico es que “el Vietnam soviético” ahora se ha convertido en otro atolladero para Estados Unidos, un nuevo “Vietnam americano” 2.0.

Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, la Administración de George Bush hijo invadió Afganistán para vengarse de Al Qaeda, la organización que los propios estadounidenses habían contribuido a crear.

Casi 17 años después, el ejército estadounidense sigue empantanado en Afganistán sin ningún plan de salida a la vista. Esta guerra es oficialmente la más larga en la que se ha involucrado EE.UU., superando en duración a la de Vietnam (1964-1975).

Aunque las bajas estadounidenses son muy inferiores a las sufridas en aquel conflicto, para la economía estadounidense el coste de la guerra de Afganistán es gigantesco, estimado en la asombrosa cifra de 5 billones de dólares, conjuntamente con la guerra de Irak. Se trata de una cuarta parte del total de deuda pública estadounidense, 21 billones de dólares.

Supuestamente, las operaciones militares estadounidenses debían acabar en 2014, durante la Administración Obama. Cuando Donald Trump se presentó a la elección en 2016, una de sus promesas electorales fue la de reducir las guerras de su país. Sin embargo, el pasado año Trump accedió a renovar su compromiso militar en Afganistán, bajo el pretexto de “entrenar y apoyar” al ejército local.

Tal y como demuestran los audaces ataques talibanes del mes pasado, las fuerzas gubernamentales respaldadas por Washington están librando una guerra perdida. Vastas áreas del país están fuera de su control e incluso la propia capital parece vulnerable a asaltos bien orquestados.

Por si esto fuera poco, la presente situación puede empeorar para Estados Unidos y sus fuerzas delegadas afganas.

Es posible que el factor decisivo en esta evolución del conflicto sea la criminal política de agresión de la Administración Trump contra el vecino Irán. La voluntad de Washington de asfixiar Irán con sanciones que “machaquen” su economía puede tener un efecto rebote que empeore sensiblemente las condiciones de seguridad de las tropas apoyadas por Estados Unidos en Afganistán.

Ello se debe a que, al imponer a Irán sanciones más severas, tras el abandono de Trump del tratado internacional nuclear en mayo de este año, el deterioro de la economía iraní tendrá un impacto funesto en Afganistán. Miles de trabajadores afganos recurren a emigrar a Irán en busca de empleo. Los envíos de dinero que realizan a Afganistán son fundamentales para asegurar el sustento de muchas familias.

Con la economía iraní tambaleándose a causa de las sanciones de Washington, es previsible que oleadas de migrantes afganos en Irán pierdan su trabajo y abandonen el país, poniendo fin a los envíos de dinero que sostienen gran parte de la economía de Afganistán.

Otro efecto de mayores consecuencias de las sanciones de Washington a Irán es que Afganistán, que carece de salida al mar, no podrá utilizar los puertos iranés para sus importaciones y exportaciones. Trump amenaza con imponer otras sanciones a cualquier país que continúe haciendo negocios con Irán. A menos que haga una excepción con Afganistán, este vera cortados sus lazos comerciales con Irán y sus rutas comerciales hacia el Océano Índico.

Por tanto, el inevitable resultado del endurecimiento de las sanciones a Irán (Washington pretende lograr un embargo petrolero total en noviembre) será un empeoramiento de las condiciones sociales de la población en Afganistán. Es lógico asumir que dicho lamentable resultado aumentará el respaldo popular a los talibanes, con el consiguiente empeoramiento de las condiciones de seguridad para las fuerzas armadas afganas apoyadas por EE.UU.

Un tercer factor a tomar en cuenta es que Irán podría optar por una reacción más perversa incrementando el apoyo militar encubierto a los talibán. Es bien sabido que Irán ha desarrollado un formidable arsenal de alta tecnología. Recientemente, por ejemplo, Teherán presentó un misil balístico que evade el rastreo de los radares.

Si partimos del hecho de que Estados Unidos intenta derribar al gobierno iraní mediante sanciones económicas despiadadas, no sería extraño que Teherán contraatacara suministrando a los combatientes talibanes un armamento devastador con el que golpear a las tropas estadounidenses.

De este modo, al poner en marcha una vendetta de sanciones contra Irán pensando que las penurias económicas podrían provocar agitación social y un cambio de régimen, es probable que Washington termine infligiendo un serio revés a su campaña militar en Afganistán.

La guerra más prolongada de las libradas por Estados Unidos en el exterior podría convertirse en la más ignominiosa y derrochadora. Lo cual ya es mucho decir, teniendo en cuenta el historial de decenas de guerras sucias en las que ha participado Estados Unidos en el último siglo. Las repercusiones para su posicionamiento global no deberían subestimarme.

Estados Unidos no solo llevaría casi dos decenios enfangado en Afganistán, en una guerra que puede considerarse ilegal desde el principio, que ha provocado decenas de miles de bajas y ha sido financieramente ruinosa para su economía, sino que, además, su inconmensurable poder habría sufrido una derrota en la tumba de los imperios, en gran parte a causa de su propia criminalidad, estupidez y arrogancia.

Fuente: https://www.rt.com/op-ed/436140-afghanistan-iran-sanctions-taliban/

*++