miércoles, 28 de noviembre de 2012

MARIANO RAJOY NOS ENGAÑA CON EL RESCATE, Y LA POLICIA SE PREPARA PARA LO QUE VENDRÁ CON EL RESCATE DE MARIANO RAJOY



(DIMISON DEL PRIMERITO AL ULTIMO DE LA FOTO ANTES DE QUE SE PRODUZCA UN MUERTO EN UNA MANIFESTACION. DIMISION DE DIMITIR HE QUERIDO DECIR)

Mientras Mariano Rajoy, el come jamón de a 190 euros el quilate jamón que se come Mariano y el Rey se desayuna dos huevos fritos de que qué huevos le pasa al Rey que está dado de alta y sigue en la clínica privada con abandono claro y por gusto del timón de la nave española, puesto que está dado de alta, la policía “antidistúrbica” se prepara en Linares, Jaén, para que con contundencia contundente, verbo contundente (disparos pelota de goma al cuerpo en vez de al suelo) actúe en las manifestaciones que se avecinan para hacer mas pupita al manifestante por decir a grito pelado que no quiere que los bancos le roben más y que ya vale la anguila.

Es paradójico que sea la propia policía, concretamente, el mayor sindicato policial de España, el SUP, el que mañana presente una carta al ministro del Interior Jorge Fernández, denunciando los hechos de ocho policías heridos y tres escudos rotos en unas recientes prácticas entre policías antidisturbios en Linares, Jaén, a fin de practicar una mayor dureza en futuras intervenciones, y los que dicen representarnos, los políticos, no nos hayan dicho ni mus.

Según el diario Crónica de Aragón, en artículo de hoy, mediante carta dirigida al ministro del Interior, Jorge Fernández, el Secretario General del SUP denunciará mañana los hechos diciendo que: “ cabe concluir que se dieron instrucciones de vulnerar el protocolo de actuación, no disparando al suelo, sino directamente a los escudos para que en el futuro se haga sobre los ciudadanos”, indicándole también a Jorge Fernández Díaz que “su Gobierno, usted, el director general y algunos mandos policiales están actuando desde la estrategia de que la Policía sea el escudo, soporte y receptora de una parte del gran malestar social existente por las políticas que aplica el Gobierno”, preguntándole también directamente al ministro si su objetivo es que haya “un muerto en España, sea ciudadano o policía, que distraiga la atención y justifique acciones futuras de más contundencia hacia quienes se manifiestan contra su Gobierno”, y pidiéndole también al ministro que “deje de dar órdenes para colocar a comisarios de su organización religiosa en determinados puestos de trabajo para los que no han acreditado capacidad profesional suficiente”. 

Somos dados, en mi humilde opinión, por falta de consciencia de responsabilidad personal y por indigencia intelectual, a que una vez ocurrida la desgracia la justifiquemos con la frase solemne y vacía de contenido del NUNCA MÁS. Pues, bien, el NUNCA MÁS del próximo muerto en una manifestación nos lo acaba de anunciar, precisamente la policía, el SUP. 

La cuestión está en si consentimos que se produzca el muerto para luego lamentarnos y solucionar lo que no tendrá solución con el NUNCA MÁS, o por el contrario evitamos que se produzca el muerto exigiendo la dimisión inmediata de todo el gobierno y los que ese prestan a su juego. Ustedes dirán, yo estoy a lo que me digan. 

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PUBLICADO EN CRONICA DE ARAGON


El PSOE se quiere refundar, y María Cristina me quiere gobernar…, pues miren qué bien

 Donde no hay mata no hay patata. Y dónde no hay militancia socialista de esa de militar y no de decir que se milita, no puede haber partido Socialista. Y esta es la primera receta de obligado cumplimiento que a mi juicio tienen que empezar cumpliendo los afiliados y afiliadas al PSOE, para que este partido deje de ser un “Aparato-Partido-Máquina electoral” y comience a ser un instrumento político al servicio de la sociedad, para lo cual, ni más ni menos, hay que tener un modelo de sociedad preestablecido teóricamente, y no decir que se tiene sin tenerlo (¿Cuál es el modelo de sociedad que pretende el PSOE y, sobre todo, qué ha hecho para alcanzar ese modelo de sociedad?). 

Decir que se quiere una sociedad democrática, solidaria, libre y justa es decir poco menos que nada si en primer lugar no se ha dicho qué se entiende por democracia; qué por solidaridad; qué por libre y qué por justo, porque las cosas que previamente no se dicen es imposible hacerlas. 

Si a esto se añade, que en el mejor de los casos, el ejemplo personal (que es lo que debe preceder como elemento previo en cualquier socialista a todos los niveles) de los dirigentes del PSOE no se ha dado con mucha frecuencia (como cosa general y no excepcional) ni en el orden personal y ni siquiera en el orden intelectual, el resultado es el PSOE actual, unas siglas que desde luego están exentas de cualquier supuesto socialista que no sea el nombre. 

Si a esto se añade que por poner un ejemplo con nombres y apellidos, Felipe González Márquez, el principal responsable institucional del PSOE del vaciamiento de todo carácter socialista del partido, al confundir el culo con las témporas, propone y hace creer (por conveniencia personal o por ignorancia) que el marxismo es una “forma de ser” y que se tiene que ser primero “socialista y después marxista” y que a pesar de estos auténticos disparates a nivel teórico, de los que la práctica que le siguieron no está exenta, sigue siendo todavía hoy un peso pesado de la “izquierda” dentro del partido y fuera de él, uno se sigue explicando la situación de desprestigio social, cuando no de rechazo abierto hacia el PSOE en amplias capas de la sociedad, que son necesaria y obligadamente, las que le tienen que dar el carácter de transformador social a cualquier partido Socialista. 

La “música” de renovación dentro del PSOE no es la primera vez que suena, pero curiosamente, nunca ha surgido de las bases militantes (que no ha tenido nunca, lo cual no es sinónimo de que no haya tenido o no tenga afiliados muy honrados y con muy buena voluntad, que al menos por lo que yo conozco personalmente, los ha tenido) sino que han surgido como producto de unos “iluminados” (sin práctica socialista contrastada) encerrados en sus despachos que han plasmado sobre un papel unos cuantos esquemas en la creencia (que es propia del creyente, porque el socialista no cree en el Socialismo, sino que lo práctica en la medida de sus posibilidades) de que esos esquemas eran la realidad, cuya actitud no atribuyo yo en principio a la mala fe, sino a la supina ignorancia. 

Renovar el PSOE, pues, no es decir que se quiere renovar, sino convertirlo en instrumento político de transformación social. Y esta reconversión de “partido–maquina electoral” a “instrumento político de transformación social” no puede llegar de la mano (ni del bolígrafo) de ninguno de los dirigentes actuales del PSOE (ni de los pasados desde la transición política en España), puesto que son ellos los responsables de la situación del partido actualmente. 

Yo desde fuera del partido, pero no desde fuera de los principios socialistas, de esa inscripción que pone el carnet del partido (o por lo menos ponía) de “…la emancipación social de todas las clases sociales…”, les recomendaría a los afiliados del mismo, que son los que tienen que promover en primer lugar esa declarada renovación que le hace falta al partido, la lectura de lo que escribía Unamuno en El Socialista (Revista que fue del partido y que yo supongo que habrá de ser recuperada también) en los años veinte del siglo XX acerca de las condiciones mínimas y previas que debían ser cumplidas para entender y practicar el Socialismo. 

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LA LUCHA DE CLASES EN EUROPA Y LAS RAICES DE LA CRISIS MUNDIAL


  (2/5) 

François Chesnais
CEPRID / Herramienta 
Sociología critica 
Publicado en 2012/11/11

Lo novedoso de la gran cuestión política del período

Este artículo trata de repasar la raíz y la naturaleza de las crisis capitalistas que se han hecho particularmente notorias con la actual crisis y situar a esta en la “historia larga”. La crisis que está en curso estalló al término de una fase muy larga (más de cincuenta años) de acumulación casi ininterrumpida: la única fase de esta duración en toda la historia del capitalismo. Precisamente, la crisis puede durar muchos años, hasta una década, porque tiene como sustrato una sobreacumulación de capacidades de producción especialmente elevada y, como excrecencia, una acumulación de capital ficticio de un monto también sin precedente. Por otro lado, la muy difícil situación de los trabajadores en cualquier parte del mundo –por diferenciada que sea la misma de continente a continente e, incluso, de país a país, debido a sus anteriores trayectorias históricas– resulta de la posición de fuerza ganada por el capital, gracias a la mundialización del ejército industrial de reserva con la extensión de la liberación de los intercambios y de la inversión directa en China. 

Si en un horizonte temporal previsible no hay “salida de la crisis” para el capital, de manera complementaria y antagónica, el futuro de los trabajadores y de los jóvenes depende, en gran medida, si no enteramente, de la capacidad para abrirse espacios y darse “tiempos de respiración” políticos propios, a partir de dinámicas que, hoy, solo ellos pueden movilizar. Estamos en una situación mundial en la cual lo decisivo ha pasado a ser la capacidad que logren estos movimientos –nacidos sin aviso– para organizarse de tal modo que conserven una dinámica de “autoalimentación”, incluso en situaciones en las que no existan, a corto plazo, desenlaces políticos claros o definidos. En Túnez, Grecia o Egipto, pero también en los Estados Unidos el movimientos OWS, en el especial contexto nacional de la principal potencia capitalista del mundo y un espacio geográfico continental, lo mejor que los militantes pueden hacer es ayudar a que los actores de los movimientos con esta potencialidad afronten los diversos y numerosos obstáculos con que chocan, y defender la idea de que, en última instancia, las cuestiones sociales decisivas son “quién controla la producción social, con qué objetivo, según qué prioridades y cómo puede ser construido políticamente ese control social”. Posiblemente sea este el sentido de los procesos y consignas “transicionales” hoy en día. Algunos podrán decir que siempre fue así… Pero, dicho en los términos que acabo de utilizar, para gran cantidad de militantes constituye una formulación en gran medida –si no completamente– novedosa.

 La valorización “sin fin y sin límites” del capital como motor de la acumulación

Antes de retomar la crisis iniciada en 2007, es preciso explicitar los resortes de la acumulación capitalista. Detengámonos un instante en la teoría de la acumulación en el largo plazo. El objetivo es ayudar, partiendo de una comprensión precisa de los resortes del movimiento de acumulación capitalista, a facilitar la explicitación de la naturaleza de las crisis y a situar cada gran crisis en la historia social y política mundial. Como escribió Paul Mattick, al comentar una indicación de Engels, “ninguna crisis real puede ser entendida si no se la sitúa en el contexto más amplio de desarrollo social global” (Mattick, 1977: 39). La magnitud y los rasgos específicos de las grandes crisis son la resultante de los medios a los que el capital (en un sentido que incluye a los gobiernos de los países capitalistas más importantes) utilizó en el período precedente para “superar estos límites inmanentes” antes de ver “que vuelven a levantarse estos mismos límites todavía con mayor fuerza” (Marx, 1973: III, 248). Las crisis estallan en el momento en que el capital queda nuevamente “reatrapado” por sus contradicciones, enfrentado a las barreras que él mismo se crea. Mientras más importantes hayan sido los medios utilizados para superar sus límites, más prolongado haya sido el tiempo en que esos medios de superación lograron su objetivo, y más pudieron diferir su revelación, más importante será la crisis y más difícil la búsqueda de nuevos medios para “superar estos límites inmanentes”. De este modo, la historia invade la teoría de las crisis. 

Cada generación lee y relee a Marx. Y lo hace tanto para seguir la evolución histórica como también para dar cuenta de la experiencia de dificultades teóricas con las que tropezó. Durante muchas décadas predominó la problemática del desarrollo de las fuerzas productivas en sus distintas variantes, con las reminiscencias de las teorías del progreso que la misma podía todavía arrastrar. Hoy, el Marx que, como militante-investigador, hay que leer es el que ayuda a comprender lo que significa la toma del poder de las finanzas D, el dinero en toda su brutalidad, aquel sobre el que escribió en los Manuscritos de 1857-58 diciendo que “el capital […] en tanto representante de la forma universal de la riqueza –el dinero– constituye el impulso desenfrenado y desmesurado de pasar por encima de sus propias barreras” (Ibíd.: 276). O también el que sostiene, en El capital, que la “la circulación del dinero como capital lleva en sí mismo su fin, pues la valorización del valor sólo se da dentro de este proceso constantemente renovado. El movimiento del capital es, por tanto, incesante” (Ibíd.: I, 108). A lo largo del siglo XX, mucho más que en el momento en que Marx lo estudiara, el capital evidenció un profundo nivel de indiferencia en cuanto al uso social de las mercancías producidas o a la finalidad de las inversiones. 

Desde hace treinta años, la “riqueza abstracta” ha tomado cada vez más la forma de masas de capital-dinero en busca de valorización colocadas en las manos de instituciones –grandes bancos, sociedades de seguro, fondos de pensióny Hedge Funds – cuyo “oficio” es el de valorizar sus haberes de manera puramente financiera, sin salir de la esfera de los mercados de títulos y de activos ficticios “derivados” de títulos, sin pasar por la producción.En tanto que las acciones y los títulos de deuda –pública, de las empresas o los hogares– solo son “vales”, derechos a apropiarse de una parte del valor y de la plusvalía, concentraciones inmensas de dinero se vuelcan al “ciclo corto Dinero-Dinero” que representa la suprema expresión de lo que Marx llama el fetichismo del dinero. Expresada mediante formas cada vez más abstractas, ficticias, “nocionales” (término utilizado por los economistas de las finanzas) de dinero, la indiferencia ante las consecuencias de la valorización sin fin y sin límites del capital impregna la economía y la política, incluso en “tiempos de paz”.

 Los rasgos principales del capital a interés que fueron destacados por Marx –mantenerse “al margen del proceso de producción” y presentar “el interés como el verdadero fruto del capital, como lo originario, y con la ganancia transfigurada ahora como ganancia de empresario, como simple accesorio y aditamento añadido en el proceso de reproducción” (Ibíd.: III, 374)– hoy enfrentan a los dirigentes capitalistas con toda la sociedad, con el conjunto de la sociedad. Lo que ocurre a nivel de la distribución (el 1% frente al 99%, según dice la consigna de los militantes de OWS) es solo la expresión más fácilmente perceptible de procesos mucho más profundos. En la cúspide de los grandes grupos financieros –tanto en los llamados “con predominio industrial” como en los demás–, existe una fusión casi completa entre el “capital-propiedad” y el “capital-función”, que Marx identificara para oponerlos parcialmente. “La era de los managers” dejó lugar a otra en la cual hay una identidad de visión casi completa entre los accionistas y los dirigentes. Para un capital en el que las finanzas están en el puesto de mando, la búsqueda “desenfrenada y desmesurada” de la valorización debe ser conducida mucho más implacablemente si el sistema está en crisis. Los “vales” sobre la producción en forma de dividendos o intereses están amenazados y alcanzan montos que después de los años 1920 nunca habían sido tan elevados. Es por esto que, ya sea que se trate de los trabajadores que el capital emplea pese a la situación de sobreproducción, o de los recursos básicos que se rarifican o incluso de la posición a adoptar frente al cambio climático y sus previsibles consecuencias, el reflejo predominante en el capital tomado de conjunto es intensificar la explotación de “las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre” (Ibíd.: I, 424) y esto, ilimitadamente, hasta el agotamiento, sean cuales fueren las consecuencias. No puedo extenderme acá en el análisis de las cuestiones ecológicas y su interacción con el movimiento de la acumulación y sus contradicciones, pero cabe señalar que, con la crisis, estas interacciones se hacen aún más estrechas, como lo muestra el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (Reverchon, 2011). 

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