domingo, 7 de junio de 2015

EL GOBIERNO DE RAJOY, ADEMAS DE SAQUEAR LAS ARCAS PÚBICAS, CON TORREJÓN Y ROTA Y MORÓNDE LA FRONTERA, NOS TIENE ASEGURADO QUE CUANDO TOQUE, HABRÁ MUERTES DE ESPAÑOLES



Entrevista a Manuel Pardo, Capitán de Navío en la Reserva y miembro del Colectivo Anemoi

"España quiere reforzar su imagen como aliado incondicional de la OTAN"

Rebelión
Sputnik Novosti
04.06.2015


La OTAN ha hecho una apuesta clara por España, de hecho se ha apropiado de la base de Torrejón de Ardoz. ¿A que se debe este movimiento?

No es exactamente que se haya apropiado de la base de Torrejón; de hecho, esta base aérea sigue teniendo un papel fundamental en la vigilancia y el control del espacio aéreo español, lo que se llama la policía aérea: desde allí se controla todo el espacio aéreo nacional y se dirige la interceptación (con aviones de caza) en el caso de que produzcan incursiones de aeronaves no identificadas y que puedan suponer una amenaza. Todos los países (que se lo pueden permitir) disponen de sistemas semejantes, forman parte de los dispositivos de seguridad en los territorios de soberanía.

El problema está en que este sistema de seguridad se haya integrado en el concepto de seguridad colectiva de la OTAN. Según ello, las amenazas aéreas a cualquiera de los países europeos del sur de la OTAN serían respondidas por las fuerzas que estuvieran en alerta, de cualquiera de los países miembros, y el control de estas operaciones aéreas se haría desde el CAOC (Centro de Operaciones Aéreas Combinadas, en sus siglas en inglés) de Torrejón. La OTAN, que disponía de varios centros de este tipo en toda Europa, decidió hace un par de años reducirlos a dos (Uedem, en Alemania y Torrejón) para todo el territorio europeo. De manera que la relevancia de esta base ha dado un salto cualitativo: de ser una instalación de seguridad nacional ha pasado a ser uno de los dos únicos CAOC de la OTAN en Europa.

Naturalmente, de la misma manera que se controlan las eventuales operaciones defensivas, puede hacerse con las ofensivas. En principio, limitadas al propio espacio aéreo de los países miembros de la OTAN; pero en el caso de originarse intervenciones en el exterior de este espacio, el CAOC de Torrejón tendría capacidad para dirigir las operaciones aéreas, siempre que el área esté al alcance de la red de sensores y comunicaciones de la OTAN. Pero para completar el panorama, el CAOC dispondrá de elementos desplegables allí donde falten, de manera que su cobertura es, virtualmente, planetaria, en el caso de que la OTAN desencadenara operaciones fuera de su teatro natural de operaciones (como ha sido el caso de la operación ISAF, en Afganistán).

Y no solo para operaciones propias de la OTAN, sino incluso para las que emprendieran algunos de sus países miembros por su cuenta, como fue el caso de Libia: esa campaña no era propiamente de la OTAN, sino de alguno de sus países miembros (Reino Unido, Italia, EEUU...), por lo que el control de las operaciones aéreas no podría hacerse desde Torrejón, sino desde los centros de operaciones aéreas de los países intervinientes. Sin embargo, es obvio que toda la infraestructura de sensores, inteligencia, comunicaciones, etc, de todos los países de la OTAN están integrados para que respondan de inmediato y el CAOC es el punto nodal en el que converge y desde el que se distribuye toda esa información. Esto le convierte, de facto, en un elemento esencial de soporte de esas operaciones, aunque no sean propiamente de la OTAN. En consecuencia, España se hace cómplice de esas operaciones, aunque sin mancharse las manos.

España tendrá un papel mucho más relevante y arriesgado en la escalada militar. ¿A cambio de qué?

Todo este desarrollo de las capacidades de Torrejón y su nuevo papel estratégico tiene que ver con la reorientación que viene sufriendo la OTAN de unos años acá. De ser una alianza supuestamente defensiva de su propio espacio vital, se ha convertido en un actor global, en especial, después de la última cumbre de Cardiff. Esto ha condicionado la organización y disponibilidad de las fuerzas nacionales, centralizando recursos y adiestrando y certificando a unidades combinadas (de varios países) para tenerlas en alerta permanente para su intervención inmediata en cualquier parte del globo.

También se ha venido desarrollando la cobertura europea del “escudo antimisiles”, en el que el CAOC de Torrejón juega un papel fundamental como nodo de información y respuesta. El escudo antimisiles es un invento de los EEUU que, al colapso de la Unión Soviética, en lugar de hacer todos los esfuerzos por conseguir una verdadera extinción de las armas nucleares, lo ha utilizado como pretexto para el desarrollo de un sistema de interceptación de misiles balísticos. Inicialmente, por diplomacia, se decía que se trataba de un sistema contra los misiles de Corea, otras veces contra Irán... siempre dependiendo de la coyuntura. Pero ya se habla sin tapujos de que este sistema está orientado claramente para neutralizar la fuerza nuclear de Rusia. Lo que convierte a Torrejón en un blanco de primer orden en el caso de que la presión militar contra Rusia desencadenara un conflicto abierto.

En este contexto, no se trata solo de la relevancia adquirida por el CAOC de Torrejón, sino también la disponibilidad de unidades completas (del tamaño de una brigada) para su despliegue inmediato, además de los Cuarteles Generales Marítimo y Terrestre de Alta Disponibilidad, preparados para comandar las operaciones expedicionarias navales y terrestres, respectivamente. Estos serían, en el periodo en que estén activados, los responsables de las primeras intervenciones, con capacidad para subsistir durante un mes, en tanto la maquinaria política se pone de acuerdo para organizar el grueso de las fuerzas conjuntas.

¿A cambio de qué? Del supuesto “prestigio” que concede el hecho de ofrecer fuerzas e instalaciones para las operaciones de la OTAN. Naturalmente, la imagen de España como aliado incondicional de la OTAN se refuerza enormemente. Pero se oculta deliberadamente el sentido auténtico de las agresiones originadas desde los EEUU en sus aventuras imperialistas.
   
¿La OTAN está sustituyendo en Europa a EEUU, más centrada ahora en los BRICS y sobre todo en China en la área Asia-Pacífico?

No es tanto que la OTAN esté sustituyendo a los EEUU, sino que éstos están consiguiendo adaptarla a un papel más agresivo, como respaldo de una actitud mucho más hostil a sus potenciales enemigos geoestratégicos. Es obvio que la primacía de los EEUU está en declive, que sus recursos y potencial ya no dan más de si y que necesitan de su expansión a base de globalizar la economía: tránsito libre de capitales, fuentes y corredores de energía bajo control, mercados abiertos... todo ello con un endeudamiento gigantesco y con un panorama en el que aparecen nuevos actores dispuestos a disputarle su hegemonía.

En estas condiciones, hace lo que siempre hizo el capitalismo en su expansión: la guerra. Dispone de unas fuerzas armadas sin parangón en el planeta, que han actuado como un poderoso motor de su economía; y anda explorando todo tipo de trucos sucios para desestabilizar cualquier territorio en que encuentre oposición a sus planes de dominación y saqueo.

En este contexto, es fundamental para ellos el tener las espaldas bien guardadas: lo más fácil es conseguir aliados. Por ello creó la OTAN como una barrera frente a la supuesta amenaza de la URSS, pero que no era otra cosa que asegurar la fidelidad de los europeos al modelo capitalista que EEUU y Reino Unido hegemonizaban. Después, se les cayó el supuesto enemigo, por lo que reorientaron a la OTAN para responder a las supuestas amenazas que pululan por todas partes. Pero las amenazas invocadas nunca son tales, sino fantasmas que son alimentados desde sus servicios secretos, su diplomacia, sus medios, etc, para justificar nuevos esfuerzos “defensivos”. ¿Qué amenaza suponían Siria, Irak o Libia para los EEUU u otros países aliados de la OTAN?. Simplemente, su resistencia a plegarse a sus dictados económicos y goestratégicos. Por eso les organizan los conflictos, abiertos en unos casos, disimulados en otros, pero que justifican siempre una actitud de conflicto militar en el que, si no estás conmigo, estás contra mí.

Para muchos países de tamaño y recursos limitados, resulta muy difícil resistirse a ese chantaje. Y en general, los gobiernos prefieren plegarse, hacerse amigos, integrarse en las “estructuras defensivas”, en lugar de organizarse para la resistencia. Pero cuando se trata de China o Rusia, esto ya es otro cantar. Las piezas a su alrededor van cayendo poco a poco, el cerco se estrecha y las reacciones pueden ser imprevisibles.

De manera que, nada de estrategias defensivas: se trata de acosar a los competidores, tensionando el panorama lo más posible, de manera que su poder e influencia se incremente, al tiempo que su poderosa industria militar se mantiene como locomotora de su desfalleciente economía.   

¿La OTAN sigue extendiendo el cerco a Rusia, incumpliendo los acuerdos alcanzados con la caída de la URSS? ¿Rusia sigue siendo el enemigo a batir?

Desde luego, ha habido una flagrante violación de los acuerdos, según los cuales, no habría expansión de la OTAN hacia el este. Pero le faltó el tiempo a la OTAN para intrigar entre las élites corruptas que se hicieron con el poder en los antiguos estados del Pacto de Varsovia para integrarles como países miembros. Es decir, la URSS se rinde, acepta poner fin al Pacto de Varsovia y negociar sobre le desmantelamiento de los arsenales nucleares como un camino hacia la paz en Europa. Y en lugar de actuar en consecuencia, las potencias centrales, lideradas por los EEUU, aprovechan el momento de debilidad para hacerse con el terreno de juego.

Rusia posee un potencial enorme, sobre todo, como fuente de energías y materias primas, por lo que su control es de lo más codiciado en estos tiempos de escasez. Pero además, conserva buena parte de su arsenal nuclear, del que no se pudo desprender por la resistencia a hacer lo mismo de la única potencia que ha usado las armas nucleares: los EEUU. Y no solo eso, sino que además, EEUU emprendió nuevos desarrollos tecnológicos (guerra de las galaxias, escudo antimisiles, etc.) para neutralizar las capacidades nucleares residuales de Rusia, para dejarla sin capacidad de respuesta ante la permanente amenaza nuclear norteamericana.

Obviamente, a los EEUU no le interesa para nada un conflicto nuclear con Rusia: pero hará lo posible por someterla a su dictado, como uno de los dos principales elementos de oposición a su estrategia de dominación: China y Rusia. Previamente, están haciendo todo lo posible por neutralizar a los gobiernos que, sin poseer capacidad nuclear (y, por tanto, sin plantear una amenaza real), suponen una resistencia activa a su expansión: Irak, Libia, Siria, Ucrania, etc. Todos ellos han sido apoyados, de manera más o menos entusiasta, por Rusia, dado que suponen un cerco efectivo a su espacio vital.

De manera que el objetivo a batir no es exactamente Rusia; lo es como primer escalón de su asalto final a China, el verdadero rival de los intereses de las grandes corporaciones y del poder financiero internacional, controlado desde los EEUU y el Reino Unido. Es decir, el objetivo final es mantenerse como potencia hegemónica frente a sus competidores emergentes, en el plano de la lógica capitalista; pero al mismo tiempo y este es el verdadero objetivo, laminar toda resistencia de los pueblos (y de los pocos gobiernos que han sabido serles fieles) a la expansión forzada de su modelo de negocios neoliberal a todo el planeta.

¿Qué valoración hace de la actual situación en el Este de Ucrania?

En Ucrania se ha puesto de manifiesto el conflicto de intereses entre distintos sectores de su oligarquía, unos más interesados en reforzar sus negocios con occidente, otros en mantener sus relaciones privilegiadas con Rusia. Además, los vínculos históricos y afectivos de una buena parte de su población, en particular de las repúblicas del Donbass y de Crimea, resultaban una poderosa motivación para resistirse a la caída de Yanukovich.

 Los EEUU y la UE estuvieron practicando las intrigas políticas y diplomáticas abiertamente, en un modo de intervención en los asuntos internos que sería intolerable en cualquiera de sus países. Pero además, alimentaron las protestas, publicitadas aquí como pacíficas, del Euromaidán, en las que infiltraron a agentes provocadores vinculados a la extrema derecha heredera de Stepan Bandera. Es decir, occidente se ha valido de la capacidad de intimidación de un movimiento fascista para imponer un cambio de régimen, llegando al golpe de estado cuando se había alcanzado un acuerdo entre el gobierno y la oposición.

Ese acuerdo no interesaba a los EEUU, dispuestos a llegar hasta el final. El acceso al poder de Poroshenko, con el respaldo del Sector Derecho fascista, desató la criminalización de los movimientos populares prorrusos y del partido comunista, que habían sufrido la dura experiencia de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, estos movimientos, en especial en Crimea primero, en las repúblicas del Donbass después, se han organizado en milicias para resistir a una auténtica limpieza étnica desatada por Poroshenko. Y hay que señalar aquí las dificultades que encuentra el gobierno de Poroshenko para acabar con estas milicias, muy motivadas por lo que consideran mera supervivencia, que aparecen como imbatibles a pesar de las sucesivas oleadas de reclutamiento que se han efectuado en Ucrania y de toda la ayuda militar, abierta o encubierta, que recibe de los EEUU y otros miembros de la OTAN. Nada que ver con la leyenda, cacareada hasta la saciedad en los medios occidentales, de la intervención militar rusa en el conflicto: resulta evidente que Rusia no puede permitirse intervenir directamente, si no quiere desatar los perros de la guerra total.

Rusia, muy preocupada por la evolución de los acontecimientos, ha protegido sus intereses vitales en Crimea a través de un referéndum de autodeterminación que la devolvió a la Federación Rusa. Este movimiento ha sido aireado entre los medios occidentales como una intervención militar que pone en peligro la estabilidad de Europa. Pero Rusia ha hecho todos los esfuerzos imaginables por alcanzar un acuerdo que ponga paz en el sangriento conflicto armado que se ha seguido en el Donbass. La presión de los EEUU, con su política de sanciones comerciales y a través de la reorientación de la OTAN en un papel mucho más agresivo contra Rusia, no hace sino empeorar las cosas. De hecho, es un escenario que no convence para nada a la propia Unión Europea, la principal víctima del embargo comercial y muy preocupada por su dependencia del gas ruso. Eso explica los movimientos de Francia y Alemania, independientes de los de EEUU, para sentarse a negociar con Rusia en Minsk.

EEUU, que está por otra parte implicado en un gran movimiento de desestabilización del Próximo Oriente para hacerse con el control de las fuentes de energía y su tránsito, se empeña en tensar la situación, confiando en su fuerza militar para mantener a raya a Rusia. Eso explica los movimientos más recientes en el seno de la OTAN para reforzar su capacidad de intervención en Ucrania y, en general, en todo el espacio vital de Rusia. En breve, asistiremos a episodios de desestabilización, revueltas y guerras en otras repúblicas del Asia Central y de Extremo Oriente, a medida que los EEUU vayan asegurando su dominio en el entorno de Rusia y puedan volcarse con toda intensidad contra China.

En definitiva, los EEUU, principales valedores de los intereses del gran capital internacional, están alimentando una situación de caos generalizado en todo lo que no son las potencias centrales. Y la OTAN, de la que se proclama sin rubor ser el principal mecanismo de seguridad de occidente, está desvelando su auténtico rostro de club de los más poderosos para imponer su dominio por la fuerza, al que se apuntan los estados que, incapaces de atender a las verdaderas necesidades de sus poblaciones, prefieren acercarse al más fuerte y ser cómplices de sus desmanes, en lugar de organizarse para resistirse.

Manuel Pardo de Donlebú. Capitán de Navío de la Armada, en la Reserva. Miembro del Colectivo Anemoi y del Foro “Estamos en guerra”, contra la guerra imperialista y la OTAN.

(NOTA: Esta entrevista fue realizada por la periodista Pilar Casanova Seuma para la agencia Sputnik Novosti. Ha sido aquí reproducida en su integridad, con su autorización y publicada en varios fragmentos, con comentarios de la propia periodista, en el blog Sputnik Mundo, los días 27 y 28 de Mayo. Están localizables en el enlace http://mundo.sputniknews.com/tags/person_Manuel_Pardo_de_Donlebun/)

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PARA SABER Y RECORDAR


 DE HISTORIAS, NOSTALGIAS Y MIEDOS

María Isabel Núñez Paz
Sociología Crítica
06.06.2015

Catedrática acreditada de Derecho Romano. Universidad de Oviedo

“No hay guerra más justa que la guerra pacífica, la noble competencia por convencerse y persuadirse mutuamente”. Así se expresaba Miguel de Unamuno en un artículo periodístico publicado en el Noticiero salmantino en 1900. Advertía también el académico de los peligros del egoísmo mental y la ciega soberbia que supone acomodar la realidad a “nuestro especial modo de ver el mundo y el sobremundo.”

En estos días proliferan las declaraciones impetuosas e irreflexivas de algunos y algunas dirigentes políticas que, cual sabios arúspices tocados por el dedo de los dioses, auspician terribles peligros y amenazas de dragones rojos que en breve extinguirán la democrática especie. Ciertamente, de nuevo son más los ecos que las voces, y entre los ecos sobresalen algunas declaraciones que, sin pudor ni rigor histórico, confunden Hitler y las geografías, las cronologías y los califatos. La historia aparece así tergiversada y utilizada como arma arrojadiza, proyectil de miedo y de venganza.

Quienes, como quien suscribe, nos ganamos humilde y vocacionalmente la vida contando historias, no podemos menos que salir en defensa de la Historia con mayúsculas, cuando mediante declaraciones políticas y apocalípticas, aquella resulta claramente violentada.

En desagravio, sólo se me ocurre ofrecer una historia, antigua y conocida sí, pero no apocalíptica. Una historia quizá superada, pero siempre contrastada y auténtica.

La corrupción existe desde siempre. Como no podía ser de otro modo, los griegos y los romanos ya se ocuparon de ella. En la Roma republicana existió una democracia, importada de Grecia; y ambas, la griega y la romana no sólo conforman el origen de Europa sino de toda la cultura occidental. Para evitar la corrupción, los mandatos por parte de los políticos se limitaban temporalmente —normalmente no duraban más de un año—; los cargos públicos se ejercían colegiada y gratuitamente y existía el derecho de veto de unos magistrados sobre las decisiones de otros. Al final de cada mandato, todos los políticos, con independencia de su rango, desde el cónsul a los cuestores, debían rendir cuentas al pueblo. Aunque faltaban muchos siglos para que se configurase la división de poderes, tal y como hoy la concebimos, sí que se diferenciaban ya claramente las funciones de los magistrados —dirigentes políticos— que gobernaban la sociedad; las del Senado como garante de la estabilidad democrática y las del pueblo reunido en comicios, que tenía siempre la última palabra en la aprobación de las leyes mediante el ius suffragii y que elegía a sus mandatarios.

Hubo una constitución democrática, aunque no estaba escrita en la base de la Res Publica —que significa “cosa del pueblo”— y su perfección orgánica ya causó sorpresa y admiración en los contemporáneos del mundo antiguo, como el historiador griego Polibio, por el perfecto equilibrio entre el poder —imperium o potestas— de los políticos; la auctoritas del Senado y, en la base, el poder del pueblo reunido en los comicios para votar leges y plebiscita. Las tres fuerzas se neutralizaban entre sí impidiendo los excesos.

Griegos y romanos sabían que las personas eran débiles y que por ello debían funcionar las instituciones. Sabían que perpetuarse en el poder es malo y que controlar la riqueza es bueno. Sabían que para que la democracia funcionase, era necesario poner freno a la posibilidad de enriquecerse con el ejercicio de la Política. Por eso se prohibió a cuantos aspirasen a desempeñar cargos públicos, el ejercicio especulativo y el comercio a gran escala; no podían aumentar su patrimonio en exceso ni aceptar dinero por sus servicios quienes ocupasen puestos de alta consideración social; tampoco los senadores podían ejercer el comercio marítimo con naves que transportasen más de trescientas ánforas o percibir una merces o compensación por su trabajo. Algunas leyes sobre el asunto, fueron la Lex Cincia del 204 a. C. que estableció una política de contención en las donaciones prohibiendo regalos abusivos; o la lex Iulia repetundarum del año 59 a.C, que estuvo en vigor durante cinco siglos y limitaba las cantidades recibidas por quienes se ocupaban de lo público “teniendo alguna potestad de administración o legación, o algún otro oficio o estando en la comitiva de alguno de ellos”, según el jurista Marciano.

El término “profesiones liberales” tiene su origen en el oficio honesto realizado por personas libres, donde “libre” significa también quien no es movido tanto por el dinero como por un impulso ciudadano de servicio público. Frente al mercennarius, que quiebra la grandeza de la libertad al cobrar por su trabajo, se sitúa el quehacer del hombre y la mujer libres que no se “colocan” —de locare— por precio. A partir de esta idea los juristas republicanos configuraron la Iurisprudentia, con sus tres principios: honeste vivere, neminem laedere y suum quique tribuere : vivir honestamente; no dañar a nadie y dar a cada uno lo suyo.

La crisis de la República romana, y con ella la de la democracia, también estuvo jalonada de escándalos de corrupción. Sin romper con el modelo tradicional se había abierto la puerta a nuevos espacios de libertad y de acceso al poder económico. Las élites no podían menos que sentirse libres ante la opulencia de los nuevos tiempos que incluyen también cambios en las costumbres y en el Derecho. Séneca en su Diálogo “Sobre la felicidad” no considera negativo el acceso a las riquezas pero sí la ausencia de control sobre las mismas.

Acaso ante el vibrante momento, a la vez post y preelectoral que estamos viviendo, no resulte superfluo recurrir al origen de las instituciones, cuando todo era más puro. Se trata de una lección que induce a preguntarnos los porqués de la corrupción y a volver los ojos al pasado, donde casi todo ya se produjo.

Una lección de historia debe proyectar hacia la serenidad y la reflexión; no hacia el conflicto. La memoria no puede crearse de improviso en interés de quien la inventa para a continuación ser escupida apresuradamente ante un micrófono. La historia del mundo antiguo, al igual que la historia de la Edad Media, Moderna o Contemporánea merece estudiarse antes de ser contada. Sólo puede servir para construir el futuro cuando es tratada con respeto y no maltratada, tachándola de superada y despreciada Arcadia. Una lección de historia, además, puede incluso provocar nostalgia cuando enseña que quienes no se comportan como deben son saludablemente expulsados de la vida pública, en la cual nadie es imprescindible; que la corrupción está en la entraña de la humanidad y que para prevenirla se debe aprender de errores pasados controlando a quienes no saben controlarse y mejorando el funcionamiento de las instituciones con honradez y sin miedo.


Antes de Séneca, en el “Pro Murena” dejó escrito Cicerón: “Deja que esos que todo lo esperan de nosotros tengan también algo que darnos aunque no sea nada más que su pobre voto.”

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UNIDAD POPULAR, TÓPICO POLÍTICO QUE DEBE PASAR A CONCEPTO PARA QUE ARRAIGUE, QUE NO ESTÁ, EN TODA PERSONA QUE HAYA VIVIDO, VIVA O VAYA A VIVIR DE SU PROPIO TRABAJO


COLAU, PODEMOS Y EL MODELO GRENOBLE

Rafael Poch
Sociología Crítica
06.06.2015


Romper con la falsa izquierda, condición del cambio en Europa.

Una clave de la victoria de la izquierda es romper sin complejos con esa socialdemocracia degenerada que practica, desde hace décadas, el programa neoliberal de la gran desigualdad en Europa. No hay nada electoralmente más desmovilizador y tóxico que ser el compañero de viaje de esa izquierda que no se diferencia en nada esencial de la derecha.

Syriza ganó porque rompió con ellos. Podemos, como seudónimo de una variopinta regeneración política ibérica, sube, y podría ganar unas generales por seguir esa misma pauta, pero es en Francia donde el cambio de actitud hacia los “socialistas” es más importante y complicado.

Importante porque a diferencia de Grecia, un país pequeño, y de España, un país grande pero periférico en el concierto europeo, Francia es una potencia central. Un cambio en sentido popular de la política francesa, unido a lo que ya está ocurriendo en Grecia y España, y lo que pueda pasar en Irlanda y Portugal, rompería la espina dorsal del regresivo curso de Bruselas y Berlín que lleva a la Unión Europea contra las rocas.

Difícil, porque ni la corrupción ni el desprestigio de las instituciones son tan acusados en Francia como en Grecia o España. En la cultura política de la “gauche” hay una inercia fatal de falso “frente popular” entendido como la suma del Partido Socialista con el espectro de la izquierda real, en la que ésta queda siempre condenada, en el mejor de los casos, al papel de comparsa. Por eso el “modelo Grenoble” merece tanta atención.

Hace poco más de un año una coalición de ecologistas y la izquierda presentó a su candidato, Éric Piolle, al frente de la candidatura “Grenoble, une Ville pour Tous” y le arrebató la alcaldía de esa gran ciudad de más de 150.000 habitantes a un alcalde socialista. Se demostró a escala local que con un buen líder y un programa que apele a los intereses de la mayoría social, se puede introducir otra manera de funcionar.

Éric Piolle es un católico-humanista muy introducido en el mundo asociativo que trabajaba como ejecutivo de la multinacional Hewlett-Packard y que fue despedido por negarse a aplicar un plan de deslocalización. Como Tsipras y los personajes que están surgiendo en España, Piolle supo unir en una misma apuesta al partido verde EELV -normalmente en la órbita del PS- la izquierda anticapitalista, los alternativos, diversas asociaciones ciudadanas y al Parti de gauche.

Jean-Luc Mélenchon, que está obsesionado por el modelo Podemos, es decir apelar a los intereses de la mayoría social rompiendo sin complejos con los socialistas, contempla el caso de Grenoble con gran interés. El problema es que los verdes de EELV a nivel nacional y algunos comunistas, siguen fascinados por la posibilidad de regresar al gobierno u obsesionados por “hacer el juego a la derecha” si se rompe con el hollandismo, respectivamente.

Lo que pueda haber de sano en el PS/ PSOE/Pasok, si es que aún queda algo, siempre puede recuperarse desde una posición de fuerza de la nueva izquierda, como la que ahora hay en Atenas, Madrid o Barcelona, pero nunca siendo comparsa de políticas neoliberales disfrazadas de puño y rosa. Esa es, parece ser, la lección que indica el lento proceso de despertar europeo.

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ENSAYO DE EMMANUEL TODD


“EL CATOLICISMO HA MUERTO Y ES SU

 FANTASMA EL QUE HABITA EN LA IZQUIERDA”


Emmanuel Todd
Sociología Crítica
07.06.2015




Emmanuel Todd, la semana pasada en su casa de París. / ERIC HADJ
Su último ensayo,¿Quién es Charlie? Sociología de una crisis religiosa, publicado en Francia a principios de mayo, ha dividido a la sociedad francesa en una viva polémica. Emmanuel Todd (Saint-Germain-en-Laye, Francia, 1951) identifica el movimiento oficial y burgués que marchó bajo el lema “Je suis Charlie” con la Francia oficial, dominada por lo que él bautizó hace tiempo como el “catolicismo zombi” del que François Hollande es el máximo exponente: socialista, hijo de familia católica descristianizada recientemente y de modelo troncal (tradición del heredero único) y, por tanto, no igualitaria y autoritaria. Francia y Europa, que glorificaron la moneda única, viven una crisis religiosa, asegura Todd, cuyas conclusiones desatan pasiones: el laicismo radical es la nueva amenaza a la libertad de creencia, y el sistema político galo de hoy se parece demasiado al Gobierno de Vichy, títere de Berlín. Desde que Todd predijo en 1976 la descomposición de la Unión Soviética, sus obras rara vez han dejado indiferente. ¿Quién es Charlie? ha desencadenado la tormenta.

PREGUNTA. Un conocido le dijo que después de publicar este libro se quedaría sin amigos. ¿Ha sido así?

RESPUESTA. No. Ha sido justamente lo contrario. Una parte de la prensa me insulta gratuitamente, pero otra me ha tratado muy bien. Honestamente, la lista de los que me han atacado es maravillosa porque la forman aquellos a los que nunca he tomado en serio. En cuanto a los correos electrónicos que he recibido, solo el 3% dicen estar en desacuerdo. El debate ha sido acalorado, es verdad, pero porque los franceses somos apasionados y excesivos, pero mi caso ha demostrado que nuestra cultura liberal está muy viva.

P. Es sorprendente que incluso el primer ministro, Manuel Valls, haya publicado un artículo para rebatirle; bien es verdad que usted no se ha ahorrado opiniones duras, como la de que el Partido Socialista es “objetivamente xenófobo”.

R. Yo no entiendo por qué Valls hace publicidad a mi libro porque quien lo lea, si es de izquierdas, no volverá a votar al socialismo en su vida. Mi análisis del PS es cruel, pero permite explicar muchas cosas, como, por ejemplo, por qué Francia mantiene una política económica tan dura. El PS tiene la huella del catolicismo zombi. El catolicismo ha muerto y es su fantasma el que habita en la izquierda. Eso es lo que molesta. Porque es verdad.

P. El desencuentro es enorme. Mientras Valls asegura que la caricatura, como la de Mahoma, ha jugado siempre un papel esencial en la construcción de la opinión pública, usted dice que es una incitación al odio religioso.

R. El corazón del proceso liberal-democrático es la alfabetización; no la caricatura. Es una idea loca creer que, por su propia naturaleza, la caricatura está bien ideológicamente. Las caricaturas antisemitas en Alemania precedieron al nazismo. En la Francia posterior a 1968 fue muy importante el cómic, no la caricatura, y ahí se inscribía Charlie Hebdo. El nuevo Charlie no está en la tradición cultural francesa y es islamófobo, cosa que defiendo desde antes de los atentados. El derecho a caricaturizar y a blasfemar es sagrado, pero también debe existir el derecho a decir que no vale para nada. Me acusan de complicidad con el terrorismo por decir esto.

P. La defensa de Charlie como sinónimo de la libertad y de la República Francesa está, sin embargo, muy extendida.

R. Mire, estoy muy contento de poder hablar con la prensa italiana y española para poder desvelar a nuestros socios del Sur el misterio de la Francia de hoy [se ríe]: por qué Francia apoya a Alemania para que tenga a Europa bajo su bota. Porque Alemania nunca hubiera podido imponer su política de austeridad sin el acuerdo francés. Lo que dice mi libro es que hay dos Francias. Una es la Francia liberal e igualitaria (dos tercios del país). Está en el corazón de la cuenca de París, con estructura familiar liberal e igualitaria y que (ya sé que es sorprendente) se asemeja mucho a Andalucía y la nueva Castilla, donde está el corazón liberal y un poco anarquista de España. Tolerante y descristianizada. Y esa es la Francia de la Revolución y el laicismo. Pero hay otra Francia, la periférica (al oeste de los Pirineos, el sur y el este de la región central, el Ródano, Lorena, Alsacia…). Ahí la estructura familiar es troncal, al igual que todo el arco del norte de España entre Cataluña y Galicia. En esta otra Francia, católica hasta hace 50 años, antirrevolucionaria, monárquica, antisemita y vichista. Ahora domina esta última germanófila, autoritaria y amante del euro y la austeridad. Lo que yo pretendo es denunciar esa estafa.

P. Me parece que en el Sur estamos más inquietos a ese respecto con el Frente Nacional que no con la izquierda francesa.

R. El FN no es una amenaza para ustedes. Es horrible, sí. Pero la cuestión es que la inversión es completa. Nuestra situación es como si el FN dominara Andalucía o que el PSOE fuera fuerte en Castilla y León, base histórica del franquismo.

P. ¿Es la laicidad la nueva religión de Europa?

R. Creo que tanta reivindicación de la laicidad demuestra que atravesamos una crisis metafísica, religiosa. La reacción a los atentados de enero fue inmensa, lo que sobrerrepresentó el fenómeno terrorista. Pero el problema no es el islam, sino la crisis terminal del catolicismo. Francia vive en la ilusión de que es racional y moderna, que progresa en libertad y valores positivos (emancipación de la mujer, matrimonio homosexual…), pero detrás de toda esa satisfacción hay una angustia subterránea porque por primera vez la humanidad vive sin ninguna creencia metafísica.

P. ¿Acaso la religión es una necesidad intrínseca del ser humano?

R. La gente no puede vivir sin una creencia colectiva. El individuo es otra cosa. El neoliberalismo es para mí una concepción religiosa sobre el mercado absoluto. El fracaso económico, el fracaso del mercado y del euro ha producido una crisis metafísica. Hemos elegido el islam como objetivo de todos nuestros males. Eso nos permite comprender esa movilización increíble, de fe colectiva…

P. En su libro critica duramente el “laicismo radical”.

R. El laicismo radical no es laicidad. Cuando yo era niño, en la escuela laica había capellanes católicos y los viernes se comía pescado aunque nadie supiera por qué. Era una escuela relajada respecto al hecho religioso. Porque la laicidad no es una creencia negativa. Es más bien indiferencia. La situación es hoy muy distinta y acusamos constantemente a los militantes del islam.

P. ¿Cuál es el corazón de Europa?

R. Es Alemania. No hace falta ser antropólogo para saberlo. Alemania en su estructura fundamental familiar es troncal y un tercio es católico, así que un tercio es católica zombi [recientemente descristianizado]. Esa parte es la que instintivamente defiende la austeridad, la autoridad y la disciplina. Yo diría que el catolicismo zombi es el fundamento ideológico de la eurozona.

P. Su idea de Europa es bien distinta al ideal eu­ropeo tradicional.

R. En toda sociedad occidental hay un Charlie durmiente que puede despertar en cualquier momento. La eurozona está paralizada. Vive una mezcla de crisis económica y religiosa porque el euro es el nuevo dios. En el vacío de creencias hay que inscribir también los movimientos secesionistas de Escocia y Cataluña. Es el intento de reconstruir la identidad en esa nación periférica. Hubo un sueño europeo, pero en 2015 tenemos ya la certeza absoluta de que el euro es un fracaso monstruoso, aunque sigue siendo, todavía, una religión. Continuamos haciendo sacrificios. Es una crisis religiosa en la crisis religiosa, y es en ese contexto en el que todas las clases medias francesas, cuatro millones, se movilizan [las manifestaciones en Francia reunieron a cuatro millones de personas el 11 de enero contra los atentados]. Es la angustia. Y lo peligroso es que esa gente hipermovilizada no está preparada todavía para abandonar el euro. Hay una gran obstinación en mantener esa religión monetaria y hay una gran islamofobia en esas clases medias movilizadas.

P. Tanto el islam como el judaísmo son religiones minoritarias con escaso poder en nuestras sociedades. ¿Dónde está la razón profunda de la islamofobia y el antisemitismo?

R. La posguerra europea, como la transición española, nos hicieron perder la noción de la historia. Estamos viviendo la continuidad. Mire, a mí me trastornó especialmente la matanza en el supermercado judío, el Hyper Cacher. Resistí la tentación tras las matanzas antisemitas anteriores. Esta es la primera vez que escribo un libro en tanto que judío. Porque es verdad que hay antisemitismo en los barrios y, sobre todo, en los medios islamistas, pero soy historiador y sé que el único continente que ha masacrado a los judíos es Europa. Jamás ha habido algo parecido en el mundo árabe. En mi libro trato de demostrar esa interacción perversa entre la islamofobia y el antisemitismo. Más islamofobia traerá más antisemitismo. Es una trampa de la neo-República, en la que los débiles luchan unos contra otros. El catolicismo zombi en el poder desciende de los antisemitas.

P. Sobre ello debo decir que ha sido llamativo observar cómo el ataque a Charlie ha dejado siempre en segundo plano ese crimen antisemita del Hyper Cacher.

R. Levantar solo el estandarte de Charlie es lo que yo llamo el pecado original de Charlie.

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ORTEGA Y GASSET. LO NUEVO SE HACE VIEJO


VIEJA Y NUEVA POLÍTICA. CONFERENCIA DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET, MAYO DE 1914, TEATRO DE LA COMEDIA (MADRID)

4/8

Sociología Crítica
30.05.2015


 Ortega, aquel 24 de mayo de 1914 en el Teatro de la Comedia

La muerte de la restauración (6)

Estas dos emociones radicales, la de abrigar vivas sospechas sobre el positivo vigor histórico de nuestra raza y, en consecuencia, la de estar dispuestos a anteponer todos aquellos medios que sean necesarios para avivarlas a las meras ficciones y apariencias de buen gobierno, significa que ha entrado España en una época de la pública sensibilidad incompatible e incomunicante con otra época que se conoce en la historia con el nombre de Restauración, la cual gravitaba sobre las dos ideas más opuestas a éstas que cabe imaginar. Y como el ser toda una actitud histórica es el carácter que tiene que tener la nueva política, antes de comenzar la actividad conviene que tomemos una clara orientación histórica.

Aquel apartamiento de la política de las nuevas generaciones, esa senilidad, esa desintegración fatal de los partidos vigentes, esa conducta de fantasmas que llevan los organismos de la España oficial frente a la nueva, debían recibir una sencilla denominación histórica; eso tiene un nombre, hay que ponérselo: es que asistimos al fin de la crisis de la Restauración, crisis de sus hombres, de sus partidos, de sus periódicos, de sus procedimientos, de sus ideas, de sus gustos y hasta de su vocabulario; en estos años, en estos meses concluye la Restauración la liquidación de su ajuar; y si se obstina en no morir definitivamente, yo os diría a vosotros — de quienes tengo derecho a suponer exigencias de reflexión y conciencia elevadamente culta —, yo os diría que nuestra bandera tendría que ser ésta: «la muerte de la Restauración»: «Hay que matar bien a los muertos».
¿Qué es la Restauración, señores? Según Cánovas, la continuación de la historia de España. ¡Mal año para la historia de España si legítimamente valiera la Restauración como su secuencia! Afortunadamente, es todo lo contrario. La Restauración significa la detención de la vida nacional. No había habido en los españoles, durante los primeros cincuenta años del siglo XIX, complejidad, reflexión, plenitud de intelecto, pero había habido coraje, esfuerzo, dinamismo. Si se quemaran los discursos y los libros compuestos en ese medio siglo y fueran sustituidos por las biografías de sus autores, saldríamos ganando ciento por uno. Riego y Narváez, por ejemplo, son, como pensadores, ¡la verdad!, un par de desventuras; pero son como seres vivos dos altas llamaradas de esfuerzo.

Hacia el año 1854 — que es donde en lo soterraño se inicia la Restauración — comienzan a apagarse sobre este haz triste de España los esplendores de ese incendio de energías; los dinamismos van viniendo luego a tierra como proyectiles que han cumplido su parábola; la vida española se repliega sobre sí misma, se hace hueco de sí misma. Este vivir el hueco de la propia vida fue la Restauración.

En pueblos de ánimo más completo y armónico que el nuestro puede, a una época de dinamismo, suceder fecundamente una época de tranquilidad, de quietud, de éxtasis. El intelecto es el encargado de suscitar y organizar los intereses tranquilos y estáticos, como son el buen gobierno, la economía, el aumento de los medios, de la técnica. Pero ha sido la característica de nuestro pueblo haber brillado más como esforzado que como inteligente.

Vida española, digámoslo lealmente, señores, vida española, hasta ahora, ha sido posible sólo como dinamismo.

Cuando nuestra nación deja de ser dinámica cae de golpe en un hondísimo letargo y no ejerce más función vital que la de soñar que vive.

Así parece como que en la Restauración nada falta. Hay allí grandes estadistas, grandes pensadores, grandes generales, grandes partidos, grandes aprestos, grandes luchas: nuestro ejército en Tetuán combate con los moros lo mismo que en tiempo de Gonzalo de Córdoba; en busca del Norte enemigo hienden la espalda del mar nuestras carenas, como en tiempos de Felipe II; Pereda es Hurtado de Mendoza, y en Echegaray retoña Calderón. Pero todo esto acontece dentro de la órbita de un sueño; es la imagen de una vida donde sólo hay de real el acto que la imagina.

La Restauración, señores, fue un panorama de fantasmas, y Cánovas el gran empresario de la fantasmagoría.

«No llamé Restauración a la contrarrevolución — dice Cánovas —, sino conciliación». «No haya vencedores ni vencidos» — dice otra vez —. ¿No son sospechosas, no os suenan como propósitos turbios estas palabras? Esta premeditada renuncia a la lucha, ¿se ha realizado alguna vez y en alguna parte en otra forma que no sea la complicidad y el amigable reparto? «Orden», «orden público», «paz»…, es la única voz que se escucha de un cabo a otro de la Restauración. Y para que no se altere el orden público se renuncia a atacar ninguno de los problemas vitales de España, porque, naturalmente, si se ataca un problema visceral, la raza, si no está muerta del todo, responde dando una embestida, levantando sus dos brazos, su derecha y su izquierda, en fuerte contienda saludable.

Y para que sea imposible hasta el intento de atacarlos, el partido conservador, y Cánovas haciendo de buen Dios, construye, fabrica un partido liberal domesticado, una especie de buen diablo o de pobre diablo, con que se complete este cuadro paradisíaco.

Y todo intento de eficaz liberalismo es aplastado, es agostado. Recordad si no la izquierda dinástica, que se parece tanto a ciertas evoluciones de nuestros días.
Para que puedan vivir tranquilamente estas estructuras convencionales es forzoso que todo lo que haya en torno de ellas se vuelva convención; en el momento en que introduzcáis un germen de vida, la convención explota.

Y aquí tenéis que Cánovas sólo en una cosa aprieta — ya es esto para ponernos en guardia —, una cosa que va a servir como de suprema convención, encargada de dar seguridad a todas las demás. Esta cosa es la lealtad monárquica, de que en breve hablaremos. Se hace del monarquismo un dogma sobrenatural indiscutible, rígido. Y eso, eso es lo único que antepone Cánovas al orden público y que identifica con España. Sus palabras fueron: «Sobre la paz está la Monarquía». Frase verdaderamente sospechosa para quien sobre todo, incluso sobre la vitalidad nacional, estaba la paz. Pero Cánovas, señores, no era una criatura inocente; yo respeto sinceramente su enorme talento, tal vez el más grande de su siglo en España para cuestiones ideológicas, si hubiera podido dedicar a ellas su vida; mas por encima de ser un gran erudito, y un gran orador, y un gran pensador, fue Cánovas, señores, un gran corruptor; como diríamos ahora, un profesor de corrupción. Corrompió hasta lo incorruptible. Porque esa frase «sobre la paz está la Monarquía» produjo el efecto de convertir a su vez en dogma rígido, esquemático, inflexible, ineficaz, extranacional, a la idea republicana.

La frase de Cánovas fue al punto contestada por la extrema izquierda de este modo: «Para nosotros, sobre la paz está la República». Y he aquí dos esquemas simplistas. Monarquía y República, puestos sobre todas las cosas nacionales, y he aquí España girando sobre dos polos, que son dos duros vocablos. Medio país ocupado en garantir el orden público en nombre de la Monarquía y el otro medio país ocupado en subvertirle en nombre de la República. Y como el orden público se pedía en beneficio de una palabra y no de nada sustancial, y como la revolución se demandaba en servicio de algo bien poco inminente y positivo, no había sino una ficción y cascara de orden, no había más que revoluciones oratorias. De este modo se embotó el sistema nervioso de las clases acomodadas, acostumbrándolas a la ineficacia y a la desconfianza, y los republicanos enrudecieron todavía más a las muchedumbres con sus simplismos. Los hombres que entonces quisieron iniciar en España el movimiento socialista, que era una política mucho más compleja, mucho más sabia y mucho más real, saben muy bien cómo fue para ellos una muralla granítica el republicanismo restaurador.

Me es imposible seguir con detalle, porque el tiempo corre muy de prisa, los distintos rasgos característicos de la Restauración: y lo siento verdaderamente porque forman un cuadro cuya contraposición exacta hallaríais en el fondo de vuestras conciencias. Sólo mentaré los nombres de estos rasgos fisonómicos. Es, por lo pronto, el amor a la ficción jurídica (este orden público a que antes me refería), a la pomposidad, a la exterioridad, a contentarse con la apariencia. Es el seguir hablando de la tradición nacional, lo cual es grave, señores, porque no es sino otro nombre con que se indica el desconocimiento del caso España, de lo que es España como peculiar problema histórico y político. Porque lo que representa España, a diferencia de los demás pueblos actuales de Europa, es ser el pueblo en que no han fracasado estos o los otros hombres, estas o las otras instituciones, sino algo más hondo; es que en nuestra historia tenemos como un rompimiento de la eficacia de los principios más íntimos e inalienables del pueblo, de la tradición; en España, pues, es donde (aun aparte de cuestiones de ética y de derecho) el tradicionalismo no puede ser nunca un punto de partida para la política. Podrá tal vez, ser útil para ciertas labores complementarias; pero centrar la política en la tradición, conservar los nombres huecos del pasado y con eso querer resolver las lacras del presente, esto no es más que un desconocimiento de la realidad española; es decir, convencionalismo, simplismo, caracteres de la Restauración.

Pero, además de esto, fue la Restauración, como hemos visto, la corrupción organizada, y el turno de los partidos, como manivela de ese sistema de corrupción.

Por fin, yo casi estoy por decir que, como más característico que todo esto, como más pernicioso, como raíz y origen de todo lo dicho, el fomento de la incompetencia.

Yo os pido que si queréis tomar una postura fundada ante los problemas actuales de la nación releáis, de cuando en cuando, libros en que se cuente esta historia restauradora, por ejemplo, entre los que se ocupan de los últimos años de esta etapa, los veinte tomos del Año político, de Soldevilla, donde están los gérmenes puros, ingenuamente depositados sobre el papel, de los hechos nacionales en aquel período. Y yo os digo que de esa galería oscura de años inertes, de años trágicos, porque la inercia puede tomar en ocasiones el vuelo de una trágica condición, de aquel movimiento de generales que van y vienen y se suceden, de Comisiones que se reúnen y se desunen sin haber resuelto nada, de temas que se suscitan y a los cuales no piensa nadie dar cima ni llegar a la fórmula más elemental de su solución, de todo ese fondo no os quedarán, sin embargo, como lo más característico, flotando en la memoria, grandes crímenes constitucionales, ni, tal vez, demasiado grandes y súbitos descubrimientos de defraudaciones al Erario; pero lo que sí emana de todos esos años oscuros y terribles es una omnímoda, horrible, densísima incompetencia.

¿A dónde podía conducir todo esto? Al 98. ¿Cómo dudar de la existencia de esas dos Españas incomunicantes e incompatibles a que yo antes me refería? Deben ser un poco enfermos de la memoria quienes lo niegan, cuando olvidan que entre esa época y nosotros hay una fecha terrible, fatal: el 98. Podrá satisfacerse el que encuentre en ello gusto, haciendo notar, insistiendo en que la época del 98 acá no ha producido hombres de cualidades brillantes; pero es que la convivencia nacional no es una reunión escolar en la que se trate de dar premio al mérito de unos cuantos. Por bajo la falta de brillantez en este o aquel individuo está el acervo positivo de la gran modestia nacional, de la espléndida sacra anonimidad, y allí, sin ruido, lentamente, ocultamente, se viene preparando un momento fieramente justiciero. Es natural.

Tardará más o menos en venir; pero el más humilde de vosotros tiene derecho a levantarse delante de esos hombres que quieren perpetuar la Restauración y que asumen su responsabilidad, y decirles: «No me habéis dado maestros, ni libros, ni ideales, ni holgura económica, ni amplitud saludable humana; soy vuestro acreedor, yo os exijo que me deis cuenta de todo lo que en mí hubiera sido posible de seriedad, de nobleza, de unidad nacional, de vida armoniosa, y no se ha realizado, quedando sepulto en mí antes de nacer; que ha fracasado porque no me disteis lo que tiene derecho a recibir todo ser que nace en latitudes europeas».

Y aun habíamos de avergonzarnos de ser nosotros quienes viniéramos con estas exigencias, al fin y al cabo hemos nacido en las capas superiores de la sociedad española; pero ¿qué no tendría derecho a decir el obrero en la vida cruda de su ciudad y el labriego en su campiña desértica y áspera?

Todo español lleva dentro, como un hombre muerto, un hombre que pudo nacer y no nació, y claro está que vendrá un día, no nos importa cuál, en que esos hombres muertos escogerán una hora para levantarse e ir a pediros cuenta sañudamente de ese vuestro innumerable asesinato.

Yo necesitaba extenderme en estos puntos de vista, y al solicitar a la acción pública, a las nuevas generaciones y especialmente a las minorías que viven en ocupaciones intelectuales, no quiero decir que se dejen las exigencias y la fuerza de su intelectualidad en casa; es menester que, si van a la política, no se avergüencen de su oficio y no renuncien a la dignidad de sus hábitos mentales; es preciso que vayan a ella como médicos y economistas, como ingenieros y como profesores, como poetas y como industriales. Y la dignidad del hábito mental, adquirido por quien vive en obra de intelección, es moverse no sólo en cosas concretas, sino saber que para llegar a ellas fina y acertadamente hay que tomar la vuelta de las orientaciones generales. Lo general no es más que un instrumento, un órgano para ver claramente lo concreto; en lo concreto está su fin, pero él es necesario. Mientras sean para los españoles sinónimos la idea general y lo irreal, lo vago, todo empeño de renacer fracasará. Porque cultura no es otra cosa sino esa premeditada, astuta, vuelta que se toma con el pensamiento — que es generalizador — para echar bien la cadena al cuello de lo concreto.

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