La ofensiva de
Steve Bannon para que le quiten la nacionalidad a Zohran Mamdani, y las
amenazas de Pete Hegseth, que pretende que el Pentágono tenga a los musulmanes
como su principal objetivo, evidencian sus temores. Para ellos, el musulmán es
el principal enemigo
El enemigo en casa
El Viejo Topo
13 noviembre, 2025
LOS CRUZADOS DE TRUMP TIENEN A SU ENEMIGO EN CASA
A Donald Trump
y los más extremos de los ultraderechistas que le dan coba, el triunfo de
Zohran Mamdani les aguó la fiesta que imaginaban para celebrar el primer
aniversario de la elección que los depositó nuevamente en la Casa Blanca. La
razón fundamental es que el alcalde electo de Nueva York -la principal ciudad
del país y la “capital” financiera de occidente- compró todos los boletos para
figurar en la lista negra del trumpismo: es musulmán, se autodefine como
socialista y ni siquiera nació en Estados Unidos, el único dato que debería
tranquilizarlos, ya que no puede aspirar a la presidencia.
El resultado
del comicio del martes alteró los nervios tanto del primer mandatario como del
estratega de la internacional ultraconservadora, Steve Bannon, que ya venía
advirtiendo sobre el “peligro” de alguien a quien cataloga de ser un
marxista-yihadista que “está llevando el bolchevismo a nuestra ciudad más grande”.
Al conocerse el resultado, Bannon pidió que le quitaran la nacionalidad
estadounidense, que Mamdani, nativo de Uganda de padres de India, había
conseguido en 2018. Trump, que venía de amenazar, en el famoso encuentro con
Javier Milei, con dejar a Nueva York sin fondos –como prometía hacer con
Argentina si el oficialismo era derrotado el 26 de octubre– ninguneó el
resultado tanto en “la Gran Manzana” como en las gobernaciones de Nueva Jersey
y Virginia, afirmando que los republicanos perdieron porque él no figuraba en
la papeleta. Algo así había respondido en 2001 Fernando de la Rúa tras las
elecciones de medio término del 14 de octubre de aquel año. No vale extrapolar.
¿No vale?
Otro que se
revuelve en su escritorio es el secretario de Guerra, Pete Hegseth. El hombre,
un fanático que se ve a sí mismo como un guerrero cristiano del siglo XXI,
tiene un tatuaje en su brazo con la frase Deus vult, el lema con
que el papa Urbano II alentó a los fieles que iban al Santo Sepulcro para
desplazar a los musulmanes, y otro en el pectoral derecho con la Cruz de
Jerusalén. En su libro American Crusade (Cruzada
estadounidense) dice cosas como:
“El islamismo
es la amenaza más peligrosa para la libertad en el mundo. No se puede negociar,
coexistir ni comprender; debe ser expuesto, marginado y aplastado. Al igual que
los cruzados cristianos que repelieron a las hordas musulmanas en el siglo XII,
los cruzados estadounidenses deberán mostrar la misma valentía contra los
islamistas de hoy”.
“La izquierda
no quiere que se cuente la verdadera historia del islam y el islamismo. Quiere
glorificarlo y envalentonarlo, ocultando sus defectos bajo una alfombra persa y
destacando una versión desinhibida de sus mejores cualidades; todo lo cual
perpetúa la mentira políticamente correcta de que el islam es una religión de
paz”.
“El aumento de
la población musulmana en Inglaterra, junto con la bien documentada aversión de
los musulmanes a la asimilación, ha dado lugar a varios barrios exclusivamente
musulmanes —sí, zonas restringidas— en diversas ciudades y a un aumento
correspondiente en el número de funcionarios musulmanes electos, entre los que
destaca Sadiq Khan, el alcalde de Londres”.
Ahora, con «el
demonio» en casa, el Pentágono no tendrá que viajar tanto para convertirse en
cruzado. De hecho, el despliegue de tropas de la Guardia Nacional que desde el
primer día de gestión abrió la administración Trump tiene a los inmigrantes
como su objetivo más importante. La “casualidad” lleva a que los
distritos donde se despliegan esos efectivos están en manos de gobernantes
demócratas. También, que el martes Mamdani se presentaba con el sello del
partido Demócrata, lo mismo que las electas Mikie Sherrill y Abigail Spanberger
en Nueva Jersey y Virginia. En su discurso ante 800 generales del 30 de
septiembre, Hegseth les había avisado que tomaran esas incursiones dentro del
territorio como entrenamiento, tras advertirles que “nos encontramos bajo una
invasión desde dentro. No es diferente de la de un enemigo externo, pero más
difícil, de muchas maneras, porque no llevan uniformes”.
Trump había
resaltado esta imagen en su mensaje en la Asamblea General de la ONU en la que
dijo que ese organismo no hacía nada para evitar la “inmigración
descontrolada”. Este viernes, se reunió con el primer ministro húngaro, Viktor
Orban, y tras el encuentro en el Salón Oval con su ultraderechista de cabecera
en el este europeo, le habló a la UE: “deberían respetar a Hungría y a su
líder, y respetarlos mucho, porque tiene razón sobre la migración (…) mira lo
que pasa con Europa, que está inundada y sus tasas de criminalidad se están
disparando (salvo) en Hungría, donde las cosas se hacen como se tienen que
hacer y el número de migrantes ilegales es cero. Nadie puede pisar la frontera
sin permiso”. Como gesto de amigo, Orban consiguió que se le permitiera seguir
comprando energía a Rusia sin recibir las sanciones que mantienen tanto EE UU
como la UE.
Fuente: Tiempo
Argentino
Artículo
republicado por Resumen Latinoamericano

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