miércoles, 3 de julio de 2024

 

Este texto es un grito destinado a no ser escuchado por quienes deberían hacerlo. Un grito angustiado dirigido a quienes no quieren oírlo. Un grito dirigido a los cómplices de tanto asesinato, que ufanamente se reparten cargos y prebendas, indiferentes ante el genocidio.

TOPOEXPRESS

Carta a los políticos de Occidente


Miguel Riera

El Viejo Topo

3 julio, 2024 

 


Escribo estas líneas en una tarde soleada, mientras la gente acude en tropel a un centro comercial próximo aprovechando las rebajas. En la radio hablan de fútbol, de los estrenos de la semana, y con un poco de paciencia, si hay suerte, incluso se puede escuchar a Coltrane o Thelonius Monk por encima de la machacona bachata de todos los días. Un día como cualquier otro.

También un día más de crímenes en Gaza, tan lejos de aquí que nuestros dirigentes políticos ­–digamos que con “nuestros” señalamos a los del Occidente colectivo– aparentan seguir dirigiendo el mundo casi ajenos a lo que allí sucede. A lo sumo, en el mejor de los casos, declarando que habrá que hacer algo, aunque no parecen tener prisa para ello.

Y veo en la tele, en la prensa o en las redes las imágenes de personajes como la siniestra Ursula von der Leyen, el cínico Macron, la ahora atlantista Meloni, el amorfo Scholz, el momificado Biden, y tantos otros (adviértase que no cito a ninguno de los nuestros, no por falta de ganas, sino porque la lista sería muy larga) y siento náuseas. Me dan asco.

Políticos occidentales, que lo sepáis: me dais asco.

Ya sé que esto suena a pataleta infantil, que podría decirlo de manera más elegante, por ejemplo hablando de vergüenza ajena, incluso podría buscar alguna metáfora ingeniosa que mostrara mis habilidades lingüísticas. Pero a mi edad ya no estoy para zarandajas hiperbólicas y lo repito así de claro para que quede constancia: me dais asco.

Y sois cómplices. Que lo sepáis. Sois cómplices de tanto asesinato, de tanta destrucción. La mayoría activamente; los menos por inacción.

Alguno de vosotros finge preocuparse por la masacre y propone gestos ­–­eso sí, para más adelante– que no impiden que un día sí y otro también prosiga el genocidio. Otros fingen apoyar una tregua que no exigen. Los más seguís proporcionando armas y ayuda al genocida. Unos por interés directo; otros por simple sometimiento.

Como controláis los medios, conseguiréis salir de esta como apóstoles de la libertad. Con el tiempo, lejos de Gaza los muertos se olvidarán, como se han olvidado los de Sabra y Chatila, y esta guerra colonial pasará a ser un incidente geopolítico más en un mundo que va de mal en peor y que apunta a acumular muertos sobre muertos. Y para vosotros, líderes del mundo occidental, este genocidio será un simple borrón en vuestra hoja de servicios. Aunque algunos, los menos, no lo olvidaremos.

No tengo mucho más que deciros. Tampoco espero que sirva de mucho este desahogo. Pero que sepáis que me dais asco. Y que sois cómplices. Yo lo sé. Vosotros también.

 *++

 

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