domingo, 19 de noviembre de 2023

Reagan el escándalo Irán-Contras

 

 

Reagan el escándalo Irán-Contras


TERCERAINFORMACION / 18.11.2023

  • El 18 de noviembre de 1987 el Congreso de los Estados Unidos responsabilizaba al entonces presidente Ronald Reagan del escándalo que involucraba venta ilegal de armas, narcotráfico y paramilitarismo.
  • A pesar de la trascendencia del caso, al nivel del Watergate, la administración republicana de Reagan apenas sufrió consecuencias.


Ronald Reagan ante el Congreso de los Estados Unidos / RRPFL / Wikimedia

 

El 18 de noviembre de 1987 el Congreso de los Estados Unidos publicaba un informe en el que se responsabilizaba de forma directa al Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, de la trama de venta de armas ilegal a Irán para financiar a la Contra nicaragüense. Un operativo secreto que durante años alimentó al paramilitarismo en Centroamérica mientras incrementaba la conflictividad en Oriente Medio.

A través de su informe, el legislativo estadounidense acreditaba la total responsabilidad del ejecutivo en una de las mayores conspiraciones reveladas de una administración estadounidense.

A pesar del peso del informe, las consecuencias para el ejecutivo fueron exiguas. Reagan concluyó su segundo mandato en 1989, con unos índices de popularidad disparados gracias a la hábil gestión comunicativa de su administración, siendo sucedido por George Bush padre, que no tardó en valerse de sus prerrogativas presidenciales para esquilmar las escasas consecuencias del escándalo.

Sin embargo, el escándalo trascendió a la opinión pública, minando severamente la credibilidad de los Estados Unidos a nivel internacional y alimentando la desconfianza hacia las instituciones de la población estadounidense, incrementada a lo largo de las siguientes tres décadas hasta niveles de paranoia.

Qué fue el escándalo Irán-Contras

A principios de los años ’80, la inestabilidad de la situación geopolítica generaba efectos rocambolescos. A pesar de que se representa como el cenit del conflicto global representado por la Guerra Fría entre los bloques socialista y capitalista, lo cierto es que la propia lógica del choque de modelos se estaba resquebrajando.

A pesar de los avances de la revolución socialista en diversas regiones del mundo, Moscú languidecía bajo una marcada crisis política y de liderazgo. Los Estados Unidos, por su parte, caían en manos del populismo neo-con y su visión marcadamente agresiva de la política internacional.

En este contexto, Centroamérica se convertía en un campo de batalla con los conflictos civiles de Nicaragua y El Salvador. La administración de Reagan tomó la revolución sandinista y la situación de Nicaragua como una afrenta directa a sus intereses, temerosa de un efecto contagio en la región y del alineamiento de otro país con el bloque soviético.

El apoyo a las Contras, un conglomerado de fuerzas armadas contrarrevolucionarias por parte de Washington fue decidido. Sin embargo, un contexto marcado por el reciente fracaso de la Guerra de Vietnam, así como los contrapesos internacionales, hizo al gobierno estadounidense mantener en secreto la ayuda directa a estos grupos armados. Para mantenerlo, se desarrolló un complejo operativo que permitía a los Estados Unidos ofrecer a las Contras apoyo mediante armamento y financiación.

La idea era distraer del tráfico directo de recursos a cualquier resorte público estadounidense. Para ello se articularon dos canales. Por un lado, el asistente militar al Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos Oliver North y el Almirante de la Armada John Poindexter idearon un sistema para financiar a los paramilitares nicaragüenses mediante la venta de armamento a Irán, en aquel momento enemigo declarado de los Estados Unidos, pero demasiado necesitado en su conflicto con la vecina Irak. Por otro, la CIA colaboraba activamente para facilitar la financiación a través del narcotráfico de las Contras.

El escándalo saltó a la palestra en octubre de 1986, tras el derribo de un avión en Nicaragua que transportaba suministros para las Contras.

La revelación de este circuito de apoyo a los paramilitares nicaragüenses provocó la creación de una Comisión en el Congreso, que interrogó a los principales implicados en la conspiración.

Sin consecuencias

A pesar de las dramáticas revelaciones que se produjeron en la Comisión parlamentaria, las consecuencias fueron nimias. Tan solo dos personas, Oliver North y John Poindexter fueron procesados recibiendo leves condenas, a pesar de las evidencias que apuntaban a la implicación total del Consejo de Seguridad Nacional del ejecutivo estadounidense.

La constitución de la Comisión Tower por parte del gobierno de Reagan, así como su hábil manejo de la prensa, permitió a la administración aparecer como poco menos que una víctima a la que se habría ocultado el operativo.

En 1990, era investido presidente George Bush padre, vicepresidente de Reagan y ex director de la CIA. En 1992 amnistiaría a los implicados en el escándalo que habían recibido condenas, dando carpetazo al asunto.

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