La
conciencia feminista
Gerda
Lerner: conocimiento histórico y conciencia feminista
Por
| 01/04/2023 |
Fuentes: https://tribunafeminista.org/
Nuestra autora, Gerda Lerner (Viena, 1920
– Madison, EEUU, 2013), fue una investigadora, docente y feminista de origen
austríaco que se vio forzada a emigrar a los EEUU en 1939 huyendo de la
persecución nazi.
En Norte América desarrolló una brillante
carrera siendo una de las pioneras en introducir la Historia de las Mujeres en
la universidad (Lerner, 1979; Lerner, 2002). La Creación de la conciencia feminista,
de la Edad Media a 1870, se publicó en 1993 y constituye
la segunda parte de una obra más amplia que Gerda Lerner tituló Women
and History. Veamos a continuación el contexto de producción de
la obra.
En el marco amplio de cuestionamiento de
las relaciones sociales, políticas o culturales propiciadas por el capitalismo
y de la razón instrumental de la modernidad a lo largo de los años 60 del siglo
pasado, una de las corrientes críticas más importantes fue el llamado
“feminismo radical” que desarrolló una gran actividad tanto intelectual como
política. En 1966 surgió en los EEUU el famoso movimiento de mujeres, National
Organization for Women, NOW, o en 1967 el New
York Radical Women, cuyas performances llegarían
a tener una gran repercusión. Por otro lado, la conquista de la ciudadanía,
derechos políticos y acceso a la educación en el siglo XX por parte de los
movimientos feministas en occidente hicieron posible la construcción de un
corpus teórico imprescindible que tendrá una gran repercusión social. En ese
contexto de efervescencia, Lerner formó parte de los debates relativos a las
perspectivas que habría que conjugar para abordar el conocimiento de la
experiencia histórica femenina como referente inexcusable para el proceso de
emancipación de las mujeres en el capitalismo del siglo XX. Una vez más, tomar
conciencia de la situación impulsó tanto la recuperación sistemática de la
memoria de las mujeres como la conveniencia de asumir independencia intelectual
y política para orientar unas reivindicaciones consideradas propias. Así, desde
el marxismo, el psicoanálisis, el anticolonialismo, la teoría crítica o el
feminismo, nuevos colectivos reclamaron espacio y capacidad para
producir significaciones, interpretar la realidad e intentar modificarla.
El surgimiento de la historia de las
mujeres habría que insertarlo en ese escenario en paralelo con el desarrollo de
movimientos feministas y los presupuestos teórico-prácticos que venían
analizando y experimentando, esto es, que la subordinación de la mujer iba más
allá de desigualdades políticas o institucionales: era sistémica y se basaba en
estructuras profundas que hundían sus raíces en dinámicas sociales y culturales
capaces de permear la cotidianidad; de tal forma que las relaciones de poder se
evidenciaban no sólo en la esfera pública sino también en los (supuestos)
espacios privados y personales, es decir, “lo personal era político”. La
creación de la conciencia feminista… es, a nuestro
entender, deudora de este marco, aun cuando viera la luz con posterioridad
—con el “nuevo espíritu del capitalismo” ya en marcha y con el
abandono de una parte del feminismo de sus lazos con la economía política y la
teoría crítica social— al aunar
compromiso intelectual y transformación social en un momento en el que las
mujeres se reclaman sujeto histórico y objeto de investigación.
Conocimiento
histórico: el lugar de las mujeres
Lerner entiende la historia como proyecto
transformador de forma que el diálogo con el pasado lo concibe como condición
necesaria para explicarnos como sujetos y colectivos desde las preguntas que
nos interpelan en el presente. En este sentido, la memoria y su recuperación se
convierte en factor clave de emancipación. El hecho de que el relato histórico
convencional no se haya hecho eco de los saberes y las vidas de las mujeres es
no sólo una deficiencia cognitiva: significa además, apunta la autora, que las
mujeres hayamos permanecidos enajenadas de nuestra experiencia colectiva, base
necesaria de reflexión y acción, hasta hace apenas unas décadas. Una situación,
que dista de estar resuelta actualmente y que no deja de tener implicaciones
políticas, sociales y educativas:
La Historia que mayoritariamente se
escribe, enseña e investiga, sigue siendo una Historia en la que las mujeres
aparecen accidentalmente y sólo en los casos precisos. Es decir, que todavía
las mujeres no han sido reconocidas como sujeto social y, por tanto, como sujeto
histórico de forma mayoritaria (Segura Graíño, 2015, p. 270).
Porque, si bien es verdad que algunas
mujeres figuran en los anales, a menudo, como “excepciones”, las perspectivas
de pensadores famosos sobre las mujeres, los sexos, la sexualidad, la familia,
etc., no deja de ser considerada desde ópticas feministas, una historia de
hombres. Así, la historia de las mujeres que comienza a emerger en los años 70
del siglo XX va a implicar cambios profundos que afectan al propio concepto de
Historia que se manejaba hasta ese momento ¿Cuáles eran los presupuestos
teóricos y metodológicos en el campo disciplinar y qué cambios se afrontaron?
Las historiadoras fueron conscientes de que se necesitaban incluir, en primer
lugar, marcos interpretativos y conceptuales adecuados a sus objetivos e
intereses. El relato histórico, eminentemente androcéntrico, no disponía de
herramientas epistemológicas o metodológicas para tal fin pues se había basado
en una única mirada, pretendidamente universal, sobre la
realidad.
Conciencia
feminista e historia de las mujeres
Conceptos como identidad feminista (Amorós,
de Miguel, 2018) o conciencia feminista (Lerner
2019) han sido necesarios a la hora de recuperar la historia y los movimientos
de emancipación de las mujeres desde la idea que defiende la equiparación de
derechos entre varones y mujeres y que cuestiona, por tanto, las estructuras
que sostienen las diversas formas en que la desigualdad se despliega. Así, el
desarrollo de la conciencia feminista exigiría una praxis cognitiva en la
que conocimiento y acción se retroalimentan mutuamente. De modo que, en ese
proceso de toma de conciencia, se hace imprescindible la decodificación de los
paradigmas dominantes que configuran y materializan las relaciones sociales de
injusticia para poder resignificarlas y, paralelamente, la acción colectiva que
impulse cambios sociales. En este sentido, podría pensarse en un feminismo avant
la lettreen épocas históricas en las que se articularon críticas al
discurso de la inferioridad femenina desde diferentes perspectivas. Desde este
posicionamiento, Lerner entiende que ha habido una conciencia de subordinación
a lo largo de la historia que ha generado reflexiones, análisis y resistencias
y cuya datación histórica sería anterior a la lucha por el logro de derechos
sociales y políticos (Lerner, 2017). En esta línea se inscribe el trabajo de
nuestra autora a la hora de rescatar la historia de las mujeres como agente
histórico (tanto en las tareas de reproducción como en el ámbito productivo), y
cuando se trata de cartografiar el surgimiento de la conciencia de
subalternidad y las formas de cuestionarla, presentes a lo largo de los siglos
de forma discontinua – una tarea de Penélope- pero recurrente, constante (hecho
que permite comprender históricamente que figuras célebres, como M.
Wollstonecraft, forman parte de una cadena).
A tal efecto, Lerner acometió un
ambicioso estudio interdisciplinar sobre la genealogía de las estructuras de
dominio sexual (La creación del patriarcado,1986).
Los análisis sobre esta cuestión fueron esclarecedores pues ponían de
manifiesto las raíces antropológicas e históricas del sistema patriarcal y
permitían deslegitimar las relaciones jerárquicas entre varones y mujeres,
supuestamente naturales. El patriarcado (o sistema
de “género-sexo”), otro concepto esencial del feminismo radical (Hartmann,
1976), se evidenciaba así como una estructura de dominio basada en el sexo que
se había adaptado a diferentes contextos históricos y que implicaba toda una
trama institucional, normativa o discursiva que derivaba en una desigual
distribución y acceso a recursos materiales y simbólicos entre hombres y
mujeres. Para Lerner este estudio previo fue crucial pues le permitió
cartografiar la construcción de un mundo a la medida del hombre e interpretar
que la subordinación de la mujer dentro del mismo grupo tuvo una gran
trascendencia pues precedió históricamente y funcionó como modelo para establecer
y legitimar otras jerarquizaciones, como la relación amo-esclavo (Lerner, 2017,
p. 133). Una
disimetría que sigue siendo nuclear para construir relaciones significantes de
poder en la sociedad.
Concluida la primera parte de Women
and History, la
investigadora pudo dedicarse en La creación de la conciencia feminista... a rastrear los
patrones históricos de surgimiento de la conciencia feminista así como las
circunstancias históricas bajo las cuales tuvieron lugar, centrando su estudio
en Europa Occidental (principalmente, Alemania, Francia, Inglaterra e Italia) y
los EEUU. Su objetivo era documentar e incluir la actividad crítica de mujeres
que reflexionaron sobre su situación como colectivo y que por tanto
contribuyeron a fomentar esa auto-conciencia; pero también incorporar otras
voces que, aun careciendo de esa finalidad, incidieron en el proceso de
agrietamiento del sistema de dominación del patriarcado.
* El artículo completo se publicó en Con-Ciencia
Social (segunda época), 4, 125-138.
https://ojs.uv.es/index.php/con-cienciasocial/article/view/19107
Fuente: https://tribunafeminista.org/2023/03/gerda-lerner-conocimiento-historico-y-conciencia-feminista/
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