lunes, 22 de enero de 2018

CATALUÑA: INFORMACIÓN Y ANÁLISIS


Cataluña y nuestro particular “estado de derecho” 
(II)

Antonio Maira/ Analista político en medios informativos/ capitán de fragata de la Armada.
16-12-2017

Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo, no necesitas
temer el resultado de un centenar de batallas.
Si te conoces a ti mismo pero no conoces a tu enemigo,
por cada victoria que ganes sufrirás también una derrota.
Si no te conoces ni a ti mismo ni a tu enemigo,
sucumbirás en cada batalla.”
Sun Tzu, el arte de la guerra

En mi artículo anterior sobre las crisis en todo el estado español y en Cataluña, derivadas del procés y de su influencia en el resto el país, quedaron algunas cuestiones por analizar en lo que se refiere a los escenarios, económico político, mediático, histórico; y también, fundamentalmente al más confidencial y encubierto de todos, el escenario internacional.

Voy a ocuparme hoy, parcialmente, del escenario mediático con algunas referencias ejemplares al escenario histórico. De los demás me ocuparé en próximos artículos. Quedará para próximas entregas el análisis restante del escenario mediático, el análisis del escenario económico y político. Estos últimos son instrumentos fundamentales para el desarrollo de la estrategia del gobierno y de sus aliados: los del marco bipartidista PP y PSOE (y de sus sucursales catalanas), más los emergentes: Ciudadanos, Podemos y las alianzas de este último, sobre todo en Barcelona; y para la implicación de un factor esencial: las grandes empresas españolas, catalanas o multinacionales.

En general se trata nada menos que de las primeras fases de una guerra que se desarrolla en un marco más grande, el estatal, el europeo y también el internacional. Es el marco de la “guerra mundo” en la que los EEUU, Europa, el estado español y la propia Cataluña analizan sus posiciones, los riesgos y los empeños.

No se trata de ninguna broma ni aspaviento el grito de alarma de la candidata de Esquerra, señora Rovira, cuando se ha referido a las advertencias indirectas pero muy precisas, con intermediarios poco locuaces pero sin cara de broma, del Gobierno central al Govern sobre la “necesidad” y posibilidad de poner muertos “sobre la mesa” para estabilizar de una vez Cataluña.

De momento eso ha sido una sugerencia para mantener en límites viables al estado catalán, y una amenaza de aplicar con toda brutalidad presente, y alguna más si hace falta, la ocupación policial de Cataluña, la vigencia del artículo 155 y la posible intervención militar -si es necesaria-, tal como ha advertido claramente la ministra Cospedal y han confirmado algunos hechos que han tenido lugar en estos últimos días.

Cuando el “estado de derecho”, con referencia exclusiva a la Constitución vigente, a los mecanismos para cambiarla y a los caminos y base electoral sobre los que se realiza un referéndum, no sirven para solucionar democráticamente un problema de la magnitud que plantea Cataluña, se inventa rápidamente otro “estado de derecho”. De él forman parte, como núcleos centrales, el artículo 155 y la imposibilidad absoluta de articular un referéndum que “consagre”, a “nivel estatal”, la independencia de Cataluñai.

La base persuasiva de todo eso ha sido -además de la ocultación de la imposibilidad real de abrir un período constituyente, es que tal proceso constituyente es absolutamente necesario para terminar con un estado corrupto cuyas raíces, ejemplo y estímulo primario han surgido de la primera magistratura del estado: la Monarquía borbónica, y sus evidentes secuaces en el régimen parlamentario bipartidista.

Sobre esta imposibilidad se ha montado el “A por ellos” policial, y las amenazas de la intervención militar que ha salido de la boca de una corrupta con medallas, la ministra Cospedal, e incluso de algunas exhibiciones militares que este año se han trasladado de la playa de Cádiz y del Puerto de Santa María a Zaragozaii. Todas implican la presencia militar enormemente ruidosa en centros de población. La utilización de simuladores de combate por civiles es un hecho repetido. Con seguridad lo es también la presencia, a voz en grito, de los enemigos sugeridos por el espíritu del ¡A por ellos! A juzgar por las imágenes que hemos visto en las redes sociales deben ser elementos fascistizados que cuentan con el beneplácito de la ministra de defensa y de algunos mandos militares. En Cataluña se han visto grupos fascistas que se han movido en perfecto sincronismo con las manifestaciones de apoyo al Gobierno.

El Artículo 155 de la Constitución es perfecto para crear un ambiente de pre-guerra civil en Cataluña: se trata de una norma abierta que lo permite todo, incluidas medidas como el cierre del Parlamento, el nombramiento de una especie de virreina, la vicepresidenta Soraya Sanz de Santa María -a las órdenes del Presidente del Gobierno estatal y Presidente, a su vez, de Cataluña.

Este último tiene poderes plenarios para todo, incluso para nombrar Delegados del Gobierno Central en sustitución de los Consejeros catalanes, para ordenar la intervención del fiscal del estado, ordenar el procesamiento de consejeros, funcionarios de alto nivel, alcaldes insurrectos, líderes sociales y otra gente fotografiada tras el desmadre represivo del 1 de octubre. Además de ello, el poder estatal, tiene la facultad soberana de declarar la inconstitucionalidad de las leyes catalanas, fijar los delitos aplicables, encarcelar a los cargos electos de Cataluña y para convocar elecciones cuando lo considere más conveniente. Elecciones realizadas en un virtual estado de sitio que ha dejado al margen a los dirigentes políticos y sociales de Cataluña.

Además, un día sí y otro también, se lanza una amenaza, seguida de un desmentido o situada en el saco sin fondo y sin medida del “acaloramiento electoral”, para aterrorizar a la gente y colocarla entre la espada de la represión del artículo 155 y la pared que anuncia a voz en grito todos los desastres posibles.

Los intereses estratégicos

El caso es servir a los intereses estratégicos (el mantenimiento de un estado transicional, corrupto, autoritario, monárquico, pseudoparlamentario, de democracia para pocos, no participativo, de creciente y desvergonzada desigualdad, dependiente de poderes exteriores y en deriva rápida hacia el fascismo) y utilizar para ello y en cada momento una táctica adecuada.

Empecemos por el escenario mediático, uno de los campos de batalla previos a la guerra propiamente dicha. Digamos antes que todos ellos son enormemente flexibles, superpuestos y, en ocasiones, intercambiables. La primacía puede corresponder a uno o a un grupo de ellos e inmediatamente cambiar a otro o a otros.

En Cataluña, por ejemplo, todos los periodistas “a pie de obra”, los dirigentes de tertulias informativas, o los grandes entrevistadores, trabajan para grandes cadenas de medios de comunicación (televisivos, radiales y escritos, incluyendo grandes agencias informativas) que nunca explican, más que como instrumento publicitario, quiénes son sus dueños y la procedencia de sus guiones informativos, de sus imágenes, de sus vídeos y, sobre todo, de lo que dejan fuera de sus programas y de las razones y controles que lo justifican.

Jamás explican cómo funcionan sus cadenas, cuáles son las matrices políticas que deben inculcar, cuáles los líderes políticos a los que deben ridiculizar o promocionar, o porqué deben destacar el “papel mediador” de la Corona (aunque la evidencia demuestre todo lo contrario).

John Reed y Falsimedia

Vamos a empezar por dar un notable rodeo histórico para explicar, con la máxima modestia por mi parte (no soy periodista aunque llevo 17 años de práctica trabajando como tal en los medios alternativos, no soy analista político pero soy licenciado en ciencias políticas, económicas y sociales desde el año 1975, no soy militar pero sí capitán de fragata de la Armada - literalmente empujado fuera de las FFAA por haber pertenecido a la Unión Militar Democrática. De modo que me siento capaz de explicar a los profesionales de la información lo que es un buen periodista y, sobre todo, las condiciones que tiene que tener (como dicen ellos mismos) un buen relato.

En una de sus mejores obras “Diez días que conmovieron al mundo”iii John Reed, periodista norteamericano y comunista, que estaba presente en Petrogrado durante la Revolución de Octubre es minuciosamente objetivo al relatar los sucesos, tras la observación directa de los que ocurrieron en diez días terribles y gloriosos.

Reed que ya había sido corresponsal de guerra en la Revolución mejicana y en la Primera Guerra Mundial incluía, además de los sucesos vividos en primera línea, todas las entrevistas, proclamas y documentos emitidos por los personajes que luchan, por los organismos revolucionarios y del Gobierno Provisional.

Lo característico –y lo ejemplar de Reed es que además de relatar con fidelidad (reconocida por sus amigos y sus enemigos), todo lo que ve; no oculta su simpatía por los obreros, campesinos y soldados que se han constituido en soviets.

Al fin y al cabo son los pobrísimos, los hambrientos de aquella guerra descomunal, contra los riquísimos, los que hacían ostentación continua de su riqueza, de su poder y de su desprecio.

Los periodistas de ahora –tanto los jóvenes y veteranos cronistas a “pie de calle”, como los “coordinadores de mesas informativas”, y los periodistas sacralizados por los medios como grandes prototipos de la profesión, olvidan que ellos son intermediarios de la información, meros reguladores del proceso informativo y no los personajes de primera línea. Se sienten como dioses.

Sin embargo, algunos realizan su tarea olvidando los hechos fundamentales o enterrándolos bajo un caudal informativo saturado. Otros reproducen interpretaciones sesgadas de hechos verificables; los más, se preguntan y se responden a sí mismos, es decir, actúan como “creadores de opinión” al servicio de las grandes empresas y agencias de información.
Los entrevistados, que consiguen cansarnos hasta el agotamiento (siempre son los mismos en circunstancias habituales y casi los mismos en momentos de aceleración informativa y de urgencia mediática), se presentan a sí mismos como independientes sin indicar sus simpatías políticas que tiene que adivinar el espectador o el radio escucha. En la mejor de las situaciones un pequeño letrero nos indica, por breves momentos, el medio o el partido al que pertenecen.

Si se trata de organizaciones como PDeCAT, Esquerra, y sobre todo las CUT, los representantes y sus opiniones han sido previamente demonizados por los tertulianos “independientes” y por los periodistas que siguen el guion establecido.

Los periodistas de hoy deberían tener el libro “Diez días que estremecieron al mundo” como “libro de estilo” y mantenerlo como lectura diaria debajo de la almohada.

Cataluña

En el caso de Cataluña todos los equipos informativos trabajan en cadena, con datos de audiencia e informaciones basadas en encuestas sobre el análisis del impacto sobre el público. Toda la maquinaria desinformativa, -con distribución variable de papeles, (salvo el invariable de los medios que siempre ejercen el papel de extrema derecha), funciona sobre unos modelos detallados y plenamente constituidos. Son como moldes en los que los hechos y su significado se van adaptando, casi automáticamente, al resultado estratégicamente definido.

Es como una máquina de desinformación que utiliza componentes alternativos y variables que, al mismo tiempo, es muy minuciosa para convertir literalmente la información en una auténtica máquina de guerra.

La naturaleza de la guerra

El Gobierno y los partidos del “arco constitucional” mueven los primeros hilos y los grandes poderes del estado tratan de mantener la revuelta catalana bajo control.

Los medios organizan una verdadera guerra, que se va a realizar en varios escenarios y con distintos instrumentos, incluidos los emocionalesiv y psicológicos, para alistar los poderes legales, los judiciales, los eminentemente represivos, incluida la apertura de puertas a los grupos fascistas. Sobre estos moldes informativos hablaré en un artículo posterior.







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