martes, 16 de septiembre de 2014

UCRANIA: PARA ENTENDER LA GUERRA ACTUAL


GOLPE DE ESTADO Y LUCHA DE CLASES EN UCRANIA. CRISIS EN UCRANIA Y SUS RAÍCES PROFUNDAS

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Guennadi Ziuganov
Presidente del CC del PCFR
Socilogía Crítica
14.09.2014

Esencia clasista del conflicto en Ucrania

La esencia de los acontecimientos en Ucrania es difícil de entender sin analizar la correlación de las fuerzas clasistas. Es necesario señalar primeramente que como efecto de la privatización salvaje, destructiva de la economía de Ucrania en los años 1990 — 2000 en intereses de la nueva oligarquía y la desindustrialización en intereses de los competidores occidentales, se redujo drásticamente el número del proletariado industrial. Por consiguiente, cayó el nivel de su organización. Con la desaparición de los koljoses y sovjoses fue prácticamente liquidado el proletariado rural. Eso cambió la correlación de las fuerzas clasistas.

Sin embargo, la cúpula gobernante prooccidental de Ucrania no logró eliminar totalmente a la clase obrera, sobre todo en las regiones industrialmente desarrolladas del sud-este del país. Y no es casual que la Junta nacionalista tropezó con la resistencia más poderosa precisamente en esas regiones. El proletariado industrial entiende perfectamente que el rompimiento de los lazos históricos con Rusia, consumidor de los productos de sus empresas, llevará consigo inevitablemente el desempleo masivo y la miseria. No solamente los sentimientos nacionales sino también la conciencia clasista de millones de personas en Nueva Rusia, aunque no muy patente, sirvió de base para la resistencia frente a la usurpación oligárquica del poder.

Una importante particularidad de las acciones revolucionarias populares en el sud-este de Ucrania, y antes en Crimea, es que fueron dirigidas tanto contra los usurpadores neofascistas del poder en Kiev, vinculados íntimamente con el capital transnacional global, como contra el clan oligárquico de Donetsk que instauró su dictadura política y económica en esas regiones. Sea dicho a propósito, en este sentido el Maydán “temprano” (noviembre — diciembre de 2013) tenía el carácter más pronto antioligárquico que antiruso.

Sin embargo, puesto que los ánimos de protesta de las masas no adquirieron carácter clasista fueron utilizados en la contienda de los dos clanes de la gran burguesía. En esa lucha triunfó el grupo que unía a las fuerzas proccidentales, nacionalistas y de la extrema derecha que aprovecharon el descontento popular para perpetrar el golpe de estado.

Tradicionalmente el gran capital gobierna los países a través de sus empleados asalariados, funcionarios públicos. En Rusia, en los años 1990 la oligarquía dominaba a los funcionarios. Luego los funcionarios públicos tomaron la revancha y, posteriormente, se produjo la fusión entre la burocracia y la oligarquía.

En Ucrania también se libraba la lucha entre dos grupos clasistas parientes, entre la burocracia estatal y la oligarquía. Allí como en Rusia se formó la simbiosis de esos dos grupos clasistas. Pero después del golpe de estado de febrero de 2014, la oligarquía doblegó a la burocracia. Al chocar con una abnegada resistencia del pueblo en Crimea, Lugansk, Donetsk, Járkov, Odessa, Dniepropetrovsk y otras ciudades la cúpula gobernante decidió implantar la dictadura directa del gran capital. En varias regiones fueron nombrados como gobernadores los oligarcas que anteriormente se ocultaban a la sombra de los políticos venales de distintos partidos llamados “Patria”, “Golpe”, “Regiones”. Ahora en Ucrania reina la dictadura abierta, sin ningún tipo de oropel “democrático”, de la oligarquía rapaz.

Los multimillonarios Poroshenko, Kolomoisky y compañía no solamente asumieron directamente las funciones de la administración estatal sino están creando ejércitos privados, su policía secreta que practica el secuestro y torturas a las personas. Ucrania se ha convertido en un país donde todo está permitido, una república bananera donde no impera la ley sino la arbitrariedad del “presidente” de turno, que se apoya en los “escuadrones de la muerte” así como en el respaldo político y militar de EE.UU. Los pueblos de América Latina como resultado de la abnegada lucha se liberaron de la etiqueta de repúblicas bananeras. Hoy, desgraciadamente, esa modalidad de “gobierno estatal” se ha implantado en Ucrania.

El carácter clasista del nuevo poder lo demuestra el hecho de que I. Kolomoisky financió, como afirma la prensa, el partido “Libertad”, profascista y antisemita. Ello confirma que la oligarquía mundial está dispuesta -como sucedió más de una vez en la historia- a apoyarse en los nazis más empedernidos para aplastar la aspiración del pueblo de la justicia social.

Un papel bastante activo en Maydán lo desempeñó la pequeña burguesía que sufrió fuertemente por la arbitrariedad del clan de Yanukovich, así como los elementos desclasados que aparecieron en Ucrania como resultado de la pauperización de la población producto de la política económica del poder de la burguesía.

No vamos a olvidar que la pequeña burguesía histórica y el lumpen-proletariado representan por si una parte más móvil de la población. La historia muestra que en ciertas condiciones, las que se dan en Ucrania, la pequeña burguesía y los elementos desclasados pueden convertirse en la principal base de apoyo masiva del fascismo. Así fue en Alemania en los años 30 del siglo pasado, así puede suceder también en Ucrania a principios de este siglo. Los elementos desclasados constituyen hoy la vértebra de los ejércitos privados de la oligarquía nacionalista.

Ataques a los comunistas como manifestación del renacimiento del nacismo

El contenido clasista del poder actual se confirma también por el hecho de que es el Partido Comunista de Ucrania que fue elegido como blanco de las persecuciones. A los comunistas se les incrimina las acciones de protesta en las regiones sudorientales. Se afirma también que la dirección del Partido Comunista se dedica a desprestigiar a Ucrania dentro del país y en el extranjero a través de los medios de comunicación rusos. Sobre esta base se formula la exigencia de ilegalizar al PC de Ucrania como amenaza para la seguridad nacional. Es especialmente impresionante la incriminación de la violación de la Constitución en boca de quienes usurparon el poder mediante el golpe de estado. El mismo poder que incrimina al Partido comunista la violación de la legislación vigente es a todas luces ilegítimo.

No existen motivos para ilegalizar a uno de los más antiguos partidos políticos de Ucrania. En el programa del PCU no hay tesis que llamen a destruir la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. El Partido Comunista no participó en los intentos de tomar el poder. Nadie presentó las pruebas de su financiación por Estados extranjeros. El PCU es el partido parlamentario por el que votaron 3 millones de electores. Los representantes del partido formaron parte del gobierno. Sus miembros participan en la labor de las asociaciones parlamentarias internacionales. Así que los intentos de presentar el PCU como organización extremista no serán entendidos por la opinión internacional.

Pero en realidad el objetivo del intento de ilegalizar al PC de Ucrania es aplastar la disidencia ya que el PCU es la única fuerza política que declaró abiertamente que iba a oponerse vigorosamente a la política del grupo en el poder. Los planes de destruir al Partido Comunista no es otra cosa que privar a los ciudadanos del derecho constitucional de libertad de expresión, manifestaciones y reuniones. Es el intento de amordazar a las fuerzas políticas y sociales que no están de acuerdo con la política actual de los gobernantes. Eso complica bruscamente la posibilidad del dialogo panucraniano, la única posibilidad de salir de una gravísima crisis, restablecer la paz y la concordia.

La ilegalización de uno de los más antiguos e influyentes partidos políticos de Ucrania puede ser un paso para fortalecer el totalitarismo. La ilegalización del partido comunista en la historia de Europa siempre anunciaba el ascenso del fascismo.

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