lunes, 15 de septiembre de 2014

UCRANIA: PARA ENTENDER LA GUERRA ACTUAL


GOLPE DE ESTADO Y LUCHA DE CLASES EN UCRANIA. CRISIS EN UCRANIA Y SUS RAÍCES PROFUNDAS

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Guennadi Ziuganov
Presidente del CC del PCFR
Socilogía Crítica
14.09.2014

Movimiento de Bandera como expresión extremista de la rusofobia

La opción de los radicales nacionalistas ucranianos a favor de la lucha contra la “ocupación soviética” no era su error o una maniobra táctica provisional. Era inevitable y lógica y lo sigue siendo para el nacionalismo ucraniano moderno. Es la única opción posible en beneficio de la alianza antirusa contra cualquier adversario más temible de Ucrania. Sin esa alianza antinatural ninguna “autonomía” de Ucrania separada de Rusia es imposible simplemente dicho.

Es cierto que en las acciones de las autoridades en los territorios de Ucrania que formaron parte antes del Imperio Ruso hubo deformaciones políticas y culturales. Pero desde el inicio, la afinidad lingüística y cultural de nuestros pueblos, la semejanza de su modo de pensar, tradiciones y costumbres mitigaban la agudeza de ese problema. Caracterizar aquel periodo de la historia como ocupación de Ucrania es imposible. Tales características es una especulación analfabeta y vil. Es justo hablar de siglos de la historia común de Rusia y Ucrania Oriental y Central y de que como resultado de nuestra unión se formó la única nación política.

Pero el odio hacia los opresores de aquel entonces el movimiento de Bandera lo trasladó también al Poder soviético después de su consolidación en Ucrania Occidental. No querían entender que los principios del poder soviético nada tenían que ver con el orden colonial que implantaban los amos de Polonia. Tampoco querían entender que precisamente dentro del Estado soviético Ucrania Occidental y Central obtuvieron de hecho una mayor independencia que en los tiempos del Imperio Ruso y la instauración del poder soviético en la parte occidental de Ucrania no era colonización sino liberación de ella.

¿Pero por qué los ideólogos de la rusofobia logran ahora también engañar a una parte considerable de la sociedad? La explicación es que muchos ucranianos de nuevo encontraron en el nacionalismo radical una panacea contra todas sus desgracias y la alternativa de todo lo que les oprimía y humillaba. Pero en este caso las calamidades y humillaciones están relacionadas con una nueva realidad. No es una dura arbitrariedad polaca del siglo pasado. Ahora es arbitrariedad de la oligarquía y el capitalismo bandidesco.

La crisis económica y moral permanente en Ucrania que surgió después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991, la injusticia social cada vez más profunda y la desigualdad se hicieron catalizadores de los ánimos nacionalistas radicales que afloraron primeramente en 2004, y después en los años 2013-2014. Sin ello esos ánimos no tenían fundamento en Ucrania al igual que en los años del florecimiento del poder soviético dentro del cual los intereses de los ucranianos se materializaron lo máximo. Es suficiente señalar que durante el mayor periodo de la segunda mitad del siglo XX la Unión Soviética fue encabezada por los políticos estrechamente vinculados con Ucrania: Nikita Jruschov y Leonid Brezhnev.

Sin embargo, los rusofobos en el Occidente, los liberales-antisoviéticos en Rusia e ideólogos del nuevo nacionalismo ucraniano formularon la falsa tesis de que suponiendo que el Poder soviético diera más libertades al pueblo ucraniano fue de todos modos el de ocupación ya que Ucrania permanecia bajo el control del imperio, en este caso el soviético. Por consiguiente, la lucha de Bandera y sus correligionarios contra el poder fue lucha emancipadora. Hoy en día, aspirando a liberarse definitivamente de la influencia rusa los nuevos nacionalistas ucranianos muestran que son fieles a los mismos principios de la lucha por la independencia movidos por el afán de consolidarla en el marco de la estatalidad lograda por Ucrania.

La falacia de principio de esa tesis se refuta también por la historia y los acontecimientos actuales cuando muchos capítulos de la historia se repiten. La explicación es que los nacionalistas radicales nunca actuaron como fuerza político-nacional independiente. La liberación de Ucrania Occidental de la opresión polaca no fue su mérito sino el del Poder Soviético. La lucha contra el último llevó a los nacionalistas ucranianos a la formación de la alianza con los ocupantes hitlerianos.

Pero tan pronto como la idea de la estatalidad ucraniana se viera orientada hacia el Occidente, con el distanciamiento de Rusia, ella misma se convirtió en una ficción y la unidad confusa se convirtiera en una revuelta. La causa es que Ucrania posee muy escasas experiencias de la estatalidad autónoma. En nuestros días no podrá existir fuera de la zona de influencia de los Estados más poderosos.

Entretanto, en la alianza antirusa con los adversarios abiertos de Ucrania sólo son capaces de disfrazar temporalmente sus auténticos planes inamistosos y el pueblo ucranio no tiene ninguna oportunidad de lograr la verdadera independencia. El “Movimiento nacional” en Ucrania no es un camino que conduce a la liberación sino hacia el sentido contrario. Es la vía antinacional.

Lo sienten hoy millones de ucranianos, muchos de los cuales se levantaron con armas en mano contra los neonacionalistas. Su lucha es una verdadera resistencia nacional puesto que dijeron un No decidido a los planes de romper los lazos seculares con Rusia y el pueblo ruso. Y recibieron como respuesta los bombardeos aéreos y de artillería contra los barrios residenciales. Es de esa manera que actuaron los nacionalistas de Bandera en los años 1930 – 1950 contra los ucranianos que tomaron conciencia de la esencia destructiva de su “nacionalismo”. No pueden tratar así a su pueblo, a quienes alimentan las ideas genuinamente nacionales, quienes se preocupan realmente por su pueblo.

Causas directas del golpe de estado en Ucrania

La línea divisoria que partió la historia moderna de Ucrania fue la decisión del presidente Yanukovich en otoño del año pasado de no aceptar la asociación de Ucrania con la Unión Europea y encaminarse hacia la Unión Aduanera con Rusia y demás países. Esa decisión fue totalmente fundamentada desde el punto de vista económico. Los representantes rusos en las conversaciones con la parte ucraniana durante muchos meses de una forma argumentada pero sin algún éxito iban convenciendo a sus colocutores en Kiev de que el movimiento hacia el Occidente está relacionado con la total descomposición de la economía ucraniana relacionada estrechamente con la rusa.

Empero, los círculos gobernantes de Kiev se orientaban por el rumbo prooccidental estrictamente ideológico. Solamente en el momento último, en el momento de la toma de decisión, el dirigente de Ucrania reconoció las realidades económicas y declaró su intención de ingresar en la Unión Aduanera. Mientras tanto, la opinión pública por esfuerzos de numerosos “organizaciones no gubernamentales” y medios de comunicación creados y controlados por el Occidente ya se pusieron de cara a Europa. El pueblo no tenía la información fidedigna sobre las inminentes consecuencias gravísimas de la participación subordinada en la Unión Europea. Pero el sueño de “reunificación con Europa” ya desde hace tiempo ofuscaba los cerebros de los intelectuales o ciudadanos que creían apasionada e ingenuamente que la membresía asociada en la UE llevaría automáticamente a los ucranianos al nivel europeo del bienestar. 

La decisión de ingresar en la Unión Aduanera con la Rusia semidespreciable según los intelectuales prooccidentales fue recibida por muchos en Ucrania como fracaso del sueño dorado. La irritación masiva se volcó a las calles de la capital ucraniana que desde hace tiempo estuvo bajo la influencia de los activistas desenfrenados procedentes de Ucrania Occidental.

Pero el Maidan que prendió su fuego en noviembre del año pasado se ahogó poco a poco. En enero de este ano, allí todavía se agitaban unos doscientos – trescientos fanáticos y semivagabundos que encontraron su modo autoexpresarse y conseguían la alimentación gratuita en el centro de la capital. Mientras tanto la disminución del grado de confrontación no coincidió con los planes de quienes dirigían realmente los acontecimientos en Ucrania. Al fuego apagándose del descontento social los políticos occidentales empezaron a echar porciones grandes del combustible y fabricar la sustancia inflamante para el estallido del radicalismo dirigido hábilmente contra Rusia.

Pero sería incorrecto limitarlo todo a las artimañas de los políticos occidentales y servicios especiales. La culpa personal bastante grande por el incendio prendido en Ucrania la tiene también el señor Yakunovich y su equipo. Ese “equipo”, mejor dicho la familia del ex presidente, al llegar al poder empezó a convertir agresivamente el poder político en dinero. La avidez de Los de Donetsk como les llamaba el pueblo no tenía límites. Los empresarios pequeños y grandes tenían que pagar los tributos numerosos. El apoderamiento ilegal del negocio se convirtió en cosa común. Así que el descontento del pueblo por la degradación constante de la economía se sumó a la agudísima indignación de la parte muy activa de la población -las pymes- dado el saqueo efectuado por los amigos y parientes de Yanukovich.

Entretanto, Yanukovich persiguiendo los intereses tácticos se presentaba como partidario del acercamiento con Rusia aunque su política era abiertamente prooccidental. Por ello, la opinión pública asociaba a Yanukovich con Rusia. De allí la tonalidad antirusa de Maydan. Pero, ¿acaso tenemos el derecho de criticar al pueblo ucraniano por el hecho de que en su mayoría no tomara la conciencia de la necesidad de recuperar la alianza fraternal con Rusia? Podríamos tener ese derecho si la Federación de Rusia diera el ejemplo del Estado social, si eliminara la oligarquía, la corrupción total, los principios del capitalismo bandidesco. En ese caso el pueblo ucraniano se pondría sin vacilar bajo las mismas banderas con Rusia, las banderas que le salvaron en el pasado.

La mezcla explosiva que provocó el estallido social en Ucrania incluía varios elementos fundamentales: el descontento legítimo de las masas populares por el constante empeoramiento de su situación económica; la indignación de las pequeñas y medianas empresas por las acciones ilícitas de los tiburones del equipo de Yanukovich; la ambición de los intelectuales prooccidentales de subordinarse aún más a la opinión pública, así como las intrigas de los políticos pronorteamericanos y los servicios especiales orientados a ahondar la división entre Rusia y Ucrania.

Al mismo tiempo, el grupo gobernante ruso consideraba y sigue considerando a Ucrania en primer lugar como territorio por el cual pasa el gasoducto. Por ello, la política de la cúpula gobernante rusa se limitaba exclusivamente con el aseguramiento del flujo interrumpido del gas a Europa. Los ánimos sociales en Ucrania no sólo no eran el objeto de interés y acción por parte de la “elite” rusa sino que se ignoraban como factor totalmente no sustantivo sobre el fondo de las intrigas de las “cúpulas dirigentes” de los dos países en torno a la tubería de gas. Por ello los pueblos de las repúblicas hermas tienen que pagar el precio muy caro.

Golpe de estado y sus consecuencias

Los intentos de los dirigentes de Ucrania de establecer un orden elemental en las calles de su capital incluyendo las negociaciones tropezaban contra la resistencia feroz de los comandos bien entrenados reclutados en las regiones occidentales. A mediados de febrero, en Kiev empezó a aplicarse la tecnología norteamericana de las revoluciones seudopopulares: la conquista del poder por vía callejera con el apoyo masivo desde afuera probado en curso de los golpes de estado en Yugoslavia, Georgia, Ucrania (2004), en Libia, así como durante la “primavera árabe” en los países del Cercano Oriente y Norte de África.

Al mismo tiempo, los dirigentes de Ucrania se convirtieron en objeto de la constante presión por parte del Occidente. La Unión Europea amenazaba con la creación de una lista negra de funcionarios contra los que se aplicarían diferentes sanciones. El clan de Yanukovich pensó sobre todo de sus cuentas en bancos y zonas offshore occidentales. Lo que hizo muy vulnerables a los dirigentes de Ucrania ante el chantaje del Occidente. El resultado de la flaqueza del Jefe del Estado fue la parálisis de los órganos de orden público y la traición de la cúpula política que no cumplió con sus deberes constitucionales.

Al mismo tiempo, los representantes de la oposición que supuestamente luchaban por la democracia contra el régimen autoritario y el futuro luminoso bajo la egida de la Unión Europea aplicaban de hecho los usos y costumbres de sus antecesores fascistas de Bandera. Los manifestantes “pacíficos” se apoderaban de las sedes administrativas, atacaban a la policía, lanzando los cocteles Molotov. Y el presidente Yanukovich esquivaba las acciones decididas entregando paso a paso el poder a las manos de los elementos neonazis. Todo culminó con el golpe de estado. El 18 de febrero en las calles de Kiev empezaron los verdaderos combates con uso de las armas de fuego. En tres días, el saldo de muertos fue de 100 personas y más de 600 hospitalizados. El 23 de febrero Yanukovich se fugó de Kiev.

Los herederos de Bandera, secuaz fascista, que arribaron al poder empezaron en seguida la campaña de supresión de sus opositores políticos y la población rusoparlante. Por decisión de los diputados atemorizados de la Rada Suprema (Parlamento) fue derogada la ley que permitía el uso del idioma ruso en función del segundo idioma oficial en varias regiones de Ucrania. Empezó el pogromo de los locales del PC de Ucrania. El Partido Comunista fue ilegalizado en varias regiones. Fueron maltratados físicamente los diputados de la Rada miembros del Partido Comunista y el Partido de las Regiones, y los policías que fueron fieles al juramento.


Los adeptos de Bandera también empezaron a destruir la memoria histórica. Empezó por todas partes la demolición de los monumentos a Lenin y los militares soviéticos caídos durante la liberación de Ucrania de los ocupantes fascistas. Al destruir los monumentos a Lenin, los nacionalistas no sólo eliminaban la herencia histórica sino también los símbolos de la estatalidad ucraniana ya que el Decreto sobre la fundación de la Republica de Ucrania fue firmado por Lenin. Como efecto de esta bacanal de la destrucción se levantó al movimiento de resistencia en el sudeste del país y finalmente estalló la guerra civil.

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