lunes, 4 de febrero de 2019

1968, PAPÁ CUÉNTAME OTRA VEZ (SI ES QUE TE ENTERASTE DE ALGO, PAPÁ, PORQUE A VER SI VA A SER QUE NI TE ENTERASTE DE NADA ENTONCES Y SIGUES SIN ENTERARTE DE NADA HOY)

Cincuentenario de 1968
Recuerdos del movimiento estudiantil en los años 60 y aspectos relevantes del contexto internacional en la época


Francisco Alburquerque Llorens
Viento Sur
01.02.2019




[Con este artículo cerramos la serie de los que hemos dedicado a la memoria y el análisis de los acontecimientos políticos internacionales el año 1968. Han sido 69 artículos que pueden consultarse en la pestaña “Cincuentenario de 1968” en esta portada de nuestra web. ndr]

En ocasiones, la historia busca líderes en las revueltas o movimientos de protesta, pero muchas veces el protagonismo principal corresponde a una actuación colectiva, de modo que los líderes, en esos casos, se ocupan principalmente de representar las reivindicaciones de dicho colectivo. Creo que mi presencia en el movimiento estudiantil en la lucha contra la dictadura franquista, en la Universidad de Madrid, durante la segunda mitad de la década de 1960 corresponde, básicamente, a ese tipo de liderazgo que consiste en defender a los representados y llevar adelante las acciones colectivas decididas por la mayoría en asamblea.

Mis recuerdos de esos años me hacen subrayar la convicción que existía en lo más profundo de mí acerca de acciones que podían y debían llevarse a cabo para cambiar las circunstancias injustas que, en nuestra opinión, nos impedían manifestarnos como seres libres. Las ganas de hacerlo surgían, por tanto,de lo más profundo de las convicciones éticas en defensa de la libertad, a pesar de los riesgos (que los hubo) de una represión implacable que iba a caer sobre muchos de nosotros/as posteriormente.

Las revueltas estudiantiles de los años sesenta no fueron, por supuesto, ninguna revolución que pretendiera alcanzar el poder. Se trataba, fundamentalmente, de decir NO al poder autoritario de la dictadura franquista. Pero, además, se trataba de acompañar la protesta con la acción, en la confianza de poder cambiar las cosas que creíamos que eran mejorables.

Dice Octavio Paz que la libertad no es un concepto ni una creencia: “La libertad no se define, se ejerce. Es una apuesta. La prueba de la libertad no es filosófica, sino existencial: hay libertad cada vez que un individuo se atreve a decir NO al poder. No nacemos libres: la libertad es una conquista y más aún: una invención”.

En la formación como seres libres, la necesidad de la potenciación de la duda, la crítica y la libertad de pensamiento constituyen una necesidad vital, no sólo para el desarrollo del saber y de lo que entendemos como ciencia, sino para el ejercicio mismo de lo más apreciable de las personas, que es la práctica de la libertad.

Para algunos de nosotros existía, por tanto, una convicción moral o ética en aquellos años, puesto que la lucha contra la dictadura era, al mismo tiempo, nuestra afirmación personal como seres libres, en defensa de una sociedad democrática y una universidad pública, libre, democrática y popular.
Pero antes de referirme a mis vivencias y recuerdos del movimiento estudiantil en Madrid en aquellos años sesenta debo aludir, brevemente, a algunos episodios que me parecen relevantes del contexto general de esa época.

1. El Movimiento por la Libertad de Expresión (Free SpeechMovement, FSM) en la Universidad de California, Berkeley

En 1964, el Free Speech Movement (FSM) fue protagonista de una importante revuelta estudiantil que comenzó en el campus de la Universidad de California, Berkeley, a fin de que se levantara la prohibición sobre la realización de actividades políticas en el campus, y para que se reconociera el derecho a la libertad de expresión y la libertad académica sin lo cual no puede existir el avance científico.

La revuelta de Berkeley contaba con la participación de gran parte de los estudiantes con mejores expedientes académicos, pese a lo cual fue tildada por los responsables de la administración y por la prensa local, como impulsada por rebeldes radicales, comunistas y maoístas. Las autoridades académicas mostraron en todo momento una posición muy autoritaria y represiva contra estas reivindicaciones estudiantiles, contando –además- con el apoyo del gobernador de California,quien se mostró siempre partidario de disolver lo que llamaba el “desorden estudiantil de Berkeley”.

Sin embargo, la revuelta estudiantil continuó adelante, utilizando algunos de los procedimientos de desobediencia civil (con sentadas y manifestaciones pacíficas) propios de la lucha por los derechos civiles de las minorías negras en los EEUU. En la histórica Marcha sobre Washington por el Empleo y la Libertad realizada el 26 de agosto de 1963, con más de 200.000 manifestantes, Martin Luther King había pronunciado su famoso discurso “yo tengo un sueño”.

“Tengo el sueño de que un día esta nación se pondrá en pie y aceptará que todos los seres humanos han sido creados iguales…

Tengo el sueño de que un día los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad…

Tengo el sueño de que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por su reputación…

Tengo el sueño de que un día niños negros y niñas negras podrán darse la mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanos y hermanas…

Esta es nuestra esperanza, con la cual seremos capaces de transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de fraternidad...”

El Presidente J. F. Kennedy era partidario de ampliar los derechos civiles a las minorías segregadas. Su asesinato el 22 de noviembre de ese mismo año no impidió, sin embargo, que el movimiento pacífico con el liderazgo de Martin Luther King lograra la aprobación de la Ley de los Derechos Civiles en 1964, que prohíbe la discriminación por razón de raza, género, religión y nacionalidad, y la Ley del Derecho al Voto en 1965, para bloquear las iniciativas destinadas a desincentivar la participación electoral de las minorías.

Por su parte, en enero de 1965 los estudiantes de la Universidad de California lograron que se aceptara en el campus de Berkeley un área abierta para la discusión libre, lo que perdura hasta el día de hoy, con el nombre de uno de los principales líderes estudiantiles de la revuelta, Mario Savio.En la primavera de ese año de 1965 el Movimiento por la Libertad de Expresión se constituyó igualmente en un importante punto de apoyo al movimiento contra la Guerra de Vietnam.

Quienes iniciaron la revuelta estudiantil en Berkeley eran jóvenes que habían nacido al terminar la Segunda Guerra Mundial y que mostraban su descontento por la forma como eran tratados por las autoridades académicas de la universidad, por la inadecuación de los planes de estudio, y por la discriminación de las minorías, especialmente de los negros.Hay que recordar que en aquel momento tanto en América como en Europa, más del 50% de la población tenía menos de 25 años de edad. Eran, pues, muchos jóvenes (nacidos entre 1945 y 1950) que accedían a la universidad en el momento de la recuperación económica de postguerra, donde las transformaciones tecnológicas aplicadas a la producción requerían ampliar el restringido acceso que hasta entonces existía a los estudios universitarios en los EE.UU.

En ese contexto, la persistencia de las formas autoritarias en la vida universitaria (con clases magistrales sin discusión ni crítica alguna, con relaciones profesor/alumno distantes, y con una gestión tecnocrática de la universidad en manos exclusivamente de las autoridades), hizo que el componente antiautoritario de la revuelta estudiantil fuera un elemento común, como se advertirá también en otros episodios de las protestas estudiantiles en el mundo en aquellos años.
Esta crítica al autoritarismo se unió, por tanto, a la crítica contra la gestión tecnocrática de la universidad, así como al rechazo de un sistema de enseñanza memorístico y no creativo, extendiéndose -finalmente- al cuestionamiento de la función de la universidad en la sociedad de consumo predominante. Dentro de la crítica a la universidad tecnocrática se sitúa el cuestionamiento al carácter obsoleto y, a veces, anacrónico, de muchos de los planes de estudio existentes, que eran exclusivamente funcionales a la formación jerárquica y autoritaria en la sociedad de consumo.
Por todo ello, la insistencia en ser escuchados, en participar en una gestión más democrática de los centros universitarios, constituyó un reclamo fundamental de la revuelta estudiantil de Berkeley. Se buscaba otro tipo de universidad y se quería influir en su funcionamiento.

Desde 1968, la crítica al autoritarismo en los centros de estudio se amplió al autoritarismo existente en la familia, dominada por la estructura machista y patriarcal, así como a las relaciones sexuales y al conjunto de la vida social, contra las convenciones predominantes impuestas por las anteriores generaciones en las formas de vestir, hablar, comportarse o escuchar música, naciendo lo que se llamó una “contracultura”. En efecto, los años sesenta son los años de la “píldora” anticonceptiva, y los años en que la aspiración de marcharse de casa de los padres era un camino para buscar alternativas a la familia tradicional. Cierto es que las posibilidades de encontrar un empleo eran en aquellos años muy superiores a las que encuentra un/a joven en el momento actual.

Como ven, la revuelta estudiantil de Berkeley es un hito fundamental, con indudables repercusiones en las formas de vida en las sociedades del mundo occidentaly en otras partes del mundo.

2. La movilización contra la Guerra de Vietnam

Otro tema crucial es la importante movilización contra la intervención de los EEUU en la Guerra de Vietnam. La intervención militar de EEUU en Vietnam comenzó en 1964 y se prolongó hasta la retirada de las tropas estadounidenses en 1972.

El momento culminante de la guerra tuvo lugar en la segunda mitad de los años sesenta, coincidiendo con el surgimiento de revueltas estudiantiles en numerosas partes del mundo: California, Berlín, Paris, Barcelona y Madrid, entre otras.

Con independencia de las distintas causas inmediatas de estas revueltas estudiantiles, en todos los casos estuvo presente la protesta contra la intervención militar de los EEUU en Vietnam y en el Sudeste asiático, en general.

Así pues, la protesta inicial contra el autoritarismo en la gestión de las universidades en EEUU y la lucha del Movimiento por la Libertad de Expresión en California se unió con la lucha en favor de los derechos civiles de las minorías, y con la oposición, cada vez más generalizada, al reclutamiento de los jóvenes para ir a la guerra.

En 1968 había aproximadamente medio millón de soldados americanos en la Guerra de Vietnam, y Martin Luther King acababa de ser asesinado. El escritor Paul Auster se refiere a aquellos años de forma elocuente:

“En el momento que me graduaba, me inscribían para pelear en una guerra que despreciaba hasta lo más profundo de mi ser, y puesto que había decidido no luchar en esa guerra, supe que el futuro me deparaba sólo dos opciones: la prisión o el exilio”.

Los jóvenes que, como él, pasaron a formar parte de aquella resistencia contra la Guerra de Vietnam, estaban señalando que otros tiempos tenían que llegar… Como puede apreciarse, las actitudes antimilitaristas y pacifistas pasaron a ser parte de la esencia misma de las reivindicaciones éticas y políticas en esos años.

En América Latina las protestas estudiantiles tenían un fuerte sentimiento antiimperialista y, en aquellos años, una atracción indudable hacia la actividad de enfrentamiento al poder basada en la guerra de guerrillas que Ernesto Che Guevara y Fidel Castro habían situado en primer plano al derrocar a la dictadura en Cuba. Ernesto Che Guevara, muerto en Bolivia en 1967, había planteado la necesidad de “crear varios Vietnam”, una consigna que sería repetida en numerosas movilizaciones estudiantiles no sólo en América Latina sino también en Europa.

En México, en 1968, un amplio movimiento social en el que participaban además de estudiantes universitarios, profesores, intelectuales, trabajadores, campesinos, comerciantes y profesionales, organizados en torno a un Consejo Nacional de Huelga, plantearon al gobierno del Partido Revolucionario Institucional de México la necesidad de avanzar hacia un cambio democrático en el país, con libertades políticas y civiles, y menores desigualdades sociales. El movimiento fue duramente reprimido por el gobierno mexicano que, el ​2 de octubre de 1968, llevó a cabo la masacre de Tlatelolco, en la Plaza de las Tres Culturas, en la Ciudad de México, con un saldo de 325 muertos. La masacre tuvo lugar diez días antes de la apertura de los Juegos Olímpicos de México, en 1968.
Por su parte, la protesta contra la Guerra de Vietnam permitió también en aquellos años una aproximación entre los movimientos estudiantiles y otras manifestaciones político-culturales de profesionales, artistas, científicos e intelectuales, como Bertrand Russell en Gran Bretaña o Jean Paul Sartre en Francia. Igualmente, algunas de las canciones de Bob Dylan, Joan Báez y los Beatles fueron una seña de identidad colectiva de la protesta contra la Guerra de Vietnam, al igual que el teatro de Peter Weiss o algunas películas de Bernardo Bertolucci.

La creación en 1967 del Tribunal Internacional para juzgar los Crímenes de Guerra en Vietnam, animado por la Fundación para la Paz creada por Bertrand Russell, es otra de estas manifestaciones político-culturales que tuvo puntos de contacto con el movimiento estudiantil universitario.
3. La crítica al socialismo autoritario en Hungría y en Checoeslovaquia.

Pero en aquellos años, al tiempo que condenaba la intervención de los EEUU en Vietnam, se condenaba igualmente el modelo de socialismo realmente existente en la Unión Soviética. Stalin había muerto en 1953 pero el proceso anunciado de desestalinización aún no se había producido en muchos países de la órbita soviética. Los militares soviéticos seguían ocupando el territorio de Hungría en octubre de 1956 cuando una marcha pacífica organizada por estudiantes universitarios solicitó que se iniciaran las reformas para encontrar una vía propia de socialismo democrático.

La respuesta de la URSS fue la invasión de Hungría por parte de las tropas del Pacto de Varsovia, con un saldo aproximado de 2.500 muertos y 200.000 exiliados. El Primer Ministro Húngaro, Imre Nagy, comunista partidario de las reformas, fue deportado y fusilado dos años después. Se creó un partido único, el Partido Socialista Obrero Húngaro, que estableció un férreo control por parte del Partido Comunista de la URSS (PCUS), con la presencia aún mayor de un contingente militar soviético.
La revuelta húngara y la posterior represión soviética supusieron el divorcio de la izquierda comunista europea con las tesis del PCUS. El debate que ello originó dio paso a un planteamiento más socialdemócrata, solidario con Hungría y su revuelta fracasada. Moscú perdió desde entonces la lealtad de la izquierda anticapitalista de los países democráticos de Europa e inició un recorrido que le llevaría posteriormente a la Primavera de Praga en 1968 y, más tarde, a la Perestroika y a la Caída del Muro de Berlín, en 1989.

En 1968, el Secretario General del Partido Comunista en Checoeslovaquia, Alexander Dubcek, había decidido acometer la desestalinización del régimen, para avanzar en lo que llamó un socialismo con rostro humano. De ese modo, entre el 5 de enero y el 21 de agosto de 1968, Checoeslovaquia conoció un aperturismo que se tradujo en libertad de prensa y libertad de expresión, así como reformas económicas, un proyecto de federalización del país, y un intento de poner en marcha otras medidas democráticas.

El gobierno de Moscú, al frente del cual se encontraba Leónidas Brezhnev, mandó los tanques soviéticos y las fuerzas del Pacto de Varsovia, con el fin de aplastar este nuevo intento de crear un socialismo con rostro humano, como años antes se había intentado en Hungría en el año 1956.
La ciudadanía checoeslovaca no pudo entender entonces que los tanques soviéticos trataran de aplastar las iniciativas comunistas de su gobierno, en nombre del comunismo, en lugar de celebrar el avance del comunismo checo en nombre del internacionalismo socialista. En este caso no fueron solamente los estudiantes los que se enfrentaron inútilmente a los tanques soviéticos, ya que se trataba de un movimiento fuertemente alentado desde el propio gobierno checoeslovaco.

4. El movimiento estudiantil universitario frente a la dictadura franquista en los años sesenta
El conflicto en las universidades en España obedecía a causas internas vinculadas al creciente reclamo estudiantil por un sindicato libre y representativo, elegido por los propios estudiantes, frente a la imposición del Sindicato Español Universitarios (SEU) impuesto por el gobierno franquista.

La Ley de Ordenación Universitaria de 1943 establecía la afiliación única y obligatoria de los/as estudiantes en el SEU, el cual tenía entre sus atribuciones principales la de infundir entre los/as estudiantes los ideales de la Falange, lo que nunca tuvo el respaldo estudiantil. Asimismo, los representantes de los estudiantes eran designados por el propio gobierno.

Desde los años sesenta la protesta estudiantil adquirió un carácter casi permanente, y los centros universitarios se llenaron de huelgas, manifestaciones, detenciones de estudiantes, cierres temporales de Facultades y Escuelas Técnicas, y expedientes académicos disciplinarios.

En esos años se crearon dos grupos de oposición sindical importantes: de un lado, la FUDE (Federación Universitaria Democrática Española), de orientación de izquierda, y la UED (Unión de Estudiantes Demócratas), de filiación cristiano-demócrata. Estas organizaciones convocaron en el curso 1963-64 una Semana de Renovación Universitaria en la que se volvió a rechazar el SEU y a su jefe nacional, Rodolfo Martin Villa. Asimismo, la Cámara Sindical de la Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales y trece Facultades y Escuelas Técnicas de Madrid decidieron separarse del SEU.

El 24 de febrero de 1965 se celebró en Madrid una Asamblea libre con participación de 5.000 estudiantes, donde se decidió realizar una marcha pacífica con la intención de entregar en el Rectorado un escrito con las reivindicaciones por una universidad libre, democrática y popular. A esta marcha se sumaron cinco catedráticos: José Luis López Aranguren (Ética y Sociología), Agustín García Calvo (Lenguas clásicas), Enrique Tierno Galván (Derecho Político), Mariano Aguilar Navarro (Derecho Internacional Privado) y Santiago Montero Díaz (Historia de la Filosofía Antigua).

Antes de llegar al Rectorado, las fuerzas de Orden Público cargaron contra la manifestación utilizando caballos y camiones cisterna que lanzaban agua a presión entintada. Posteriormente vino la expulsión de los catedráticos y los expedientes académicos a varios estudiantes, los cuales tuvieron que cambiarse a otros distritos universitarios para continuar sus estudios. La manifestación de febrero de 1965 constituye un hito en la historia del movimiento estudiantil universitario contra la dictadura franquista, ya que entre sus resultados se cuenta la caída del SEU.

En abril de ese mismo año, el gobierno propuso un sindicato oficial alternativo: las Asociaciones Profesionales de Estudiantes (APE), que fueron totalmente rechazadas por los/as estudiantes al constituir un nuevo instrumento impuesto por el gobierno con el fin de impulsar un proyecto puramente tecnocrático de la universidad. De este modo, las elecciones a las Asociaciones Profesionales de Estudiantes fueron boicoteadas por los/as estudiantes, produciéndose una abstención masiva a dichas elecciones oficiales, al mismo tiempo que el movimiento estudiantil decidía celebrar al margen elecciones libres para Juntas de Delegados por curso y Cámaras Sindicales por centro.
En Barcelona la actitud contra las APE fue aún más decidida, y al movimiento estudiantil se sumó un importante grupo de profesores no numerarios, siendo el momento culminante de aquel curso de 1965-66, la Asamblea constituyente del SDEUB (Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona), que tuvo lugar en el Convento de Capuchinos de la carretera de Sarriá, el 9 de marzo de 1966.

En dicha asamblea se aprobaron las bases de lo que eran las reivindicaciones del movimiento universitario, es decir, un sindicato democrático estudiantil, y un programa de reforma democrática de la universidad en coordinación con otros sectores de la sociedad, esencialmente, organizaciones de trabajadores, intelectuales y clases medias.La policía detuvo a las 500 personas que asistieron a aquella asamblea, al tiempo que se incoaron numerosos expedientes a estudiantes y profesores. Finalmente, el gobierno tomó la decisión de cerrar todas las Facultades y Escuelas Técnicas el 27 de abril de 1966, que sólo se abrieron para la realización de los exámenes.

A pesar de la represión, el movimiento universitario contra la dictadura franquista continuó muy activo en los años siguientes. En abril de1967 se constituyó en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, el Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Madrid (SDEUM) y, paulatinamente, los/as estudiantes elegidos libremente acabaron siendo reconocidos por las autoridades académicas, pese a tratarse de asociaciones de carácter ilegal.

En aquellos años eran muy frecuentes las redadas nocturnas de la policía para detener a los representantes estudiantiles más activos. Durante mucho tiempo, muchos de nosotros hemos recordado -con verdadero terror e incertidumbre- aquellas llamadas de madrugada en las que la policía, con la ayuda de los serenos y otros delatores, se presentaba para detenernos mientras dormíamos. La prisión preventiva en los calabozos de la Brigada Político Social, en la Puerta del Sol, los interrogatorios violentos y las amenazas más oscuras daban paso, finalmente, a las deportaciones, al envío a la cárcel de Carabanchel y a los juicios ante el Tribunal de Orden Público.

Además de la represión individual, la policía se había establecido dentro de los centros universitarios, aumentando también el número de delatores escondidos entre los estudiantes. Igualmente se creó un Juzgado especial para los delitos universitarios, todo lo cual incrementó aún más la revuelta universitaria, que llegó a alcanzar un amplio eco en la sociedad civil en la época, pese a la dictadura.
El 20 de enero de 1969 la policía mató a Enrique Ruano, estudiante de Derecho, mientras hacía un registro en su casa. El gobierno de Franco y el periódico ABC divulgaron una versión oficial de que Enrique Ruano se había suicidado, lo que aumentó la indignación universitaria. Finalmente, el gobierno aprobó un estado de excepción en toda España y detuvo a cientos de estudiantes y profesores.
Yo había terminado ya mis últimos exámenes en la Facultad y trabajaba en el Servicio de Estudios del Ministerio de Industria, adonde la policía vino a buscarme para detenerme. La sombra de la represión era, como ven, alargada. Aquel verano me expulsaron de las milicias universitarias, un sistema especial al que los estudiantes podíamos acogernos para cumplir con el servicio militar obligatorio, y años más tarde, tuve que hacer frente a un juicio ante el Tribunal de Orden Público por pertenencia al sindicato democrático de estudiantes y por propaganda ilegal contra el régimen.

En ese momento la radicalización de la lucha contra la dictadura en amplias zonas del país, tanto desde organizaciones obreras como por parte de colectivos sociales urbanos, habían llegado a tal punto que aquellas acusaciones eran casi un juego de niños para el régimen franquista.
5. Los acontecimientos del Mayo del 68 en Francia.

Los acontecimientos del mayo y junio de 1968 en Francia constituyen uno de los movimientos sociales más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Se trata de una revuelta cultural y política, que comenzó en el suburbio parisino de Nanterre, y que iba a acabar paralizando a todo el país, al producirse una huelga general de estudiantes y obreros, que llegó a tener más de 9 millones de seguidores.

El movimiento estudiantil del mayo de 1968 cuestionaba el carácter autoritario, centralista y verticalista de la universidad en Francia, reclamando espacios propios de participación y toma de decisiones por parte de los/as estudiantes. Igualmente, se reclamaba la libertad en las relaciones sexuales y se criticaba la sociedad de consumo predominante. Asimismo, la guerra de Argelia había mostrado a los jóvenes franceses la crueldad del colonialismo, siendo el sentimiento antiimperialista un rasgo bien presente en la revuelta estudiantil francesa.

Sin embargo, la alianza que durante algunos días se fraguó entre estudiantes y sindicatos obreros era bastante frágil. De hecho, concluyó cuando Georges Pompidou llegó a un acuerdo con los sindicatos obreros aceptando una importante mejora de los salarios, vacaciones pagadas y reducción de la jornada laboral. Mientras tanto, la actitud del gobierno ante los estudiantes fue la represión y las deportaciones.

El movimiento estudiantil de mayo de 1968 dejó constancia de su rebelión a través de numerosas pintadas en las calles del Barrio Latino y los muros de los centros universitarios en general. Los graffitis del mayo del 68 constituyen una elocuente muestra del alcance de una revuelta que dio la vuelta al mundo y que, algunas personas, sigue teniendo validez en la sociedad actual.
Estas son algunas de aquellos graffitis.

· Prohibido prohibir. La libertad comienza por esta prohibición (Sorbona).
· Cambiar la vida. Transformar la sociedad (Ciudad Universitaria).
· La vida está más allá (Sorbona).
· Mis deseos son la realidad (Nanterre).
· La imaginación al poder (Sorbona).
· ¡Viva la comunicación! ¡Abajo la telecomunicación! (Odeón).
· En los exámenes, responda con preguntas (Sorbona).
· No puede dormir tranquilo el que ha abierto los ojos (Nanterre).
· No hay pensamiento revolucionario. Hay actos revolucionarios (Nanterre).
· Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar (Sorbona).
· Lo sagrado: ahí está el enemigo (Nanterre).
· Para poder discutir la sociedad en que se vive es necesario antes ser capaz de discutirse a sí mismo (Odeón).
· Proletario es aquel que no tiene ningún poder sobre el empleo de su vida y que lo sabe (Censier).
· Sean realistas: pidan lo imposible (Censier).
Francisco Alburquerque Llorens fue Delegado estudiantil del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Madrid, Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, curso 1966-1967.
Nota: Este documento fue presentado en un acto público en la Universidad Carlos III de Madrid el 29 de enero de 2019. En dicho acto el autor compartió la presentación con Jaime Pastor, también delegado estudiantil del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Madrid en aquellos años.

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