lunes, 16 de julio de 2018

TEORÍA MARXISTA DEL DESARROLLO DESIGUAL


Debate
Dependencia y teoría del valor
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Claudio Katz
Vientosur
13.07.2018

Globalización productiva

El avance cualitativo registrado en la mundialización modifica los términos del debate desarrollado hace varias décadas. Salta a la vista el carácter globalizado de muchas actividades que no tenían ese perfil en los años 70. Esa modificación consolida la tendencia de un gran segmento de la economía a desenvolverse con precios y tasas medias de ganancia internacionalizados.

La nueva división global del trabajo que despuntó en el debut del neoliberalismo se ha consolidado con la actual relocalización fabril. Se ha generalizado el desplazamiento de las empresas transnacionales, que emigran a la periferia para lucrar con la baratura, disciplina o sometimiento de los trabajadores. Ese cambio fue incluso percibido por los autores que en los años 70, objetaban la vigencia de un status avanzado de mundialización. En la década posterior reconocieron la nueva presencia de campos de valorización regidos por barómetros internacionales (Mandel, 1996).

La preeminencia actual de ese segmento global es notoria. No sólo los tradicionales límites a la movilidad del capital y las mercancías fueron quebrantados por la mundialización financiera y los tratados de libre comercio. También se debilitó la obstrucción interpuesta por la multiplicidad de tipos de cambio a los patrones internacionales de precios y ganancias. Algunas economías confluyeron en monedas comunes (Europa) y otras dolarizaron sus movimientos o instauraron formas regionales de coordinación cambiaria.
La ausencia de un sistema estatal planetario continúa imposibilitando la vigencia de variables plenamente mundializadas. Pero las empresas transnacionales operan a esa escala y los organismos que apuntalan su actividad (BM, FMI, OMC), administran modalidades tendenciales de esa gestión.

Los mecanismos de mayor internacionalización han sido particularmente introducidos en las cadenas globales de valor. Ese tipo de estructuras incluye formas muy avanzadas de localización diversificada de los procesos de fabricación. Las empresas aprovechan las diferencias de rentabilidad que genera esa variedad de formas de explotación.

Las cadenas aseguran la captura de beneficios extraordinarios por parte de las empresas ubicadas en la cúspide de la red. En la industria del vestido, por ejemplo, las plusganancias quedan en manos de los grandes compradores (marcas), en desmedro de los fabricantes textiles (plantas automatizadas) y las firmas intensivas en mano de obra (Starosta; Caligaris, 2017: 237-276). El mismo principio de redistribución de la plusvalía opera en el funcionamiento territorial de las empresas satélites. La subcontratación es el principal dispositivo de transferencia de valor. La compañía rectora obtiene ganancias superiores, fijando las condiciones de adquisición de los insumos provistos por sus abastecedores.

En las cadenas ya opera un circuito unificado de precios y ganancias medias internacionalizadas. Marini sólo observó en las maquilas los anticipos de un mecanismo que remodela toda la dinámica del intercambio desigual.

En la etapa actual la generación de plusvalía diverge significativamente de su distribución geográfica. El proceso de transformación de los valores en precios se consuma a escala internacional, acompañando el divorcio entre mercancías producidas en un país y consumidas en otro. La plusvalía gestada con bajos costos en las fábricas de Asia es plasmada en los mercados de Estados Unidos y Europa, bajo la gestión de las empresas transnacionales (Smith, 2010; 246-249). En esta nueva secuencia las transferencias internacionales de valor asumen una escala sin precedentes.

El sentido del trabajo potenciado

Los desplazamientos mundiales de plusvalía que fundamentan la dinámica del intercambio desigual han suscitado fuertes controversias. Algunos autores impugnan su vigencia, señalando que las diferencias entre economías desarrolladas y retrasadas derivan de la existencia de productividades disímiles. Afirman que las horas de trabajo en ambos lugares no son simplemente comprables. El contraste requiere considerar el nivel de complejidad laboral en el centro y el consiguiente gasto superior en formación de la fuerza de trabajo (Astarita, 2010: 140-145).

Esa desigualdad se resume en la noción de trabajo potenciado, que Marx utilizó para caracterizar las modalidades laborales avanzadas. Como la periferia carece de esas calificaciones comercia desde un status diferente, sin generar transferencias en el intercambio de mercancías (Astarita, 2011). Los capitales del centro no sustraen valor de las economías relegadas. Sólo producen mercancías más valorizadas con mejores técnicas y menor cantidad de horas de trabajo (Astarita, 2013b).

En los años 70 los debates sobre este mismo problema se plantearon en otros términos. Bettelheim señaló que era incorrecto comparar los salarios de las distintas economías omitiendo las diferencias de productividad. Pero introdujo esa observación sólo para revisar el alcance del intercambio desigual. Buscó enmendar esa tesis sin invalidarla. Conectó la gravitación de los salarios a sus diferentes productividades, pero en ningún momento cuestionó las transferencias internacionales de valor, en que se asienta el funcionamiento del capitalismo mundial.

Su señalamiento permite entender que el trabajo potenciado no desmiente los desplazamientos internacionales de plusvalía. Simplemente incorpora distintas complejidades del trabajo a una estructura de funcionamiento global, modificando las magnitudes en juego.

El trabajo potenciado es un concepto relevante, en relación al tiempo de trabajo socialmente necesario que rige en cada rama de la producción. El análisis de esa categoría se ubica en ese plano determinante del valor de las mercancías.

Pero los bienes no se intercambian por esas magnitudes, sino en función de los precios de producción que adopta cada producto, al cabo de un proceso de conformación de la ganancia media. Esa dinámica involucra transferencias de valor entre distintas ramas en una circulación intermediada por el dinero. A través de ese eslabón, las mercancías elaboradas con calificaciones diferentes y productividades diversas quedan convertidas en unidades intercambiables.

En este segundo terreno de transferencias de plusvalía se sitúa el estudio del intercambio desigual. A esa escala del mercado mundial y de la totalidad de las mercancías, no existe ninguna incompatibilidad con los parámetros del trabajo potenciado, que definen previamente el valor de las mercancías en cada sector.

Esta diferencia de niveles analíticos ha sido subrayada por los investigadores, que recuerdan por qué razón la noción de trabajo potenciado fue introducida en el primer tomo de El Capital. Allí se indaga la formación del valor de las mercancías.

En las observaciones sobre el mercado mundial añade otro concepto, para resaltar las diferencias existentes entre productos gestados con disímiles niveles de acumulación. A esa brecha alude con el concepto de remuneración internacional diferenciada del trabajo más productivo (Machado, 2011). Esta segunda categoría -situada en un plano más empírico-concreto- fue el punto de partida de los debates sobre el intercambio desigual.

En un ejemplo contemporáneo de estas distinciones, se podría señalar que el trabajo potenciado se verificó cuando Microsoft desplazó a IBM. Allí fijó un nuevo parámetro de valor en el universo informático. La dinámica de transferencias de plusvalía se observó en cambio en otro plano y a otra escala, cuando la misma empresa absorbió valor -en concepto de renta tecnológica- a múltiples firmas de distintos sectores. El despegue del índice NASDAQ en Wall Street ilustró esa captación.

En esta segunda dimensión y en la órbita internacional se ubica la problemática inicialmente estudiada por el intercambio desigual. Comenzó a conceptualizar los flujos internacionales de plusvalía provenientes de las economías retrasadas. Esos países exportan bienes elementales y participan en tareas básicas de la fabricación internacionalizada de las mercancías. El trabajo potenciado es un componente y no una refutación de ese proceso.

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