La juventud en el reino de España (2007-2024): entre el precariado y la
emigración
Por Albino
Prada
Rebelion
31/10/2025
Fuentes: Sin Permiso
Siendo muy
preocupante en la actualidad la situación social de aquella parte de nuestra
juventud (en lo laboral y en la vivienda en particular) que reside en el reino
de España, no lo es menos lo sucedido con la que ha desaparecido de entre
nosotros por medio de la “válvula de escape” migratoria. Una válvula que
debiera haber facilitado la situación de los que permanecían en el país. Algo
que a todas luces veremos en este análisis que no ha sido así.
Se ha escrito
mucho sobre si la llamada generación millennial sufrió el
embate de la crisis financiero-inmobiliaria de 2008 como ninguna otra. Aunque
se deba recordar que ya las generaciones anteriores de mileuristas (la
generación X) habían soportado las consecuencias de la globalización neoliberal
rampante desde los años 80 (de Reagan y de sus monaguillos europeos).
En ese contexto ya hace diez años analicé la situación de la población joven (de 16 a 34 años) en el conjunto de España[1] entre 2007 y 2014 con el título de “Los exiliados económicos”. Con datos que me parece de interés actualizar y resumir hasta 2024 (INE) en un sencillo recuadro que va más abajo (siempre para los ciudadanos nacidos en el reino), con la intención de aclarar algo la corrosión social de fondo que estaría alimentando el creciente alejamiento de los más jóvenes respecto a las grandes opciones políticas que nos han venido gobernando entre 2007-2024. Datos me parecen sorprendentes.
De manera
sintética observamos en este recuadro una muy ligera reducción absoluta del
paro entre la generación de los jóvenes españoles[2] que contrasta muy fuertemente con
el desplome de la población ocupada entre esas edades (dos millones y medio
menos), y con una semejante caída de la población activa en edad de
trabajar. Un desplome de la población ocupada para estos tramos de edad
(caída de casi el 40 % entre 2007 y 2024) en las antípodas del incremento de
más de un millón de ocupados en dicho período (un ascenso del 5 % entre 2007 y
2024) para el conjunto de todas las edades.
O dicho al
revés: si el desplome de los ocupados no se tradujo en un creciente
desempleo entre los más jóvenes es porque mucha de esa
población activa dejó de serlo, dejó de estar disponible para trabajar. Algo
que, de nuevo, contrasta con la expansión del total de la población
activa española en dicho período.
Y si bien una
parte de entre estos más jóvenes podría haber pasado a estar inactiva
(estudiando o similar), lo cierto es que entre esos años el colectivo de
inactivos entre 16-34 años apenas creció en medio millón. Con lo que aún nos
restarían por explicar lo sucedido con dos millones de jóvenes que habrían
desaparecido del mercado laboral por otras vías.
A la vista de
estos datos parece crucial detallar lo que ha ido sucediendo con la población
más joven disponible para trabajar en España a lo largo de lo que llevamos de
siglo, teniendo en cuenta los golpes de las crisis de 2008 y del año 2021,
según las distintas generaciones o tramos de edad (también con datos INE). Para entender el mecanismo de
esta válvula de escape social que permitió que una notable
destrucción de empleo no se transformase en un mayor número de desempleados[3].
Cuando se
indaga el asunto desde esta perspectiva -por tramos de edad- se llega a dos
conclusiones básicas. La primera que la mitad de esa caída se debe a una menor
natalidad de la población española, que entre 2002-2021 deja de añadir un
millón de personas al mercado laboral. La segunda que el resto, más de
otro millón de personas, fueron jóvenes de menos de 35 años que han ido
emigrando fuera de España[4]. Si
bien se mira la segunda actúa de motor de refuerzo de la primera. Porque esos
jóvenes nacidos en España que emigran es dudoso que sumen en España los hijos
que podrían tener de residir aquí.
En síntesis.
Nos arreglamos entre 2007 y 2024 con dos millones y medio menos de ocupados
jóvenes españoles, sin que eso supusiese aumentar su volumen de desempleo,
porque estamos frenando la natalidad (sin duda a causa de esas menores probabilidades
internas de empleo), y porque más de un millón de jóvenes han emigrado. Lo que
no es incompatible con que, al mismo tiempo, hayamos necesitado (para
determinadas ocupaciones menos cualificadas) incorporar a un creciente número
de inmigrantes ya no tan jóvenes[5].
*
Aclarado el
drama cuantitativo -del volumen de empleo decreciente para las generaciones más
jóvenes nacidas en España- merece la pena indagar si, al menos, en ese contexto
catastrófico algo ha mejorado en sus aspectos cualitativos[6]. Ya de entrada, aquella regresión si se
combina con un creciente envejecimiento del empleo que persiste (cabría suponer
porque son generaciones que entraron en el mercado laboral con más derechos y
estabilidad, antes de las últimas ofensivas neoliberales y de las recientes
oleadas de digitalización) no presagia nada bueno en relación a tales atributos
cualitativos del empleo. Siempre bajo la premisa, reitero, de que una reducción
de casi el 40 % del empleo de los más jóvenes debiera, a priori, haber
favorecido su mejora cualitativa.
Empecemos por
la temporalidad y el trabajo a tiempo parcial. El porcentaje de jóvenes con
contratos a tiempo parcial habría pasado de un 13
% del total a un 21 % entre 2007 y 2024, no observándose en este caso ninguna
reducción entre 2018-2025 en unos números absolutos (algo más de un millón de
jóvenes) que se mantienen ocupados bajo esta modalidad de contrato; todo ello
mientras el total de contratados se redujo en más de dos millones y medio de
jóvenes[7].
En cuanto a
los contratos temporales entre 2007 y 2024
es notoria su reducción tanto para los más jóvenes como para el conjunto de los
ocupados, aunque siga siendo ocho puntos porcentuales superior para los primeros,
a pesar de la reducción en más de un millón de temporales jóvenes entre
2018-2025. Los ocupados de entre 16 y 39 años de edad (en este caso el INE no
permite acotar en los 35 años) siguen concentrando casi el 60 % de todo el
empleo temporal que subsiste en España.
Respecto a
la ganancia media anual por trabajador
sabemos que en 2007 los ocupados de menos de 34 años percibían unos 14.600
euros, lo que los situaba en un 72 % de la media del conjunto de los ocupados,
pero en el año 2023 (último disponible) los 18.200 euros de media para los más
jóvenes ya solo suponen el 65 % de la ganancia media del conjunto de los
ocupados.
En conjunto
para la población más joven nacida en España su situación entre 2007 y 2024
puede resumirse en las siguientes tendencias: un desplome radical de su cuota
de empleo en el total de la actividad económica (que ha provocado una radical
contención de la natalidad), un éxodo migratorio masivo y una mayor permanencia
como inactivos (estudios, por ejemplo). Solo así se explica que el volumen de
jóvenes parados se haya estabilizado. Estaríamos ante una “jibarización” social
de la generación millenial y posteriores.
Y aún en ese
contexto los ingresos medios de los jóvenes españoles que siguen ocupados
dentro de España se han deteriorado en relación a la media del conjunto de los
trabajadores[8]. Lo que es coherente con que el volumen
de los contratos a tiempo parcial entre los jóvenes se mantenga en medio del
hundimiento del volumen total de jóvenes ocupados. Solo en el caso de los
contratos temporales se viene produciendo una notable reducción, aunque ello no
impida que aún en la actualidad los trabajadores jóvenes acaparen más de la
mitad del empleo temporal que subsiste en España.
Este es el
problemático substrato objetivo que genera el capitalismo español para nuestros
jóvenes, y que las nuevas derechas extremas intentan rentabilizar contra el
chivo expiatorio de la inmigración, prometiendo a nuestras últimas generaciones
regresar al feliz mundo de la infancia de la generación de los baby
boomers (también por entonces con no menos emigración fuera de
España).
Un sustrato hoy
día aún más problemático si consideramos que mientras en el año 2006 solo el 25 % de los jóvenes
entre 25-40 años tenía estudios universitarios, en 2024 ese porcentaje llegaba al 50
%, lo que implica que este ascensor social universitario de poco habría valido
para evitar emigrar o ser precario[9].
Frente a aquel
relato tóxico -sobre una realidad sin duda alarmante- considero que, muy al
contrario, las propuestas sociales ajustadas a este siglo XXI debieran pasar
por una reducción de la jornada laboral y de la edad de jubilación para todos
los ocupados, a la par que por un embridamiento de las presuntas soluciones
digitales y de IA para cubrir nuestras necesidades en los más diversos
servicios[10] (tanto privados como públicos).
En suma: con reparto social de las rentas de la productividad y con
subordinación de esta a otras prioridades sociales.
Notas:
[1] En el mismo diario (6
agosto de 2017) hacía lo propio titulando “Galicia,
generación arrasada”
[2] Reitero que en este
análisis me refiero solo a los nacidos en España. Bien se que contamos con un
creciente colectivo de ocupados y españoles no nacidos en España.
[3] Aunque sí en una
mayor tasa de paro, con semejante número de parados, al disminuir el
denominador (la población activa) de dicha tasa.
[4] Jóvenes sobradamente
cualificados que mientras el castizo capitalismo español los considera
“sobrecualificados”, el capitalismo alemán (y de otros destinos) fue capaz de
acomodar. Así en 2023 emigraron casi 46.000 jóvenes españoles (el 56 % del
total emigrado) (datos INE) (cifras inferiores a las de los
años previos disponibles). Cifra que, por tanto, se ajustarían a la media de
unos 58.000 emigrantes jóvenes españoles para totalizar en diecisiete años el
millón anotado en el texto.
[5] Ocupados -hoy ya
españoles- menos cualificados que lo hacen en los servicios personales y los
asociados al turismo.
[6] Este drama se habría
corregido algo en el período 2018-2025 (Gobiernos en coalición con el
PSOE) pues la ocupación total de españoles se habría incrementado en un millón
de personas, de las cuales la cuarta parte habrían sido jóvenes de entre 16-35
años. Una etapa positiva que habría permitido corregir algo la debacle previa y
en la que serían decisivos los empleos en los servicios públicos (sanitarios y
educativos en cabeza).
[7] Lo que explica el
incremento de la ratio de empleo a tiempo parcial.
[8] Asunto especialmente
grave cuando el acceso a una vivienda (en propiedad o en alquiler para los más
jóvenes) se fue volviendo a cada paso más caro e inaccesible. Lo que explica la
proliferación de infra viviendas a precios elevados.
[9] Sobre este particular
me ocupaba aquí recientemente: https://www.sinpermiso.info/textos/reino-de-espana-tenemos-castas-hereditarias-o-ascensor-social
[10] Asuntos de los que me
ocupo con más detalle en estos ensayos (ahora en acceso abierto):
https://unebook.es/es/ebook/trabajo-y-capital-en-el-siglo-xxi_E9000026540
https://unebook.es/es/ebook/sociedad-de-mercado-o-sociedad-decente_E9000027178
Albino Prada es colaborador habitual de Sin Permiso,
su último ensayo se titula “El regreso de China. La globalización imposible”,
Universidade de Vigo (2025).


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