viernes, 15 de diciembre de 2023

La Unión Europea ha parido monstruos

 

No nos los merecemos. ¿O tal vez sí? En realidad, hemos ido mirando hacia otro lado a medida que las cúpulas políticas europeas iban desvelando su verdadera naturaleza. Hubo quien se dio cuenta, incluso antes de Maastricht. Pero no le hicimos caso.


La Unión Europea ha parido monstruos


Sergio Cararo

El Viejo Topo

15 diciembre, 2023 



Un protagonista muy influyente del siglo XX dijo que «Los Estados Unidos de Europa serán reaccionarios o no serán«. Traducción: si las burguesías europeas unen sus Estados, sólo podrán hacerlo dentro de un proyecto reaccionario.

La profecía de Vladímir Ilich Ulianov (más conocido como Lenin), parece haberse realizado plenamente ante nuestros ojos, aunque se disfrazó ­–y se hizo pasar durante años– de proyecto progresista para llevarse a cabo. La imagen que devuelve toda la arquitectura de la Unión Europea en el siglo XXI es la de un contradictorio bloque reaccionario, supremacista y belicista en todas sus articulaciones.

Está la foto de la galería de monstruos, los invitados por Salvini a Florencia para unir a las fuerzas más racistas y reaccionarias de la escena europea. Fuerzas que, sin embargo, viajan con el viento a favor. Ampliamente dispuestas –y agradecidas– a ponerse de acuerdo con los liberales de derechas, pero hostiles a los liberales de «izquierdas» y especialmente a los comunistas. Exactamente como ocurrió en Europa cuando se allanó el camino al poder a los fascistas y los nazis.

Hace unos días se produjo otra imagen inquietante: la de Von der Leyen hablando en la Conferencia Europea de Defensa, diciendo que el gasto militar debe aumentar incluso en tiempos de recesión como estos, porque hay que apoyar a Ucrania para que gane la guerra contra Rusia y porque la UE debe prepararse para escenarios bélicos.

En los últimos meses hemos visto el rostro gélido de la presidenta del BCE, Lagarde, anunciar medidas de asfixia con subidas sistemáticas de los tipos de interés en nombre de la lucha contra la inflación, que es la obsesión constitutiva –y a menudo engañosa– del Banco Central Europeo.

Y luego está la imagen del «socialista» Borrell, representante de la política exterior de la UE, que resultó ser uno de los peores belicistas de Europa en Ucrania, el más cauto –y también hipócrita– en la matanza desatada por Israel en Gaza, pero descaradamente supremacista hacia el resto del mundo cuando lo dividió en «un jardín (Occidente) y la jungla (todos los demás)».

La galería de imágenes del liderazgo y la política europeos es, por tanto, una colección de monstruos que vomitan instintos reaccionarios, beligerantes y supremacistas por todos sus poros. Se salvan algunos eurodiputados de la izquierda europea, pero sólo una parte de ellos. Otros y otras del mismo grupo están metidos hasta el cuello en la lógica eurocentrista.

¿Era inevitable este destino? En muchos aspectos, sí.

En las décadas precedentes, demasiados se negaron a ver la naturaleza reaccionaria del proyecto que condujo a la creación de la Unión Europea, revistiéndolo de un carácter progresista que se agotó en 1991 por «ausencia de función» y se invirtió por lo que estaba a su alcance: liberal en economía, liberal en política, reaccionario y belicista en ambiciones.

Cuando defendíamos la necesidad de la «ruptura» de este proyecto, apuntando, si acaso, a una alternativa euromediterránea a la Unión Europea como proyecto alternativo, éramos muy conscientes de que la naturaleza del «monstruo europeo» no se haría esperar.

La aceleración de la crisis sistémica en economía y de la crisis de civilización en política, en cuanto se cruzó con los vientos de guerra en Europa y en el Mediterráneo, no tardó en revelar su verdadera naturaleza, alineando uno tras otro a todos los protagonistas de una galería de horrores que desde hace tiempo pretenden sustituir a la democracia vaciada de sus piedras angulares fundamentales, pero con la pretensión de representar la supremacía política y moral frente al resto del mundo.

Fuente: Contropiano.

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