jueves, 21 de mayo de 2020

Contra el relinche y coces del caballo de Santiago Abascal en su versión patria-acústica de andar sin mascarilla y como sardinas enlatadas por la calle Núñez de Balboa de Madrid,nada mejor que una buena reunión de un Círculo de Podemos, aunque sea con poquita gente y sin jefes; de una Asamble local de IU, aunque sea sin jefes; una Agrupación local del PSOE, aunque sea sin jefes de relumbrón; de una Asociación de vecinos o de cualquier otro movimiento social, sindical o político de los muchos que, al menos aparentemente menudean por las redes sociales, Asociaciones o Plataformas de pensionistas, pero no para contra cacerolear, porque qué culpa tiene la cacerola, sino para ir viendo de manera urgente como nos vamos organizando los trabajadores para salir a la calle. Que no, que la cosa es de sartén, que lo nuestro es nuestro y que la sartén por el mango la tenemos que tener nosotros, los trabajadores, que además de ser los protagonistas de la creación de la riqueza constituimos la inmensa mayoría de la población, porque si no a ver cómo se le da la vuelta a la tortilla. Según interpretan la realidad los que le machacan el culo a la cacerola contra el gobierno, que pobrecitos nuestros, menos de izquierda serán de lo que sean, no tenemos libertad los buenos españoles porque el confinamiento nos la impide (¡ Por los clavos de Cristo, habráse visto tamaña rojería alguna vez!). Sin embargo, los millones de trabajadores y pensionistas que no tiene ni para vivir no se merecen ni un mal palo a una triste cacerola, porque gozan de entera libertad, lo que no deja de ser verdad porque pueden pasar cuanta hambre quieran. Seguramente será cuestión de sartén y no de cacerolas



De movida a movimiento telúrico

El movimiento de Núñez de Balboa es espontáneo y carece aún de fines precisos, pero no de motivaciones



Rafael Sánchez Sanz
Diario de Selilla
21 Mayo, 2020 

La gran noticia de la semana es, sin duda alguna, la muy posible disposición de una vacuna contra el maldito coronavirus antes de final de año. La segunda gran noticia es que esa vacuna no es china. La tercera, que hay un español al frente de la investigación por ahora exitosa. Sin embargo, la atención del respetable no va por ahí. Cierta desconfianza en una ciencia que ha demostrado ser mucho menos certera de los que los entusiastas cientificistas imaginaban -ese entusiasmo acrítico es, por cierto, de lo menos científico- y el comprensible temor a hacernos ilusiones indebidas nos vacuna saludablemente de las buenas nuevas sobre la vacuna. Ya veremos. 

Porque el gran asunto de la semana ha sido la evolución y transformación de la movida de las cacerolas de la ya célebre calle Núñez de Balboa -¡qué estupenda etiqueta para historiadores del mañana!- en movimiento a escala nacional, con perspectiva de terremoto de magnitud 5, el que sin ser catastrófico ocasiona daños mayores en edificios débiles o mal construidos, tal el desastroso Gobierno que lo ha generado. Un movimiento tan espontáneo y anarca que los primeros enviados de las televisiones lo creyeron cosa de cachondeo para dar juego en sus programuchos "de rojos y maricones". Virus peor que el Covid-19 para unos, bálsamo de Fierabrás para otros, el movimiento de Resistencia Democrática, como se ha bautizado en las redes, carece aún de fines precisos más allá del ¡Sánchez, dimisión!, pero en absoluto de motivaciones.

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