miércoles, 29 de agosto de 2018

LA NUEVA RADICALIZACIÓN EXTREMISTA (Más de derechas que el grifo del agua fría) DEL APARATO DEL PP

El nuevo PP de Casado
 
Miguel Urbán Crespo
Vientosur
28.08.2018

Al día siguiente de la victoria de Pablo Casado Enric Juliana escribía: El Congreso del Partido Popular ha votado en contra de los de arriba, conforme al signo de los tiempos. (…) Hay un rebote contra los de arriba que no es exclusivo de las izquierdas” 1/.

Y la verdad es que la victoria de Casado parecía poco probable ante los dos grandes pesos pesados del partido, Cospedal, Secretaria General del partido, y Sáenz de Santamaría, ex-vicepresidenta del gobierno. Pero el aventajado alumno de Aznar utilizó la baza de la escenificación de la movilización de las bases contra el aparato del partido, que tan buen resultado han dado al Tea Party en las primarias republicanas. Una movilización de las bases orquestada en torno a dos pilares fundamentales: un giro político hacia la derecha y una supuesta renovación que realmente era un claro mensaje contra el establishment del partido. Una buena muestra fue el video sobre el “pasado del PP” que se difundió desde el entorno de la candidatura de Casado y que vinculaba los apoyos a Sáenz de Santamaría con el aparato del partido de una forma despectiva, asimilándolos al pasado. Quizás las veleidades anti-establishment de Casado no irán más allá de la pasada campaña de primarias, pero el giro político hacia la derecha del PP parece que llega para quedarse.

Muchos analistas han considerado que la apuesta de Casado, movilizando a las minorías más recalcitrantes del partido, le ha servido para ganar unas primarias pero que es a la postre una apuesta perdedora electoralmente. Puede que esto sea cierto a corto y medio plazo, pero el reto de Casado no es tanto conquistar el gobierno del Estado sino evitar un estallido del PP, que es lo que verdaderamente estaba en juego en este congreso. Un estallido no solo motivado por los casos de corrupción que acorralan al partido y a sus figuras públicas, sino sobre todo por una inusual competencia electoral en el marco de la derecha española solo comparable en la historia reciente española a los primeros años de la transición.

Por tanto, es fundamental leer la apuesta de giro hacia la derecha de Casado como el intento por recomponer el bloque neoconservador en la derecha española. El nuevo responsable popular lo dejó muy claro en su primer discurso después de su victoria: En el PP cabe “todo lo que esté a la derecha del PSOE”, una actualización de la famosa frase de Fraga de a mi derecha la pared y que más que un eslogan fue toda una declaración de intenciones para la disputa del espacio de la derecha española durante la transición.

De esta forma, a diferencia de sus contrincantes en las primarias que centraron sus mensajes fuerza en recuperar el gobierno del Estado, Casado se centró desde el principio en enfatizar la competencia con las fuerzas que en los últimos tiempos le disputan la hegemonía en la derecha española al PP: Ciudadanos y, en menor medida, Vox. Así afirmaba en una de sus primeras entrevistas como candidato que su intención era "coser y uniry atraer a la "gente que se fue a Ciudadanos, a VOX, a fundaciones como Libres e Iguales o Villacisneros 2/.

En la competencia por la hegemonía de la derecha, Casado ha demostrado ser un alumno aventajado del neoconservadurismo que en su momento abanderaron en España Aznar y Aguirre, no teniendo miedo a cargar contra los sentidos comunes conquistados por las fuerzas progresistas. Así, la campaña de Casado en las primarias siguió esta máxima de principio a fin, como bien señalaba Pablo Carmona en un reciente artículo. "Primero cargando contra el 15M como un movimiento de pijosque lo que querían era tener una segunda casa, también contra el movimiento feminista en temas como el aborto, a partir de lo que los neoconservadores denominan la ideología de género y, por supuesto, cargando también contra los procesos de recuperación de la memoria histórica y defendiendo la mano dura con respecto al independentismo catalán. En definitiva, tratando de construir su propia posición por el camino de la confrontación contra algunos de los pilares más consolidados y de mayor consenso generados en el campo político opuesto" 3/.

Un giro hacia la derecha radical que el nuevo ejecutivo del PP quiere terminar de culminar el próximo otoño con "una gran convención de rearme” ideológico centrada fundamentalmente en combatir lo que denominan ”ideología de género”. Retomando la pretensión de volver a la ley de supuestos del 85 que ya fracasó en el primer gobierno de Rajoy y que se saldó con la dimisión de Gallardón como ministro y supuso una cierta ruptura emocional de los sectores conservaduristas con el PP a los que ahora vuelven a intentar seducir. Una disputa contra el mismo concepto del derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo fijando como uno de sus principales enemigos al movimiento feminista, uno de los movimientos más importantes y activos de toda Europa.
La misma utilización del concepto de "ideología de género” es un claro guiño a los sectores más ultras, un concepto que solo utilizaban hasta ahora en nuestro país sectores de la jerarquía católica, HazteOír, el Foro Español de la Familia y partidos como Vox, pero que, en otros países, fundamentalmente Polonia, está sirviendo como activador y aglutinador político de la ultraderecha. Quizás sea este punto la disensión más importante con Ciudadanos, un partido que en cierta medida intenta presentarse como moderno y feminista con medidas como los vientres de alquiler, la regulación de la prostitución o la eutanasia, que ejemplifican una de las apuestas más depuradas del neoliberalismo progresista hispano.

Pero quizás lo que más ha sorprendido desde la toma de posesión de Casado como nuevo líder del PP ha sido su rápida lepenización agitando la bandera de la xenofobia contra la inmigración y la defensa de la seguridad ciudadana. Homologándose rápidamente a sus correligionarios más ultras del PP europeo, como los presidentes Victor Orban en Hungria y Sebastián Kurz en Austria. La firme decisión de optar por un discurso xenófobo que alinea al PP con la extrema derecha europea seguramente tenga mucho que ver con que entre su equipo más cercano se encuentre Javier Maroto, censurado hasta por el propio Consejo de Europa por sus declaraciones xenófobas cuando fue alcalde de Vitoria. Pero, sobre todo, parece que Casado ha decidido hacer de aprendiz de brujo de los políticos ultras que en Europa han agitado la guerra de fronteras y el populismo de las vallas con magníficos resultados electorales. Un terreno en el que parece que tendrá que competir también con Ciudadanos, que redobló la apuesta de Casado con su particular campaña de verano contra los manteros.

Quizás sea la política migratoria, el terreno de confrontación en que peor se mueva el gobierno del PSOE, al que hemos visto como ha pasado de la acogida del Acuarius a ser aplaudido por la extrema derecha alemana del AFD por sus expulsiones colectivas a Marruecos. Este cálculo electoral puede ser una de las razones que están impulsando una carrera xenófoba irresponsable entre Cs y el PP, generando alarma social a base de mentiras entre una población cuya inseguridad ante su futuro se intenta desviar hacia el resentimiento contra los sectores más vulnerables que son utilizados como chivos expiatorios de la precariedad en la que viven las clases populares.

Una de las claves por dilucidar de esta deriva xenófoba en la derecha española es si, como ha pasado en otros países europeos, la normalización y banalización de la xenofobia abrirá las puertas a la consolidación de un partido de extrema derecha con representación electoral en el congreso de los diputados, una situación inédita desde que Fuerza Nueva perdiera su escaño en 1982.

Con una Europa que gira de forma abrupta hacia opciones cada vez más autoritarias, está por ver si la estrategia de giro hacia la derecha de Casado no solo le sirve para conseguir frenar la implosión de un partido acosado por la corrupción, sino que también le permite a través de la hegemonía de la derecha española conquistar la Moncloa. No subestimemos desde la izquierda esa posibilidad.

Miguel Urbán es eurodiputado de Podemos y militante de Anticapitalistas.

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