sábado, 20 de mayo de 2023

El Gobierno de EEUU roba a Venezuela las refinerías de CITGO

 

Amparado en leyes creadas ad hoc, Occidente prosigue esquilmando al planeta. Ahora, de nuevo, le toca a Venezuela saciar el apetito crematístico de EEUU y aliados. Un robo descarado, en la línea de otros atropellos similares.


El Gobierno de EEUU roba a Venezuela las refinerías de CITGO


El Viejo Topo / 20 mayo, 2023

 


Saheli Chowdhury

El gobierno de Estados Unidos está a punto de robarle a Venezuela su activo más valioso en el exterior, la CITGO Petroleum Corporation, en su continuo intento por derrocar al gobierno constitucional de Venezuela, encabezado por el presidente Nicolás Maduro, e instalar un régimen clientelar en su lugar. El robo oficial del complejo de refinerías, con sede en Illinois y Texas, es otro capítulo del proyecto de Guaidó de Estados Unidos para llevar la «libertad» y la «democracia» a Venezuela. Tanto las administraciones demócratas como las republicanas siguen robando activos venezolanos en el exterior: comenzó en 2015 con el decreto presidencial de Obama que declaró a Venezuela una «amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos»; continuó bajo Trump como crimen organizado, y ahora Biden sigue el mismo camino. El robo de CITGO se produce pocos días después de que el hombre de Washington en Venezuela, Juan Guaidó, aterrizara en Miami después de que su propio partido lo descartara como candidato presidencial para las elecciones de 2024.

Tras cuatro años de intentona golpista en curso, en la que ha destacado el saqueo de los recursos del Estado venezolano en el exterior por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, el pasado 1 de mayo la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del gobierno estadounidense anunció públicamente la «expropiación» de CITGO Petroleum Corporation, filial estadounidense de la petrolera estatal venezolana Petróleos de Venezuela (PDVSA), y su entrega a un «grupo gerencial liderado por venezolanos», a través de la Licencia General 42 de la OFAC. El grupo «liderado por venezolanos» se refiere a los ex parlamentarios golpistas venezolanos del período 2015-2020 de la Asamblea Nacional que, tras el final de su mandato, crearon una «Asamblea Nacional» paralela, no electa y autoproclamada para continuar el complot de «cambio de régimen» liderado por Estados Unidos. El anuncio no es más que una cortina de humo para despojar a Venezuela de su activo estatal de mayor valor en el exterior.

La CITGO Petroleum Corporation, valorada en 8.000 millones de dólares, con beneficios anuales de 1.000 millones de dólares antes de que la administración Trump se la regalara al impostor Guaidó en 2019, ha sido objeto de deseo de al menos 11 corporaciones multinacionales, entre ellas el fabricante de armas estadounidense Northrop Grumman, la petrolera estadounidense ConocoPhillips y la minera de oro canadiense Crystallex, desde años antes de que comenzara la última intentona golpista contra Venezuela. Estas corporaciones, cuyos activos o filiales venezolanas habían sido nacionalizados durante la época en que Hugo Chávez era presidente, están tratando de obtener «reparaciones» multimillonarias del Estado venezolano, a través de demandas en tribunales de todo Estados Unidos, Canadá y Europa, haciendo caso omiso de la soberanía de los Estados independientes, tal y como establece la Carta de las Naciones Unidas. Como el gobierno venezolano se niega a ser extorsionado por estos ladrones transnacionales, han recurrido a medios ilegales bajo los auspicios del gobierno estadounidense.

En el actual sistema financiero mundial que está fuertemente sesgado a favor del Occidente colectivo, de hecho está controlado por el imperio estadounidense, las corporaciones privadas con sede en cualquier parte del mundo pueden presentar demandas contra cualquier país independiente ante cualquier tribunal, ya sea regional o incluso local, a pesar de que los tribunales locales, regionales y nacionales de un país no sean reconocidos por otro, y ningún país está bajo ninguna obligación de respetar las sentencias de un tribunal extranjero. Sin embargo, en el muy desequilibrado sistema financiero y jurídico mundial que existe en la actualidad, esto sucede de forma rutinaria, y Venezuela ha sido víctima de esta codicia corporativa especialmente desde que tuvo lugar la Revolución Bolivariana.

A partir de febrero de 2019, después de que la administración Trump reconociera al falso gobierno del autoproclamado «presidente interino» Juan Guaidó como el gobierno legítimo de Venezuela, y unos 60 países –todos aliados de Estados Unidos– siguieran su ejemplo, todos estos gobiernos confiscaron o congelaron activos venezolanos en el extranjero, incluidas industrias, cuentas bancarias y el oro por valor de 2.000 millones de dólares en el Banco de Inglaterra. Esta oleada de confiscación de activos proporcionó a las empresas multinacionales extranjeras con demandas de indemnización contra Venezuela la oportunidad de cobrar sus «reparaciones» mediante reclamaciones legales contra los activos confiscados. Guaidó, a quien EE.UU. y sus aliados consideraban el jefe de Estado de Venezuela, nunca envió a ningún representante legal a los tribunales para defender los activos venezolanos, con lo que esos activos pasaron a manos de los demandantes. Él y los de su calaña seguramente hicieron tratos turbios para renunciar al activo riquísimo de CITGO Corp, enriqueciéndose mientras traicionaban a su propia nación e incluso al pueblo que una vez los apoyó.

El gobierno de Venezuela denunció la expropiación ilegal de su activo estatal, calificando de «malandros» al gobierno estadounidense y a la oposición golpista. La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, destacó la ilegalidad de la medida en una rueda de prensa el 3 de mayo: «No queda nada en el planeta que no hayan violado con esa licencia [la Licencia General 42 de la OFAC]». Añadió que el gobierno venezolano «no reconocerá ningún tipo de acuerdo de pago con ningún acreedor que no sea negociado y acordado por el Estado venezolano.»

«No reconocemos ninguna ley que no sea competencia de la República de Venezuela y, por lo tanto, seguiremos actuando correctamente por el país», dijo.

La delegación venezolana en el Consejo Económico y Social de la Organización de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 16 (centrados en la mejora de la gobernanza y la lucha contra la corrupción) también alzó su voz para condenar las sanciones unilaterales y el robo de CITGO.

«Las medidas coercitivas unilaterales, llamadas eufemísticamente sanciones, y los intentos de EEUU de confiscar activos nacionales, como la corporación CITGO, constituyen la máxima expresión posible de corrupción y representan acciones criminales y de doble rasero en la lucha contra este flagelo», dijo la delegación venezolana.

Según los últimos informes, un juez federal estadounidense ordenó la suspensión parcial del intento de incautación de CITGO el 7 de mayo, después de que la junta directiva ad hoc de la paralela e ilegítima «PDVSA», nombrada por Juan Guaidó y reconocida por Joe Biden, presentara una apelación. Como resultado, los casos 23-1647, 23-1648, 23-1649, 23-1650, 23-1651, 23-1652 y 23-1781 ­–todos presentados por empresas transnacionales contra Venezuela– permanecen suspendidos, por el momento.

Según la sentencia, los acreedores que deseen reclamar el pago de cualquier liquidación de CITGO tienen que presentar sus reclamaciones antes del 19 de mayo. A continuación, deberán responder al recurso antes del 2 de junio y, por último, los escritos de réplica deberán entregarse antes del 9 de junio.

En este escenario, el economista venezolano afín a la oposición Francisco Rodríguez explicó que la orden de suspensión no detiene una eventual liquidación de la empresa ni la venta de acciones de CITGO para pagar «indemnizaciones» a las multinacionales demandantes. «La orden suspende temporalmente algunos procesos de embargo pero no los revierte, a menos que PDVSA gane la apelación», dijo.

Dado el historial de Guaidó, esa posibilidad sólo seguirá siendo un sueño, lo que significa que el régimen estadounidense ha robado efectivamente un bien estatal de una nación soberana, pisoteando el derecho internacional.

Fuente: International Magazine (India).

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