martes, 15 de septiembre de 2020

Los Círculos de Podemos, las Asambleas locales de Izquierda Unida y las Agrupaciones locales del PSOE, en el caso concreto de estos tres partidos, que se puede y se debe hacer extensivo a cualquier organización o movimiento social que se proponga la transformación social, no es que sean necesarios, sino IMPRESCINDIBLES para que ese cambio social se empiece a producir que, comienza sin miramientos ni planteamiento político previo alguno, porque nadie, absolutamente nadie carezca de los medios materiales necesarios para llevar el nivel de vida que hoy es posible llevar, dado que los recursos materiales existen. Quien mantenga lo contrario, dicho sin pelitos en la lengua, es un reaccionario (que se opone al progreso social) consciente o inconscientemente. La lucha entre los intereses del capital y los trabajadores que hoy está planteada es la misma, con diferentes formas y planteamientos, a la que se inicia con el nacimiento del capitalismo, y es una lucha, ayer, hoy y mientras exista el capitalismo, a muerte. No hay reconciliación posible. La contradicción que representa el salario (para el capitalista un gasto y para el obrero un ingreso) no puede ser resuelta en tanto en cuanto exista el capitalismo. Esta lucha a muerte y sin posibilidad de reconciliación entre el capital y el trabajo se da siempre a tres niveles: el económico, el político y el ideológico, que se corresponden con las tres estructuras del capitalismo (y de cualquier modo de producción, pasado, presente y futuro). Este es el a, b, y c que debe ser entendido por todos los trabajadores, y este aprendizaje se tiene que provocar, porque no puede surgir espontáneamente, al igual que cualquier otro saber. Nadie se hace médico, albañil o agricultor de forma espontánea. Una de las labores especificas (no la única) de los Círculos, Asambleas y Agrupaciones es esta: la de enseñar a los trabajadores (y a los químicos y a los médicos y la mayoría de los licenciados universitarios y a Perico el de Los Palotes para que por nosotros mismos seamos capaces, sin esperar a ver que dice por esa boquita que Dios le dio al líder correspondiente) la realidad social en la que se vive, que no es ni la que dicen los periódicos ni la gran parte de los libros ni la que tratan formalmente los políticos oficiales, y que no se enseña en ninguna escuela ni en ninguna universidad, es más, se impide que sea enseñada. Por ejemplo. A Podemos, con algo más de una docena de absolutas falsedades, muy bien construidas y redondeadas, acerca de su financiación, por parte de quienes nos roban a los trabajadores y, además, negocian con el gobierno (En el que paradójicamente está presente formalmente Podemos, que otra cosa es su militancia, caso de que la tenga) y acuerdan políticas para seguir robándonos, han logrado, a pesar de ser mentira todo su razonamiento, de que penetre en el imaginario social como cosa cierta que Podemos es una organización tan corrupta como lo han sido y lo son algunos jefes o ex jefes oficiales del PP y del PSOE. ¿Y por qué una sarta de mentiras se convierte en una verdad? Sencillamente, porque la lucha ideológica (que es un aspecto de la lucha, junto al económico y político) ha sido y está siendo muy bien planteada por los enemigos de los trabajadores. Pues bien, a Podemos que se le podrá criticar de cuantas cosas se le ocurra al consumidor, menos de carecer de montones de títulos universitarios, todavía no se le ha ocurrido montar un departamento con el único fin de desmontar cuantas mentiras se han dicho sobre la organización y de explicar a los trabajadores y, en consecuencia, a la mayoría de la población qué es la ideología, cómo se forma y qué papel desempeña para favorecer unas u otras políticas económicas a favor o en contra de los intereses de la mayoría de la población. El señor Echenique, por ejemplo, afirma que es mentira que Podemos sea una organización corrupta mientras que es verdad que lo es El PP. Yo estoy absolutamente d acuerdo con tal afirmación desde el punto de vista personal (Pero la política a pesar de que la realizan personas no es nada personal, obedece a otras leyes), pero desde el vista político el señor Echenique no aporta nada para solucionar el problema, puesto que tanta validez tiene su afirmación como la contraria, puesto que la plantea a nivel de creencia, es decir, ideológico, sin haber precisado previamente que la ideología no es otra cosa que una representación personal (tanto verdadera como falsa) y lo que se necesita saber es la razón o razones que conducen a la afirmación de verdad o mentira, y como la afirmación de que Podemos es una organización tan corrupta como las demás, a pesar de que absolutamente es mentira. Echenique lo que consigue, sin querer, es que la mentira prevalezca por no aportar ninguna razón para el desmontaje de la mentira establecida, que en la práctica se traduce en favorecer eso tan temido de palabra, pero que en la práctica bien poquito se hace en contra, el fascismo, entendiendo por tal la simplicidad mental y la unilateralidad que, a su vez, se traduce en la chabacanería social y la indigencia intelectual reinante (Y que va a más) en la actualidad, problema que ya había señalado por Ortega y Gasset en las primeras décadas del siglo pasado, ¡y eso que era liberal!, y en consecuencia, ni fue ni es santo de mi devoción, a pesar de que esto último ni importa ni viene al caso ahora.

 

El comunista debe desmontar las falsificaciones reaccionarias sobre la historia nacional mientras rescata sus tradiciones revolucionarias

DIARIO OCTUBRE

Publicado porBitácora Marxista-Leninista

15.09.2020


 

«Uno de los aspectos más débiles de la lucha antifascista de nuestros partidos consiste en que no reaccionan suficientemente, ni a su debido tiempo contra la demagogia del fascismo y siguen tratando despectivamente los problemas de la lucha contra la ideología fascista. Muchos camaradas no creían que una variedad tan reaccionaria de la ideología burguesa, como es la ideología del fascismo, que en su absurdo llega con harta frecuencia hasta el desvarío, fuese en general capaz de conquistar influencia sobre las masas. Esto fue un gran error. La avanzada putrefacción del capitalismo llega hasta la misma médula de su ideología y su cultura, y la situación desesperada de las extensas masas del pueblo predispone a ciertos sectores al contagio con los desechos ideológicos de este proceso de putrefacción.

No debemos menospreciar, en modo alguno, esta fuerza del contagio ideológico del fascismo. Al contrario, debemos librar por nuestra parte una amplia lucha ideológica, basada en una argumentación clara y popular y en un método certero a la hora de abordar lo peculiar en la psicología nacional de las masas del pueblo.

Los fascistas resuelven la historia de cada pueblo, para presentarse como herederos y continuadores de todo lo que hay de elevado y heroico en su pasado, y explotan todo lo que humilla y ofende a los sentimientos nacionales del pueblo, como arma contra los enemigos del fascismo. En Alemania se publican centenares de libros que no persiguen otro fin que el de falsear la historia del pueblo alemán sobre una pauta fascista.

Los flamantes historiadores nacionalsocialistas se esfuerzan en presentar la historia de Alemania, como si, bajo el imperativo de una «ley histórica», un hilo conductor marcara, a los largo de 2.000 años, la trayectoria del desarrollo que ha determinado la aparición en la escena de la historia del «salvador nacional», del «Mesías» del pueblo alemán, el célebre cabo de progenie austriaca. Todos los grandes hombres del pueblo alemán en épocas pasadas se presentan en estos libros como fascistas, y todos los grandes movimientos campesinos, como precursores directos del movimiento fascista.

Benito Mussolini se esfuerza obstinadamente en sacar partido de la figura heroica de Giuseppe Garibaldi. Los fascistas franceses tremolan a Juana de Arco como su heroína. Los fascistas estadounidenses apelan a las tradiciones de la guerra de la independencia americana, a las tradiciones de George Washington y de Abraham Lincoln. Los fascistas búlgaros explotan el movimiento de liberación nacional de la década del 70 del siglo pasado y a los héroes populares tan queridos de este movimiento, como Vasil Levski, Stefan Karadsha, etc.

Los comunistas que creen que todo esto no tiene nada que ver con la causa obrera y no hacen nada, ni lo más mínimo, para esclarecer ante las masas trabajadoras el pasado de su propio pueblo con toda fidelidad histórica y el verdadero sentido marxista-leninista-stalinista para entroncar la lucha actual con las tradiciones revolucionarias de su pasado, esos comunistas entregan voluntariamente a los falsificadores fascistas todo lo que hay de valioso en el pasado histórico de la nación, para que engañen a las masas del pueblo.

¡No, camaradas! A nosotros nos afectan todos los problemas importantes, no sólo del presente y del futuro, sino también los que forman parte del pasado de nuestro propio pueblo, pues nosotros, los comunistas, no practicamos la política mezquina de los intereses gremiales de los obreros. Nosotros no somos los funcionarios limitados de las tradeuniones, ni tampoco los dirigentes de los gremios medievales de artesanos y oficiales. Somos los representantes de los intereses de clase de la más importante y grande de las clases de la sociedad moderna, de la clase obrera, que tiene por misión emancipar a la humanidad de los tormentos del sistema capitalista, clase, que ya ha abatido el yugo del capitalismo y es la clase gobernante en una sexta parte del planeta. Nosotros defendemos los intereses vitales de todos los sectores trabajadores explotados, es decir, de la mayoría del pueblo de todos los países capitalistas.

Nosotros, los comunistas, somos, por principio, enemigos irreconciliables del nacionalismo burgués, en todas sus formas y variedades. Pero no somos partidarios del nihilismo nacional, ni podemos actuar jamás como tales. La misión de educar a los obreros y a los trabajadores en el espíritu del internacionalismo proletario es una de las tareas fundamentales de todos los partidos comunistas. Pero, el que piense, que esto le permite, e incluso, le obliga a escupir en la cara a todos los sentimientos nacionales de las amplias masas trabajadoras, está muy lejos del verdadero bolchevismo y no ha comprendido nada de las enseñanzas de Lenin y Stalin sobre la cuestión nacional (Aplausos)». (Georgi DimitrovLa clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 2 de agosto de 1935)

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