viernes, 7 de octubre de 2016

EL CAPITALISMO A PARTIR DE LA CRISIS DE 2007 NO TIENE VIABILIDAD MATERIAL HISTÓRICA POSIBLE



LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA CHINA

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07.10.2016

 

 

Resumen

Los trabajadores sufren los efectos de la caída de la economía y la devaluación de los últimos meses. Las huelgas y protestas contra despidos y recortes salariales crecen. La cuestión social alarma a la cúpula del Partido Comunista.

Que la economía del gigante asiático ya no sigue su marcha como antes no es novedad y las noticias de las caídas en la Bolsa o una expectativa de crecimiento más modesta, comparada con otros años, disparan la alarma internacional.

Menos conocido es el descontento que comienza a extenderse en el movimiento obrero chino ante el empeoramiento de sus condiciones de vida. La devaluación del yuan golpeó los ya magros salarios, miles de empresas cierran en busca de “mercados laborales” más baratos (no solo en otros países de Asia sino incluso en las maquiladoras del norte de México), miles de trabajadores pierden su trabajo en la industria del carbón porque “una economía que se desacelera consume menos energía”, dicen los empresarios.

Esta situación es la que hace crecer el descontento entre los trabajadores y es la que sirve como combustible para que crezca la ola de huelgas en los principales centros industriales del país.



Unas 1.650 personas fallecen diariamente en China como consecuencia de trabajar en exceso, según datos hechos públicos por la Radio Internacional de China, una de las dos emisoras estatales. Esto implica unos 600.000 fallecimientos al año.

Alrededor de las ocho de la mañana del 17 de marzo de 1980, Tian Yu se arrojó desde el cuarto piso del dormitorio de la planta de Foxconn en Longhua. Apenas un mes atrás había llegado a la ciudad de Shenzhen, la megalópolis de rápido crecimiento cercana a Hong Kong, desde un poblado agrícola en la central provincia de Hubei. Como tantos millones de jóvenes de origen rural, ella deseaba un empleo en la urbe y una nueva vida en los pujantes centros industriales de China.

Morir por un iPhone, Pun Ngai, Jenny Chan y Mark Selden

Durante el tratamiento médico de Tian Yu, más de una docena de jóvenes obreros de Foxconn intentaron quitarse la vida.

Un trabajador anónimo colocó en internet el siguiente mensaje: “Morir es la única manera de atestiguar que alguna vez hemos vivido”.

La desaceleración económica de China, especialmente el debilitamiento de sus exportaciones, ha establecido el marco de la reciente oleada de protestas en el sector manufacturero. Aunque el gobierno haya fijado la tasa de crecimiento económico en un estable 7 %, la disminución de la actividad industrial muestra signos visibles de dificultades económicas.

La producción industrial china presentó en enero y febrero el ritmo más débil de crecimiento en más de siete años, acusando las sobrecapacidades y una demanda floja, según datos oficiales.

La producción industrial de la segunda economía mundial se incrementó 5.4 % anual acumulado en los meses de enero y febrero, menos que en diciembre (5.9 %), indicó la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Se trata del ritmo de progresión más débil desde noviembre de 2008 y los comienzos de la crisis financiera mundial.

La demanda internacional no deja de reducirse, como demostró la espectacular caída de 25 % de las exportaciones chinas en febrero. Por su lado, la demanda interna sigue minada por el estancamiento de la inversión en la vivienda y las contracciones repetidas de la actividad manufacturera.

La consecuencia de todo esto es un agravamiento incesante de las sobrecapacidades de producción de la industria china, del cemento al acero pasando por el carbón. (Ver Anexo I)

Por su lado, las ventas al por menor, barómetro del gasto de los hogares chinos, se desaceleraron también en los dos primeros meses del año. El incremento fue de 10.2 % anual, el nivel más bajo en 10 meses, indicó la ONE.

El objetivo estratégico de Pekín es estimular el consumo interno, los servicios, las nuevas tecnologías y las exportaciones de alto valor agregado, en detrimento de la industria pesada y las exportaciones, tradicionales motores del crecimiento chino hoy agotados.

Por último, las inversiones en capital fijo, que incluyen los gastos en infraestructuras, subieron 10.2 % anual en los dos primeros meses del año. Una aceleración sensible tras el aumento de 10 % en el conjunto de 2015.

Los trabajadores y la cuestión social

Los trabajadores sufren los efectos de la caída de la economía y la devaluación de los últimos meses. Las huelgas y protestas contra despidos y recortes salariales crecen. La cuestión social alarma a la cúpula del Partido Comunista.

Que la economía del gigante asiático ya no sigue su marcha como antes no es novedad y las noticias de las caídas en la Bolsa o una expectativa de crecimiento más modesta, comparada con otros años, disparan la alarma internacional.

Menos conocido es el descontento que comienza a extenderse en el movimiento obrero chino ante el empeoramiento de sus condiciones de vida. La devaluación del yuan golpeó los ya magros salarios, miles de empresas cierran en busca de “mercados laborales” más baratos (no solo en otros países de Asia sino incluso en las maquiladoras del norte de México), miles de trabajadores pierden su trabajo en la industria del carbón porque “una economía que se desacelera consume menos energía”, dicen los empresarios.

Esta situación es la que hace crecer el descontento entre los trabajadores y es la que sirve como combustible para que crezca la ola de huelgas en los principales centros industriales del país.

A modo de ejemplo, en la fábrica de acero inoxidable Ansteel en Guangzhou (Cantón, una de las ciudades más grandes de China en el sudeste del país), durante siete días, los trabajadores paralizaron la producción con piquetes en la puerta de la fábrica reclamando por despidos y contra la implementación de una nueva escala salarial basada en la productividad.

Los problemas comenzaron cuando los dueños taiwaneses vendieron el negocio a una empresa estatal china el año pasado y el sueldo fue reducido a la mitad, a 2.200 yuanes al mes.

Durante una semana los trabajadores enfrentaron el hostigamiento de las autoridades, amenazas de despido y de cárcel para cientos de huelguistas, un cerco mediático y las amenazas policiales. Tras un enfrentamiento entre cientos de trabajadores y la policía antidisturbios, la empresa se comprometió a cancelar la reforma en el sistema de pago de sueldos, lo que fue vivido por los trabajadores como un triunfo.

El caso de Ansteel se repite una y otra vez. Las empresas despiden, suspenden y recortan los salarios y beneficios sociales de millones de trabajadores con total impunidad protegidos por las autoridades estatales y del Partido Comunista. Y si esto no es nuevo, la novedad está en que los trabajadores saben que si pierden su trabajo ya no será fácil conseguir uno nuevo como en los tiempos del pujante crecimiento económico. De ahí surge la creciente resistencia obrera de los últimos meses.

 

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