Aquí que estoy, ganándome el cielo vía COPE, escuchando como esta cadena de radio de la cosa arzobispal miente y deforma los hechos.
Pretenden estos abedules del micrófono achacar la subida de los precios al paro patronal del transporte, y nada dicen de lo que realmente determina la subida de los precios: dinerales que se gasta el Estado a través del gobierno en gastos militares, subvenciones a grandes empresas, pensiones de ex presidentes de gobierno, Casa real y mamoneo vario de altos jerifaltes, incluidos los chalets, viajes, vacaciones, braguitas de petiminí y coches de sus queridas a cuenta de gobiernos municipales y autonómicos, mantenimiento clerical, polvos de yeso para meterse por las narices, etc.
Estos se me van a ir al pozo, al crujir ese de los dientes en la chicharrina del infierno con el que nos acojonaban a más de uno.
Se salvará, según mis cuentas, la sobrina del Arzobispo de Toledo, que por hacerle un desplante al tío, y después de llamarle hipócrita (cosa que ya sabe el Arzobispo) le da por enseñar las tetas en Interviú, que por cierto, tiene dos y muy bien puestas: en el mismo pecho.
Después de mi sesión matutina de Radio COPE, la cadena del Estado Vaticano, en plan penitente, me pegaré unos cuantos zoquetazos contra la pared, a pelo, con la frente alta y al derribe de dicha pared, con dos cojones, que un día es un día.
Me daré también mi buena tanda de puñetazos en el pecho, como si fuera Tarzán de paisano, y redimidas así mis culpas, quedaré fresco para continuar con lo que sigue, que no es moco de pavo.
Zaragoza ha nacido a la historia ahora mismo con la Expo 2008, y a partir de aquí, bien aventurados los perros zaragozanos, y las perras, porque ellos serán atados con buena ristras de chorizos y longanizas.
De manera que no debe asustarse el visitante, pues tal es la llovizna de longanizas y chorizos que nos ha caído y nos caerá con la Expo 2008.
Zaragoza ha nacido a la historia, cuando la parió Su Majestad (Su majestad, no la mía) el Rey, mediante su discurso de inauguración de la Expo 2008. Ante lo que quedé con las entenderas en blanco, a chiquilicuadros quedé, como si me hubieran fumigado las más delicadas y profundas fibras de la amorosidad patria. ¡Que agilidad mental-literaria!, la del Rey.
Empezó el Rey su discurso de inaguración dando una voltereta literaria que me dije yo: “ya te has equivocado de canal televisivo, Manolo”. Pero no, allí estaba Su Majestad (no la mía) diciendo lo que dijo que dijo Octavio Paz en relación al agua que hablaba, porque a todo esto, perdónenme por el lapso, la Expo 2008 va de agua, de negocios urbanísticos, encarecimiento de la vida de los zaragozanos y zaragozanas y otros negocios varios y voluminosos no.
A los jefes munícipes zaragozanos y zaragozanas y unas cuantas expresas, así como, al Presidente Zapatero, al Rey y familia Real, les han entrado por todo el cuerpo un come come y un no sé qué, que es sólo agua lo que les preocupa, y por eso el bochinche de la Expo 2008 es todo agua, solo agua y nada más que agua, y por eso, digo yo, los y las que le escriben los discursos al Rey, imagino que le dijeron: “Majestad, al agua de la Expo 2008, que por aquellas tierras son muy dados al agua, hay que entrarle con algo de agua, que quedará la cosa acuáticamente acuática. Un chufletón inicial de agua, Majestad”, porque no se explica de otra manera que El Rey empezara su discurso atropellando algunas palabras de Octavio Paz. ¿Qué le habrá hecho Octavio Paz al Rey, para que este lo metiera por las buenas en el zancoho de la Expo 2008?
Si Su Majestad (la Suya, no la mía) quería un bien quedar ante los aragoneses, dándoselas de aguador, podía haberse preocupado un poco de que aragonés o aragoneses andan por aquí sabiendo de lo que hablan, o sea, del agua, y en concreto del río Ebro, las costumbres de sus gentes, etc. Y se habría topado, sin duda, con el buen y entero hombre, antes que periodista y escritor (mi buen amigo, pero esto es harina de otro costal) José Ramón Marcuello Gavin, que lleva escritos DOCE libros DOCE, relacionados todo sello con el río Ebro, sus costumbres, sus gentes…, vamos, que el que sabe de agua es José Ramón y no Octavio Paz.
Octavio Paz sabía de otras cosas. Tan importantes o más que el agua misma. Sabía de palabras. Palabras que rompía y hacía astillas, para que cada una de estás dijera por su cuenta. O sea, que Octavio Paz no se andaba con tontadas en relación a las palabras, por lo que seguramente se habría opuesto a que Su majestad (la Suya, no la mía) lo enredara con el zancocho de la Expo 2008.
Así, pues, cuando ví a Su majestad (la Suya, no la mía) sacar del bolsillo de su chaqueta los tres o cuatro folios arrugados de su discurso, pensé: ¡Tate, ya la tenemos Tía Paca!, y me acordé de lo que Octavio Paz escribió en los años cuarenta del siglo pasado:
Las Palabras
Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
agótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
Hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario