¿Posverdades o prementiras? Esperpento ministerial
sobre Venezuela.
Insurgente.org
/ 15/02/2020
Cuando el
cacareado “cambio” se queda varado en las Azores y se convierte en cómplice de
quienes quieren bien abiertas las venas de América Latina…
Decía Goebbels
que una mentira repetida mil veces se transforma en verdad. Nuestra flamante y
ministra de Exteriores es aún más brillante: para ella, por lo visto, una
mentira sostenida con tono de echar una bronca se transforma en verdad.
Así, esta
mañana se acercaron a ella los periodistas. Desconcertados con las cositas del
PSOE, estaban ansiosos por preguntarle cuál demonios es la postura de ese
partido con respecto al individuo que, sin haberse siquiera presentado a las
elecciones presidenciales venezolanas, al final de una manifestación decidió
autoproclamarse “presidente del país”.
El PSOE no dudó
en secundar tan quijotesco golpe de Estado pero, con el tiempo, cual Alonso
Quijano en la segunda parte del libro cervantino, parece haberse percatado de
la ridiculez que implica gigantizar simples molinos. Así, parece que unas veces
aluden a Guaidó como “líder de la oposición” y otras como “presidente
encargado”, según sople el viento cada mañana en una veleta instalada en la
azotea de Ferraz. ¿No era natural, en consecuencia, que la prensa quisiera
aclarar el asunto? ¿Acaso el victimismo lo puede todo y también las preguntas
más lógicas son una malvada conspiración de la derecha? ¿Tal vez efectuarlas
nosotros nos convierte también en cómplices necesarios de Vox? ¿No serán otros
cómplices de los que quisieran ver Venezuela pinochetizada y tomada por los
escuadrones de la muerte?
El caso es que,
viendo tanto micrófono delante, la ministra debió de ponerse nerviosa. Y
decidió impostar una reacción similar a la de la madre que descubre a su
pequeño vástago comiéndose sin permiso las galletas. Oyendo su tono y viendo
sus movimientos de cejas, cualquiera diría que solo le faltó desenfundarse la
zapatilla o darles unos chachetes a los periodistas. Como si tamaña exhibición
de seguridad pudiera camuflar la evidente falsedad e indignidad de lo que
decía, afirmó tajantemente que no hay contradicción alguna entre reconocer a
Guaidó presidente de Venezuela y líder… de la oposición venezolana. ¿Será que
la ministra estima que Guaidó sufre también un trastorno de personalidad
múltiple? ¿O será más bien a su gobierno (el de la ministra) a quien le pasa
eso?
Ante la
estupefacción y los sudores fríos de los atónitos periodistas, abroncados de
modo tan flagrantemente incoherente, nuestra simpar ministra debió de ponerse
más nerviosa todavía. Y es que, a continuación, añadió algo escalofriante: que
su título de “presidente encargado” se había fabricado a la medida de la
situación en Venezuela. Quizá justo tras acabar la frase se dio cuenta de lo
que había dicho sobre tan peculiar “título”. ¿No tiene, entonces, correlato en
el derecho internacional? ¿Es meramente una artimañesca invención made in
Washington?
Finalmente,
dándose cuenta al fin del bochornoso espectáculo que estaba dando, nuestra
épica ministra optó por una huida hacia adelante y prosiguió su bronca
paternalista dando paso a abstracciones y brindis de Navidad sobre la búsqueda
de consenso, el apoyo humanitario y la paz en el mundo. ¡Bravo, gobierno del
cambio! ¡Todo arreglado con eso!
Afirmar algo y
lo contrario sin siquiera tratar de disimularlo: tenía que llegar ese día en el
que Morfeo, tras hacernos tragar la pastilla roja, nos dijera: “bienvenidos al
desierto de la posverdad”. Así, que una misma persona pueda ser a la vez
presidente de un país y líder de la oposición es algo, al parecer, no solo
posible, sino de lo más normal. ¡Eso sí que es acumulación de poder! ¡Magnífica
democracia la que quieren diseñar para el autoproclamado Guaidó!
Por no hablar
de eso de que puedan inventarse figuras jurídicas ad hoc para casos concretos,
siempre y cuando se trate de machacar a una revolución en el Tercer Mundo. Sí:
harían de Caracas una segunda Faluya si tuvieran fuerzas. Y nuestro gobierno
progre, con tantas ministras de pelito corto y tanto vicepresidente con coleta,
callaría como Pedro antes que cantara el gallo (rojo) de Venezuela. Con una
notable diferencia: Pedro solo renegó tres veces. Y lo hizo porque iban a
liquidarlo… no por carguitos ni por vivir en una urbanización exclusiva.
Lee y Comparte. Ayuda a que la contrainformación
llegue a más personas.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario