viernes, 29 de agosto de 2025

Las sanciones matan

 

Un estudio publicado en The Lancet muestra que las sanciones matan como una guerra. Una guerra de “baja intensidad”, con más de medio millón de víctimas cada año. La mayor parte a causa de decisiones tomadas en Occidente, basándose en sus “reglas”.


Las sanciones matan


Gigi Sartorelli

El Viejo Topo

29 agosto, 2025



LAS SANCIONES MATAN

El 25 de julio, The Lancet Global publicó un artículo de amplia difusión sobre los efectos de las sanciones. El estudio, publicado en una de las numerosas publicaciones de The Lancet, una de las revistas médicas internacionales más prestigiosas, estimó que las sanciones occidentales causan la muerte de casi 565.000 personas al año.

Los tres autores analizaron un amplio conjunto de datos, incluyendo datos de mortalidad desglosados ​​por grupo de edad, y se propusieron encontrar una clara relación causal entre las sanciones y el empeoramiento de las condiciones sanitarias. En total, examinaron 152 países entre 1971 y 2021. En resumen, se trata de un estudio muy detallado y exhaustivo.

El resultado no sorprende, pero las cifras que presenta son sin duda impactantes. Los investigadores utilizaron la Base de Datos Global de Sanciones (GSDB) para calcular que, entre 2010 y 2022, el 25 % de los países del mundo fue objeto de algún tipo de sanción, ya sea por parte de Estados Unidos, la UE o la ONU. En la década de 1960, el promedio rondaba el 8 %.

Este enorme avance se produjo principalmente tras la Primera Guerra del Golfo, con las sanciones impuestas al Irak de Saddam Hussein. Los autores también exploraron la distinción entre medidas unilaterales, aquellas decididas independientemente por Estados Unidos y la UE, y medidas multilaterales, introducidas dentro del régimen regulado de la ONU.

En la última década, fueron precisamente los primeros –Venezuela, Siria, Rusia, China– los que configuraron el panorama de un debate político que, desde el lado occidental, ha abanderado este tipo de medidas como una alternativa válida a acciones más “musculares”, para desalentar iniciativas militares, en defensa de los derechos humanos o de la democracia.

Se trata, por supuesto, de propaganda, según la cual la idea es que, a través de sanciones dirigidas a las actividades de ciertos actores y al acceso a ciertos bienes, se puede ejercer una presión significativa sobre gobiernos considerados peligrosos y autocráticos, sin llegar a una verdadera escalada militar.

Hay que recordar, sin embargo, que las sanciones económicas unilaterales pueden considerarse un castigo colectivo y, por tanto, una violación del artículo 33 del IV Convenio de Ginebra, según el cual nadie puede ser castigado por transgresiones no cometidas personalmente.

Sin embargo, las sanciones unilaterales no solo violan el derecho internacional humanitario. Gracias a este estudio, ahora sabemos que el coste humano de estas medidas, que afectan a sectores clave e impiden el acceso a medicamentos, alimentos y componentes para los sistemas de agua y electricidad, es equivalente al de una guerra declarada.

Para el período 2010-2021, los investigadores calcularon que las sanciones causaron 564.258 muertes al año. «Esta estimación», escriben, «es superior al promedio anual de bajas de guerra durante este período (106.000 muertes al año) y similar a algunas estimaciones del total de muertes en guerras, incluidas las bajas civiles (alrededor de medio millón de muertes al año)».

Además de que cuanto más duran, mayor es el número de muertes que provocan, los autores también destacaron que las sanciones tienen un impacto significativo en los niños menores de 5 años, hasta el punto de que “las muertes de niños menores de 5 años representaron el 51% del total de muertes causadas por sanciones en el período 1970-2021 ”.

El otro punto importante que destaca el artículo es que, si bien se observan efectos significativos en las medidas adoptadas unilateralmente por Occidente, no existe evidencia estadística de efectos similares en el caso de las sanciones de la ONU. Los propios autores enfatizan que, aunque no existan datos que vinculen este tipo de medidas con la mortalidad, esto no significa que no tengan efectos negativos.

Además, también es posible que estos efectos sean más difíciles de identificar. Al mismo tiempo, es cierto que las sanciones de la ONU se construyeron con el tiempo para minimizar el impacto en la población civil. Si bien la legitimidad absoluta de estas medidas puede ser debatida, la diferencia en su diseño en comparación con las sanciones unilaterales de EE. UU. y la UE es evidente en el número de víctimas mortales que causan.

Mark Weisbrot, uno de los autores del artículo, explica bien por qué se ha producido esta explosión en el uso de sanciones: «Las sanciones se están convirtiendo en el arma preferida de Estados Unidos y algunos aliados, no porque sean menos destructivas, sino porque el precio que pagan es menos visible. Matan en silencio, sin el coste político de la guerra».

Weisbrot añadió: «La invisibilidad de las sanciones es su mayor baza política. Pero una vez descubiertas, se vuelven indefendibles». Este es un veredicto final para los gobiernos occidentales, que en los últimos años han desatado una guerra mundial de baja intensidad y ahora deben rendir cuentas. Esto es aún más cierto ahora que continúan apoyando política y materialmente el genocidio.

Fuente: Contropiano

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