jueves, 27 de noviembre de 2025
Asuntos turbios
La única posibilidad de
Ucrania para evitar su derrota es implicar a la OTAN, o al menos a los
ejércitos europeos, en la guerra. Algo que algún descerebrado líder europeo
parece considerar seriamente. No son extraños los intentos ucranianos por
conseguirlo.
Asuntos turbios
Gianandrea Gaiani
El Viejo Topo
27 noviembre, 2025
EN LA CAMA CON
EL ENEMIGO
Las
investigaciones de la fiscalía alemana sobre el sabotaje al gasoducto Nord
Stream amenazan con provocar una nueva división política entre los países europeos
por el apoyo a Ucrania. Tras tres años de investigación, los investigadores
federales alemanes creen haber reunido pruebas que apuntan a una unidad de
élite de Kiev como autora del ataque perpetrado en septiembre de 2022 en el mar
Báltico contra los gasoductos submarinos que unen Rusia y Alemania.
El 10 de
noviembre, el Wall Street Journal informó sobre un ataque terrorista contra
intereses alemanes y europeos que, sin lugar a dudas, puede considerarse el
ataque estratégico más grave contra Alemania desde el final de la Segunda
Guerra Mundial.
Un atentado (la
Fiscalía General rusa ha abierto una investigación sobre terrorismo
internacional que ha sido completamente ignorada aquí en Occidente) del que,
comprensiblemente, ya nadie quiere hablar en una Europa que se empeña en
considerar a sus verdugos como aliados cercanos.
Hablando de
«guerra híbrida» y la «guerra de percepciones» (de la que está tan de moda
hablar), cabe recordar que durante meses políticos, comentaristas y medios de
comunicación afines han señalado a Moscú por el ataque a los gasoductos.
Cualquiera que señalara la ingenuidad de creer que los rusos volarían la
infraestructura energética por la que habían pagado más de 20 000 millones
de euros y que podría reanudar el suministro de gas ruso a Europa después de la
guerra fue tildado de «putinista».
Además,
rápidamente se hizo evidente que la responsabilidad recaía claramente en
Ucrania y sus aliados. Por lo tanto, las conclusiones de la investigación
judicial alemana podrían tensar gravemente las relaciones entre algunos aliados
de Ucrania y entre los países europeos y Kiev.
El equipo de
investigadores reconstruyó en detalle la dinámica del sabotaje que provocó la
explosión de los gasoductos Nord Stream 1 y 2. Los críticos del proyecto los consideran
un símbolo de la dependencia energética de Europa del gas ruso, que, no
olvidemos, ha garantizado un flujo inagotable de energía asequible durante
años, constituyendo la piedra angular del desarrollo económico europeo.
Según el WSJ,
el grupo de saboteadores habría actuado bajo la supervisión directa del
entonces comandante de las fuerzas armadas ucranianas y actual embajador en
Londres, el general Valerii Zaluzhny, un hombre recientemente señalado en Gran
Bretaña y Estados Unidos como posible sucesor de Volodymyr Zelensky (ya
absuelto por el público en general con un texto muy patriótico acompañado
de fotos muy
glamorosas en Vogue) como líder de la Ucrania de la posguerra,
asumiendo, por supuesto, que Ucrania como Estado sobreviva a este conflicto.
“Está claro que
las explosiones en los gasoductos Nord Stream en el mar Báltico en septiembre
de 2022 fueron llevadas a cabo por una unidad de élite ucraniana bajo las
órdenes directas del entonces Jefe de Defensa de Ucrania, el general Valeriy
Zaluzhny”, dijo la policía alemana en un comunicado.
El WSJ afirma
que la policía y la fiscalía alemanas han desarrollado una imagen clara de cómo
una unidad militar ucraniana de élite llevó a cabo los ataques bajo el mando
directo del general Zaluzhny. El objetivo de los saboteadores era reducir los
ingresos petroleros de Rusia y sus vínculos económicos con Alemania.
Zaluzhny,
después de todo, fue comandante de las fuerzas armadas ucranianas hasta febrero
de 2024 y siempre contó con el apoyo angloamericano. Cabe recordar que tanto
Joe Biden como la subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, habían declarado
que Nord Stream dejaría de funcionar en caso de una guerra entre Rusia y
Ucrania.
El ganador del
Premio Pulitzer, Seymour Hersh, citando fuentes de inteligencia, culpó a
Estados Unidos de dicho ataque, en el que también participaron
algunos de sus aliados del norte de Europa. Washington, además, siempre se
había opuesto a los gasoductos que conectan Rusia y Europa desde que se anunció
su construcción.
La entonces
primera ministra británica, Liz Truss, envió un mensaje de texto al secretario
de Estado estadounidense, Anthony Blinken, inmediatamente después de la
explosión, diciendo: «¡Está hecho!». Esto fue revelado por los servicios de
inteligencia exterior rusos, que habían estado interceptando las comunicaciones
de la primera ministra británica. Londres negó la afirmación, atribuyendo la
revelación a la propaganda rusa, pero Truss dimitió poco después como primera
ministra y líder del Partido Conservador.
¿Qué pasa con
Radek Sikorski, ahora nuevamente ministro de Asuntos Exteriores de Polonia,
quien inmediatamente después de la explosión publicó un tuit con las palabras
“Gracias, Estados Unidos”, para luego borrarlo poco después?
Dejando de lado
las pruebas, está claro que un ataque de esta escala político-estratégica y
complejidad técnica sólo podría haber sido autorizado por los más altos líderes
políticos y militares; por lo tanto, es poco probable que Zaluzhny actuara sin
el conocimiento del presidente Zelensky.
También es poco
probable que un puñado de
buzos ucranianos hubiera planeado y llevado a cabo un ataque
así sin el sólido apoyo técnico y militar de algunos aliados.
De hecho, Alemania arma
y financia a sus peores enemigos : lo sabe, pero
sigue haciéndolo.
Berlín ha
emitido órdenes de arresto contra siete personas —tres militares y cuatro
buzos— acusadas de colocar explosivos en los gasoductos. Una prueba clave en la
investigación fue una imagen tomada por una cámara de velocidad, que permitió
identificar a uno de los buzos ucranianos mediante un software de
reconocimiento facial.
Polonia se negó
a entregar a Alemania a uno de los sospechosos, considerado un «héroe» en
Varsovia por atacar a una fuente de financiación del Kremlin. El primer
ministro Donald Tusk se burló de la investigación alemana, afirmando que «el
problema no es que el oleoducto fuera destruido, sino que se construyó». Según
el WSJ, el hombre fue repatriado a Ucrania en un coche con matrícula
diplomática conducido por el agregado militar ucraniano en Varsovia.
El apoyo de
Polonia a los atacantes no solo se debe al sentimiento antirruso (y
antialemán), sino también a intereses económicos. El día de la explosión del
Nord Stream, se inauguró casualmente en Polonia un nuevo gasoducto que abastece
a Varsovia con gas noruego, lo que impulsó la aspiración polaca de reemplazar a
Alemania como centro energético de esa región europea.
El asunto,
escribe el Wall Street Journal, también está alimentando fuertes tensiones
políticas en Alemania, donde Alternative für Deutscheland (AfD) está explotando
el asunto para exigir una reducción de la ayuda a Kiev y denunciar el impacto
económico de la crisis energética.
El presunto
jefe de la unidad, Serhii Kuznietsov, exagente del servicio de seguridad
ucraniano de 46 años, fue arrestado en Italia el pasado agosto después de que
la policía alemana colocara una alerta silenciosa en su pasaporte, programada
para activarse al cruzar una frontera de la UE. La alarma se activó cuando
Kuznietsov cruzó la frontera entre Ucrania y Polonia.
Desde allí, los
investigadores lo siguieron hasta la República Checa y luego a Italia,
utilizando datos de peajes de autopistas y reservas de hotel realizadas por su
esposa en un portal de viajes. Los Carabineros lo arrestaron en un resort.
Dmytro
Lubinets, Comisionado para los Derechos Humanos del Parlamento ucraniano, instó
formalmente a las autoridades italianas a garantizar el respeto de los derechos
fundamentales del detenido. Un tribunal de Bolonia aprobó recientemente la
extradición del sospechoso, pero su abogado, Nicola Canestrini, anunció un
nuevo recurso ante el Tribunal Supremo de Casación, que previamente había
bloqueado la extradición a Alemania.
La policía
alemana ya ha organizado un avión para recoger a Kuzietsov en Italia y
trasladarlo a Hamburgo para su juicio. El proceso de extradición, que se espera
concluya en diciembre, podría aumentar la presión sobre Berlín y Kiev (además
de Roma). Un posible juicio, señala el periódico estadounidense, podría tensar
aún más las relaciones entre ambos países y complicar la posición del canciller
Friedrich Merz, a medida que aumenta la presión interna para que se revise el
apoyo alemán a Ucrania.
En el
Bundestag, la oposición criticó la lentitud de la investigación y las
dificultades para extraditar a sospechosos de otros países europeos. Las
autoridades alemanas expresaron su preocupación por las implicaciones
diplomáticas, en particular en las relaciones con Polonia y Dinamarca, donde la
cooperación judicial se ha ralentizado.
Como informó
previamente el Wall Street Journal, la CIA supuestamente le pidió a Zelenski
que revocara la orden de sabotear los gasoductos rusos, y este supuestamente
accedió. Sin embargo, Zaluzhny ignoró la orden y permitió que comenzara la
operación. Esta información invalida, en la práctica, la posibilidad de
argumentar que el presidente ucraniano desconocía el plan para atacar los
intereses rusos y alemanes.
Los aspectos
paradójicos que afectan a Alemania, pero también a toda Europa, son evidentes.
A pesar de que Berlín es el principal proveedor de armas y ayuda económica de
Ucrania, el gobierno de Kiev no tiene intención de colaborar con la
investigación alemana y niega cualquier implicación en los ataques al
oleoducto.
Además,
hablando de aliados poco fiables, ni siquiera las investigaciones abiertas en
Dinamarca y Suecia sobre el ataque al gasoducto aportaron nada a Berlín y se
cerraron tras fracasar rápidamente. Resulta demasiado incómodo investigar a aliados que
en realidad son rivales y enemigos .
Todo ello, si
en Europa todavía hubiera lugar para la lógica y los gobiernos todavía
persiguieran el interés supremo, el nacional, sería imposible ignorar que las
investigaciones alemanas demuestran claramente que Ucrania y
Polonia son enemigos de Alemania .
En otros
tiempos, un ataque/sabotaje similar habría llevado a estas naciones a la guerra
(entre ellas, no contra los rusos), pero hubo un tiempo en que las naciones
expresaban su soberanía e incluso estaban dispuestas a defenderla con armas.
Además, dada la
importancia de la energía barata rusa en el crecimiento económico de Europa en
su conjunto, la destrucción de los gasoductos adquiere las
características de un ataque a toda Europa, llevado a cabo según
los intereses de algunas naciones europeas y no europeas, aparentemente
utilizando a sus “aliados” ucranianos.
Los mismos
«aliados» que a finales de 2024 también cerraron el suministro de gas ruso en
los gasoductos que cruzan territorio ucraniano, condenando a toda Europa a
comprar gas a precios mucho más altos. Por supuesto, podríamos culpar a estos
extraños aliados ucranianos de socavar los intereses de esa Europa a la que
continuamente exigen armas y dinero y a la que dicen querer unirse, pero es
difícil hacerlo, ya que la Comisión Europea y los líderes de muchas naciones
son los principales responsables de nuestro suicidio energético, económico,
militar y político.
La guerra
ruso-ucraniana, ya en 2014, puso de relieve la fragilidad del concepto
amigo-enemigo. Como hemos recalcado repetidamente, ¿ha demostrado Estados
Unidos, instigador y financiador del Maidán según su propia admisión, y sigue
demostrando, ser nuestro aliado?
Sin embargo,
hoy Ucrania es un cañón suelto; ha hecho todo lo posible para involucrarnos
directamente en la guerra con Rusia, legítimamente porque es la única posibilidad de
Kiev de evitar la derrota.
Una Europa que
se declara cada día del lado de Ucrania (pero sin desplegar un solo soldado y
aportando cada vez menos ayuda militar) y que, tras haberse desangrado
financieramente, anuncia su determinación de seguir haciéndolo, debería hoy
mirar a Kiev con al menos cierta sospecha legítima.
Además de la
destrucción del Nord Stream, los “aliados” ucranianos llevan meses insistiendo
en que uno de sus misiles antiaéreos S-300 que cayó en territorio polaco,
matando a dos personas, era ruso, con el objetivo de arrastrar a la UE y la
OTAN a la guerra.
Cuanto peor
vaya la guerra (y va muy mal ahora), más intentará Kiev, presumiblemente,
involucrarnos en la guerra de su lado, incluso mediante ataques de falsa
bandera. Los drones rusos
Gerbera que cayeron en suelo polaco (y en las conejeras), sujetos
con cinta adhesiva y alambre, difícilmente pudieron haber sido lanzados por los
rusos, como lo confirma el limitado alcance de estos aviones.
Lo más probable
es que los ucranianos los derribaran y luego los reacondicionaran para
sobrevolar Bielorrusia y Polonia. De no ser así, ¿por qué Varsovia rechazó la
oferta de Moscú de realizar una investigación conjunta sobre el incidente?
El gobierno
polaco denunció inmediatamente un ataque ruso, también en relación con el
sobrevuelo de un avión de combate ruso MiG-31 sobre una plataforma en el mar
Báltico, y pidió a la OTAN que se movilizara, pero los militares polacos (como
en gran parte de Europa, más astutos que los políticos) tomaron medidas para
moderar el tono.
Más
recientemente, incluso los incendios
simultáneos en tres refinerías de Rumania, Hungría y Eslovaquia ,
todas ellas que casualmente refinaban petróleo ruso con obstinación,
difícilmente pueden atribuirse creíblemente a un sabotaje ruso. De hecho, por
esta vergonzosa razón, nadie ha hablado del tema desde entonces.
También es
extraño que las docenas de apariciones de misteriosos drones en los cielos del
norte de Europa se hayan atribuido genéricamente a Rusia, aunque curiosamente
nadie ha logrado derribar uno o incluso fotografiarlo de cerca.
Hoy en día,
¿estamos realmente seguros de que son los rusos los que tienen interés en
sabotear las líneas ferroviarias polacas que conducen a Ucrania, especialmente
ahora que el flujo de ayuda militar europea está en su nivel más bajo, los
últimos Patriots que llegan de Alemania han sido detectados y destruidos por
misiles balísticos rusos y Ucrania está corriendo a toda velocidad hacia una
derrota militar irreparable?
La Fiscalía
Nacional de Polonia investiga un «sabotaje terrorista cometido en nombre de una
organización extranjera». Posteriormente, las autoridades polacas identificaron
como autores a «dos ucranianos que trabajan para Rusia y que ya han abandonado
Polonia» al cruzar la frontera bielorrusa. Pero ¿puede realmente descartarse
que se tratara de una operación de falsa bandera llevada a cabo por los
ucranianos para aumentar la percepción de una amenaza rusa en Polonia y
fomentar una mayor participación de Varsovia en el conflicto?
Es correcto
considerar a Rusia como un posible culpable, pero sin olvidar a los ucranianos,
que hoy tienen todo el interés en implicar a Varsovia y a sus aliados de la
OTAN en el conflicto.
Es mejor no
olvidar, y seguir viendo las cosas con pragmatismo, que tampoco existe una
buena relación entre polacos y ucranianos. La exigencia de Varsovia de que Kiev
reconozca las masacres de civiles polacos cometidas por milicias aliadas del
Tercer Reich de Stepan Bandera (ahora un Héroe de la Patria celebrado en toda
Ucrania) le costó el puesto al ministro de Asuntos Exteriores, Dmytro Kuleba,
el año pasado, y el asunto sigue generando considerable tensión.
Kiev también
desconfía de Polonia, por temor a su deseo de recuperar el control de las
antiguas regiones polacas de Volynia y Galicia.
Lo irónico es
que ayer el primer ministro polaco, Donald Tusk, declaró que «volar una
línea ferroviaria es un acto de sabotaje sin precedentes que atenta contra la
seguridad del Estado polaco y sus ciudadanos». Pero volar un
gasoducto, ¿no es cierto?
¿Por qué
entonces no plantear la hipótesis de que hubo mano alemana detrás del sabotaje
ferroviario contra Polonia para “vengar” el Nord Stream?
El intento de
Ucrania de arrastrar a Occidente a la guerra también se hace evidente en el
enfático anuncio realizado ayer por el Estado Mayor en Kiev sobre el uso de
misiles balísticos tácticos ATACMS, suministrados por Estados Unidos, para
atacar directamente territorio ruso. «Este es un acontecimiento
histórico que subraya el firme compromiso de Ucrania con su soberanía», anunció
el mando militar en Telegram, enfatizando que continuará utilizando ATACMS para
atacar a Rusia, con el objetivo de intensificar las tensiones entre Moscú y
Washington.
Es difícil
atribuir culpas y responsabilidades cuando la línea entre amigos y enemigos se
difumina tanto, sobre todo porque una de las consecuencias más graves de este
conflicto es precisamente la crisis (o revolución) de alianzas. Las divisiones
y la desconfianza entre los diversos socios se extienden en una Europa ahora
desprovista de su alianza con Estados Unidos. Mientras tanto, las buenas
relaciones que Rusia siempre ha mantenido con Irán y Corea del Norte se han
convertido en alianzas plenas, y Moscú se ha visto obligada a estrechar lazos
con Pekín de una forma que el Kremlin probablemente nunca habría contemplado en
otras circunstancias. ¿Qué hay del creciente entendimiento entre «enemigos
históricos» como India y China, tras la presión política y comercial
estadounidense?
En Europa, las
alianzas con las que insistimos en protegernos —la OTAN y la UE— se ven
eclipsadas por visiones contradictorias e intereses nacionales divergentes. Si
a todo esto le sumamos la despreocupada gestión financiera por parte de la
clase dirigente ucraniana de los cientos de miles de millones donados hoy por
los europeos (ayer también por los estadounidenses), las preguntas en torno al
continuo flujo de fondos a Kiev se agravan desproporcionadamente.
Sería ingenuo
descubrir hoy que Ucrania es uno de los países más corruptos del mundo y tiene
poco sentido recordar que Rusia también sufre la misma plaga, ya que la
diferencia sustancial es que nosotros no apoyamos a los rusos con nuestro
dinero, mientras que los ucranianos sí lo hacen.
La corrupción
ha sido rampante en Ucrania desde el colapso de la URSS, y el dinero tirado a
la basura después de la guerra la ha magnificado, como lo demuestran las
investigaciones iniciadas en 2022 sobre el tráfico de armas donadas por
Occidente a Kiev, o las renuncias tan recientemente como en 2023 por sospechas
de corrupción de muchos ministros, viceministros y gerentes, que fueron
investigados pero nunca llevados a juicio y todos terminaron en el extranjero
disfrutando de la vida.
Analisi Difesa
fue uno de los primeros en abordar esta cuestión desde los primeros meses de
2022, pero hoy, a la luz del trágico curso del conflicto para Kiev, la
insuficiencia de los envíos de armas occidentales y la escasez crónica de
tropas ucranianas, arrojar cientos de miles de millones más a Ucrania como
desearía Ursula von der Leyen no tiene sentido, como tampoco tiene sentido que
Ucrania siga librando una guerra que ahora está perdida.
Es mejor
obligar a Kiev a negociar la paz, incluso aceptando la neutralidad y sufriendo
pérdidas territoriales, y luego invertir el dinero europeo en reconstruir
Ucrania, una tarea que de todos modos dejarán en manos de Europa.
Como declaró
ayer el primer ministro húngaro, Viktor Orban, al manifestar su oposición al
envío de más ayuda económica a Ucrania: «En un momento en que ha
quedado claro que una mafia bélica está desviando el dinero de los contribuyentes
europeos, en lugar de exigir una supervisión real o una suspensión de pagos, el
presidente de la Comisión sugiere enviar aún más fondos. Todo esto es como
intentar ayudar a un alcohólico enviándole otra caja de vodka. Hungría no ha
perdido el sentido común».
Razones
políticas y geopolíticas a veces pueden llevar a «acostarse con el enemigo». Lo
importante es que se trate de relaciones casuales y no de la ilusión del amor
verdadero.
Fuente: analisidifensa.it
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El alcalde de Marinaleda muestra su alegría en este día que será histórico en la lucha jornalera y popular para su pueblo y para toda la clase trabajadora [España]
El alcalde de Marinaleda
muestra su alegría en este día que será histórico en la lucha jornalera y
popular para su pueblo y para toda la clase trabajadora
Insurgente.org / 27.11.2025
Hace un par de horas Sergio Gómez Reyes alcalde de Marinaleda, pueblo jornalero y combativo de Sevilla mostraba su alegría de esta manera , tras decenas de años de lucha de organización, de trabajo de todo su pueblo:
«Sin lugar a dudas, hoy es el día más feliz de mi activismo político: el Parlamento de Andalucía ha hecho una modificación de la ley de 2011 para que la propiedad de las tierras de El Humoso pasen de forma GRATUITA al Ayuntamiento (al PUEBLO) de Marinaleda.
Es imposible (nos decían). Pero en Marinaleda las utopías se conquistan.
Al
principio de las negociaciones nos pedían millones de euros que ni teníamos ni
estábamos dispuestos a dar. A cambio, ofrecíamos trabajo y reparto de la
riqueza (la tierra pa’ quien la trabaja) para acabar con el desempleo.
Meses
de negociaciones han dado sus frutos.
Hoy me
acuerdo de mi amigo J. M. SÁNCHEZ GORDILLO, que
con la práctica de la No violencia activa, supo liderar un movimiento
jornalero repleto de necesidades y de sueños.
Al
PUEBLO de Marinaleda. A todas sus mujeres y hombres que
valientemente ocuparon fincas, carreteras y aeropuertos hasta conseguir las
llaves del cortijo.
Pero, sobre todo, ocuparon el lugar de una clase, la jornalera,
condenada al hambre, a la explotación y la miseria.
Solo
falta la firma para que el mayor logro COLECTIVO que la clase jornalera jamás
haya conocido en Andalucía se haga REALIDAD.
Y pertenece al pueblo de Marinaleda.»
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Partido Comunista rechaza facultad a EEUU en aeropuertos dominicanos
Partido Comunista rechaza
facultad a EEUU en aeropuertos dominicanos
Diario octubre / noviembre 27, 2025
El Partido Comunista del Trabajo (PCT) rechazó la decisión del Gobierno dominicano de autorizar a Estados Unidos el acceso y uso de áreas restringidas en los aeropuertos de San Isidro y Las Américas para operaciones contra el narcotráfico.
Alertó que el
acceso de una potencia militar extranjera a infraestructuras estratégicas del
país, aun bajo el pretexto de cooperación antinarcóticos, compromete la
independencia plena de la República Dominicana sobre su territorio.
La seguridad y
defensa de la nación deben ser responsabilidad exclusiva de las instituciones
dominicanas, estimó la organización que dirige Manuel Salazar.
Manifestó que
esta autorización se produce en un momento de alta tensión geopolítica en la
región, con el amplio despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe.
El PCT advirtió
que la presencia militar estadounidense podría facilitar operaciones que
excedan el combate al narcotráfico, convirtiendo al país en plataforma para
injerencias o confrontaciones contra otros estados soberanos del Caribe y
Latinoamérica, situación que el PCT no puede avalar.
Instó al
Gobierno de Luis Abinader a reconsiderar y revocar de forma inmediata esta
decisión, priorizando acuerdos de cooperación que se enmarquen estrictamente en
el respeto a la soberanía, la no intervención y el derecho internacional.
Asimismo, la
organización política afirmó que la lucha contra el narcotráfico debe abordarse
mediante cooperación bilateral o multilateral basada en el respeto mutuo y
utilizando las capacidades propias de las instituciones nacionales.
Este miércoles
el presidente dominicano y el secretario de Guerra de los Estados Unidos, Pete
Hegseth sostuvieron una reunión privada en el Palacio Nacional.
Durante una
rueda de prensa al término del encuentro, el funcionario estadounidense
respaldó la decisión del gobernante de ampliar temporalmente la cooperación
aérea y marítima con el fin de reforzar la vigilancia contra el narcotráfico.
Durante su
discurso, el mandatario precisó que, en el marco de los acuerdos firmados en
1995 y 2003, Estados Unidos podrá utilizar por tiempo limitado áreas
restringidas de la Base Aérea de San Isidro y del Aeropuerto Internacional de
Las Américas.
Precisó que las
empleará para operaciones logísticas de reabastecimiento, transporte de equipos
y desplazamiento de personal técnico, siempre bajo supervisión de autoridades
locales.
Hegseth
reconoció este miércoles al gobierno dominicano como “su principal aliado en la
lucha contra las drogas y la inseguridad en la región”.
Fuente: prensa-latina.cu
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miércoles, 26 de noviembre de 2025
Textos de Lenin sobre Tolstoi, a 115 años de la muerte del escritor ruso
Textos de Lenin sobre
Tolstoi, a 115 años de la muerte del escritor ruso
León Tolstói, espejo de la
revolución rusa
Publicado el 11 (24) de septiembre de 1908.
A primera vista puede parecer extraño y traído por los pelos que
asociemos el nombre del gran escritor a la revolución que —es evidente— no
comprendió y de la que —también es evidente— se inhibió por completo. ¿Por qué
llamar espejo a lo que, sin duda, no refleja bien los fenómenos? Pero nuestra
revolución es un fenómeno extraordinariamente complejo; entre la masa de sus
agentes y participantes directos hay muchos elementos sociales que —es
indudable— tampoco comprendían lo que estaba pasando y asimismo se inhibieron
de las tareas verdaderamente históricas que planteaba ante ellos el curso de
los acontecimientos. Pero todo gran artista de verdad debió de reflejar en sus
obras, si no todos, algunos de los aspectos esenciales de la revolución.
Lo que menos interesa a la prensa legal rusa, en la que tanto
abundan los artículos, las cartas y los sueltos con motivo de los ochenta años
de Tolstói, es el análisis de sus obras desde el punto de vista del carácter de
la revolución rusa y de sus fuerzas motrices. Esa prensa rebosa, hasta el punto
de producir náuseas, en hipocresía, en una hipocresía doble: la oficial y la
liberal. La primera es la burda hipocresía de plumíferos venales a quienes ayer
se ordenaba perseguir a León Tolstói y hoy se ordena buscar en él lo que tenga
de patriótico y esforzarse por guardar las apariencias ante Europa. Todo el
mundo sabe que a esos plumíferos se les ha pagado por sus escritos, y no pueden
engañar a nadie. Es mucho más refinada, y, por ello, mucho más nociva y
peligrosa la hipocresía liberal. De creer a los Balalaikin demócratas
constitucionalistas de Riech, su simpatía por
Tolstói no puede ser mayor ni más ardiente. En realidad, esas declamaciones
—mero cálculo— y esas frases ampulosas acerca del «gran buscador de Dios» son
todas pura falsedad, porque los liberales rusos no creen en el Dios de Tolstói
ni simpatizan con la crítica que del régimen existente hace el escritor. Los
liberales aprovechan el popular nombre del escritor para multiplicar su capital
político, para simular que son los jefes de la oposición nacional y, bajo el
estrépito ensordecedor de sus frases, escamotear la necesidad
de dar una respuesta clara y concreta a la pregunta: ¿qué motiva las flagrantes
contradicciones del «tolstoísmo», qué defectos y debilidades de nuestra
revolución se expresan en esas contradicciones?
Las contradicciones en las obras, en las ideas, en las teorías,
en la escuela de Tolstói, son verdaderamente flagrantes. De un lado, es un
artista genial, que no sólo ha producido lienzos incomparables de la vida rusa,
sino obras de primer orden en la literatura mundial. De otro lado, es un
terrateniente poseído de un misticismo fanático. De un lado, vemos en él una
protesta extraordinariamente sincera, franca y fuerte contra la falsedad y la
hipocresía sociales; de otro lado, es un «tolstoiano», es decir, ese baboso
gastado e histérico que se llama intelectual ruso y que se da golpes de pecho a
la vista del público, diciendo: «Yo soy malo, yo soy vil, pero trato de
autoperfeccionarme moralmente; ya no como carne y ahora me alimento con
albóndigas de arroz». De un lado, una crítica implacable de la explotación
capitalista, la denuncia de las brutalidades del gobierno, de esa comedia que
son la justicia y la administración pública, un análisis de todas las profundas
contradicciones entre el aumento de las riquezas y las conquistas de la
civilización y el aumento de la miseria, el embrutecimiento y las penalidades
de las masas obreras; de otro lado, la prédica fanática del «no oponerse» por
la violencia «al mal». De un lado, el realismo más lúcido, que arranca todas y
cada una de las caretas; de otro lado, la prédica de una de las cosas más
repugnantes que existen bajo la capa del cielo, a saber: la religión; el afán
de poner, en lugar de los popes por nombramiento oficial, a popes por
convicción moral, es decir, el culto del clericalismo más refinado y, por ello,
más repugnante. En realidad:
«¡Eres mísera y opulenta,
Eres vigorosa e impotente,
Madre Rusia!».
Es de por sí evidente que, dadas estas contradicciones, Tolstói
no ha podido comprender en absoluto ni el movimiento obrero, ni su papel en la
lucha por el socialismo, ni la revolución rusa. Pero las contradicciones en las
ideas y las teorías de Tolstói no son una casualidad, sino la expresión de las contradictorias
condiciones en que se desenvolvió la vida de Rusia en el último tercio del
siglo XIX. El patriarcal campo, recién liberado del régimen de la servidumbre,
fue literalmente entregado a saco al capital y al fisco. Los viejos puntales de
la hacienda y de la vida campesinas, que se habían mantenido en pie durante
siglos, fueron destrozados con una rapidez extraordinaria. Y las
contradicciones en las ideas de Tolstói no hay que considerarlas desde el punto
de vista del movimiento obrero contemporáneo y del socialismo contemporáneo
(eso, naturalmente, es necesario, pero no es suficiente), sino desde el punto
de vista de la protesta que debía engendrar el patriarcal campo ruso contra el
capitalismo que avanzaba, contra la ruina y la pérdida de sus tierras por las
masas. Tolstói es ridículo como profeta que descubre nuevas recetas para salvar
a la humanidad; y, por ello, no pueden ser más miserables los «tolstoianos»
rusos y extranjeros, que quieren erigir en dogma precisamente la parte más
débil de su doctrina. Tolstói es grande como portavoz de las ideas y el estado
de ánimo de millones de campesinos rusos en vísperas de la revolución burguesa
en Rusia. Tolstói es original, porque todas sus ideas, tomadas en su conjunto,
expresan precisamente las particularidades de nuestra revolución como
revolución burguesa campesina. Las
contradicciones en las ideas de Tolstói son, desde este punto de vista, un
espejo efectivo de las condiciones contradictorias en que se desenvolvió la
actividad histórica del campesinado en nuestra revolución. De una parte, los
siglos de opresión feudal y los decenios de ruina acelerada que siguieron a la
reforma acumularon montañas de odio, de ira y de desesperada decisión. El afán
de arrasar hasta los cimientos la Iglesia oficial, de barrer a los
terratenientes y a su gobierno, de destruir todas las viejas formas y
reglamentaciones de la posesión de la tierra, de desbrozar el terreno, de crear
en sustitución del Estado policíaco‐clasista una sociedad en la que convivieran pequeños campesinos libres e iguales en derechos; ese afán se observa
en cada paso histórico de los campesinos en nuestra revolución, y es indudable
que el contenido ideológico de los escritos de Tolstói se corresponde mucho más
con ese afán de los campesinos que con el abstracto «anarco‐cristianismo», que es como llaman algunos su «sistema» de concepciones.
De otra parte, el campesinado, en su afán de alcanzar nuevas
formas de vida social, mantenía una actitud muy inconsciente, patriarcal,
propia de fanáticos idiotizados hacia cuestiones como cuál debía ser esa vida;
cómo había que luchar para conquistar la libertad; qué dirigentes podía tener
en esa lucha; qué actitud mantenían ante los intereses de la revolución
campesina la burguesía y la intelectualidad burguesa; por qué era necesario
derrocar el poder zarista por la violencia para destruir el sistema de posesión
feudal de la tierra. Toda la vida pasaba enseñando a los campesinos y así como
el funcionario, pero no les han enseñado, ni podían enseñarles, dónde podían
buscar la respuesta a todas estas cuestiones. En nuestra revolución, la parte
menor del campesinado luchó efectivamente, organizándose un tanto para ese fin,
y una parte muy pequeña se levantó con las armas en la mano para exterminar a
sus enemigos, para aniquilar a los servidores del zar y a los defensores de los
terratenientes. La parte mayor del campesinado lloraba y rezaba, peroraba y
soñaba, escribía solicitudes y mandaba «emisarios» a las autoridades, todo ello
en un espíritu a lo León Tolstói. Y, como ocurre siempre en tales casos, la
abstención tolstoiana de la política, la renuncia tolstoiana a la política, la
falta de interés por ella y su incomprensión hicieron que sólo la minoría
siguiera al proletariado consciente y revolucionario: la mayoría fue presa de
esos lacayunos intelectuales burgueses carentes de principios que, con el
nombre de demócratas constitucionalistas, corrían de las reuniones de los
trudoviques a la antesala de Stolypin e imploraban, regateaban,
conciliaban y prometían conciliar, hasta que la bota con espuelas no les
propinaba un puntapié y los ponía de patitas en la calle. Las ideas de Tolstói
son un espejo de la debilidad, de los defectos de nuestra insurrección
campesina, un reflejo de la flojera del campo patriarcal y de la rutinaria
cobardía del «mujik hacendoso».
Tomad las insurrecciones de los soldados en 1905–1906. La
composición social de aquellos luchadores de nuestra revolución era la
intermedia entre el campesinado y el proletariado. Este último estaba en
minoría; por eso, el movimiento en las tropas no muestra ni siquiera
aproximadamente la unidad que observamos por toda Rusia en el proletariado ni
la conciencia de partido que éste manifestó haciéndose socialdemócrata como por
arte de magia. De otra parte, nada más erróneo que la opinión de que la causa
del fracaso de las insurrecciones de los soldados fue la falta de dirigentes
salidos de la oficialidad. Al contrario, el gigantesco progreso de la
revolución desde los tiempos de Naródnaya Volia se expresó precisamente en
que quienes empuñaron las armas contra los jefes fueron los «borregos grises»,
cuyo espíritu de independencia tanto asustó a los terratenientes y oficiales
liberales. El soldado simpatizaba con toda su alma con la causa de los
campesinos, los ojos se le encendían cuando oía hablar de la tierra. En más de
una ocasión, en las unidades pasó el poder a los soldados, pero casi nunca se
supo aprovechar resueltamente este poder; los soldados vacilaban, al cabo de
uno o dos días, a veces al cabo de unas horas, tras de matar a algún oficial
odiado, ponían en libertad a los demás, entablaban negociaciones con las
autoridades y, después, se arrimaban ellos mismos al perdón, se tendían para
ser azotados, se unían de nuevo al yugo, todo ello en un espíritu a lo León Tolstói.
Tolstói reflejó el odio acumulado, el maduro afán de una vida
mejor, el deseo de liberarse del pasado, la falta de madurez que entrañaban los
sueños, la incultura política y la blandura revolucionaria. Las condiciones
histórico‐económicas explican la necesidad del surgimiento de la lucha
revolucionaria de las masas, su falta de preparación para la lucha y la
tolstoiana no resistencia al mal, que fue una causa importantísima de la
derrota de la primera campaña revolucionaria.
Se dice que los ejércitos que han sido derrotados se instruyen
bien. Naturalmente, la comparación de las clases revolucionarias con los
ejércitos es acertada tan sólo en un sentido muy limitado. El desarrollo del
capitalismo modifica, agravándolas a cada hora, las condiciones que empujaron a
millones de campesinos, aglutinados por el odio a los terratenientes feudales y
a su gobierno, a la lucha democrático‐revolucionaria. En el seno del campesinado mismo, el desarrollo
del cambio, del dominio del mercado y del poder del dinero va desplazando más y
más la vieja vida patriarcal y la patriarcal ideología tolstoiana. Pero los
primeros años de la revolución y las primeras derrotas en la lucha
revolucionaria de las masas han dado una cosa que no puede ponerse en duda: me
refiero al golpe mortal asestado a la inconsistencia y a la flojera que antes
tuvieran las masas. Las líneas divisorias se han hecho más acusadas. Las clases
y los partidos se han deslindado. Bajo el martillo de las enseñanzas
stolypinianas, y gracias a la agitación constante y consecuente de los
socialdemócratas revolucionarios no sólo el proletariado socialdemócrata, sino
también las masas democráticas del campesinado destacarán infaliblemente de su
medio luchadores más y más templados, menos y menos susceptibles de incurrir en
nuestro pecado histórico del tolstoísmo.
León Tolstói
Publicado el 16 (29) de noviembre de 1910.
Ha muerto León Tolstói. Su importancia mundial como artista y su
celebridad universal como pensador y predicador reflejan, a su modo, la
trascendencia universal de la revolución rusa.
León Tolstói se reveló ya como un gran artista en los tiempos
del régimen de la servidumbre. En la serie de obras geniales que escribió en
los cincuenta años largos de su labor literaria, pintó principalmente a la
vieja Rusia prerrevolucionaria que incluso después de 1861 siguió en estado de
semiesclavitud; a la Rusia rural, a la Rusia del terrateniente y el campesino.
Al pintar este período de la vida histórica de Rusia, León Tolstói supo
plantear tantas cuestiones cardinales en sus escritos y alcanzó en su arte
tanta fuerza que sus obras figuran entre las mejores de la literatura mundial.
La época en que se preparaba la revolución en uno de los países oprimidos por
los señores feudales fue, gracias a la manera genial en que Tolstói la trató,
un paso adelante en el desarrollo artístico de toda la humanidad.
Tolstói es conocido como artista sólo por una minoría
insignificante, incluso en Rusia. Para hacer efectivamente sus grandes obras
patrimonio de todos hay que luchar, y esta lucha debe estar encauzada contra el
régimen social que ha condenado a millones y millones de seres a la ignorancia,
al embrutecimiento, a un trabajo de forzados y a la miseria; hay que hacer la
revolución socialista.
Tolstói no sólo escribió obras literarias que siempre serán
apreciadas y leídas por las masas cuando éstas creen para sí condiciones de
vida humanas, derrocando la opresión de los terratenientes y los capitalistas;
supo también describir con fuerza admirable el estado de ánimo de las grandes
masas sojuzgadas por el orden de cosas contemporáneo, supo pintar su situación
y expresar sus sentimientos espontáneos de protesta e indignación. Tolstói, que
perteneció, principalmente, a la época de 1861-1904, reflejó con asombroso
acierto en sus obras —como artista, como pensador y predicador— los rasgos de
la especificidad histórica de toda la primera revolución rusa, su fuerza y su
debilidad.
Uno de los principales rasgos distintivos de nuestra revolución
consiste en que fue una revolución burguesa campesina en una época
de gran desarrollo del capitalismo en el mundo entero y relativamente alto en
Rusia. Fue una revolución burguesa, pues su tarea inmediata era derrocar la
autocracia zarista, la monarquía zarista, y destruir el sistema de posesión de la
tierra por los terratenientes, y no derrocar la dominación de la burguesía. El
campesinado, sobre todo, no tenía conciencia de esta última tarea, no
comprendía su diferencia de otros objetivos de lucha más próximos e inmediatos.
Y fue una revolución burguesa campesina porque las condiciones objetivas
pusieron en primer plano la necesidad de hacer cambios en las condiciones
cardinales de vida del campesinado, de destruir el viejo sistema medieval de
posesión de la tierra, de «desbrozar el terreno» para el capitalismo; las
condiciones objetivas llevaron a las masas campesinas al ámbito de una
actividad histórica más o menos independiente.
Las obras de Tolstói expresaron la fuerza y la debilidad, la
potencia y la limitación del movimiento precisamente campesino de masas. Su
protesta calurosa, apasionada y muchas veces de una dureza implacable contra el
Estado y la Iglesia policíaco-oficial refleja el pensar y el sentir de la
primitiva democracia campesina, en la que siglos de servidumbre, de
arbitrariedad y saqueo por parte de los funcionarios, de jesuitismo, de engaños
y embaucamientos eclesiásticos acumularon montañas de cólera y odio. Su
negación inexorable de la propiedad privada de la tierra refleja la psicología
de la masa campesina en el momento histórico en que el viejo sistema medieval
de posesión de la tierra —tanto de la tierra de los terratenientes como de la
del Estado asignada en parcelas a los campesinos— acabó por convertirse en un
estorbo insoportable para el desarrollo del país, en el momento histórico en
que este viejo sistema de posesión de la tierra debía ser inevitablemente
destruido del modo más violento e implacable. Su constante denuncia del
capitalismo, llena del más profundo sentimiento y de la más encendida
indignación, refleja todo el espanto del campesino patriarcal, sobre el que
avanzaba un enemigo nuevo, invisible, incomprensible, que venía de la ciudad o
del extranjero —no se sabía a ciencia cierta— y destruía todos los «puntales»
de la vida del campo, trayendo consigo una ruina inaudita, la miseria, la
muerte por hambre, el embrutecimiento, la prostitución, la sífilis, todas las
calamidades de la «época de la acumulación originaria», agravadas cien veces al
ser trasplantados al suelo ruso los modernísimos métodos de saqueo ideados por
el señor Cupón.
Pero como fervoroso protestante, apasionado fustigador y gran
crítico, puso también de manifiesto en sus obras la incomprensión de las causas
de la crisis que se cernía sobre Rusia, y de los medios para salir de ella,
propia tan sólo del campesino patriarcal e ingenuo, y no de un escritor con
cultura europea. La lucha contra el Estado feudal y policíaco, contra la
monarquía, se convirtió para él en negación de la política, llevó a la doctrina
de la «no resistencia al mal», a mantenerse totalmente al margen de la lucha
revolucionaria de las masas en 1905-1907. La lucha contra la Iglesia oficial se
conjugaba con la prédica de una religión nueva, purificada, es decir, de un
nuevo veneno, purificado y sutil, para las masas oprimidas. La negación de la
propiedad privada sobre la tierra no llevaba a concentrar todo el fuego de la
lucha contra el enemigo efectivo, contra el sistema de posesión de la tierra
por los terratenientes y su instrumento político del poder, es decir, la
monarquía, sino a lanzar suspiros de ensueño, vaguedad y lasitud. La denuncia
del capitalismo y de las calamidades que éste originaba a las masas se
conjugaba con una actitud de apatía frente a la lucha de liberación que
sostiene en todo el mundo el proletariado socialista internacional.
Las contradicciones existentes en las ideas de Tolstói no son
sólo contradicciones de su propio pensar, sino un reflejo de las condiciones,
complejísimas y contradictorias en extremo, así como de las influencias
sociales y tradiciones históricas que determinaban la sicología de las
distintas clases y capas de la sociedad rusa en la época posterior a
la reforma, pero anterior a la
revolución.
Por ello sólo puede aquilatarse acertadamente a Tolstói desde el
punto de vista de la clase que, con su papel político y su lucha en la
revolución —primer desenlace de ese nudo de contradicciones—, demostró que
estaba llamada a ser el jefe en la lucha por la libertad del pueblo y por
liberar a las masas de la explotación; que demostró su abnegada fidelidad a la
causa de la democracia y su capacidad para luchar contra la limitación y las
consecuencias de la democracia burguesa (comprendida la campesina). Sólo puede
aquilatarse acertadamente a Tolstói, partiendo del punto de vista del
proletariado socialdemócrata.
Fíjense en lo que dicen de Tolstói los periódicos del gobierno.
Viertan lágrimas de cocodrilo, asegurando que tienen en alta estima al «gran
escritor»; pero, al mismo tiempo, condenan el «santísimo» sínodo. Y «los
santísimos padres acaban de hacer una canallada de lo más inmunda, enviando a
sus popes a la cabecera del moribundo para engañar al pueblo y decir que
Tolstói «se ha arrepentido». El santísimo sínodo excomulgó a Tolstói. Tanto
mejor. Esa hazaña se le recordará cuando el pueblo ajuste las cuentas a los
funcionarios con sotanas, a los gendarmes de Cristo, a los negros inquisidores
que han apoyado los pogromos contra los hebreos y otras hazañas de la
ultrarreaccionaria pandilla zarista.
Fíjense en lo que dicen de Tolstói los periódicos liberales.
Salen del paso con esas frases hueras del lenguaje oficial que emplean los
liberales, con esas frases trilladas y magisteriales sobre «la voz de la
humanidad civilizada», «el eco unánime del mundo», las «ideas de la verdad y el
bien», etc., etc., por las que Tolstói fustigaba con tanta fuerza —y tanta
razón— a la ciencia burguesa. Los periódicos liberales no
pueden decir clara y concretamente qué piensan de las ideas de
Tolstói sobre el Estado, la Iglesia, la propiedad privada de la tierra y el
capitalismo, y no porque la censura les estorbe; por el contrario, ¡la censura
les ayuda a salir del apuro!; no pueden porque todas las ideas de la crítica de
Tolstói es una bofetada al liberalismo burgués; porque el valiente y franco planteamiento de
implacable dureza de las cuestiones más candentes y malditas de nuestra época
por Tolstói es una bofetada a las frases
estereotipadas, a los trillados subterfugios y a la falsedad escurridiza,
«civilizada», de nuestra prensa liberal (y liberal–populista). Los liberales se
alzan unánimes en defensa de Tolstói, contra el sínodo; mas, al mismo tiempo,
están por… los de Veji, con los que «se
puede discutir», pero con los que «hay» que convivir en un mismo partido, con
los que «hay» que trabajar conjuntamente en la literatura y en la política.
Pero Antonio, el obispo de Volynia, se da el pico con los de Veji.
Los liberales colocan en primer plano que Tolstói es «la gran
conciencia». ¿Acaso no es ésta una frase hecha que repiten de mil maneras Nóvoie
Vremia y todos los demás órganos de prensa semejantes? ¿Acaso
no es eludir las cuestiones concretas de la
democracia y el socialismo planteadas por Tolstói?
¿Acaso no pone eso en primer plano lo que expresa los prejuicios de Tolstói, y
no su razón, lo que en él pertenece al pasado, y no al futuro, su negación de
la política y su prédica del auto-perfeccionamiento moral, y no su violenta
protesta de toda dominación de clase?
Ha muerto Tolstói, y quedó en el pasado la Rusia anterior a la
revolución, la Rusia cuya debilidad e impotencia se expresaron en la filosofía
del genial artista y vemos reflejadas en sus obras. Pero en su herencia hay
cosas que no pertenecen al pasado, sino al futuro. Esa herencia pasa a manos
del proletariado de Rusia, que la está estudiando. El explicará a las masas
trabajadoras y explotadas la significación de la crítica que Tolstói hizo del
Estado, de la Iglesia, de la propiedad privada de la tierra; y no lo hará para
que las masas se limiten a autoperfeccionarse y a suspirar por una vida santa,
sino para que se alcen con el fin de asestar un nuevo golpe a la monarquía
zarista y a la posesión terrateniente, que en 1905 sólo fueron ligeramente
quebrantadas y que deben ser destruidas. Explicará a las masas la crítica que
Tolstói hizo del capitalismo, pero no lo hará para que las masas se limiten a
maldecir el capitalismo y el poder del dinero, sino para que aprendan a
apoyarse, a cada paso de su vida y de su lucha, en las conquistas técnicas y sociales
del capitalismo, para que aprendan a agruparse en un ejército único de millones
de luchadores socialistas que derrocarán el capitalismo y crearán una nueva sociedad
sin miseria para el pueblo, sin explotación del hombre por el hombre.
León Tolstói y el movimiento
obrero contemporáneo
Publicado el 28 de noviembre de 1910.
En casi todas las grandes ciudades de Rusia, los obreros rusos
se han hecho ya eco de la muerte de León Tolstói y han expresado, de uno u otro
modo, su actitud hacia el escritor, a quien se deben obras literarias
inapreciables, que lo sitúan entre los más grandes escritores de todo el mundo;
hacia el pensador que, con fuerza enorme, con firmeza y sinceridad, planteó toda
una serie de cuestiones relacionadas con los rasgos fundamentales del régimen
político y social de nuestros días. A grandes rasgos, esa actitud se ha
expresado en el telegrama de los diputados obreros de la III
Duma, publicado en la prensa.
León Tolstói empezó su actividad literaria cuando existía el
régimen de la servidumbre, pero en una época en que dicho régimen estaba
viviendo ya —era bien claro— sus últimos días. La actividad de Tolstói
corresponde principalmente a un período de la historia rusa comprendido entre
dos puntos cruciales de la misma, entre 1861 y 1905. En el transcurso de este
período, las huellas del régimen de la servidumbre, sus supervivencias
directas, penetraban de parte a parte toda la vida económica (particularmente
en el campo) y política del país. Al mismo tiempo, ese período fue precisamente
un período de desarrollo acelerado del capitalismo desde abajo y de
implantación de él desde arriba.
¿En qué se manifestaban las supervivencias del régimen de la
servidumbre? Sobre todo —y con la mayor claridad— en que en Rusia, país
preferentemente agrícola, hallábase entonces la agricultura en manos de
campesinos arruinados, sumidos en la pobreza, que explotaban de manera
antiquísima y primitiva las viejas parcelas de servidumbre, recordadas en
beneficio de los terratenientes en 1861. Pero, de otro lado, la agricultura se
encontraba en manos de los terratenientes, que en la parte central de Rusia
explotaban la tierra con el trabajo del campesino, con el primitivo arado del
campesino, con el caballo del campesino, en pago por las «tierras recordadas»,<
«Recortes» o «tierras recortadas»: tierras
arrebatadas por los latifundistas a los campesinos al abolirse el régimen de la
servidumbre en Rusia en 1861. los prados, los abrevaderos,
etc., etc. En esencia, era aquello el viejo sistema feudal de economía. En
aquel período, el régimen político de Rusia estaba también impregnado de
feudalismo hasta la médula. Eso puede verse por la estructuración del Estado
hasta los primeros intentos de transformarla en 1905, por la influencia
decisiva de los aristócratas terratenientes en los asuntos del Estado y por la
omnipotencia de los funcionarios, que también eran en su mayoría —sobre todo
los altos funcionarios— aristócratas terratenientes.
Después de 1861, esta vieja Rusia patriarcal empezó a
desmoronarse rápidamente bajo la influencia del capitalismo mundial. Los
campesinos pasaban hambre, se iban extinguiendo, se arruinaban como nunca y
huían a las ciudades, abandonando la tierra. Se tendían a un ritmo acelerado
ferrocarriles y se construían fábricas, gracias al «barato trabajo» de los
campesinos arruinados. En Rusia se desarrollaban el gran capital financiero, el
gran comercio y la gran industria.
Esta rápida, dura e intensa demolición de todos los viejos
«pilares» de la vieja Rusia se reflejó en las obras del Tolstói escritor y en
las ideas del Tolstói pensador.
Tolstói conocía perfectamente la Rusia aldeana, la vida del
terrateniente y del campesino. En sus obras pintó lienzos de esa vida que
figuraban entre las mejores creaciones de la literatura mundial. La intensa
demolición de todos los «viejos pilares» de la Rusia aldeana agudizó su
atención, profundizó su interés por lo que ocurría en torno suyo, lo llevó a
cambios radicales en su concepción del mundo. Por su origen y educación,
Tolstói pertenecía a la alta aristocracia terrateniente de Rusia. Rompió con
todas las ideas habituales de ese medio y, en sus últimas obras, criticó
apasionadamente todas las normas establecidas, sociales y económicas de
nuestros días, basadas en la esclavización de las masas, en su miseria, en la
ruina de los campesinos y de los pequeños propietarios en general, en la
violencia y la hipocresía, que impregnan hasta la médula toda la vida de
nuestros días.
La crítica que hizo Tolstói no era nueva. No dijo nada que no
hubiera sido dicho mucho antes en la literatura europea y en la rusa por
hombres que se hallaban al lado de los trabajadores. Pero lo específico de la
crítica de Tolstói y su importancia histórica consisten en que, con una fuerza
propia sólo de los genios del arte, expresa los cambios radicales en la
mentalidad de las más amplias masas populares de Rusia en el período
mencionado, y precisamente de la Rusia aldeana, campesina. La crítica que
Tolstói hace del orden de cosas actual se diferencia de la crítica del mismo
por los representantes del movimiento obrero contemporáneo porque Tolstói
entiende el punto de vista del campesino patriarcal e ingenuo, porque Tolstói
trasplanta a su crítica, a su doctrina, la psicología del campesino. La crítica
de Tolstói es tan fresca, tan sincera, tan valiente en su afán de «llegar hasta
la raíz», de encontrar la verdadera causa de las calamidades de las masas,
porque refleja efectivamente los cambios radicales en la mentalidad de millones
de campesinos que, recién liberados del régimen de la servidumbre, vieron que
su libertad suponía los nuevos horrores de la ruina, de la muerte por hambre,
de una vida sin hogar entre los de Jítrov
Los de Jítrov (denominación derivada del nombre del «Mercado Jítrov»):
barriada de Moscú en la que vivían en tiempos del zarismo los elementos
desclasados, el lumpenproletariado. de la ciudad, etc.
Tolstói reflejó el estado de ánimo de esos campesinos con tanta fidelidad, que
introdujo en su doctrina el candor, el alejamiento de la política, el
misticismo, el deseo de apartarse del mundo, la «no resistencia al mal», las
maldiciones impotentes al capitalismo y al «poder del dinero». La protesta de
millones de campesinos y su desesperación: eso es lo que se fundió en la
doctrina de Tolstói.
Los representantes del movimiento obrero contemporáneo estiman
que tienen contra qué protestar, pero que no tienen por qué desesperarse. La
desesperación es propia de las clases que perecen; y la clase de los
asalariados crece inevitablemente, se desarrolla y se fortalece en toda
sociedad capitalista, comprendida Rusia. La desesperación es propia de los que
no comprenden las causas del mal, no ven salida, no son capaces de luchar. El
proletariado industrial contemporáneo no es una clase de esas.
León Tolstói y la lucha proletaria
Publicado el 18 (31) de diciembre de 1910.
Tolstói fustigaba con enorme fuerza y sinceridad a las clases
dominantes, denunciaba con la mayor evidencia la falsedad interna de todas las
instituciones con ayuda de las cuales se sostiene la sociedad de nuestros días:
la Iglesia, los tribunales, el militarismo, el matrimonio «legal», la ciencia
burguesa. Pero su doctrina resultó estar en plena contradicción con la vida,
con el trabajo y la lucha del proletariado, el sepulturero del régimen actual.
¿Qué punto de vista reflejaba la prédica de León Tolstói? Por boca suya hablaba
toda esa ingente masa del pueblo ruso, todos esos millones de personas que ya odian
a los dueños y señores de la vida de nuestros días, pero que aún no
han adquirido conciencia de que hay que librar contra ellos una lucha
intransigente, consecuente hasta el fin.
La historia y el desenlace de la gran revolución rusa
demostraron que precisamente así era la masa que se vio entre el
proletariado consciente, socialista, y los resueltos defensores del viejo
régimen. Esa masa —sobre todo el campesinado— demostró en la revolución lo
grande que era su odio a lo viejo, lo vivamente que sentía todo el peso del
actual régimen, lo ingente que era su afán espontáneo de liberarse de él y de
encontrar una vida mejor.
Pero, al mismo tiempo, esa masa demostró en la revolución que en
su odio no era lo bastante consciente, que en su lucha carecía de la conciencia
necesaria, que sus búsquedas de una vida mejor estaban limitadas por un
estrecho marco.
En la doctrina de Tolstói tuvo su reflejo el gran mar del
pueblo, agitado hasta lo más profundo, con todas sus debilidades y toda su
fuerza.
Estudiando las obras literarias de León Tolstói, la clase obrera
rusa conoce mejor a sus enemigos, y viendo claro en la doctrina de
Tolstói, todo el pueblo ruso debe comprender en qué consistió su propia
debilidad, que no le permitió llevar hasta el fin su liberación. Eso hay que
comprenderlo para marchar adelante.
Esa marcha adelante la entorpecen todos los que proclaman a
Tolstói «conciencia general», «maestro de la vida». Esa es una falsedad que
difunden conscientemente los liberales, deseosos de sacar provecho del aspecto
antirrevolucionario de la doctrina de Tolstói. Esa falsedad de que Tolstói es
«maestro de la vida» la repiten, siguiendo a los liberales, algunos ex
socialdemócratas.
El pueblo ruso no logrará su emancipación mientras no comprenda
que no debe aprender de Tolstói a lograr una vida mejor, sino que eso debe
aprenderlo del proletariado, de la clase cuya importancia no comprendió Tolstói
y que es la única capaz de destruir el viejo mundo, al que Tolstói tan gran
odio tenía.
1 Téngase en cuenta la fecha de publicación del artículo. Lenin
habla en sus artículos de una revolución burguesa campesina contra la
autocracia zarista.
2 Balalaika: personaje de la obra del escritor satírico ruso M
Salikov-Schedrín Un idilio moderno; charlatán
liberal, aventurero y mentiroso.Reich («La
palabraI»): diario, órgano central del Partido Demócrata
Constitucionalista; apareció en San Petersburgo desde febrero de 1906 hasta
octubre de 1917.
3 Lenin cita un fragmento del poema de N. Nekrásov ¿Quien
vive bien en Rusia?. Para saber más sobre el poeta, véase la
traducción de este artículo de Plejánov analizando su obra: «El
pueblo y la intelectualidad en la poesía de N.A. Nekrásov» (1903).
4 Trudoviques (Grupo del Trabajo): grupo de demócratas
pequeñoburgueses en las Dumas de Estado, compuesto de campesinos e
intelectuales de tendencia populista; se formó en abril de 1906 con los
diputados campesinos de la I Duma de Estado. En la Duma de Estado los
trudoviques oscilaban entre los demócratas constitucionalistas y los
socialdemócratas. Los trudoviques representaban, en cierto modo, a las masas
campesinas; los bolcheviques aplicaron en la Duma la táctica del acuerdo con
ellos en torno a ciertas cuestiones para luchar en común contra el zarismo y
los demócratas constitucionalistas.
5 Naródnaya Volia (Libertad del Pueblo): organización política
secreta y conspirativa de populistas terroristas, surgida en agosto de 1879 al
escindirse la organización populista Tierra y Libertad.
6 Sínodo: órgano máximo de dirección de la Iglesia ortodoxa
en Rusia
7 Veji («Jalones»):
recopilación demócrata constitucionalista editada en Moscú en la primavera de
1909, conteniendo artículos de N. Berdiáev, S. Bulgákov, P. Struve, M.
Guershenzón y otros representantes de la burguesía liberal. En sus artículos
sobre la intelectualidad rusa, los de Veji pretendieron
denigrar las tradiciones democrático-revolucionarias de los mejores
representantes del pueblo ruso, incluidos Belinski y Chernishevski; cubrieron
de oprobio el movimiento revolucionario de 1905 y expresaron su agradecimiento
al gobierno zarista porque, «con sus bayonetas y sus cárceles», había salvado a
la burguesía «de la furia popular». En la recopilación se exhortaba a los
intelectuales a ponerse al servicio de la autocracia
8 Nóvoie Vremia («Tiempos
Nuevos»): periódico editado en San Petersburgo desde 1868 hasta octubre de
1917. Al principio era liberal moderado, pero en 1876 se transformó en órgano
de los círculos reaccinoarios de la nobleza y la burocracia.Nóvoie Vremia («Tiempos
Nuevos»): periódico editado en San Petersburgo desde 1868 hasta octubre de
1917. Al principio era liberal moderado, pero en 1876 se transformó en órgano
de los círculos reaccinoarios de la nobleza y la burocracia
9 Lenin alude a un telegrama enviado por los diputados socialdemócratas
a la III Duma a V. Cherkov, amigo íntimo y continuador de León Tolstói, que
estaba en Astápovo. «El grupo parlamentario socialdemócrata de la Duma de
Estado —se decía en el telegrama—, interpretando los sentimientos del
proletariado de Rusia y de todo el proletariado internacional, expresa su
profundo dolor por la pérdida del artista genial, luchador intransigente e
invencible contra la iglesia oficial, enemigo de la arbitrariedad y del
sojuzgamiento, que alzó fuertemente su voz contra la pena de muerte y fue amigo
de los perseguidos»
10 «Recortes» o «tierras recortadas»: tierras arrebatadas
por los latifundistas a los campesinos al abolirse el régimen de la servidumbre
en Rusia en 1861
11 Los de Jítrov (denominación
derivada del nombre del «Mercado Jítrov»): barriada de Moscú en la que vivían
en tiempos del zarismo los elementos desclasados, el lumpenproletariado
Fuente: Para la voz
Vía:La Espina Roja





