lunes, 15 de diciembre de 2025
La lucha unitaria del profesorado experto en el País Valencià: cómo se consiguen victorias sindicales [España]
La lucha unitaria del
profesorado experto en el País Valencià: cómo se consiguen victorias sindicales
DIARIO OCTUBRE / diciembre 15, 2025
Felip Vicedo (Unidad y Lucha).— La reciente huelga indefinida del profesorado
experto de Formación Profesional y especialistas de régimen especial en el País
Valencià representa un ejemplo de lucha unitaria y resistencia frente a la
precarización de la educación pública. Para comprender cómo se llegó a esta
movilización histórica, debemos remontarnos a un trabajo de años. Este
colectivo ya era el más maltratado de la educación pública valenciana. No
cobraban complementos (ni trienios, ni sexenios, ni las jefaturas de
departamento…), se les disminuían las horas cuando el alumnado se iba a la
empresa, etc. Desde el Consejo Sindical Obrero, (CSO), desde nuestros inicios,
comenzamos a reclamar judicialmente todos estos despropósitos. El año pasado se
intentó reducir el salario a este colectivo y realizamos movilizaciones para
evitarlo, junto con quien se quiso sumar. El culmen, que provoca la huelga
indefinida que se convoca el día 3 de noviembre, es la publicación del Decreto 97/2025,
que supuso un ataque frontal contra las condiciones laborales.
En junio, la
Conselleria d’Educació publicó un decreto que, bajo la apariencia de
regularizar la situación, en realidad suponía un 41.34 % de reducción salarial.
Se establecían requisitos de acceso casi inalcanzables, limitaba las horas
complementarias para preparación de clases al 20 % e ignoraba las funciones
reales que estos profesionales venían desarrollando en los centros educativos.
Era, en definitiva, una herramienta para abaratar costes a costa de los
derechos laborales del profesorado más vulnerable.
Durante
semanas, el profesorado experto mantuvo en más del 80 % la huelga, una lucha
que ha combinado la movilización en la calle, medios de comunicación, redes
sociales y presiones a grupos políticos con la negociación. Las concentraciones
ante las direcciones territoriales de educación, asambleas en los centros más
implicados y la creación de una caja de resistencia (en solitario desde CSO) le
hicieron ver a la Conselleria la determinación de un colectivo que se negaba a
aceptar su precarización. La huelga indefinida, convocada para el inicio del
curso 2025-2026, demostró que no se trataba de un conflicto pasajero, sino de
una batalla por la supervivencia misma de la Formación Profesional pública de
calidad.
Hoy estamos a
días del acuerdo con avances significativos. Hemos pasado de las 22 h. que la
Conselleria estaba pagando para el profesorado con 18 h. de clase a las 32.5.
Pero el colectivo no se rinde. El profesorado es consciente de su propio poder:
sin nosotros no se imparte una clase.
Lo más valioso
de este proceso ha sido la demostración práctica de que cuando se tiene
un objetivo claro hacia el que hay que caminar y las trabajadoras y
trabajadores lo han asumido como propio, la unidad sindical consigue victorias.
Frente a la estrategia habitual de dividir para vencer, las organizaciones
sindicales han mostrado que la coordinación y la solidaridad son las
herramientas más eficaces para defender los derechos de la clase trabajadora.
No se trata de que las organizaciones sindicales luchemos por echarnos la culpa
del momento actual, ni que busquemos destacar frente a otras (hipermobilizar es
una estrategia de desmovilización), sino que aunemos nuestras fuerzas en el
objetivo de mejorar.
Una
movilización similar ocurrió en la huelga de tribunales de educación en junio.
CSO planteó que, si nadie convocaba una huelga, la convocaríamos en solitario.
Resultado: CSO juntó fuerzas con STEPV y se consiguió un acuerdo que sin esta
huelga hubiera resultado imposible, reconociéndonos todas nuestras
reivindicaciones. CC. OO. y UGT aprendieron que cuando nosotros lanzamos o
vienen con nosotros o se quedan con la patronal. Por eso esta vez han estado
con nuestras y nosotros en la huelga.
Esta victoria
no es el final, sino el comienzo de una nueva etapa en la que la solidaridad y
la combatividad deberán mantenerse intactas. El aprendizaje debe ser que sin
lucha nada se gana, porque, como bien sabe el movimiento obrero, los derechos
no se regalan: se conquistan con lucha y se defienden con unidad.
Fuente: unidadylucha.es
Esta pregunta surge en
un análisis de Tricontinental Asia, último de una serie. La respuesta es
difícil, por una complejidad que conduce a que el continente esté desarticulado
económicamente, cercado militarmente y subordinado financieramente.
TOPOEXPRESS
¿Es posible Asia?
El Viejo Topo
15 diciembre,
2025
HACIA UNA ECONOMÍA POLÍTICA DE ASIA
Cada vez se
reconoce más que el centro de gravedad de la economía mundial se está
desplazando hacia Asia. El continente, que alberga al 60% de la población
mundial, contribuye al 70% del crecimiento económico mundial, al 40% del
comercio mundial de mercancías y al 57% del valor añadido de la industria
manufacturera mundial.
Una serie de
organizaciones asiáticas, como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático,
la Organización de Cooperación de Shanghái y la Cooperación Económica
Asia-Pacífico, apuntan a una tendencia hacia el regionalismo. La Asociación
Económica Integral Regional, centrada en Asia, es el mayor bloque de libre
comercio del mundo.
De hecho, se
podría argumentar que el dinamismo de Asia anima el nuevo estado de ánimo en el
Sur Global. Cinco de los diez Estados miembros del BRICS se encuentran en el
continente asiático (seis si incluimos a Rusia, que se extiende tanto por
Europa como por Asia). Aproximadamente el 83% de la población y el 82% del
producto interno bruto de los Estados miembros del BRICS provienen de Asia.
“La cooperación
entre los Estados no puede mantenerse a menos que estén profundamente unidos en
términos de modos de producción, cadenas de producción e intereses económicos”,
afirma Yang Ping, fundador y editor de la revista china Wenhua Zongheng (Revista
Cultural de Pekín).
En su
intervención en la presentación de la intervención de Tricontinental Asia en
Shanghái, al margen del Foro
Académico del Sur Global 2025, Yang Ping señaló que las uniones
económicas regionales más duraderas hasta la fecha se han dado en Europa –el
bloque socialista del COMECON y la Unión Europea capitalista– debido a la
profunda integración de las cadenas industriales. Sin embargo, la integración
en Asia sigue siendo desigual debido al desarrollo desigual y a las fuertes
disparidades regionales.
La división del trabajo en Asia
En 1972, el
marxista egipcio Samir Amin clasificó el
continente africano en cuatro zonas en función de las funciones económicas que
se les habían asignado en la división internacional del trabajo: las economías
comerciales coloniales de África occidental y central, las concesiones mineras
de la cuenca del río Congo, las reservas de mano de obra de África oriental y
meridional, y casos atípicos como la Etiopía feudal. Tomando prestada la
metodología de Amin, se puede utilizar una similar para empezar a comprender
Asia.
Asia Oriental
es el núcleo industrial. Esta región incluye a Japón, el primer país no europeo
en industrializarse, así como a China, que representa más del 30% del valor
añadido de la industria manufacturera mundial y es el único país del mundo que
produce bienes de todas las categorías de la Clasificación Industrial de las
Naciones Unidas. China también lidera 37 de las 44 tecnologías críticas.
El sudeste
asiático está formado por economías comerciales coloniales que han pasado a ser
economías de plataforma de exportación. A pesar del aumento de su capacidad
manufacturera, países como Malasia y Tailandia carecen de tecnología autóctona
y de empresas competitivas a nivel mundial. En muchas de estas economías, las
reformas agrarias siguen siendo incompletas y la desigualdad es elevada, lo que
limita el potencial del mercado interno.
El sur de Asia
es la reserva de mano de obra que abastece al norte global y a los Estados del
Golfo. De hecho, su papel ha cambiado poco desde la época colonial, cuando el
subcontinente proporcionaba coolies, cipayos y administradores para el Estado
colonial. Economías como Bangladesh, Nepal y Sri Lanka siguen dependiendo de
las remesas. Los intentos de industrialización autocéntrica (India) y la
transición a economías de plataforma de exportación (Sri Lanka y Bangladesh)
han dado resultados limitados.
Asia Central se
asemeja más a una concesión minera debido a su fuerte dependencia de las rentas
de los recursos naturales. Esta región, poco estudiada, es estratégicamente
importante debido a sus reservas de energía potencial, que incluyen petróleo,
gas, uranio y energía hidroeléctrica. También es rica en materias primas y
minerales críticos que son cruciales en la carrera por las tecnologías verdes y
digitales.
Por último,
está Asia Occidental, dominada por los rentistas del petrodólar del Consejo de
Cooperación del Golfo. Estos Estados constituyen el 28% de las ventas mundiales
de petróleo y reciclan ese excedente en el complejo
militar-industrial-financiero estadounidense. Los intentos de desarrollo
autocéntrico han sido aplastados mediante guerras híbridas, invasiones,
sanciones o la capitulación de las élites locales (en Egipto, Siria, Irak,
Yemen e Irán). El nexo entre el ejército, el petróleo y las finanzas en esta
región es crucial para el mantenimiento del imperialismo en Asia y el resto del
Sur Global.
Dependencia financiera y cerco militar
Pero la
desigualdad del desarrollo de Asia también es una fortaleza. El continente
cuenta con todos los factores básicos necesarios para un desarrollo
autocéntrico regional: mano de obra, recursos naturales, tecnología y capital.
Sin embargo, Asia sigue desarticulada por diversas razones.
Además de las
cinco zonas descritas anteriormente, existen las “bases avanzadas” del
imperialismo en Asia. Entre ellas se encuentran las colonias de pobladores
(Israel, Australia y Nueva Zelanda) y los Estados ocupados militarmente o
complacientes (Japón, China Taipéi, Corea del Sur y Turquía, miembro de la
OTAN). Situados en los flancos oriental y occidental de Asia, estos Estados
actúan como disruptores de señales que desestabilizan y desarticulan la región
en interés del capital occidental. A ellos se suman cientos de bases militares
estadounidenses repartidas por todo el continente asiático.
A este cerco
militar se suma la subordinación financiera. El Informe sobre la
integración económica asiática 2025, publicado por
el Banco Asiático de Desarrollo (ADB), señala que Asia es la segunda región más
integrada del mundo después de la Unión Europea y el Reino Unido. En el Índice
de Integración Regional del ADB, Asia obtiene buenos resultados en materia de
comercio, circulación de personas e inversión extranjera directa. Sin embargo,
la integración de Asia es más débil en el ámbito financiero.
La integración
entre los hidrocarburos de Asia occidental y el dólar estadounidense, así como
la orientación industrial de Asia oriental y sudoriental hacia los mercados del
Norte Global, garantizan la perpetuación de la hegemonía del dólar. Esto deja a
la región vulnerable a las acciones del Sistema de la Reserva Federal de los
Estados Unidos, que controla la moneda de reserva mundial. En términos
financieros, Asia sigue rindiendo tributo a Washington y Wall Street.
Restaurar la historia para inventar el futuro
El primer
soldado en izar la bandera soviética sobre el Reichstag fue un asiático:
Raqymjan Qoshqarbaev, de la República Socialista Soviética Autónoma de
Kirguistán, actual Kazajistán. No hay fotografías de este acontecimiento, que
tuvo lugar por la noche. La icónica imagen “Izando la bandera sobre el
Reichstag”, de Yevgeny Khaldei, no era más que una recreación artística de ese
momento: el propio Qoshqarbaev no podía aparecer en la fotografía.
El último estudio
realizado por Tricontinental es una historia “restauracionista”
de la Segunda Guerra Mundial, o la Guerra Mundial Antifascista. El papel de
Asia en esta guerra ha sido borrado por el Norte Global y olvidado incluso en
algunas partes de Asia. Aproximadamente el 35% de las muertes en la Guerra
Mundial Antifascista se produjeron en China, las Indias Orientales
Neerlandesas, la Indochina Francesa y Filipinas. Si se añade la Unión Soviética
a esta mezcla, la proporción aumenta al 66,5%.
El estudio
afirma que el verdadero comienzo de la Segunda Guerra Mundial fue en 1931, con
el incidente del puente Marco Polo, que marcó el avance del militarismo japonés
en China. Restaurar la historia de Asia como lugar de resistencia anticolonial
y antiimperialista nos permite empezar a teorizar sobre una posible Asia.
Yang Ping
señala que, a pesar del constante impulso del capitalismo hacia la
globalización de la producción y la ruptura de las fronteras nacionales, el
sistema sigue dependiendo de los Estados-nación y las fronteras territoriales
para funcionar. Sostiene que la globalización capitalista es fundamentalmente
frágil debido a las desigualdades entre el centro y la periferia, las
posiciones ascendentes y descendentes en las cadenas de valor globales y la
forma en que se distribuyen los beneficios.
“Hoy en día
asistimos a una ola de desglobalización, con el capitalismo entrando en una
fase antiglobalización. Desde esta perspectiva, la capacidad del capitalismo
para mantener la integración transnacional se enfrenta a restricciones cada vez
mayores”, afirma Yang Ping.
“Sin descubrir
un modo de producción y una organización social superiores al capitalismo, o
sin encontrar mecanismos más profundos de integración económica y política, es
extremadamente difícil trascender las estructuras capitalistas y realizar
uniones a nivel continental”.
Fuente: Globetrotter
*++
domingo, 14 de diciembre de 2025
Kaja Kallas, caso clínico
Si todo lo que
se cuenta en este artículo es cierto, Kaja Kallas no debería estar ni un minuto
más instalada en la cúspide de la Unión Europea, porque no está capacitada ni
para dar clases en un colegio de enseñanza media. ¿Cómo ha llegado Europa a
esto?
Kaja Kallas, caso clínico
Gianandrea Gaiani
El Viejo Topo
14 diciembre, 2025
EL CASO CLÍNICO
DE KAJA KALLAS. ¿CÓMO LLEGÓ EUROPA A ESTA SITUACIÓN?
Las últimas
declaraciones de la Alta Comisionada Europea de Asuntos Exteriores y Política
de Seguridad, Kaja Kallas, exigen (o al menos deberían exigir) una seria
reflexión sobre la calidad política y cultural de la Comisión von der Leyen y
de sus altos funcionarios, que están llevando a Europa no sólo al desastre
económico y a la irrelevancia estratégica, sino también al ridículo, al
desprecio, al menosprecio y al escarnio público en la comunidad internacional.
Kallas no es
ajena a meteduras de pata legendarias, como cuando pidió la disolución de la
Federación Rusa en repúblicas en guerra (¿con 6.500 ojivas nucleares en
circulación?) o cuando se destacó en un acalorado debate con China al demostrar
que desconocía quién había ganado la Segunda Guerra Mundial. Periodistas y
comentaristas chinos han expresado repetidamente su conmoción e incredulidad
ante esta Alta Comisionada de la UE que «habla como una estudiante de
secundaria».
El pasado mes
de marzo presentó, junto con el comisario de Defensa y Aeroespacial, Andrius
Kubilius, el “ Libro Blanco
Conjunto sobre la Preparación de la Defensa Europea 2030”,
pomposamente definido como Libro Blanco pero compuesto por apenas 22 páginas
llenas de banalidades.
Más
recientemente, el Secretario de Estado Marco Rubio se negó a reunirse con ella
durante las conversaciones para llevar la paz a Ucrania, y Kallas incluso ha
logrado ir más allá en esta circunstancia al promover un plan que cambia la
percepción de la realidad.
Como es bien
sabido, los puntos de discusión en las negociaciones incluyen la reducción de
las tropas ucranianas y la limitación de las capacidades de sus futuras fuerzas
armadas. Sin embargo, Kallas insistió en Ginebra en que «Moscú debe hacer
concesiones y reducir sus tropas», proponiendo limitar el tamaño de las Fuerzas
Armadas y el presupuesto de defensa ruso.
En general, no
creemos que sea correcto interferir en las decisiones de países soberanos sobre
el tamaño de sus ejércitos; mi punto es que si se va a ejercer presión sobre el
ejército ucraniano, que no ha invadido a nadie, también debería ejercerse
presión sobre el ejército ruso. Porque,
en realidad, el ejército ruso es el que representa un riesgo para todos. No me
refiero a los países europeos, sino a todos los vecinos de Rusia. Si los
ejércitos rusos son grandes, si su presupuesto militar es tan elevado como
ahora, querrán volver a usar armas.
Por supuesto,
la ex primera ministra estonia ya había demostrado en varias ocasiones su falta
de sentido de la realidad al afirmar que Ucrania debía reconstruirse con dinero
ruso, olvidando que las reparaciones de guerra las pagan los derrotados, no los
vencedores.
El profesor
Eldar Mamedov, experto en política exterior del Instituto Quincy y del Consejo
Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales, escribió en septiembre pasado un
artículo en Responsible Statecraft con un título bastante
explícito: La impactante
falta de alfabetización histórica de Kaja Kallas. Reproducimos
algunos extractos.
La jefa de
política exterior de la UE, Kaja Kallas, ha demostrado sistemáticamente un enfoque
reduccionista y simplista de la geopolítica, lo
que delata una grave falta de profundidad estratégica y conocimiento
histórico para un cargo tan crucial. Su fracaso es sintomático de un declive
generalizado del arte de gobernar europeo.
En reacción a la
reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y el
desfile militar en Beijing dedicado a la victoria sobre el fascismo en la
Segunda Guerra Mundial, al que asistieron docenas de líderes, incluido el
presidente ruso Vladimir Putin, Kallas dijo que
para ella era «una novedad» que China y Rusia estuvieran
entre los vencedores que derrotaron al nazismo y al fascismo.
No se trata de
un error menor, sino de una desconcertante falta de conocimiento histórico.
Para colmo, en
una caricatura estrafalaria, calificó a los chinos
como «muy buenos en tecnología, pero no tanto en ciencias sociales, mientras
que los rusos son muy buenos en ciencias sociales, pero pésimos en tecnología».
Resulta ciertamente alarmante que el máximo diplomático de la UE presente esta
dicotomía infantil como una lente legítima para analizar dos de los desafíos
estratégicos más complejos y graves que enfrenta el continente.
Los comentarios
de Kallas fueron tan atroces que provocaron
una reprimenda inusualmente directa y dura del
Ministerio de Asuntos Exteriores chino, una medida que señala un preocupante
deterioro de la posición diplomática de la UE.
Esta visión
primitiva se está traduciendo ahora en una política exterior peligrosamente
rígida.
Si Europa
quiere navegar por las traicioneras aguas del siglo XXI, sus líderes deben
demostrar una comprensión fundamental de las grandes potencias a las que se
enfrentan, en lugar de la mentalidad caricaturesca propagada por Kallas y sus
secuaces. La insoportable superficialidad del enfoque actual no convertirá a
Europa en protagonista en la configuración de un orden global emergente, sino
en un espectador indefenso, desorientado y cada vez más irrelevante.
Sin embargo, el
tiempo de reflexión debería haber terminado, después de que la Alta
Representante de la UE hiciera recientemente una declaración tan audaz que no
hay excusa, al afirmar que » en 100 años,
Rusia ha atacado a 19 países, algunos de ellos tres o cuatro veces. Pero nadie
ha atacado a Rusia en ese período «.
Una declaración
que deja atónito a cualquiera, preguntándose si se debe a la ignorancia, como
Kallas ya ha demostrado repetidamente, o al deseo de mentir para intentar
«reescribir» la historia. Tales declaraciones ya no pueden justificarse
únicamente por la rusofobia o el odio a los rusos que caracterizan a las
naciones bálticas hoy en día.
¿Es posible que
entre su numeroso personal, Kallas no tenga a nadie con siquiera un
conocimiento básico de historia (un libro de texto de quinto grado sería
suficiente) para escribir o corregir los textos de sus extraños discursos?
También porque
los rusos reciben de Kaja Kallas un material de propaganda precioso que ni
siquiera necesita ajustes para ser utilizado contra Europa, demostrando sin
esfuerzo la falta de preparación de nuestros dirigentes.
«¡Llamen a los
paramédicos! Ahora entiendo por qué los periodistas en la rueda de prensa de
hoy me pidieron que comentara la negativa del secretario de Estado
estadounidense Rubio a reunirse con ustedes», enfatizó
la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, mientras
una foto de la Alta Comisionada con camisa de fuerza circulaba por los canales
rusos de Telegram.
En Europa, los
medios de comunicación y los políticos “alineados” con la propaganda ucraniana,
de la OTAN y de la UE no hacen más que denunciar la amenaza de la
desinformación rusa, pero luego son los dirigentes políticos de la UE quienes,
cubriéndose de ridículo, la alimentan y nutren.
Al fin y al
cabo, el «caso Kallas» es hoy clínico y quizá incurable, como admiten ahora
incluso círculos pro-UE.
«Esta Europa no
es la salvación ni el camino a seguir. Da vergüenza escuchar las declaraciones
de la comisaria Kallas cada semana. Y no es un problema trivial. No lo digo
para complicar las cosas, pero esta no es nuestra comisión, y la mayoría ya no
aguanta. No podemos resignarnos a que la UE sea solo una institución de
rearme», declaró el exministro Andrea Orlando (PD).
La única
pregunta que queda por hacer es: “¿Cómo llegamos a esta situación en Europa?”
Fuente: Analisidifesa
sábado, 13 de diciembre de 2025
De barros y lodos
¿De qué
barros proceden los lodos contemporáneos? Para Gabenelli, hay que localizar su
origen en la ya casi olvidada Comisión Trilateral y sus manejos para dar forma
a un constructo social que impulsó la globalización y la verticalización de la
riqueza.
TOPOEXPRESS
De barros y lodos
Giacomo
Gabelini
El Viejo Topo
13 diciembre,
2025
LA COMISIÓN TRILATERAL CREÓ EL OCCIDENTE CONTEMPORÁNEO
Cuando
establecieron la Comisión Trilateral en 1973, sus fundadores, David
Rockefeller, Zbigniew Brzeziński y George Franklin, aspiraban a crear un
organismo transnacional (1) destinado a consolidar el orden internacional
liderado por Estados Unidos y aliviar las tensiones emergentes entre los
miembros de la «tríada capitalista» (Estados Unidos, Europa Occidental y
Japón) debido al crecimiento económico europeo y japonés y a la
intensificación de la competencia intercapitalista tras la crisis del petróleo.
A mediados de la década de 1970, el think tank publicó,
entre muchos otros (2), un estudio que argumentaba que «una iniciativa conjunta
Trilateral-OPEP que aumentara la disponibilidad de capital para el desarrollo
beneficiaría a los países trilateralistas. En un período de estancamiento
del crecimiento y aumento del desempleo, resulta obviamente ventajoso
transferir fondos de los estados miembros de la OPEP a los países en
desarrollo para absorber las exportaciones de las naciones representadas en la
Comisión Trilateral».
Otro documento
de la misma época afirma: «El objetivo fundamental es consolidar el modelo
basado en la interdependencia [entre Estados] para proteger los beneficios que
garantiza a cada país del mundo de las amenazas externas e internas que
surgirán constantemente de quienes no estén dispuestos a tolerar la pérdida
de autonomía nacional que conlleva el mantenimiento del orden actual. Esto
puede requerir, en ocasiones, ralentizar el proceso de fortalecimiento de la
interdependencia [entre Estados] y modificar sus aspectos procedimentales. Sin
embargo, la mayoría de las veces será necesario trabajar para limitar las
intrusiones de los gobiernos nacionales en el sistema de libre comercio
internacional, tanto de bienes económicos como no económicos».
El objetivo de
los trilateralistas era, por lo tanto, transformar el planeta en un espacio
económico unificado, lo que implicaba el establecimiento de estrechos
vínculos de interdependencia entre los Estados y, como se afirma en un estudio
fundamental sobre el tema (3), «la reestructuración de la relación entre los
trabajadores y la dirección en función de los intereses de los accionistas y
los acreedores, la reducción del papel del Estado en el desarrollo económico
y el bienestar, el crecimiento de las instituciones financieras, la
reconfiguración de la relación entre los sectores financiero y no financiero
en beneficio de los primeros, el establecimiento de un marco regulatorio
favorable a las fusiones y adquisiciones empresariales, el fortalecimiento de
los bancos centrales, siempre que se ocupen principalmente de garantizar la
estabilidad de precios, y la introducción de una nueva orientación general
destinada a drenar los recursos de la periferia hacia el centro». Eso sin
mencionar la reducción de los impuestos a los ingresos más altos, a la
riqueza y al capital, liberando así recursos para la inversión productiva y
poniendo fin al preocupante descenso de la proporción de la riqueza total
(medida por la propiedad combinada de bienes raíces, acciones, bonos, efectivo
y otros activos) en manos del famoso 1% más rico de la población, a su nivel
más bajo desde 1922.
Este hecho
significativo es solo parcialmente atribuible al cambio histórico de la arquitectura
fiscal implementada en el período previo al estallido de la crisis de 1929 por
la administración Coolidge —y en particular por su secretario del Tesoro,
Andrew Mellon—, liderada por Franklin D. Roosevelt. La disminución de los
ingresos de las clases más ricas estuvo estrechamente vinculada a la tendencia
a la baja de los beneficios empresariales, que, como intuyó Karl Marx, se
produce siempre que se intensifica la competencia intercapitalista. En
concreto, el aumento astronómico de la inversión y la productividad logrado
por Europa Occidental y Japón no solo fue mayor que el aprovechado por Estados
Unidos, sino que también se produjo en un contexto caracterizado por una baja
inflación, un alto nivel de empleo y un rápido aumento del nivel de vida.
Durante un tiempo, la reducción del umbral de remuneración resultante de la
intensificación de la competencia entre Estados Unidos, Europa Occidental y
Japón se vio compensada por el vertiginoso aumento de los beneficios
industriales generado por el auge económico. Sin embargo, a partir de mediados
de la década de 1960, el margen comenzó a reducirse gradualmente debido a la
mayor exacerbación de la competencia intercapitalista, combinada con el
aumento general de los salarios y el fortalecimiento de los sindicatos. Por
otro lado, el desplome de Wall Street de 1969-1970 asestó un duro golpe a las
tendencias especulativas, desencadenando una espiral descendente que
continuaría al menos hasta finales de 1978, con la liquidación de aproximadamente
el 70% de los activos totales de los 28 mayores fondos de cobertura
estadounidenses.
El fenómeno
ciertamente llamó la atención de Lewis Powell, juez de la Corte Suprema con
una trayectoria como abogado de multinacionales tabacaleras, quien en agosto de
1971 envió una famosa carta a Eugene B. Sydnor, funcionario de la Cámara de
Comercio de Estados Unidos. En el documento (4), elocuentemente titulado «Ataque
al sistema de libre empresa estadounidense«, Powell lamentaba el asedio
ideológico y de valores que libraba contra el sistema corporativo «la extrema
izquierda, que es mucho más numerosa, está mejor financiada y es más
tolerada que nunca en la historia. Lo sorprendente, sin embargo, es que las
voces más críticas provienen de elementos muy respetables de las
universidades, los medios de comunicación, los círculos intelectuales,
artísticos e incluso políticos […]. Además, casi la mitad de los estudiantes
están a favor de la socialización de industrias estadounidenses clave, como
resultado de la difusión generalizada de propaganda engañosa que socava y
confunde la confianza pública». El juez proclamó entonces que «ha llegado el
momento de que las empresas estadounidenses marchen contra quienes pretenden
destruirlas […]». [Las empresas] necesitan organizarse, planificar a largo
plazo, disciplinarse por tiempo indefinido y coordinar sus esfuerzos
financieros hacia un único objetivo subyacente […]. La clase empresarial debe
aprender de las lecciones aprendidas por el mundo laboral, a saber, que el
poder político es un factor indispensable, que debe cultivarse con compromiso
y asiduidad y explotarse agresivamente […]. Quienes representan nuestros
intereses económicos deben afinar sus armas […], ejercer una fuerte presión
sobre todo el establishment político para asegurar su apoyo y
reprimir rápidamente a los oponentes, utilizando el poder judicial como
palanca, al igual que la izquierda, los sindicatos y los grupos de derechos
civiles lo han hecho en el pasado […], capaces de lograr éxitos notables a
nuestra costa”.
El pasaje más
significativo de la carta, sin embargo, es aquel en el que Powell llama la
atención sobre la necesidad de tomar el control de las escuelas y los medios
de comunicación, identificados como herramientas esenciales para moldear la
mente de los individuos y, por lo tanto, crear las condiciones políticas y
culturales para la reproducción perpetua del sistema capitalista.
Evidentemente, Powell no había pasado por alto las reflexiones formuladas por
Marx y Gramsci sobre el concepto de «hegemonía», que se ejerce con mucha mayor
eficacia mediante la hábil manipulación de los aparatos educativos y
mediáticos que mediante la coerción. En su opinión, era necesario convencer
a las grandes corporaciones para que aportaran suficientes sumas de dinero para
revitalizar la imagen del sistema mediante un refinado y meticuloso esfuerzo de
«construcción de consenso», al que se asignarían profesionales altamente
remunerados. «Nuestra presencia en los medios de comunicación, en congresos,
en el mundo editorial y publicitario, en los tribunales y en los comités
legislativos debe ser inigualable y de un nivel excepcional».
Otro aspecto
crucial es el establecimiento de una relación de colaboración con las
universidades, que facilitará la contratación de «profesores que creen
firmemente en el modelo emprendedor […] [y que, con base en sus convicciones],
evalúan los libros de texto, empezando por los de economía, sociología y
ciencias políticas». En cuanto a la información, «las emisoras de televisión
y radio deben ser monitoreadas constantemente con los mismos criterios que se
utilizan para evaluar los libros de texto universitarios. Esto es especialmente
cierto en el caso de los programas de fondo, que a menudo generan algunas de
las críticas más insidiosas al sistema empresarial […]. Los artículos que
promuevan nuestro modelo deben aparecer continuamente en la prensa, y los
quioscos también deben participar en el proyecto».
El otro texto
de referencia (5), complementario al memorando de Powell, en el que se
inspiraron los trilateralistas fue The Second American Revolution de
John D. Rockefeller III, un verdadero manifiesto ideológico publicado por el
Council on Foreign Relations en 1973. Proponía limitar drásticamente el poder
de los gobiernos mediante un programa de liberalización y privatización
destinado a privar a las autoridades estatales de algunas de sus funciones
reguladoras fundamentales y revocar las políticas keynesianas vigentes desde
el New Deal, con vistas a volver al modelo darwiniano y altamente desregulado
que había perdurado hasta la llegada al poder de Franklin D. Roosevelt.
La
implementación de los planes trilateralistas, impulsada por la proliferación
de fundaciones (el activismo de las del Medio Oeste, lideradas por las familias
Olin, Koch, Richardson, Mellon Scaife y Bradley, fue particularmente eficaz) y
por la aplicación práctica de una serie de medidas descritas en un impactante
informe (6) sobre la «crisis de la democracia», elaborado por los politólogos
Samuel Huntington, Michel Crozier y Joji Watanuki para la Comisión, se llevó
a cabo durante la presidencia de Jimmy Carter. Es decir, el candidato
demócrata que triunfó en las elecciones de 1976 gracias a una masiva campaña
mediática centrada en atribuir a la administración pública la
responsabilidad de toda una serie de problemas que aquejaban a Estados Unidos,
empezando por la ineficiencia causada por la excesiva burocracia y la
«interferencia» en la vida económica que socavó el pleno aprovechamiento del
potencial económico del país. Es significativo que la administración Carter
reclutó a 26 miembros de la Comisión Trilateral, entre ellos Walter Mondale
(vicepresidente), Cyrus Vance (secretario de Estado), Harold Brown (secretario
de Defensa), Michael Blumenthal (secretario del Tesoro) y Zbigniew Brzezinski
(asesor de seguridad nacional).
Notas
(1)https://www.everycrsreport.com/files/19810501_IP0092_2d3ea09e2c6068af730f41d315f4ea490bc91878.pdf
(2)https://www.jimmycarterlibrary.gov/digital_library/campaign/564806/96/76C_564806_96_03.pdf
(3)https://www.plutobooks.com/9781783714957/neoliberalism/
(4)https://scholarlycommons.law.wlu.edu/powellmemo/
(5)https://www.thriftbooks.com/w/the-second-american-revolution-some-personal-observations-a-cass-canfield-book_john-d-rockefeller/495541/
(6)https://samizdathealth.org/wp-content/uploads/2020/12/The-Crisis-of-Democracy-Trilatl-Comm-1975.pdf
Fuente: Strategic culture
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