jueves, 13 de noviembre de 2025

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Diez formas de robar a la clase obrera

 

DIARIO OCTUBRE / noviembre 13, 2025

 


Kike Parra (Unidad y Lucha).— Bajo la lógica capitalista, la relación entre la burguesía y el proletariado, a pesar de que la fuerza de trabajo constituye una mercancía, no es una mera transacción comercial equitativa. Es, en su esencia, una relación de explotación estructural. La acumulación de capital no se genera por arte de birlibirloque, sino a través de mecanismos de extracción de valor y riqueza de quienes la producen: la clase trabajadora.

Esta lista no constituye «numerus clausus» y menos un orden jerarquizado. Desgranamos diez formas habituales en que el sistema roba a la clase obrera, consolidando su dominación.

1. La plusvalía: la piedra angular.

La plusvalía es el mecanismo fundacional. Según la teoría del valor-trabajo de Marx, el valor de una mercancía lo determina el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. El capitalista compra una mercancía muy peculiar: la fuerza de trabajo del obrero. Su «valor» es el costo de su subsistencia y reproducción (comida, vivienda, etc.). Sin embargo, la fuerza de trabajo tiene la capacidad única de crear más valor del que cuesta mantenerla.

Si un trabajador produce su salario en 4 horas, pero trabaja 8, las 4 horas restantes son trabajo excedente, plusvalía, la fuente primaria de beneficio. Es el robo legalizado y sistematizado por excelencia.

2. Expolio salarial.

Más allá de la plusvalía estructural, el capitalista busca apropiarse de parte del trabajo necesario (el de su mantenimiento y reproducción), pagando por debajo de su valor. Salarios que no alcanzan para la canasta básica, extensión encubierta de la jornada laboral, impago de horas extras… Esto constituye un robo doble: intensifica la explotación, pero además, desde la propia «justicia» burguesa, se viola su propio contrato legal.

3. Impuestos indirectos vs. directos.

El Estado burgués, lejos de ser neutral, es un Consejo de Administración de los asuntos del Capital. Aunque los impuestos directos (sobre la renta) se idearon para paliar desequilibrios, la carga fiscal recae en los impuestos indirectos (IVA), profundamente regresivos. Un millonario y una trabajadora pagan lo mismo por una barra de pan, pero para la segunda supone un gran peso sobre su ingreso. El Estado recauda expoliando proporcionalmente más a quien menos tiene.

4. Presupuestos públicos regresivos.

Los Presupuestos se vuelven más regresivos. Mientras se recorta en sanidad, educación pública y servicios sociales, que sustentan la reproducción de la fuerza de trabajo de la clase obrera, se destinan ingentes recursos a infraestructuras que benefician al capital (autopistas, polígonos industriales), o a un ejército que protege sus intereses y a una deuda pública que es otro mecanismo de transferencia de riqueza.

5. Beneficios privados y socialización de las pérdidas.

Cuando una empresa quiebra o atraviesa dificultades, los costos son socializados. Hay un esfuerzo público para evitar esas «pérdidas» bonificando fiscalmente y subvencionando empresas. Pero el robo más explícito es el rescate bancario y corporativo. El Estado, con dinero público, inyecta capital en una transferencia de riqueza colectiva a manos privadas, socializando el riesgo  empresarial.

6. Obsolescencia programada.

Este mecanismo fuerza el consumo recurrente, dilapidando recursos escasos y deteriorando la naturaleza. La obsolescencia programada (diseñar productos para que fallen en un tiempo determinado) o la obsolescencia percibida (cambios estéticos que inducen a reemplazar lo funcional) obligan a gastar constantemente parte del salario en sustituir lo que debería ser duradero.

7. Privatización de lo público.

Lo Público (sanidad, educación…) es el resultado de décadas de inversión social y lucha de clases. Forma parte del patrimonio colectivo. Su privatización, aún más si es a precio de ganga, constituye un despojo del patrimonio común.

8. Especulación.

El capital financiero especula parasitariamente con bienes básicos (vivienda, alimentos…) sin crear riqueza. La compra de bienes raíces o la especulación en futuros de alimentos encarecen artificialmente estos productos. El trabajador, para acceder a lo elemental (un techo, comida), se ve obligado a pagar un «sobreprecio».

9. Deuda Pública.

La deuda pública es uno de los mecanismos de expropiación más abstractos. El Estado emite deuda que compran los grandes capitalistas (bancos, fondos de inversión). Para pagar los intereses, se recaudan más impuestos (que recaen sobre la clase trabajadora) o se recortan servicios públicos. Es un flujo constante de riqueza desde las arcas públicas (y, por tanto, del pueblo) directamente a los bolsillos de la oligarquía.

10. Inflación: el impuesto invisible.

Cuando los precios suben más que los salarios, el poder adquisitivo del trabajador cae en picado (Inflación de precios). La inflación erosiona silenciosamente los salarios, permitiendo a la burguesía aumentar la plusvalía sin tocar el salario nominal, desvalorizando el trabajo asalariado día a día. En relación con la deuda, la emisión de moneda devalúa el dinero, empobreciendo a la población (devaluación monetaria).

Conclusión:

Reconocer esta trama del Capital para empobrecer a la clase obrera nos debiera servir como herramienta de lucha y elevación de la conciencia de clase, llevando la reivindicación concreta, percibida por la clase, al escenario de lo político. No se trata de fenómenos aislados, casuales o coyunturales, sino de todo un entramado que permite mantener en pie un sistema basado en el expolio a quienes producimos toda la riqueza: la clase trabajadora.

Fuente: unidadylucha.es

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Guerra híbrida y filtraciones

 

Guerra híbrida y filtraciones

 

Por Carlos Fazio

Rebelión / EE.UU.MéxicoVenezuela

13/11/2025 



Fuentes: La Jornada


México y Venezuela reúnen, en la coyuntura, algunos elementos comunes y también grandes diferencias. Los dos son países poseedores de petróleo y otros recursos geoestratégicos disputados por Estados Unidos y China, y con distintos grados de intensidad y proyección situacional, ambos son objeto de una difusa guerra híbrida de Washington, que combina disuasión, presión psicológica y preparación bélica. 

Otro eje común es que, aunque encarnan proyectos político-ideológicos disímiles: con inflexión al socialismo en el caso venezolano y de corte nacional popular neodesarrollista en el mexicano, e integran alianzas estratégicas internacionales también diferentes (Venezuela con Rusia, China, Irán, Cuba y Nicaragua, y México principalmente con Estados Unidos, en situación de dependencia a través del tratado de libre comercio), tanto Nicolás Maduro como Claudia Sheinbaum han sido sometidos a intensas y sostenidas acciones de poder blando y duro por parte de Donald Trump. 

Asimismo, desde el comienzo de su segundo mandato, como comandante supremo de las fuerzas armadas y principal propagandista de su estrategia, con la mira puesta en Venezuela y México, Trump fabricó una matriz de opinión que asimila a los cárteles de la drogas como organizaciones terroristas extranjeras (verbigracia, Al Qaeda, ISIS, et al), una estrategia de fuerza extraterritorial –incluida la militar– presuntamente para combatir al narcotráfico, pero que adelantaba ya entonces la posibilidad de ataques aéreos letales con misiles y drones, para asesinar de manera sumaria a civiles identificados como criminales (sin exhibir pruebas), como ha venido ocurriendo en el Caribe y el Pacífico. 

La guerra híbrida utiliza a distintos niveles toda clase de medios y procedimientos, ya sea la fuerza convencional (por ejemplo, el actual cerco militar naval sobre las costas de Venezuela), como la guerra irregular (golpe suave, guerra económica, preventiva, jurídica [lawfare], de información, a las drogas, contra el terrorismo, cognitiva, cultural, mediática). 

Un componente central de la guerra híbrida son las operaciones sicológicas (OpSic) y las acciones encubiertas, como las autorizadas por Trump en Venezuela a la Agencia Central de Inteligencia. Herramientas de las políticas de cambio de régimen, las acciones encubiertas sirven para generar golpes de Estado, operaciones de bandera falsa y desestabilizar y generar caos social y político sobre el terreno por medio de distintos actores. 

Para ello, además de la CIA, Estados Unidos cuenta con otras 15 agencias de la llamada comunidad de inteligencia (DIA, NSA, FBI, DEA, NRO y otras) y oficinas de relaciones exteriores dependientes del Departamento de Estado (embajadas, consulados, misiones ante organismos internacionales, etcétera). 

Además de los agentes encubiertos de la CIA plantados sobre el terreno, los principales instrumentos injerencistas del Pentágono en el extranjero son los comandos de élite de la Marina de Guerra (Navy SEALs) y la Fuerza Delta del Comando Conjunto de Operaciones Especiales del Ejército. A su vez, para sus acciones clandestinas en Venezuela y México, la CIA, la DEA, la DIA, el FBI reclutan “activos nativos” (native assets) como informantes y operadores locales (militares y elementos de los aparatos de inteligencia y seguridad del Estado, políticos, periodistas, elementos del hampa, del narco, paramilitares, mercenarios y un largo etcétera), que actúan como agentes de redes de espionaje y/o generadores de violencia y caos, como en las guarimbas de la oposición venezolana jefaturizadas por María Corina Machado y, eventualmente, bajo la pantalla de los grupos de la economía criminal mexicanos, en ejecuciones simbólicas desestabilizadoras, como la que acaba de cobrar la vida del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, en Michoacán. 

Otros elementos esenciales y complementarios del accionar desestabilizador abierto y encubierto de Washington en Venezuela y México son el empleo de tecnologías de última generación (guerra cibernética) combinado con otros métodos de influencia como la siembra de desinformación, propaganda blanca, gris y negra, y noticias falsas (fake news) seguida de técnicas de repetición e intoxicación sistemáticas y persistentes en los medios de difusión masiva hegemónicos. 

Todas esas modalidades híbridas –que incrementan las incertidumbres propias de la “niebla de la guerra” y las misiones clandestinas– son precedidas por operaciones de prensa que invariablemente se mantienen hasta el final, y a cada momento se retroalimentan y proyectan de cara a la opinión pública. 

Un ejemplo típico de propaganda gris, que lleva el sello de las operaciones de desinformación conjuntas de la CIA, el MI5 británico y el Mossad israelí, y pudo ser manufacturada sobre el terreno por el embajador de Estados Unidos, Ronald Johnson, viejo halcón de las acciones clandestinas, es la filtración al periodista Barak Ravid (quien sirvió en la división de inteligencia israelí Unidad 8200) del medio estadunidense Axios, amplificada urbi et orbi por Reuters, sobre el supuesto intento de atentar contra la embajadora de Tel Aviv en México, Einat Kranz Neiger, citando a un “funcionario estadunidense” que habló bajo condición de anonimato. 

Según Ravid, la operación habría sido dirigida por una unidad de la Guardia Revolucionaria Islámica, “que durante años ha reclutado agentes en toda América Latina desde la embajada de Irán en Venezuela”. Desmentida por la Cancillería y la Secretaría de Seguridad locales, la filtración tuvo como objetivo demonizar a Irán, y enrarecer las relaciones entre Teherán, Caracas y México.

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Educar en la totalidad capitalista

 


Educar en la totalidad capitalista

 

Quique Badia Masoni

kaosenlared

Por Otros medios

13 de noviembre de 2025 


El debate ontológico en el marxismo, o sobre qué es lo que constituye nuestra realidad y de qué forma interactúan sus componentes, ha cobrado nueva vida tras la publicación de varias obras que lo abordan y con el centenario del nacimiento del filósofo Manuel Sacristán. Pero es en un libro de la militante comunista Ani Pérez, crítico con la llamada “educación alternativa”, donde se plantea con mayor elocuencia un interrogante con el que dar algunas respuestas a las cuestiones más urgentes del citado debate:

“(…) con respecto al término “intervención”, he de decir que desde hace tiempo me estoy cuestionando su uso, que parece presuponer una cierta exterioridad –que yo no suscribo– entre quien interviene y su objeto. Romper con cualquier forma de exterioridad es fundamental, pues de no hacerlo estaríamos asumiendo que el profesorado “crítico” está situado inicialmente fuera de las relaciones sociales que pretende transformar y, por lo tanto, como si no tuviera que transformarse a sí mismo en el proceso y permaneciera a salvo de cualquier crítica”.

Las falsas alternativas, segunda edición ampliada (Virus, 2023), pág. 43.

La nota al pie de Pérez plantea una pregunta relevante: ¿de qué manera se puede describir la subsunción de la actividad docente en una estructura concreta (la del capitalismo) y, a la vez, el innegable impacto que produce sobre el alumnado dicha actividad en particular? La solución que genera más consenso científico pasa por hacerlo en términos de relación de causa-efecto, aceptando que la labor del profesorado es causa primera (aunque no única) de los efectos de un determinado complejo de estructuras causales. Esta premisa choca contra la posición de aquellos que consideran al capital una totalidad indiferenciada –la postura menos defendible–, pero también contra los que, sin comprometerse con lo anterior, entienden que la determinación de las partes de un sistema puede ser simétrica o bidireccional y producto de contradicciones. Por definición, las relaciones causales son asimétricas: las causas siempre preceden a los efectos.

Atribuir poder causal a la actividad docente presupone al trabajo del profesorado una posición preeminente en los resultados académicos de un grupo de alumnos. Poca gente defenderá que este poder causal está al mismo nivel que los cambios en la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos, por poner solo un ejemplo. Al afirmar esto sobre la docencia se sobreentiende que, contra lo que sostienen algunos marxistas, no todo está relacionado con todo y al mismo nivel. Pero no es con esta asunción con la que pretende batirse este texto, pues ya ha sido suficientemente denostada.

Desarrollos recientes del marxismo han tomado prestados de la filosofía de la ciencia paradigmas como el mutualismo y los sistemas complejos de Edgar Morin. El primero se fundamenta en el emergentismo, una tesis que acepta que de una determinada estructura de partes emerge un todo con propiedades que no contenían sus componentes. Caso del agua, que contiene la capacidad de apagar un fuego, mientras que sus partes (hidrógeno y oxígeno) amplifican sus efectos. El mutualismo añade a la anterior posición la premisa de que la totalidad que emerge de una determinada estructura de interacciones entre componentes dispone de un poder causal propio que tiene efectos sobre sus partes. Algo así:

Representación de la afectación mutua entre una totalidad emergente y las partes en interacción en las que se origina (Lewin, 1993).

Søren Mau incorpora el mutualismo al marxismo, siguiendo el ejemplo de Andreas Malm, para describir como propiedad emergente la dominación impersonal del capitalismo y, más concretamente, a la coacción muda que generan sus relaciones de producción. Este marco permite explicar la dominación del capital sin darle a éste entidad de sujeto, pues explica que su poder sobre nuestras vidas es fruto de una determinada forma de organizar el trabajo. Otros autores, como Andrés Piqueras, remiten a las propiedades de la interdependencia, la recursividad, la retroalimentación y la mentada emergencia en los sistemas complejos de Morin, y señalan que en un futuro no muy lejano disciplinas como la cibernética, las ciencias cuánticas o de sistemas darán más proyección científica a la dialéctica marxista. Todos ellos, asumiendo que el desarrollo de los procesos sociales se da además mediante la secuencia dialéctica de negación, preservación y elevación.

Manuel Sacristán aportó otra pista con la que resolver el reto propuesto por Ani Pérez, en el prólogo al Anti-Dühring de Friedrich Engels de 1964: la noción de totalidades concretas, explicitada en los trabajos de Lenin. Pensar en el conjunto de relaciones causales (el sistema educativo) que capacitan a quien interviene (el profesor) como en una totalidad concreta y subsumida en una totalidad aún mayor que la contiene (el capitalismo) permite dibujar la relación que va del profesorado al estudiante (producto a su vez de otra totalidad concreta, formada por la familia o el barrio y sus condiciones materiales) como una relación externa a esta segunda totalidad (la que envuelve al estudiante), atravesada a su vez por la coacción muda del modo de producción capitalista. Algo así, siendo el círculo más grande el modo de producción capitalista, cada uno de los puntos de colores las totalidades concretas que lo componen y las líneas conectoras sus interacciones:

Representación de una interacción de partes subsumidas en una totalidad.

Pero Sacristán discrepaba en una cuestión esencial con Malm, Mau y Piqueras: él consideraba que la dialéctica era poco más que un “estilo intelectual” y una fuente de “metáforas precientíficas”, algo que se agregaba a su adhesión a la lógica clásica y su rechazo a las lógicas que aceptan algún tipo de contradicción. Los hitos más avanzados para formalizar la dialéctica en la actualidad se basan en los trabajos de Graham Priest y Elena Ficara, que fundamentan esta tentativa de formalización en la asunción de dos tipos diferentes de lógicas paraconsistentes. Sin entrar muy en detalle, son lenguajes lógicos que no tienen como premisa el principio de explosión, o de que de una premisa falsa se sigue cualquier cosa. Esto permite a quien usa estas lógicas expresar un movimiento de negación (mediante la contradicción), preservación (de dicha contradicción) y elevación (el surgimiento de una nueva propiedad).

Es posible ser fieles a Manuel Sacristán y defender que de las consecuencias aparentemente contraintuitivas de asumir la lógica clásica, que no acepta la contradicción, pueden surgir marcos explicativos con los que fundamentar la noción mutualista y a la vez hacer redundante la dialéctica. Timothy Williamson, en particular, basa su ontología y su método filosófico en la lógica modal de inferencia clásica, lo que le obliga a aceptar el necesitismo, o la idea de que todo lo posible existe de forma necesaria (eso es, en toda situación contrafáctica imaginable), pero que otra cosa es que sea concreto en el mundo actual.

Para entender la utilidad del necesitismo y su encaje en el paradigma mutualista es preciso introducir el concepto de capacidad de Nancy Cartwright. Por “capacidad”, según esta autora, hay que entender la potestad de un determinado objeto (evento o forma social) de provocar cambios en el mundo, como por ejemplo la aspirina, que es capaz de curar un dolor de cabeza. Otros filósofos como Giacomo Giannini plantean que la idea de capacidades no manifestadas pide alguna forma de necesitismo, pues, partiendo del citado ejemplo de la aspirina, para que su capacidad se manifieste alguien debe sufrir dolor de cabeza e ingerirla. En resumen, que la capacidad curativa del fármaco es necesaria para que sea considerado como tal, pero debe darse una determinada circunstancia para que se exprese. Puede pensarse en las capacidades como en disposiciones y en este marco explicativo como en un prisma similar al del esencialismo neoaristotélico que refiere César Rendueles en su último libro, A la sombra de Marx.

Con este esbozo de aparato conceptual ya es posible caracterizar las totalidades concretas de Sacristán y aterrizarlas en el caso expuesto por Ani Pérez. Se puede afirmar que enseñar a otros es una capacidad necesaria (y por lo tanto consustancial) del ser humano que se expresa en una estructura social concreta: la que permite la escolarización y los estudios universitarios para capacitar a docentes en sociedades organizadas para la reproducción y ampliación sistemática del conocimiento. Bajo este marco, la capacidad de enseñar emerge de una interacción de componentes en una totalidad concreta subsumida en otra totalidad mayor, que determina los fines de la referida reproducción: en el capitalismo, la preservación de la tasa de ganancia en los negocios de la burguesía. Esta descripción permite, pues, dibujar una relación de exterioridad entre docentes y alumnado que no obvia el contexto sistémico en el que se ubican ambas totalidades concretas.

La contradicción de la labor del profesorado, tal y como la expresaba la tradición marxista, se operacionaliza bajo este marco de la siguiente manera: el profesor, en tanto que objeto parte de un todo, contiene, por lo menos, dos capacidades, i) la de reproducir la valorización del capital mediante la producción de sujetos funcionales a las necesidades del capitalismo y/o ii) la de generar las condiciones para la liberación de los estudiantes del yugo de las relaciones de producción. En este modelo, una u otra o las dos capacidades se expresan en una determinada configuración causal-estructural, cambiando la identidad del docente en función de los poderes causales que lo atraviesan. Es una forma de expresar en lenguaje matematiforme la idea proferida por los compañeros de Café Marx de que “la sociedad [y las partes que la componen] es, precisamente, un conjunto de relaciones contradictorias, no una suma de partes o de conjuntos ya establecidos”.

El aquí expuesto no es un debate ocioso, pues permite clarificar las tareas de un proyecto socialista. Así, en la ontología y en el método referido la pregunta podría ser: ¿cuál es la estructura causal que permite la emergencia de la coacción muda? Søren Mau responde a esta pregunta que es de una estructura de unidades de producción descentralizadas y en competencia que se nutren de la fuerza de trabajo del proletariado en una sociedad de clases de donde emerge esta propiedad indispensable para la dominación capitalista. Pero de esta asunción se sigue lógicamente que existen otras formas sociales en las que la mentada coacción no emerge. Un análisis riguroso bajo este marco es el que identificaría qué apuestas hay que llevar a cabo en cada una de las totalidades concretas que constituyen el capitalismo para que el control racional de todo lo que afecta nuestras vidas se materialice.

En un artículo que publiqué recientemente, en el que entraba en más detalle en la propuesta aquí defendida, señalaba esta cuestión, relevante en el análisis de los fenómenos sociales:

“Stuart Glennan (Glennan, 2023) indica que para que esta [emergencia mutualista] se dé deben concurrir los siguientes elementos: dependencia, autonomía, novedad y holismo. Así pues, para Glennan, la propiedad emergente se construye en una relación de dependencia con las partes de las que emana, y el fenómeno emergente, para ser considerado tal, debe de ser relativamente autónomo de la fuente que lo origina; disponer de características nuevas y, por lo tanto, ser algo más que la suma de las partes. La hipótesis aquí defendida es que el poder causal de la totalidad concreta emergente permite la manifestación de ciertas capacidades. Gillett sostiene que las totalidades concretas tienen efectos sobre otras totalidades de la misma naturaleza mediante relaciones horizontales densas. Pero también reconoce la existencia de relaciones verticales y más «delgadas» entre algunas capacidades de la totalidad concreta y las capacidades de alguna de las partes”.

La relación entre el docente y el sistema educativo es de dependencia, pero no está claro que la totalidad concreta que emerge de su actividad opere de forma autónoma ni aporte novedades respecto a la acción de las partes. De ahí que considere fructífero el análisis que surge del modelo propuesto, pues permite aislar los elementos autónomos y nuevos que surgen de una determinada estructura de interacciones y reflexionar sobre qué es lo que las propicia, a la vez que nos posibilita a los comunistas pensar en qué hay que hacer para que no emerjan propiedades como la coacción muda en ámbitos como el de la educación.

Viento sur

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El enemigo en casa

 

La ofensiva de Steve Bannon para que le quiten la nacionalidad a Zohran Mamdani, y las amenazas de Pete Hegseth, que pretende que el Pentágono tenga a los musulmanes como su principal objetivo, evidencian sus temores. Para ellos, el musulmán es el principal enemigo


El enemigo en casa


El Viejo Topo

13 noviembre, 2025

 


LOS CRUZADOS DE TRUMP TIENEN A SU ENEMIGO EN CASA

A Donald Trump y los más extremos de los ultraderechistas que le dan coba, el triunfo de Zohran Mamdani les aguó la fiesta que imaginaban para celebrar el primer aniversario de la elección que los depositó nuevamente en la Casa Blanca. La razón fundamental es que el alcalde electo de Nueva York -la principal ciudad del país y la “capital” financiera de occidente- compró todos los boletos para figurar en la lista negra del trumpismo: es musulmán, se autodefine como socialista y ni siquiera nació en Estados Unidos, el único dato que debería tranquilizarlos, ya que no puede aspirar a la presidencia.

El resultado del comicio del martes alteró los nervios tanto del primer mandatario como del estratega de la internacional ultraconservadora, Steve Bannon, que ya venía advirtiendo sobre el “peligro” de alguien a quien cataloga de ser un marxista-yihadista que “está llevando el bolchevismo a nuestra ciudad más grande”. Al conocerse el resultado, Bannon pidió que le quitaran la nacionalidad estadounidense, que Mamdani, nativo de Uganda de padres de India, había conseguido en 2018. Trump, que venía de amenazar, en el famoso encuentro con Javier Milei, con dejar a Nueva York sin fondos –como prometía hacer con Argentina si el oficialismo era derrotado el 26 de octubre– ninguneó el resultado tanto en “la Gran Manzana” como en las gobernaciones de Nueva Jersey y Virginia, afirmando que los republicanos perdieron porque él no figuraba en la papeleta. Algo así había respondido en 2001 Fernando de la Rúa tras las elecciones de medio término del 14 de octubre de aquel año. No vale extrapolar. ¿No vale?

Otro que se revuelve en su escritorio es el secretario de Guerra, Pete Hegseth. El hombre, un fanático que se ve a sí mismo como un guerrero cristiano del siglo XXI, tiene un tatuaje en su brazo con la frase Deus vult, el lema con que el papa Urbano II alentó a los fieles que iban al Santo Sepulcro para desplazar a los musulmanes, y otro en el pectoral derecho con la Cruz de Jerusalén. En su libro American Crusade (Cruzada estadounidense) dice cosas como:

“El islamismo es la amenaza más peligrosa para la libertad en el mundo. No se puede negociar, coexistir ni comprender; debe ser expuesto, marginado y aplastado. Al igual que los cruzados cristianos que repelieron a las hordas musulmanas en el siglo XII, los cruzados estadounidenses deberán mostrar la misma valentía contra los islamistas de hoy”.

“La izquierda no quiere que se cuente la verdadera historia del islam y el islamismo. Quiere glorificarlo y envalentonarlo, ocultando sus defectos bajo una alfombra persa y destacando una versión desinhibida de sus mejores cualidades; todo lo cual perpetúa la mentira políticamente correcta de que el islam es una religión de paz”.

“El aumento de la población musulmana en Inglaterra, junto con la bien documentada aversión de los musulmanes a la asimilación, ha dado lugar a varios barrios exclusivamente musulmanes —sí, zonas restringidas— en diversas ciudades y a un aumento correspondiente en el número de funcionarios musulmanes electos, entre los que destaca Sadiq Khan, el alcalde de Londres”.

Ahora, con «el demonio» en casa, el Pentágono no tendrá que viajar tanto para convertirse en cruzado. De hecho, el despliegue de tropas de la Guardia Nacional que desde el primer día de gestión abrió la administración Trump tiene a los inmigrantes como su objetivo más importante.  La “casualidad” lleva a que los distritos donde se despliegan esos efectivos están en manos de gobernantes demócratas. También, que el martes Mamdani se presentaba con el sello del partido Demócrata, lo mismo que las electas Mikie Sherrill y Abigail Spanberger en Nueva Jersey y Virginia. En su discurso ante 800 generales del 30 de septiembre, Hegseth les había avisado que tomaran esas incursiones dentro del territorio como entrenamiento, tras advertirles que “nos encontramos bajo una invasión desde dentro. No es diferente de la de un enemigo externo, pero más difícil, de muchas maneras, porque no llevan uniformes”.

Trump había resaltado esta imagen en su mensaje en la Asamblea General de la ONU en la que dijo que ese organismo no hacía nada para evitar la “inmigración descontrolada”. Este viernes, se reunió con el primer ministro húngaro, Viktor Orban, y tras el encuentro en el Salón Oval con su ultraderechista de cabecera en el este europeo, le habló a la UE: “deberían respetar a Hungría y a su líder, y respetarlos mucho, porque tiene razón sobre la migración (…) mira lo que pasa con Europa, que está inundada y sus tasas de criminalidad se están disparando (salvo) en Hungría, donde las cosas se hacen como se tienen que hacer y el número de migrantes ilegales es cero. Nadie puede pisar la frontera sin permiso”. Como gesto de amigo, Orban consiguió que se le permitiera seguir comprando energía a Rusia sin recibir las sanciones que mantienen tanto EE UU como la UE.

Fuente: Tiempo Argentino

Artículo republicado por Resumen Latinoamericano

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Hay 17 Españas


 

Hay 17 Españas

Por Jaime Richart

kaosenlared                                    

12 de noviembre de 2025


Gracias a Aznar y a su política ofensiva durante estos ocho años, en España se ha ido abriendo poco a poco la vieja herida que encendió la chispa de la guerra civil.

Habrá contribuido Aznar a librar al mundo de un Hussein que en realidad no nos molestaba: un tirano, según la nomenclatura occidental, cuyos supuestos genocidios fueron cometidos quince años atrás, pero había conseguido que su país viviese en paz. El mismo argumento que esgrimió nuestro dictador para justificar la supuesta pacificación de España tras la confronta­ción perma­nente entre compatriotas. Hussein era, en definitiva, el repre­sentante de una nación más entre las muchas que el im­perio yanqui ha tratado sin piedad durante un siglo, dejando en Irak once mil muertos, según cifras oficiales.

Pero además de que la ocupación de Irak, en la que Aznar par­ticipó entusiasta, ha provocado más terrorismo, más inestabili­dad y más incertidumbre, el expresidente dejará entre nosotros una fractura profunda: la resurrección de las dos Españas que Franco ensambló a la fuerza. Su actitud y la de sus correligiona­rios encarnan aquella vieja España negra, miserable, hipócrita, rencorosa, provocadora, desafiante, engreída, petulante y necia, que la otra España —la seria, sensible e inteligente— ha ignora­do cuando ha podido y en el fondo detesta.

Pero tampoco este nuevo régimen, una democracia deficiente por serlo sólo en apariencia, será capaz de superar el viejo es­quema de las dos Españas, porque en realidad hay tantas como Comunidades Autónomas.

La idea de las dos Españas sostenida, en claves distintas, por Sánchez Albornoz y Madariaga me parece hoy pobre y simplis­ta. Cada Comunidad es un espacio ideológica y culturalmente independiente. La homogeneidad que caracteriza a las naciones europeas —Francia, Italia, Alemania, Holanda o los países nór­dicos— es, en España, definitivamente imposible. El esfuerzo de aquel caudillo gallego por conseguirla fue baldío tras 47 años de empeño. De ahí que España siga siendo un meltingpot, metá­fora del lugar donde diversas culturas y nacionalidades se mez­clan para crear una nueva identidad, como se dice de Estados Unidos. Una nación con cincuenta estados de sensibilidades muy distintas, aunque en España, incluso, cada clima influya en el temperamento.

Si se desea una España compacta, sólo será posible organizán­dola como un Estado federal, con un gobierno central dedicado casi exclusivamente a la política exterior y poco más. Mientras no sea así, España seguirá siendo un vivero de violencia política más o menos contenida, un Estado artificioso, ridículo o fallido.

Jaime Richart

24 marzo 2004

Imagen de portada:  España – Creative Commons Wikimedia

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