lunes, 15 de diciembre de 2025

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La lucha unitaria del profesorado experto en el País Valencià: cómo se consiguen victorias sindicales [España]

 

La lucha unitaria del profesorado experto en el País Valencià: cómo se consiguen victorias sindicales

 

DIARIO OCTUBRE / diciembre 15, 2025

 


Felip Vicedo (Unidad y Lucha).— La reciente huelga indefinida del profesorado experto de Formación Profesional y especialistas de régimen especial en el País Valencià representa un ejemplo de lucha unitaria y resistencia frente a la precarización de la educación pública. Para comprender cómo se llegó a esta movilización histórica, debemos remontarnos a un trabajo de años. Este colectivo ya era el más maltratado de la educación pública valenciana. No cobraban complementos (ni trienios, ni sexenios, ni las jefaturas de departamento…), se les disminuían las horas cuando el alumnado se iba a la empresa, etc. Desde el Consejo Sindical Obrero, (CSO), desde nuestros inicios, comenzamos a reclamar judicialmente todos estos despropósitos. El año pasado se intentó reducir el salario a este colectivo y realizamos movilizaciones para evitarlo, junto con quien se quiso sumar. El culmen, que provoca la huelga indefinida que se convoca el día 3 de noviembre, es la publicación del Decreto 97/2025, que supuso un ataque frontal contra las condiciones laborales.

En junio, la Conselleria d’Educació publicó un decreto que, bajo la apariencia de regularizar la situación, en realidad suponía un 41.34 % de reducción salarial. Se establecían requisitos de acceso casi inalcanzables, limitaba las horas complementarias para preparación de clases al 20 % e ignoraba las funciones reales que estos profesionales venían desarrollando en los centros educativos. Era, en definitiva, una herramienta para abaratar costes a costa de los derechos laborales del profesorado más vulnerable.

Durante semanas, el profesorado experto mantuvo en más del 80 % la huelga, una lucha que ha combinado la movilización en la calle, medios de comunicación, redes sociales y presiones a grupos políticos con la negociación. Las concentraciones ante las direcciones territoriales de educación, asambleas en los centros más implicados y la creación de una caja de resistencia (en solitario desde CSO) le hicieron ver a la Conselleria la determinación de un colectivo que se negaba a aceptar su precarización. La huelga indefinida, convocada para el inicio del curso 2025-2026, demostró que no se trataba de un conflicto pasajero, sino de una batalla por la supervivencia misma de la Formación Profesional pública de calidad.

Hoy estamos a días del acuerdo con avances significativos. Hemos pasado de las 22 h. que la Conselleria estaba pagando para el profesorado con 18 h. de clase a las 32.5. Pero el colectivo no se rinde. El profesorado es consciente de su propio poder: sin nosotros no se imparte una clase.

Lo más valioso de este proceso ha sido la demostración práctica de que cuando se tiene un objetivo claro hacia el que hay que caminar y las trabajadoras y trabajadores lo han asumido como propio, la unidad sindical consigue victorias. Frente a la estrategia habitual de dividir para vencer, las organizaciones sindicales han mostrado que la coordinación y la solidaridad son las herramientas más eficaces para defender los derechos de la clase trabajadora. No se trata de que las organizaciones sindicales luchemos por echarnos la culpa del momento actual, ni que busquemos destacar frente a otras (hipermobilizar es una estrategia de desmovilización), sino que aunemos nuestras fuerzas en el objetivo de mejorar.

Una movilización similar ocurrió en la huelga de tribunales de educación en junio. CSO planteó que, si nadie convocaba una huelga, la convocaríamos en solitario. Resultado: CSO juntó fuerzas con STEPV y se consiguió un acuerdo que sin esta huelga hubiera resultado imposible, reconociéndonos todas nuestras reivindicaciones. CC. OO. y UGT aprendieron que cuando nosotros lanzamos o vienen con nosotros o se quedan con la patronal. Por eso esta vez han estado con nuestras y nosotros en la huelga.

Esta victoria no es el final, sino el comienzo de una nueva etapa en la que la solidaridad y la combatividad deberán mantenerse intactas. El aprendizaje debe ser que sin lucha nada se gana, porque, como bien sabe el movimiento obrero, los derechos no se regalan: se conquistan con lucha y se defienden con unidad.

Fuente: unidadylucha.es

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Esta pregunta surge en un análisis de Tricontinental Asia, último de una serie. La respuesta es difícil, por una complejidad que conduce a que el continente esté desarticulado económicamente, cercado militarmente y subordinado financieramente.

TOPOEXPRESS


¿Es posible Asia?


Shiran Illanperuma

El Viejo Topo

15 diciembre, 2025 



HACIA UNA ECONOMÍA POLÍTICA DE ASIA

Cada vez se reconoce más que el centro de gravedad de la economía mundial se está desplazando hacia Asia. El continente, que alberga al 60% de la población mundial, contribuye al 70% del crecimiento económico mundial, al 40% del comercio mundial de mercancías y al 57% del valor añadido de la industria manufacturera mundial.

Una serie de organizaciones asiáticas, como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, la Organización de Cooperación de Shanghái y la Cooperación Económica Asia-Pacífico, apuntan a una tendencia hacia el regionalismo. La Asociación Económica Integral Regional, centrada en Asia, es el mayor bloque de libre comercio del mundo.

De hecho, se podría argumentar que el dinamismo de Asia anima el nuevo estado de ánimo en el Sur Global. Cinco de los diez Estados miembros del BRICS se encuentran en el continente asiático (seis si incluimos a Rusia, que se extiende tanto por Europa como por Asia). Aproximadamente el 83% de la población y el 82% del producto interno bruto de los Estados miembros del BRICS provienen de Asia.

“La cooperación entre los Estados no puede mantenerse a menos que estén profundamente unidos en términos de modos de producción, cadenas de producción e intereses económicos”, afirma Yang Ping, fundador y editor de la revista china Wenhua Zongheng (Revista Cultural de Pekín).

En su intervención en la presentación de la intervención de Tricontinental Asia en Shanghái, al margen del Foro Académico del Sur Global 2025, Yang Ping señaló que las uniones económicas regionales más duraderas hasta la fecha se han dado en Europa –el bloque socialista del COMECON y la Unión Europea capitalista– debido a la profunda integración de las cadenas industriales. Sin embargo, la integración en Asia sigue siendo desigual debido al desarrollo desigual y a las fuertes disparidades regionales.

La división del trabajo en Asia

En 1972, el marxista egipcio Samir Amin clasificó el continente africano en cuatro zonas en función de las funciones económicas que se les habían asignado en la división internacional del trabajo: las economías comerciales coloniales de África occidental y central, las concesiones mineras de la cuenca del río Congo, las reservas de mano de obra de África oriental y meridional, y casos atípicos como la Etiopía feudal. Tomando prestada la metodología de Amin, se puede utilizar una similar para empezar a comprender Asia.

Asia Oriental es el núcleo industrial. Esta región incluye a Japón, el primer país no europeo en industrializarse, así como a China, que representa más del 30% del valor añadido de la industria manufacturera mundial y es el único país del mundo que produce bienes de todas las categorías de la Clasificación Industrial de las Naciones Unidas. China también lidera 37 de las 44 tecnologías críticas.

El sudeste asiático está formado por economías comerciales coloniales que han pasado a ser economías de plataforma de exportación. A pesar del aumento de su capacidad manufacturera, países como Malasia y Tailandia carecen de tecnología autóctona y de empresas competitivas a nivel mundial. En muchas de estas economías, las reformas agrarias siguen siendo incompletas y la desigualdad es elevada, lo que limita el potencial del mercado interno.

El sur de Asia es la reserva de mano de obra que abastece al norte global y a los Estados del Golfo. De hecho, su papel ha cambiado poco desde la época colonial, cuando el subcontinente proporcionaba coolies, cipayos y administradores para el Estado colonial. Economías como Bangladesh, Nepal y Sri Lanka siguen dependiendo de las remesas. Los intentos de industrialización autocéntrica (India) y la transición a economías de plataforma de exportación (Sri Lanka y Bangladesh) han dado resultados limitados.

Asia Central se asemeja más a una concesión minera debido a su fuerte dependencia de las rentas de los recursos naturales. Esta región, poco estudiada, es estratégicamente importante debido a sus reservas de energía potencial, que incluyen petróleo, gas, uranio y energía hidroeléctrica. También es rica en materias primas y minerales críticos que son cruciales en la carrera por las tecnologías verdes y digitales.

Por último, está Asia Occidental, dominada por los rentistas del petrodólar del Consejo de Cooperación del Golfo. Estos Estados constituyen el 28% de las ventas mundiales de petróleo y reciclan ese excedente en el complejo militar-industrial-financiero estadounidense. Los intentos de desarrollo autocéntrico han sido aplastados mediante guerras híbridas, invasiones, sanciones o la capitulación de las élites locales (en Egipto, Siria, Irak, Yemen e Irán). El nexo entre el ejército, el petróleo y las finanzas en esta región es crucial para el mantenimiento del imperialismo en Asia y el resto del Sur Global.

Dependencia financiera y cerco militar

Pero la desigualdad del desarrollo de Asia también es una fortaleza. El continente cuenta con todos los factores básicos necesarios para un desarrollo autocéntrico regional: mano de obra, recursos naturales, tecnología y capital. Sin embargo, Asia sigue desarticulada por diversas razones.

Además de las cinco zonas descritas anteriormente, existen las “bases avanzadas” del imperialismo en Asia. Entre ellas se encuentran las colonias de pobladores (Israel, Australia y Nueva Zelanda) y los Estados ocupados militarmente o complacientes (Japón, China Taipéi, Corea del Sur y Turquía, miembro de la OTAN). Situados en los flancos oriental y occidental de Asia, estos Estados actúan como disruptores de señales que desestabilizan y desarticulan la región en interés del capital occidental. A ellos se suman cientos de bases militares estadounidenses repartidas por todo el continente asiático.

A este cerco militar se suma la subordinación financiera. El Informe sobre la integración económica asiática 2025publicado por el Banco Asiático de Desarrollo (ADB), señala que Asia es la segunda región más integrada del mundo después de la Unión Europea y el Reino Unido. En el Índice de Integración Regional del ADB, Asia obtiene buenos resultados en materia de comercio, circulación de personas e inversión extranjera directa. Sin embargo, la integración de Asia es más débil en el ámbito financiero.

La integración entre los hidrocarburos de Asia occidental y el dólar estadounidense, así como la orientación industrial de Asia oriental y sudoriental hacia los mercados del Norte Global, garantizan la perpetuación de la hegemonía del dólar. Esto deja a la región vulnerable a las acciones del Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que controla la moneda de reserva mundial. En términos financieros, Asia sigue rindiendo tributo a Washington y Wall Street.

Restaurar la historia para inventar el futuro

El primer soldado en izar la bandera soviética sobre el Reichstag fue un asiático: Raqymjan Qoshqarbaev, de la República Socialista Soviética Autónoma de Kirguistán, actual Kazajistán. No hay fotografías de este acontecimiento, que tuvo lugar por la noche. La icónica imagen “Izando la bandera sobre el Reichstag”, de Yevgeny Khaldei, no era más que una recreación artística de ese momento: el propio Qoshqarbaev no podía aparecer en la fotografía.

El último estudio realizado por Tricontinental es una historia “restauracionista” de la Segunda Guerra Mundial, o la Guerra Mundial Antifascista. El papel de Asia en esta guerra ha sido borrado por el Norte Global y olvidado incluso en algunas partes de Asia. Aproximadamente el 35% de las muertes en la Guerra Mundial Antifascista se produjeron en China, las Indias Orientales Neerlandesas, la Indochina Francesa y Filipinas. Si se añade la Unión Soviética a esta mezcla, la proporción aumenta al 66,5%.

El estudio afirma que el verdadero comienzo de la Segunda Guerra Mundial fue en 1931, con el incidente del puente Marco Polo, que marcó el avance del militarismo japonés en China. Restaurar la historia de Asia como lugar de resistencia anticolonial y antiimperialista nos permite empezar a teorizar sobre una posible Asia.

Yang Ping señala que, a pesar del constante impulso del capitalismo hacia la globalización de la producción y la ruptura de las fronteras nacionales, el sistema sigue dependiendo de los Estados-nación y las fronteras territoriales para funcionar. Sostiene que la globalización capitalista es fundamentalmente frágil debido a las desigualdades entre el centro y la periferia, las posiciones ascendentes y descendentes en las cadenas de valor globales y la forma en que se distribuyen los beneficios.

“Hoy en día asistimos a una ola de desglobalización, con el capitalismo entrando en una fase antiglobalización. Desde esta perspectiva, la capacidad del capitalismo para mantener la integración transnacional se enfrenta a restricciones cada vez mayores”, afirma Yang Ping.

“Sin descubrir un modo de producción y una organización social superiores al capitalismo, o sin encontrar mecanismos más profundos de integración económica y política, es extremadamente difícil trascender las estructuras capitalistas y realizar uniones a nivel continental”.

Fuente: Globetrotter

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domingo, 14 de diciembre de 2025

COLAPSA EL FRENTE DE SIVERSK.LOS RUSOS ATRAVIESAN KILÓMETROS HACIA EL O...

Kaja Kallas, caso clínico

 

Si todo lo que se cuenta en este artículo es cierto, Kaja Kallas no debería estar ni un minuto más instalada en la cúspide de la Unión Europea, porque no está capacitada ni para dar clases en un colegio de enseñanza media. ¿Cómo ha llegado Europa a esto?

Kaja Kallas, caso clínico

 

Gianandrea Gaiani

El Viejo Topo

14 diciembre, 2025 



EL CASO CLÍNICO DE KAJA KALLAS. ¿CÓMO LLEGÓ EUROPA A ESTA SITUACIÓN?

Las últimas declaraciones de la Alta Comisionada Europea de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, exigen (o al menos deberían exigir) una seria reflexión sobre la calidad política y cultural de la Comisión von der Leyen y de sus altos funcionarios, que están llevando a Europa no sólo al desastre económico y a la irrelevancia estratégica, sino también al ridículo, al desprecio, al menosprecio y al escarnio público en la comunidad internacional.

Kallas no es ajena a meteduras de pata legendarias, como cuando pidió la disolución de la Federación Rusa en repúblicas en guerra (¿con 6.500 ojivas nucleares en circulación?) o cuando se destacó en un acalorado debate con China al demostrar que desconocía quién había ganado la Segunda Guerra Mundial. Periodistas y comentaristas chinos han expresado repetidamente su conmoción e incredulidad ante esta Alta Comisionada de la UE que «habla como una estudiante de secundaria».

El pasado mes de marzo presentó, junto con el comisario de Defensa y Aeroespacial, Andrius Kubilius, el “ Libro Blanco Conjunto sobre la Preparación de la Defensa Europea 2030”, pomposamente definido como Libro Blanco pero compuesto por apenas 22 páginas llenas de banalidades.

Más recientemente, el Secretario de Estado Marco Rubio se negó a reunirse con ella durante las conversaciones para llevar la paz a Ucrania, y Kallas incluso ha logrado ir más allá en esta circunstancia al promover un plan que cambia la percepción de la realidad.

Como es bien sabido, los puntos de discusión en las negociaciones incluyen la reducción de las tropas ucranianas y la limitación de las capacidades de sus futuras fuerzas armadas. Sin embargo, Kallas insistió en Ginebra en que «Moscú debe hacer concesiones y reducir sus tropas», proponiendo limitar el tamaño de las Fuerzas Armadas y el presupuesto de defensa ruso.

En general, no creemos que sea correcto interferir en las decisiones de países soberanos sobre el tamaño de sus ejércitos; mi punto es que si se va a ejercer presión sobre el ejército ucraniano, que no ha invadido a nadie, también debería ejercerse presión sobre el ejército ruso. Porque, en realidad, el ejército ruso es el que representa un riesgo para todos. No me refiero a los países europeos, sino a todos los vecinos de Rusia. Si los ejércitos rusos son grandes, si su presupuesto militar es tan elevado como ahora, querrán volver a usar armas.

Por supuesto, la ex primera ministra estonia ya había demostrado en varias ocasiones su falta de sentido de la realidad al afirmar que Ucrania debía reconstruirse con dinero ruso, olvidando que las reparaciones de guerra las pagan los derrotados, no los vencedores.

El profesor Eldar Mamedov, experto en política exterior del Instituto Quincy y del Consejo Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales, escribió en septiembre pasado un artículo en Responsible Statecraft con un título bastante explícito: La impactante falta de alfabetización histórica de Kaja Kallas. Reproducimos algunos extractos.

La jefa de política exterior de la UE, Kaja Kallas, ha demostrado sistemáticamente un enfoque reduccionista y simplista de la geopolítica, lo que delata una grave falta de profundidad estratégica y conocimiento histórico para un cargo tan crucial. Su fracaso es sintomático de un declive generalizado del arte de gobernar europeo.

En reacción a la reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y el desfile militar en Beijing dedicado a la victoria sobre el fascismo en la Segunda Guerra Mundial, al que asistieron docenas de líderes, incluido el presidente ruso Vladimir Putin, Kallas dijo que para ella era «una novedad» que China y Rusia estuvieran entre los vencedores que derrotaron al nazismo y al fascismo.

No se trata de un error menor, sino de una desconcertante falta de conocimiento histórico.

Para colmo, en una caricatura estrafalaria, calificó a los chinos como «muy buenos en tecnología, pero no tanto en ciencias sociales, mientras que los rusos son muy buenos en ciencias sociales, pero pésimos en tecnología». Resulta ciertamente alarmante que el máximo diplomático de la UE presente esta dicotomía infantil como una lente legítima para analizar dos de los desafíos estratégicos más complejos y graves que enfrenta el continente.

Los comentarios de Kallas fueron tan atroces que provocaron una reprimenda inusualmente directa y dura del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, una medida que señala un preocupante deterioro de la posición diplomática de la UE.

Esta visión primitiva se está traduciendo ahora en una política exterior peligrosamente rígida.

Si Europa quiere navegar por las traicioneras aguas del siglo XXI, sus líderes deben demostrar una comprensión fundamental de las grandes potencias a las que se enfrentan, en lugar de la mentalidad caricaturesca propagada por Kallas y sus secuaces. La insoportable superficialidad del enfoque actual no convertirá a Europa en protagonista en la configuración de un orden global emergente, sino en un espectador indefenso, desorientado y cada vez más irrelevante.

Sin embargo, el tiempo de reflexión debería haber terminado, después de que la Alta Representante de la UE hiciera recientemente una declaración tan audaz que no hay excusa, al afirmar que » en 100 años, Rusia ha atacado a 19 países, algunos de ellos tres o cuatro veces. Pero nadie ha atacado a Rusia en ese período «.

Una declaración que deja atónito a cualquiera, preguntándose si se debe a la ignorancia, como Kallas ya ha demostrado repetidamente, o al deseo de mentir para intentar «reescribir» la historia. Tales declaraciones ya no pueden justificarse únicamente por la rusofobia o el odio a los rusos que caracterizan a las naciones bálticas hoy en día.

¿Es posible que entre su numeroso personal, Kallas no tenga a nadie con siquiera un conocimiento básico de historia (un libro de texto de quinto grado sería suficiente) para escribir o corregir los textos de sus extraños discursos?

También porque los rusos reciben de Kaja Kallas un material de propaganda precioso que ni siquiera necesita ajustes para ser utilizado contra Europa, demostrando sin esfuerzo la falta de preparación de nuestros dirigentes.

«¡Llamen a los paramédicos! Ahora entiendo por qué los periodistas en la rueda de prensa de hoy me pidieron que comentara la negativa del secretario de Estado estadounidense Rubio a reunirse con ustedes», enfatizó la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, mientras una foto de la Alta Comisionada con camisa de fuerza circulaba por los canales rusos de Telegram.

En Europa, los medios de comunicación y los políticos “alineados” con la propaganda ucraniana, de la OTAN y de la UE no hacen más que denunciar la amenaza de la desinformación rusa, pero luego son los dirigentes políticos de la UE quienes, cubriéndose de ridículo, la alimentan y nutren.

Al fin y al cabo, el «caso Kallas» es hoy clínico y quizá incurable, como admiten ahora incluso círculos pro-UE.

«Esta Europa no es la salvación ni el camino a seguir. Da vergüenza escuchar las declaraciones de la comisaria Kallas cada semana. Y no es un problema trivial. No lo digo para complicar las cosas, pero esta no es nuestra comisión, y la mayoría ya no aguanta. No podemos resignarnos a que la UE sea solo una institución de rearme», declaró el exministro Andrea Orlando (PD).

La única pregunta que queda por hacer es: “¿Cómo llegamos a esta situación en Europa?”

Fuente: Analisidifesa

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sábado, 13 de diciembre de 2025

HUÍDA MASIVA DEL EJÉRCITO UCRANIANO AL NORTE DE DONETSK. GOLPE BRUTAL DE...

De barros y lodos

 

¿De qué barros proceden los lodos contemporáneos? Para Gabenelli, hay que localizar su origen en la ya casi olvidada Comisión Trilateral y sus manejos para dar forma a un constructo social que impulsó la globalización y la verticalización de la riqueza.

TOPOEXPRESS

De barros y lodos

 

Giacomo Gabelini

El Viejo Topo 

13 diciembre, 2025



LA COMISIÓN TRILATERAL CREÓ EL OCCIDENTE CONTEMPORÁNEO

 

Cuando establecieron la Comisión Trilateral en 1973, sus fundadores, David Rockefeller, Zbigniew Brzeziński y George Franklin, aspiraban a crear un organismo transnacional (1) destinado a consolidar el orden internacional liderado por Estados Unidos y aliviar las tensiones emergentes entre los miembros de la «tríada capitalista» (Estados Unidos, Europa Occidental y Japón) debido al crecimiento económico europeo y japonés y a la intensificación de la competencia intercapitalista tras la crisis del petróleo. A mediados de la década de 1970, el think tank publicó, entre muchos otros (2), un estudio que argumentaba que «una iniciativa conjunta Trilateral-OPEP que aumentara la disponibilidad de capital para el desarrollo beneficiaría a los países trilateralistas. En un período de estancamiento del crecimiento y aumento del desempleo, resulta obviamente ventajoso transferir fondos de los estados miembros de la OPEP a los países en desarrollo para absorber las exportaciones de las naciones representadas en la Comisión Trilateral».

Otro documento de la misma época afirma: «El objetivo fundamental es consolidar el modelo basado en la interdependencia [entre Estados] para proteger los beneficios que garantiza a cada país del mundo de las amenazas externas e internas que surgirán constantemente de quienes no estén dispuestos a tolerar la pérdida de autonomía nacional que conlleva el mantenimiento del orden actual. Esto puede requerir, en ocasiones, ralentizar el proceso de fortalecimiento de la interdependencia [entre Estados] y modificar sus aspectos procedimentales. Sin embargo, la mayoría de las veces será necesario trabajar para limitar las intrusiones de los gobiernos nacionales en el sistema de libre comercio internacional, tanto de bienes económicos como no económicos».

El objetivo de los trilateralistas era, por lo tanto, transformar el planeta en un espacio económico unificado, lo que implicaba el establecimiento de estrechos vínculos de interdependencia entre los Estados y, como se afirma en un estudio fundamental sobre el tema (3), «la reestructuración de la relación entre los trabajadores y la dirección en función de los intereses de los accionistas y los acreedores, la reducción del papel del Estado en el desarrollo económico y el bienestar, el crecimiento de las instituciones financieras, la reconfiguración de la relación entre los sectores financiero y no financiero en beneficio de los primeros, el establecimiento de un marco regulatorio favorable a las fusiones y adquisiciones empresariales, el fortalecimiento de los bancos centrales, siempre que se ocupen principalmente de garantizar la estabilidad de precios, y la introducción de una nueva orientación general destinada a drenar los recursos de la periferia hacia el centro». Eso sin mencionar la reducción de los impuestos a los ingresos más altos, a la riqueza y al capital, liberando así recursos para la inversión productiva y poniendo fin al preocupante descenso de la proporción de la riqueza total (medida por la propiedad combinada de bienes raíces, acciones, bonos, efectivo y otros activos) en manos del famoso 1% más rico de la población, a su nivel más bajo desde 1922.

Este hecho significativo es solo parcialmente atribuible al cambio histórico de la arquitectura fiscal implementada en el período previo al estallido de la crisis de 1929 por la administración Coolidge —y en particular por su secretario del Tesoro, Andrew Mellon—, liderada por Franklin D. Roosevelt. La disminución de los ingresos de las clases más ricas estuvo estrechamente vinculada a la tendencia a la baja de los beneficios empresariales, que, como intuyó Karl Marx, se produce siempre que se intensifica la competencia intercapitalista. En concreto, el aumento astronómico de la inversión y la productividad logrado por Europa Occidental y Japón no solo fue mayor que el aprovechado por Estados Unidos, sino que también se produjo en un contexto caracterizado por una baja inflación, un alto nivel de empleo y un rápido aumento del nivel de vida. Durante un tiempo, la reducción del umbral de remuneración resultante de la intensificación de la competencia entre Estados Unidos, Europa Occidental y Japón se vio compensada por el vertiginoso aumento de los beneficios industriales generado por el auge económico. Sin embargo, a partir de mediados de la década de 1960, el margen comenzó a reducirse gradualmente debido a la mayor exacerbación de la competencia intercapitalista, combinada con el aumento general de los salarios y el fortalecimiento de los sindicatos. Por otro lado, el desplome de Wall Street de 1969-1970 asestó un duro golpe a las tendencias especulativas, desencadenando una espiral descendente que continuaría al menos hasta finales de 1978, con la liquidación de aproximadamente el 70% de los activos totales de los 28 mayores fondos de cobertura estadounidenses.

El fenómeno ciertamente llamó la atención de Lewis Powell, juez de la Corte Suprema con una trayectoria como abogado de multinacionales tabacaleras, quien en agosto de 1971 envió una famosa carta a Eugene B. Sydnor, funcionario de la Cámara de Comercio de Estados Unidos. En el documento (4), elocuentemente titulado «Ataque al sistema de libre empresa estadounidense«, Powell lamentaba el asedio ideológico y de valores que libraba contra el sistema corporativo «la extrema izquierda, que es mucho más numerosa, está mejor financiada y es más tolerada que nunca en la historia. Lo sorprendente, sin embargo, es que las voces más críticas provienen de elementos muy respetables de las universidades, los medios de comunicación, los círculos intelectuales, artísticos e incluso políticos […]. Además, casi la mitad de los estudiantes están a favor de la socialización de industrias estadounidenses clave, como resultado de la difusión generalizada de propaganda engañosa que socava y confunde la confianza pública». El juez proclamó entonces que «ha llegado el momento de que las empresas estadounidenses marchen contra quienes pretenden destruirlas […]». [Las empresas] necesitan organizarse, planificar a largo plazo, disciplinarse por tiempo indefinido y coordinar sus esfuerzos financieros hacia un único objetivo subyacente […]. La clase empresarial debe aprender de las lecciones aprendidas por el mundo laboral, a saber, que el poder político es un factor indispensable, que debe cultivarse con compromiso y asiduidad y explotarse agresivamente […]. Quienes representan nuestros intereses económicos deben afinar sus armas […], ejercer una fuerte presión sobre todo el establishment político para asegurar su apoyo y reprimir rápidamente a los oponentes, utilizando el poder judicial como palanca, al igual que la izquierda, los sindicatos y los grupos de derechos civiles lo han hecho en el pasado […], capaces de lograr éxitos notables a nuestra costa”.

El pasaje más significativo de la carta, sin embargo, es aquel en el que Powell llama la atención sobre la necesidad de tomar el control de las escuelas y los medios de comunicación, identificados como herramientas esenciales para moldear la mente de los individuos y, por lo tanto, crear las condiciones políticas y culturales para la reproducción perpetua del sistema capitalista. Evidentemente, Powell no había pasado por alto las reflexiones formuladas por Marx y Gramsci sobre el concepto de «hegemonía», que se ejerce con mucha mayor eficacia mediante la hábil manipulación de los aparatos educativos y mediáticos que mediante la coerción. En su opinión, era necesario convencer a las grandes corporaciones para que aportaran suficientes sumas de dinero para revitalizar la imagen del sistema mediante un refinado y meticuloso esfuerzo de «construcción de consenso», al que se asignarían profesionales altamente remunerados. «Nuestra presencia en los medios de comunicación, en congresos, en el mundo editorial y publicitario, en los tribunales y en los comités legislativos debe ser inigualable y de un nivel excepcional».

Otro aspecto crucial es el establecimiento de una relación de colaboración con las universidades, que facilitará la contratación de «profesores que creen firmemente en el modelo emprendedor […] [y que, con base en sus convicciones], evalúan los libros de texto, empezando por los de economía, sociología y ciencias políticas». En cuanto a la información, «las emisoras de televisión y radio deben ser monitoreadas constantemente con los mismos criterios que se utilizan para evaluar los libros de texto universitarios. Esto es especialmente cierto en el caso de los programas de fondo, que a menudo generan algunas de las críticas más insidiosas al sistema empresarial […]. Los artículos que promuevan nuestro modelo deben aparecer continuamente en la prensa, y los quioscos también deben participar en el proyecto».

El otro texto de referencia (5), complementario al memorando de Powell, en el que se inspiraron los trilateralistas fue The Second American Revolution de John D. Rockefeller III, un verdadero manifiesto ideológico publicado por el Council on Foreign Relations en 1973. Proponía limitar drásticamente el poder de los gobiernos mediante un programa de liberalización y privatización destinado a privar a las autoridades estatales de algunas de sus funciones reguladoras fundamentales y revocar las políticas keynesianas vigentes desde el New Deal, con vistas a volver al modelo darwiniano y altamente desregulado que había perdurado hasta la llegada al poder de Franklin D. Roosevelt.

La implementación de los planes trilateralistas, impulsada por la proliferación de fundaciones (el activismo de las del Medio Oeste, lideradas por las familias Olin, Koch, Richardson, Mellon Scaife y Bradley, fue particularmente eficaz) y por la aplicación práctica de una serie de medidas descritas en un impactante informe (6) sobre la «crisis de la democracia», elaborado por los politólogos Samuel Huntington, Michel Crozier y Joji Watanuki para la Comisión, se llevó a cabo durante la presidencia de Jimmy Carter. Es decir, el candidato demócrata que triunfó en las elecciones de 1976 gracias a una masiva campaña mediática centrada en atribuir a la administración pública la responsabilidad de toda una serie de problemas que aquejaban a Estados Unidos, empezando por la ineficiencia causada por la excesiva burocracia y la «interferencia» en la vida económica que socavó el pleno aprovechamiento del potencial económico del país. Es significativo que la administración Carter reclutó a 26 miembros de la Comisión Trilateral, entre ellos Walter Mondale (vicepresidente), Cyrus Vance (secretario de Estado), Harold Brown (secretario de Defensa), Michael Blumenthal (secretario del Tesoro) y Zbigniew Brzezinski (asesor de seguridad nacional).

Notas

(1)https://www.everycrsreport.com/files/19810501_IP0092_2d3ea09e2c6068af730f41d315f4ea490bc91878.pdf

(2)https://www.jimmycarterlibrary.gov/digital_library/campaign/564806/96/76C_564806_96_03.pdf

(3)https://www.plutobooks.com/9781783714957/neoliberalism/

(4)https://scholarlycommons.law.wlu.edu/powellmemo/ (5)https://www.thriftbooks.com/w/the-second-american-revolution-some-personal-observations-a-cass-canfield-book_john-d-rockefeller/495541/

(6)https://samizdathealth.org/wp-content/uploads/2020/12/The-Crisis-of-Democracy-Trilatl-Comm-1975.pdf

Fuente: Strategic culture

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