Urge producir vacunas y
suspender las patentes
Por Julio C. Gambina
Fuentes: Rebelión
21/04/2021
Todos los
análisis coinciden en la gravedad sanitaria y económica del momento, con 150
millones de contagiados y 3 millones de muertos por Covid19. El problema lleva
más de un año desde la declaración de la pandemia en marzo 2020.
Se considere
por donde sea el impacto económico es regresivo y se mide en crecimiento de la
pobreza, el desempleo, la precariedad laboral, la desigualdad y una brutal
concentración del ingreso y la riqueza, sumado al colapso sanitario. Entre
otros aspectos, discrimina a los sectores más empobrecidos, las trabajadoras y
los trabajadores, principalmente a mujeres y jóvenes, tal como indica el
estudio del FMI en la zona latinoamericana y caribeña[1].
Esta regresiva situación convoca al debate de problemas de coyuntura y de
estructura.
En la coyuntura
se trata de resolver una demanda que viene de lejos en la “solución” de la
pandemia y remite a la aplicación universal de las vacunas que hoy están en
circulación. Resulta interesante verificar la cantidad de vacunas en acción,
con eficacia para minimizar la gravedad y desenlace de los contagios, aun
cuando la diversidad supone la fragmentación de la capacidad de investigación y
producción, incluso, evidencia la ausencia de cooperación internacional. En
definitiva, es resultado de la mercantilización del proceso de producción y
circulación, asociado al fenómeno más general de asumir a la salud como una
mercancía, en desmedro de una tradición de derecho a la salud.
Por esto es
fundamental instalar un debate en la sociedad por la “suspensión” de las
patentes, en contra de los acuerdos de propiedad intelectual sustentados como
agenda estratégica en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esta
iniciativa por la liberación de las patentes está sustentada por más de un
centenar de países y una creciente demanda de organizaciones sociales globales
entre las que destaca la campaña de “médicos sin fronteras”[2].
El dato
relevante es que, iniciada la vacunación, se verifica la concentración de dosis
entre los países con mayor capacidad de compra, discriminando a las poblaciones
del mundo en función de los diferentes niveles de desarrollo y capacidad de
compra de los estados nacionales. Aun así, el ritmo de ejecución de la vacuna
es pobre y apenas menos del 7% de la población mundial ha recibido por lo menos
una dosis, y menos del 3% las dosis que completan el proceso recomendado. Ello
pone de manifiesto el límite de la situación actual y la demanda de actuar con
rapidez para frenar los efectos desastrosos de la pandemia y en la economía,
que se descarga sobre buena parte de la humanidad.
La realidad es
que las patentes son detentadas y defendidas por el capital transnacional, lo
que se expresa en la valorización de los capitales invertidos en los laboratorios
farmacéuticos. Es una dinámica que actúa a contramano de las condiciones de
emergencia de sectores vulnerables en la economía mundial, según coinciden
todos los análisis de los organismos internacionales, la academia o la prensa.
No debiera resultar una sorpresa la contradicción entre la miseria y
desesperación extendida del presente, junto a la acumulación y enriquecimiento
de pocos. Es algo a modificar en tiempos de amenazas civilizatorias.
Esto nos lleva
a la cuestión estructural, que supera el debate y resolución de la emergencia
sanitaria y económica asociada a la pandemia. En ese marco, lograr la
suspensión de las patentes, aun temporaria, es un punto de apoyo en una
estrategia de modificaciones estructurales que amplíe derechos sociales, en particular
relativos a la salud. Ello supone un debate de ideas, político y cultural, que
afecta a la propiedad de los medios de producción, eje sustantivo en la lógica
capitalista.
La cooperación
internacional para la investigación, la producción y circulación de vacunas
debiera estar en el centro de la preocupación intelectual de la sociedad
contemporánea.
Es una cuestión
coyuntural y estructural, en un tiempo donde debiera prevalecer el factor
humano en la consideración de políticas públicas, aun a contramano de la lógica
hegemónica de la ganancia y la acumulación. Si se piensa en América Latina y el
Caribe, todas las consideraciones se agravan, ya que con una población del 8%
en el ámbito mundial, reúne un tercio de contagios y muertes, con el problema
de países que parecían alejados del flagelo, ahora se agregan a la
vulnerabilidad. Ya no solo preocupan Brasil, México, Colombia, Perú, Chile,
Ecuador o Argentina, sino que se suman Uruguay y Paraguay que hasta hace poco
parecían a salvo y más allá de la pandemia.
Mirando a la
región, el optimismo proviene de Cuba y la consolidación de años de trabajo en
materia de salud, especialmente con los resultados de la vacuna Soberana. La
cooperación en materia de salud históricamente ofrecida por Cuba en sus
misiones de solidaridad podría inspirar la cooperación regional en la
producción y distribución de la vacuna en toda Latinoamérica y el Caribe,
incluso en el ámbito mundial. Pese al bloqueo, Cuba marca el camino de un rumbo
soberano para resolver en condiciones desiguales sus problemas. En otro plano
de potencialidad regional, Argentina acordó cooperación en la producción de la
vacuna “AstraZeneca”, que debió fraccionarse en México, aun cuando se completó
el proceso en EEUU. Ahora trascendió el acuerdo para producir la “Sputnik V” en
la Provincia de Buenos Aires, con pretensión de abastecimiento local y
regional.
Ambos casos,
Cuba y Argentina, ponen de manifiesto la capacidad de investigación y de
producción en momentos en que hacen falta esfuerzos conjuntos para resolver
problemas en el corto y mediano plazo, ya que las vacunas serán necesarias ante
la continuidad de la pandemia. La ausencia de cooperación mundial evidencia la
vulnerabilidad de la sociedad contemporánea, por lo que debe estimularse un
proceso de integración y colaboración entre los estados de América Latina y el
Caribe. Es una cuestión de supervivencia de la humanidad, que se juega en una
población que soporta gravemente el flagelo pandémico. Nuevamente el desafío
podrá resolverse desde la integración no subordinada y en perspectiva de
emancipación.
Notas:
[1] FMI, en: https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=15489
[2] MSF, en: https://www.msf.org.ar/firmar/no-patentes-en-pandemia
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y
Políticas, FISYP.
*++