Cuentan, y aunque no lo he visto me lo creo, que el elefante con paciencia y saliba logró metérsela a la hormiga. Pobrecilla hormiga y qué cabrozano el elefante este.
Pues a las elefantas y elefantes jefes de la corrala de la “Unión Europea” se les ha debido acabar la saliba con la que pretendían colarnosla, pero no las ganas de joder la marrana, porque siguen ellas y ellos en su erre que erre por hacernos comulgar con ruedas de molino, que para el caso es como si nos la metieran.
Y, la verdad, a mi no me molestan que me den por el culo. Son tantas veces ya las que me han trasteado que, verdaderamente, cuando siento molestias es cuando no me hacen nada y no siento el aliento por la nuca, pero es que estas y estos zambombas y zambombos jefas y jefes de la “Unión, encima que te la endosan quieren que te quedes contento y que encima les des la gracias… ¡No hombre, no! Que tampoco es eso, que uno tiene su cosa, dignidad creo que se llama esa cosa.
¿Que no vale para nada la dignidad personal? Vale, de acuerdo. Que no digo nada, pero uno la tiene.
¿Que no tienen dignidad personal Sarkozy, Berlusconi, Zapatero, Rajoy o Aznar, entre otras y otros zambombas y zambombos?
Y, a mí qué. Aquí cada uno con su cada una, si yo no estoy pretendiendo hacer un tratado de moral moralina. Yo lo único que quiero decir es que no cuela el pegote ese que nos pretendieron endosar como Constitución Europea. ¡Y cuidadín con el dineral nuestro que se han gastado en propagandas, comidas, viajes, escoltas y esto y lo otro para engañarnos!
Empieza la cosa, porque los Parlamentarios Europeos, que son los más cercano que tenemos, ¡ y lo lejitos que nos quedan!, desde el punto de vista democrático formal y de representación también formal (aquí todo lo que no es real es formal), se dejan comer el terreno, sin sonrojarse y sin dimitir ni nada, y en vez de hacer que el proceso Constituyente para la aprobación de la nueva Constitución Europea arranque de su seno, que para eso está, entre otras cosas, el Parlamento, lo deja en manos de gente muy chip que se atribuyen facultades que no tienen, porque nadie se las ha otorgado. ¿No estamos hablando del proceso constituyente de una Constitución? Pues, eso, so listos que sois muy listos. Masié listos sois, so listos, que sois muy listos. No te digo…
Por el Niño La Bola lo juro[1] que en el PREÁMBULO del churretazo de disposiciones, nada fáciles de leer y de difícil comprensión, a las que le pusieron el sobre nombre de “Constitución Europea” dice:
“INSPIRANDOSE en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalterables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el Estado de Derecho”.
Y que en base a esa “inspiración” aparecen como plenipotenciarios “AGRADECIDOS a los miembros[2] de la Convención Europea por haber elaborado el proyecto de esta Constitución en nombre de los ciudadanos y de los Estados Europeos” las siguientes personalidades:
Pues a las elefantas y elefantes jefes de la corrala de la “Unión Europea” se les ha debido acabar la saliba con la que pretendían colarnosla, pero no las ganas de joder la marrana, porque siguen ellas y ellos en su erre que erre por hacernos comulgar con ruedas de molino, que para el caso es como si nos la metieran.
Y, la verdad, a mi no me molestan que me den por el culo. Son tantas veces ya las que me han trasteado que, verdaderamente, cuando siento molestias es cuando no me hacen nada y no siento el aliento por la nuca, pero es que estas y estos zambombas y zambombos jefas y jefes de la “Unión, encima que te la endosan quieren que te quedes contento y que encima les des la gracias… ¡No hombre, no! Que tampoco es eso, que uno tiene su cosa, dignidad creo que se llama esa cosa.
¿Que no vale para nada la dignidad personal? Vale, de acuerdo. Que no digo nada, pero uno la tiene.
¿Que no tienen dignidad personal Sarkozy, Berlusconi, Zapatero, Rajoy o Aznar, entre otras y otros zambombas y zambombos?
Y, a mí qué. Aquí cada uno con su cada una, si yo no estoy pretendiendo hacer un tratado de moral moralina. Yo lo único que quiero decir es que no cuela el pegote ese que nos pretendieron endosar como Constitución Europea. ¡Y cuidadín con el dineral nuestro que se han gastado en propagandas, comidas, viajes, escoltas y esto y lo otro para engañarnos!
Empieza la cosa, porque los Parlamentarios Europeos, que son los más cercano que tenemos, ¡ y lo lejitos que nos quedan!, desde el punto de vista democrático formal y de representación también formal (aquí todo lo que no es real es formal), se dejan comer el terreno, sin sonrojarse y sin dimitir ni nada, y en vez de hacer que el proceso Constituyente para la aprobación de la nueva Constitución Europea arranque de su seno, que para eso está, entre otras cosas, el Parlamento, lo deja en manos de gente muy chip que se atribuyen facultades que no tienen, porque nadie se las ha otorgado. ¿No estamos hablando del proceso constituyente de una Constitución? Pues, eso, so listos que sois muy listos. Masié listos sois, so listos, que sois muy listos. No te digo…
Por el Niño La Bola lo juro[1] que en el PREÁMBULO del churretazo de disposiciones, nada fáciles de leer y de difícil comprensión, a las que le pusieron el sobre nombre de “Constitución Europea” dice:
“INSPIRANDOSE en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalterables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el Estado de Derecho”.
Y que en base a esa “inspiración” aparecen como plenipotenciarios “AGRADECIDOS a los miembros[2] de la Convención Europea por haber elaborado el proyecto de esta Constitución en nombre de los ciudadanos y de los Estados Europeos” las siguientes personalidades:
“SU MAJESTAD EL REY DE LOS BELGAS
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA CHECA
SU MAJESTAD LA REINA DE DINAMARCA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA FEDERAL ALEMANA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE ESTONIA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA HALÉNICA
SU MAJESTAD EL REY DE ESPAÑA (¡Viva España!)
EL PREDIDENTE DE LA REPUBLICA FRANCESA
EL PRESIDENTE DE IRLANDA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ITALIANA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE CHIPRE
EL PRESODENTE DE LA REPUBLICA DE LETONIA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE LITUANIA
SU ALTEZA REAL EL GRAN DUQUE DE LUXEMBURGO
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE HUNGRIA
EL PRESIDENTE DE MALTA
SU MAJESTAD LA REINA DE LSO PAISES BAJOS
EL PRESIDENTE FEDERAL DE LA REPUBLICA DE AUSTRIA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE POLONIA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA PORTUGUESA
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE ESLOVENIA
EL PRESIDENTE DE AL REPUBLICA ESLOVACA
EL PRSIDENTE DE LA REPUBLICA FINLANDESA
EL GOBIERNO DEL REINO DE SUECIA
SU MAJESTAD LA REINA DEL REINO UNIDO DE GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE
QUIENES, tras haber intercambiado sus plenos poderes, reconocidos en buena y debida forma, han convenido en las disposiciones siguientes:”.
(y sigue el churro ese de disposiciones que antes dije, como si una mano negra y otra blanca y otra del resto de los colorines las hubieran redactado para su imposible comprensión. Que le vamos a hacer).
Y esta lista de personalidades, “inspiradas”, faltaría más, es la que asume el solemne papel de darnosla con queso a través de la “Constitución Europea”, pero que no era ni es una Constitución.
Los distintos gobiernos de los diferentes Estados europeos hacen cuanto pueden por engañar a sus respectivos pueblos para que una cosa que no es una Constitución sea aprobada como tal.
Los franceses y los de los Países Bajos dicen que se vayan a escaparrar monos los triquiliquis de la “Constitución” y votan NO. Y los jefes políticos, tan escrupulosos ellos con eso de que el “pueblo” manda, cuando les interesa, a pesar de que Francia y los Países Bajos juntos, representan menos de la quinta parte de la población de la Unión Europea, les hacen caso a ellos que votan NO, y no a la mayoría que por lógica dice sí. ¿Qué negocios se llevarán entre manos estos cazoletes de la política cuando ni con el respaldo de la mayoría se atreven a hacer lo que quieren? Y, deciden ellos solitos qué hay que hacer algo hasta que la gente diga lo que ellos pretenden, y para eso se reúnen en Lisboa y deciden lo que decidan, que yo no lo sé, y vuelta la burra al trigo. Otra vez al referemdun nuevamente, y en esta nueva ocasión, es Irlanda la que le dice a los jefes de la Unión Europea que tararí que te ví, o sea, que NO. Y nuevamente a Lisboa que se van los jefes otra vez. Y ahora sí. Ahora la cosa ya se debe estar de pasando de castaño oscuro, y como el mío tuyo, tuyo mío de eso que parece democracia, porque se vota como si se fuera demócrata de verdad, y obligará el resultado de las urnas, no da lo que esperan los jefes, estos acaban de decir en Lisboa que Irlanda no va a paralizar nada, que todo va a seguir su curso, pero con Irlanda dentro.
Irlanda no quiere, pero eso es igual. Irlanda al cazuelo también.
*
Los tres artículos que siguen, relacionados con el Referemdun al que sometió la supuesta Constitución Europea el gobierno español el día 20.02.05 y que resultó aprobado, no por absoluta mayoría del pueblo español, como anunció Zapatero, sino por 10.804.464 votos afirmativos, cuando las abstenciones por si solas fueron 19.359.017, de un censo total de más de 33.500.000 personas, fueron publicados en El Pollo Urbano en las siguientes fechas: Diciembre 2004, Enero y Febrero 2005 respectivamente.
*
YO, EUROPEO, VOTARE NO (SI ES QUE VOTO)
(1/3)
Leyendo artículos como “La mentira como virus totalitario”[3], “La crisis de Ucrania: ¿hacia una nueva guerra fría?”[4], o “Nosotros, los europeos”[5], nota uno como le llega a sus adentros una bocanada de aire fresco que le tonifica el alma. Se siente como a pesar de la mierda que le rodea (políticos indecentes y embusteros; intelectuales que razonan con los bolsillos y el estómago y dirigentes económicos y de la cosa pública y sindicales, que más que por pura idiotez o imbecilidad, se mueven y actúan en función de sus propios y mezquinos intereses) hay todavía gente que tiene ese privilegio propio del humano civilizado: ser trascendente, comunicar algo.
Los autores de los tres artículos mencionados van más allá de la descripción de la realidad inmediata que se les presenta. No escriben con los ojos para describir lo que todo el mundo puede ver, que precisamente porque todo el mundo lo puede ver, no hace falta decir. Hay que decir, en tanto en cuanto se asuma el papel o la función de intelectual (no la función pesebrera de intelectual) aquello que subyace bajo la apariencia con que se presenta la realidad y, lo que quizás sea más importante todavía: proyectar al futuro (que esto y no otra cosa es la teoría) aquellos elementos que se descubren bajo el aspecto superficial de la realidad, a fin de no quedarse en ésta como cosa hecha definitivamente, natural o querida por Dios, y por tanto, inmutable.
Empieza Paolo Flores preguntándose si es compatible la democracia liberal con la destrucción de las verdades de hecho y, lógicamente se contesta de forma negativa: no es compatible la mentira con la democracia.
Parece lógico. La esencia de la democracia no reside en el acto formal y legal de introducir una papeleta electoral en una urna, donde efectivamente, se elige a los nombres que aparecen inscritos en la misma, que por lo general ni siquiera son conocidos.
La esencia de la democracia se basa en la capacidad de decidir, real y efectivamente, en todos y cada uno de los asuntos que afecten a la propia vida, para lo que se requiere cuanta información veraz y objetiva sea posible y relacionada con aquello que se decide, con la facultad indiscutible de poder sustituir al representante elegido de todos sus cargos y representaciones, tan pronto como incumpla las funciones para las que fue elegido.
Hoy existen medios técnicos suficientes para que los representados sepan en todo momento las actuaciones concretas del representante, y en caso de que éste no desempeñe las funciones para las que fue elegido debidamente, poderlo sustituir inmediatamente. Pero esto sólo en el caso de que se diera la democracia sin ningún calificativo, y no en la democracia formal que hoy impera.
Prosigue Paolo Flores diciendo que “la destrucción de las verdades de hecho y su sustitución por una “verdad” de régimen son, en efecto, una de las características esenciales de los totalitarismos”, añadiendo algo más adelante que “toda mentira de gobierno es, técnicamente hablando, un “golpe de Estado” latente. Una tentativa. Un preludio. Un indicio. Porque trata a los ciudadanos como enemigos, y no como soberanos”.
La crisis por la que atraviesa la democracia liberal (la democracia liberal es una democracia con calificativo, o sea, una no democracia) la ve Paolo Flores, precisamente en la mentira que ha llegado a adquirir carta de naturaleza en la esencia de la política formal, y como sustento para tal aseveración, cita la sarta de mentiras que Aznar, su gobierno y altos dirigentes del PP, mantuvieron y todavía mantienen, acerca de los atentados terroristas del pasado 11 de marzo en Madrid, y las mentiras del padre del terrorismo capitalista americano, señor Bush, afirmando que “Bush, en efecto, ha ganado no a pesar de sus mentiras, sino precisamente por haber rechazado reconocerlas con arrogancia, y por haber hablado de otras cosas (como Aznar en las Cortes hace unos días –se refiere a la Comisión de Investigación Parlamentaria-)”.
“Las mentiras de Aznar han sido por tanto una bendición para la democracia”, dice Paolo Flores, dado que perdió las últimas elecciones generales. Pero las perdió justamente por que sus mentiras fueron descubiertas en vísperas de dichas elecciones, gracias a una excelente labor informativa periodística, lo cual debiera llevarnos a pensar, que si desmontáramos y pusiéramos al descubierto la montaña de mentiras en que se basa la actual organización social, las cosas podrían ser de otra manera, de modo que nos pudiéramos plantear que la felicidad del ser humano es posible, sin hojarascas palabreras ni dioses de por medio, y sin que dicho planteamiento constituyera, como ahora lo constituiría, un auténtico disparate.
Acaba Paolo Flores su artículo afirmando, entre otras cosas, que “con Bush, con Aznar (y por supuesto, con Berlusconi) no tenemos que vérnosla con partidos de derechas, sino con fuerzas extra democráticas…, porque al defender con orgullo y arrogancia su “derecho” a manipular y abolir los hechos…, destruyen los cimientos –como valor irrenunciable- de una convivencia civil.”
*
YO, EUROPEO, VOTARE NO (SI ES QUE VOTO)
(1/3)
Leyendo artículos como “La mentira como virus totalitario”[3], “La crisis de Ucrania: ¿hacia una nueva guerra fría?”[4], o “Nosotros, los europeos”[5], nota uno como le llega a sus adentros una bocanada de aire fresco que le tonifica el alma. Se siente como a pesar de la mierda que le rodea (políticos indecentes y embusteros; intelectuales que razonan con los bolsillos y el estómago y dirigentes económicos y de la cosa pública y sindicales, que más que por pura idiotez o imbecilidad, se mueven y actúan en función de sus propios y mezquinos intereses) hay todavía gente que tiene ese privilegio propio del humano civilizado: ser trascendente, comunicar algo.
Los autores de los tres artículos mencionados van más allá de la descripción de la realidad inmediata que se les presenta. No escriben con los ojos para describir lo que todo el mundo puede ver, que precisamente porque todo el mundo lo puede ver, no hace falta decir. Hay que decir, en tanto en cuanto se asuma el papel o la función de intelectual (no la función pesebrera de intelectual) aquello que subyace bajo la apariencia con que se presenta la realidad y, lo que quizás sea más importante todavía: proyectar al futuro (que esto y no otra cosa es la teoría) aquellos elementos que se descubren bajo el aspecto superficial de la realidad, a fin de no quedarse en ésta como cosa hecha definitivamente, natural o querida por Dios, y por tanto, inmutable.
Empieza Paolo Flores preguntándose si es compatible la democracia liberal con la destrucción de las verdades de hecho y, lógicamente se contesta de forma negativa: no es compatible la mentira con la democracia.
Parece lógico. La esencia de la democracia no reside en el acto formal y legal de introducir una papeleta electoral en una urna, donde efectivamente, se elige a los nombres que aparecen inscritos en la misma, que por lo general ni siquiera son conocidos.
La esencia de la democracia se basa en la capacidad de decidir, real y efectivamente, en todos y cada uno de los asuntos que afecten a la propia vida, para lo que se requiere cuanta información veraz y objetiva sea posible y relacionada con aquello que se decide, con la facultad indiscutible de poder sustituir al representante elegido de todos sus cargos y representaciones, tan pronto como incumpla las funciones para las que fue elegido.
Hoy existen medios técnicos suficientes para que los representados sepan en todo momento las actuaciones concretas del representante, y en caso de que éste no desempeñe las funciones para las que fue elegido debidamente, poderlo sustituir inmediatamente. Pero esto sólo en el caso de que se diera la democracia sin ningún calificativo, y no en la democracia formal que hoy impera.
Prosigue Paolo Flores diciendo que “la destrucción de las verdades de hecho y su sustitución por una “verdad” de régimen son, en efecto, una de las características esenciales de los totalitarismos”, añadiendo algo más adelante que “toda mentira de gobierno es, técnicamente hablando, un “golpe de Estado” latente. Una tentativa. Un preludio. Un indicio. Porque trata a los ciudadanos como enemigos, y no como soberanos”.
La crisis por la que atraviesa la democracia liberal (la democracia liberal es una democracia con calificativo, o sea, una no democracia) la ve Paolo Flores, precisamente en la mentira que ha llegado a adquirir carta de naturaleza en la esencia de la política formal, y como sustento para tal aseveración, cita la sarta de mentiras que Aznar, su gobierno y altos dirigentes del PP, mantuvieron y todavía mantienen, acerca de los atentados terroristas del pasado 11 de marzo en Madrid, y las mentiras del padre del terrorismo capitalista americano, señor Bush, afirmando que “Bush, en efecto, ha ganado no a pesar de sus mentiras, sino precisamente por haber rechazado reconocerlas con arrogancia, y por haber hablado de otras cosas (como Aznar en las Cortes hace unos días –se refiere a la Comisión de Investigación Parlamentaria-)”.
“Las mentiras de Aznar han sido por tanto una bendición para la democracia”, dice Paolo Flores, dado que perdió las últimas elecciones generales. Pero las perdió justamente por que sus mentiras fueron descubiertas en vísperas de dichas elecciones, gracias a una excelente labor informativa periodística, lo cual debiera llevarnos a pensar, que si desmontáramos y pusiéramos al descubierto la montaña de mentiras en que se basa la actual organización social, las cosas podrían ser de otra manera, de modo que nos pudiéramos plantear que la felicidad del ser humano es posible, sin hojarascas palabreras ni dioses de por medio, y sin que dicho planteamiento constituyera, como ahora lo constituiría, un auténtico disparate.
Acaba Paolo Flores su artículo afirmando, entre otras cosas, que “con Bush, con Aznar (y por supuesto, con Berlusconi) no tenemos que vérnosla con partidos de derechas, sino con fuerzas extra democráticas…, porque al defender con orgullo y arrogancia su “derecho” a manipular y abolir los hechos…, destruyen los cimientos –como valor irrenunciable- de una convivencia civil.”
*
YO, EUROPEO, VOTARE NO (SI ES QUE VOTO)
(2/3)
Lo positivo en el artículo de Suso de Toro (Nosotros los europeos, El País 10.12.04) lo constituye la justificación razonada de su declarada intención de votar afirmativamente al texto de la “Constitución Europea”.
Lo positivo, pues, su propósito de razonar antes de adoptar una posición ideológica. Pero razonar no garantiza nada, excepto que se razona, que se toma el camino por el que uno se aleja del simplismo mental, de la simplicidad mental que hoy le exige el sistema social imperante, al modelo de persona que le es imprescindible para no derrumbarse como un castillo de naipes.
La exposición de motivos que le llevan a Suso de Toro a ver en la “Constitución Europea”, la solución a nuestros problemas, si se ahonda un poco más en los mismos, y se deja que corra la lógica elemental, desprovista de subjetivismo, conduce perfectamente a la conclusión contraria, es decir, a votar no.
Para Suso de Toro no hay medias tintas: la cosa es blanca o negra. “Nosotros los europeos - dice - sólo podemos escoger entre la derrota o Europa”. Es decir, hecatombe monda y lironda o la Europa que propone la “Constitución Europea”. Con ésta rigidez en la aseveración de Suso de Toro, nos recuerda la intransigencia (y no por ello verdad) de mentirillillas Aznar, cuando en El Congreso de los Diputados nos daba a elegir entre el tirano Sadan Husein, creado por el propio capital americano, o el terrorista Bush, cuando era evidente que muchos preferíamos a ninguno de los dos: ni el casto Sadan Husein; ni simplón Bush, y por supuesto, tampoco trampillas Aznar.
La “Constitución Europea” para Suso de Toro constituye el antídoto, el único antídoto, contra el avance de la barbarie del capitalismo americano, del que hace en su artículo una somera, aunque significativa exposición de hechos, referidos especialmente a la masacre que ha promovido y mantiene en Irak, y que a su juicio (y al mío), los resume diciendo que “es un crimen para el que no hay coartada humanitaria”.
Sin, embargo, la exposición de hechos que hace no parten de ninguna causa y concluyen, podríamos decir, en una condena moral: Bush, es muy malo.
Las empresas multinacionales Halliburton; Lockheed; Boeing y Northrop Grumman, entre otras, como máximos exponentes del capitalismo americano, para mantener sus respectivas tasas de beneficios son las que promueven, fomentan y mantienen, a través de los distintos Estados a sus servicios, la matanza y destrucción en Irak.
A la Europa anterior a la “Constitución Europea” la reconoce Suso de Toro como cuna de la civilización moderna cuando afirma: “Ha sido Europa quien unió los océanos, quien circunvaló el planeta, quien levantó el mapa de los continentes; en otras palabras, quien “globalizó”. Efectivamente, aquella Europa fue así (aunque convendría no olvidar que existieron otras civilizaciones anteriores y más añejas que la europea), pero desprovista ésta noción europea de todo su “romanticismo” y carga emocional, se podría ver que la tal “vocación civilizadora” europea, no se debió a que las musas bondadosas apareciera en la cabeza de los europeos, sino al desarrollo y al impulso que las nuevas técnicas productivas imponían: la incipiente burguesía, germen del capitalismo actual.
El avance técnico y el desarrollo de las fuerzas productivas son incontenibles. No se detiene ante nada ni ante nadie, y además, no hay ninguna razón para oponerse a él. Pero avance técnico y desarrollo de las fuerzas productivas no han sido ni son, ni serán (mientras el modelo productivo dominante sea el capitalismo) sinónimo de bienestar general, ni de justicia ni de igualdad ni de democracia (poder del pueblo).
Ahora, quizás debiéramos estar intentando meter a esta sociedad nuestra en la era de la auténtica civilización, puesto que tanto la técnica, como los medios materiales para ello tienen existencia real (gracias, precisamente, al desarrollo del capitalismo). Para lo cual hacen falta, primero, las ideas que vislumbren esa nueva era de civilización. Ideas que desde luego no llegan de la mano de esa “Constitución Europea” que nos proponen, ni de la mano de los líderes que nos la proponen. Ideas que, paradójicamente, niega Suso de Toro en su artículo, al afirmar que “este es nuestro tiempo y este es nuestro mundo. Y no hay otro, excepto los paraísos imaginarios que puedan crear ideologías estupefacientes.”
A los europeos, pues, según Suso de Toro, no nos queda más que, frente a un bloque capitalista como el representado por los americanos, levantar otro, más potente y fuerte, como el que nos propone la “Constitución Europea.”
A Europa sí, puesto que sería absurdo negar la realidad, pero a una Europa más capitalista, con medios más sofisticado para realizar una mayor y más aguda explotación de las personas a manos de los grandes capitales, que no es capaz de crear ni siquiera un puesto de trabajo para toda aquella persona en disposición de poder trabajar, como la que propone la nueva “Constitución Europea”, desde luego, NO.
*
YO EUROPEO, VOTARE, NO (SI ES QUE VOTO)
3/3
Tengo una amiga que no duda ni de mi inteligencia ni de la certeza que tengo al juzgar algo. Pues, según ella, una vez que yo le toco los cojones a algo, sacando pecho, hago como quien piensa, aspiro aire, que siempre le da mucho tono a al asunto, y digo: ¡macho, la cosa es macho! Y, claro, así no me equivoco ni yo. Ya lo dice mi amiga: yo después de tocarle los cojones a la cosa, digo: ¡macho!
Efectivamente, el Tratado Europeo ese que con el paripé de “Constitución” se le acaba de dar el “paseillo” torero del Referéndum, el pasado 20 de Febrero: ¡macho. Y menudos cojonazos que trae!
Lo único, y digo esto en mi favor, es que los cojones yo se los venía tocando ya desde que estudié Las Comunidades Europeas en la Universidad Politécnica de Madrid en el año 1982.
Si la filosofía del capitalismo es la explotación económica, política e ideológica de unos poquitos, cada vez menos poquitos, a la inmensa mayoría de la sociedad, quien espere del capitalismo una mejora política, social y económica para la inmensa mayoría de la sociedad, es más simple que un guante.
Porque es lógico, dado que así lo impone la dinámica de funcionamiento del sistema capitalista, y por ello ha de incrementar su grado de explotación cada vez con procedimientos y métodos más sofisticados.
Los que se han leído el texto del Tratado Europeo y han dado su opinión en base a lo leído, a lo que pone el texto, y no a lo que no pone, están de acuerdo en que no es un Constitución.
Por ejemplo, Enrique Gil Calvo, dice que es “…, una Carta otorgada desde arriba disfrazada de acuerdos constituyentes para encubrir la realidad…(.).., porque no hay soberanía popular ni separación de poderes.”
Rodríguez Zapatero, el ZP, con que le bautizaron para desprestigiarle no hace tanto tiempo en la disputa del sillón presidencial los jefes del PP, ahora sus socios, en la demanda del voto social para el sí del “paseillo” torero del pasado Referéndum, no se anduvo con remilgos para obtener sies, y apeló con franca desvergüenza, aunque sí, con mucha naturalidad, a los sentimientos de la sociedad echando mano del terrorismo. Con la “Constitución Europea” de terrorismo, ná de ná, venía a decir ZP. O sea, Rodríguez Zapatero
El pepón de Cándido Méndez para embaucarnos dijo el hombre que con la “Constitución Europea” jauja para el empleo.
Y para que la panoplia de colores con las que nos han pretendido engañar esta panda de mamones que viven del chupetazo del dinero de todos, ese que llaman público, una caterva madrileña, que no sé por qué está santificada con el nombre de intelectuales, firman, porque firmar si saben, un manifiesto en pro de las virtudes que no tiene el Tratado Europeo, y que alguno de sus firmantes, aun reconociendo que no se había leído el texto propuesto para el carameleo del Referéndum, aconsejaba su votación favorable. Y, claro, no podían faltar y no faltaron, ex buques insignias de la intelectualidad futbolera española como Butragüeño, merengue el chaval, y Cruyf, naranjero mecánico metido a culé, portadores ambos de las verdaderas esencias del espíritu nacional y del engorde de algunas cuentas corrientes, quienes mediante vayas publicitarias, cuyo coste viene a ser de cojón de mico por metro cuadrado, cantaban las virtudes sociales que no tenía el Tratado Europeo y, que salga el sol por Antequera, o por Utebo, que a todos ellos con la riñonera cubierta les importará un guebo.
Pero, la realidad políticamente incorrecta del texto del Tratado Europeo, y no Constitución Europea, es que es un acuerdo que ya estaba tomado por los diferentes Jefes de Estados o de Gobiernos, por parte de España, Su Majestad don Juan Carlos I, de la Dinastía Borbónica, y no por la Gracia de Dios, que eso era antes, sino porque los españoles votamos la Constitución Española que hoy tenemos, y que tendremos en la práctica hasta que no nos la modifique el Tratado Europeo.
La democracia de Franco era una democracia orgánica, por órganos, vamos. La que se nos mete ahora con calzador con el Tratado Europeo es “representativa” (art. I-46-1). Me representan pues, ZP y Rajoy, que tienen los mismos intereses, sueldos, estabilidad laboral y jubilación que yo.
Decidir no tengo que decidir nada, ni falta que hace, porque el Tratado este me hace ser un demócrata de pura cepa. Para decidir ya están los Estados de la Unión Europea (art. III-179), que serán los que “considerarán su política económica como de interés común…”, y por aquí también vamos bien, como un melón cuesta abajo, pues, al fin y al cabo mis intereses son idénticos a los de la Coca Cola, a los del rico hombre, y no por rico honrado, Abel Matutes, incluso, coincidentes con los de Esperanza Aguirre, Rodríguez Rato, el cervatillo de Ávila o de mi princesa Leticia.
Sin embargo, lo que está fuera de toda duda, es que el Tratado Europeo consolida y en la práctica perpetua, una economía de mercado libre y competitiva, o sea, que nos pone no a sus órdenes, que dicho así no resulta nada bonito, sino a su completo y redondo servicio, a lo que nos manden, que no es bonito pero es verdad.
Con el artículo III-137 del Tratado Europeo que nos han hecho tragar, quizás las grandes empresas hayan resuelto esos problemillas que de labia le presentaban los sindicatos gordos al oponerse a ese otro tontilón concepto de la deslocalización. Ahora las grandes empresas podrán “localizarse” y “deslocalizarse” cuando le lleguen ganas y como Pedrito por su casa, eso sí, con la ley en la mano.
Los artículos 27, 35 y 40 de la Constitución Española, por ejemplo, cuando menos nos regalaban los ojos, pues cuando se leían y aunque fuera con poquita voz, uno se podía decir para sus adentros: ¡que chulo soy, anda que no ando “sobrao” sobre el papel de derechos de enseñanza, empleo y de sanidad!
Pues los artículos III-203 y III-205 del Tratado Europeo, por ejemplo, nos vienen a decir que sí, que el que tenga dinero en cantidubi, dubi, dá, podrá llevar a sus hijos al colegio que quiera, al médico que le de la gana y que contratará a sus trabajadores del montón que más le apetezca.
En cuanto a la seguridad no pase pena el lector que gastos para la milicia no faltarán. Puede que bajen los gastos para sanidad, enseñanza, pensiones de jubilados y viudas de trabajadores, prestaciones sociales, etc., porque a todo no se puede llegar, compréndalo el lector. Puede que como consecuencia de ello, la inseguridad ciudadana actual aumente un poco, pero tranqui, tronco, que vamos a tener uno ejércitos con unas escopetas inteligentes que quitarán el hipo, y harán unas humanidades por esos mundos de Dios la mar de beneficiosos para unos pocos que dará gloria verlos.
Pues esto y bastante más, es lo que nos han hecho metiéndonos el Tratado Europeo los amantísimos patrios y dirigentes nacionales nuestros. Y yo creo que va siendo hora de que los vayamos descubriendo y desprestigiándolos ante la sociedad, hasta que los echemos a escaparrar monos, o lo que es lo mismo, a que vivan de su propio trabajo, o que arriesguen el patrimonio de lo ahorrado par aponerse un negocio si quieres, como hace cualquier empresario no ligado a los grandes capitales..
Pero a lo que yo iba de no habérseme descontrolado el bolígrafo, era a no darle la razón a mi amiga, a la que decía al principio que me dice que tocando yo dos cojones digo macho.
Hay cosas que no necesitan de tocamiento alguno para verlas llegar. Si el fascismo filosóficamente fuera lo que ya ha sido dicho por otros: simplismo mental y unilateralidad, la sociedad que viene es fascista. La sociedad que viene necesita un ser despreocupado de la sociedad en la que vive, o sea, simple, sin planteamientos ideológico profundos, que es el tipo medio de ciudadano que hoy existe. Y a la vez y, como consecuencia de lo anterior, irrespetuoso con el otro, incapaz de comprender que puedan existir conceptos y formas de vida distintas a lo que lleva estereotipado en su cabeza: conmigo o contra mí.
(2/3)
Lo positivo en el artículo de Suso de Toro (Nosotros los europeos, El País 10.12.04) lo constituye la justificación razonada de su declarada intención de votar afirmativamente al texto de la “Constitución Europea”.
Lo positivo, pues, su propósito de razonar antes de adoptar una posición ideológica. Pero razonar no garantiza nada, excepto que se razona, que se toma el camino por el que uno se aleja del simplismo mental, de la simplicidad mental que hoy le exige el sistema social imperante, al modelo de persona que le es imprescindible para no derrumbarse como un castillo de naipes.
La exposición de motivos que le llevan a Suso de Toro a ver en la “Constitución Europea”, la solución a nuestros problemas, si se ahonda un poco más en los mismos, y se deja que corra la lógica elemental, desprovista de subjetivismo, conduce perfectamente a la conclusión contraria, es decir, a votar no.
Para Suso de Toro no hay medias tintas: la cosa es blanca o negra. “Nosotros los europeos - dice - sólo podemos escoger entre la derrota o Europa”. Es decir, hecatombe monda y lironda o la Europa que propone la “Constitución Europea”. Con ésta rigidez en la aseveración de Suso de Toro, nos recuerda la intransigencia (y no por ello verdad) de mentirillillas Aznar, cuando en El Congreso de los Diputados nos daba a elegir entre el tirano Sadan Husein, creado por el propio capital americano, o el terrorista Bush, cuando era evidente que muchos preferíamos a ninguno de los dos: ni el casto Sadan Husein; ni simplón Bush, y por supuesto, tampoco trampillas Aznar.
La “Constitución Europea” para Suso de Toro constituye el antídoto, el único antídoto, contra el avance de la barbarie del capitalismo americano, del que hace en su artículo una somera, aunque significativa exposición de hechos, referidos especialmente a la masacre que ha promovido y mantiene en Irak, y que a su juicio (y al mío), los resume diciendo que “es un crimen para el que no hay coartada humanitaria”.
Sin, embargo, la exposición de hechos que hace no parten de ninguna causa y concluyen, podríamos decir, en una condena moral: Bush, es muy malo.
Las empresas multinacionales Halliburton; Lockheed; Boeing y Northrop Grumman, entre otras, como máximos exponentes del capitalismo americano, para mantener sus respectivas tasas de beneficios son las que promueven, fomentan y mantienen, a través de los distintos Estados a sus servicios, la matanza y destrucción en Irak.
A la Europa anterior a la “Constitución Europea” la reconoce Suso de Toro como cuna de la civilización moderna cuando afirma: “Ha sido Europa quien unió los océanos, quien circunvaló el planeta, quien levantó el mapa de los continentes; en otras palabras, quien “globalizó”. Efectivamente, aquella Europa fue así (aunque convendría no olvidar que existieron otras civilizaciones anteriores y más añejas que la europea), pero desprovista ésta noción europea de todo su “romanticismo” y carga emocional, se podría ver que la tal “vocación civilizadora” europea, no se debió a que las musas bondadosas apareciera en la cabeza de los europeos, sino al desarrollo y al impulso que las nuevas técnicas productivas imponían: la incipiente burguesía, germen del capitalismo actual.
El avance técnico y el desarrollo de las fuerzas productivas son incontenibles. No se detiene ante nada ni ante nadie, y además, no hay ninguna razón para oponerse a él. Pero avance técnico y desarrollo de las fuerzas productivas no han sido ni son, ni serán (mientras el modelo productivo dominante sea el capitalismo) sinónimo de bienestar general, ni de justicia ni de igualdad ni de democracia (poder del pueblo).
Ahora, quizás debiéramos estar intentando meter a esta sociedad nuestra en la era de la auténtica civilización, puesto que tanto la técnica, como los medios materiales para ello tienen existencia real (gracias, precisamente, al desarrollo del capitalismo). Para lo cual hacen falta, primero, las ideas que vislumbren esa nueva era de civilización. Ideas que desde luego no llegan de la mano de esa “Constitución Europea” que nos proponen, ni de la mano de los líderes que nos la proponen. Ideas que, paradójicamente, niega Suso de Toro en su artículo, al afirmar que “este es nuestro tiempo y este es nuestro mundo. Y no hay otro, excepto los paraísos imaginarios que puedan crear ideologías estupefacientes.”
A los europeos, pues, según Suso de Toro, no nos queda más que, frente a un bloque capitalista como el representado por los americanos, levantar otro, más potente y fuerte, como el que nos propone la “Constitución Europea.”
A Europa sí, puesto que sería absurdo negar la realidad, pero a una Europa más capitalista, con medios más sofisticado para realizar una mayor y más aguda explotación de las personas a manos de los grandes capitales, que no es capaz de crear ni siquiera un puesto de trabajo para toda aquella persona en disposición de poder trabajar, como la que propone la nueva “Constitución Europea”, desde luego, NO.
*
YO EUROPEO, VOTARE, NO (SI ES QUE VOTO)
3/3
Tengo una amiga que no duda ni de mi inteligencia ni de la certeza que tengo al juzgar algo. Pues, según ella, una vez que yo le toco los cojones a algo, sacando pecho, hago como quien piensa, aspiro aire, que siempre le da mucho tono a al asunto, y digo: ¡macho, la cosa es macho! Y, claro, así no me equivoco ni yo. Ya lo dice mi amiga: yo después de tocarle los cojones a la cosa, digo: ¡macho!
Efectivamente, el Tratado Europeo ese que con el paripé de “Constitución” se le acaba de dar el “paseillo” torero del Referéndum, el pasado 20 de Febrero: ¡macho. Y menudos cojonazos que trae!
Lo único, y digo esto en mi favor, es que los cojones yo se los venía tocando ya desde que estudié Las Comunidades Europeas en la Universidad Politécnica de Madrid en el año 1982.
Si la filosofía del capitalismo es la explotación económica, política e ideológica de unos poquitos, cada vez menos poquitos, a la inmensa mayoría de la sociedad, quien espere del capitalismo una mejora política, social y económica para la inmensa mayoría de la sociedad, es más simple que un guante.
Porque es lógico, dado que así lo impone la dinámica de funcionamiento del sistema capitalista, y por ello ha de incrementar su grado de explotación cada vez con procedimientos y métodos más sofisticados.
Los que se han leído el texto del Tratado Europeo y han dado su opinión en base a lo leído, a lo que pone el texto, y no a lo que no pone, están de acuerdo en que no es un Constitución.
Por ejemplo, Enrique Gil Calvo, dice que es “…, una Carta otorgada desde arriba disfrazada de acuerdos constituyentes para encubrir la realidad…(.).., porque no hay soberanía popular ni separación de poderes.”
Rodríguez Zapatero, el ZP, con que le bautizaron para desprestigiarle no hace tanto tiempo en la disputa del sillón presidencial los jefes del PP, ahora sus socios, en la demanda del voto social para el sí del “paseillo” torero del pasado Referéndum, no se anduvo con remilgos para obtener sies, y apeló con franca desvergüenza, aunque sí, con mucha naturalidad, a los sentimientos de la sociedad echando mano del terrorismo. Con la “Constitución Europea” de terrorismo, ná de ná, venía a decir ZP. O sea, Rodríguez Zapatero
El pepón de Cándido Méndez para embaucarnos dijo el hombre que con la “Constitución Europea” jauja para el empleo.
Y para que la panoplia de colores con las que nos han pretendido engañar esta panda de mamones que viven del chupetazo del dinero de todos, ese que llaman público, una caterva madrileña, que no sé por qué está santificada con el nombre de intelectuales, firman, porque firmar si saben, un manifiesto en pro de las virtudes que no tiene el Tratado Europeo, y que alguno de sus firmantes, aun reconociendo que no se había leído el texto propuesto para el carameleo del Referéndum, aconsejaba su votación favorable. Y, claro, no podían faltar y no faltaron, ex buques insignias de la intelectualidad futbolera española como Butragüeño, merengue el chaval, y Cruyf, naranjero mecánico metido a culé, portadores ambos de las verdaderas esencias del espíritu nacional y del engorde de algunas cuentas corrientes, quienes mediante vayas publicitarias, cuyo coste viene a ser de cojón de mico por metro cuadrado, cantaban las virtudes sociales que no tenía el Tratado Europeo y, que salga el sol por Antequera, o por Utebo, que a todos ellos con la riñonera cubierta les importará un guebo.
Pero, la realidad políticamente incorrecta del texto del Tratado Europeo, y no Constitución Europea, es que es un acuerdo que ya estaba tomado por los diferentes Jefes de Estados o de Gobiernos, por parte de España, Su Majestad don Juan Carlos I, de la Dinastía Borbónica, y no por la Gracia de Dios, que eso era antes, sino porque los españoles votamos la Constitución Española que hoy tenemos, y que tendremos en la práctica hasta que no nos la modifique el Tratado Europeo.
La democracia de Franco era una democracia orgánica, por órganos, vamos. La que se nos mete ahora con calzador con el Tratado Europeo es “representativa” (art. I-46-1). Me representan pues, ZP y Rajoy, que tienen los mismos intereses, sueldos, estabilidad laboral y jubilación que yo.
Decidir no tengo que decidir nada, ni falta que hace, porque el Tratado este me hace ser un demócrata de pura cepa. Para decidir ya están los Estados de la Unión Europea (art. III-179), que serán los que “considerarán su política económica como de interés común…”, y por aquí también vamos bien, como un melón cuesta abajo, pues, al fin y al cabo mis intereses son idénticos a los de la Coca Cola, a los del rico hombre, y no por rico honrado, Abel Matutes, incluso, coincidentes con los de Esperanza Aguirre, Rodríguez Rato, el cervatillo de Ávila o de mi princesa Leticia.
Sin embargo, lo que está fuera de toda duda, es que el Tratado Europeo consolida y en la práctica perpetua, una economía de mercado libre y competitiva, o sea, que nos pone no a sus órdenes, que dicho así no resulta nada bonito, sino a su completo y redondo servicio, a lo que nos manden, que no es bonito pero es verdad.
Con el artículo III-137 del Tratado Europeo que nos han hecho tragar, quizás las grandes empresas hayan resuelto esos problemillas que de labia le presentaban los sindicatos gordos al oponerse a ese otro tontilón concepto de la deslocalización. Ahora las grandes empresas podrán “localizarse” y “deslocalizarse” cuando le lleguen ganas y como Pedrito por su casa, eso sí, con la ley en la mano.
Los artículos 27, 35 y 40 de la Constitución Española, por ejemplo, cuando menos nos regalaban los ojos, pues cuando se leían y aunque fuera con poquita voz, uno se podía decir para sus adentros: ¡que chulo soy, anda que no ando “sobrao” sobre el papel de derechos de enseñanza, empleo y de sanidad!
Pues los artículos III-203 y III-205 del Tratado Europeo, por ejemplo, nos vienen a decir que sí, que el que tenga dinero en cantidubi, dubi, dá, podrá llevar a sus hijos al colegio que quiera, al médico que le de la gana y que contratará a sus trabajadores del montón que más le apetezca.
En cuanto a la seguridad no pase pena el lector que gastos para la milicia no faltarán. Puede que bajen los gastos para sanidad, enseñanza, pensiones de jubilados y viudas de trabajadores, prestaciones sociales, etc., porque a todo no se puede llegar, compréndalo el lector. Puede que como consecuencia de ello, la inseguridad ciudadana actual aumente un poco, pero tranqui, tronco, que vamos a tener uno ejércitos con unas escopetas inteligentes que quitarán el hipo, y harán unas humanidades por esos mundos de Dios la mar de beneficiosos para unos pocos que dará gloria verlos.
Pues esto y bastante más, es lo que nos han hecho metiéndonos el Tratado Europeo los amantísimos patrios y dirigentes nacionales nuestros. Y yo creo que va siendo hora de que los vayamos descubriendo y desprestigiándolos ante la sociedad, hasta que los echemos a escaparrar monos, o lo que es lo mismo, a que vivan de su propio trabajo, o que arriesguen el patrimonio de lo ahorrado par aponerse un negocio si quieres, como hace cualquier empresario no ligado a los grandes capitales..
Pero a lo que yo iba de no habérseme descontrolado el bolígrafo, era a no darle la razón a mi amiga, a la que decía al principio que me dice que tocando yo dos cojones digo macho.
Hay cosas que no necesitan de tocamiento alguno para verlas llegar. Si el fascismo filosóficamente fuera lo que ya ha sido dicho por otros: simplismo mental y unilateralidad, la sociedad que viene es fascista. La sociedad que viene necesita un ser despreocupado de la sociedad en la que vive, o sea, simple, sin planteamientos ideológico profundos, que es el tipo medio de ciudadano que hoy existe. Y a la vez y, como consecuencia de lo anterior, irrespetuoso con el otro, incapaz de comprender que puedan existir conceptos y formas de vida distintas a lo que lleva estereotipado en su cabeza: conmigo o contra mí.
***
[1] Como veo que no están muy puestos en cosas de santos y santas, veóme obligado a la realización diaria de mi obra pia. El Niño La Bola es el zagal que a San Cristóbal se le sube encima del globo terráqueo que lleva el santo al brazo para cruzar el río. Cosas de niños, porque bien podría haberle dado la mano al santo para que le pasara el río, no? Pues, no. A joder, por joder. El Niño encima la Bola que se le sube, a echarle peso encima al pobre Santo.
[2] Ni puñetera idea de estos guripas que dicen actuar en mi nombre.
[3] Paolo Flores d`Arcas, filósofo. (El País, 10.12.04)
[4] Alga Novikova, investigadora del Centro de Estudios Rusos de la Universidad Autónoma de Madrid. (El País, 10.12.04)
[5] Suso de Toro, escritor. (El País, 10.12.04)
[1] Como veo que no están muy puestos en cosas de santos y santas, veóme obligado a la realización diaria de mi obra pia. El Niño La Bola es el zagal que a San Cristóbal se le sube encima del globo terráqueo que lleva el santo al brazo para cruzar el río. Cosas de niños, porque bien podría haberle dado la mano al santo para que le pasara el río, no? Pues, no. A joder, por joder. El Niño encima la Bola que se le sube, a echarle peso encima al pobre Santo.
[2] Ni puñetera idea de estos guripas que dicen actuar en mi nombre.
[3] Paolo Flores d`Arcas, filósofo. (El País, 10.12.04)
[4] Alga Novikova, investigadora del Centro de Estudios Rusos de la Universidad Autónoma de Madrid. (El País, 10.12.04)
[5] Suso de Toro, escritor. (El País, 10.12.04)
No hay comentarios:
Publicar un comentario