Mis amados hermanos en la sagrada redondez del balón. Me lo pide un parroquiano, Floren, y a la parroquia me debo. ¡Viva España, la inmortal e imperial, el fútbol, Manolo Escobar y la madre que parió a Penalti, santa ella!
Igual se creían los alemanes que porque le dieran sacos de dinero a don Felipe González para que desmontara el socialismo y que porque el Ejercito español les esté pagando los alquileres de los tanques Leopard nos íbamos a dejar ganar.
Equivocadicos estaban estos alemanes. Señor, señor…, si es que son como niños.
Antes hacemos la guerra a escupitajos e insultos si nos quitan los tanques que dejarnos ganar. Poco conocen estos alemanes la furia de Su Majestad en el Palco del estadio, dando moralina, genio y furor a la selección española de fútbol, y Dios, porque Dios siempre acompaña a Iker Casillas para que ni Dios le meta un gol.
Pide el pueblo fútbol, no? El pueblo es feliz con el fútbol, no? Pues no se hable más, fútbol que te crió al pueblo, que hambre no faltará.
Nuestro primer hincha aforofado es Su Majestad el Rey. Urge, pues, ampliar el presupuesto de La Casa Real para hacer del Rey un verdadero forofo, que se le ve un poco acorchado cuando tiene que levantar los brazos con los puños cerrados. Hay que lograr que lo haga con más naturalidad, con más enquina, que su chabacanería se le vea más natural, y hay que enseñarle un estribillo tal que: “¡Ha sido el cuatro, penalti y expulsión!” para que lo diga de memoria, que un Rey es un Rey y no puede ir haciendo el ridículo en ningún sitio, y mucho menos un Rey de un Reyno que por la gracia de Dios, es Campeón de Europa. ¡Viva el pelotón, Viva Luís Aragonés, vivas y mil veces viva La Virgen de la Cueva, los pajarillos cantan. Alirón, alirón, España Campeón! ¡Olvido por siempre a las corrupciones económicas de la Real Federación de Fútbol Española!
Y hasta aquí hemos llegado, el fracaso escolar de nuestros jóvenes a tomar por el culo, eso era cosa de cuando no éramos campeones de Europa. Ahora la historia empieza de nuevo.
De los nueve meses escolares, siete dedicados a la redondez del pelotón; otro para aprender a pegarles estacazos a los hinchas rivales, los cuales pasan a ser a partir de ahora enemigos, enemigos, pero enemigos de verdad, y el otro mes que queda, para saber como insultarles de manera efectiva.
He dicho.
Igual se creían los alemanes que porque le dieran sacos de dinero a don Felipe González para que desmontara el socialismo y que porque el Ejercito español les esté pagando los alquileres de los tanques Leopard nos íbamos a dejar ganar.
Equivocadicos estaban estos alemanes. Señor, señor…, si es que son como niños.
Antes hacemos la guerra a escupitajos e insultos si nos quitan los tanques que dejarnos ganar. Poco conocen estos alemanes la furia de Su Majestad en el Palco del estadio, dando moralina, genio y furor a la selección española de fútbol, y Dios, porque Dios siempre acompaña a Iker Casillas para que ni Dios le meta un gol.
Pide el pueblo fútbol, no? El pueblo es feliz con el fútbol, no? Pues no se hable más, fútbol que te crió al pueblo, que hambre no faltará.
Nuestro primer hincha aforofado es Su Majestad el Rey. Urge, pues, ampliar el presupuesto de La Casa Real para hacer del Rey un verdadero forofo, que se le ve un poco acorchado cuando tiene que levantar los brazos con los puños cerrados. Hay que lograr que lo haga con más naturalidad, con más enquina, que su chabacanería se le vea más natural, y hay que enseñarle un estribillo tal que: “¡Ha sido el cuatro, penalti y expulsión!” para que lo diga de memoria, que un Rey es un Rey y no puede ir haciendo el ridículo en ningún sitio, y mucho menos un Rey de un Reyno que por la gracia de Dios, es Campeón de Europa. ¡Viva el pelotón, Viva Luís Aragonés, vivas y mil veces viva La Virgen de la Cueva, los pajarillos cantan. Alirón, alirón, España Campeón! ¡Olvido por siempre a las corrupciones económicas de la Real Federación de Fútbol Española!
Y hasta aquí hemos llegado, el fracaso escolar de nuestros jóvenes a tomar por el culo, eso era cosa de cuando no éramos campeones de Europa. Ahora la historia empieza de nuevo.
De los nueve meses escolares, siete dedicados a la redondez del pelotón; otro para aprender a pegarles estacazos a los hinchas rivales, los cuales pasan a ser a partir de ahora enemigos, enemigos, pero enemigos de verdad, y el otro mes que queda, para saber como insultarles de manera efectiva.
He dicho.