Argumentos de Sumar que suman
cero
Rebelion / España
12/08/2024
Fuentes: Ganas
de escribir
Hace unos días
critiqué en un
artículo que dirigentes del PSOE hicieran política sin
principios, dando por bueno un acuerdo con privilegios de financiación para
Cataluña que pocos días antes habían considerado inaceptable.
Hoy quiero
criticar la posición de Josep Vendrell que presumo es la mayoritaria de Sumar,
pues la expone en El País como
responsable de Modelo Territorial y Plurinacionalidad de Movimiento Sumar. En
este caso, no puedo decir que haga política sin principios. Todo lo que dice en
defensa del acuerdo entre PSC y ERC responde a los planteamientos soberanistas
que él y el grupo que se hizo con el control de Sumar desde el principio han
venido practicando. Y que, por cierto, alguna relación han de tener con la
pérdida tan rápida del gran capital político y las expectativas electorales que
acumuló Yolanda Díaz.
Nada puedo
decir sobre el deseo de futuro que expresa Vendrell cuando afirma: «los
acuerdos son (…) una oportunidad para dar un nuevo paso en la superación del
conflicto catalán con una mayoría parlamentaria basada en las políticas
sociales, como el derecho a la vivienda y la sanidad, y en la mejora del autogobierno,
poniendo fin a la dinámica de bloques irreconciliables». Así sea, es lo único
que puedo desearle.
Sí debo señalar
que Vendrell es sumamente optimista, por no decir que ingenuo o incluso algo
manipulador de la realidad, cuando asegura que «el desarrollo de estos acuerdos
permitirá consolidar la mayoría plurinacional y progresista en el Estado».
En primer
lugar, porque no es cierto que hoy día haya una «mayoría plurinacional y
progresista en el Estado». En todo caso, hay una mayoría parlamentaria que
apoya a un gobierno de progreso pues, con todos los respetos, no se puede
calificar como progresista a Junts (muy de derechas y supremacista) o incluso
al PNV (por muy demócrata que sea la derecha nacionalista que representa). En
segundo lugar, porque ha sido evidente que el acuerdo, en lugar de reforzarla,
más bien ha quebrado desde el principio la sintonía entre las fuerzas que
conforman la mayoría progresista. Desde el interior del PSOE hasta en Podemos,
pasando por Compromis, Chunta Aragonesista, Izquierda Unida e incluso dentro de
Sumar, se han manifestado desacuerdos muy de fondo que no permiten augurar lo
que Vendrell vaticina. Por el contrario, es casi seguro que habrá fisuras, si
no rupturas, (y con razón) más que reforzamiento de las actuales alianzas.
Para tratar de
defender el acuerdo, Vendrell recurre a la vieja letanía del soberanismo en la
que no voy a entrar, porque es imposible hacerlo. No hay base objetiva que la
sostenga y, por tanto, que permita criticarla. El soberanismo no aporta hechos,
ni datos contrastados, sino argumentos retorcidos para poder llegar al
resultado retórico definido previamente que se desea alcanzar. Eso hace, por
ejemplo, cuando habla de federalismo plurinacional basado en la «lógica de
soberanías compartidas y de igualdad ciudadana». Un concepto forzado e incluso
tramposo, porque en el federalismo no existen «soberanías compartidas», en
plural, sino una soberanía indivisible. Si un Estado, región o territorio
comparte su soberanía con otros es porque la tiene como propia y, entonces, no
la compartiría porque se federe, sino porque se confedera. Lo que defiende
Vendrell y de facto persigue el acuerdo PSC-ERC es esto último, la
confederación, algo de naturaleza y consecuencias bien distintas al
federalismo; y, sin necesidad de ser experto en estos temas para poder
reconocerlo, claramente inconstitucional.
Para tratar de
defender los acuerdos en materia de financiación autonómica, Vendrell vuelve a
retorcer la realidad y los argumentos. Iré por partes y de forma muy rápida y
sencilla para que se me entienda bien:
– Dice el
dirigente de Sumar: «las comunidades tienen una amplia capacidad de gasto, pero
ninguna capacidad para decidir sobre las figuras tributarias que proporcionan
el 50% de sus ingresos». Es decir, Vendrell ve un inconveniente en lo que es
una virtud del sistema: las políticas o normas que afectan a todo el Estado y a
todas las comunidades, como puede ser el caso de impuestos estatales como el
IRPF o el IVA, no pueden decidirse troceadamente, si se me permite la
expresión.
– Acto seguido,
Vendrell afirma: «hay margen para ampliar la capacidad normativa y para que la
gestión, con una adecuada coordinación, radique en los territorios como ya
ocurre en muchos países federales». Hace de nuevo trampa. No hay ningún estado
federal en donde se llegue a donde pretende llegar el acuerdo PSC-ERC en
materia de gestión o de normativa. No es verdad que existan agencias
tributarias que sustituyan a la estatal en los territorios, ni normativa de
regiones o estados federados sobre políticas, instituciones o tributos de
carácter estatal.
– Vuelve
Vendrell a retorcer los argumentos cuando dice: «Disponer de mayor autonomía
fiscal no es un privilegio». Sabe Vendrell perfectamente que el privilegio que
se critica no es eso, sino que, para ello, Cataluña se salga del sistema común
para disfrutar de otro basado en la singularidad y la bilateralidad que es
materialmente imposible de extender a las demás comunidades y que, además,
reduce los ingresos de todas ellas.
– Asegura
Vendrell: «Ninguna comunidad autónoma debe perder recursos, sino todo lo
contrario». Se trata, en este caso, de una afirmación que va en contra no sólo
de la abundantísima literatura económica disponible, sino de la multitud de
experiencias que muestran que, cuando se hace lo que establecen los acuerdos
que defiende Vendrell, disminuye la eficiencia, aumenta la evasión fiscal,
disminuyen los ingresos del Estado y los de todas las comunidades y, a la
larga, incluso los del territorio privilegiado.
– También
retuerce la realidad Vendrell cuando afirma que «el principio de ordinalidad no
pretende acabar con el principio de solidaridad». La retuerce porque la
ordinalidad no es que pretenda o no pretenda eso; es que lo hace inevitable
pues, por definición, la aplicación de ese principio necesariamente impide la
nivelación por parte del Estado que garantice la redistribución
suficiente y la equidad. La ordinalidad provoca que sujetos que pagan los
mismos impuestos no reciban los mismos servicios, produciendo una flagrante
inequidad. ¿Hay algo fiscalmente más insolidario?
Y también
retuerce Vendrell la realidad en este caso, cuando pone el ejemplo de Alemania
para defender la ordinalidad que reclaman los acuerdos. Como han señalado en un
artículo reciente Manuel Medina y Luis Angel Hierro,
catedráticos de Derecho Constitucional y Economía Aplicada, respectivamente, en
ese país sólo se aplica dicho principio muy parcialmente, en un nivel de
financiación inter Lander, pero nunca cuando se trata de financiación del
Estado.
– Más adelante,
recurre Vendrell a un argumento sorprendente como prueba de la bondad de estos
acuerdos. Dice el dirigente de Sumar: «la mayor parte de las reformas del sistema
de financiación (1993, 1996, 2009) se han iniciado con acuerdos de Gobiernos
del PSOE o del PP con fuerzas políticas catalanas o con el Gobierno catalán
provocando en un principio dramáticos rasgados de vestiduras con argumentos muy
parecidos a los actuales, para acabar siendo debatidas y acordadas en marcos
multilaterales y aprobadas en las Cortes con las modificaciones legislativas
correspondientes». Lleva razón Vendrell. Ha ocurrido así, como él dice, pero
olvida señalar que ha sido justamente eso lo que ha hecho que las reformas
hayan ido complicando, desnaturalizando y haciendo cada vez más imperfecto el
sistema. El argumento de Vendrell es tan razonable como el de un médico que
primero rompiese la pierna de su paciente, luego la escayolara y acabase
diciendo que hay que alegrarse de que -gracias a la escayola- no se haya
quedado sin poder andar. La realidad es que el sistema no se ha ido modificando
como resultado de un planteamiento de reforma general, como debiera ser, sino a
base de tironeos, para zurcir los rotos que provocaba, como en este caso, el
cortoplacismo oportunista vinculado a las negociaciones de investiduras
presidenciales. En contra de lo que defiende Vendrell, un partido progresista
no puede defender ese proceso, sino que los asuntos que afectan a todos se
deben plantear y resolver entre todos, multilateralmente y no con
bilateralidad. Es la única forma de evitar los privilegios.
– Dice
Vendrell: «Lo peor que podría hacer la izquierda es asumir el marco de la
confrontación entre territorios». Lleva razón, pero olvida decir que ese marco
es el que, precisamente, ha creado el nacionalismo, el españolista de la
derecha y el de las periferias, de derecha y de izquierdas; y, por extensión el
soberanismo que Vendrell defiende y practica y que ha impuesto a Sumar. Es ese
tipo de marco el que lleva consigo un acuerdo como el que han firmado PSC y ERC
(un partido al que, como dijo una de sus diputadas a Pedro Sánchez, «le importa
un comino la gobernabilidad de España»).
Las razones que
aporta Vendrell para defender los acuerdos son auténticos no-argumentos. Se
basan en la mera retórica. No basta con decir, como dice, que «es compatible
reconocer la singularidad catalana y dar respuesta a las justas demandas de una
mejor financiación de todas las comunidades». La literatura científica y la
experiencia han demostrado con números y hechos que eso no es lo que ocurre en
la realidad.
A Vendrell y a
los dirigentes de Sumar que sostienen este tipo de discurso les sucede lo que
tantas veces ha denunciado Noam Chomsky que le pasa a mucha gente en nuestra
época: «no cree en los hechos». Y es lamentable que se haga política, de
derechas o de izquierdas, con semejante sesgo.
La preferencia
soberanista de quienes gobiernan Sumar es legítima, sin duda ninguna, y tienen
todo el derecho a defenderla, como igualmente lo tienen a creer que lo que
dicen es lo cierto. Pero, también deberían asumir la responsabilidad de
contrastar sus opiniones con la realidad y la experiencia. En su propia
organización y en su grupo parlamentario hay quien está defendiendo con
coherencia y rigor otras posiciones y cabe esperar que el debate se cierre
positivamente, con argumentos de peso y realistas; aunque el modo en que el
grupo de inspiración soberanista de Vendrell ha dirigido hasta ahora a Sumar no
permite ser muy optimista.
Fuente: https://juantorreslopez.com/argumentos-de-sumar-que-suman-cero/
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