viernes, 8 de octubre de 2010

SOBRE LAS CONDICIONES DE LAS CLASES TRABAJADORAS EN CHINA

Robert Weil
Rebelión.
Traducido para Rebelión por Sebastián Risau
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=37814 2 of 14 26/9/2006 07:51

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Hoy en día, los trabajadores, campesinos y migrantes en China organizan manifestaciones que se cuentan entre las mayores del mundo, involucrando a veces a decenas de miles de personas, lo que resulta en violentos choques con las autoridades. Hasta el ministro de seguridad pública publicó cifras admitiendo que los incidentes masivos, o manifestaciones y tumultos ascendieron a 74000 en 2004, contra apenas 10000 una década atrás y 58000 en 2003 (New York Times, 24 de agosto de 2005). La creciente inestabilidad social representa para los principales líderes del Partido y del Estado una amenaza que se va profundizando, y ya ha ocasionado cambios de políticas destinados a prevenir disturbios aún mayores. Pero incluso se está fragmentando la denominada nueva clase media, compuesta por profesionales y empresarios y por el rápidamente creciente ejército de graduados universitarios, muchos de los cuales prosperaron en el boom económico de las últimas décadas. Pero incluso los costos de la educación, que durante el gobierno de Mao era virtualmente gratis hasta la universidad, se están volviendo prohibitivos, especialmente para las clases trabajadoras. A los que se han graduado recientemente se les hace cada vez más difícil conseguir un empleo. Pero incluso los que mejor están se ven afectados por las tensiones del mercado. Para millones de personas las ventajas que ha traído aparejadas el crecimiento económico (especialmente el mayor acceso a bienes de consumo y la creciente movilidad y las oportunidades de trabajo) están siendo socavadas por la cada vez mayor brecha de clases y por la creciente inseguridad. Como resultado de esto China está entrando en un período de fuerte lucha de clases e incertezas políticas que no se resolverá fácilmente. El camino a seguir para las clases trabajadores será muy difícil, y el resurgimiento de la izquierda, aunque muy significativo, se encuentra todavía en un estado muy preliminar. Este ensayo explora estas complejidades y posibilidades. En general he omitido los nombres de individuos y organizaciones, para protegerlos.
Conflicto y unidad Superficialmente al menos, parecería que la convergencia de las condiciones en las que se encuentran los trabajadores urbanos, migrantes y campesinos (e incluso muchos miembros de la nueva clase media) debería servir como base para una amplia unidad en la lucha contra aquellos que los explotan a través de las reformas capitalistas de mercado y la apertura de China a las fuerzas económicas globales. Pero, como ocurre en situaciones similares en Estados Unidos y en otras partes del mundo, la unificación de las clases trabajadoras es más fácil de concebir en la teoría que de realizar en la práctica. Los viejos prejuicios tardan en morir, especialmente la baja estima que muchos chinos urbanos tienen por el campesinado, a lo que se suman las nuevas formas de competición originadas por la masiva migración desde las áreas rurales a las ciudades, y la manipulación de los que detentan el poder, que usan el probado método de dividir y conquistar para volver a cada grupo contra los otros.
Como ejemplo de esto, un activista con el que hablamos respondió, al preguntársele si los trabajadores de Beijing sienten que los migrantes les están quitando sus trabajos, Sí,
especialmente los que han sido despedidos sienten un poco eso. Muchos de ellos miran con cierto desprecio a los migrantes. Durante la limpieza que se realizó luego de una gran tormenta, algunos trabajadores urbanos comentaron: Esta es la clase de trabajo que los migrantes vienen a hacer, ya que en donde viven nunca ven dinero. Como confirmando esta imagen, el New York Times (3 de abril 2006) publicó un artículo sobre los migrantes de Beijing que hurgan en el basurero municipal, uno de los cuales estaba trabajando para pagar los 10000 yuans (1250 dólares) de la cuota de la escuela secundaria de una de sus hijas y 1000 yuans (125 dólares) para la escuela primaria de otra hija. Sin embargo, el sentimiento es mutuo, ya que los migrantes, a su vez, dicen cosas similares, como Ese trabajador merece que lo despidan.
Siguiendo un patrón desgraciadamente muy parecido a lo que ocurre en Estados Unidos (donde además de la condición de migrante se suman a la amalgama las cuestiones de raza y etnicidad) los intentos del gobierno de ayudar a los inmigrantes a recuperar un buen salario y otros derechos que les corresponden son vistos por algunos trabajadores como favoritismo. Los medios se aprovechan de estas divisiones y fomentan las malas relaciones entre los diferentes grupos, diciendo que los proletarios urbanos sólo quieren tomar los empleos ofrecidos por extranjeros, pero a la vez diciendo que los migrantes están dispuestos a trabajar por nada y que están tratando de que los trabajadores despedidos los imiten, lo que crea resentimiento. Sin embargo, es la creciente
brecha entre los salarios urbanos y rurales (en este momento 3,3 a 1, mayor que su análogo en los Estados Unidos, y una de las más grandes del mundo ) lo que hace posible tal manipulación (New York Times, 12 de abril de 2006). Rebelión.
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