jueves, 30 de septiembre de 2021

La raquítica subida del salario mínimo, muy lejos de compensar el alza de los precios. (Que digo yo, los trabajadores con amigos /amigas como estos /estas para qué queremos enemigos / enemigas. O, cuerpo a tierra que vienen nuestros amigos / amigas)

 

La raquítica subida del salario mínimo, muy lejos de compensar el alza de los precios

A pesar de que la patronal se quedó fuera del acuerdo del nuevo aumento del salario mínimo, la subida negociada entre el Gobierno y las cúpulas de CCOO y UGT ni siquiera alcanza para mantener el poder adquisitivo de millones de trabajadores que tienen que malvivir con salarios de miseria.


Por Juan Carlos Arias 

Kaos enlared

 30 Sep, 2021

La subida de 15 euros aprobada formalmente tras el Consejo de Ministros del pasado 28 de septiembre, ha hecho crecer el salario mínimo apenas un 1,58% en 2021, pasando de 950 € mensuales a 965 €. Pero el aumento ha sido solo entre septiembre y diciembre, dado que no es una subida retroactiva anual. Por lo tanto, si llevamos el incremento a todo el año, supone una subida de tan solo 70 euros anuales -4 meses del año que restan, más la parte proporcional de la paga extra de diciembre-. Es decir que los 70 euros anuales de aumento entre las 14 pagas, suponen una subida real de 5 euros al mes. O lo que es lo mismo un crecimiento mensual del 0,53% sobre el salario mínimo de 2020. Esa es la subida real en porcentaje que ha tenido el salario mínimo aprobado, y, sin embargo, se ha difundido como si de un gran logro social se tratara. ¡Se puede ser más miserable!

Cuando el gobierno neoliberal de Rajoy subió un 0,25% las pensiones de jubilación en 2018, poco más de 2 euros en la práctica, hubo una ola de indignación social y se levantaron protestas impulsadas, entre otros, por CCOO y UGT. Ahora, con una subida casi igual de raquítica para el salario mínimo, es decir, para las y los más desfavorecidos de los trabajadores que no están cubiertos por convenio, las cúpulas de los sindicatos burocratizados las firman y las aceptan como un gran paso y no se plantean movilizaciones de ningún tipo. Esto constata que la degeneración burocrática de los sindicatos de CCOO y UGT con sus políticas de firmar cualquier acuerdo con la patronal o con el Gobierno está alcanzando cotas inimaginables. Y plantea la necesidad cada día más apremiante de derribar a las direcciones sindicales dominantes y corrompidas, para recuperar la actividad sindical como herramienta de la lucha de clases y elevación de la conciencia de la clase trabajadora.

 

Alza de los precios

La subida miserable del salario mínimo se realiza en un contexto de alza general de los precios: la inflación ya está en el 3,3%. Pero la situación es aún más grave si atendemos al crecimiento de los precios en muchos de los productos o servicios más esenciales. Así, teniendo en cuenta un bien tan esencial para todos como la luz, vemos que ha multiplicado su precio exponencialmente respecto de 2020, lo que supone un fuerte incremento en el recibo de la luz durante 2021. Solo en el mes de agosto fue un 35% más cara que el mismo mes del año pasado. ¿Cómo van a afrontar los hogares con ingresos de salario mínimo, estas subidas descomunales de precios? ¿Cómo van a poder utilizar los electrodomésticos más elementales, o cómo van a iluminar sus casas o calentarlas? Pues no podrán.

Todas las previsiones de los expertos van en el sentido de que los aumentos del precio de la luz se consoliden en los niveles estratosféricos actuales, o incluso crezcan más, de aquí al menos hasta la primavera. Y todo ello pese a las medidas del Gobierno de recuperar 2.600 millones de euros de las eléctricas de los beneficios caídos del cielo, que está por ver si finalmente es así. Y, lo que es más importante, cómo va a repercutir realmente en los precios de la luz en los sectores de población más golpeados por la crisis pandémica. Pero es que, a estos precios en crecimiento exponencial, le acompañan los del gas que se esperan estén por las nubes para este invierno, sobre todo ante la especulación y la falta de suministros por el incremento de la demanda del gas con la vuelta a la actividad económica, y el acaparamiento de la producción en las disputas geopolíticas que se vienen desplegando y profundizando.

Lo mismo está sucediendo con los precios de los alimentos y los productos perecederos- la fruta ha subido un 2%, mientras el pescado un 5%- y, en general, es muy probable que no tarden en generalizarse las subidas de precios, puesto que los empresarios más pronto que tarde, tratarán de repercutir las alzas de los costes en favor de sus cuentas de resultados. Por no hablar del precio de los alquileres en ascenso, pese a los miles de pisos en manos de la SAREB y las promesas del Gobierno incumplidas de limitar el precio de los alquileres, y las dificultades para afrontar el pago de las hipotecas, que pese al denominado “escudo social” del Gobierno no ha impedido el incremento muy grave socialmente, especialmente durante los últimos meses, de los desahucios.

 

El salario mínimo: hambre para hoy y hambre para mañana

Los impulsores del acuerdo, Unidas Podemos -como miembro “super-crítico” del Gobierno- y las cúpulas sindicales de CCOO y UGT se defienden, frente a las críticas de los sectores sociales a su izquierda -incluida la izquierda sindical- por lo firmado, basándose en la famosa reflexión conformista que viene a decir que: “la situación actual es deplorable pero el futuro es esplendoroso”. Aunque, sea como en este caso, yendo en dirección contraria a la que en teoría debería ser, para alcanzar ese favorable futuro.

Así, apoyándose por un lado en la miseria de partida, con la sucesión de años en que el salario mínimo estuvo congelado o que apenas subió, entre las dos legislaturas de Rajoy (2011-2018) solo creció en 79 euros. Mientras que desde 2018 ha subido, es cierto, bastante más hasta alcanzar los 218 euros de incremento. Y, sobre todo, ante la promesa esperada de alcanzar el 60% del salario medio, tal y como recomienda la Carta Social Europea, al menos al final de la legislatura, para lo que habría que alcanzar un salario mínimo de 1.060 euros, 95 euros más que ahora. Aún más si crece el salario medio de aquí a entonces. Algo que se antoja difícil al ritmo de paralización e incluso retroceso que se está emprendiendo.

Por todo ello, los sindicatos institucionalizados maniobran ofreciendo un discurso desmovilizador y pasivizador, intentando desmantelar las críticas por la infamia de un acuerdo que al no compensar ni las subidas de los precios totalmente desorbitados que estamos padeciendo actualmente, es incapaz de asegurar algo tan elemental como el poder adquisitivo del salario mínimo, y por lo tanto les ha empobrecido más. Sin embargo, el discurso que realizan desde los sindicatos y Unidas Podemos, va en el sentido de vender la idea de que se viene mejorando el salario mínimo en una senda ya iniciada con el Gobierno “progresista” y que ahora continuaría, aunque a menor ritmo, cuando en realidad, se vista como se vista lo firmado, no ha producido más que un retroceso en ese proceso de mejora, un buen traspiés.

Quizás por eso ahora centran su rol burocrático, como siempre hacen por otra parte, no en nuestras propias fuerzas y en la movilización en la calle, sino en que confiemos en la bondad del “Gobierno progresista”. Con grandes dosis de cinismo, el director del Gabinete Económico de CCOO ha afirmado que “por lo menos el proceso no se detiene. Lo esperable es que haya una subida significativa en cuatro meses”. Pero, ¿por qué sería esperable que lo que no se ha conseguido ahora lo sea en los próximos cuatro meses? Cómo si para entonces los grandes escollos para lograrlo, el PSOE social liberal representado firmemente por Nadia Calviño, y la fuerte resistencia de la patronal, fueran a doblar su brazo porque sí. Todo ello, sin plantearse movilizaciones y acciones decididas en favor de un salario capaz de soportar los costes de la cesta de la compra familiar.

Lo cierto es que en el acuerdo no hay ningún compromiso concreto sobre las cuantías específicas y las fechas en las que se iría subiendo el salario mínimo a lo largo de todo el proceso de la legislatura que queda. Por lo tanto, las cúpulas sindicales de CCOO y UGT y Unidas Podemos están vendiendo humo al decir que “en cuatro meses el salario mínimo se sitúa en torno a 1.000 euros”.

Es por eso que el sindicato CGT incide en su oposición al acuerdo que no está garantizado, ni mucho menos, el objetivo de los 1.060 euros, basándose en que el Gobierno ni siquiera ha fijado en el acuerdo, con el consentimiento de la burocracia sindical, cuando se alcanzará esa cuantía mínima.

 

Ofensiva patronal sobre los salarios

La realidad es que la patronal está en plena ofensiva sobre los derechos laborales de las y los trabajadores, con la complicidad y estimable colaboración de la burocracia de CCOO y UGT. Algo que se percibe claramente en la enorme precariedad laboral existente -más del 90% de los contratos son temporales y la media de duración de los contratos ha sido de 53,19 días-, por los miles de trabajadores que continúan en situación de ERTE y por los miles de despidos, -35.000 solo en las grandes empresas- en que han desembocado muchos, pese a la promesa del “Gobierno progresista” de que no iba a haber despidos por la crisis de la pandemia. Y todo ello con la utilización sin límites por la patronal de la dura reforma laboral de Rajoy, cuya derogación en sus aspectos más lesivos es una promesa todavía incumplida cuando ha transcurrido más de la mitad de la legislatura.

Así y aunque la economía ya crece a velocidad de crucero, en el mes de julio, por ejemplo, hubo 58 descuelgues de convenios colectivos, nada menos que un 48,7% más que el mismo mes del año pasado. Mientras CCOO y UGT firman convenio tras convenio con crecimientos salariales por debajo del IPC y hasta por debajo del Acuerdo Estatal de Negociación Colectiva. Así, la subida salarial media pactada en los convenios está siendo del 1,5% y, por lo tanto, al menos 1,8% puntos menos que la inflación anual registrada, 3.3%.

En este contexto continúa el paro juvenil en porcentajes inasumibles en el entorno del 40% para millones de jóvenes que se ven abocados a un futuro de precariedad y miseria. Mientras el “Gobierno progresista” pretende aumentar la edad de jubilación y atacar las pensiones.

Por todo ello, se hace cada vez más acuciante levantar un programa de emergencia social con movilizaciones en la calle de carácter unitario, sin ninguna confianza en el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos. Y sobre la base de la discusión en asambleas en los centros de trabajo y estudio, que a través de la lucha coordinada de todos los sectores sociales golpeados por la crisis: jóvenes, mujeres, la clase obrera y sus sectores más precarizados y las clases populares empobrecidas, levanten un programa de acción anticapitalista para que la crisis la paguen los capitalistas.

Fuente: Izquierda Diario

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