lunes, 19 de octubre de 2015

ANTONIO GALA


POCAS VECES HEMOS ESTADO TAN MAL GOBERNADOS
El autor de 'La regla de tres' ha dado esta semana la bienvenida a la decimocuarta promoción de su fundación de creadores. Defiende que "España es una suma de naciones".

ALFREDO ASENSI / CÓRDOBA  
DIARIO DE SEVILLA
18.10-2015
Antonio Gala, entre la memoria y el presente.

Antonio Gala viene de afeitarse. Atraviesa con un andar arrítmico, con un dandismo matinal y verde, el despacho que tiene en su fundación, enriquecido ahora con mobiliario de su casa de Madrid. Se sienta como quien ensaya una duda y deja en el ambiente un bastón, una guerra y un silencio. Le esperan dos días de agitación, la inauguración del nuevo curso de la fundación (el pasado viernes) y el reconocimiento de Ateneísta de Honor de Andalucía en Almodóvar del Río (ayer). El cansancio, dicen sus ojos un poco lobunos, no inmoviliza la lucidez.

-La fundación se le hace adolescente…

-Veo, y tengo ocasión de comprobarlo, lo que yo pensaba: que ninguna promoción es igual a otra. Los del principio eran más mezclados entre ellos, menos seguros, con más tendencia a apoyarse en la fundación, y los más recientes sin embargo utilizan la fundación pero quizá tienen otro carácter. A un artista siempre le conviene la afirmación, pero la afirmación aquí es difícil, porque si son ecuánimes a lo mejor tienen que confesarse inferiores a los otros, y eso es muy dolorosos. Hay que estar un poco pendientes de que eso no se produzca. En el arte, en el literario y el plástico, se da mucho la sorpresa, hay gente que parece menos dotada pero en realidad está más dotada, lo que pasa es que es menos brillante o personalmente menos ambiciosa. Hay que reñirles, que echarlos un poco a pelear. La Fundación Antonio Gala no es un campo de batalla pero sí un campo de experiencias. Un pintor que ve que otro pinta con más rapidez o más fidelidad a lo que se propone siempre se achanta un poco y tiembla, y entonces hay que estar un poco de su parte y llamarlo a solas y decirle: "No te preocupes, lo estás haciendo bien, lo que pasa es que no solo tu proyecto es distinto del otro, el procedimiento también es distinto, y aquí precisamente se os invita para que os completéis y observéis de cerca y con imparcialidad no familiar pero sí amistosa, y os enriquezcáis unos a otros". Y esto se ha dado siempre. El artista, si es soberbio, es un poco vanidoso. Un artista, de cualquier tipo de creación, a la hora de la verdad se encuentra solo. No es lo mismo pintar en tu casa a solas que aquí con los demás viéndote: esto sí que es educador y magnífico. Y el escritor…, el escritor es siempre un pobre desgraciado: esto lo conozco yo muy bien. Al escritor todo le inspira pero nada le dicta, él tiene que trabajar solo en lo suyo. La fundación corre un riesgo: que la utilice alguien como observación. Yo no, porque ya estoy fuera de campo, yo ya no quiero escribir mejor que nadie. Es un campo de experiencias extraordinariamente gozoso y útil para los chicos posteriormente, para su desenvolvimiento. Se encuentran luego con tanto gusto, tanta alegría les da intercambiar recuerdos y experiencias…

-La fundación necesita recursos para su subsistencia. ¿Cómo ve usted su futuro?

-Lo veo bien porque, por una parte, es mi heredera, y no creo que económicamente… Hombre, pasar fatigas, pasamos todos, porque estamos muy mal llevados económicamente, tendría que haber una fundación para ministros de Hacienda. Eso no lo podemos controlar, y en esta ocasión menos aún, porque parece que lo que quieren es quedarse los de siempre, y a los nuevos partidos no quieren darles la oportunidad de que se estrenen, lo cual me parece, si lo hacen con buena intención, loable, porque miran por todos, pero si es por el egoísmo de creerse superiores..., pocas veces hemos estado tan mal gobernados como en estos últimos años.

-Falta poco para unas nuevas elecciones generales. ¿Qué le gustaría que pasara?

-Que no hubiera elecciones generales, que la gente votara sin necesidad de que se la convocara. Hay unos partidos nuevos en los que confío, quizá con la asesoría del que más me gusta, que es… Se me va la memoria.

-¿El PSOE?

-Sí. Me gustaría que los nuevos se orientaran por el fracaso que ha tenido el actual y por la oportunidad que puede suponer para ellos el otro, el PSOE. Pero no me gustaría que salieran ni el PSOE ni el otro. Tengo una esperanza grandísima en el chico catalán, que creo que es muy inteligente, pero no tiene experiencia, por eso digo que podrían apoyarse...

-… En el PSOE

-[Asentimiento].

-¿Le sorprende cómo ha cambiado el mapa político español?

-Tú eres periodista y hablas de mapa político, pero es excesivo. Mapa político aquí no hay: hay dos o tres políticos que eligen acompañantes. La verdad es que España no está bien, no se reconocen los culpables, que insisten. Los que nos han llevado a esta penuria son los partidos que han gobernado. Deben dar la oportunidad a otros a los que todavía no conocemos. A mí, Rivera me parece una persona estudiosa, no del todo política si hablamos de los defectos que tienen los políticos de soberbia y egoísmo. Los otros lo han hecho tan mal, tan mal, que es una larga lección que termina con que Europa pida el dinero, que es terrible.

-¿El nacionalismo es una enfermedad?

-Es una enfermedad cuando se es profundamente idiota. Si te refieres al catalán…, para mí el catalanismo no es un nacionalismo, es la afirmación de una propia historia, de un desacuerdo que hubo cuando murió el tonto de Carlos II: a ellos los auxiliaron otros y se impuso luego el que más éxito había tenido, que no era el suyo. Pero políticos catalanes buenos no ha habido muchos. Cataluña es una nación, como Andalucía: España es una suma de naciones, y eso es lo que se procuró hacer ver. Pero con los independentismos perdemos todos. Esto es una casa común con distintas habitaciones, que están un poco al servicio de las otras, porque en una casa son todos habitantes, y una discordancia seria de habitantes puede hacer daño a todos. Catalanismo, sí, pero no hiriente. Lo que hay es que quererse y ayudarse unos a otros: esto es lo que ha enriquecido siempre cuando nos hemos visto, normalmente unidos como enemigos del que gobernaba, lo cual es triste pero era imprescindible. En España ha habido más coaliciones por odio y queja que por amor e identidad de ideas.

-¿Y Europa? ¿La ve usted ahora más como problema o como solución?

-A Europa le han puesto una prueba grave demasiado pronto. Han abierto la puerta a los emigrantes, que suelen ser (porque no aman el sitio al que van, no aman el refugio) desdeñosos, exigentes y de mala lengua. España no ha aprovechado la pobreza que nos ha impedido ayudar a nadie. España no ha ayudado, y mira que los tenía cerca, y mira que tiene costumbre con los árabes. Aquí en Andalucía somos todavía algo árabes: no nos chocaría nada que hubieran venido. Pero España está para pocas dádivas. Necesita todo lo que tiene, y mucho, porque hay partidos que han gobernado llevándose mucho. Ahora tiran de la manta y señalan a uno, antes metieron presos a otros cuantos que fueron peores... Al fin y al cabo, el que se lleva dando la cara, aunque quizá no del todo, es menos peligroso que el que no da la cara: los segundones siempre roban con más facilidad. Y los ricos. Los ricos no son peligrosos por ser ricos, está bien que lo sean si son dadivosos, generosos, gentiles y patriotas. Pero no lo son, y siguen coleccionando dinero, y encima lo sacan fuera. No aman a su país. Y cuando van disfrazados de fieles oficinistas de un partido…, esos son los peores. El partido no les importa nada, no roban para él... Hay una cosa que está por encima de todo que es España. Yo lo de los catalanes no lo entiendo, de cuando en cuando les da ese fervor patriótico de la patria chica y la cosa depende del grado de idiotez al que corresponda quien les gobierne. En este momento tienen uno de los peores. Creo que dejará de gobernarlos pronto.

-¿Qué le duele de Andalucía?

-Poco, porque me da muchas satisfacciones. Yo he dejado Madrid, he vendido lo que tenía y vivo en el campo, en Alhaurín el Grande, muy tranquilo. Yo ya soy mayor para andar en trances. Aquí vengo de cuando en cuando. Allí lo que hago es leer y escribir La Tronera, que me divierte, y opinar cuando me preguntan meticones como tú. Pero… España siempre ha sido igual, es varia, no llega a ser aburrida nunca… Siempre tienen ambición aquellos a los que se les nota. Los verdaderos ambiciosos dañinos son aquellos a los que no conocemos. Son los que se llevan el dinero al exterior. Cataluña, si lo miras bien, no tiene dinero, es una banquera que tiene dinero en primos hermanos. Y hay mucha familia que opera, para decir un verbo modesto, junta.

-Y familia que opera unida, permanece unida...

-Hasta que uno dice "esto era mío", y se arma el alboroto.

-¿Córdoba es aburrida?

-Los no cordobeses pueden decirlo, aunque siempre dirán que Granada es más aburrida. Pero si vienen de Sevilla o Cádiz encontrarán a Córdoba educada de otra manera. A mí me encanta ir por las calles de Córdoba, antes, cuando podía pasear sin que me dieran la tabarra, y cuando era niño y veía gente que quizá saludaba pero no más… Me gusta el escamoteo de la palabra de Córdoba. Córdoba es muy simpática, muy oportuna y muy observadora, y de la observación siempre saca partido, y partido de ironía porque Córdoba es irónica. Sevilla es cachonda, y Cádiz es muy simpática. Quiero mucho a Cádiz y también a Granada, pero no hay que entregarse mucho a ella, hay que piropearla, y si no lo haces estás perdido porque se piropea ella.

-Hace casi cuatro años hablamos en este mismo espacio y estaba usted con el latigazo de la enfermedad. ¿Cómo se encuentra ahora?

-Mejor, porque he abandonado las manos médicas y me encomiendo a mí mismo. Estoy mejor que estaban, pero bien no estoy y vivo en el campo por necesidad, con mis perros, que no me pueden contagiar enfermedades ni ampliar las que tengo porque lo que hacen es sacarme a pasear por La Baltasara. Estoy mucho tiempo apartado, en la cama.

-¿Escribe, más allá de su artículo periodístico?

-La Tronera la escribo en un minuto y medio como mucho. He dejado de escribir y he vuelto a leer. Quizá esté ya mayor para emprender la obra que me gustaría, sobre la integración mía en la historia de España, la integración con los que me precedieron y lo que pueda significar para los que me sigan. Eso me hubiera gustado hacerlo: una declaración de voluntades. Pero me da pereza hablar de mí, me da pereza escribir, aunque no puedo dejar de hacerlo: aunque no escriba, yo razono como si escribiera. Y cuando corrijo o releo o leo los textos de los chicos de la fundación siempre me alarma ver tan pronto los defectos. Se los digo pero con cierto tono de humor, para que no se entristezcan. He procurado ser alentador con ellos. No soy yo el que los elige porque me gusta que me sorprendan.

-¿Qué aprende usted de los jóvenes?

-Yo ya he aprendido todo lo que tenía que aprender. Ya no me sorprende nada, y si no me sorprendo es difícil que aprenda. Lo que sí estoy haciendo es simplemente confirmar que no me he equivocado, que los chicos son de manera diferente a como era yo pero los entiendo, porque yo estaba rodeado de gente que se parecía más a ellos. A mí los ambiciosos no me gustan porque no tienen éxito nunca. El que tiene éxito es probablemente el ensimismado: los artistas tienen que ensimismarse. El artista verdadero ya está todo en él, y tiene que buscarse en sí mismo, buscar al sí mismo que va a ser y que lo distingue de los precedentes.

-¿Ese proyecto de libro surge de la necesidad de ajustar cuentas con su tiempo?

-Eso lo he ido haciendo en los periódicos, no es algo que yo vaya a distinguir con una obra. Si me pusiese a escribir una obra, sería de ficción educadora, para decir: esto fue lo que hizo el pueblo, no volvamos a hacerlo. Lo que necesitan los españoles es que alguien tire de una cortina y demuestre que ese pobre hombre que está de presidente, no me acuerdo de cómo se llama…

-Rajoy.

-Rajoy es una persona que… Hasta lo obligaron a casarse para que llegara a presidente. Es un pobre hombre y está más visto que el tebeo. Y el segundo de a bordo, que nació en un pueblo de Jaén donde un hermano mío tenía una finca…

-Montoro.

-Decíamos que era bajito y además es inservible. La cosa está tan mal… El desengaño es nefasto. España no está considerada como productora de buenos gobernantes.

-¿Por qué el ser humano repite siempre sus malos pasos?

-Porque repite siempre sus pasos, es lo que sabe hacer, por donde sabe andar. La gente va por la misma calle porque la conoce, le sorprende menos. La gente no quiere la sorpresa. A los artistas nos gusta la sorpresa, pero a la gente habitual no: le gustan sus hábitos.

-¿Dónde están ahora sus premios?

-Hay una habitación abajo en la que están, luego subirán a la sala hipóstila. A mí me dan vergüenza, son quinientos y pico… Yo solo he hecho lo que creía que tenía que hacer: no he movido un dedo de la mano para conseguir ninguno de esos premios. Quizá el único mérito que tenga sea ese: que se han venido a casa por su propio pie. Y que la gente me ha querido porque he manifestado un desinterés tanto por su opinión como por mi engrandecimiento, y eso cae simpático.


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